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ISEGORÍA.

Revista de Filosofía Moral y Política


N.º 42, enero-junio, 2010, 215-229
ISSN: 1130-2097

Dos modos de concebir la labor intelectual:


Foucault y Rorty
Two models of intellectual: Foucault and Rorty
JOAQUÍN FORTANET 1
Universidad de Zaragoza

RESUMEN. Este texto analiza los modelos de ABSTRACT. This text analyzes the models of
intelectual propuestos por Foucault y Rorty. intellectual proposed by Foucault and Rorty.
Dos modelos que renuncian a continuar los These two models resign to keep following
patrones del intelectual clásico y optan por the classical pattern of the intellectual and opt
soluciones totalmente opuestas. El intelectual for completely opposite solutions. The spe-
específico, propuesto por Foucault, hace de cific intellectual proposed by Foucault makes
su labor una tarea crítica que supone un nue- of his work a critical task that becomes a new
vo modo de pensar las relaciones entre filoso- way of thinking the relations between philo-
fía y política, mientras que el intelectual iró- sophy and politics, while the ironical intellec-
nico propuesto por Rorty conduce la tarea tual proposed by Rorty drives his intellectual
intelectual hacia una deserción, hacia la supe- activity towards desertion, towards the philo-
ditación de la filosofía a la democracia. Dos sophical subordination to democracy. Two
modos, pues, de concebir la práctica filosófi- ways, then, to understand practical philoso-
ca en nuestro presente que nos llevan hacia la phy in our present time which drive us to-
pregunta por la crítica en democracia. wards the question of criticism in democracy.
Palabras clave: Foucault, Rorty, intelectual, Key words: Foucault, Rorty, intellectual, criti-
crítica, democracia. cal task, democracy.

1. Dos miradas enfrentadas ejerciendo la actividad intelectual. Desde


esta perspectiva, en la cual se identifican
Foucault y Rorty pertenecen a dos épocas los contextos de justificación y descubri-
enfrentadas. Sus aspiraciones intelectua- miento, observamos el precipitado del
les, radicalmente opuestas, pueden enten- pensamiento foucaultiano en la figura del
derse como símbolos privilegiados del intelectual resistente como un síntoma de
choque entre dos modos de entender la una época y una geografía marcada pro-
actividad intelectual que llegaron a con- fundamente por el acontecimiento de
vivir en los años 80, obligándonos, de al- Mayo del 68. La crítica radical de todas
gún modo, a convertirnos en herederos las formas posibles de dominación, la
de ese enfrentamiento. Analizar sus con- problematización del poder, la puesta en
cepciones intelectuales responde al inte- cuestión de la filosofía y del saber clási-
rés por entender el lugar exacto, en el cos podrían servirnos para trazar algunos
aquí y el ahora, desde el que poder seguir de los gradientes que dan forma a ese

[Recibido: Abr. 09 / Aceptado: Nov. 09] 215


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pensamiento que algunos llamaron pos- el triunfo de la democracia liberal norte-


moderno y que respondía a unas exigen- americana tras el fracaso de todas las al-
cias concretas del contexto de la época. ternativas posibles —particularmente la
Sin embargo, la tarea intelectual ensayada por el Mayo francés— se defi-
desarrollada por Richard Rorty se sitúa ne como la absorción definitiva de todas
en otras coordenadas. En plenos años las esferas del pensamiento. La solidari-
ochenta, Rorty aparece en los Estados dad, la contingencia y la ironía son cate-
Unidos como un intelectual cuyo objeti- gorías inspiradas en un cierta izquierda
vo no es otro que el de justificar la demo- norteamericana que, previa renuncia a
cracia liberal y orientar toda actividad del toda posibilidad de un sistema alternati-
pensamiento hacia su defensa. Para dicha vo, enfoca todos sus esfuerzos en conver-
defensa, Rorty comparte con el pensa- tir la democracia liberal en el espacio
miento del Mayo francés su gusto por la amable y seductor en el cual las posicio-
ruptura con la filosofía clásica, la filoso- nes fuertes, las convicciones y los debe-
fía de los fundamentos, y trata de hilva- res quedan reducidos a preferencias con-
nar una epistemología que permita esca- tingentes de los individuos.
par de la filosofía de los fundamentos y Foucault y Rorty, así, representan
defender, al mismo tiempo, la utopía li- dos miradas surgidas de diferentes latitu-
beral. des que se entrecruzan en un momento
Este texto pretende sondear ambas histórico en el cual el pensamiento del
posiciones, sus enfrentamientos y com- Mayo francés es consciente de su derrota
plicidades, sus disimetrías y acuerdos. y, mientras trata de vislumbrar el camino
Para realizarlo, se ha optado por presen- para seguir pensando críticamente, queda
tar las concepciones del intelectual de enfrentado a la mirada de la democracia
ambos pensadores de un modo sincrético, liberal, una mirada irónica y seductora
es decir, desplegando sus particulares mi- que trata de ofrecer, a cambio de sus pre-
radas sobre temas básicos con el objetivo tensiones públicas, el último descanso a
de poder medir la distancia entre ambos y esa crítica insobornable pero exhausta re-
las implicaciones políticas y filosóficas presentada ejemplarmente por Foucault.
que posee esa distancia en nuestro pre- Y, a pesar de las absolutas diferen-
sente. cias políticas, filosóficas e incluso mo-
Parece evidente que ambas posicio- rales, las posiciones de Foucault y Rorty
nes deben mucho a sus contextos respec- comparten un mismo escenario: la nece-
tivos. La época de Foucault, que podría sidad de abandonar los fundamentos clá-
definirse como un intento de transgresión sicos, ya inservibles para ambos. En este
de lo dado a través de la crítica sistemáti- punto, en el de la renuncia a la tradición
ca de aquello que somos, atraviesa sin adquirida, encontramos el primer punto
duda su pensamiento y le permite el im- de unión y el comienzo de la presen-
pulso necesario para comenzar su cami- tación de sus posiciones acerca del papel
no. Lo inesperado, la resistencia, la con- del intelectual en el presente. Esta pre-
frontación política con los modos tradi- sentación nos llevará a ofrecer similitu-
cionales de hacer política contribuyen a des y diferencias de manera simultánea
moldear en el pensamiento de Foucault para intentar así configurar de un solo
una mirada sobre el presente que jamás trazo cada una de las miradas, cada uno
renunciará a la inservidumbre voluntaria de los gestos que mejor representan las
propia del Mayo. A su vez, la época y el tareas críticas y filosóficas de ambos
contexto propio de Rorty, definido como pensadores.

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2. Abandonar a Sartre sino que debe ser un decir encaminado a


transformarlo.
Si tuviéramos que realizar el ejercicio de El intelectual clásico, convertido en
caracterizar los modelos de intelectual juez de la situación social, decide el ca-
propuestos por Rorty y Foucault, defini- mino a seguir en la transformación revo-
ríamos sus posiciones como un desplaza- lucionaria y ofrece ya sea al pueblo, al
miento de la figura del intelectual clási- proletariado o a la clase social la concien-
co. Dicho desplazamiento es ejecutado cia de su situación concreta a partir de
sobre la figura clásica del intelectual uni- una teoría abarcadora y universalista. Se
versal, representado paradigmática y filo- trata de aquello que Rorty rechaza bajo el
sóficamente por la figura de J.P.Sartre 2 nombre de política de movimiento, es de-
—pero que posee su origen histórico en cir, un tipo de acción política que refiere
la figura de Zola 3—. Se trata del intelec- cada situación concreta a una situación
tual de izquierdas comprometido que to- abstracta y general producto de una teoría
maba la palabra para denunciar la opre- universal unida a una pasión de infinito
sión, desvelando la verdad enmascarada que provee al intelectual de la creencia de
por los aparatos ideológicos. Sin duda, se hacer caminar a la sociedad al ritmo de
trata de una figura del intelectual herede- un amplio movimiento espiritual de libe-
ra de la tradición marxista que tanto Fou- ración 5. Ambas caracterizaciones, tanto
cault como Rorty se encargan de girar a de Foucault como de Rorty, coinciden en
través de ciertas prevenciones teóricas rechazar la voluntad de verdad, la volun-
hacia los supuestos que funcionaban en la tad representativa y la voluntad universa-
figura del intelectual clásico. Así, Fou- lista de la tarea filosófica que le compete
cault afirma: actualmente a la figura del intelectual. La
Durante mucho tiempo, el llamado inte- idea que subyace a este rechazo es que la
lectual de «izquierdas» tomó la palabra arro- aspiración universalista del intelectual
gándose el derecho de hablar como maestro clásico no puede ya dar cuenta tanto de
de la verdad y la justicia. Le escuchábamos, o las luchas políticas como de la realidad
se hacía escuchar, como representante de lo actual. Que es necesaria una nueva mo-
universal. Ser intelectual, era ser un poco la dulación de la tarea del intelectual de
conciencia de todos. 4 acuerdo con las mutaciones teóricas y
prácticas que han acontecido.
En torno a la figura del intelectual
clásico o universal, se agrupan todas Así, el nuevo intelectual propuesto
aquellas manifestaciones filosóficas que por Foucault y Rorty tendrá como prime-
buscan denunciar el enmascaramiento de ras características las del rechazo a la vo-
la verdad, desvelar la realidad que con- luntad de verdad, universalidad y repre-
duce a la opresión hallando las vincula- sentación. No hablará en nombre de na-
ciones entre la situación actual y las es- die, no pretenderá tomar su propia idea
tructuras sociales mediante una teoría de bien como universal, no será partícipe
fundamentada racionalmente. El intelec- de los amplios movimientos del espíritu
tual clásico quiere decir la verdad del que ofrecen el fundamento de la libera-
mundo y los hombres, y cuenta con me- ción:
dios y fundamentos para ello. En ese de- Cambiemos el juego y digamos que los
cir, está implicada la suerte de los desfa- intelectuales no tendrán nada más que decir
vorecidos, la injusticia y la ignonimia. acerca de lo que es el Bien. Y que será la gen-
Por ello, el decir no puede contentarse te misma, a partir de análisis de la realidad
con la mera interpretación del mundo, que les propondremos, la que deberá trabajar

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o conducirse espontáneamente de manera tal causa. Ya no se trata de reconocer la gran


que definan lo que es bueno para ellos. El figura del intelectual como aquel maestro
bien, eso se innova. El Bien, no existe, como de la verdad que ilumina, desvela y orien-
tal, en un cielo intemporal con gente que sería ta la práctica social, sino reconocer una
como astrólogos del bien y que podría decir
cual es la naturaleza favorable de los astros.
pluralidad de figuras intelectuales en tan-
El Bien no está definido de antemano, sino to se encuentran implicadas en luchas
que se practica, se inventa. Y es un trabajo co- concretas a través de sus conocimientos
lectivo. 6 específicos y expertos. Hablamos de tra-
bajadores sociales, científicos o aboga-
3. Los nuevos intelectuales dos más que de filósofos, historiadores o
sociólogos. El modelo responde a un sa-
ber concreto aplicado a una lucha social.
Este nuevo tipo de intelectual será conce- Y, por encima de ello, como afirma De-
bido, positivamente, como un intelectual leuze, se trata de dar una aplicación prác-
específico en términos foucaultianos, y
tica al rechazo teórico de la representa-
como un intelectual dedicado a las cam-
ción, que pasa por constatar «la indigni-
pañas en lenguaje rortyano. Sin embargo,
dad de hablar por otros» 8.
ambos modelos poseen fuertes lazos, ya
que tratan de quebrar la universalidad de La nueva figura del intelectual espe-
la tarea del intelectual mediante el recur- cífico supondrá el logro político y teórico
so a la fragmentación de su actividad. que supone la obligatoriedad de prestar la
Una actividad fragmentada, efímera, la- voz, de que el intelectual no hable en
brada con pequeñas intervenciones secto- nombre de nadie, en representación de
riales que responden no a problemas uni- ningún colectivo. La función del intelec-
versales como la justicia, sino a cuestio- tual específico, pues, quedará restringida
nes concretas, a luchas singulares en las a realizar tareas de diagnóstico sobre si-
cuales la tarea del intelectual cobra un tuaciones concretas surgidas de la voz y
nuevo sentido. Para Rorty, aquello que las práctica de otros. Diagnósticos que no
diferencia los movimientos de las campa- entrañan ni una apuesta de futuro ni un
ñas es, precisamente, lo que aleja al inte- compromiso con ninguna utopía, sino tan
lectual clásico del nuevo intelectual. Las sólo la problematización del escenario
campañas responderán a tareas finitas, concreto, de la problemática específica:
que pueden tener éxito o no dependiendo
Actualmente, no creo que el intelectual
de las circunstancias, pero que en ningún mantenga el papel de decir verdades, de decir
caso responden a motivos más elevados verdades proféticas sobre el futuro. Puede que
que las propias luchas singulares. el diagnosticador del presente, como decía an-
Las campañas, en tanto intervencio- teriormente, pueda intentar hacer comprender
nes sectoriales y efímeras del intelectual, a la gente lo que está pasando, en los domi-
poseen sentido por sí mismas y no preci- nios en los cuales dicho intelectual es compe-
tente. A través del pequeño gesto que consiste
san de avales filosóficos universales para
en desplazar la mirada, el intelectual vuelve
ser desarrolladas 7. De igual modo, el visible lo que es visible, hace aparecer lo que
intelectual específico propuesto por Fou- está cerca, tan inmediato, tan íntimamente li-
cault se libera del peso de la universali- gado a nosotros mismos que no lo vemos. 9
dad, la verdad y la representatividad y de-
sarrolla su actividad mediante interven- Es esta labor de diagnóstico la que
ciones concretas en problemas concretos, resulta crucial a la hora de sondear las
como un especialista que presta su cono- funciones del nuevo intelectual propues-
cimiento específico para contribuir a una to por Foucault bajo la rúbrica del inte-

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lectual específico. El gesto del diagnósti- para apuntalar las reformas mediante la
co 10 entendido como una particular mi- problematización de las causas y las con-
rada sobre el presente es aquel régimen secuencias. La cuestión misma del pre-
de mirada orientado a hacer visibles los sente, como horizonte único en el que se
problemas inmediatos que competen a la inscribían las luchas, es dejada de lado y
problemática concreta. Se trata de una considerada parte de un movimiento tras-
mirada estratégica, empeñada en sacar a cendental. El análisis de las condiciones
la luz las líneas mayores de los proble- de posibilidad del presente que nos daría
mas inmediatos, los peligros, las formas la clave para conocer positivamente el lu-
de actuación que, en virtud de su saber gar exacto de las reivindicaciones y el pa-
específico, el intelectual juzga conve- pel de las reformas dentro de un sistema
nientes en la coyuntura. Existe un cierto institucional o de poder entra, para Rorty,
aire pragmático en la consideración de un en conflicto con la posibilidad de una ac-
intelectual de este tipo, en la apertura de ción política pragmática. La acción polí-
la figura de un diagnosticador que se en- tica pragmática se encuentra únicamente
cargaría de analizar el presente con gesto orientada a mejorar la sociedad, pero no
de bisturí, intentando hallar la explica- la sociedad presente, sino la sociedad fu-
ción de los síntomas que se muestran, en tura. Se trata de contribuir, mediante una
su irrupción, desordenados, contingentes campaña específica y pragmática, al fo-
y azarosos. Hallar la coherencia de los mento de la utopía liberal. El campo de
síntomas en el cuerpo de un diagnóstico juego del intelectual queda, pues, restrin-
es la tarea pragmática del intelectual es- gido y se anula la posibilidad de un análi-
pecífico. Pragmática porque no se trata sis del presente como parte de una estra-
de orientar teóricamente los síntomas tegia política:
sociales hacia una explicación racional Si queremos que el discurso de los inte-
como se realizaba en la política de los lectuales del próximo siglo sea interesante y
movimientos denunciada por Rorty, sino diferente, podemos intentar olvidarnos del
de otra cosa: entender los síntomas como posmodernismo y los movimientos y aferrar-
una estrategia política del presente contra nos a las campañas. Esto significaría [...] dejar
de preguntarnos por la cuestión que, como
la cual es posible oponer otra estrategia, Foucault señaló agudamente, dominó el pen-
con el único fin pragmático de desarticu- samiento político de Kant: la cuestión acerca
lar a la primera. El fin no es otro que la del significado del «hoy» [...] Significaría li-
lucha concreta. Sin embargo, la tarea de mitar las preguntas sobre el hoy a los intentos
diagnóstico no se identifica con la políti- empíricos de predecir el futuro [...] Es un ale-
ca de campañas defendida por Rorty. jamiento de la pregunta trascendental «¿Cuá-
Puesto que el diagnóstico implica una ta- les son las condiciones de posibilidad de este
rea ontológica y crítica que, al contrario momento histórico?», y el acercamiento a la
pregunta pragmática: «¿cuáles son las condi-
que las campañas, no tiene por objetivo el ciones causales para remplazar la actualidad
futuro cercano, sino que comienza y se por una mejor actualidad futura?» 11
agota en el presente.
Para Rorty es necesario renunciar a 4. Cómo modificar el presente
un análisis del presente que busque ele-
mentos causales a la hora de comprender Las campañas, en tanto único medio de
lo que nos pasa. Ya no se trata, como en acción política de los intelectuales, res-
el caso del intelectual específico, de ana- ponden a una acción sectorial y específi-
lizar el presente para apuntalar las resis- ca basada en reivindicaciones concretas
tencias, ni siquiera de analizar el presente que es realizada sin el apoyo de ninguna

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teoría universalista —movimiento— y cífico foucaultiano, pese a partir del


sin el apoyo de ningún análisis de las rechazo del intelectual universal sartrea-
condiciones de posibilidad del presente. no, mantienen profundas diferencias en
De hecho, la campaña, elemento político cuanto a la tarea a realizar. Si la tarea del
puramente pragmático, es refractaria a intelectual específico la hemos podido
cualquier apoyo teórico que no sea el definir como la de realizar un diagnóstico
análisis de su utilidad, es decir, es refrac- del presente, tal diagnóstico es rechazado
taria a cualquier postulado que contra- por Rorty debido a las premisas de su on-
venga las bases de la ontología de la con- tología de la contingencia. Una tarea in-
tingencia. Es necesario recordar que la telectual basada en el reconocimiento de
campaña, labor pública del intelectual, en la contingencia debe rechazar la tarea del
tanto habita el espacio público, debe diagnóstico en cuanto tal diagnóstico se
cumplir el requisito marcado por el espa- enmarcará, necesariamente, dentro de
cio post-filosófico: el abandono de la fi- una explicación causal del presente que
losofía. La negativa a la posibilidad de remitirá a una ontología de algún tipo.
que el trabajo político del intelectual ven- Diagnosticar, dirimir los acontecimientos
ga dado a través de un análisis teórico del que labran el rostro del presente, es la ta-
presente se nos presenta con un doble rea de un intelectual para el que la tarea
sesgo: por un lado, se trata de cumplir la todavía debe seguir siendo necesaria-
máxima de la cultura post-filosófica: mente crítica.
ausencia de filosofía en lo público. Y, por
En cambio, asumir la positividad del
otro, se trata de desarmar no sólo a la fi-
presente, señalar que su ordenamiento
gura clásica del intelectual —figura ya
tan sólo se debe a una contingencia,
desarmada en los años sesenta— sino a la augurar que la tarea no es otra que mejo-
figura del intelectual específico foucaul- rar este presente a través de reformas que
tiano que, según Rorty, dramatiza los posean la marca de utilidad, ésas son ta-
conflictos con el fin de hacerlos conver- reas propias de un intelectual que asume
ger con sus propias ansias de absoluto, su puesto en una cultura post-filosófica,
abocando la política a una crítica total un intelectual que asume la deserción de
que no es más que la traslación pública de la filosofía y de la crítica como propias y
los sueños de grandeza privados de cam- que opta por referir su actuación a ciertas
biar la propia vida. La figura del intelec- reformas útiles. Ambos caracteres, el del
tual específico, privada de su elemento intelectual rortyano y el del intelectual
anti-estratégico (de su opción por la re- específico, se nos aparecen claramente en
sistencia) y privada del apoyo teórico y el momento en que comienzan a definirse
político que suponía el análisis de las sus tareas. Entendemos como diametral-
condiciones de posibilidad del presente mente opuestas dos opciones que optan o
(su ontología de la resistencia) es trans- bien por el análisis del presente como
formado por Rorty en un intelectual cuya problema o bien por la asunción del pre-
acción política se limita a las reformas sente como signo de una ausencia de pro-
sectoriales que sean consideradas útiles blema. Precisamente, la problemática de
pragmáticamente no para la transforma- lo que somos en el aquí y el ahora implica
ción del presente, sino para la mejora del la crítica que no asume el carácter de re-
futuro, respetando, así, la positividad de formismo y que trata de evidenciar las
un presente que se nos aparece como pu- sujeciones que han forjado aquello que
ramente contingente. De este modo, el somos. La ausencia de problema en eso
intelectual rortyano y el intelectual espe- que somos aquí y ahora, implica una ta-

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rea de otro sesgo, quizás contrario: asu- producciones de poder. Que carecen de
mir el presente como territorio propio y voz porque, precisamente, los vencidos
enfocar las propias acciones hacia su me- carecen de palabra. Así, la principal inno-
jora. Y la mejora del presente, para Rorty vación que supone la labor crítica del in-
identificado con el presente liberal, no es telectual específico frente a la tarea del
otra cosa que caminar hacia la consecu- intelectual clásico es la renuncia a tomar
ción de la utopía liberal a través de las re- la palabra en lugar del otro y, en cambio,
formas sectoriales y útiles que promue- la donación de dicha palabra a los silen-
van dicho camino. Así, la crítica y el re- ciados. Esta toma de palabra, para Fou-
formismo serán dos de las características cault, es una intervención social inédita,
principales de las dos figuras de intelec- pues supone la intromisión en el campo
tual que aquí venimos tratando. Dos ca- de juego político de un discurso que no
racterísticas que representan el rechazo al está reglado por las grandes construccio-
sueño platónico del filósofo rey, el del nes teóricas del intelectual clásico, de la
abandono de la figura clásica que marca- política o de las instituciones. Con ello,
ba la dirección de las luchas, de los pro- la crítica que lleva a cabo el intelectual se
blemas y sostenía en sus hombros el peso nos muestra como una tarea de diagnósti-
de la representación de las voces silen- co crítica en tanto el material del cual es-
ciadas. tán construidas las luchas en las cuales
El intelectual específico foucaultia- intervenir es el de la misma resistencia.
no, en tanto intelectual resistente, man- Y, por otro lado, la intervención es crítica
tiene con la crítica una relación estrecha. en la medida en que rompe con los usos y
No es posible desanudar la crítica de la costumbres tradicionales del intelectual
tarea de resistencia, de la persecución del y pretende una toma de palabra directa de
poder en su ejercicio. Con ello, es nece- los implicados. Toma de palabra en la
sario definir el modo en que el intelectual cual el papel del intelectual específico no
es sino un mediador a través de sus cono-
específico asume la tarea crítica no sólo
cimientos específicos.
para cubrir debidamente el espacio teóri-
co de dicho intelectual, sino también para 5. La función crítica del intelectual
observar el aumento de la disimetría con
el intelectual irónico rortyano. La crítica Concebida así la tarea del intelectual es-
es asumida por el intelectual específico a pecífico como crítica, la tarea del intelec-
través de dos elementos principales: la tual rortyano resulta claramente antagó-
subversión y la donación de palabra. A nica. Pese a que el intelectual irónico
través de estas dos características, el inte- comparta la crítica al intelectual sartrea-
lectual específico desarrollará su labor no, pese a que su condición de portavoz
crítica de acuerdo con un nuevo modelo: de los desfavorecidos sea desarmada y
por un lado, diagnosticará el presente a evidenciada como problemática, pese a
través de un análisis ontológico del mis- que también comparta el gusto por la sec-
mo. Por otro, a través de dicho análisis, torialidad, por la especificidad rechazan-
paticipará en las luchas específicas. do las grandes cuestiones y las grandes
Se trata de constatar la indignidad de empresas y optando por elementos claros
hablar por los otros, de nunca hablar en y específicos, por luchas concretas y deli-
nombre de nadie. Nunca hablar por los mitadas, el intelectual irónico no asume
otros significará prestar la voz a aquéllos las características críticas del intelectual
que carecen de ella. Que carecen de voz específico. Ya hemos analizado de qué
debido a ciertos flujos de poder, a ciertas modo para Rorty las campañas son re-

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fractarias a un análisis del presente. Con trata de penetrar hasta las realidades que están
ello, la tarea de diagnóstico desaparece bajo las apariencias [...] las únicas críticas de
del horizonte de tareas del intelectual. las instituciones existentes que realmente
cuentan serán reformistas [...] Pensar de esta
Sin diagnóstico que vincule la subversión manera significaría deshacerse de la esperan-
a un elemento causal del presente, dicha za de evitar la complicidad con las institucio-
subversión aparece como una irrupción nes presentes e imaginar qué podríamos obte-
contingente y hostil al entramado cultu- ner, mediante una serie de pasos concretos, de
ral, una afrenta al espacio público que ga- una institución presente para llegar a otra algo
rantiza la convivencia de territorios pri- mejor 12.
vados. De igual modo, Rorty no aceptará
una crítica basada en la subversión y en la De este modo, la reforma se convier-
donación de palabra que guíe la tarea del te en el horizonte práctico del intelectual
intelectual. El intelectual rortyano, al irónico, sustituyendo la crítica bajo sus
contrario que el intelectual específico, no formas de subversión y de toma de pala-
centrará su actividad en sondear el pre- bra. Concebir una tarea intelectual crítica
sente para detectar las luchas adecuadas y con las instituciones existentes es, supo-
ne, para Rorty un franqueamiento ilegíti-
el modo de contribuir así a la resistencia
mo del espacio público. Recordemos
contra las instituciones.
que, para Rorty, la función del intelectual
El intelectual rortyano basa su carác- es una función pública y, como tal, debe
ter específico y sectorial no en las luchas abandonar las pretensiones privadas de
concretas que prefiguran sublevaciones, autorrealización, los sueños privados de
sino en las campañas. La noción de cam- autonomía, las ideas pertenecientes a los
paña se aleja tanto de la idea clásica de vocabularios últimos sobre el bien. Pala-
movimiento de carácter universal como bras sagradas como revolución, resisten-
de la noción posmoderna y, particular- cia o subversión deben quedar sumidas
mente, foucaultiana de la resistencia. La en el territorio de lo privado. Representan
campaña responde a una intervención una vulneración de la división público y
sectorial basada en reivindicaciones con- privado. El caso de Sartre, del intelectual
cretas que sean susceptibles de mejorar la clásico, era un referente claro, pues supo-
convivencia, esto es, que devengan útiles nía fundamentos que, una vez caídos,
para hacer nuestro sistema democrático rompían la legitimidad del paso de lo pú-
más inclusivo. La idea de la campaña blico a lo privado.
apunta a una serie de actuaciones locales Sin embargo, para Rorty, el caso de
reformistas orientadas a mejorar el fun- Foucault es más grave, pues suple la falta
cionamiento de las instituciones actuales de fundamentos no con la asunción de la
con vistas a un futuro cercano. Si la ac- contingencia, sino con la crítica total al
tuación política del intelectual foucaul- presente fruto de la invasión total de sus
tiano suponía una crítica radical a las ins- ansias de sublimidad privada en el espa-
tituciones que, según Rorty, se encuentra cio público. En contra de estas opciones,
abocada al fracaso absoluto debido a su el intelectual propuesto por Rorty es un
ausencia de una propuesta y un horizon- intelectual que interviene políticamente
te, el intelectual rortyano encuentra en la en la sociedad, esto es, en el espacio pú-
crítica reformista un modo de mejorar el blico. Sin embargo, el carácter de dicha
presente con vistas a un futuro cercano. intervención respeta escrupulosamente la
Sugiero que dejemos de asumir que la división entre lo público y lo privado a
función del intelectual es la crítica radical de través del concepto de reformismo. El re-
las instituciones existentes, una crítica que formismo, tarea si se quiere crítica del in-

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telectual irónico rortyano, asume la divi- delo de numerosas iniciativas posteriores


sión público y privado ya que promueve que, todavía hoy, continúan con su labor
una acción reformista sobre una cuestión política 14. Además de la politización, de
sectorial del espacio público asumiendo la opción por respetar las sublevaciones,
el carácter contingente de la situación a la figura del intelectual específico posee
reformar en el presente. Renunciando a la otro rasgo característico que ya hemos
causalidad, aceptando la contingencia, apuntado, y que constituirá gran parte de
sustituyendo los sueños de autonomía la innovación política del Grupo de Infor-
por la reforma pragmática de cierto as- mación de Prisiones. La experiencia del
pecto del presente y asegurando la utili- GIP, surgida dentro del contexto político
dad de dicha reforma para un futuro, el de Mayo del 68 15, viene fundada por la
intelectual rortyano cumple a la perfec- toma de palabra de los presos, toma de
ción los criterios de división entre lo pú- palabra que dará lugar a luchas que no si-
blico y lo privado. El intelectual rortyano guen los esquemas clásicos de participa-
posee un único modo de actuación políti- ción política, pues suponen la ruptura de
ca: el reformismo. Dicho reformismo, no las mismas al abrir el esquema político a
obstante, debe quedar convenientemente una toma de palabra inédita y ofrecer la
anudado para que pueda habitar un espa- dirección de la lucha a las reivindicacio-
cio público como el rortyano. Con este nes de los presos. El intelectual se con-
objetivo, Rorty precisa de un criterio a la vierte en un instrumento de esa lucha
hora de decidir las reformas concretas concreta, poniendo a su servicio los útiles
que serán apoyadas por el nuevo tipo de de su saber. Y, este poner al servicio los
intelectual. Dicho criterio, una vez aban- útiles de su saber, pasa por ofrecer un
donada la crítica total y la universalidad diagnóstico del presente concreto, mar-
de los movimientos, no será otro que el cando los lugares más adecuados en los
pragmático 13. Rorty nos presenta una fi- que insistir para llevar a buen término la
gura de intelectual radicalmente opuesta lucha. El primer acto del GIP va a consis-
a la foucaultiana. Nos hemos trasladado tir en el lanzamiento de una serie de en-
desde la figura de un intelectual resisten- cuestas mediante las cuales los presos y
te que pretende dar voz a los silenciados sus familiares hacen constar tanto su in-
y contribuir a sus luchas mediante sus co- dignación por el modo en que se ejerce el
poder sobre ellos como reivindicaciones
nocimientos específicos a un intelectual
concretas. Reivindicaciones que sorpren-
voluble, que cumple a la perfección el
den por su carácter aparentemente coti-
diagnóstico de la cultura post-filosófica:
diano: temperatura del agua de las du-
ostenta un puesto público en tanto inte-
chas, derecho a tener radios, practicar de-
lectual, ejerce una cierta crítica bajo la portes, comprar tabaco, beber cerveza,
formulación reformista y, de este modo, caminar una hora más, etc. 16. Sin embar-
no sólo respeta la división entre lo públi- go, tras estas reinvidicaciones completa-
co y lo privado —esto es, los principios mente razonables, hallamos el principio
básicos de la democracia liberal rortya- de un escándalo político:
na— sino que, además, la promueve y
mejora caminando hacia la utopía liberal Estas encuestas no están destinadas a me-
rortyana. jorar, a endulzar, a volver más soportable el
poder opresivo. Están destinadas a atacarlo
Quizás, la labor más pura del intelec- allí donde se ejerce bajo otro nombre —el de
tual específico foucaultiano venga conte- la justicia, el de la técnica, el saber, la ob-
nida en el trabajo que se realizó en el jetividad—. Cada una debe ser un acto po-
Grupo de Información de Prisiones, mo- lítico. 17

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Joaquín Fortanet

Los efectos políticos de los actos del presente realizada con el único objetivo
GIP no se hicieron esperar, y el 5 de di- de transgredirla.
ciembre de 1971 comienza, en Toul, una
serie de violentas revueltas en las cárce- 6. Una nueva y última pasión:
les francesas a causa del estado de las la democracia liberal
prisiones que continuará en gran parte
de Francia 18. Emergía, pues, un movi- Se nos hace ya evidente que el intelectual
miento político sin representación algu- rortyano nos ofrece un tipo de interven-
na, cuya voz no era otra que la voz de los ción social radicalmente distinta de la
detenidos que se erguía contra lo intole- propuesta por Foucault. Rorty propone la
rable de un poder sufrido en el propio redescripción de esta crítica en el ámbito
cuerpo. La función del intelectual espe- de lo privado dejando el espacio público
cífico se nos presenta, ahora, de un como el escenario en el cual desarrollar
modo más complejo: no sólo se trata de una serie de reformas que contribuyan al
realizar trabajos sectoriales que puedan mejoramiento y difusión de nuestra cul-
contribuir a mejorar las condiciones de tura. Rorty concebirá la ciudadanía como
un colectivo determinado que se suble- un marco común, un léxico común ante el
va, sino producir, mediante la puesta en cual, en tanto pertenece el espacio públi-
acto de los saberes específicos, nudos de co, el intelectual debe plegarse. Las re-
resistencia, oposiciones tanto al modo formas tan sólo serán útiles cuando co-
en que se ejerce el poder como a los dis- rrespondan con los intereses de la comu-
cursos y prácticas políticas tradiciona- nidad que las contempla.
les. Se trata, en fin, de promover apues-
No nos queda otra alternativa que cam-
tas de politización inéditas y específicas biar el papel que los filósofos compartieron
mediante las cuales se puedan oponer re- con los sacerdotes y los sabios y adoptar una
sistencias al poder. Tales resistencias función social que se parece más a la de un in-
siempre serán parciales y efímeras en la geniero o un abogado. Al contrario de los sa-
medida en que se dan en un presente sin cerdotes y sabios, que podían decidir por sí
recurso a ningún futuro y, por ello mis- mismos sus temas, los filósofos contemporá-
mo, por estar totalmente inscritas en el neos, lo mismo que los ingenieros y aboga-
dos, deben averiguar cuáles son las necesida-
presente, la tarea del intelectual especí- des de los que les encargan su trabajo 19.
fico, para marcar los puntos ciegos en
los cuales inscribir las resistencias, debe En efecto, el papel del intelectual, su
realizar un diagnóstico del presente. función social, viene dado por el sentido
Ello nos remite, de nuevo, a la tarea de en que Rorty entiende la utilidad de las
una ontología del presente. Conocer, intervenciones políticas. Y, dicha utili-
analizar, establecer las condiciones de dad, no viene marcada por la teoría, ni si-
posibilidad a través de las cuales el pre- quiera por el mismo presente, sino por
sente se constituye como tal. Y el esta- aquella comunidad en la cual la figura del
blecimiento de tales condiciones de po- intelectual cobra sentido. Es así como las
sibilidad pasará por evidenciar los pro- reformas del intelectual rortyano conver-
cesos de saber y poder allí dónde se gerán con el ideario político liberal nor-
ejercen, aunque sea bajo otro nombre teamericano y el intelectual rortyano se
(humanidad, reinserción, justicia). Con convertirá, a la postre, en un intelectual
ello, la tarea crítica del intelectual pasa, de la democracia liberal en función de la
como la obra entera de Foucault, por el cual apoyará aquellas campañas refor-
establecimiento de una ontología del mistas concretas que resulten útiles para

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Dos modos de concebir la labor intelectual: Foucault y Rorty

acercar el presente a la utopía liberal. mundo, no puede dar cuenta de la pasión


Con ello, la función del intelectual, para política que, desde Platón, mueve el pul-
Rorty, se restringe en el ámbito público a so de la filosofía. Ni siquiera filosofías
un mero apoyo de las campañas que re- como la de Foucault, heredera de la in-
sultan útiles a la liberal-democracia. Se versión platónica nietzscheana, renun-
trata de un campo de actuación tremenda- cian a la pasión política, situándola, con
mente reducido en comparación con el distinto rostro y distinta modulación, en
propio del intelectual universal o el inte- el principio mismo de la mirada filosófi-
lectual específico. Sin embargo, tanto el ca. Aquello que se cumple con el intelec-
intelectual universal como el específico tual rortyano es el definitivo abandono de
no respetaban la división entre lo público la política. La última intervención políti-
y lo privado, y por ello mismo su campo ca en la filosofía se cumple en Rorty
de actuación era más amplio. El intelec- como la deserción definitiva del escena-
tual rortyano, mientras posee una acción rio político. Ya no es posible articular fi-
restringida a lo concreto y a la utilidad en losofía y política, ambas quedan desgaja-
lo público, mantiene, en cambio, una hi- das, separadas en dos compartimentos es-
peractividad en el campo privado. En lo tancos, en lo público y lo privado. Pero,
privado ya no se trata de campañas, pues esta separación que se da entre el intelec-
lo privado es el ámbito de la contingencia tual reformista —público— y el intelec-
y la autocreación irónica, completamente tual irónico —privado—, es sintomática
refractario a cualquier actuación política. de una defunción: la de la filosofía políti-
La hiperactividad del intelectual en el te- ca misma. El intelectual irónico y refor-
rreno privado viene dado por la asunción mista es la expresión de una doble renun-
del papel ironista. Como si en el territorio cia que ahora se anuda vista como parte
privado se expresasen, más allá de todo de un mismo gesto: la renuncia a la filo-
principio ético, las verdaderas pasiones sofía política expresa una doble deser-
del intelectual rortyano: perfección de ción: deserción de la política y deserción
sí, creación de vocabularios y metáfo- de la filosofía 20. Pese a que se pueda ob-
ras, manipulación de los sentimientos, jetar que la deserción de la política sólo
persuasión de auditorios, descalabro de se da en el terreno privado, y la deserción
ídolos y razones, fomento y ejercicio ili- de la filosofía sólo se da en el terreno pú-
mitado de la ironía y redescripción del blico, no podemos dejar de suponer que
mundo en virtud de la imagen ofrecida tal división entre lo público y lo privado,
por los propios sueños. De este modo, la tal y como analizamos, no responde a
antigua pasión del intelectual, la política, ninguna constatación histórica ni filo-
queda expulsada de sus funciones y acti- sófica, sino a una opción política que
vidades. subraya la necesidad de promover la
El intelectual ironista se adhiere a utopía liberal. Tal utopía se nos revela
campañas específicas que nos acercan a como el lugar ideal en el cual ni la filo-
la utopía liberal en lo público —y para sofía ni la política caben. La tradición
ello debe actuar al margen de la filoso- post-nietzscheana había mostrado, mer-
fía— y, en el terreno privado, cumple su ced a la inversión platónica nietzscheana,
labor irónica de autoperfección absoluta- la necesidad de derribar los ídolos que ar-
mente refractaria a cualquier compromi- ticulaban la antigua relación entre filoso-
so político. Su hiperactividad en la bús- fía y política, mostrando, para ello, los
queda de nuevos vocabularios y metáfo- efectos velados de la voluntad de verdad
ras, de nuevos modos de redescribir su y de la voluntad de poder que hacían po-

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Joaquín Fortanet

sible tal articulación. Sin embargo, era cambiantes e irónicos que toman cada
posible reformular dicha articulación, y juego del mercado y del poder como un
la apertura de las intervenciones políticas nuevo juego irónico que azuza su capaci-
en la filosofía y en la práctica social dad de redescripción y creación, de cam-
como tarea de un intelectual específico bio. El vocabulario último del que renie-
hacían posible un nuevo modo de conver- ga el ironista es el nudo de coherencia
gencia entre la política y la filosofía: una que mantenía la supervivencia de la bata-
filosofía politizada que, como en el caso lla política. Sesgada dicha coherencia,
de Foucault, era expresada trágicamente sustituida por la ironía y la solidaridad, la
bajo la llamada a la resistencia. Con batalla política da paso a la paz política
Rorty, la deconstrucción entre los lazos en el terreno filosófico: a la deserción. El
del binomio filosofía-política nos ofrece intelectual desertor, que quizás pueda
un paso más. A través de la posibilidad también ser contemplado como un inte-
de ofrecer una filosofía marcada y gober- lectual específico liberal, cumple los sue-
nada por una mirada política —interven- ños utópicos liberales de la deserción, li-
ción política en la filosofía— se cumple brando a la política liberal del peso del
la deserción de la filosofía y de la políti- pensamiento y a la filosofía irónica del
ca, no debido a un escepticismo relativis- peso de la política. Enfrentando a la filo-
ta o al llamado postmodernismo rortyano sofía a la tarea de lidiar con su propia de-
—a la inversión de la figura del filóso- serción. Así, la intervención política en la
fo-rey—, sino a la intervención política filosofía rortyana que se cumple con la fi-
liberal consistente en desarmar la poten- gura del intelectual no sólo supone la de-
cia crítica y política de una filosofía que serción de la filosofía, el abandono de la
se encierra en la clandestinidad de lo pri- política y la instauración de la redescrip-
vado, condenada a fomentar la auto- ción irónica, sino el abandono de la con-
creación egoísta y contingente del indivi- testación al presente, la asunción, acrítica
duo mientras observa, confinada, de qué y derrotada, de lo que nos pasa porque,
modo el espacio público es constituido a precisamente, lo que nos pasa excede las
través de una política reducida a simples atribuciones del sujeto, de la crítica y de
campañas de fomento de la utopía liberal. la filosofía. El intelectual ironista, cam-
De este modo, el intelectual deserta biante y caprichoso, construido con con-
de su más antigua pasión, la política, del vicciones contingentes, es la plasma-
mismo modo que deserta de su quehacer ción práctica de la intervención política
filosófico en la medida en que su única rortyana en la filosofía, es decir, es la
tarea pasa por cimentar y apuntalar su ser plasmación práctica de la opción política
irónico privado. El intelectual rortyano se por la democracia, por el poder.
nos presenta como un intelectual deser- Y, a pesar de todo ello, nunca una op-
tor, que vive su propia deserción como un ción por el poder ha sido tan sutil y extra-
modo de acercarse a la utopía liberal y a ña, nunca ha contado con menos presu-
la felicidad que supone cumplir sus pro- puestos, menos fundamentos, nunca ha
pios sueños egoístas de autoperfección. proclamado con mayor énfasis el derribo
Privado de convicciones, de razones y de de toda epistemología, de toda moral
coherencia, la labor del intelectual deser- deontológica, de la tradición. Nunca una
tor se acopla perfectamente a las exigen- opción política por el poder ha convenido
cias de una nueva sociedad globalizada y que la falta de justificación es el mejor
espectacular, cimentada sobre el consu- modo para la conservación y promoción
mo y la volubilidad de los individuos del mismo. Nunca una opción militante

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Dos modos de concebir la labor intelectual: Foucault y Rorty

por el presente ha creído oportuno el va- nomenología y el marxismo. La crítica a


ciado ontológico del mismo, la instaura- los ídolos modernos, a la preeminencia
ción de la contingencia en todos los ám- del sujeto, a la epistemología y a las cien-
bitos. Nunca una opción liberal ha insisti- cias humanas responde a una actitud crí-
do tanto y de este modo en el fomento de tica a través de la cual el intelectual resis-
la solidaridad, y en el carácter inclusivo tente pretende hacer visibles las relacio-
de la comunidad. Nunca un intelectual nes de poder que permanecían veladas, y
funcionario ha tenido como misión el fo- luchar activamente contra aquéllas que
mento de la ironía privada, el introducir resultan intolerables y evidentes. Sin em-
el descrédito de los dioses propios y el bargo, su lucha no pasa por los cauces ha-
ateísmo contra las palabras sagradas en bituales a los cuales está acostumbrado el
sus conciudadanos. Nunca la política ha- marxismo o el intelectual clásico. Su do-
bía proclamado la deserción. Y, sin em- nación de la voz, su intento de cortocir-
bargo, a través del derribo de los ídolos, cuitar el entramado político a través de la
la moral y la tradición, a través de la irrupción de nuevos colectivos, de nue-
constatación de la falta de justificación vas voluntades políticas, responde al an-
teórica de la democracia liberal, a través quilosamiento y a la crisis de una cultura
de la contingencia, la ironía y la solidari- y un tiempo. Así, el intelectual específico
dad, el intelectual rortyano realiza un es un intento de pensar de otro modo, un
movimiento sinuoso y quizás perverso, modo de afrontar una crisis y desvelar
un movimiento que nos lleva desde el lu- nuevos enemigos que antes resultaban
gar de las intervenciones políticas, un inéditos.
lugar relativamente conocido tras el aná- Pese a que se levante contra la filoso-
lisis foucaultiano y que, en Rorty, toma fía, pese a que el intelectual específico uti-
un sesgo contrario, es decir, la defensa lice la filosofía de la sospecha para, preci-
del presente, la opción por el poder. Pero samente, sospechar de la filosofía, el lugar
esta defensa del hoy y del aquí, del noso- del intelectual específico es la batalla con-
tros los liberales, es consciente de su pro- tra la solidez filosófica. De hecho, Fou-
pia desfundamentación, constituyéndose cault definía la tarea genealógica e intelec-
abiertamente como una opción política tual como la liberación de saberes que se
sin fundamentos que, mediante la di- encuentran sujetos, ligados a inmovilida-
visión entre lo público y lo privado, pro- des teóricas que funcionan como grandes
clama el advenimiento de una cultura marcos 21. La liberación de fragmentos de
post-filosófica, es decir, de una cultura de saber ponía en cuestión, así, las totaliza-
la deserción. Precisamente, podríamos si- ciones llevadas a cabo por el discurso.
tuar la diferencia esencial de estos dos in- Con ello, la cultura del intelectual especí-
telectuales que nos ocupan en el tipo de fico correspondería a una contra-cultura,
cultura que ambos asumen. Indudable- pero dicha contra-cultura se enmarca en el
mente, la cultura adecuada para el inte- seno de una cultura filosófica y política.
lectual resistente responde a patrones ra- Sin embargo, la cultura que Rorty defien-
dicalmente distintos a la cultura post-fi- de como deseable subvierte las relaciones
losófica rortyana. sobre las cuales el intelectual específico
El intelectual resistente se produce y fundaba su tarea. La ausencia de solidez
se gesta en el seno de una cultura filosófi- teórica, la instauración de la anti-episte-
ca, una cultura en crisis, pero todavía sos- mología, la sustitución de la verdad por la
tenida por los fundamentos de los gran- justificación, la división entre lo público y
des sistemas filosóficos y políticos: la fe- lo privado, la concepción retórica y per-

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suasiva del lenguaje, la imposibilidad de tual sigue siendo, hasta el desfallecimien-


trazar una ontología del presente, la to, la tarea de mostrarnos hasta qué punto
ausencia de identidades, la contingencia resulta intolerable ser aquellos que somos,
del yo y de la comunidad, todo ello nos así, de este modo, aquí y ahora. Pensar de
conduce a un escenario en el cual apelar a otro modo. Con ello, quizás nuestro pre-
la fragmentación o las diferencias obliga, sente intelectual se juegue entre estas dos
cuanto menos, a definir convenientemente opciones. Entre la democracia y la resis-
los términos que se pretenden oponer a un tencia. Como si la filosofía, para seguir
presente contingente, cambiante, injustifi- siendo crítica, se viese obligada a pensarse
cado, líquido. Y es aquí, en esta liquidez, en conflicto con la democracia.
donde el intelectual rortyano arraiga con
toda su capacidad irónica. Es el intelectual
que se adapta perfectamente a los cambios BIBLIOGRAFÍA
porque ha renunciado a la coherencia, el
intelectual que asume la contingencia ARAMAYO, R., La quimera del rey-filóso-
como parte de su propio ser y se pliega a fo, Madrid, Taurus, 1997.
las necesidades del poder a través de la ARTIÈRES, PH., «La prison en procès. Les
propuesta de reformas, el fomento de la mutins de Nancy», en Vingtième Siè-
solidaridad y la creación privada, en don- cle. Revue d’histoire, n. 70, Paris,
de cumple los sueños a través de sucesivas abril-junio 2001, pp. 57-70.
redescripciones. ARTIÈRES, PH.; QUERO, L.; ZANCARINI,
Si ambos intelectuales pueden leerse M. (eds.), Le Groupe d’information
como dos polos de una cultura llamada fi- sur les prisions. Archives d’une lutte,
losófica, el intelectual rortyano se nos 1970-1972, Éditions de l’IMEC, Pa-
aparece en una suerte de más allá, como ris, 2003, pp. 133 y ss.
un habitante de las ruinas que hace del te- BADIOU, A., Abrege de metapolitique,
rritorio desértico y yermo de fundamentos Paris, Seuil, 1998.
el lugar perfecto para construir una ciudad BERMUDO, J. M., Filosofía política III.
no ideal, sino una ciudad útil a los intere- Asaltos a la razón, Barcelona, Ed. del
ses que le gobiernan. Y esa ciudad no será Serbal, 2005.
una ciudad racional, fundada sobre princi- DELEUZE, G., Registro sonoro del curso Le
pios sólidos. Será una ciudad líquida, una Pouvoir, 1985-1986, Bibliothèque Na-
ciudad irónica en la cual se satisfagan los tionale de France, Côte: PDC12-705.
deseos privados y cambiantes, donde el — La isla desierta y otros textos,
sentimentalismo reine en el momento en Pre-Textos, Valencia, 2005.
que se muestre el sufrimiento y ello pro- DREYFUSS, G.; FRANK, R.; ZANCARINI, M.
voque la unión de una comunidad, una co- (eds.), Les années 68: le temps de la
munidad que permanece unida porque, contestation, Paris, Complexe, 2000.
sencillamente, no hay lugar alguno adon- ESPOSITO, R., «Confines de lo político.
de ir. La ciudad rortyana será una ciudad Nueve pensamientos sobre política»,
en la nada, una ciudad de apariencias y, Madrid, Trotta, 1996.
sin embargo, atractiva. Rorty nos ofrece el FOUCUALT, M., Le pouvoir, les valeurs et
cumplimiento de una versión del sueño l’intellectuel, U. California, Berkeley,
americano a cambio de la filosofía, la po- 3 November 1980, San Francisco.
lítica y la derrota de otro viejo sueño. Fou- Archivo del IMEC, Côte D285.
cault, sin embargo, todavía nos insiste, nos — Dits et Écrits, vol. III y IV, Paris, Ga-
desvela, todavía resiste y su tarea intelec- llimard, 1994.

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Dos modos de concebir la labor intelectual: Foucault y Rorty

— Il faut défendre la societé, Paris, Ga- RORTY, R., Pragmatismo y política, Bar-
llimard, 1997. celona, Paidós, 1998.
REVEL, J., Michel Foucault. Expériences de — Filosofía y futuro, Barcelona, Gedisa,
la pensée, Paris, Bordas, 2005, p. 135. 2004.

NOTAS

1 Doctor en Filosofía por la Universidad de Barce- por el grupo de la revista Quaderni Rossi, dirigida por
lona y Profesor Asociado de la Facultad de Filosofía R. Panzieri, R. Alquati, M. Tronti y T. Negri. Desde
de la Universidad de Zaragoza. su nacimiento, el GIP estuvo ligado al grupo italiano
2 Y, sin embargo, deberíamos también atender a Soccorso Rosso, fundado por militantes de la extrema
las palabras que Deleuze dedica a Sartre reconociendo izquierda Lotta Continua, manteniendo lazos con los
la labor del intelectual universal en una determinada movimientos izquierdistas italianos del Potere Ope-
época histórica, su entereza moral ante la opresión. raio.
Ver al respecto, Deleuze, La isla desierta y otros tex- 15 Sobre la contestación política general y el con-
tos, Pre-Textos, Valencia, 2005. texto político de Mayo del 68, ver al respecto, G.
3 Foucault, Dits et Écrits, vol. III, Paris, Galli-
Dreyfus-Armand, R. Frank, M. F. Levy, M. Zancari-
mard, 1994, p. 156. ni-Fournel (ed.), Les années 68: le temps de la contes-
4 Foucault, Dits et Écrits, vol. III, op. cit., p. 109.
tation, Paris, Complexe, 2000.
5 Rorty, Pragmatismo y política, Barcelona, Pai- 16 Ph. Artières, L. Quero, M. Zacarini-Fournel
dós, 1998, pp. 68-69. (eds.), Le Groupe d’information sur les prisions.
6 Foucault, Le pouvoir, les valeurs et l’intellectuel.
Archives d’une lutte, 1970-1972, Éditions de l’IMEC,
Interview with M. Foucault by Michael D. Bess, U. Paris, 2003, pp. 133 y ss.
California, Berkeley, 3 noviembre de 1980, San Fran- 17 Foucault, «Préface», en Le Groupe d’infor-
cisco. Archivo del IMEC, Côte D285.
7 Rorty, op. cit., p. 71.
mation sur les prisions. Archives d’une lutte, 1970-
8 Deleuze, Registro sonoro del curso Le Pouvoir,
1972, op. cit., p. 53.
18 Ver al respecto, Ph. Artières, «La prison en
1985-1986, Bibliothèque Nationale de France, Côte:
PDC12-705. procès. Les mutins de Nancy», en Vingtième Siècle.
9 Foucault, Dits et Écrits, vol. IV, Paris, Gallimard, Revue d’histoire, n. 70, Paris, abril-junio 2001,
pp. 57-70.
1994, p. 594.
10 Gesto teorizado por Foucault como «un coup 19 Rorty, Filosofía y futuro, Barcelona, Gedisa,

d’oeil» en Foucault, Naissance de la clinique, Paris, 2004, p. 16.


PUF, 1963, p. 123. 20 Sobre la problemática de las relaciones entre fi-
11 Rorty, Pragmatismo y política, op. cit., p. 78. losofía y política a propósito de la deserción, ver A.
12 Rorty, Pragmatismo y política, op. cit., Badiou, Abrege de metapolitique, Paris, Seuil, 1998;
pp. 54-55. R. Espósito, Confines de lo político. Nueve pensa-
13 Rorty, Pragmatismo y política, op. cit., p. 79. mientos sobre política, Madrid, Trotta, 1996; R. Ara-
14 Un ejemplo cercano es la labor del Observatorio mayo, La quimera del rey-filósofo, Madrid, Taurus,
del Sistema Penal y Derechos Humanos de la Univer- 1997, y J. M. Bermudo, Filosofía política III. Asaltos
sidad de Barcelona. A la hora de ofrecer un antece- a la razón, Barcelona, Ed. del Serbal, 2005.
dente de la experiencia del GIP, debemos remontarnos 21 Foucault, Il faut défendre la societé, Paris, Ga-

a la teorización de la práctica de la encuesta realizada llimard, 1997, pp. 11-14.

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