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De los
orígenes al siglo XV. Barcelona: Herder. (págs. 379-429).
1. La teología es la comprensión de la fe, por esto es importante ver cómo la teología
escolástica consigue la relación entre la razón y la fe, las consideraciones de tales aspectos
permitirán a su vez señalar las principales líneas de evolución de la teología escolástica
según la diversidad de interpretaciones y relaciones entre fe y razón, ¿de qué modo presenta
el concepto de teología en la escolástica y qué aspectos se plantean en la relación de fe y
razón?
R: La coordinación de fe y razón es específica en toda la escolástica, aunque la relación adopta
por su distinta según los autores, la teología va añadiendo por razón humana los elementos de la
revelación que aceptamos por la fe, la escolástica soluciona particularmente el problema de la
relación entre fe y razón.
Autores como San Anselmo propone la fórmula de atribuir gran fuerza de la razón en cuanto
expone unas razones necesarias ante los misterios de la fe y en su necesidad intrínseca.
San Anselmo no quiere substituir la fe por la razón, no busca la razón para creer, sino que cree
para comprender; más aún, está convencido de que nunca llegaría a la comprensión, si antes no
hubiera creído.
Autores como Santo Tomás plantea la relación entre la fe y la razón de un modo más equilibrado,
considerada por un lado el campo de la razón filosófica en una autonomía relativa y por otro la
materia teológica bajo el primado de la fe; si se da una distinción más elaborada entre lo filosófico
y lo teológico no es sin duda para separar, sino para unir en cuanto se admite la razón filosófica
en la visión unitaria de la realidad que la teología quiere estudiar.
2. Abelardo, es sin duda el único teólogo de la Edad Media que conoció una experiencia
aguda de amor humano, de desgracia, de la fuerza regeneradora de la misericordia de Dios
activa en la misericordia fraternal, ¿a qué se debe que sea conocido como el primer hombre
moderno?
R: Se debe a que enseña cosas nuevas ya que descubre que las aparentes contradicciones entre
los autores se deben a los diversos sentidos de las palabras, idea que admite toda una noción de
lenguaje. Por este motivo, distingue los diferentes géneros literarios y posturas psicologías, y es
así como denuncia los textos inauténticos. Además de ello, “somete los textos de la Biblia y
Padres de la Iglesia, a una disciplina exigente, fecunda, con promesas de futuro, la de la quaestio”.
Sin embargo, lo más apreciable de la obra de Abelardo y lo que le mereció el título del primer
hombre moderno fue: “el hermoso fruto de su libertad, de su audacia teológica; fruto aislado sin
eco ni posteridad, es su ética e, inseparablemente su teología de la salvación. Solo supo liberarse
del yugo del agustinismo, poner en cuestión radicalmente aquella especie de comercio sagrado,
impuesto de generación en generación como única interpretación de la redención. En ética
manifiesta un gran sentido de la persona humana”.
Por último, Abelardo no se complacía con creer en la verdad o en el bien; por ello se entregaba a
una reflexión sobre la situación en que creía; efectuaba la experiencia de la fe y meditaba sobre
esta experiencia; esta era una actitud moderna que aparece por primera vez en Abelardo. Además
de ello hace una fuerte crítica a la concepción occidental clásica de pecado original y refuta que
una falla se pueda transmitir, es decir que los niños nazcan condenados.