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Sattelmair y Ratey
Los autores discuten la evidencia creciente de que la actividad física intensa, no sólo es saludable para
los estudiantes sino que mejora su rendimiento académico. Basado en esta investigación, argumentan
que las escuelas en los Estados Unidos han de dejar de eliminar los programas de educación física bajo
las presiones políticas actuales por dar mayor importancia a los temas académicos, y en su lugar,
reformar la educación física tradicional. La educación física moderna debe alejarse de un enfoque en
deportes competitivos a otro que emplee una amplia gama de juegos que implican actividad física
intensa para todos los estudiantes.
Hay un gran debate tanto en la bibliografía sobre el juego como en el discurso público,
sobre el papel de la actividad física en el desarrollo saludable del niño. Aprendizaje,
memoria, concentración y estado de ánimo tienen una incidencia significativa en el
rendimiento académico del estudiante y hay pruebas crecientes de que la actividad física
mejora cada uno de ellos. Por otra parte, dado que los niños y los adolescentes se
enganchan a practicar una actividad física a través de juegos que principalmente requieren
esfuerzo físico, una evaluación de la relación entre la actividad física, la cognición y el
rendimiento académico nos ayuda a apreciar mejor el papel del juego en el desarrollo
saludable del niño.
La evidencia que apoya los beneficios del ejercicio para el cerebro ha ido en aumento
en los campos académicos relacionados con el objeto de la ciencia molecular, la ciencia
cognitiva, en la ciencia del comportamiento, en los sistemas de la neurociencia y la
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psicología. En este artículo presentamos los resultados incipientes en relación a los efectos
de la actividad física, tanto dentro como fuera del contexto de la educación física, en las
capacidades cognitivas de los alumnos y el rendimiento académico. A continuación,
introducimos un modelo moderno de educación física, uno que hace hincapié en el ejercicio
regular, con requerimientos en lo cognitivo, social y aeróbico, y uno que también ofrece
oportunidades a los estudiantes para que participen en juegos que requieren un esfuerzo
físico considerable. A continuación describimos los resultados preliminares de las escuelas
donde se ha implementado este nuevo modelo.
La investigación con roedores, así como con los seres humanos de edad avanzada,
muestra que un ambiente enriquecido estimula la neuroplasticidad, mejora la cognición
(aprendizaje y memoria), y evita el deterioro cognitivo con la edad (Bruel-Jungerman 2005;
Lewis 2004; Mora 2007). En la educación escolar, el recreo y la educación física permiten y
alientan a los niños a ser activos y jugar, lo que significa que son un buen escenario para un
ambiente enriquecido.
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La evidencia apoya en general una relación positiva entre los niveles de actividad
física, condición física y la capacidad cognitiva de los jóvenes. Sibley et al. (2003) realizaron
un meta-análisis que muestra una correlación positiva entre la actividad física y siete
categorías de rendimiento cognitivo (habilidades de percepción, el coeficiente de
inteligencia, los logros, las pruebas de lenguaje, las pruebas de matemáticas, el nivel de
desarrollo/la preparación académica, y otros) entre los niños en edad escolar. Más
recientemente, la condición física se asoció positivamente con las medidas de la función
cognitiva entre los niños pre-adolescentes (Buck 2008). Sin embargo, se encontró que la
actividad física no guarda relación con varios componentes de la función cognitiva en los
adultos jóvenes.
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Quinto grado equivale a 5ª de primaria del sistema educativo español, séptimo y noveno a 1º y 3º de la ESO.
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Por otro lado, un reciente estudio de una intervención en escuela encontró que añadir
la educación física a los planes de estudio no mejoró las calificaciones o resultados de
exámenes estandarizados. En su lugar, la realización de ejercicio vigoroso fuera de la
escuela sí que fue un factor predictivo positivo de las puntuaciones académicas.
Curiosamente, las clases de educación física bajo estudio incluían, en promedio, sólo
diecinueve minutos de actividad física vigorosa en una clase de cincuenta y cinco minutos
(Coe 2006). Los autores sugieren que lograr unos niveles de actividad en la clase de
educación física lo suficientemente altos como para cumplir con los estándares
recomendados por la actividad de los niños afectará positivamente a los resultados
académicos, mientras que los niveles inferiores, como los observados en este estudio,
ofrecen pocos beneficios.
Es evidente que la calidad de la educación física es de vital importancia para los
resultados cognitivos y académicos. La actividad física predice un mayor rendimiento
académico, pero la educación física con un nivel insuficiente de la actividad no lo hace. Esto
sugiere que los estudios sobre la relación entre la educación física y los resultados
académicos se han visto limitados por la calidad de los programas bajo estudio. Por lo tanto,
es probable que el beneficio potencial académico de la educación física diaria de calidad ha
sido subestimado. La investigación animal y humana apoya principalmente la importancia de
la actividad aeróbica para mejorar la función cognitiva. Las clases de educación física que
no alientan la suficiente duración e intensidad de la actividad aeróbica es poco probable que
lleven a mejoras notables en la aptitud física, la salud, control de peso o logro académico.
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Conclusión
Los programas óptimos de educación física implican a los estudiantes en una actividad
física diaria que exige a nivel cognitivo, social y aeróbico, y proporcionar oportunidades para
el juego exigente con el fin de inspirar e infundir patrones de comportamiento saludables que
sean duraderos. Se necesitan más estudios para evaluar mejor los efectos de estos
programas en la forma física, la salud, control de peso, y el rendimiento académico de los
estudiantes. El estudio de caso PE4life, aunque anecdótico, da una idea de algunos de los
beneficios. Esto ciertamente no es el único modelo para la educación física de calidad. Sin
embargo, sí sugiere los elementos clave de la eficacia de la reforma de educación física.
Una educación física de calidad en cada estudiante en los Estados Unidos requerirá la
inversión de capital político, social y financiero de los legisladores, educadores, padres y
estudiantes. Si no actuamos, la epidemia de obesidad continúa, ayudando a impulsar la
inminente crisis de salud y disminuyendo la calidad de los logros educativos de nuestros
hijos. Si actuamos ahora, podemos ayudar a disminuir los incidentes de la obesidad, paliar
un poco la presión sobre nuestro sistema de salud, y mejorar nuestro sistema educativo.
Así, la educación física de calidad es una meta digna de nuestras aspiraciones. Hay
abundante evidencia de que la actividad física beneficia a los cerebros y cuerpos de niños
en edad escolar. En que estas evidencias den lugar a una educación física de calidad en las
escuelas de EE.UU. es más que una preocupación académica.
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