Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
La Acción de Amparo PDF
La Acción de Amparo PDF
amparo
Derecho
Procesal IV
(Procesal Público)
La acción de amparo
Introducción: los orígenes del amparo.
La acción de amparo tiene su génesis en el derecho comparado y en especialmente en México en
184113, país de donde surgió dicho instituto como un mecanismo operativo para la defensa de
derechos supremos14 de los ciudadanos protegidos por la Ley Fundamental. Su eficacia protectora
y su fuerza expansiva provocaron a posteriori la propagación de este medio de tutela por varios
países de Latinoamérica15.
En la República Argentina y dentro de ámbito federal, ésta garantía ha tenido un origen de neto
corte jurisprudencial frente al reconocimiento de los tribunales ante los pedidos formulados por los
particulares quienes veían avasallados sus derechos constitucionales por parte de las personas
públicas o privadas.
Sin embargo, frente a la falta de respaldo legal y constitucional expreso la Corte Suprema de
Justicia de la Nación desconoció sistemáticamente al amparo como mecanismo de protección de
derechos fundamentales hasta diciembre de 1957, como lo veremos en el punto siguiente. Esa
postura del Alto Tribunal explicitada en sus sentencias encontraba apoyatura en dos principios
básicos: En primer lugar, en que el habeas corpus -que hallaba sustento normativo en el Art. 18
de la C.N.-, sólo tenía por objeto la protección de la libertad física contra la detención ilegal o
arbitraria y en segundo lugar, que fuera de dicho remedio no existía en el ámbito federal otra
herramienta procesal que ampare el ejercicio de los demás derechos constitucionales 16.
El primer precedente de estas características lo resolvió el Alto Tribunal en 1899 en la causa
“Bochar”17 al rechazar el planteo mediante el cual se cuestionaba el alojamiento de indígenas en
establecimientos del Ministerio de Justicia e Instrucción Pública, respecto de los cuales el
13
Cfr. MANILI, Pablo Luis, “Introducción al derecho procesal constitucional”, AA.VV. Derecho procesal
constitucional, (Pablo L. Manili, coord.), Buenos Aires, Edit. Universidad, 2005, 1ª Ed., pág. 25.
14
Tal como lo destaca Augusto Morello, en México promediando los años 1950 “un detenido era arrastrado
por las calles de la ciudad de México por algunos esbirros que lo llevaban a la cárcel. Al escuchar voces que
venían desde lo alto la víctima levantó la vista y vio en un balcón que conversaba con el dueño de casa un
magistrado del Poder Judicial. sólo atinó a pronunciar una palabra clave y definitoria: ampárame” (“El
amparo. Garantía fuerte. Hacia una interpretación funcional”, Supl. Der. Constitucional, L.L., 28/10/07, pág.
15 y ss)
15
Entres esos países puede enumerarse a Uruguay, Costa Rica, Brasil, Perú, Paraguay, Colombia, Bolivia,
Chile, Ecuador, Venezuela, Guatemala, Nicaragua, El Salvador, Panamá, entre otros.
16
Cfr. LINARES QUINTANA, Segundo V., Acción de amparo, Estudio comparado con el juicio de amparo en
México y el mandato de seguridad del Brasil, Buenos Aires, Editorial Bibliográfica Argentina, 1960, pág. 13.
17
Fallos, 81:246, “Bochar” (1899).
defensor de menores había celebrado un contrato de locación de servicios, criterio que siguió
luego en fallos posteriores.
La causa “San Miguel”18 constituye un importante mojón en la historia del amparo argentino, pues
el contenido del voto minoritario de esa sentencia abre la puerta constitucional a dicho remedio.
Frente a la decisión por medio de la cual se había dispuesto la clausura de un diario de propiedad
del actor -al igual que acontecerá luego en “Siri” pero en circunstancias totalmente opuestas
desde el punto de vista político19-, la Corte resolvió desestimar el planteo del accionante
apoyándose para ello en el argumento según el cual, el amparo no existía en el sistema federal
argentino y que el habeas corpus no permitía la protección de derechos distintos al de la libertad
física.
Sin embargo, la semilla del amparo la va a sembrar el juez Casares en el voto disidente emitido en
esa causa al admitir la procedencia del planteo efectuado por el actor. A tal efecto, dicho
magistrado fundamentó su posición en que “la realidad concreta de los derechos está
condicionada por la existencia de garantías efectivas para su ejercicio” razón por la cual, entendió
que la vía escogida resultaba idónea para neutralizar los efectos de la decisión por la cual se
afectaban los derechos de publicar y trabajar.
18
Fallos, 216:606 (1950)
19
Cfr. IBARLUCIA, Emilio A., “El nacimiento del amparo. El caso Siri y sus protagonistas”, Supl. Der.
Constitucional, L.L., 28/10/07.
20
Cfr. BADENI, Gregorio, Reforma constitucional e instituciones políticas, Buenos Aires, Ad-Hoc, 1994, pág.
232.
21
J.A., 1958-II-476, con nota de Roberto Repetto, Fallos, 239:459.
22
Fallos, 241:291.
del habeas corpus- cuando éstos resultaban vulnerados o puestos en peligro por el actuar del
propio Estado o de los particulares.
En la primera de las causas citadas, el amparo fue promovido por un ex legislador que dirigía un
diario en la ciudad de Mercedes, provincia de Buenos Aires; acción que tenía por objeto
cuestionar la clausura que se había dispuesto por el gobierno de la Revolución Libertadora sobre
el medio periodístico del actor sin explicitarse fundamentación alguna, violando así su libertad de
expresión. A partir de esos antecedentes fácticos, el actor recurrió a los tribunales para solicitar al
Poder Judicial ordene la reapertura del aludido matutino. El planteo, fue denegado en primera y
segunda instancia con fundamento en que su pretensión no encuadraba en la figura del habeas
corpus.
La Corte con fundamento en el Art. 33 de la C.N.23, y pronunciándose acerca de la operatividad
del capítulo inicial de la Carta Magna, produjo un golpe de timón jurisprudencial al señalar que
bastaba la comprobación inmediata de la violación del derecho constitucional para que el mismo
sea restablecido, sin que pudiera alegarse la inexistencia de una ley que reglamente la garantía
del amparo, para agregar a continuación que “las garantías individuales existen y protegen a los
individuos por el solo hecho de estar consagradas en la Constitución e independientemente de las
leyes reglamentarias”.
El año siguiente, al resolver la causa “Kot”, el Alto Tribunal extendió la garantía del amparo contra
actos de particulares al considerar que la distinción del sujeto pasivo de la demanda “ no es
esencial a los fines de la protección constitucional”. En el caso, se trataba de una disputa salarial
entre sujetos privados suscitado por la toma de la fábrica textil de propiedad del actor por sus
trabajadores, con la consiguiente paralización de la actividad.
A pesar de tratarse de un conflicto entre privados, el Máximo Tribunal al descular los recaudos
que debía reunir la pretensión incoada estableció algunos de suma relevancia que se mantienen
hasta la actualidad.
En primer lugar, debe apuntarse que con esa sentencia nace la exigencia del carácter manifiesto
del acto u omisión que se cuestiona por vía de amparo y la consiguiente limitación probatoria de
este instituto.
En segundo término, aquí la Corte sienta el criterio por el cual va a juzgar la vinculación del
amparo con las otras vías de tutela; señalando a tal efecto que esa acción será procedente
23
Dicha norma constitucional garantiza los derechos implícitos señalando que “Las declaraciones, derechos
y garantías que enumera la Constitución no serán entendidos como negación de otros derechos y garantías
no enumerados; pero que nacen del principio de la soberanía del pueblo y de la forma republicana de
gobierno”.
únicamente cuando la remisión de la cuestión objeto de debate a las vías ordinarias -sean éstas
administrativas o judiciales- pudiera causar un daño grave e irreparable al interesado.
A partir de éste punta pie jurisprudencial, el amparo se erigió en el curso procesal preponderante
para que los ciudadanos pudieran lograr una inmediata protección de sus derechos
constitucionales supremos, aún frente a la carencia de respaldo normativo explícito.
Empero, a pesar del sentido amplio con el que fue concebido dicho medio de tutela en su origen,
el cimero Tribunal ante la inmensa cantidad de amparos que comenzaron a promoverse por los
ciudadanos por los más variados motivos, fue procurando restringir las posibilidades de acceso a
esa herramienta. La mejor demostración de ello, es que hasta la sanción de la Ley de Amparo en
1966, había resuelto 130 casos de acciones de amparo haciendo lugar sólo a tres de ellas24.
24
Cfr. SAGÜES, N., Derecho Procesal Constitucional, op. cit., pág. 48.
25
B.O. 20/10/1966.
26
Cfr. BIANCHI, Alberto B., “La acción de amparo y los límites de la potestad revocatoria de la
administración pública”, E.D., 108:592.
5) La demanda no hubiere sido presentada dentro de los quince días hábiles a partir de la
fecha en que el acto fue ejecutado o debió producirse.
Cabe poner de resalto, que esa reglamentación, sólo reguló el amparo contra autoridades públicas
y no contra particulares que luego en 1968 mediante el dictado de la Ley 17.45427, fue incorporado
en el Art. 321 Inc. 2º del Código Procesal Civil de la Nación donde recibió regulación como
proceso sumarísimo.
A pesar del afán restrictivo perseguido por aquel cuerpo normativo los tribunales y la Corte
Suprema más específicamente a través de sus pronunciamientos, fueron neutralizando el
propósito de la Ley 16.986 y por consiguiente, admitiendo los amparos al interpretar ampliamente
sus preceptos.
27
B.O. 07/11/1967.
28
Véase: Debate del dictamen de la Comisión de redacción en el despacho en mayoría y minoría originado
en la comisión de nuevos derechos y garantías de la Asamblea General Constituyente de 1994 (Orden del
día nº 9)
29
Criterio establecido en Fallos, 310:576 y que será abordado más adelante.
30
Cfr. GELLI, María Angélica “La silueta del amparo después de la reforma constitucional”, L.L., 1995-E,
978.
31
No debe soslayarse, que también se normaron los aspectos relativos al amparo colectivo, su legitimación
y se explicitó la garantía del habeas data y el habeas corpus.
e) Hace extensivo el amparo a los particulares.
32
En tal sentido, la Declaración Americana de los Derechos Humanos y Deberes del Hombre en su Art.
XVIII hace referencia a un procedimiento sencillo y rápido por el cual la justicia lo ampare contra los actos
de autoridad que violen, en perjuicio suyo, algunos de sus derechos fundamentales consagrados
constitucionalmente. En sentido similar, el Art. 8 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, en su
Art. 8º establece el derecho a un “recuso efectivo” con el mismo objeto y el Art. 25 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos contempla el mismo derecho estableciendo que ese recurso debe ser
rápido.
33
GELLI, María Angélica, Constitución de la Nación Argentina, comentada y concordada, 2ª edición
ampliada y actualizada, La Ley, Buenos Aires, 2003, pág. 237.
34
Precedente dictado por el aludido tribunal internacional con fecha 28 de noviembre de 2002.
35
Cfr. GELLI, María Angélica, “Matices de la legitimación, el agravio y el interés del Estado por su
responsabilidad internacional en materia de derechos humanos”, E.D. Supl. de Derecho Constitucional,
17/04/2001.
Dentro del ámbito del amparo el Art. 3º de la Ley 16.986 le permite al juez rechazar in limine, es
decir, sin sustanciación, la acción cuando fuera manifiestamente inadmisible. Esa cuestión debe
ser valorada con criterio restrictivo por parte del juez y en caso de duda debe darse trámite a la
acción y declararla admisible.
Una vez que la demanda interpuesta ha sido admitida, el juez debe requerir a la persona pública o
privada demandada un informe circunstanciado acerca de los antecedentes y fundamento de la
decisión que se cuestiona, el que deberá ser evacuado dentro del plazo prudencial que fije. La
omisión del pedido de informe es causa de nulidad del proceso.
En esa oportunidad, el demandado debe ofrecer la prueba en la cual sustente sus dichos, con las
mismas limitaciones que el actor.
Una vez que se ha cumplimentado con el informe o fenecido el plazo otorgado para su
presentación se ordenará su producción de la prueba. Si no se ha ofrecido se dictará sentencia
fundada, concediendo o denegando el amparo.
El Art. 12 prescribe que la sentencia que admita la acción deberá contener:
a) La mención concreta de la autoridad contra cuya resolución, acto u omisión se concede el
amparo;
b) La determinación precisa de la conducta a cumplir, con las especificaciones necesarias
para su debida ejecución;
c) El plazo para el cumplimiento de lo resuelto.
36
Cfr. SAGÜES, N., Derecho procesal constitucional, op. cit., pág. 477; BADENI, Gregorio, Reforma
constitucional... op. cit., pág. 237.
37
Cfr. SALGADO, A.J. y VERDAGUER, A.C., Juicio de amparo..., op. cit. pág. 203; RIVAS, Adolfo A., El
amparo, op. cit., pág. 611.
y no exista otra vía pronta y eficaz para evitar un grave daño, la persona afectada puede pedir el
amparo a los jueces en la forma que determine la ley”.
Como se sabe, el dictado de la normativa procesal no fue una materia delegada a la Nación como
sí aconteció con los códigos de fondo (Art. 75 Inc. 12 de la C.N.) con lo cual, cada Estado
provincial se encuentra habilitado para legislar en materia de amparo. Sin embargo, la reforma
constitucional de 1994 al incorporar a ese remedio en el Art. 43 ha modificado sustancialmente las
normativas provinciales que regulan el instituto del amparo en tanto aquellas no pueden ofrecer
menor protección que la Ley Fundamental.
Por otro lado, la incorporación de los tratados internacionales por vía del Art. 75 Inc. 22 de la C.N.;
cuyos principios son aplicables a las provincias, también ha contribuido a delinear este mecanismo
de tutela jurisdiccional de los derechos constitucionales por la consagración del derecho a la tutela
judicial efectiva.
Cabe destacar que en el ámbito de la Provincia de Córdoba Ley 491538 contiene la
reglamentación de la acción de amparo. Atento que la misma coincide prácticamente en todos sus
aspectos con la Ley 16.986, remitimos a las consideraciones generales en honor a la brevedad.
38
B.O. 20/01/1967.
39
Esa tendencia jurisprudencial, obedecía al criterio establecido por la Corte Suprema en la causa
“Aserradero Clipper S.R.L.”Fallos 249:221, (1961)
Esa postura contraria al control de constitucionalidad obtuvo respaldo legal con la sanción de la
ley reglamentaria del amparo, fue dejada de lado por la Corte Suprema al resolver la causa
“Outon”40 en donde si bien no se declaró la inconstitucionalidad de dicha disposición de la ley de
amparo sino que opinó que el citado precepto debía “ser interpretado como el medio razonable
concebido para evitar que la acción de amparo sea utilizada caprichosamente con el propósito de
obstaculizar la efectiva vigencia de las leyes y reglamentos dictados en virtud de lo que la
Constitución dispone; pero no como un medio tendiente a impedir que se cumplan los fines
perseguidos por la misma ley 16.986, cuando el acto de autoridad arbitrario se fundamenta en
normas que resultan palmariamente contrarias al espíritu y a la letra de la ley de las leyes”. Pues
una interpretación rigurosa de la norma citada “equivaldría a destruir la esencia misma de la
institución [amparista], que ha sido inspirada por el propósito definido de salvaguardar los
derechos sustanciales de la persona, cuando no existe otro medio eficaz al efecto”.
En esa oportunidad, la Corte luego de reiterar el principio según el cual no cabía la declaración de
inconstitucionalidad en el ámbito del amparo, señaló que el mismo “no puede reputarse absoluto.
Regirá, sin duda en la gran mayoría de los casos. Más aún cuando las disposiciones de una ley,
decreto u ordenanza, resultan claramente violatorias de alguno de los derechos humanos, la
existencia de reglamentación no puede constituir obstáculo para que se restablezca de inmediato
a la persona en el goce de la garantía fundamental vulnerada”.
Esa secuencia jurisprudencial finaliza en 1990 con la resolución del caso “Peralta” 41, en donde el
Alto tribunal expresó que el amparo cuyo objeto consista en la protección de los derechos
constitucionales “no puede recibir un límite legal que impida su finalidad esencial cuando ésta
requiere que se alcance la cima de la función judicial, como es el control de constitucionalidad de
las normas infraconstitucionales”. En virtud de ello, señaló que el Art. 2º Inc. d) de la ley 16.986
“halla su quicio constitucional en tanto se admita el debate de inconstitucionalidad en el ámbito del
proceso de amparo, cuando en el momento de dictar sentencia se pudiese establecer si las
decisiones impugnadas resultan o no clara, palmaria o manifiestamente violatorias de las
garantías constitucionales que este remedio tiende a proteger”.
b) La reforma constitucional de 1994 va a cerrar definitivamente la discusión sobre el punto en
tanto el Art. 43 de la C.N. va a contener la autorización para el control de constitucionalidad dentro
de dicho remedio urgente
40
Fallos, 267:215 (1967)
41
Fallos, 313:1513, “Peralta” (1990)
Plazo de caducidad. Como ya lo hemos manifestado42, el Art. 2, Inc. e) de la ley 16.98643 regula
lo concerniente al plazo de caducidad para promover acción de amparo. Así, dicho precepto legal,
determina la inadmisibilidad de aquel cauce de tutela constitucional cuando “ la demanda no
hubiese sido presentada dentro de los quince días hábiles a partir de la fecha en que el acto fue
ejecutado o debió producirse”.
Evidentemente, la razón de ser de tal exigencia, posee íntima vinculación, con el objeto del
amparo, habida cuenta que a través de esa acción se persigue la restitución inmediata del orden
constitucional vulnerado por un acto u omisión de autoridad pública o de un particular 44. Ante ello,
resulta lógico, como lo destaca Rivas45, que la petición de amparo deba hacerse rápidamente o de
manera urgente ya que, una conducta diferente, puede hacer presumir el desinterés del
afectado46.
Como dijimos, la incorporación del amparo al texto constitucional, ha provocado divergencias
doctrinarias y jurisprudenciales, sobre la vigencia o no del precepto legal, cuyo contenido
prescribe un plazo de caducidad de quince días para promover el amparo.
Desde el plano doctrinal, se han proclamado diferentes opiniones sobre el punto bajo análisis. Así,
para un sector47 el mentado plazo mantiene su vigencia a pesar de la reforma de la Carta Magna.
Para otro sector, en cambio, la ley 16.986 ha quedado derogada en tal aspecto48.
Ya desde el ámbito jurisprudencial, la mayoría de los tribunales, han mantenido, con algunas
variantes, el criterio según el cual el mentado plazo de caducidad, continúa vigente, pero se
evidencia la tendencia a una mayor amplitud en los criterios interpretativos49.
42
Cfr. BUTELER, Alfonso, “El plazo de caducidad del amparo frente a la impugnación de actos
administrativos”, Doctrina Judicial, La Ley, 14/06/2006, pago. 456 y ss.
43
Adla, XXVI-C, 1491.
44
Sobre el punto, el maestro Fiorini señalaba, haciendo referencia al amparo que “La urgencia en el
restablecimiento de los derechos humanos es el sustento de su razón de existencia”. (FIORINI, Bartolomé
A., “Acción de amparo. Graves limitaciones e incongruencias que la desnaturalizan”, LA LEY, t. 124, pág.
1361, esp. pág. 1363)
45
RIVAS, Adolfo A., “Vigencia constitucional y derogación de la ley 16.986”, J.A., 1996-III-46.
46
Sagües, por su parte, señala que “Si el afectado dilata la articulación del amparo, ello quiere a todas luces
significar que no estaba apurado para plantearlo”. (SAGUES, Néstor P., “El plazo de caducidad de la ley de
amparo ante la reforma constitucional”, J.A., 2000-II-65) Por su parte, Gozaíni ha destacado que la finalidad
de la norma es la de otorgar firmeza a los actos y asegurar la consolidación jurídica con su consecuente
vigencia. (Cfr. GOZAINI, Osvaldo Alfredo, “El derecho de amparo creado por la Constitución Nacional”, LA
LEY, 1995-E, 1112, esp. pág. 1125)
47
DE LAS CARRERAS, Francisco, “El derecho constitucional de amparo, la acción de amparo y las normas
de procedimiento”, E.D., 182:1571.
48
Cfr. ZAVALA DE GONZALEZ, Matilde, “Doctrina Judicial. Solución de casos 2”, Córdoba, Alveroni
Ediciones, 1997, pág. 31.
En esta corriente, se inscribe el pronunciamiento de la C.S.J.N. in re "Video Club Dreams” 50 dado
que, en dicha causa, no se descartó la operatividad de aquel plazo luego de la reforma
constitucional de 1994, dejándose condicionada su aplicación a las circunstancias particulares
emergentes de cada caso, las que deben ser valoradas por el juez de grado, al momento de
admitir la demanda.
Por su parte, la Cámara Nacional Civil, en pleno, in re “Capizzano de Galdi”51 sentó el criterio de
que, a pesar de la incorporación de la cláusula de amparo a la Constitución, mantiene su vigencia
el Art. 2° Inc. e) de la ley 16.986.
Entonces, sobre el punto, puede concluirse que continúa vigente el plazo de caducidad pero se
aprecia, tanto en la doctrina como en la jurisprudencia, una ampliación en los criterios
interpretativos al momento de computar el inicio del mismo y la necesidad de compatibilizar dicho
precepto legal con el derecho a la tutela judicial efectiva.
Jurisprudencia actual
En este punto debe tenerse presente la jurisprudencia citada en los puntos anteriores en materia
de acción de amparo. Para ampliar pueden verse los Capítulos II y III de la bibliografía básica.
49
Cfr. VALLEFIN, Carlos, “El Amparo: desde la Constitución a la jurisprudencia (Un repaso de las
principales decisiones judiciales y el debate sobre la necesidad o no de una nueva reglamentación)”, J.A.,
1997-II-1063, esp. pág. 1070.
50
C.S.J.N., 06/06/95, “Video Club Dreams”, cit.
51
C.N.Civ., 03/09/99, “Capizzano de Galdi, Concepción c. IOS”, LA LEY., 1999 -E-401.
Bibliografías de referencia
Orgaz, J., Montesi, G., Ávalos, E. & Villafañe, L. (2004). Derecho Procesal Administrativo. Tomo
II. Córdoba: Alveroni Ediciones.
Manili, P. L. & otros. (2005). Derecho Procesal constitucional. Buenos Aires: Editorial
Universidad.