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Este documento presenta 7 fundamentos para construir una sociedad próspera: 1) La verdadera riqueza se encuentra en Dios, no en el dinero. 2) Solo aceptando a Jesús como salvador se puede permitir que Dios haga lo imposible. 3) Hemos administrado mal los recursos de la Tierra, causando deterioro, por lo que debemos colaborar en cuidar el planeta.
Descripción original:
7 fundamentos requeridos
Título original
7 Fundamentos Requeridos Para Construir Una Sociedad Próspera
Este documento presenta 7 fundamentos para construir una sociedad próspera: 1) La verdadera riqueza se encuentra en Dios, no en el dinero. 2) Solo aceptando a Jesús como salvador se puede permitir que Dios haga lo imposible. 3) Hemos administrado mal los recursos de la Tierra, causando deterioro, por lo que debemos colaborar en cuidar el planeta.
Este documento presenta 7 fundamentos para construir una sociedad próspera: 1) La verdadera riqueza se encuentra en Dios, no en el dinero. 2) Solo aceptando a Jesús como salvador se puede permitir que Dios haga lo imposible. 3) Hemos administrado mal los recursos de la Tierra, causando deterioro, por lo que debemos colaborar en cuidar el planeta.
7 FUNDAMENTOS REQUERIDOS PARA CONSTRUIR UNA SOCIEDAD PRÓSPERA
1. Lo que el dinero revela acerca de las personas
En la biblia encontramos un proverbio que nos dice “No te afanes acumulando riquezas, no te obsesiones con ellas”; pero hoy en día, la triste realidad que nos acecha es que, cada vez más las personas, quieren obtener más riqueza y no se conforman con lo que tienen. Entonces comienza a crecer en su interior el deseo insaciable por el dinero, hasta que lo llegan a poner como su ídolo. Pablo se refiere a este mal diciendo, que todo aquel que quiere enriquecerse exageradamente, se vuelve esclavo de sus muchos deseos. Muchas veces hay personas tan pobres, que solo dinero poseen, esto por la razón de que la verdadera riqueza la encontramos en Dios, quien nos ayuda a ser personas humildes, agradecidas, sabias, misericordiosas y amorosas.
2. Riesgo, auto-respeto y lucha redentora
Una verdad muy grande es que Dios puede hacer aquellas cosas que para nosotros son imposibles. Pero el único método o forma para permitir que Dios haga lo imposible en nuestra vida es humillándonos ante Él y suplicando su ayuda. Dios está dispuesto a auxiliarnos todo el tiempo, pero somos nosotros los que resistimos a recibir esa ayuda. La única forma de aceptar su ayuda es rindiendo nuestra vida a Jesús y aceptándolo como nuestro salvador y señor de nuestra vida.
3. Exponiendo la crueldad de la economía de la culpa
Jesús refirió una parábola sobre un siervo infiel que administro mal el patrimonio de su amo y de dos siervos fieles que administraron sabiamente y fueron recompensados cada uno según lo que hicieron. Lo mismo sucede hoy en día, Dios ha depositado en nuestras manos y nos ha dado potestad sobre las cosas que hay en la tierra, lo triste es que hemos hecho una mala administración de todo ello, lo cual ha causado que nos encontremos en la situación tan deprimente por la que el mundo entero está pasando, al ver nuestro planeta bastante deteriorado y pidiendo a gritos auxilio. Es necesario hacer conciencia de todo ello y poner de nuestra parte, colaborando con cuidar nuestro planeta. Todo esto en beneficio de nuestras generaciones venideras.
4. Justicia e igualdad no son lo mismo:
Muchas veces el ser tratados igualmente y ser tratados justamente puede parecer que es lo mismo. Aristóteles dijo “La justicia pasa por tratar de igual forma a personas que son iguales, y tratar de forma desigual a personas que son desiguales”. Cuando estos preceptos no se cumplen es cuando aparecen las injusticias. Pero realmente cada persona debe ser tratada de igual forma y no a razón de lo que posee, de la clase social, del estatus económico, de su raza, preparación académica o creencia religiosa. Con esto se lograría el ser equitativos y además justos. No debemos permitir que ninguna de estas situaciones que nos hacen diferentes rija nuestra sociedad y la manera en que nos tratamos. Todos debemos dar el mismo trato que deseamos, nos den a nosotros, esa es la regla de oro de las enseñanzas de Jesucristo.
5. Un gobierno piadoso produce paz y productividad
Algo que es de admirar es la actitud y la forma de pensar de algunos ex presidentes de los Estados Unidos, los cuales tenían la convicción de que si no permitían que Dios les gobernara a ellos como cabeza de una nación, entonces estarían gobernados por tiranos, ellos reconocían que la biblia era la roca sobre la cual descansaba su nación y que dicho libro era el mejor regalo que Dios ha dejado a la humanidad. Todos queremos paz, armonía y amor pero cada vez queremos buscarlo en fuentes en donde no hay, se nos ha olvidado que la única fuente verdadera para encontrar todo esto es la biblia. Solo en la medida que gobernantes como gobernados la apliquemos a nuestro diario vivir, cambiara nuestra situación. El cambio comienza en cada uno de nosotros, para luego reflejar este cambio a nivel mundial.
6. Los cordones esenciales de 3 dobleces que le llevarán al éxito
Si queremos que cambie nuestra forma de ver la vida y a las personas, necesitamos primero que nuestra mente, emociones y razonamiento sean renovados y esto solo se logra cuando lo sometemos a una fuerza superior a la nuestra, la cual proviene de Dios. Pablo nos invita en el libro de Romanos que no nos conformemos a este mundo con falta de amor, sino que pidamos a Dios que haga cambios en nuestro ser para poder ser mejores y vivir mejor, solo con la ayuda de Dios alcanzaremos el verdadero éxito, el cual consiste en tenerlo a él como el centro de nuestra vida. Para cambiar el mundo, primero necesitamos un cambio en nosotros mismos.
7. Un llamado a los verdaderos radicales
Muchas veces pensamos que podemos escapar de señalamiento y las acusaciones de los demás, cuando tratamos de ocultar nuestra verdadera forma de ser y de actuar. Lo que se nos olvida es que Dios nos está viendo y que el recompensa a cada uno según lo que hace. Verdaderamente necesitamos que haya un cambio radical de 360 grados en nosotros mismos, comenzando desde nuestro interior para luego extenderse a nuestro exterior, y que los demás vean en nosotros personas de bien, imitadoras de Cristo, dispuestas a ofrecer a los demás lo que realmente poseemos dentro.