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HERRAMIENTAS DE RSE EN COLOMBIA: UNA TAREA INCONCLUSA

Joseph Martínez

A finales de los años 90 se define con claridad una tendencia de ONG’s y empresas por diseñar
estrategias que permitieran a las organizaciones operar de manera asertiva respetando los derechos
humanos, promoviendo su defensa, contribuyendo a la resolución el conflicto armado y el mejoramiento
de las condiciones de vida de las personas que viven en las localidades donde actúan las compañías. Entre
otros cambios, el foco de denuncias por violaciones a los derechos humanos se amplía y ahora no solo
incluye a los Estados sino también a las acciones negativas de las empresas. Ante esta situación, se crean
mecanismos de evaluación y acción que guían la actividad de las empresas de distintos sectores en distintos
entornos.
Existen miles de guías creadas con este fin. Cientos de organizaciones a nivel mundial producen
anualmente guías, manuales y principios que cada día dejan menos temas y situaciones sueltos sobre los
que se puede orientar positivamente la acción de una empresa. Existen manuales para determinar el nivel
de complicidad de una empresa en la violación de derechos humanos, guías de acción para valorar la
viabilidad de las operaciones de una compañía en un contexto donde se irrespetan los derechos humanos,
principios de relación con comunidades específicas y para elaborar reportes sobre sus actividades etc. En
Colombia hasta la primera década del siglo XXI se empiezan a tratar de incorporar estos principios y
estrategias mediante distintas instituciones como la Fundación Ideas para la Paz y la importación de varios
principios y herramientas. Es importante destacar que antes de las negociaciones el Caguan los
empresarios no tenían voz ni voto directo sobre los procesos de paz con los grupos guerrilleros. Hasta
entonces se reconoce de manera pública que el sector privado tiene una labor importante que hacer en lo
que concierne al respecto de los derechos humanos y la resolución del conflicto armado debido a que en
Colombia históricamente no había existido una vinculación consistente entre las empresas y la paz. La
guerra, el conflicto y la paz solo era tema de discusión para los estados y los grupos subversivos, bien hay
que mencionar que esta idea todavía tiene un peso relevante pero ahora también reconoce el
protagonismo de las empresas en el proceso.
Hoy en día en Colombia y después de un largo proceso histórico ya se han integrado distintas
herramientas, principios e iniciativas creadas e ideadas en otros países y por distintas instituciones
internacionales y se han creado guías para el caso particular de Colombia y para ciertas empresas
particulares. Incluso el estado colombiano está vinculado a varias de estas iniciativas entre las que se
cuentan: Principios Voluntarios en Derechos Humanos y Seguridad, el Pacto Global, Global Reporting
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Initiative, la Iniciativa de Transparencia (EITI) para el sector extractivo, las normas de Responsabilidad de
Empresas Transnacionales y Otras Empresas Comerciales en Derechos Humanos de Naciones Unidas, las
líneas directrices para empresas multinacionales dadas por la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económico (OCDE), los estándares SA 8000 de Social Accountability, los estándares AA
(AccountAbility) 1000 y Guías Colombia, entre otros.
Aunque todas estas herramientas estén disponibles, no es raro ver que no son del todo efectivas.
Hay que contar con que no existe una actividad consistente del gobierno nacional con respecto al tema de
la Responsabilidad Social Empresarial y la vinculación de las empresas en la promoción y construcción de la
paz y menos una actitud generalizada de las empresas por incorporar este tipo de estándares que siempre
requieren esfuerzos extra a los que realiza la compañía en su actividad corriente. Además, no hay que
olvidar que estas herramientas no son perfectas y tienen algunas falencias que bien vale la pena corregir en
sus planteamientos globales o dentro de la experiencia individual de cada una de las organizaciones que los
aplican. Aun considerando estos factores limitantes debe ser claro que no es suficiente para las empresas la
adopción de estos principios para que reflejen resultados. Cuando aplicamos un manual a la realidad tal vez
las condiciones o los antecedentes del contexto donde se ponen en práctica presentan distintos retos.
Podríamos aplicar y crear frenéticamente más y más herramientas pero primero, sería prudente
aprovechar las herramientas ya existentes si bien no son perfectas.
El Estado por su parte tiene la tarea de crear un marco legal favorable para estas iniciativas.
Mediante la oficina del Vicepresidente de la República el Estado ahora participa de algunas de las iniciativas
que se aplican en Colombia y que arriba mencionamos pero su participación debe ser más que una
afiliación formal. Varios países africanos por ejemplo han creado leyes que obligan a todas las empresas
que allí operan a adoptar los principios de la Iniciativa de Transparencia (EITI) para el sector extractivo. No
es una obligación que los estados hagan de carácter obligatorio el uso de este tipo de principios pero es de
fundamental que el Estado sea activo en su promoción. Muchas veces las empresas tienen interés en
promocionar sus iniciativas o ciertas herramientas interesantes pero no encuentran apoyo del Estado ni un
espacio legal en el que puedan caber sus esfuerzos. El Estado debe crear lineamientos de política pública
donde las empresas puedan centrar sus aportes.
Colombia es un país que se encuentra en medio de una situación de conflicto y aunque los temas
que más destacan hoy en la agenda pública se refieren a asuntos económicos y sociales es importante que
la construcción de paz vincule al estado de forma consistente. Al respecto, el Estado podría realizar
reuniones y conferencias informativas y promocionales donde se presenten estas estrategias de principios
de acciones como estándares mínimos de acción. Las empresas de por sí ya están motivadas para
desarrollar proyectos que contribuyan al desarrollo local y a la superación de situaciones de conflicto o en
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las que se comprometan los derechos humanos. Si el estado apoya una iniciativa facilitará las condiciones
para que las empresas se vinculen a esta. Por ejemplo, podría facilitar el diálogo entre las empresas y el pie
de fuerza estatal para dejar claros los limites de responsabilidades y acciones que asume cada uno en la
aplicación de medidas como los Principios Voluntarios. Por otra parte, una empresa no se vinculará en
iniciativas de reporte y transparencia sino siente que sus reportes serán vistos y sus inquietudes atendidas.
Tampoco denunciaría ni reportara sino existe un sistema judicial que lo escuche o si se siente amenazada o
atacada por el Estado. Guías Colombia hace un gran esfuerzo delimitando el papel de las agencias del
Estado en estos aspectos al garantizarles a las empresas que no monitorean ni les harán auditoria
tomándose atribuciones extra y viciando la independencia de las compañías.
Del lado de las empresas falta una aplicación minuciosa de las herramientas. Varias empresas
suscritas a Principios Voluntarios, al Global Reporting Initiative y al Pacto Global todavía son ejemplo de
violaciones a los derechos humanos. Muchas veces las empresas pierden el control sobre las actividades de
sus filiales en territorios lejanos. En la selva no se sabe a ciencia cierta si los empleados de una compañía
siguen fielmente esas guías de comportamiento. En esos huecos de autoridad y control es donde
encuentran lugar la mayoría de violaciones de derechos humanos y muchas actividades de complicidad con
actores armados. Las empresas deben emplear sistemas de monitoreo más efectivos al respecto y pedir la
colaboración del estado con su presencia y apoyo. Además las empresas deben presionar al estado para
que delinee planes de acción y desarrollo en materia de respeto y protección de derechos humanos. La
inexistencia de guías en materia de política pública muchas veces se traduce en que las empresas actúan de
manera preventiva y no como generadores de acciones positivas que ayuden a reducir las causas de las
violaciones y la construcción de paz. Muchas veces, también requiere que realicen de forma consistente los
procesos de evaluación y transparencia y que dentro de las políticas de la empresa se encuentren
actividades de RSE y que estas no solo signifiquen para la organización alguna suerte de reducción de
impuestos. En esta medida las empresas deben reforzar la aplicación de estos principios con medidas
dentro de la organización que refuercen la creencia en los derechos humanos y su defensa como valores
propios. Cabe mencionar que otra gran falla radica en que no existe un compromiso amplio entre las
empresas con estas herramientas. Con respecto al total de empresas de todos los sectores productivos que
operan en Colombia solo un pequeño número se encuentra suscrito a alguna de las herramientas
mencionadas. Existen muchas iniciativas sueltas con la que las empresas pretenden generar algún tipo de
valor social pero sus energías se pierden en muchas ocasiones ya que se desgastan en esfuerzos que no
tienen en cuenta experiencias anteriores o la opinión de expertos sobre las que se han desarrollado
estándares y herramientas diversas.

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Finalmente, no solo es importante que exista, también debe haber y un observador activo que
permita controlar, apoyar y denunciar este tipo de herramientas. El lineamiento común lo da la política
pública y el tipo de esfuerzos que dentro de ese espacio construyan las empresas. El observador es la
sociedad civil pero en la mayoría de casos no ejerce ese rol. Mucho puede intentarse desde el estado y las
empresas pero el que puede contabilizar, medir y comparar los resultados es la sociedad civil en general.
Esta permite que las acciones y lineamientos funcionen y que tengan orientaciones adecuadas. Podríamos
decir que no todas las iniciativas que se encuentran en Colombia son un reflejo de lo que queremos en RSE
y derechos humanos en Colombia pero hay que aprovechar las existentes. Igualmente, no hay que rechazar
la posibilidad de incluir nuevas herramientas posteriormente. Este año serán lanzados los estándares ISO
26000 de responsabilidad social. Tal vez esta sea la oportunidad para estandarizar los procesos y sugerir
algunos lineamientos básicos y generales que aun no existen en materia de RSE.

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