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Mi relación con la comida- Autora: Angélica Liddell

¿Es necesario que coma con usted?

¿En ese lugar?

¿Es absolutamente necesario?

¿Es necesario para mi obra?

Quiero decir, ¿es necesario para mi obra comer con usted en ese lugar?

Quiero decir, ¿es necesario para convertirme en alguien importante?

Lo siento.

No puedo.

No puedo comer en ese lugar.

No puedo comer con usted en ese lugar.

Me da vergüenza.

Yo sólo como en chinos.

Son los más baratos.

Sólo me siento a gusto en lugares baratos.

Mi obra pertenece a lugares baratos.

Yo trabajé en mi obra alimentándome con productos baratos.

Sólo entiendo de comida barata.

Si quiere hablar de mi obra tendrá que ser en un sitio barato.

Lo siento.

La gentuza que come en ese lugar me da asco.

Asco

No me importa si son buenas o malas personas.

No me importa el partido al que han votado.

Me refiero a la clase social, ¿comprende?


La clase social.

Hay demasiada diferencia entre ellos y yo.

Es vergonzoso.

La diferencia es vergonzosa.

Para que se haga una idea,


es la misma diferencia que hay entre un africano hambriento y
yo.

Lo siento.

Lo siento.

No puedo comer junto a esa gente.

Van demasiado limpios


y su ropa es demasiado nueva.

Me dan asco.

El mismo asco que le doy al africano.

Los zapatos de esa gente son demasiado caros.

Así están las cosas.

Yo merezco el escupitajo del africano.

Yo merezco el odio del africano

Yo merezco el odio del pobre.

Y la gentuza que come dos platos y postre en ese lugar merece


mi odio.

Repito, se trata de la clase social.

¿Ya se ha olvidado usted de las clases sociales?

Hablo del dinero.

Ya sé que a usted no le gusta hablar de dinero,


le gusta hablar de cultura,
de Francia y todo eso,
le gustan los intelectuales,
los listos,
gente correcta,
con sentido del decoro,
no le gusta ensuciarse la lengua hablando de dinero,
como si la jodida cultura no fuera dinero.

Pero a mí me gusta hablar de dinero.

Yo soy una hija de puta.

Yo soy una persona sucia.

Una auténtica puerca.

No me importa soportar su mierda en mis manos.

A mí sí me gusta hablar de dinero.

Que cada cual pague por sus privilegios.

A cambio de los privilegios debemos recibir odio.

A más privilegios más odio.

Se lo puedo explicar en términos de mercado.

Es algo parecido a la rentabilidad.

Al fin y al cabo la estructura económica nos define.

Y define nuestras relaciones.

Nuestro círculo de amistades.

Nuestras afinidades.

Es una rentabilidad económico-emocional.

Su dinero produce una renta emocional.

Es decir, su dinero produce odio.

A más privilegios más odio.

Me parece justo.

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