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EL SISTEMA DE SPINOZA: UNA SUSTANCIA ÚNICA E INFINITA

¿Qué es lo que permanece pese a todo? El concepto de sustancia fue uno de los principales temas
de discusión en la época de Spinoza, personajes como Descartes, e incluso Leibniz, fundan sus
filosofías sobre los conceptos que estos tienen sobre la sustancia. Pero sin ir más lejos, entendamos
por sustancia aquello que tiene en común todo lo que existe. La sustancia en Spinoza es una sola,
es infinita, y se conoce como Dios, todo lo que existe, existió o existirá, fue, es y será Dios, y las
criaturas que habitan en él, son solo porciones limitadas y finitas que se manifiestan en él.

Entonces ¿Cómo es que podemos diferenciarnos entre nosotros?, Dios puede ser comparado a una
infinita cantidad de bloques de construcción de juguete para niños, con infinitas formas e infinitos
colores, que pueden ser armados de infinitas maneras , estas construcciones somos nosotros,
Spinoza llamara a esto “modos de ser”, es cierto, somos diferentes entre nosotros, y tenemos
características que nos diferencian de los animales y de las cosas, pero a fin de cuentas todos
estamos hechos de estos “bloques” y no existimos fuera de estos; De este vínculo con la sustancia
es donde surge el ya mencionado conatus , si no somos más que una manifestación de la sustancia,
de alguna forma estamos determinados por ella, no solo materialmente sino también
espiritualmente, ¿de qué manera ?, simple, Dios tiene por esencia perdurarse a través del tiempo,
tiene como único objetivo existir, y como nosotros no somos más que una ínfima parte de él,
digamos que tenemos en menor medida ese “deseo” o “tendencia” de perdurar, el conatus traduce
literalmente del latín “esfuerzo”, por tanto la esencia de todo lo viviente es análoga a su sustancia,
Dios tiene por esencia mantener su existencia y nosotros la de mantenernos con vida, o lo que bien
es: mantener nuestro ser.

LA ÉTICA

Esta concepción del hombre (y en general de todo lo viviente) trae como consecuencia la inevitable
determinación de su naturaleza, Spinoza rompe con la antigua concepción del hombre como algo
separado a la naturaleza, y pasa a retomar su lugar como “naturaleza entre la naturaleza”1 , la
naturaleza no tiene ningún fin, todo lo vivo no es más que el reflejo de su esencia por preservarse.
Por tanto ideas tan importantes en el hombre como lo bueno, lo bello y la libertad se ponen en tela
de juicio, de una manera que incluso nos es difícil negar.

¿Queremos lo que apetecemos, o apetecemos lo que queremos? ¿Las cosas son buenas en sí
mismas o es en relación a nosotros que las valoramos de esta manera?, El tercer capítulo de la Ética
de Spinoza, se encarga de demostrarnos, a base de axiomas y demostraciones, cuan arbitraria es la
valoración que hacemos respecto a la naturaleza y las cosas, en efecto, valoramos el amor, la
belleza, lo que es dulce, lo que es majestuoso, en relación a como nos sentimos respecto a estos y
al placer o satisfacción que nos suscitan. Por eso sería difícil entender que alguien adorara comer
tierra a sabiendas de lo mal que sabe y de lo perjudicial que es para su organismo, pero lo
comprenderíamos en cambio sí para este la tierra supiera a miel y estuviera convencido que de
alguna manera lo rejuvenece y lo mantiene sano; somos presos de nuestros apetitos y por tanto
nuestra conducta se determina por estos, esta es nuestra esencia, este es el conatus, nuestra

1
Chatelet Francois. Historia de la filosofía tomo II. Espasa Calpe. Madrid 1976 pag.54
valoración de las cosas son la manifestación de una parte muy fundamental nuestra que se resiste
a desaparecer, y que aspira ciegamente a preservarse en la eternidad.

Pero esta concepción de los juicios no termina aquí, existen diferencias entre lo que es bueno y malo
entre especies, entre comunidades humanas, entre sus razas, e incluso entre dos personas, Spinoza
niega toda idea de bien objetivo al demostrarnos que todo depende de las circunstancias y de una
naturaleza innegable pero latente en cada uno de nosotros; Es por eso que lo único que podemos
hacer al modo de ver de Spinoza, es ser cocientes que somos parte de una naturaleza que nos
determina y es inútil cuanto menos contradictorio admitir que somos completamente libres, una
vez que reconozcamos la naturaleza de nuestros deseos podremos ser por lo menos más felices.

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