Está en la página 1de 8

Físicamente activo y Cognición.

Sattelmair y Ratey

Physically Active Play and Cognition


An Academic Matter?
Jacob Sattelmair and John J. Ratey
American Journal of PLAY • Winter 2009 pag 365-374

Los autores discuten la evidencia creciente de que la actividad física intensa, no sólo es saludable para
los estudiantes sino que mejora su rendimiento académico. Basado en esta investigación, argumentan
que las escuelas en los Estados Unidos han de dejar de eliminar los programas de educación física bajo
las presiones políticas actuales por dar mayor importancia a los temas académicos, y en su lugar,
reformar la educación física tradicional. La educación física moderna debe alejarse de un enfoque en
deportes competitivos a otro que emplee una amplia gama de juegos que implican actividad física
intensa para todos los estudiantes.

Resumen elaborado por la Fundación Fluir.

Hay un gran debate tanto en la bibliografía sobre el juego como en el discurso público,
sobre el papel de la actividad física en el desarrollo saludable del niño. Aprendizaje,
memoria, concentración y estado de ánimo tienen una incidencia significativa en el
rendimiento académico del estudiante y hay pruebas crecientes de que la actividad física
mejora cada uno de ellos. Por otra parte, dado que los niños y los adolescentes se
enganchan a practicar una actividad física a través de juegos que principalmente requieren
esfuerzo físico, una evaluación de la relación entre la actividad física, la cognición y el
rendimiento académico nos ayuda a apreciar mejor el papel del juego en el desarrollo
saludable del niño.

El potencial de la actividad física para reducir la obesidad infantil y los riesgos


relacionados con la salud a menudo se ha discutido en foros científicos y públicos. La
evidencia de que el ejercicio también puede mejorar el desarrollo cognitivo y el rendimiento
académico proporciona una razón más para promover la actividad física entre los
estudiantes. Más específicamente, se argumenta la necesidad de educación física de
calidad en las escuelas, ya que permite que todos los estudiantes participen en la actividad
física regular. Aunque la bibliografía en el campo de estudio llamado de educación física
distingue entre educación física, actividad física y juego, en este artículo, concebimos la
educación física como un área en el que los estudiantes tienen la oportunidad de participar
en actividades físicas. Una buena parte de esta actividad consideramos que es juego con un
esfuerzo físico considerable.

La evidencia que apoya los beneficios del ejercicio para el cerebro ha ido en aumento
en los campos académicos relacionados con el objeto de la ciencia molecular, la ciencia
cognitiva, en la ciencia del comportamiento, en los sistemas de la neurociencia y la

Pag 1
Físicamente activo y Cognición. Sattelmair y Ratey

psicología. En este artículo presentamos los resultados incipientes en relación a los efectos
de la actividad física, tanto dentro como fuera del contexto de la educación física, en las
capacidades cognitivas de los alumnos y el rendimiento académico. A continuación,
introducimos un modelo moderno de educación física, uno que hace hincapié en el ejercicio
regular, con requerimientos en lo cognitivo, social y aeróbico, y uno que también ofrece
oportunidades a los estudiantes para que participen en juegos que requieren un esfuerzo
físico considerable. A continuación describimos los resultados preliminares de las escuelas
donde se ha implementado este nuevo modelo.

Visión general: actividad física, juego físicamente exigente y el cerebro.

La actividad física representa un estrés fisiológico en el cerebro que, cuando se


equilibra con la recuperación, promueve la adaptación y el crecimiento, preserva la función
del cerebro y da capacidad al cerebro para responder a los retos del futuro (Mattson 2004).
La actividad física ha demostrado que mejora el aprendizaje y la memoria en los animales
(Vaynman 2004) y que retrasa o previene el declive cognitivo en las personas de edad
avanzada (Kramer 2004). Los estudios demuestran que el ejercicio beneficia el aprendizaje,
la memoria y la capacidad cognitiva de muchas maneras. Las investigaciones en animales
sugieren que el ejercicio aumenta la plasticidad estructural y vascular (o modificaciones
adaptativas del cerebro), aumenta la actividad cerebral, y modula importantes sistemas de
neurotransmisores. La actividad aeróbica también estimula la liberación de factores de
crecimiento neuronal (moléculas que ayudan a las neuronas a sobrevivir y prosperar),
promueve la plasticidad sináptica y la potenciación a largo plazo (cambios dinámicos de las
conexiones entre las neuronas), y estimula el crecimiento de nuevas neuronas en el
hipocampo (zona del cerebro principalmente involucrada en el aprendizaje y la memoria)
(Hillman 2008).

Teorías emergentes sugieren que, de manera similar, el juego facilita el desarrollo


cognitivo saludable mediante la estimulación de la maduración del lóbulo frontal, por el alivio
de los síntomas del Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) (como la
impulsividad), y por el fomento de una mente más prosocial a través de la maduración de la
inhibición del comportamiento (Panksepp 2003, 2007, 2008). Por lo tanto, los juegos con un
esfuerzo físico considerable reúnen los beneficios neurales de ejercicio y juego, al
proporcionar una estimulación física, social e intelectual de forma simultánea. Esta sinergia
de los estímulos crea un reto positivo o estrés en el cerebro, que a su vez hace que el
cerebro se adapte, dando lugar a un desarrollo cognitivo saludable. En este sentido, el juego
con un esfuerzo físico considerable constituye un ambiente/entorno enriquecido, que implica
la actividad física, la interacción social y estímulos nuevos (o intelectuales).

La investigación con roedores, así como con los seres humanos de edad avanzada,
muestra que un ambiente enriquecido estimula la neuroplasticidad, mejora la cognición
(aprendizaje y memoria), y evita el deterioro cognitivo con la edad (Bruel-Jungerman 2005;
Lewis 2004; Mora 2007). En la educación escolar, el recreo y la educación física permiten y
alientan a los niños a ser activos y jugar, lo que significa que son un buen escenario para un
ambiente enriquecido.

Pag 2
Físicamente activo y Cognición. Sattelmair y Ratey

Actividad física y capacidad cognitiva en los estudiantes

La evidencia apoya en general una relación positiva entre los niveles de actividad
física, condición física y la capacidad cognitiva de los jóvenes. Sibley et al. (2003) realizaron
un meta-análisis que muestra una correlación positiva entre la actividad física y siete
categorías de rendimiento cognitivo (habilidades de percepción, el coeficiente de
inteligencia, los logros, las pruebas de lenguaje, las pruebas de matemáticas, el nivel de
desarrollo/la preparación académica, y otros) entre los niños en edad escolar. Más
recientemente, la condición física se asoció positivamente con las medidas de la función
cognitiva entre los niños pre-adolescentes (Buck 2008). Sin embargo, se encontró que la
actividad física no guarda relación con varios componentes de la función cognitiva en los
adultos jóvenes.

Actividad física, Condición física y Rendimiento académico

La actividad física y la aptitud física se han relacionado directamente con mejores


resultados académicos. Un estudio transversal de niños en edad escolar en Islandia reveló
que, combinados, índice de masa corporal y actividad física explican hasta un 24 por ciento
de la varianza en el rendimiento académico (Sigfusdottir 2007). Otro estudio de corte
transversal que involucra a ocho mil escolares encontró que las calificaciones académicas
se correlacionaban significativamente con los niveles de ejercicio y con el desempeño en
pruebas de aptitud física (Dwyer, 2001). Un estudio transversal realizado en 2002 por el
Departamento de Educación de California demostró una fuerte asociación entre la condición
física y el rendimiento académico (CDE, 2005). Utilizando el Fitnessgram, una medida de
seis facetas de la condición física general, y las calificaciones de los estudiantes en el SAT-
9, pruebas académicas estandarizadas del estado, cerca de un millón de estudiantes de
quinto, séptimo y noveno1 grado fueron evaluados. Los investigadores encontraron
consistentemente que los estudiantes con mayores niveles de aptitud física puntuaron más
alto en el SAT-9. Se observó una relación lineal positiva entre el número de estándares de
aptitud física y el logro de resultados de exámenes estandarizados. Este resultado se obtuvo
tanto en niños como en niñas en matemáticas y lectura, pero fue más pronunciado en las
matemáticas. Un pequeño estudio de seguimiento (Castelli 2007) replicó este hallazgo. La
aptitud física - y capacidad aeróbica en particular- se relacionaban positivamente con las
puntuaciones de los tests en matemáticas y lectura, mientras que el índice de masa corporal
se relacionaba inversamente con las puntuaciones. Aunque estos estudios demostraron de
manera consistente una fuerte asociación entre la actividad y la aptitud física y el
rendimiento académico, debido a la naturaleza transversal de sus diseños no permiten inferir
que la actividad física o aptitud física sean las causas de por sí de mayor rendimiento
académico.

1
Quinto grado equivale a 5ª de primaria del sistema educativo español, séptimo y noveno a 1º y 3º de la ESO.

Pag 3
Físicamente activo y Cognición. Sattelmair y Ratey

Educación física y Rendimiento académico

La educación física en las escuelas representa una oportunidad ventajosa para


promover la actividad física entre la población de niños en edad escolar. Varios estudios han
evaluado la relación entre la educación física y el rendimiento académico. Ahamed et al.
(2002) encontraron que tras una intervención de actividad física en una escuela Canadá, de
16 meses de duración, no aumentaron ni disminuyeron las puntuaciones de las pruebas
estandarizadas en comparación con el grupo de escuelas de control. Añadir educación física
a los planes de estudio se ha relacionado previamente con modestas mejoras en el
rendimiento académico (Dwyer, 1983; Sallis, 1999; Dishman 2000). Sin embargo, Shephard
et al. (1997) encontraron que una reducción de 240 minutos por semana de tiempo de la
clase académica, que fue reemplazado por un mayor tiempo para la educación física, llevó a
mayores puntuaciones en los exámenes estandarizados de matemáticas. En un análisis
longitudinal llevado a cabo por los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades
de los EEUU (Carlson 2008) encontraron que los informes de los profesores estimaban que
el tiempo dedicado por los estudiantes a la educación física se relacionaba con un mayor
rendimiento académico en las niñas, pero no en los varones. En una revisión de la actividad
física y los resultados académicos de los niños en edad escolar, el autor concluyó que "hay
evidencias para sugerir que los beneficios cognitivos a corto plazo gracias a la actividad
física durante la jornada escolar compensan adecuadamente el tiempo pasado fuera de
otras áreas académicas" (Taras 2005, 218). Asimismo, otro estudio reciente afirma que,
como mínimo, el tiempo dedicado a la educación física no perjudica el rendimiento
académico y puede incluso conducir a una mejora (Hillman 2008).

Por otro lado, un reciente estudio de una intervención en escuela encontró que añadir
la educación física a los planes de estudio no mejoró las calificaciones o resultados de
exámenes estandarizados. En su lugar, la realización de ejercicio vigoroso fuera de la
escuela sí que fue un factor predictivo positivo de las puntuaciones académicas.
Curiosamente, las clases de educación física bajo estudio incluían, en promedio, sólo
diecinueve minutos de actividad física vigorosa en una clase de cincuenta y cinco minutos
(Coe 2006). Los autores sugieren que lograr unos niveles de actividad en la clase de
educación física lo suficientemente altos como para cumplir con los estándares
recomendados por la actividad de los niños afectará positivamente a los resultados
académicos, mientras que los niveles inferiores, como los observados en este estudio,
ofrecen pocos beneficios.
Es evidente que la calidad de la educación física es de vital importancia para los
resultados cognitivos y académicos. La actividad física predice un mayor rendimiento
académico, pero la educación física con un nivel insuficiente de la actividad no lo hace. Esto
sugiere que los estudios sobre la relación entre la educación física y los resultados
académicos se han visto limitados por la calidad de los programas bajo estudio. Por lo tanto,
es probable que el beneficio potencial académico de la educación física diaria de calidad ha
sido subestimado. La investigación animal y humana apoya principalmente la importancia de
la actividad aeróbica para mejorar la función cognitiva. Las clases de educación física que
no alientan la suficiente duración e intensidad de la actividad aeróbica es poco probable que
lleven a mejoras notables en la aptitud física, la salud, control de peso o logro académico.

Pag 4
Físicamente activo y Cognición. Sattelmair y Ratey

La nueva educación física

En los últimos años, las restricciones presupuestarias y la presión para aumentar el


tiempo de clase dedicada a los programas para mejorar las calificaciones de pruebas
académicas ha llevado a muchas escuelas a reducir o eliminar los requisitos de educación
física. Estas reducciones se han hecho fácilmente ya que los tradicionales programas de
educación física no mejoraban efectivamente la salud y la aptitud de los estudiantes, y
mucho menos su rendimiento académico. La educación física tradicional da una importancia
notoria a los deportes competitivos en lugar de a la actividad física. Tales programas
marginan a los estudiantes que no son atletas y no ofrecen suficientes oportunidades para
que todos los estudiantes realicen ejercicios aeróbicos. No es de extrañar que la educación
física se haya convertido en algo prescindible.
No abogamos por un retorno a la educación física tradicional. Sin embargo, somos
fervorosos partidarios de un programa de educación física que de importancia a actividades
que exigen en lo cognitivo, social y aeróbico a diario, que se centra en el progreso personal
y actividades de capacidad física continuas fomentando los juegos que requieren un
esfuerzo físico considerable y que sean participativos, desafiantes y divertidos para los
estudiantes. Este tipo de educación física puede aumentar los niveles de actividad, mejorar
la forma física, ayuda a controlar el peso y mejorar el rendimiento académico y debería ser
un componente integral de nuestros sistemas educativos. Tal programa, ya sea
implementado a nivel regional o en el ámbito nacional, podría beneficiar las vidas de
millones de niños, independientemente de su situación económica o su entorno social.

Por ejemplo, considere el Madison Junior High School en Naperville, Illinois. El


profesor de educación física, Phil Lawler ha desencadenado una revolución en el enfoque
que su escuela da a la educación física (Viadero 2008). El programa, que se describe en el
libro “Spark: La ciencia nueva y revolucionaria del Ejercicio y el Cerebro (Ratey 2008)”, se
centra en la actividad física que supone esfuerzo cognitivo, social y aeróbico. Su objetivo es
proporcionar las habilidades y establecer los patrones de comportamiento que los
estudiantes necesitan para tener vidas activas físicamente y alcanzar la aptitud física
duradera y continua. El programa se centra en el individuo, animando a que cada alumno
avance hacia sus metas de capacidad física personal. Los estudiantes participan en una
amplia variedad de actividades, muchas de ellas requieren un esfuerzo físico considerable.
Estos incluyen juegos tradicionales y formas de juego más novedosas, tales como
rocódromos, el baile con el revolucionario sistema de simuladores con videojuegos, montar
a caballo en un juego de video interactivo o las bicicletas estáticas. Los estudiantes usan
pulsómetros todo el tiempo para asegurarse de que están ejerciendo en sus zonas
aeróbicas óptimas. PE4life, una organización sin fines de lucro dedicada a promover la
calidad de la educación física en las escuelas de EE.UU., ha adoptado y está exportando el
modelo de Naperville mediante la creación de Academias PE4life en las escuelas de todo el
país. Con el apoyo de fondos federales y con visión de futuro de los líderes escolares, estas
escuelas están estableciendo un nuevo estándar para la educación física. Hasta el
momento, las Academias PE4life han entrenado a más de mil educadores en más de 350
escuelas para llevar a cabo el programa.

Pag 5
Físicamente activo y Cognición. Sattelmair y Ratey

Aunque en su mayoría anecdóticos, los resultados preliminares de las escuelas de la


academia PE4life son muy prometedores (PE4life 2007). Las escuelas reportan mayores
medidas de aptitud física, las tasas de obesidad reducidas, menos incidentes de la acción
disciplinaria y mejoran el rendimiento académico de los estudiantes. Se encontró que los
estudiantes de Naperville estaban más en forma y mucho más saludables que los promedios
nacionales. Menos del 3 por ciento de los estudiantes de Naperville tenían sobrepeso en
comparación con el 30 por ciento en California (CDE, 2005). El 80% de los estudiantes de
Naperville alcanzaban el nivel recomendado de la capacidad aeróbica en comparación con
sólo el 50% en California. Desde que PE4life comenzó en Titusville, Pennsylvania, los
resultados de exámenes estandarizados han pasado de estar por debajo de la media estatal
de 17 y 18 por ciento a estar por encima del promedio en lectura y matemáticas,
respectivamente. Los incidentes con peleas han disminuido drásticamente. Después de un
año con educación física diaria, los estudiantes de la Escuela Primaria Woodland en Kansas
City, Missouri, demostró mejorar las medidas de fitness drásticamente, así como una caída
de 67 por ciento de suspensos con respecto al año anterior y mejoró la alfabetización.
Alentados por los resultados preliminares, los investigadores están llevando a cabo estudios
destinados a evaluar mejor el impacto de la actividad física diaria en la forma física, la salud,
la obesidad, resultados académicos y en el comportamiento mediante la comparación de los
estudiantes que participan en un programa de actividad física diaria con los estudiantes que
mantienen los niveles típicos de la actividad.

Conclusión

Los programas óptimos de educación física implican a los estudiantes en una actividad
física diaria que exige a nivel cognitivo, social y aeróbico, y proporcionar oportunidades para
el juego exigente con el fin de inspirar e infundir patrones de comportamiento saludables que
sean duraderos. Se necesitan más estudios para evaluar mejor los efectos de estos
programas en la forma física, la salud, control de peso, y el rendimiento académico de los
estudiantes. El estudio de caso PE4life, aunque anecdótico, da una idea de algunos de los
beneficios. Esto ciertamente no es el único modelo para la educación física de calidad. Sin
embargo, sí sugiere los elementos clave de la eficacia de la reforma de educación física.

Una educación física de calidad en cada estudiante en los Estados Unidos requerirá la
inversión de capital político, social y financiero de los legisladores, educadores, padres y
estudiantes. Si no actuamos, la epidemia de obesidad continúa, ayudando a impulsar la
inminente crisis de salud y disminuyendo la calidad de los logros educativos de nuestros
hijos. Si actuamos ahora, podemos ayudar a disminuir los incidentes de la obesidad, paliar
un poco la presión sobre nuestro sistema de salud, y mejorar nuestro sistema educativo.
Así, la educación física de calidad es una meta digna de nuestras aspiraciones. Hay
abundante evidencia de que la actividad física beneficia a los cerebros y cuerpos de niños
en edad escolar. En que estas evidencias den lugar a una educación física de calidad en las
escuelas de EE.UU. es más que una preocupación académica.

Pag 6
Físicamente activo y Cognición. Sattelmair y Ratey

Referencias

Bruel-Jungerman, Elodi, Serge Laroche, and Claire Rampon. 2005. New neurons in the
dentate gyrus are involved in the expression of enhanced long-term memory following
environmental enrichment. European Journal of Neuroscience 21:513 21.
Buck, Sarah M., Charles H. Hillman, and Darla M. Castelli. 2008. The relation of aerobic
fitness to Stroop Task performance in preadolescent children. Medicine & Science in Sports &
Exercise 40:166 72.
California Department of Education. 2005. California physical fitness test: A study of the
relationship between physical fitness and academic achievement in California using 2004 test
results.
California Department of Education. 2001. California physical fitness test: Report to the
governor and legislature.
Carlson, Susan A., Janet E. Fulton, Sarah M. Lee, Michele Maynard, David R. Brown,
Harold W. Kohl, III, and William H. Dietz. 2008. Physical education and academic achievement
in elementary school: Data from the early childhood longitudinal study. American Journal of
Public Health 98:721 27.
Castelli, Darla M., Charles H. Hillman, Sarah M. Buck, and Heather E. Erwin. 2007.
Physical fitness and academic achievement in third- and fifth-grade students. Journal of Sport and
Exercise Psychology 29:239 52.
Centers for Disease Control and Prevention. 2000. Schools Health Policy and Programs
Study. Physical education and activity fact sheet.
Centers for Disease Control and Prevention. 2004. Participation in high school physical
education United States 1991 2003. MMWR 53:844 47.
Centers for Disease Control and Prevention. 2005. Children and teens told by doctors that
they were overweight United States, 1999 2002. MMWR 54:848 49.
Centers for Disease Control and Prevention. 2006. Youth risk behavior surveillance
United States, 2005. MMWR 55:1 108.
Coe, Dawn P., James M. Pivarnik, Christopher J. Womack, Mathew J. Reeves, and Robert
M. Malina. 2006. Effect of physical education and activity levels on academic achievement in
children. Medicine & Science in Sports & Exercise 38:1515 19.
Dishman, Rod K., Kenneth J. Renner, Jill E. White-Welkley, K. A. Burke, Bradford N.
Bunnell. 2000. Treadmill exercise training augments brain norepinephrine response to familiar
and novel stress. Brain Research Bulletin 52:337 42.
Dwyer, Terry, Wayne E. Coonan, Donald R. Leitch, Basil S. Hetzel, and Peter A. Baghurst.
1983. An investigation of the effects of daily physical activity on the health of primary school
students in South Australia. International Journal of Epidemiology 12:308 13.
Field, Tiffany, Miguel Diego, and Christopher E. Sanders. 2001. Exercise is positively
Adolescence 36:105 10.
Hillman, Charles H., Darla Castelli, Sarah M. Buck. 2005. Aerobic fitness and neu-
rocognitive function in healthy preadolescent children. Medicine & Science in Sports & Exercise
37:1967 74.
Hillman, Charles H., Kirk I. Erickson, and Arthur F. Kramer. 2008. Be smart, exercise your
heart: Exercise effects on brain and cognition. Nature Reviews Neuroscience 9:58 64.

Pag 7
Físicamente activo y Cognición. Sattelmair y Ratey

Hillman Charles H., Robert W. Motl, Matthew B. Pontifex, Danielle Posthuma, Janine H.
Stubbe, Dorret L. Boomsma, and Eco J. C. de Geus. 2006. Physical activity and cognitive function
in a cross-section of younger and older community-dwelling individuals. Health Psychology
25:678 87.
Kramer, Arthur F., Stanley J. Colcombe, Louis Bherer, Willie Dong, and William T.
Greenough. 2004. Environmental influences on cognitive and brain plasticity during aging.
Journal of Gerontology: Medical Sciences 59A:940 57.
Lewis, Mark H. 2004. Environmental complexity and central nervous system development
and function. Mental Retardation and Developmental Disabilities Research Reviews 10:91 95.
Lindner, Koenraad J. 2002. The physical activity participation-academic performance
relationship revisited: Perceived and actual performance and the effect of banding (academic
tracking). Pediatric Exercise Science 14:155 69.
Mora, Francisco, Gregorio Segovia, and Alberto del Arco. 2007. Aging, plasticity, and
environmental enrichment: Structural changes and neurotransmitter dynamics in several areas of
the brain. Brain Research Reviews 55:78 88.
National Center for Health Statistics. 2005. Table 74 in Health, United States, 2005 with
chartbook on trends in the health of Americans.
Panksepp, Jaak, Jeff Burgdorf, Cortney Turner, and Nakia Gordon. 2003. Modeling
ADHD-type arousal with unilateral frontal cortex damage in rats and beneficial effects of play
therapy. Brain and Cognition 52:97 105.
Panksepp, Jaak. 2007. Can PLAY diminish ADHD and facilitate the construction of the
social brain? Journal of the Canadian Academy of Child and Adolescent Psychiatry 16:57 66.
Panksepp, Jaak. 2008. Play, ADHD, and the construction of the social brain: Should the
first class each day be recess? American Journal of Play 1:55 79.
PE4life. 2007. Results. http://www.pe4life.org/sub/Results/index.cfm.
Ratey, John J., and Eric Hagerman. 2007. Spark: The revolutionary new science of exercise
and the brain.
Sallis, James, Thomas L. McKensie, Bohdan Kolody, Michael Lewis, Simon J. Marshall, and
Paul Rosengard. 1999. Effects of health related physical education on
academic achievement: Project SPARK. Research Quarterly for Exercise and Sport 70:127
34.
Shephard, Roy J. 1997. Curricular physical activity and academic performance. Pediatric
Exercise Science 9:113 26.
Sibley, Benjamin A., and Jennifer L. Etnier. 2003. The relationship between physical activity
and cognition in children: A meta-analysis. Pediatric Exercise Science 15:243 56.
Sigfusdottir, Inga D., Alfgeir Kristjansson, and John P. Allegrante. 2007. Health behaviour
and academic achievement in Icelandic school children. Health Education Research 22:70 80.
Taras, Howard. 2005. Physical activity and student performance at school. Journal of School
Health 75:214 18.
Vaynman, Shoshanna, Zhe Ying, and Fernando Gomez-Pinilla. 2004. Hippocampal BDNF
mediates the efficacy of exercise on synaptic plasticity and cognition. European Journal of
Neuroscience 20:2580 90.
Viadero, Debra. 2008. Exercise seen as priming the pump for students’ academic success.
Education Week 27:14–15.

Pag 8

También podría gustarte