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Palmer L R - Introduccion Al Latin PDF
Palmer L R - Introduccion Al Latin PDF
al latín
L. R. Palmer
Ariel
La presente obra es una de las más sugestivas y pedagógicas
historias del latín e imagen ideal del manual universitario de la
disciplina. El própósito del autor, profesor de filología compara
da en la Universidad de O xfod, ha sido «compendiar para los
estudiantes de lenguas clásicas, para los colegas que trabajan
otros campos de estudio y para todos a quienes puedan interesar,
los resultados alcanzados por la investigación en torno a la histo
ria de la lengua latina desde la Edad del Bronce hasta la caída
del Imperio Romano. N o se ha dado por supuesto conocimiento
alguno previo de los principios y métodos de la filología compa
rada, reservándose tales cuestiones al examen de los varios pro
blemas a los que afectan. M i intención ha sido exponer la com-
munis opinio en los casos en que existe, y, en caso contrario,
plantear con la mayor claridad posible los datos y los diversos
puntos de vista que se han formulado; con todo, no he sido
siempre capaz de ocultar el hecho de que tengo opiniones pro
pias». Para mantener el volumen del libro y su coste dentro de
unos límites razonables, ha sido necesaria una estricta selección
de temas, y, en este sentido, el autor, manteniendo la clásica
división de fonética, morfología y sintaxis, ha preparado una
síntesis de gramática histórico-comparada particularmente ágil y
eficaz. La obra se completa con una antología de textos latinos
arcaicos y con exhaustivos índices de materias y palabras.
Letras e Ideas
L. R. Palmer
INTRODUCCIÓN
AL LATÍN
EDITORIAL ARIEL, S. A.
B A R C E LO N A
Título original:
The Latín langitage
Presentación, traducción y notas de
J uan J osé M orálejo y J osé L uis M oralejo
1.a edición 1974: Editorial Planeta, S. A.
1.a edición en Editorial Ariel
(Col. Letras e Ideas):
octubre 1984
2.a edición: marzo 1988
© Faber & Faber, Londres
Derechos exclusivos de edición en castellano
reservados para todo el mundo
y propiedad de la traducción:
© 1984 y 1988: Editorial Ariel, S. A.
Córcega, 270 - 08008 Barcelona
ISBN: 84-344-8378-5
Depósito legal: B. 6.629 - 3988
Impreso en España
Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproducida,
almacenada o transmitida en manera alguna ni por ningún medio, ya sea eléctrico, químico,
mecánico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo del editor.
NOTA A LA 2.' EDICIÓN
Ju an José M oralejo
José L u is M oralejo
PREFACIO
En este libro, uno más en una serie que no está dirigida en prin
cipio a los especialistas, he intentado compendiar para los estudian
tes de lenguas clásicas, para los colegas que trabajan otros campos
de estudio y para todos a quienes puedan interesar, los resultados
alcanzados por la investigación en torno a la historia de la lenguai
latina desde la Edad del Bronce hasta la caída del Imperio Romano.
No se ha dado por supuesto conocimiento alguno previo de los prin
cipios y métodos de la filología comparada, reservándose tales cues
tiones al examen de los varios problemas a los que afectan. M i in
tención ha sido exponer la eommunis opinio en los casos en que
existe, y, en caso contrario, plantear con la mayor claridad posible
los datos y los diversos puntos de vista que se han formulado; con
todo, no he sido siempre capaz de ocultar el hecho de que tengo opi
niones propias.
Para mantener el volumen del libro y su coste dentro de unos
limites razonables ha sido necesaria una estricta selección de temas.
Esta exigencia ha sido especialmente imperiosa en el capitulo de
sintaxis, que ha tenido que estructurarse como un comentario com
pendioso de las gramáticas escolares de serie. Las circunstancias
han dado lugar a ciertas infracciones de la ortodoxia, que espero
harán más cómodo el empleo del libro. Así, por lo que mira a los
textos latinos arcaicos, he preferido referirme a los Remains of Oíd
Latín de E. H. Warmington que a repertorios menos accesibles. No
he logrado conciliarme la aprobación de todos mis amables críti
cos con relación al empleo del signo v para la u consonántica, pero
se trata de una distinción útil desde el punto de vista filológico• y
no he tenido reparo en seguir el ejemplo del manual de Leumann~
Hofmann. Las cantidades vocálicas sólo se han notado en los casos
en que resultaban relevantes para el problema en cuestión.
M e he beneficiado del saber y consejo de muchos amigos y colegas
inmediatos. Debo estar particularmente agradecido a Mr. J. Crow,
al Prof. W. D. Elcoclc, al Prof. D. M. Jones, a Mr. S. A. Handforth,
10 INTRODUCCIÓN AL LATIN
L. R. PALMER
PRIMERA PARTE
a la primera ojeada resultará evidente que las dos lenguas son mu
tuamente ininteligibles. Se ha calculado que de un sesenta a un se
tenta por ciento de las palabras contenidas en las Tablas Iguvinas
son extrañas al latín, mientras que para el griego sólo del diez al
quince por ciento de las palabras que aparecen en las Leyes gorti-
tinias cretenses no se encuentran en ático. A estas diferencias de
vocabulario decisivas debemos añadir divergencias significativas de
fonética y morfología.
Fonética
Morfología
Fonética
Morfología
3. Véase p. 226.
24 INTRODUCCIÓN AL LATÍN
Vocabulario
6. Véase p. 254.
26 INTRODUCCIÓN AL LATÍN
Céltico y germánico
airl. oeth = gót. aips (ing. oath), airl. orbe = gót. arbi (al. Erbe),
gal. rhydd = gót. freís (ing. fre e ), airl. rün “secreto” = gót. runa,
airl. luaide = aing. liad (ing. lead), etc. A éstos hemos de añadir un
amplio número de préstamos que se han hecho estos dos grupos
de lenguas, como gót. reiks de la palabra célt. rix.
Itálico y germánico
Vocabulario occidental
F e n ó m e n o s m a r g in a l e s
10. L a Influencia directa del griego sobre el latín será tratada en el pró
ximo capitulo.
11. El galo o céltico continental nos es conocido solamente por algunas
breves Inscripciones y por palabras citadas por autores latinos y griegos. El
testimonio más antiguo para el gaélico son las inscripciones ogámicas, que
datan del siglo v d. C. El germánico hace su primera aparición en las inscrip
ciones rúnicas del siglo m d. C„ y su primer texto importante es la traducción
gótica de la Biblia por Ulfilas, obispo del siglo iv d. C. En cuanto al báltico, los
documentos más antiguos — la traducción del catecismo de Lutero— datan so
lamente del siglo xvi.
34 INTRODUCCIÓN AL LATIN
ruta seguida por los protolatinos hacia el sur, en busca del Lacio,
donde, .los hallamos al iniciarse la época histórica. Al menos pode
mos proporcionar al arqueólogo una precisión importante: el nom
bre latino del “bronce”, aes, es indoeuropeo común, en tanto que
ferrum “hierro” no tiene correspondencias, ni siquiera entre las
lenguas occidentales más estrechamente emparentadas con el latín.
Esto significa, ante todo, que podemos desechar los asentamientos
neolíticos de Italia como posibles pretendientes al título de proto
latinos.
El uso del bronce fue introducido en Italia, según modelos me
diterráneos orientales, en una fecha relativamente tardía, proce
dente de culturas de la Europa central. El proceso parece haber co
menzado con la infiltración de gentes lacustres llegadas de Suiza
que, poco antes del año 2000 a. C., crearon poblados edificados sobre
pilotes en la región de los lagos del noroeste de Italia. Sin embargo,
este desarrollo no fue de gran significación 1 en la historia de la
península como conjunto, y es en los poblados llamados de terra
mara hallados a ambos lados del Po donde muchos estudiosos han
buscado los orígenes de la indoeuropeización de Italia. La terramara
— “tierra negra”, nombre local dado a los agregados de restos pro
cedentes de esos asentamientos— ha sido descrita como “una espe
cie de vivienda lacustre sin lago”. El poblado característico ha sido
definido como trapezoidal por su forma y cerrado por un terraplén
y un foso. El ritual fúnebre representa una divergencia con relación
a la inhumación practicada en la Italia neolítica. Los cadáveres eran
quemados y las cenizas puestas en urnas que eran luego deposi
tadas en cementerios alzados también sobre pilotes, fuera del pobla
do. El uso del caballo está atestiguado por la presencia de bocados
perforados, invención que aparece por vez primera en Europa en la
cultura de Tószeg, de Hungría occidental. Una autoridad ha decla
rado recientemente que “la cerámica, el rito de incineración y el
caballo, factor fundamental, pueden considerarse más significativos
en esta región que en cualquier otra”. 12 La peculiaridad de la cons
trucción sobre pilotes se explica por la hipótesis de que las terre-
mare sean obra de invasores procedentes de Hungría occidental,
practicantes del rito funerario de los “campos de urnas”, quienes
se habrían fusionado con habitantes de chozas y poblaciones lacus
tres en torno al 1500 a. C. Otra particularidad a la que tenemos que
aludir ahora es que en la terramara de Castellazzo di Fontanellato
el poblado está dispuesto de manera que' las dos calles principales
tonces vital para la teoría que hace proceder a los latinos de los
terramarícolas es que los datos arqueológicos acrediten una relación
entre las culturas de las terremare de la Edad del Bronce y de Vi-
lanova de la Edad del Hierro. Ahora bien, no se ha aducido prueba
convincente de tal vinculación, y algunos estudiosos dignos de cré
dito consideran actualmente a los vilanovianos como bandas de in
vasores recientes procedentes de los Sudetes y Hungría, algunos
de los cuales se habrían asentado en la región de Bolonia mientras
otros habrían avanzado hasta Etruria y el Lacio, llegando hasta los
Montes Albanos. Al igual que sus predecesores de las terremare,
quemaban a sus muertos; y éste es también el rito fúnebre que se
encuentra en los más antiguos cementerios de la Edad del Hierro
hallados en el Foro Romano. Sin embargo, este sencillo cuadro se
oscurece por el hecho de que en tal lugar se han hallado también
tumbas en que el cuerpo aparece inhumado. Estas tumbas son de
fecha más reciente, si bien parece que un intervalo de tiempo no
largo habría separado la llegada de estos dos grupos distintos al
solar de Roma. El cuadro se repite en los poblados de los Montes
Albanos, donde las tumbas de cremación son incluso más antiguas
que las del Foro, lo que concuerda con la leyenda de la fundación
de Roma por pobladores procedentes de Alba Longa. Pero si igua
lamos a los vilanovianos, que practicaban la incineración, con los
protolatinos, ¿cuál era el pueblo que practicaba la inhumación y se
unió a ellos tempranamente en el territorio del Lacio? Se ha seña
lado que también en la Grecia “geométrica” se observa esta in
novación del rito de inhumación, así como en el área danubiano-
balcánica, donde se ha atribuido a la influencia de los pueblos
jinetes traco-cimerios. Así, la aparición en Italia de un pueblo que
practica la inhumación encontraría lugar en un movimiento más
amplio que recibiría su empuje del este. Entre los resultados de
esta influencia oriental que se ha sugerido figurarían la intensifica
ción de la cría del caballo, de la práctica de la equitación, y la
introducción del hierro. Que estas innovaciones fueron relativamen
te tardías parece indicarlo la prohibición ritual romana del hierro
y del uso del caballo. La relación con el oriente está también apun
tada por la etimología más probable sugerida para la palabra latina
ferrum. Se la ha hecho derivar de *bhersom o *fersom y puesto en
relación con las palabras semíticas barsel (hebreo-fenicio), parzld.
(siríaco), parzilla (asirio), que posiblemente fueron a su vez toma
das de alguna lengua asiática desconocida. Volviendo a Italia, pode
mos ahora advertir en primer lugar que las tumbas de incineración
(pozzi) se encuentran en la Italia septentrional y central, pero no en
el sur; mientras que las de inhumación ( fosse), en el sur hasta Ca
labria, pero no más al norte de Populonia. Si ahora añadimos el
ESBOZO DE UNA HISTORIA DE LA LENGUA LATINA 47
testimonio de la lingüística, observamos que los dialectos osco-
umbros rodean al grupo latino-íalisco y lo separan de la Italia del
norte. Así, resulta difícil resistir a la tentación de concluir que los
hablantes del osco-umbro representan una oleada algo más re
ciente de invasores, inhumantes, cuya ausencia del norte de Italia
apunta a una invasión a través del Adriático más que por la ruta
continental del norte. Y puede ocurrir muy bien que las leyendas
acerca de la fusión de las tribus latinas y sabinas en los primeros
años de la ciudad sean una supervivencia en la memoria popular de
los acontecimientos que se reflejan en los testimonios arqueológicos.
No falta testimonio de la contribución de los dialectos itálicos
y del “sabino” en particular a la formación de la lengua latina. Te
nemos en primer lugar el de los propios escritores romanos de que
curis ( = hasta, Ovidio, Fastl, 2, 477), dirus ( = malas, Servio, Aen.,
3, 235), cascas ( = vetas, Varrón, L. L„ 7, 28), februum (ibíd., 6, 13)
eran palabras sabinas. A éstas podemos añadir, basándonos en cri
terios fonéticos, palabras que presentan una medial frente a
la - b - netamente rom ana:3 bufa, bufó, forfex, inferas, rufas, serófa,
vafer. El origen dialectal de la última palabra citada está indicado
también por su supervivencia solamente en algunos dialectos de la
Italia moderna. Igualmente el ital. bifolco debe remontarse a una
antigua forma dialectal *bufulcus con la misma divergencia foné
tica con respecto al romano puro bubulcus. Por otra parte, ide.
daba v inicial en latín, pero b en los demás dialectos itálicos (véan
se pp. 227 s.). Así, bós « *g»6us) y botulus se revelan como intru
sos dialectales que han desplazado a los resultados esperados *vós,
*votulus. ide. qv da en latín qu- pero p - en “itálico”, dato que señala
a lupus, popa, poplna (rom. coquina) y nefrundines (Festo, 342, 35)
como elementos dialectales no latinos del vocabulario. Pasando a
las consonantes aspiradas, gh > h en latín (véase p. 229), pero cierto
número de dialectos del Lacio presentan / en lugar de h: /ircus,
fédus (haedus), faséna ( haréna). (La consideración de fel y fénum
como restos sabinos descansa sobre etimologías dudosas.)
El sabino se caracterizaba, además, por la conservación de -s-
intervocálica, que en latín pasó a - r - (ausum = aurum, faséna =
haréna). Por ello hay al menos una presunción de origen sabino
para palabras latinas como caesar, caseus, etc. El diferente trata
miento de los diptongos descubre otra serie de palabras de posible
origen sabino. Así, de ou, au y ai originarios, los resultados latinos
ü, au, ae contrastan con los sabinos 5, 5, é, respectivamente. Según
esto, hemos podido registrar como sabinas palabras como robus,
róbigó, lótus (forma opuesta a la netamente romana lautus), olla
( = a u l(l)a ), lévir ( < *daivér, cf. 5ocf|p, “hermano del marido”). Esta
última palabra proporciona, además, otro criterio fonético: la l- en
lugar de la d - que sería de esperar en latín. Este fenómeno se ob
serva también en lingua por dingua, lacrima por dacruma, en oleo
frente a odor y solium frente a sedére.
Queda por añadir que para la mayor parte de los casos examina
dos en el párrafo precedente no podemos alcanzar más que “una
presunción de origen sabino”. Las palabras catalogadas pueden ha
ber entrado en el latín en fechas muy distintas; y muchas de las
características que hemos empleado como criterios eran comparti
das por los dialectos rurales del Lacio, de modo que las palabras
examinadas pueden igualmente ser muy bien de origen latino rústi
co (véase infra). Además, tenemos un conocimiento limitado de las
peculiaridades del dialecto sabino que puedan diferenciarlo del gru
po osco-umbro. De hecho, los pocos restos conservados de este
dialecto muestran que llegó a estar tan influido por el latín desde
fecha muy temprana que su misma clasificación con el grupo osco-
umbro es objeto de dudas. Sin embargo, que tal es la clasificación
correcta parece probable al examinar nombres sabinos como P om -
pilius (que presenta la p - propia del osco-umbro en lugar de la qu-
latina) y Clausus (por Claudius, con asibilación no latina de -d i
ejemplificada también en basus = badius “castaño-pardo”). El nom
bre Sabini resume todo el problema. Al igual que Sabellus ( *Safno-
los) y Samnium ( *Safniom) contiene la raíz Saf; se supone que ellos
se llamaban a sí mismos Safini, mientras que la forma de su nom
bre que nos es familiar por los autores latinos incluye la variante
fonética - b - típicamente romana que ya hemos examinado. A pesar
de lo menguado de los testimonios, se han hecho intentos de ras
trear en latín no sólo una moda “sabinizante”, sino incluso una
“reacción antisabina”. Ello no pasa de ser una sugestiva especu
lación.
Podemos intentar ahora establecer un balance provisional. Pa
rece que la lengua indoeuropea que conocemos en época histórica
como latín .es una amalgama de dos lenguas ide. introducidas en el
Lacio hacia el año 1000 a. C. por grupos de invasores que se habrían
abierto camino desde la Europa central por diferentes rutas. Estos
grupos hablaban, sin duda, lenguas muy diferenciadas antes de en
trar separadamente en Italia, pero se produjo una aproximación
como consecuencia de su contigüidad y fusión en su asentamiento
en el Lacio y en Roma en particular. Es esta complicada serie de
acontecimientos que subyacen a las afinidades lingüísticas lo que
los comparatistas han proyectado hacia un pasado más o menos
remoto como período del “itálico común” .
ESBOZO DE UNA HISTORIA DE LA LENGUA LATINA 49
I l ir io
4. Véase J. W i e s n e r , Die Welt ais Geschichte, V III, 1942, pp. 197 ss.
5. Otros nombres de ciudades derivados por un sufijo similar de nombres
de animales son Ulcisia (Panonia) < ule “lobo” y Tarvisium (Treviso) < tarito
“toro”. Véase B e r t o l d i , Colonizzazioni, p. 167.
50 INTRODUCCIÓN AL LATÍN
VÉNETO
Sí CULO E " i t á l i c o o c c id e n t a l ”
Etrusco
G r ie g o
C é l t ic o
L e p ó n t ic o
L íg u r
céltico. Esta tesis de que el lígur sea una lengua indoeuropea choca
con el testimonio de la arqueología, pues implica una invasión, se
gún puede presumirse, procedente de la zona de los lagos de Italia,
de la que no hay huellas en las culturas prehistóricas de la región.
Esto nos hace volvernos a la hipótesis de que el lígur fuera hablado
por los descendientes de los habitantes neolíticos de la región. Que
de hecho los lígures fueron los ocupantes primitivos de su hábitat
histórico parecen indicarlo las relaciones lingüísticas con el sículo
que ya hemos examinado. Asi las cosas, se ha afirmado con no menor
seguridad que el lígur es no-indoeuropeo (H. Krahe), y que el ca
rácter ide. de algunos de los topónimos ha de explicarse por la hi
pótesis de que un pueblo ide. se hubiera superpuesto en un momen
to dado a la población neolítica. La polémica parece resolverse en
una discusión de definición y cronología. Quienes defienden el carác
ter indoeuropeo del lígur admitirían seguramente que ello implica
una invasión y sometimiento de la población preexistente, de la que,
por otra parte, se supone que habría emigrado desde África del
norte a Italia a través de España y Francia (O C D ,11 “Ligurians”) •
La cuestión ahora es a quiénes hay que asignar el nombre de “lí
gures”, y luego en qué fecha llegó el pueblo al que tenemos que
atribuir las palabras y topónimos indoeuropeos admitidos por am
bos bandos. Dejaremos la cuestión de lado con unas palabras de
prudencia. La interpretación de los topónimos prehistóricos es en
gran medida un dominio de la conjetura. Lo incierta que resulta
podemos verlo por un ejemplo clave. El orónimo Berigiema mencio
nado en la Sententia Minuciorum ha sido analizado, según hemos
visto, como Beri-giema “que lleva nieve” (bher 4- *gheiem). Esto im
plicaría que el pueblo que hubiera puesto este nombre hablara una
lengua centum, pero quedando su pertenencia al grupo itálico ex
cluida por su tratamiento de la oclusiva aspirada (bh > b ). Ahora
bien, toda esta construcción cae por su base si, como ha sugerido
un estudioso digno de crédito, tenemos que analizar la palabra como
Berig-iema.
E l s u s t r a t o m e d it e r r á n e o
12. p lu m b u m h a s i d o r a z o n a b l e m e n t e a t r i b u i d o a l i b é r i c o y p u e s t o e n r e
l a c i ó n c o n e l v a s c u e n c e b e ru n . U n a p a l a b r a “ c o l o n i a l ” c o m o é s t a p u e d e t o m a r
a s p e c t o s d ife r e n t e s e n la s le n g u a s q u e la im p o r t a n .
66 INTRODUCCIÓN AL LATÍN
Por último, fue bajo la tutela etrusca como los romanos comen
zaron el aprendizaje de las “ artes y disciplinas” dé la Grecia que
iba a durar todo a lo largo de su historia cultural.
C a p ít u l o III
3. Esto está expresamente atestiguado por Polibio (3, 22, 3) al hablar del
tratado hecho entre Roma y Cartago al año siguiente de la expulsión de los
reyes: “M ás adelante doy una traducción tan precisa como puedo. Pues hay
una diferencia tan grande entre el dialecto hablado por los romanos de hoy y la
lengua antigua, que algunas partes a duras penas pueden elucidarse aun des
pués de un cuidadoso estudio por las personas más inteligentes” (véase T e n n e y
F r a n k , An economic survey of ancient Rome, I , pp. 6 -7 . [ N o t a 8 .]
72 INTRODUCCIÓN AL LATÍN
I. puditum est también en Cié., Pro Flaco., 22, 52; pertaesum en Ció.,
.Ep. ad Q. fr. 1, 2, 4.
ESBOZO DE UNA HISTORIA DE LA LENGUA LATINA 93
ut valeas meque ames amore illo tuo singulari”, Ad fam., 15, 20, 3),
aparece con mayor frecuencia en los metros largos que en los sena
rios yámbicos. Y en los casos en que se registra en senarios se re
vela claramente como recurso estilístico estudiado, indicador de una
especial emotividad; de denuesto en “pulmoneum... velim vomitum
vomas” (Ruó.., 511), de burla en “calidum prandisti prandium” {Roen.,
759), de alegría en “opsonabo opsonium” ( S t i c h 440), de patitos en
“aequo mendicus atque ille opulentissimus censetur censu ad Acche-
runtem mortuos” (Trin., 493 s.). El recurso coadyuva, naturalmen
te, al propósito fundamental de los múltiples efectos cómicos plau-
tinos y por ello aparece casi invariablemente en los parlamentos de
los principales caracteres cómicos: el esclavo, el parásito y figuras
similares. Los senarios difieren también de los demás metros en su
empleo de otros recursos de estilo característicos de la literatura
latina primitiva. De ellos se hablará a lo largo del capítulo siguien
te. Para nuestros fines actuales bastará con unos pocos ejemplos
ilustrativos.
De primaria importancia es el estilo hinchado o rimbombante
[N ota 13] que se logra por la suma de varios recursos. El más ele
mental de ellos es la acumulación de sinónimos: “spes opes auxilia-
que a me segregant spernuntque se” (Capí., 517); “ut celem patrem,
Pistoclere, tua flagitia aut damna aut desidiabula?” (B a c c h 375);
“vos amo, vos volo, vos peto atque obsecro” (Cure., 148);2 “stulti
stolidi, fatui fungí, bardi blenni, buccones” (Bacch., 1088). Igual di
ferencia de estilos entre senarios y metros largos se da en Terencio.
En Phormio, 458, aparece utilizada en una despedida la fórmula con
vencional “numquid nos vis?”. En cambio, en el septenario trocaico
v. 563 encontramos una forma “hinchada” : “num quid est quod ope
ra mea vobis opu’ sit?”. También Plauto es rico en tales expresiones
rimbombantes. Por ejemplo, una variante del sencillo opportune
advenís es “optuma opportunitate ambo advenistis” (Mere., 964),
con la que podemos comparar “te expecto: oppido opportune te
obtulisti mi obviam” (Ter., Ad., 322). La fórmula de cortesía di dent
quae velis se hincha para dar “di tibi omnes omnia optata offerant”
(Capt., 355). Estos ejemplos ilustran además otro recurso estilís
tico muy socorrido: las asonancias de diversos tipos. Las frases
aliteradas eran, desde luego, un rasgo de la más antigua latinidad,
según puede verse por frases de carácter proverbial (plaustrum per-
culi “he hecho volcar el carro”, “estoy perdido”, Ep., 592; iam ipse
cautor captust, Ep., 359), así como por ejemplos provenientes de las
3. Señala H affter que en las escenas iniciales la lengua está con frecuen
cia más estilizada que en otros pasajes, siempre dentro de ios senarios yám
bicos. Por ejemplo:
saepe ego res multas tibi mandavi, Milphio,
dubias, egenas, inopiosas consili,
quas tu sapienter docte et cordate et cate
mihi reddidisti opiparas opera tua. (Poen., 129 ss.)
96 INTRODUCCIÓN AL LATÍN
Por último:
quaeso quid narras? :: quin tu mi argentum cedo.
:: immo vero uxorem tu cedo :: in ius ambula.
:: enim vero si porro esse odiosi pergitis...
:: quid facies? :; egone? vos me indotatis modo
patrocinan fortasse arbitramini:
etiam dotatis soleo :: quid id nostra? :: nihil.
hic quandam noram quoius vir uxorem... :: hem :: quid est?
Lemni habuit aliam, :: nullu’ sum :: ex qua flliam
suscepit. (Ibíd., 935 ss.)
item C. Caesar:
“tu quoque, tu in summis, o dimidiate Menander,
poneris, et mérito, puri sermonis amator.
lenibus atque utinam scriptis adiuncta foret vis
cómica ut aequato virtus polleret honore
ESBOZO DE UNA HISTORIA DE LA LENGUA LATINA 101
EX LIBRIS
ARMAUIRUMQUE
C a p ít u l o V
EL DESARROLLO DE LA LENGUA LITERARIA
A. P o e s ía
Debe advertirse, sin embargo, que todos los géneros poéticos ro
manos, tragedia e incluso sátira, hacen uso de arcaísmos como in
grediente de su dicción. La épica es diferente en grado, no en es
pecie.
En su búsqueda de colorido arcaico los poetas se sirvieron de
formas desusadas de la declinación y la conjugación, así como de
palabras periclitadas, procedentes de sus amplias calas en la lengua
de la religión y en la del derecho. El material puede clasificarse ade
cuadamente bajo las rúbricas de morfología y vocabulario. Al es
tablecer tales inventarios debemos tener en cuenta, naturalmente,
que “arcaísmo” es un término relativo. Muchas de las formas de
la poesía primitiva que parecían arcaicas a los autores del perío
do clásico eran formas contemporáneas para los poetas que las
emplearon. Entre éstas están diferencias de género como caelus (m.)
o lapides (f .), particularidades referentes a la declinación como exer-
citi, speres, o a la conjugación, como fodantes, horitur, resonunt, etc.,
que fueron eliminadas en el proceso de normalización que discuti
remos más adelante. Y no debemos olvidar la imitación de los pre
decesores que la antigua teoría recomendaba al poeta. Así, los poetas
posteriores a Ehnio pueden usar una forma o una palabra no qua
arcaísmo, sino simplemente porque aparecía en Ennio. Esta cues
tión de los “ennianismos” nos ocupará más adelante en el estudio
de la lengua de Virgilio. Hechas estas aclaraciones previas podemos
registrar entre los más importantes arcaísmos morfológicos de la
primitiva dicción poética latina: en la declinación de los nombres,
el genitivo singular en -di, genitivos plurales en -um (p. ej. factum);
en los pronombres y demostrativos, ipsus, olli, y el dativo-ablativo
quis; adverbios del tipo superbiter, aequiter, rarenter, concorditer y
contemptim, iuxtim, visceratim, etc. En el sistema verbal los fenó
menos más importantes son los infinitivos pasivos en -ier, los im
perfectos de la cuarta conjugación en -ibat, temas desiderativos en
-ss- como en prohibessis, los perfectos en -érunt (forma que persis
tía en la lengua coloquial, pero que resultaba arcaísmo en poesía ’)
y -ere en lugar de -érunt. Finalmente podemos mencionar formas
como iuas y superescit. Pero no era sólo por medio de sonidos y
formas como se lograba el colorido apropiado. Los géneros poéticos1
atque utinam exstarent illa carmina, quae multis saeculis ante suam
aetatem in epulis esse cantitata a singulis convivís de clarorum
virorum laudibus in Originibus scriptum reliquit Cato. (Brutus, 75.)
Homero había conservado una antigua forma 5S, que a los ojos de
las generaciones posteriores parecía una forma abreviada de &ñpa.
Sobre la aparente autoridad de Homero, Euforión había aventurado
f]A por fjXaq. Con tales modelos a la vista, Ennio se atrevió a escribir
cael por caelum (Spur., 34 W .), do por domus (ibíd., 35) y gau por
gaudium (ibíd., 33). Semejante es su falso uso de la tmesis. Éste
era también un rasgo arcaico de la dicción homérica del que Ennio
pudo hacerse legítimo eco con su de me hortatur. Pero monstruos
como cere... brum (“saxo cere-comminuit-brum”, Spur., 13 W .) ha
cían violencia a la lengua. Con todo, eminentes abogados han defen
dido la inocencia de Ennio con respecto a esta culpa. Otra aberración
que conoció corta vida fue el uso enniano de la terminación casual
épica en -oeo en Mettoeoque Fufetíoeo (A., 139 W . ). En este punto
advierte Quintiliano (I, 5, 12): “Ennius poético iure defenditur”.
Como hemos visto ya, hay ciertos indicios de que esta terminación
casual puede haber existido en latín dialectal.
No fue sólo en cuestiones generales de teoría y convenciones
literarias donde los griegos ejercieron su influencia en la formación
de la lengua literaria latina. El hecho de que una parte tan grande
de la poesía arcaica latina sea no sólo imitación, sino incluso tra
ducción literal del griego, significa que de modo constante el griego
permaneció al lado de su pupilo. Esto puede ejemplificarse con el
verso con el que puede decirse que comenzó la literatura latina,
vinun mihi, Camena, insece versutum (Od., 1),
2. Tricolon en asíndeton:
Podemos comparar con
Urit populatur vastat. (Nevlo, Carm., 32 W.)
ibid quid agat secum cogitat curat putat. (Ennio, Trag., 349 W.)
constitit cognovit sensit, conlocat sese in locum
celsum; hiñe manibus rapere raudus saxeum grande et grave.
(Accio, Trag., 424-5 W.)
miseret lacrimarum luctuum orbitudinis. (Ibíd., 54 W.)
3. El “estilo rimbombante” :
ne illa mei feri ingeni atque animi acrem acrimoniam.
(Nevio, Trag., 49 W.)
more antiquo audibo atque auris tibi contra utendas dabo.
(Ennio, Trag., 324 W.)
id ego aecum ac ius fecisse expedibo atque eloquar. (Ibíd., 154 W.)
pacem Ínter se conciliant, conferunt concordiam. (Ibíd., 372 W.)
...ne horum dividae et discordiae
dissipent et disturbent tantas et tam opimas civium
divitias. (Accio, 590-2 W.)
pero
non flavo retinens subtilem vértice mitram,
non contecta levi velatum pectus amictu
non tereti strophio lactentis viñeta papillas. (Ibíd., 63 ss.),
Finalmente,
tum iu ssa S ibyllae,
haud mora, festinant flentes aramque sepulcro
congerere arboribus caeloque educere oertant.
itur in antíquam silvam, stabula alta ferarum:
procumbunt piceae, sonat icta securibus ilex,
fraxineaeque trabes cunéis et fissile robur
scinditur, advolvunt ingentis montibus omos. (176 ss.)
El kúkXoc; en
cessas in vota precesque
Tros, ait, Aenea, cessas? (Ibid., 51 s.)
Compárese
socer arma Latinus habeto
impertan sollemne socer. (12, 192 s.)
El “dicolon abundans” en
errantisque déos agitataque numina Troiae (6, 68),
y compárese
omnia praecepi atque animo mecum ante peregi. (Ibid., 105.)
Compárese
qui sibi letum
insontes peperere manu lucemque perosi
proiecere animas. (Ibid., 434-6.)
sed revocare gradum superasque evadere ad auras,
hoc opus, hic labor est. (Ibid., 128 s.)
ESBOZO DE UNA HISTORIA DE LA LENGUA LATINA 123
nunc anirais opus, Aenea, nunc pectore firmo. (Ibíd., 2fil.)
(Aeneas) maesto defixus lumina voltu
ingreditur | linquens antrum | caecosque volutat
eventus animo secum. (Ibíd., 156-8),
B. L a l e n g u a de l a p r o s a l i t e r a r i a
exim Satumus uxorem duxit Opem. Titán, qui maior natu erat,
postulat ut ipse regnaret. ibi Vesta mater eorum et sórores Ceres
atque Ops suadent Saturno, uti de regno ne concedat fratri. ibi
Titán, qui facie deterior esset quam Satumus, idcirco et quod vide-
bat matrem atque sórores suas operam daré uti Satumus regnaret,
concessit ei ut is regnaret. itaque pactus est cum Saturno, uti si
quid liberum virile secus ei natum esset, ne quid educaret. id eius
rei causa fecit, uti ad suos gnatos regnum rediret. tum Saturno
filius qui primus natus est, eum necaverunt. deinde posterius nati
sunt gemini, Iuppiter atque Iuiio. tum Iunonem Saturno in con-
spectum dedere atque Iovem clam abscondunt dantque eum Vestae
educandum celantes Saturnum. Ítem Neptunum clam Saturno Ops
parit eumque clanculum abscondit. ad eimdem modum tertio partu
Ops parit geminos, Plutonem et Glaucam. Pluto Latine est Dis
pater, alii Orcum vocant. ibi flliam Glaucam Saturno ostendunt, at
fllium Plutonem celant atque abscondunt. (Frag. III (Vahien, p. 223)
= Warmington, R. O. L., I, 418, s.)
Entre los recursos de estilo de Catón están los que ya nos resul
tan familiares tras nuestro estudio de Plauto y de la lengua poética.
El estilo “rimbombante” primitivo quedará suficientemente ejempli
ficado por un pasaje del discurso En defensa de los rodios:
scio solere plerisque hominibus rebus secundis atque prolixis atque
prosperis animuni excellere atque superbiam atque ferociam auges-
cere atque crescere. (21, 8 s., J.)
dixit a decem viris parum bene sibi cibaria curata esse. iussit vesti
menta detrahi atque flagro caedi. decem viros Bruttiani verbera-
vere. videre multi mortales, auís hanc contumeliam, quis hoc impe-
ESBOZO DE UNA HISTORIA DE LA LENGUA LATINA 129
rium, quis hanc servitutem ierre potest? nemo hoc rex ausus est
facere: eane fieri bonis, bono genere gnatis, boni consulitis? ubi
societas, ubi fides maiorum? insignitas iniurias, plagas, verbera, vi-
bices, eos dolores atque carnificinas per dedecus atque maximam
contumeliam inspectantibus popularibus suis atque multis morta-
libus te facere ausum esse! set quantum luctum, quantum gemitum,
quid lacrimarum, quantum fletum factum audivi? servi iniurias
nimis aegre ferunt. quid illos bono genere natos, magna virtute prae-
ditos opinamini animi habuisse atque habituros, dum viverent?
(41 J.)
Eran, sin duda, pasajes como éste los que Cicerón tenia en el
pensamiento cuando escribía (Brutus, 294): “orationes autem eius
ut illis temporibus valde laudo: significant enim formam quandam
ingeni, sed admodum impolitam et plañe rudem”. Tal era la lengua
de la prosa elevada latina hacia mediados del siglo i i a. C.: una
mezcla de la lengua coloquial con las formas arcaicas de los car
mina religiosos y de las fórmulas legales, embellecida con cosméti
cos indígenas, con los lumina de la retórica griega y con las flores
de la dicción poética contemporánea. Fue esta curiosa amalgama
la que en el curso del siglo siguiente se fue refinando para dar lugar
a la lengua de la prosa clásica. El proceso fue esencialmente de
selección y exclusión, la persecución de la latinitas bajo la bandera
de la urbanitas. El modo en que esta actitud excluyente y puntillosa
se desarrolló entre los romanos es difícil de rastrear. Sin duda el
rápido crecimiento del proletariado urbano, con la inmigración de
gentes que hablaban un latín dialectal o mal asimilado, estimuló el
espíritu de superioridad y la conciencia de clase de la aristocra
cia dominante. Desde luego Cicerón, al lamentar la decadencia de la
latinidad pura a partir de la época de Escipión, la achaca a la incor
poración de elementos nuevos a la población de la ciudad:
sed omnes tum fere, qui nec extra urbem hanc vixerant ñeque eos
aliqua barbaries domestica infuscaverat, recte loquebantur. sed hanc
certe rem deteriorem vetustas fecit et Romae en in Graecia. con-
fluxerunt enim et Athenas et in hanc urbem multi inquínate lo-
quentes ex diversis locis. quo magis expurgandus est sermo...
(Brutus, 258.)
Una palabra insólita y chocante del tipo indicado era, por ejemplo,
la preposición af: “insuavissima praepositio est af, quae nunc tan-
tum in accepti tabulis manet ac ne his quidem omnium” (Or., 158), o
también las palabras compuestas de factura no latina, que Cicerón
rechaza: “asperitatemque fugiamus: habeo ego istam perterricrepam
itemque versutiloquas malitias” (Or., 164). César, según Gelio
(1, 10, 4), había hecho una declaración de principios similar: “ut
tamquam scopulum sic fugias inauditum atque insolens verbum”.
Cicerón escribió, alabando el exquisito sentido de la lengua que Cé
sar poseía: “sed tamen, Brute, inquit Atticus, de Caesare et ipse ita
iudico... illum omnium fere oratorum Latine loqui elegantissime”
(Brutus, 232), una sensibilidad que no era mero producto de una
domestica consuetudo, sino que estaba basado en la lectura intensiva
y el estudio diligente de obras incluso recónditas. Con tales princi
pios los autores clásicos pusieron mano a la tarea de clarificar
el enmarañado desarrollo de su lengua literaria heredada. Los auto
res de los textos religiosos y legales, en sus denodados esfuerzos
por abarcar toda posible manifestación de la actividad divina y de
la inventiva e iniquidad humanas, habían desarrollado fórmulas
como:
Es este estilo el que se remeda, por ejemplo, en Plauto, Asin., 259 ss.
impetratum inauguratumst
quovis admittunt aves
picus et cornix ab laeva
corvos parra ab dextera
consiiadent.
C. P o e s ía y prosa p o s t c l á s ic a s
Hemos seguido hasta aquí el progreso del latín literario por las
sendas de la prosa y de la poesía, sendas que alcanzan sus cimas de
ESBOZO DE UNA HISTORIA DE LA LENGUA LATINA 145
perfección en la oratoria madura de Cicerón y en la épica de Vir
gilio. Cada una de estas especies de la lengua literaria tenía una na
turaleza distinta, producto de una tradición que insistía en la
escrupulosa observancia de las particularidades del género. Estas
cumbres que dominan el paisaje literario del latín clásico están uni
das, naturalmente, por cimas intermedias: la prosa histórica se ex
tiende hacia el dominio de la poesía, mientras que la comedia apenas
sobresale del nivel del latín cotidiano ( “comicorum poetarum, apud
quos, nisi quod versiculi sunt, nihil est aliud cotidiani dissimile ser-
monis”, Cicerón, Or., 67). Pero en general puede afirmarse que el
ideal clásico tal como se manifiesta en la oratoria de Cicerón y en
la épica virgiliana trazó una frontera clara entre la lengua de la
prosa y la de la poesía.
Este nítido contraste se desdibujó en la literatura postclásica.
La poesía invadió la prosa y la retórica se enseñoreó de la poesía. El
estilo de Virgilio, con su sofisticada técnica altamente retórica, lleva
ba en sí la semilla de su propia decadencia. En época posterior Ma
crobio alabó a Virgilio por su carácter marcadamente retórico (“fa
cundia Mantuani multiplex et multiformis est et dicendi genus omne
complectitur”, Sat., 5, 1 , 4), pero esto resultaba peligroso en manos
de hombres de menor genio. La poesía no produjo ya una gran
figura con posterioridad a Virgilio, cuya influencia perduró indiscu
tida y abrumadora. De Lucano, quizá el más dotado de los poetas
épicos postclásicos, escribe Quintiliano (10, 1, 90): “Lucanus ardens
et concitatus et sententiis clarissimus et, ut dicam quod sentio, ma-
gis oratoribus quam poetis imitandus.” De Estado se ha dicho
(W. Kroll) que “sus Silvae son discursos y árpaoste; de circunstan
cias en forma poética, mientras que Juvenal y Persio en algunas de
sus sátiras discuten Géoek; generales a la manera de las escuelas de
retórica”. Por lo que mira al proceso de viciamiento de la prosa, lo
mejor que podemos hacer es resumir el diagnóstico del único gran
genio literario que produjo la época postaugústea. En su Dialogus de
oratoribus Tácito discute el problema de por qué, mientras las épo
cas anteriores habían sido tan prolíficas en oradores de genio, su
propia generación se veía totalmente falta de elocuencia. Marco
Apro, uno de los personajes del diálogo, defendiendo el moderno
estilo oratorio, apunta que el público — de los tiempos de Cicerón— ,
por inexperto y poco sofisticado, toleraba y admiraba la acción de un
hombre que fuera capaz de hablar durante un día entero utilizan
do todos los trucos del oficio según habían quedado establecidos en
los más que áridos tratados de Hermágoras y Ápolodoro (Dial., 19).
Sin embargo, en su propia generación, dado que prácticamente to
dos los oyentes tenían un conocimiento al menos superficial del arte
en cuestión, el orador tenía que usar de efectos nuevos y cuidarse de
146 INTRODUCCIÓN AL LATIN
F o n é t ic a
Acentuación
Vocales
éx i
posuiru ( = posuerunt), minsíbus (= ménsibus), jilix, crudilitas;
sene ( = sine), menus ( = minus), frecare, elud, elo, semul, enitio,
trebuni,
e x ae
La pronunciación abierta de é está atestiguada por la grafía ae,
diptongo que había dado [q] (véase infra): baene, maerenti, daeder
(= deder(unt)).
óxü
annus = anuos, cognusco, nubis, tonecas = túnicas.
norus = nurus, con = cum, alonnus — alumnus; cf. “coluber non
colober", Appendix Probi.
ESBOZO DE UNA HISTORIA DE LA LENGUA LATINA 161
Una forma como punte por ponte no puede explicarse en
pura fonética. Es seguramente analógica, basada en el nominativo
p ó (n )s > pus.
También los diptongos experimentaron importantes alteraciones.
Y a hemos visto más arriba que en ciertas áreas dialectales rurales
ae se había monoptongado en e. Este proceso de monoptongación
se hizo general en latín a partir de las sílabas no acentuadas en épo
ca republicana y se extendió a las tónicas en el siglo x d. C. El cam
bio está atestiguado por grafías que intercambian áe y e: baene,
daeder(unt), braevis, etc.; que = quae, precepto, etc. También oe
pasó a e: penarn por poenam, amenus por amoenus. Por su parte
au, a pesar de que ya había monoptongado en o en ciertas áreas
dialectales rurales latinas y en los dialectos itálicos de la Italia sep
tentrional y central, se conservó en el latín vulgar; aún hoy sobre
vive en rumano (aur < aurum). En italiano la diferencia entre luogo
y oro muestra que el paso de ó a uo tuvo que haberse completado
antes dél cambio au > 5. El testimonio del español y del francés
apoya la conclusión de que en latín vulgar au se conservó y de que
su monoptongación tuvo lugar separadamente en las diversas len
guas romances.
En sílaba no acentuada las vocales tendieron a ser inestables o a
desaparecer por completo. La síncopa fue especialmente frecuente
en las sílabas que seguían al acento. Muchos de los lemas de la
Appendix Probi atestiguan tal fenómeno: speculum non specljtm,
vetulus non veclus, tabula non tabla, cf. los ejemplos epigráficos
dulcisma, vetrani, Caesri. En sílaba final, si bien había incertidum
bres en el timbre (o X u y e X i), las vocales se conservaron hasta
una época muy posterior a la fragmentación del romance común.
Queda aludir a los cambios experimentados por i y u en hiato tras
consonante. Que tales sonidos tenían ocasionalmente valor conso
nántico aun en latín arcaico es evidente a la vista de la escansión
de palabras como dormía, facías, abiete, etc. Esta pronunciación
se hizo general en época imperial. El alfabeto no tenía ningún sig
no especial para notar esta [ j ] , pero el cambio está atestiguado por
grafías como abalenare, quetus. En posición inicial e intervocálica
la [ j ] consonántica se convirtió primero en una espirante con valor
de ; y luego dio una africada [d j] o [d g ], sonido que recibe nota
ciones varias como z (Zanuarius, Zoviano), s (Sustus = lustus), di
(codiugi = coníugi), gi (congiugi) o simplemente g (Troge = Troiae).
Este mismo sonido vino a ser el resultado final de los grupos de,
di, ge, gi (véase infra). La u postconsonántica tenía también un valor
no silábico en el latín de la poesía (p. ej. quattuor disilábico en Bu
nio), y esta pronunciación esporádica anticipó su generalización en
el latín vulgar. También en este caso el valor consonántico está im
162 INTRODUCCIÓN AL LATÍN
Consonantes
M o r f o l o g ía
Género
Declinación
L. C. L. V. h. c. h. V. h. C. h. V.
Nom. -á -a -US -o(s) -ís -e(s)
Dat. -ae -e -6 -0 -I -i
Abl. -á -a -o -0 -e -e
Primera declinación
Segunda declinación
Tercera declinación
Adjetivos
Pronombres
Verbos
la literatura clásica. Así pues, la forma con vocal breve -érunt que
se encuentra en los autores cómicos tiene que haberse mantenido en
la lengua popular.
S in t a x is
El verbo
V o c a b u l a r io
i llu d e t ia m q u o d ia m a u f e r r e n o n p o s s u m u s d e o r e c a n ta n tiu m
p o p u lo r u m : “s u p e r ip s u m a u t e m flo r ie t s a n c tiflc a tio m e a ” n ih il p r e
fe c t o s e n te n tia e d e tra h lt. a u d it o r t a m e n p e r it io r m a lle t h o c c o r r ig i,
u t n o n “ flo r ie t ” s e d “ f lo r e b it ” d ic e r e t u r. n e c q u id q u a m im p e d it c o r-
re c tio n e m n is i c o n s u e tu d o c a n ta n tiu m .
ip s e e n im D o r a in u s D e u s n o s te r e le g it A p o s t ó l o s e x l u d a e a p a s t o re s ,
p e r q u o s c o n g r e g a r e t s a lv a n d o s e t ia m e x g e n t ib u s p e c c a t o r e s ” .
P o r v ía d e este tra to , d e e s to s c o n ta c to s c o n e l m u n d o p a g a n o , p u e
d e e s p e ra r s e e n c o n t r a r p a la b r a s y g iro s q u e se c o n v ie rte n e n p a t r i
m o n i o c o m ú n d e t o d a l a c o m u n i d a d l i n g ü ís t i c a . A g u s t í n e x a g e r a t a l
v e z c u a n d o d ic e q u e t o d o e l m u n d o e m p le a la p a la b r a natales en su
s e n tid o c ris tia n o de “ p re tio s a e m a r t y r u m m o rte s” :
q u is e n im h o d ie , n o n d ic a m in h a c n o s t r a civitate, s e d p la ñ e p e r
A f r i c a m tofcam t r a n s m a r in a s q u e re g io n e s, n o n c h r is t ia n u s s o lu m ,
s e d p a g a n u s a u t Iu d a e u s a u t e t ia m h a e re tic u s p o t e r it in v e n iri q u i
n o n n o b is c u m d ic a t n a t a le m m a r t y ris C y p ria n i? (Serm., 310, 1, 2.)
S i n e m b a r g o , t a le s p r é s t a m o s s o n m u y r a r o s . E l e s t u d i o d e l a l e n g u a
d e u n a u t o r n o c r is tia n o c o m o A m m ia n o M a rc e lin o h a m o s t r a d o q u e ,
R. R„ 1, 2, 27:
10. C f. tam bién el conjuro p a ra m ales de los pies citado por V arró n ,
Gramática histórico-comparada
C a p ít u l o VIII
F O N É T I C A
V o c a le s
Acento
Vocales
Sílabas iniciales
4. El griego conserva las vocales ides. con un alto grado de fidelidad; por
ello nos bastará con citar las palabras griegas correspondientes. Adviértase que
el signo == significa “emparentado con” y no “idéntico a ”.
GRAMÁTICA HISTÓRICO-COMPARADA 217
lat. are. d u eñ o s. Esta tendencia debe haber persistido hasta !a época
de los primeros contactos de Roma con Grecia si, como parece pro
bable, o v a r e deriva del grito ritual griego de las bacantes.
3. e pasa a o ante velar [1] (véase infra). Esto explica la vocal
de v o lo , etc., en cuanto opuesto a v e lim , v e lle : además téngase en
cuenta s o lv o < *s e -lu o , o liv a < *ela iu á . Este cambio fue frenado por
una consonante palatal precedente: así tenemos scelus, gelu, etc., pero
h o lu s < más antiguo helus.
Diptongos
Sílabas cerradas
a > e, y o > u; e, i y u permanecen inalteradas.
a aptus: ineptas; castas: incestas; annus: biennis; arma: inermis;
parco: peperci; damno: condemno; gr. t ó c á o c v t o v : talentum.
1. Ante [q] esta e, al igual que e acentuada, pasa a i: jrango:
confringo; tango: contingo.
2. Ante [1] velar (véase supra) esta *e > u: calco: inculco;
salsas: insulsas.
e sessus: obsessus.
1. Ante l velar, e > u: percello: perculsus < *per-celsos.
Diptongos
Sílabas abiertas
a se ha conservado claramente en ita, aliuta (cf. itidem). En opi
nión de algunos estudiosos, estas formas se produjeron por abre
viación yámbica de *itá, *utá (véase sin embargo p. 281).
e se mantiene: age, domine.
0 > e : sequere < *sequeso, cf. gr. etceo. Respecto a ille véase “Pro
nombres”, p. 255.
1 y e : more, mari-a; *anti (gr. ócvrí) > ante. Los ablativos pede,
etc., son en su origen locativos correspondientes a ito5í, etc., en
griego.
En ciertas partículas y formas de pronunciación rápida la vocal
breve se ha perdido en algún caso: quin < qui-ne, sin < sine, vidén <
vidésne, ain < ais-ne. Esto es lo que ha originado excepciones apa
rentes a las leyes de acentuación: vidés-ne > vidén.
La i final se perdió en las desinencias primarias del verbo: tre-
monti y tremunt, *sonti > sunt, *es-ti > est (pero véase p. 263 so
bre ess).
Sílabas cerradas
a y e: artifex < * -fax, rémex < *-ags, cornicen < *-can, princeps,
auceps < *-caps.
e se mantiene: auspex, senex, nómen (con e n < n ) , deeem (con
em < 1n ).
1. Ante -s y 4, e y i en el siglo iii a. C.: por ello agis < *ages(i),
agit < *aget(i); cf. los genitivos de lat. are., Cereres, etc., y el per
fecto dedet.
GRAMÁTICA HISTÓRICO-COMPARADA 223
i se ha mantenido en ovis, lapis < *lapid-s, salix, etc. El diferente
tratamiento que vemos en iüdex < *iouz-diks, comes < *comit-s
se debe probablemente a la analogía de formas como auspicem:
auspex; artificem: artifex.
u no cambió: manus, manum, etc.
o > u en aliud, istud. Ante -s y -m se mantuvo en lat. are.: ma
ntos, Luciom, etc., pero > u en época clásica, excepto cuando iba
precedida de v, u: por ello dominus pero parvos, exiguos, etc.
1. El desarrollo diferente, de hospes < *hostipots, se debe tam
bién a analogía de artificem: artifex, etc.
Diptongos
Para los diptongos largos véase p. 220. Los diptongos breves ex
perimentaron los mismos cambios que en sílabas mediales.
-ai, -ei y -oi todos > lat. are. -ez > lat. clás. -i. Para ejemplos
véanse las desinencias casuales en “Morfología”. Las vocales largas
en sílabas Anales se conservaron por lo general, pero en latín clásico
se produjo la abreviación ante -m, -t y -nt, y en las palabras poli
sílabas también ante -r y -l. Por ello tenemos dücás, dücés, etc., pero
dücám, dücár, dücát, dücém, dúcént, dücét. A éstos hemos de aña
dir los numerosos ejemplos de abreviación yámbica como équá,
bóna, ego, etc. Pero este fenómeno fue tanto extendido como res
tringido por influencias analógicas. Así, plauto tiene los esperados
roga, cavé, aunque más tarde encontramos rógá, cavé. En modo,
béné se ven abreviaciones regulares, pero ergó y contra no pueden,
desde luego, deberse a la acción de esa ley. Sobre el alargamiento
de vocales ante ciertos grupos consonánticos véase p. 232.
L as s o n a n t e s
r r consonántica se mantiene.
ruber = gr. é-puQpóc;, ing. red (p. 229).
fero = gr. <f>épco, ing. bear (p. 229).
1. Cuando la vocal que le seguía se perdía por síncopa, la r se
hacía silábica, y está representada en latín por -er: p. ej. íer = rpíq
(tris > trs > ters > ter); cf. certus < *kritos, testis < *terstis <
*tri-stis (cf. o. tristaamentud = testamento); ager < *agros (gr.
óypóe;); acer < *acris; agellus < *agrios < *agrolos.
n se mantiene:
novem, novus (p. 216).
genus = gr. yévoq, ing. kin, etc. < *genos.
ii > lat. en:
tentus — gr. xaxóp, ser. tatas < *tntós.
Sobre novem por *noven < *neun, véase p. 260.
Ante s, n latina desaparecida en sílabas finales con alargamien
to de la vocal precedente: p. ej. servós, mensas, reges < *servons,
*mensdns, *reg~ns. En las sílabas mediales la n se mantuvo
más tiempo (ménsis, ánser, etc.), pero la misma tendencia a su
pérdida se mantuvo a lo largo de la historia del latín, de tal
manera que las lenguas románicas no presentan ejemplos de n
ante s. Grafías como cosol, cesor, etc., aparecen en fecha tempra
na, y esa “n muda” fue introducida erróneamente con frecuen
cia, por ejemplo en thensaurus, formonsus, etc.
Cuando se perdía por síncopa la vocal siguiente, al igual que r se
hacía silábica la n, y esa # está representada por en o in: p. ej.
Sabellus < *Safn(o)los; sigillum ( < sig'tilom < *signolom); cf. pugil-
lus < *pugno-los, pastillus < ‘’pastnilos (pañis deriva de *pastnis).
226 INTRODUCCIÓN AL LATÍN
L as c o n so n a n te s
Sordas Sonoras
Sordas Sonoras aspiradas aspiradas
Labiales P b ph bh
Dentales t d th dh
Palatales k g kh gh
Velares g g qh gh
Fricativas s Z — —
1. ti > el: p. ej. pdelom < *pótlom; saeclom < *saltlom; ex
anclare < dcvrXeiv. También aparecen formas secundarias con una
vocal anaptíctica: poculum, saeculum, etc.
GRAMÁTICA HISTÓRICO-COMPARADA 227
2. Tras consonante la t final se perdió: lac < *lact.
3. Tras vocal -t final > -d: p. ej. feced, etc. (véase p. 263).
k Véase centum, decem, vicus, dico (lat. are. deico = gr. 8 eík-vo(ju) i
etcétera.
q Esta oclusiva velar ide. viene exigida por la necesidad de dar
cuenta de ecuaciones en las que las lenguas satem (p. 41) pre
sentan una gutural oclusiva k, no la fricativa s, etc., y que en
otras ecuaciones corresponde a la k no satem: p. ej. crúor = gr.
Kpéocc;, ser. kravís < *qreu9s. Las lenguas no satem no distin
guen entre la serie palatal (k, etc.) y la velar (q, etc.).
g (g)nósco = gr. yi-yvcoaxo, ser. jñá-, etc., < *gnó.
genus = gr. yévoc, ing. kin, ser. jánas < *genos.
ago - gr. dyeo, ser. ájámi < *agó.
augeo = gr. a Oteo, gót. auka, ser. ójas- “fuerza” < *aug.
g Esta oclusiva velar viene exigida al igual que q por ecuaciones
como la siguiente, donde g satem se corresponde con g no
satem: tego = gr. oxé-yoq, lit. stógas, “techo” < *steg.
Fenómenos de grupo
MORFOLOGIA
N o c io n e s p r e l im in a r e s
F o r m a c ió n d e l o s n o m b r e s
3. Femeninos:
a) - (t r )- i c - : genetrix, victrix.
b) -in a -: regina, gallina, libertina.
4. Colectivos;
a) -t o -: arbustum, arboretum.
b) -é lá -: clientela, parentela.
c) -d tu -: senatus, equitatus.
5. Nombres abstractos:
a) -ia: militia.
b) -ina: medicina, doctrina.
c) -tü t-: virtus, iuventus.
d) -d tu -: principatus.
7. Nombres de lugares:
a) -ina: figlina.
b) -a rio-: granarium.
238 INTRODUCCIÓN AL LATÍN
1. Abstractos verbales:
a) -t i -: morti-s (para la forma del nominativo singular,
véase infra).
b) -t i-ó n -: actio.
c) -t u -: cantus.
d) -tura: cultura, pictura.
e) -i o -: imperium.
f) -i é -: species.
g) - 6r~: timor.
2. Instrumentos:
a) -t r o -: aratrum, feretrum.
b) -cu lo -: gubernaculum.
c) -e r o -: sepulcrum.
d) -b u lo -: stabulum.
e) -b ro -, -b r ü -: lavabrum; dolabra, latebra.
3. Producto o resultado de la acción:
a) -men, -m en tó-: semen, carmen; fundamentum, vesti-
mentum.
b) -n o -: donum, lignum, signum.
4. Agente: -t o r -: victor (sobre los derivados femeninos en
-trie-, véase supra).
5. Lugares: -torio-: dormitorium, conditorium.
1. Abstractos:
a) -id: superbia, audacia.
b) -tá t-: dignitas.
c) -itid, -itiés: laetitia, malitia; planities.
d) -tü d in -: magnitudo, turpitudo.
e) -mónia: acrimonia.
c) -t o -: barbatus, hastatus.
d) -id o -: herbidus, fumidus.
L as c ia s e s de d e c l in a c ió n y la s d e s in e n c ia s c a s u a les
Los temas en - á
Singular:
Nominativo * -á : 2 gr. ycópoc, etc. En latín la vocal se abrevió a
partir de las palabras yámbicas: rota, toga > rota, toga (brevis
brevians), generalizándose luego a toda esta clase flexiva.
Acusativo * -m : gr. /«pav, ser. aevám. En latín las vocales largas
se abreviaron de modo regular ante -m final (p. 2 2 2 ), de donde
réginam, etc.
Vocativo *-&: gr. vújj.tpd, probablemente ide. a.
Genitivo *-á s: gr. )(S>paq, u. tutos, etc. Esta terminación se con
serva en lat. are. escás, viás, etc., y en la fórmula estereotipada
(pater) familias. Fue reemplazada, sin embargo, por -a i (pictai,
Virgilio) modelada sobre el genitivo en -i de los temas en -o (véase
infra). Es probable que el proceso se iniciara en contextos en que
un adjetivo en -o estuviera combinado con un nombre masculino
de tema en -a : *boni agrícolas > boni agricolái. -aes (Aquiliaes, etc.)
es una combinación de -ae y -ás.
Dativo *-& + -ei > *-á i: gr. yáipai. Esta forma se conserva en
lat. are. Menervai, Fortunai, etc. En itálico la -i final caía ante vocal
inicial, de donde lat. are. matuta. La terminación usual -ae (para el
desarrollo fonético véase p. 222 ) se remonta a la forma anteconso-
nántica generalizada. Nótense las formas dialectales como Fortune,
etc. (véase p. 68 ).
Ablativo. En indoeuropeo era idéntico al genitivo, al igual que
en el gr. xápaq. En itálico se creó una desinencia -ád analógica de
- 6d (véase infra). La -d final se perdió en torno al 200 a. C., de don
de la terminación clásica -á. En latín arcaico tenemos sententiad,
praidad, etc.
Locativo. * -í añadida al tema dio lugar al lat. are. Romüi, etc.,
que evolucionó de manera regular a Romae. Nótese que las termi
naciones de genitivo, dativo y locativo de esta declinación, idénticas
en la época clásica, eran distintas en origen: *-ás, *-áei, *-aí.
Los temas en -o
Singular:
Nominativo *~s. Sobre -os > -us véase p. 223: dominus.
Vocativo. Muestra el tema puro con el grado e de alternancia:
domine; cf. gr. &5 e A<}>e .
Acusativo *-m . Sobre -o m > -u m véase p. 223: dominum; cf.
gr. 5ouÁov.
Genitivo *-o -s y o : gr. limoio, ser. agvasya. En céltico y en itálico
esta terminación fue reemplazada por una -i de origen oscuro. Ad
viértase que ésta no está unida a la vocal temática -o-, pues el latín
arcaico distingue perfectamente entre una -i originaria y el dip
tongo -ei: Latini (genitivo singular), pero virei (nominativo de plu
ral) . Por tanto, la -i no procede de -oi; es un sufijo de derivación
244 INTRODUCCIÓN AL LATIN
Plural:
Nominativo *-ó s < * * o + es: ser. agvás, o. Núvlanús = “Nolani’L
En latín esta terminación fue reemplazada por -o i bajo el influjo
de los demostrativos, desarrollo paralelo al del griego. Sobre el
desarrollo fonético oi > oe (poploe, canto de los salios) > ei (se r-
vei, etc.) > e (ploirume) > i (serví, etc.) véase p. 223. En textos
dialectales aparecen formas alargadas -eis, -es, -is, con -s tomada
de la tercera declinación: leibereis, magistres, duomvires, ministris.
Acusativo * -o -n s : cret. ÉXeó0Epovq. Sobre el desarrollo fonético
latino -ons > -ús véase p. 225.
Genitivo *-ó m < **o 4- dm. Se conserva en latín arcaico con
la regular abreviación de ó ante m, Romanom, etc. Este tipo de
formas eran aún frecuentes en la época arcaica (verbum, inimieum,
Plauto), y se mantienen en la fraseología conservadora de la reli
gión y el derecho: deum, triumvirum, nummum, etc. La termina
ción normal -órum se creó analógicamente sobre -árum de los
temas en -á (véase supra).
Dativo y ablativo. La terminación latina se remonta a la del ins
trumental indoeuropeo en - 6is: gr. ítrnoiq, ser. agvüis, etc. El dip
La tercera declinación
Alternancias en la declinación
Temas en -i
Singular:
Plural:
Nominativo. *-e i-és evolucionó regularmente hacia -es: partes,
oves, etc.
Acusativo * -i-n s > is, que es la forma regular clásica: partís,
civis, etc. La introducción de la terminación -és, propia de los te
mas consonánticos, comenzó en época temprana, pero el proceso no.
se completó hasta la época imperial.
250 INTRODUCCIÓN AL LATIN
Plural:
El nominativo *-eues tendría que haber evolucionado a *-uis a
través de *-oues (p. 216). La forma clásica -üs procedería, según
algunos estudiosos, de una forma sincopada *-ou -s, que no tiene
paralelo en otras clases flexionales. Es más verosímil que en los
temas en -u tengamos una interacción de las terminaciones de no
minativo y acusativo de plural basada en la similitud accidental del
nominativo en -es y el acusativo en -és de los temas consonánticos
(véase supra). -üs debe remontarse, pues, a la terminación del acu
sativo de plural, caso en el que era producto regular de -u-ns. El
GRAMÁTICA HISTÓRICO-COMPAR ADA 251
genitivo de plural *manu-óm > manu-óm > manóm > manum:
passum, exercitum. La forma disilábica -uum se debe a la analogía
con los temas en -i : clvls: civium :: manüs: manuum. En el dativo-
ablativo de plural se encuentra en ocasiones la forma esperada en
-u -bu s (arcubus, quercubus, etc.), pero en general ha triunfado la
- i - procedente de los temas en -i: manibus, etc.
En los neutros el nominativo-acusativo de singular -ü (genü) en
lugar del esperado *genü puede remontarse a antiguas formas del
plural o del dual. En el plural la forma indoeuropea en * - « ha sido
sustituida por -ua, con la -a de los temas en -o que se había con
vertido en terminación característica del neutro plural para el nomi
nativo y el acusativo.
Plural:
rés, nominativo y acusativo, procede regularmente de *réies y
*rei-ns respectivamente. El genitivo tiene la terminación -rum que
252 INTRODUCCIÓN AL LATÍN
Temas en -I y en -ü
Temas en diptongo
Los ADJETIVOS
Comparativo. Dos son los sufijos empleados por las lenguas indo
europeas para formar el grado comparativo de los adjetivos. Uno
es -ios (con un grado alargado -ios y un grado cero -i s -), al que
puede añadirse otro sufijo e/on (gr. -icov < *-is-ó n ~). El adjetivo
así modificado no significaba en un principio “más...” , sino que el
sufijo indicaba que la cualidad designada por la raíz estaba presen
te en un grado indefinido: *mag-ios significaba “grandote”, y a par
tir del contexto surgieron los significados “más bien grande”, “de
masiado grande”, etc. Con el caso propio de la comparación (véase
LOS PRONOMBRES
(cf. ul-tra, ól-im ) y el tema -se (véase infra). Las principales par
tículas deícticas que se unen a los temas pronominales son -ce e -i
(sobre hic, istuc, etc., véase infra).
La terminación del genitivo singular, -ius [ N o t a 32] (en Plauto
es frecuente la escansión éius, lo cual implica una pronunciación
eiius confirmada por la grafía e i i v s de las inscripciones, etc.), no
tiene paralelo en otras lenguas. En indoeuropeo era e-syo (ser. aspa),
y se ha pensado que el latín añadió a esta forma la -s habitual en
el genitivo (cf. supra), evolucionando *esyos de manera regular a
eiius. Del mismo modo, huius < *gho-syo-s, cuius < *quo-syo-s
(cf. ser. kásya). Otros estudiosos pretenden explicar la terminación
por cuius, adjetivo en -ios que sobrevive aún en el quoius de Plauto,
y que acabaría incorporándose a la flexión (sobre el genitivo como
caso adjetival véase infra pp. 289 ss.). Los otros genitivos pronomi
nales serían simples imitaciones de quoius. De quoius analizado
como quoi-us se extrajo un tema quoi- que, con la adición de la
desinencia típica del dativo, dio lugar a quoiei (así en latín arcaico),
que en Plauto aparece como quoii y quoi. Esta última es la forma
clásica, no apareciendo cui hasta la época augústea. De los restan
tes casos sólo el genitivo plural exige comentario, -rum debe remon
tarse a las formas femeninas que en indoeuropeo tenían la termi
nación *-á -sóm (ser. tásám). El masculino -órurn es una innovación
analógica, puesto que el indoeuropeo tenía *-o i-sóm (ser. tésám,
késdm = (is)-tórum , quorum.
hic
El tema es *ghe/o, ghá- (p. 230), al que se añade la partícula -ce.
El masculino singular presenta - i - en Plauto (h ic), forma que se
rehízo en hice por analogía con el neutro hoce < *hod-ce. El tema
en -i aparece también en formas del plural de procedencia epigrá-
fiiea: heis, heisce, hisce (Plauto). Aparte de estos casos, el tema apa
rece como ho-, há-, que con la adición de la partícula -ce (frecuen
temente en su forma plena en latín arcaico) da lugar a la bien
conocida declinación clásica de este pronombre: *hom-ce, *hdm-ce,
*hod-ce > hunc, hanc, h oc(c). Adviértase que el latín arcaico no
había introducido todavía la distinción artificiosa entre hae (feme
nino plural < hd -i) y haec (neutro plural < * h a-i-ce). Sobre el
genitivo y dativo de singular, véase supra. El ablativo singular es
hóc, hdc < *hód-ce, *hdd-ce.
ille
Ule resulta de una alteración del lat. are. olle (cf. ul-tra, ol-im )
bajo la influencia de is, iste, ipse. olle es una combinación de ol y
GRAMÁTICA HISTÓRICO-COMPARADA 257
se ¡o (véase ínfra). También están atestiguadas formas con desinen
cias adjetivales: ollus, olla. Ocasionalmente se le unen partículas
deícticas: illaec, illuc, illunc, etc. El nominativo de plural aparece
en Plauto en la forma Misce (cf. heisce, etc., supra). Sobre el geni
tivo y dativo de singular véase lo ya dicho más arriba.
iste
Es otro demostrativo compuesto, del que sólo se declina el segun
do miembro. También puede llevar partículas deícticas: nominativo
singular masculino istic, femenino istaec, neutro istuc, etc. El geni
tivo tiene normalmente la terminación -íus (véase supra), pero hay
una forma istl (con la terminación propia de los temas en -o ) que
aparece en istimodi. El lát. are. istis (Plauto) es probablemente no
una forma sincopada de istius, sino isti + -s de genitivo.
is
Este tema, que en indoeuropeo se emplea en correlación con el
pronombre relativo, aparece con alternancia i/ei. El grado cero apa
rece en el nominativo masculino y en el neutro (i~s, i-d ), y el acu
sativo que era de esperar, im, está atestiguado en las X I I Tablas. A
una forma secundaria del nominativo — grado pleno— se le añadió
una partícula -om : *ei-om (cf. ser. ayam), forma que el latín utilizó
como acusativo singular masculino, *eiom > eum, y a partir de la
cual se creó un nuevo tema *eio-, con un correspondiente femenino
*eiá~. En el nominativo plural masculino, por un proceso regular,
*eioi > *eiei > ei > l. El disilábico el es una refección analógica
sobre eum, etc. También en este pronombre encontramos nomina
tivos de plural en -s : is, eis, eeis e ieis. Las formas de dativo y abla
tivo de plural atestiguadas son los resultados esperados de *eiois,
*eiais: eis, is, con las restauraciones disilábicas eeis, ieis, etc. El
lat. are. ibus parece el resultado esperable de *ei-bhos (ser. ebhyás).
Sobre el genitivo y dativo de singular véase lo ya dicho más arriba.
A este tema se añadió una partícula -em. Un falso análisis del
nominativo singular neutro id-em dio lugar a una partícula dem.
Añadióse ésta a is, ea, etc., resultando Idem, eddem, etc. Sobre los
adverbios ibi, etc., véase infra.
so-, to-
E1 indoeuropeo poseía un pronombre demostrativo *so, *sá, *tod,
que dio, ínter alia, el gr. ó, r), tó(5) . Ennio atestigua las formas de
acusativo som, sam, sos, sás, que pueden atribuirse a este tema, en
tanto que to- aparece en tum, topper ( < *tod-per), etc. También
s i(c ) pertenece a este tema: es una forma de locativo, *sei(cej.
258 INTRODUCCIÓN AL LATIN
ipse
En las formas arcaicas eumpsum, eampsam tenemos una combi
nación del tema evo- con som, sam (la p es una consonante de tran
sición, como en sumpsi < sum-si. Es probable que este som, sam
sea distinto del que acabamos de estudiar y se remonte al reflexivo
*suos. Del acusativo se extrajo un tema -pso -psá que aparece en
el "nominativo femenino eapsa, masculino ipsus, etc. Este último
sufrió la influencia de iste e ille, y así surgió la flexión normal ipse,
ipsa, ipsum. Nótese que la asimilación del neutro ipsud a íllud, etc.,
no se produce hasta época tardía. Sobre las formas vulgares isse,
issa, etc., véase p. 163.
Los NUMERALES
Cardinales
Sobre únus < *oino- véase p. 219. La raíz *sem (gr. el<;, qía, ev)
aparece en sem-el, sim-plex, sin-guli y sem-per.
duó ( duó por abreviación yámbica) es una forma heredada < ide.
*duuo(u). Este numeral tenía en origen las desinencias del dual,
según muestran las formas latinas de acusativo plural masculino
dúo (Plauto), neutro dúo. Las formas con desinencias de plural.dwds,
260 INTRODUCCIÓN AL LATÍN
Ordinales
Desinencias
Vos medio-pasiva
F o r m a c ió n de l o s te m a s v er b ales
Los modos
Esta forma tiene como base *dou, forma alargada de la raíz do que en
también en griego.
13.
contramos
278 INTRODUCCIÓN AL LATÍN
Escasos son los restos que el latín conserva del participio medio
en -m en o-: fémina, de la raíz *dhé “mamar”, alumnus de *al “nu
trir”. Ya hemos visto las razones que hay para poner en duda la
teoria que iguala la desinencia de imperativo medio -mini con la
forma plural del participio medio.
I ndeclinables
El nombre
Vocativo
Acusativo
tum; los adverbios del tipo partim, statim, etc. (véase capítulo an
terior); antiguas aposiciones son id genus, omne genus: “corona-
menta — omne genus— facito ut serantur” (Catón); “aliquid id genus
solitum scribere” (Cic., Ad Att., 13, 12, 3); “in hoc genus praediis”
(Varrón, R. R., 1, 16, 4). En este apartado podemos colocar también
expresiones temporales del tipo id aetatis: “ego istuc aetatis non
amori operam dabam" (Ter., H. T., 110). Finalmente, tenemos los
acusativos de exclamación, que dependen de un verbo elíptico [N ota
44]: migas! hercle rem gestara bene! artificem probum!
Genitivo
Es difícil encontrar una fórmula que abarque todos los usos del
genitivo. Por ello comenzaremos con algunos de los grupos de em
pleo mejor establecidos, y cuya antigüedad parece fuera de duda.
El genitivo de rúbrica
El dativo
El ablativo
E l verbo
Los tiempos
El tema durativo
miento: “ego hos conveniam; post huc redeo” (T e r.); “mane istic:
iam exeo” (Plauto); “in ius voco te :: non eo” (id .); cf. “tuemini,
inquit, castra...; ego reliquas portas circumeo et castrorum prae-
sidia confirmo” (César, B. C., 3, 94, 5). Tenemos, por último, el así
llamado uso “acrónico” del presente (“ahora y siempre”) : “facile
omnes quom valemus recta consilia aegrotis damus” (Ter.); “dulce
et decorum est pro patria mor!” (Hor.).
El tema de perfecto
El subjuntivo
llevar por la avidez, por la ira...”, Pro Q. Lig., 18). El subjuntivo con
cesivo lleva en su forma negativa rae, señal clara de su carácter vo
litivo.
El indicativo “irreal”
El imperativo
.El infinitivo
El gerundio y el gerundivo
cativo — agnus est caedundus— , del valor de “es apto para el sacri
ficio” se pasó fácilmente al de “va a ser sacrificado, tiene que ser
sacrificado”. En combinación con esse el gerundivo forma tiempos
perifrásticos. El neutro se usa frecuentemente con valor impersonal
(agendum est) y eventualmente puede llevar un complemento direc
to en acusativo: “agitandumst vigilias” (Plauto, Trin., 859), cons
trucción que se encuentra como arcaísmo en los autores posteriores
(Lucrecio, Catulo, Virgilio; una vez en Cicerón). Sobre el gerundivo
como participio de futuro pasivo véase supra p. 171.
Por su carácter verbal el gerundio tenía capacidad intrínseca
para llevar un complemento directo en acusativo, pero esta posibi
lidad se ejercitó poco en la práctica. César sólo permite al gerundio
regir un nombre en acusativo cuando va en genitivo. Cicerón admi
te esta construcción también con gerundio en ablativo. Pero inclu
so en estos casos se daba preferencia a la construcción de gerun
divo, empleándose el gerundio por razones especiales (claridad,
énfasis sobre la noción verbal y, tal vez, eufonía). En el latín arcai
co el gerundio se empleaba con mayor profusión que el gerundivo,
al que cedió gradualmente el terreno con el correr del tiempo. Hay,
sin embargo, restos de una construcción más antigua en la que el
nombre no está regido por el gerundio, sino que aparece en apo
sición a él: “lueis das tuendi copiara” (Plauto, Ca.pt., 1008), donde
el nombre copia (“oportunidad”) está determinado por dos geniti
vos, lucís y tuendi, siendo el segundo una especie de epexegético,
que da mayor precisión a la expresión: “oportunidad de luz, de ver-
la”. Si el nombre fuera masculino o neutro (como en operis fruendi
causa), cabría interpretar el gerundio como adjetivo verbal concer
tado con el nombre. Algunos estudiosos han sugerido que la cons
trucción de gerundivo se originó de este modo. Puede aducirse en
apoyo de esta teoría ( 1 ) que el “gerundivo” aparece en latín arcai
co como invariable frente a los pronombres personales, aun cuando
éstos se refieran a personas del género femenino: “tui (fem .) viden-
di copiast” (Plauto, Truc., 370); (2) que el genitivo del gerundivo
tiene en el latín arcaico un campo semántico reducido, encontrán
doselo sobre todo con verbos de percepción y conocimiento, de
buscar y obtener. Sin embargo, no puede haber duda respecto a la
antigüedad del adjetivo verbal, secundas es tan antiguo que ha
quedado totalmente aislado del verbo del que se formó; la cons
trucción de gerundivo es frecuente en las antiguas plegarias que
nos ha conservado Catón en su Ce agri cultura: “te hoc ferto om-
movendo bonas preces precor” (134, 2), etc. Debe advertirse, sin
embargo, que el uso atributivo del gerundivo está prácticamente
limitado a los verbos que expresan aprobación o desaprobación:
mirandus, expetendus, pudendas, miserandas, amandus, contemnen-
GRAMÁTICA HISTÓRICO-COMPARADA 319
dus, etc. El uso predicativo tras verbos de dar y tomar, pedir y ofre
cer, y similares está todavía en sus comienzos en Plauto (“quos uten-
dos dedi”, Asín., 444) , en tanto que la bien conocida construcción
clásica con curo aparece por vez primera en Terencio.
El acusativo del gerundio se emplea solamente con ciertas pre
posiciones: sólo con ad en Plauto, aunque el latín clásico admite
también in (no César), en tanto que Cicerón presenta ejemplos con
ob en textos jurídicos, giro que aparece por vez primera en Catón.
Hay ejemplos esporádicos de otras preposiciones: ante (Virg.), ínter
(Ennio), propter (por vez primera en Varrón), circo (postclásico,
por vez primera en Quintiliano). La construcción de gerundio se da
con nombres ( “canes ad venandum”, Ter., And., 57), con adjetivos
(“doctus... ad male faciendum”, Plauto, Epid., 378), y también con
verbos (“quo conductus venio :: ad furandum quidem”, id., Pseud.,
850). En latín arcaico no hay ningún ejemplo seguro de acusativo
del gerundio rigiendo complemento directo. Varrón es el primero
en aventurar esta construcción (“ad discernendum vocis verbi figu
ras”, L. L., 9, 42), que en la literatura latina tardía de las traduccio
nes resultó muy indicada para recoger la construcción griega de etq
con infinitivo sustantivado por el artículo (ad sanandum eos = etq tó
taoOai aüToúc;, san Lucas, 5, 17). El latín clásico, como el arcaico,
empleó en este tipo de construcciones el gerundivo (“ad aquam prae-
bendam”, Plauto, Amph., 669).
El genitivo del gerundio en latín arcaico es siempre adnominal,
y suele depender de un pequeño grupo de nombres abstractos:
occasio, tempus, copia, causa, gratia, etc. (“non enim n.unc tibí dor-
mitandi ñeque cunctandi copia est”, Plauto, Epid., 162). El latín
clásico emplea el genitivo también con algunos nombres que desig
nan agentes personales, tales como auctor, dux, artifex, etc. También
ciertos adjetivos rigen el genitivo de estas formas nominales. Co
mienza este uso con cupidus en Terencio — Plauto no ofrece ejem
plo alguno— ; el repertorio se fue extendiendo gradualmente, aun
que no en gran medida hasta la época postclásica.
El genitivo del gerundio y del gerundivo puede indicar también
finalidad. El ejemplo que se suele citar como más antiguo es “ne
id adsentandi mage quam quo habeam gratum facere existumes”
(Ter., Ad., 270), y a la vista de construcciones similares existentes
en oseo y umbro suele atribuirse el giro al período “itálico”. Sin
embargo, el ejemplo de Terencio no está libre de la sospecha de
ser un anacoluto, y dado que la construcción aparece usada con
amplitud sólo a partir de Salustio, es más probable que se trate de
un desarrollo latino independiente. En res evertendae reipublicae,
“cosas que implican la subversión de la república”, el genitivo tiene
la función determinante que es normal en él. Usado predicativa
320 INTRODUCCIÓN AL LATIN
Los supinos
Los participios
L a oración compleja
Subjuntivo volitivo
El subjuntivo optativo
L as - c o n j u n c i o n e s
quod, quia
Las diversas funciones asumidas por quod en la sintaxis latina
provienen de frases relativas en las que el neutro singular del pro
nombre relativo funcionaba como sujeto o complemento directo.
Así, en “quod male feci, crucior” (Plauto), aunque quod es clara
mente el objeto interno de feci y un id correlativo podía suplirse
fácilmente con crucior, la frase se desliza sin esfuerzo hacia una in
terpretación causal, “porque he hecho mal”. Lo mismo ocurre con
el genérico “quid sit id quod sollicitere ad hunc modum?” (Ter.),
“¿cuál es la razón por la que...”. Tal fue el origen de quod como
conjunción causal. La distinción de modos, que ha de explicarse
como en las demás oraciones de relativo (véase supra), se neutrali
zó en época tardía.
A partir de otros contextos en que el valor relativo de quod está
todavía claro (“gnatus quod se assimulat laetum, id dicis”, Plauto;
“adde huc quod caelestum pater prodigium misit”, Accio; “mitte id
330 INTRODUCCIÓN AL LATIN
quod scio”, Ter.; “istuc times quod ille operam amico dat”, id.),
llegó a emplearse quod para introducir oraciones completivas con
verbos de entendimiento, lengua, sentido, etc.: “scio iam filius quod
amet”, Plauto, Asín., 52. En “id iam lucrum est quod vivís” la ora
ción de relativo es equivalente a “el hecho de que estés vivo”. En
“ego quod mala sum, matris opera mala sum” (Plauto), “en cuanto
al hecho de que...” pasa imperceptiblemente a “si yo soy mala...”.
El similar “quod dicat allatam epistulam” “en cuanto a lo que dice...”
(id., Asín., 761) equivale en su contexto a “aunque”. Por medio de
múltiples procesos de este tipo quod acabó por convertirse con el
paso del tiempo en conjunción universal, en un signo desvaído de
subordinación como nuestro que.
quia es en origen el plural neutro del interrogativo: cf. quianam
“¿por qué?”. Adquirió valor de conjunción causal a partir de su
empleo en interrogaciones interjeccionales: “discrucior animi. quia?
abeundumst” “mi ánimo está atormentado. ¿Por qué? Tengo que
partir” (cf. el origen del fr. car a partir de un quare ínterjeccional).
En el latín arcaico quia es más frecuente como conjunción causal
que quod, que, sin embargo, es preferido por los autores clásicos.
De todos modos quia volvió a ganar popularidad en el latín tardío.
quia es paralelo a quod también en otras funciones: “at nos pudet
quia cum catenis sumus” (Plauto), “nos da vergüenza estar con
cadenas”, cf. “istuc acerbumst quia ero carendumst” (id.), “id doles
quia non colunt” (id .). El empleo de quia como introductor de ora
ciones completivas con verbos de entendimiento, lengua y sentido
surge en época mucho más tardía que el correspondiente de quod:
no se lo encuentra hasta la época de Petronio.
cum (quom )
Esta conjunción era en su origen el acusativo de singular mascu
lino del tema del relativo, según puede verse todavía en expresiones
correlativas como tum... cum, eo tempore cum. También desarrolló
una serie de valores (causal, concesivo) al margen del originario,
que era el temporal; pero en Plauto lleva siempre indicativo sea
cual sea su valor. La construcción con indicativo se mantuvo hasta
la época clásica con cum temporal cuando éste era claramente rela
tivo (ya con un antecedente expreso como tum, etc., ya sin é l), in
cluidas oraciones de conexión relativa tan laxa como las llamadas
de cum inversum y las del tipo cum interea: “plus triginta annis
natus sum quom interea loci numquam quicquam facinus feci peius”
(Plauto, Men., 446-7). El subjuntivo empezó a usarse en contextos
causales y concesivos. El origen de su irrupción en las oraciones cir
cunstanciales del tipo “cuando” está sumido en la oscuridad, si bien
GRAMÁTICA HISTÓRICO-COMPARADA 331
merece cierto crédito la teoría de que el subjuntivo de estas ora
ciones es análogo al de las oraciones genéricas de relativo: “en un
tiempo en que...” como opuesto a “en el tiempo en que...”. El pri
mer ejemplo aparece en Terencio: “magistratus quom ibi adesset,
occeptast agi” (“una vez que apareció el magistrado...”, Eun., 22), y
hacia el final de la República ya estaba establecido el canon clásico
según el cual el cum “cuando” lleva imperfecto o pluscuamperfecto
de subjuntivo, salvo cuando es claramente relativo. Sin embargo, se
encuentran excepciones a esta regla aun en los principales autores:
“accepit agrum temporibus eis cum iacerent pretia” (Cic., Q. Rose.,
33); “ñeque enim, si tibi tum cum peteres consulatum studui, nunc
cum Murenam ipsum petas adiutor eodem pacto esse debeo” (id.,
Mur., 3, 8 ); “fuit antea tempus cum Germanos Galli virtute supera-
rent” (César). El análisis puede entrever aquí un sentido genérico;
el hecho es que en las construcciones de cum, como en todas las de
más, el subjuntivo de subordinación fue invadiendo el terreno del
indicativo real y que incluso en la época clásica el uso es fluctuante.
áum
Aunque la etimología de esta conjunción es oscura, su sentido ori
ginal parece haber sido el de “un momento” (posiblemente conecta
do con durare); así, manedum “espera un momento”, ínterdum, “a
veces”, “entre dos momentos”, nondum “aún no, no es el momento”.
A partir de este valor amplió su campo para significar “mientras”
y “hasta que”. No deja de ser curioso que el ing. till (“hasta que”)
derive también de una palabra que, en germánico, significaba “tiem
po”. El “mientras”, “durante el tiempo que” puramente temporal
no precisa de amplio comentario. Puede suponerse que se originó
en usos correlativos como “sie virgo, dum intacta manet, dum cara
suis est” (Catulo). En expresiones del tipo “durante el tiempo en
que tal acontecimiento estaba teniendo lugar ocurrió tal cosa” se
empleaba un presente durativo atemporal en la oración de dum,
aunque ésta se refiriera al pasado. Sin embargo, el imperfecto, que es
más lógico, aparece una vez en un discurso de la primera época de
Cicerón (Rose. Am., 32, 91), y se hace más frecuente en los autores
posteriores. La equivalencia funcional de dum con el cum histori-
cum acabó por llevarlo a la construcción con subjuntivo, especial
mente en Livio y prosistas posteriores.
También encontramos oraciones finales introducidas por dum.
Este valor puede haberse originado en yuxtaposiciones como mane
dum: scribam “espera un momento, voy a escribir”, desde donde
era fácil el tránsito al sentido final: “espera a (para) que,escriba”.
332 INTRODUCCIÓN AL LATIN
quamqúam, quamvis
Hemos examinado ya el empleo de subjuntivo con sentido con
cesivo. En el latín arcaico, sin embargo, la conjunción concesiva más
frecuente es quamquam ( = “sin embargo”, “del modo que sea”, “en
la medida que sea”, en su origen) y se construye con indicativo como
en el latín clásico: “inde observabo... quamquam hic manere me
erus sese iusserat” (Platón), quamvis en época arcaica está todavía
estrechamente ligado a algún adjetivo o adverbio: “audacter quam
vis dicito” (id.); “locus hic... quamvis súbito venias, semper líber
est” (id., Bacch., 82). El primer ejemplo sin relación con adjetivo ni
adverbio aparece en Cicerón: “quamvis res mihi non placeat tamen...
pugnare non potero” (ln Ven., 2, 3, 209), pero la conjunción es aún
evitada por César y Livio. También licet es poco frecuente como
conjunción concesiva hasta la época de Marcial y Juvenal y los pro
sistas posteriores. La equivalencia funcional de quamvis y quamquam
dio lugar a fluctuaciones en el empleo de los modos, construyéndose
a veces quamvis con indicativo (postclásico) y quamquam con sub
juntivo (por primera vez en Nepote).
quominus y quin
En el latín arcaico los verbos de prevenir iban complementados
por un subjuntivo voluntativo introducido por ne. La conjunción
típicamente clásica, quominus, es empleada muy raramente por Plau
to. La preferencia clásica por quominus complementando a verbos
de prevenir fue tal vez un recurso conscientemente empleado en
interés de la aoccjnívEioc para evitar el recargamiento producido por
la repetición de ne (véase p. 131 sobre este aspecto del purismo). Se
trata de un caso especial de empleo del instrumental quo con com
parativos en oraciones relativas de valor final: “id ea faciam gratia
quo ille eam facilius ducat” (Plauto); “si sensero hodie quicquam
in his te nuptiis fallaciae conari quo fiant minus...” (Ter.). Tras
expresiones negativas de prevención el latín clásico solía emplear
la conjunción quin. Se originó a partir del instrumental del interro
GRAMÁTICA HISTÓRICO-COMPARADA 335
gativo: qui rae, “¿cómo no?”. Podía introducir interrogaciones inde
pendientes de tono impaciente que tenían valor de imperativo (quin
tu taces? “¿por qué no te callas?”) ; podía introducir también impe
rativos (quin audi) y subjuntivos deliberativos (quin rogem?). Que
el empleo de quin con expresiones de prevención se originó en ora
ciones deliberativas dependientes se ve claro en ejemplos como:
“quin loquar, numquam me potes deterrere” (Plauto); “quid causae
est quin proficiscar” (Ter.); cf. “quid obstat quor non fiant” (id.).
Las oraciones de quin resultaban apropiadas también para otras ex
presiones distintas de las de prevención, especialmente negativas de
duda (haud dubiurn est quin...). El dominio de estas expresiones
negativas se fue extendiendo por procesos analógicos hasta perderse
el sentido original de quin: “numquam egredior quin conspicer”
“nunca salgo sin ser visto” (Plauto); cf. “nec recedit loco quin sta-
tim rem gerat” (id.); “nullum adhuc intermisi diem quin aliquid
ad te litterarum darem” (“no he dejado pasar ni un día sin ponerte
unas letras”, Cic.). En época posterior se abandonó el canon clásico
y quin pasó a emplearse también con expresiones positivas de pre
vención y similares.
El subjuntivo iterativo
A d d en d um
Gerundio y gerundivo
ción de este grupo de temas en -éi < *-eH\, al lado de los en -é(s). Tal
contribución vendría probada por la antigüedad de formas tipo aedium,
felium, nubium, etc. Estos temas en -éi son los mismos que, en parte,
han formado la quinta declinación.
31. Para estudiar los orígenes de la quinta declinación latina es indis
pensable el manejo de los trabajos de Pedersen y J. Gil citados en la
Nota precedente.
32. Para este punto es fundamental el trabajo de A. T L os geni ,
tivos en -lus y la hipercaracterización en la morfología latina, Coimbra,
o v a r
por los morfemas, que hasta entonces eran considerados como portado
res de nociones de “tiempo”. En el “descubrimiento”, que realmente lo
fue para el verbo griego, tuvo gran importancia la comparación con las
categorías del verbo eslavo.
Por lo que mira al latín, puede decirse que la búsqueda de un sime-
trismo con el griego y con lo que se suponía “estadio primitivo común”
(en su primera parte presente ya en las equívocas disquisiciones de los
antiguos gramáticos romanos), llevó a consecuencias nefastas para la
verdad científica. A ello contribuyó no poco la tentadora simetría mor
fológica que nos presenta al verbo latino tajantemente reorganizado en
dos temas: infectum y perfectum. Se pretendió ver en esta oposición for
mal el reflejo de un paralelo sistema de significaciones: la oposición as
pectual “acción no terminada”/“acción terminada” (Meillet), o bien “va
lor aorístico” (terminativo)/“valor continuativo” (presente) (autores ale
manes). Dentro de cada tema aspectual se habría establecido la triple
gradación temporal pasado/presente/futuro. A esquemas de este tipo
se refiere Palmer, según puede verse. El más característico es el de Mei
llet (véase Esquisse, p. 21), del que podemos presentar un espécimen
reducido según el modelo siguiente (indicativo):
infectum perfectum
presente amo amavi
pasado amabam amaveram
futuro amabo amavero
IRREAL / POTENCIAL
INDICATIVO
H is to r ia de la lengua ^
CAPÍTULO PRIMERO
OSCO-UMBRO
CAPITULO II
E trusco
G riego
B. Friedmann, Die ionischen und attischen Würter im Altlatein, Helsinki,
1937.
O. Weise, Die griechischen Worter in der lateinischen Sprache, Leipzig,
1882.
G. Pasquali, Preistoria della poesía romana, Florencia, 1936.
(J. Marouzeau, Oree et latín, deux fois parents, en Anales del Instituto
de Literaturas Clásicas, t. I, Buenos Aires, 1939.)
CAPÍTULO III
CAPITULO IV
CAPÍTULO V
CAPÍTULO VI
CAPITULO VII
SEGUNDA PARTE
M anuales
A. Meillet-J. Vendryes, Traité de grammaire comparée des langues cías-
siques, 2.a ed., 1948.
C. D. Buck, Comparative grammar of Greek and Latín, Chicago, 1948.
E. Kieckers, Historische lateinische Grammatik, I-II, 1930-1931.
W. Lindsay, A short historical Latín grammar, 2.a ed., Oxford, 1915.
F onética
R. G. Kent, The sounds of Latín, 3.a ed., Baltimore, 1945.
M. Niedermann, Phonétique historique du latín, 4.a ed., París, 1959.
358 INTRODUCCIÓN AL LATÍN
M orfología
S in ta x is
T E X T O S L A T I N O S A R C A IC O S
A. EPIGRÁFICOS
4. CIL I .2 2. E 146. Himno de los Fratres Arvales según las Actas del
año 218 d. C. Véanse pp. 71 s.
360 INTRODUCCIÓN AL LATÍN
8. CIL V 581. E 126. Placa ,de bronce del 186 a. C. que contiene una copia
del Senatus Consultum de Bacchanalibus.
[Q .] Marcius L. f., S. Postumius L. f. eos. senatum consoluerunt n.
Octob. apud eadem | Duelonai. se. arf. M. Claudi. M. f., L. Valeri. P. f.,
Q. Minuci. C. f.
de Bacanalibus quei foideratei | esent, ita exdeicendum censuere:
‘neiquis eorum <B>acanal habuíse úelet. sei ques | esent, quei sibe,
deicerent necesus ese Bacanal habere, eeis utei ad pr. urbanum |l
Romam uenirent, deque eeis rebus, ubei eorum u<e>r<b>a audita esent
utei senatus | noster decemeret, dum ne minus senatoribus C adesent,
[quom e ]a res cosoleretur. | Bacas uir nequis adiese uelet ceiuis Rom a-
nus neue nominus Latini neue socium | quisquam, nisei pr. urbanum
adiesent, isque [d ]e senatuos sententiad, dum ne | minus senatoribus C
adesent, quom ea res cosoleretur, iousisent. ce[n]suere. ||
sacerdos nequis uir eset. magister ñeque uir ñeque mulier quisquam
eset. | neue pecuniam quisquam eorum comoinetm h]abuise ue[l]et.
TEXTOS LATINOS ARCAICOS 361
neue magistratura, | neue pro magistratu<d>, ñeque uirum [ñeque
muljierem quiquam fecise uelet. | neue posthac ínter sed conioura[se
neu]e comuoulse neue conspondise | neue conpromesise uelet, neue
quisquam fldem ínter sed dedise uelet. || sacra in <o>quoltod ne quis-
quam fecise uelet. neue in poplicod neue in | preiuatod neue exstrad
in'bem sacra quisquam fecise uelet, nisei | pr. urbanmn adieset, isque
de senatus sententiad, dum ne minus | senatoribus C adesent, quom
ea res cosoleretur, iousisent. censuere. |
homines plous V oinuorsei uirei atque mulieres sacra ne quisquam |
fecise uelet, neue inter ibei uirei plous duobus, mulieribus plous tribus
arfuise uelent, nisei de pr. urbani senatuosque sententiad, utei suprad
scriptum est.’
haice utei in couentionid exdeicatis ne minus trinum | noundinum,
senatuosque sententiam utei scientes esetis, — eorum | sen tentía ita
fuit: ‘sei ques esent, quei aruorsum ead fecisent, quam suprad || scriptum
est, eeis rem caputalem faciendam censuere’ — atque utei | hoce in
tabolam ahenam incelderetis, ita senatus aiquom censuit, | uteique
eam flgier ioubeatis, ubei facilumed gnoscier potisit. atque | utei ea
Bacanalia, sei qua sunt, exstrad quam sei quid ibei sacri est, | ita utei
suprad scriptum est, in diebus X, quibus uobeis tabelai datai || erunt,
faciatis utei dismota sient. in agro Teurano
15. CIL I a 11. E 16. Posiblemente del sarcófago del hermano de Cneo
Escipión Hispano (véase n.° 16).
L. Cornelius Cn. f. Cn. n. Scipio.
magna sapientia | multasque uirtutes
aetate quom parua | posidet hoe saxsum.
quoiei uita defecit, non | honos, honore,
TEXTOS LATINOS ARCAICOS 363
is hic situs, quei nunquam | uictus est uirtutei.
annos gnatus (uiginti) is | l[oc]eis mandatus,
ne quairatis honore | quei minus sit mandatul s]
16. CIL I.2 15. E 18. Sarcófago de Cneo Escipión, pretor peregrino en
139 a. C.
Cn. Cornelius Cn. f. Scipio Hispanus | pr., aid. cur., q., tr. mil. II,
Xuir si. iudik., | Xuir sacr. fac. |
uirtutes generis miéis moribus accumulaui,
progeniem genui, facta patris petiei.
maiorum optenui laudem, ut sibei me esse creatum
laetentur: stirpem nobilitauit honor
V e it u r lo r u m s e n te n tia , d u m n e a li u m in t r o m it a t n is i G e n u a t e m a u t
V e it u r iu m c o le n d i c a u s a , q u e i e o r u m d e m a io r e p a r t e | L a n g e n s iu m
V e it u r iu m se n te n tia it a n o n p a r e b it , is e u m a g r u m n e i h a b e t o n iu e
fr u im in o ,— q u e i | a g e r c o m p a s c u o s erit, i n eo a g r o q u o m in u s p ecu s
[p ]a s c e r e G e n u a t e s V e it u r io s q u e lic e a t ita , u te i i n c e te ro a g r o | G e n u a t i
c o m p a sc u o , n iq u is p ro h ib e to , n iu e q u is u im fa o ito , n e iu e p ro h ib e to ,
q u o m in s e x eo a gro lig n a m a t e r ia m q u e || s u m a n t u t a n t u r q u e .—
u e c t ig a l a n n i p r im i k . I a n u a r i s s e c u n d is V e t u r is L a n g e n s e s in p o p lic u m
G e n u a m d a r é | d e b e n to . q u o d a n t e k . I a n u a r . p r im a s L a n g e n s e s ír u c t i
s u n t e ru n tq u e , u e c t ig a l in u ite i d a r é n e i d e b e n to .— | p r a t a q u a e f u e r u n t
p r o x u m a fa e n is ic e i L . C a e c ilio Q . M u u c io eos. in a g r o p o p lic o , q u e m
V i t u r ie s L a n g e n s e s | p o s id e n t e t q u e m O d ia t e s e t q u e m D e c t u n in e s e t
q u e m C a u a t u r in e is e t q u e m M e n t o u in e s p o s id e n t, e a p r a t a | in u itis
L a n g e n s ib u s e t O d ia t ib u s e t D e c t im in e b u s e t C a u a t u r in e s e t M e n
to u in e s, q u e m q u isq u e e o r u m a g r u m || p o s id e b it , in u ite is e is n iq u is
sice t n iu e p a s c a t n iu e fr u a t u r . se i L a n g e n s e s a u t O d ia t e s a u t D e c t u n in e s
a u t C a u a t u r in e s | a u t M e n t o u in e s m a l e n t . i n e o a g r o a l i a p r a t a i n m i t -
te re , d e fe n d e r e , sic a re , i d u t i f a c e r e lic e a t, d u m n e a m p lio r e m | m o d u m
p r a t o r u m h a b e a n t , q u a m p r o x u m a a e s t a t e h a b u e r u n t f r u c t iq u e su n t.
V itu rie s , q u e c o n tro u o rs ia s | G e n u e n s iu m o b in io u r ia s iu d ic a t i a u t
d a m n a t i su n t, se i q u is i n u in c u le is o b e a s r e s est, eos o m n e is | so lu ei,
m itt e i le i b e r (a r e )iq u e G e n u e n s e s u id e t u r o p o r t e r e a n t e e id u s S e x tilis
p rim a s .— se i q u o i d e e a r e || in iq u o m u id e b it u r esse, a d n o s a d e a n t
p r im o q u o q u e d ie e t a b ó m n ib u s c o n tro u e rs is e t h o n o . p u b l. li. | —
le g (a t i ) M o c o M e t ic a n io M e t ic o n i f., P la u c u s P e lia n i. P e lio n i f.
G. L.,
p atrem ” .
b = TTerencio S c a u r o , v il, 28.
c = V a r r ó n , L. L„ 7, 26.
— local, 285
— c a u s a , 301
— predicativo, 288
— c o m p a r a t iv o , 298
acusativos exclamativos, 83
— e x p r e s io n e s d is t rib u tiv a s , 302
adición, 87
— in s t r u m e n t a l, 299
Primera parte
Se g u n d a p a r t e
Gramática histérico-comparada