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RESUMEN
La nueva ley de partidos políticos recientemente promulgado nos lleva a revi-
sar la formación y el papel jugado por los partidos en la historia de la Repúbli-
ca. Este análisis nos permitirá entender las razones que no han hecho posible
que tengamos sistemas estables y duraderos. A la luz de esta experiencia y con
el análisis de conceptos que nos llevan a ubicar de forma adecuada el papel de
los partidos en la democracia contemporánea, es que revisamos las caracterís-
ticas de la nueva ley y su significado para la construcción de la democracia.
Las primeras corrientes ideológicas nacen con la República. Santiago Távara las
denomina partidos políticos desde mediados del siglo XIX.1 Es evidente que distan
mucho de calzar en esa denominación. Reflejan las confrontaciones políticas entre
liberales y conservadores sobre el destino del naciente Estado independiente.
Se trataba de una disputa entre élites intelectuales y religiosas, vinculadas al
acontecer de la época.
Las expediciones libertadoras de José de San Martín y Simón Bolívar coinci-
den en que el más sólido bastión de la Corona es el Perú colonial. La derrota de
la revolución de Túpac Amaru en 1781 y el fracaso de la rebelión de Mateo
Pumacahua en 1814 evitaron que la gesta independentista tuviera aliento social
y nacional.
La República se proclama sin tener el territorio asegurado. El escenario del
primer debate ideológico, la Asamblea Constituyente de 1822, se reúne cuando las
tropas realistas ocupan buena todavía parte de las intendencias.
Los representantes de la nación, definidos por el culto a la razón antes que por
el voto popular, son la expresión de una élite empapada del debate revolucionario
INVESTIGACIONES SOCIALES AÑO VIII N° 13, pp. 207-234 [UNMSM / IIHS, Lima, 2004] 207
de la época. Herederos de la Ilustración y seguidores de la Constitución de Cádiz
de 1812, pugnan por que los principios de las grandes revoluciones del siglo XVIII
consten en la primera carta de la República.
Las discusiones se entremezclan con quienes quieren que la representatividad
no signifique mayores concesiones a la soberanía popular. Esto es, con aquellos
convencidos de que no hay condiciones para superar la vieja división virreinal
entre la república de indios y la de españoles.
Son los liberales inspirados en el Contrato Social los que vencen, pero sus
sueños distan mucho de la realidad. La Carta original no llega a regir un solo día,
pues sucumbe ante la exigencia del uso militar de concentrar el poder para derro-
tar al ejército realista.
En las primeras décadas del naciente Estado, más que hablar de partidos,
como quiere Távara, cabe más bien hablar de tendencias ideológicas. Se organi-
zan al igual que en Inglaterra desde el siglo XVII en el Parlamento, pero esta
entidad tiene una cronología accidentada y su poder es contrariado por el
caudillismo militar.
Los liberales trazan esfuerzos para consagrar su credo y quieren organizar
el Estado de acuerdo a los principios de la modernidad, primero en el 23, luego
en 1828 y 1834. Las guerras civiles y los conflictos internacionales socavan tal
propósito.
La falta de continuidad institucional del Congreso y el peso del caudillismo
evitan que el liberalismo ideológico prosiga su desarrollo hasta principios de la
segunda mitad del siglo XIX. Las ideas de los liberales de la independencia queda-
ron vigentes pese al rechazo del militarismo y las clases dominantes.
Domingo Elías organiza el «Club Progresista» en 1851 para enfrentarse a la
candidatura de Rufino Echenique y más adelante, Manuel Pardo funda la «So-
ciedad Independencia Electoral», que bajo la consigna de llevar a un civil al
poder, se convierte en el precedente del primer partido político moderno que se
funda en el Perú.
Pardo es la expresión de una naciente burguesía agraria y comercial que quie-
re modernizar el aparato estatal. Se propone organizar a los nuevos sectores so-
ciales que surgen con el incipiente capitalismo. Las posibilidades que ha abierto el
comercio internacional del guano requieren mejorar el nivel de la administración
pública.
El Partido Civil propone la «república práctica» y así pudo iniciar una nueva
fase en el proceso de afianzamiento del Estado republicano. La lucha interna lo
lleva al final de su mandato a designar como sucesor a otro militar, Mariano Igna-
cio Prado, cuya adhesión al liberalismo no fue suficiente para ocultar el desagrado
que la vuelta a los políticos de uniforme produjo.
Sus propias contradicciones y luego el desastre de la guerra con Chile, frustra-
ron la continuación del proyecto.
2 Fernando Tuesta le reconoce al candidato presidencial aprista 33% de votos. Ver T UESTA SOLDEVILLA:
Perú político en cifras. Fundación Friedrich Ebert, Lima 1994, p. 219.
3 Ídem : p. 207.
6 BOBBIO, Norberto; MATEUCCI , Nicola: Diccionario de política. Siglo XXI, Madrid. Tomo II, p.1365.
7 Alianza política entre Acción Popular, el PPC, el Movimiento Libertad y Solidaridad y Democracia
(SODE).
¿Por qué falló el sistema de partidos durante el siglo pasado? El siglo XIX trajo
consigo un sistema que tenía sus reglas. Los partidos de la «República Aristocrá-
tica» competían, se enfrentaban o se aliaban pero sobre todo, se sucedían en el
poder de acuerdo a las normas establecidas. Respetaban la Constitución aunque el
sufragio fuese restringido y gran parte de la población estuviese al margen del
sistema político.
En las ciudades la actividad política era mayor y en esa época Lima, Arequipa,
Trujillo, Cusco, Huancayo; tenían una importancia equivalente de la cual no esta-
ban muy distantes ciudades menores como Puno, Chiclayo o Piura. La diferencia
era más fuerte por el peso de las relaciones semifeudales con el campo serrano.
Pese a todo, durante 25 años el sistema funcionó, salvo la breve interrupción del
golpe contra Billinghurst. Hecho que no deja de ser significativo, pues en esencia
la oligarquía demostró hasta donde estaba dispuesta a tolerar el sesgo en las polí-
ticas sociales que el presidente demócrata quiso promover.
El balance del siglo señala que el autoritarismo y las dictaduras primaron entre
1914 y 1915, luego de 1919 a 1930, de 1932 a 1945, de 1948 a 1956, de 1962 a
1963, de 1968 a 1980 y de 1992 al año 2000. Es decir, durante 54 años hubo diez
gobiernos ilegítimos, todos ellos enemigos de los partidos políticos y de la vigencia
plena del constitucionalismo.
Rigieron cuatro constituciones, más nominales que reales. La de 1860 en cuyo
contexto funcionó el primer sistema de partidos, duró hasta 1920 en que Leguía
aprobó la suya. Esta sobrevivió lo que sus tres mandatos. La de 1933 no solo fue
excluyente con lo que se anuló a sí misma como expresión del consenso social, sino
que fue suspendida por las dictaduras que prefirieron gobernar con decretos de emer-
gencia, «leyes de seguridad interior» o «estatutos revolucionarios». Apenas tuvo
vigencia plena entre 1945 y 1948 y de 1956 a 1968. Esto quiere decir que hasta su
reemplazo en 1979, durante sus 46 años de existencia formal, apenas rigió 14 años.
Esto explica la precariedad de las instituciones republicanas. Varias de las
concebidas en 1933, como los concejos departamentales o el Senado funcional,
jamás se hicieron realidad. Las elecciones municipales fueron suprimidas desde
fines del siglo XIX y no fueron convocadas de nuevo hasta 1963.
El sistema político no pudo alcanzar «un grado de autonomía estructural, de
complejidad interna y división del trabajo» como propone Anna Oppo. 8 Es decir, no
se dieron las condiciones que hubiesen permitido el proceso adecuado en la forma-
ción de las decisiones políticas. No se gestó la relación de reciprocidad necesaria
entre las instituciones del sistema y la ciudadanía expresada mediante las fuerzas
políticas.
12 CHÁVEZ MOLINA, Juan: Mis votos singulares. Editorial Horizonte, Lima 2000, pp.105-108.
13 Constitución Política del Perú . El Peruano, Lima 1993, artículo 35.
14 Reelección presidencial y derecho de referéndum . Varios autores. Foro Democrático, Lima 1997.
15 La ley exige para este caso el 10% de firmas de los inscritos en el padrón electoral.
16 La ley electoral vigente entonces exigía el 5% de firmas del padrón electoral para reconocer a un
partido.
24 MICHELS, Robert: Los partidos políticos. Amorrortu, Buenos Aires 1973. Tomo II, p. 189.
25 Este es otro de los males que han traído las dictaduras, la permanente remoción del personal estatal
en función de los favores del gobernante de turno, lo que acabó por desaparecer la carrera pública.
28 Ídem : p. 281.
29 Ídem : p. 287.
30 Ídem : p. 288.
El balance de la historia de Occidente nos permite ver que los partidos evoluciona-
ron desde las facciones que se despedazaban en la lucha por el poder hasta el
reconocimiento de que la división, el conflicto y la oposición se dan dentro de un
cuerpo político,31 lo que lleva a la necesidad de reconocer reglas para resolver la
competencia y garantizar la convivencia. Esto ha llevado a plantear el asunto de la
relación entre la sociedad civil y los partidos, en la evolución que ha tenido la
vinculación entre la sociedad y el Estado.
En la acepción más generalizada, la sociedad civil es el lugar donde se desa-
rrollan las relaciones y los conflictos económicos, sociales o ideológicos, que las
instituciones públicas deben canalizar y resolver. Según Bobbio, los sujetos de es-
tos conflictos son «las clases sociales o más ampliamente, los grupos, los movi-
36 El Partido Comunista del Perú Patria Roja es el de mayor peso electoral (3% de votos en las
elecciones regionales) y compite con el PCP, de antigua orientación pro soviética, por el control de
los sindicatos más organizados.