Artículo de reflexión

Resiliencia Sexual en adolescentes: una revisión desde la

Psicología Positiva

Sexual Resilience in adolescents: a review from Positive Psychology

Jesús Manuel Guerrero Alcedoa*

a

D A T O S A R T I C U L O R E S U M E N

La salud sexual y reproductiva de los adolescentes (hombres y

Guerrero, J. (2014). Resiliencia sexual en mujeres) ha adquirido una gran relevancia en los últimos años debido
adolescentes: una revisión desde la a sus repercusiones biológicas, psicológicas y sociales. Desde hace
Psicología Positiva. tiempo las investigaciones en torno al área se han centrado en el
(1), riesgo y la patología, ocasionando un vacío en el estudio de las
45-50. fortalezas del ser humano. Ante tal situación, surge la Psicología
Positiva como respuesta a esta carencia, enfocándose en sus inicios
en el desarrollo de potencialidades, siendo una de ellas la resiliencia
sexual. Esta fortaleza favorece la práctica de comportamientos
sexuales seguros en los adolescentes a través de los factores de
protección familiar, social e individual, contrarrestando los factores
Resiliencia Sexual, Factores de riesgo y los relacionados con esta etapa. Por lo que el propósito de
de Protección, Adolescencia, Psicología este artículo será presentar una revisión acerca de este constructo,
Positiva. visto desde el enfoque de la Psicología Positiva.

A B S T R A C T

Sexual Resilience, Protective Factors,
Adolescence, Positive Psychology.
Recibido: febrero 21 de 2014
Revisado: marzo 27 de 2014
Aceptado: abril 4 de 2014
*Correspondencia: Cra. 19 Cll 8. Edificio
Moran. Universidad Centroccidental
Lisandro Alvarado. Programa de Psicología
Barquisimeto, Venezuela.
E-mail: jesusguerrero.psi@gmail.com
Sexual and reproductive health of adolescents (male and female) has
acquired great importance in recent years due to their biological,
psychological and social implications. Investigations about this issue
have been focused on risks and pathologies, leaving a gap in the
study of the human being’s strengths. From this situation, Positive
Psychology was born in response to this gap, focusing in its beginning
in developing potentials, in example, Sexual Resilience. This strength
contributes to the practice of safer sex behaviors among adolescents
through family, individual and social protection factors, countering
the risk factors related to this stage; Reason why the purpose of this
article is to present a review on this construct, seen from the
perspective of positive psychology.

La salud sexual y reproductiva de los
adolescentes (hombres y mujeres) ha adquirido una
gran relevancia entre los profesionales de la salud en
los últimos años, debido al impacto psicosocial que ha
originado en generaciones recientes, reflejado en el
inicio temprano del ejercicio de la sexualidad sin to-
tomar las debidas precauciones, los embarazos no
planeados, los abortos provocados, el aumento
progresivo de la incidencia de las Infecciones de
Trasmisión Sexual (ITS), entre otros, lo cual limita el
desarrollo de las capacidades educativas y laborales de
los adolescentes, afecta su proyecto de vida y reprodu -

 Realitas  Barranquilla, Colombia  Vol. 2  N°. 1  pp. 45-50  Ene-Jun  2014  ISSN 2346-0504  e-ISSN 2346-0601 
 Guerrero Alcedo, Jesús Manuel
ce sus condiciones de pobreza (Andrade, Betancourt &
Palacios, 2006; Banda, 2012; García, Cortés, Vila,
Hernández & Mesquia, 2006).
Es así como factores de riesgos biológicos,
psicológicos y sociales traen consigo repercusiones
trascendentales, convirtiéndose en un problema de
salud pública a nivel mundial. En Venezuela, las cifras
de adolescentes insertos en estas problemáticas cada
día aumentan: según el informe del Estado de la
Población Mundial del año 2013 se calcula que de cada
1000 mujeres, 101 dan a luz entre los 15 y 19 años de
edad; según el Ministerio del Poder Popular para la
Salud para el año 2008 se registró 63.5% de
fallecimientos maternos por cada 100.000 nacidos
vivos mientras que 2 de cada 5 adolescentes dejaron
los estudios después de dar a luz; para el año 2006
unos 2500 adolescentes venezolanos vivían con VIH,
este fenómeno constituye además la sexta causa de
muerte en adolescentes y jóvenes entre 15 y 24 años
según cifras reportadas por la UNICEF Venezuela en el
año 2009 (Centro de estudios de la mujer de la
Universidad Central de Venezuela, 2011; Guerrero,
2013).
De esta manera, disminuir las estadísticas de
embarazo adolescente e ITS es una meta de políticas
públicas en nuestro país, pero hasta ahora las
estrategias han sido insuficientes y poco efectivas, esto
si se toma en cuenta el incremento progresivo de las
estadísticas (Guerrero, 2013).
La población adolescente en Venezuela ha
sido descuidada en las investigaciones y las estrategias
de intervención, que en su mayoría se han enfocado
hacia el nivel secundario y terciario de atención en
salud. Por lo que la revisión teórica propuesta en este
artículo dirigirá su atención a examinar aspectos
relacionados con la promoción y prevención de la
salud sexual y reproductiva de los adolescentes
enfocándose en la resiliencia sexual, vista desde el
enfoque de la psicología positiva.
La adolescencia es definida por la
Organización Mundial de la Salud (1996) como aquella
etapa que transcurre entre los 10 a 19 años, dividida
en dos fases, entre 10 y 14
años y la entre 15 y 19 años. Este
periodo se inicia con cambios puberales, que se
caracterizan por profundas transformaciones en el
ámbito biológico, psicológico y social; muchas de ellas
generadoras de riesgos, conflictos, confusiones y
contradicciones. En esta etapa se experimentan fuertes
situaciones de estrés, desorientación, dudas sobre sí
mismos, presión para lograr éxito, inquietudes
financieras y otros temores (Coppari et al., 2010).
Esta parte de la población es considerada
como uno de los grupos más vulnerables en la
sociedad (Márquez & Duran, 2007), por lo cual en esa
área es en donde se han concentrado los estudios en
torno a la adolescencia (Parra & Pérez, 2010). En el
plano sexual, dicha vulnerabilidad se asocia a los
cambios morfológicos, fisiológicos y psicológicos
propios de la edad, los cuales de no ser orientados
adecuadamente, pueden incidir en que los
adolescentes incurran en prácticas sexuales de riesgo,
trayendo consigo consecuencias no deseadas a corto,
mediano y largo plazo. Este grupo etario está expuesto
a factores y conductas de riesgo que son
respectivamente los elementos que incrementan la
4646   Realitas
Realitas   Vol.
probabilidad de aparición, o de asociarse al
desencadenamiento de algún hecho indeseable,
enfermar o morir.
La falta de información para protegerse de las
ITS y la actividad sexual indiscriminada y sin
protección, son los factores y conductas de riesgo más
frecuentes en la adquisición de estas patologías, y que
constituyen un verdadero problema de salud, al cual se
añade el riesgo del embarazo precoz si se trata del
género femenino, y la frustración social que trae para
los adolescentes que generalmente se ve impedidos de
concluir su proyecto de vida (García et al., 2006).
Sin embargo, las conductas sexuales de riesgo
son difíciles de modificar, y no bastan sólo con los
conocimientos que se tengan de ella se logra promover
cambios conductuales en esta área. Pese a esta
dificultad, la promoción de conductas sexuales de
protección traería beneficios importantes para la salud
de los adolescentes, convirtiendo en una prioridad las
intervenciones en este ámbito (Guerrero, 2013).
Así pues, son muchas las investigaciones que
se enfocan al estudio del riesgo, la patología y las
debilidades del ser humano (Salgado, 2012), y pese a
que este enfoque ha contribuido a conseguir
resultados favorables, no ha logrado disminuir las
cifras de ITS, embarazos adolescentes, abortos
provocados, deserción escolar y pobreza en el contexto
venezolano.
Este énfasis en el estudio de las debilidades
del ser humano y la patología, ha originado un vacío
en el estudio de las fortalezas del ser humano, como
contraposición a ello, la psicología ha generado un
movimiento que se encamina bajo un modelo
salugénico, que conceptualiza el bienestar constituido
tanto por la satisfacción con la vida, como por las
fortalezas o rasgos positivos, destacando estas
dimensiones como factores que promueven la salud en
los individuos especialmente en los adolescentes
(Gancedo, 2008a; Garassini & Zavarce, 2010). Por lo
cual es importante potenciar los niveles de atención en
salud incorporando elementos de la psicología positiva
a sus planes de prevención e intervención,
posibilitando en los adolescentes la toma de decisiones
responsables y adecuadas ante el riesgo sexual.
La Psicología positiva surge en el año 1998
por iniciativa de Martin Seligman, quien la define como
el estudio científico de las experiencias positivas, los
rasgos individuales positivos, las instituciones que
facilitan su desarrollo y los programas que ayudan a
mejorar la calidad de vida de los individuos, mientras
previene o reduce la incidencia de la psicopatología
(Castro, 2010; Gancedo, 2008b; Seligman &
Csikszentmihalyi, 2000).
Este movimiento surgió como respuesta a un
enfoque en donde la psicología se había centrado
preferentemente en los problemas humanos y en cómo
resolverlos. Aunque este enfoque ha ayudado a
resolver algunos problemas considerables, el énfasis
en la patología ha supuesto el no prestar atención a los
aspectos positivos del ser humano ofreciendo un
punto de vista de éste como un ser frágil, víctima de
entornos crueles o de malos genes, que ha de
sobrevivir más que florecer (Contreras & Esguerra,
2006; Cuadra & Florenzano, 2003; Martínez, 2006). De
este modo, en los últimos años, se ha venido
produciendo un cambio en la investigación en
Vol.22   N°.
N°.11   Ene-Jun
Ene Jun   2014
2014
 Resiliencia sexual en adolescentes
psicología, que evidencia una tendencia a abordar las
variables positivas y preventivas en lugar de los
aspectos negativos (Simonton & Baumeister, 2005).
La psicología positiva propone entonces la
aplicación de un nuevo enfoque de protección y
promoción, dirigido a favorecer el estudio de las
condiciones y de los procesos relacionados con el
desarrollo óptimo de los individuos, los grupos y las
instituciones (Hervás, 2009). Estos aportes han dejado
una huella en diversas áreas de intervención de la
psicología en especial en el área de la salud,
promoviendo factores de protección (Acosta &
Sánchez, 2009; Carpi, González, Zurriaga, Marzo &
Buunk, 2009; Gorrochotegui, Mendoza, Escudero,
Vincens & Romero, 2008).
Al respecto, Guerrero (2013) define los
factores de protección asociados a los
comportamientos sexuales como aquellas
características personales, ambientales, o bien la
percepción que se tenga de ellos, que se derivan de los
conocimientos y acciones asociadas directa o
indirectamente a características sexuales, capaces de
evitar la exposición a infecciones de transmisión
sexual, disminuyendo la vulnerabilidad y la
probabilidad de enfermar. Dentro de los factores
protectores tenemos la resiliencia sexual.
Previamente se ha enunciado la resiliencia
sexual como un factor de protección ante los riesgos
sexuales. Este concepto surge dentro de la
investigación en la psicología positiva, y al ser un
término abarcador (que involucra fortalezas,
competencias y habilidades), es aquí donde claramente
se integra a este enfoque salugénico como un factor de
protección de la salud. Al enmarcarse en la psicología
positiva, la resiliencia sexual se da en la dinámica de
fomento de la salud mental, cuya relación está
enmarcada dentro los niveles de atención de salud,
teniendo un rol preventivo, acentuando además la
promoción de competencias por modelos positivos de
intervención y cambio, convirtiéndose en una
estrategia posible antes las dificultades del entorno.
Estudiar la resiliencia no es tarea fácil, dadas
sus múltiples definiciones, aproximaciones,
propuestas metodológicas y tipos de estudios desde
los cuales se ha abordado este tema. Afortunadamente,
lo más relevante de los estudios llevados a cabo hasta
ahora es que permiten dotar de recursos y
competencias a una persona, una familia, una escuela
y aun a una sociedad, con los cuales se pueda hacer
frente a una adversidad y salir más favorecido o
menos afectado cuando se encuentre en una situación
de vulnerabilidad.
En la actualidad existen múltiples
definiciones acerca de lo que es resiliencia, Rutter
(1992) la define como un conjunto de procesos
sociales e intrapsíquicos que viabilizan tener una vida
sana en un medio insano. Esto se puede lograr a través
del tiempo entre las combinaciones de los atributos
del adolescente y su ambiente familiar, social y
cultural.
Grotberg (1995, citado en Fiorentino, 2008)
considera que la resiliencia es la “
” (p. 99). Becoña (2006) lo conceptualiza como la
capacidad que tiene una persona de rechazar o de
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enfrentar con éxito una situación a pesar de la
adversidad. Por su parte, Wagnild y Young (1993), la
definen como una característica de la personalidad
reguladora de los efectos negativos del estrés y
promotora de una mejor adaptación, constituidas por
cinco características primordiales: 1) una visión
equilibrada de la vida, 2) un sentido de propósito en la
vida, 3) la habilidad para luchar a pesar de las
dificultades, 4) el reconocimiento de la vida de cada
individuo como única y 5) la creencia en el sí mismo y
en sus capacidades (Lundman, Strandberg, Eisemann,
Gustfson & Brulin, 2007).
Para Melillo y Ojeda (2001) un individuo
resiliente es aquel que estando inserto en una
situación adversa, es decir, que estando expuesto a un
conjunto de factores de riesgo, tiene la capacidad de
utilizar factores protectores para sobreponerse a la
dificultad, crecer y desarrollarse adecuadamente.
Visto desde esta perspectiva, pareciera que
este constructo fuera estático. Sin embargo, la
resiliencia no es una habilidad o capacidad que se
adquiere de una vez y para siempre. Es resultado de un
proceso cambiante, dinámico y evolutivo que varía
según la naturaleza de la situación, el contexto y la
etapa de la vida, evidenciándose de diferentes
maneras. Marques (2011) afirma que la resiliencia es
de naturaleza dinámica, que puede variar en función
del tiempo y de las circunstancias, dando como
resultados un equilibrio entre factores de riesgo,
factores protectores y la personalidad del ser humano.
Es necesario puntualizar que la resiliencia no
constituye un rasgo o atributo fijo, ni es perdurable
para toda la vida, tampoco se practica a cada minuto o
día bajo todas las circunstancias imaginables (Masten
& Powell, 2007), mucho menos se nace siendo
resiliente ni se adquiere durante el desarrollo, sino que
se trata de un proceso recíproco entre las personas y
su medio cuando se está frente a una situación de
riesgo (Rutter, 1993), proceso que puede ser de
utilidad conforme se tengan mejores recursos para
hacerle frente a la adversidad.
La resiliencia ha sido abordada desde
diferentes perspectivas del ser humano, sin embargo,
son poco los estudios que hacen énfasis en el área de
las conductas sexuales. Al respecto, Castillo-Arcos y
Benavides-Torres (2012) definen la resiliencia sexual
como un “
” (p. 176).
Reflejándose esto en conductas como la abstinencia, la
monogamia, la utilización constante y correcta del
preservativo, la búsqueda de orientación sobre las
infecciones de transmisión sexual como VIH/SIDA y la
realización de la prueba de VIH en quienes hayan
mantenido conductas de riesgo.
Así pues, la resiliencia sexual en el
adolescente favorece la práctica de comportamientos
sexuales seguros a través de los factores de protección
individual, familiar y social, contrarrestando los
factores de riesgo sexual y los relacionados con esta
etapa. Al respecto, Maddaleno (1994) afirma que los
adolescentes tienen más riesgos de padecer crisis de
distinto orden que otras etapas evolutivas, sobre todo
porque están expuestos a conductas de riesgo a corto,
mediano y largo plazo en distintos ámbitos, como
sexuales, de maduración, socioeconómicos, patología
física y psíquica, entre otros.
Así pues, el riesgo en este grupo etario no
está relacionado con la enfermedad sino con los
47
 Guerrero Alcedo, Jesús Manuel
cambios físicos, psicológicos y sociales propios de la
etapa de la adolescencia que provocan incertidumbre.
Durante esta etapa las capacidades física, sexual,
imaginativa, intelectual y crítica funcionan más
intensamente que en cualquier otra etapa de la vida
(Castillo-Arcos & Benavides-Torres, 2012), por lo que la
resiliencia constituirá un mecanismo que reducirá el
impacto del riesgo, disminuyendo la vulnerabilidad y
permitiendo el desarrollo de factores protectores que
fomentarán la toma de decisiones adecuadas ante
situaciones de riesgo sexual (De Santis, 2008).
Según el Modelo de resiliencia sexual en el
adolescente de Castillo-Arcos y Benavides-Torres
(2012), esta fortaleza favorece la práctica de
comportamientos sexuales seguros a través de los
factores de protección familiar (apoyo familiar,
monitoreo de los padres), social (necesidades de
apoyo, información y retroalimentación cumplidas por
los amigos y el proveedor de salud) e individual
(experiencia previa con el riesgo, afrontamiento
positivo, conocimiento sobre el VIH/SIDA, autoestima
y autoeficacia), contrarrestando los factores de riesgo.
De esta manera, la resiliencia sexual es un
mecanismo que minimiza el impacto de los factores de
riesgo puesto que el adolescente experimenta un
constante estado de vulnerabilidad, por lo que este
factor asociado con otros factores de protección le
permitirán al adolescente la toma de decisiones
adecuadas ante situaciones de riesgo sexual.
En función de lo expuesto, las intervenciones
orientadas a potenciar la autonomía y responsabilidad
generan en los adolescentes la posibilidad de elegir
postergar o abstenerse de una relación sexual coital,
no realizada desde la represión sino desde la
capacidad del adolescente para optar y percibir si está
o no listo, si es lo que desea o no. Desde esta
perspectiva, se busca educar para aprender actitudes,
valores y habilidades para ser padres responsables y
eficaces como resultado de una elección consciente. Al
respecto, la Asociación Mundial de Sexología (2000)
afirma que
El aporte de esta revisión se ve reflejado en el
sustento teórico que se hace al constructo de la
resiliencia sexual, los estudios muestran que la
resiliencia es abordada desde otras áreas como la
escolar, la salud (enfermedades crónicas) y la pobreza,
sin embargo, son menos aquellos que abordan el área
sexual. Por lo que también hará un aporte teórico
significativo a la psicología positiva, siendo este un
rasgo o una fortaleza pilar de estudio de este enfoque.
48  Realitas
Desde un punto de vista práctico, las
evidencias empíricas sugieren que las intervenciones
basadas en el fortalecimiento de la resiliencia han
mostrado su efectividad pues promueven el proceso
de superación de los efectos negativos de la exposición
al riesgo, originando un afrontamiento exitoso de las
experiencias estresantes y la evitación de las
trayectorias negativas asociadas al riesgo sexual
(Anthony, Alter & Jenson, 2009; Haase, 2004; Vinson,
2008).
Los estudios confirman que el conocimiento
de los factores protectores que intervienen en el
comportamiento sexual en los adolescentes, en este
caso la resiliencia sexual, puede estar desempeñando
un papel importante a la hora de diseñar programas de
promoción y prevención específicos para este tipo de
comportamiento, ubicando al profesional de la
psicología como un agente promotor de cambio. Por
tanto, en el desarrollo de la investigación sobre la
conducta sexual deben considerarse estos aspectos y
estudiar su influencia en muestras representativas.
La psicología positiva, tal como lo expresa
Seligman y Csikszentmihalyi (2000) estudia los rasgos
individuales positivos y las instituciones que facilitan
el desarrollo, en este caso de los adolescentes. Desde
esta postura, se deben emprender acciones que
involucren a la familia, la comunidad, las
organizaciones prosociales (escuelas, universidad,
iglesia), ya que las instituciones positivas son
congruentes a los factores resilientes que protegen del
riesgo sexual. Por lo que esta revisión concibe este
constructo como un proceso vinculado a la aplicación
práctica de la psicología positiva, y desde el rol del
profesional de la salud, a través de intervenciones, que
fomenten el bienestar y una mejor calidad de vida de
los adolescentes.
En resumen, el trabajo del psicólogo debe ir
por el camino de reorientar a los adolescentes para
que encuentren la forma de aprender y crecer con su
experiencia. Esto se puede lograr estudiando no sólo la
patología, el riesgo y el daño, sino también los factores
protectores como las potencialidades, los recursos y la
capacidad de crecimiento personal, aplicando las bases
de la Psicología Positiva dirigidas a la promoción de
comportamientos y hábitos saludables donde se haga
énfasis en la búsqueda y fortalecimiento de factores
protectores dirigidos a la promoción de salud y no
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