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Texto: Vilanova, Evangelista (1987). Historia de la Teología cristiana. Tomo I.

De los
orígenes al siglo XV. Barcelona: Herder. (págs. 274-321).

1. El movimiento iconoclasta fue suscitado y sostenido por los emperadores en los siglos VIII
y IX. Sin embargo, en su política se evidenciaba no solamente cuestiones teológicas sino
también otras que no tenían nada que ver con la teología; de acuerdo con lo anterior ¿Cuáles
fueron estas cuestiones teológicas en torno a dicho apogeo de la iconoclastia?
Rta.
En primer lugar se ha de tener presente que el icono en el cristianismo oriental siempre ha sido
fundamental entre los objetos de culto. De hecho, Juan Damasceno, quien es considerado como
la voz defensora de las imágenes, elabora una serie de discursos contra aquellos que rechazan la
veneración de las imágenes, es decir, contra el emperador de Bizancio León III y algunos obispos
del Asia Menor, quienes inician una propaganda contra el icono.
Unos años más adelante, la iconoclastia adquiere sus verdaderas dimensiones con el hijo de León,
Constantino V, quien convoca un concilio, llamado el concilio de Hieria (año 754), en donde
consideraran la imagen de fabricación humana como inaceptable e idolátrica, anti-cristológica y
que degrada la condición gloriosa original de la vida de los santos; definiendo finalmente que el
único icono admisible es el rito eucarístico que místicamente hace presente el acto de la
encarnación.
2. La escritura es la principal fuente de la moral y la espiritualidad, es la fuente inagotable de
la inspiración y la regla constante de toda experiencia humana; por lo tanto no sé debe
pensar que la escritura contenga en reserva una serie de aplicaciones totalmente a puntos,
que sólo esperan que alguien las utilice. Como el conocimiento de Dios, el conocimiento
de la escritura para el cristiano se inserta en un movimiento incesante, un desarrollo que no
termina nunca, hasta el punto en que se afirma que “Las palabras de Dios progresan con
aquel que las lee”; qué significado conlleva dicha expresión, dentro del contexto teológico,
moral y exegético propio del medioevo y desarrollado por San Gregorio Magno.
Rta.
Gregorio aparece al mismo tiempo como el Papa que tuvo que defender y reconstruir las
estructuras eclesiásticas y a su vez, el autor con el que nació la edad media; es considerado, con
Ambrosio, Jerónimo y Agustín uno de los cuatro doctores de la Iglesia latina. Su trabajo como
pastor y maestro de vida espiritual marco la edad media latina y todo el cristianismo occidental.
Sus homilías, son modelos de elocuencia pastoral y de predicación litúrgica; recorre las
enseñanzas de San Agustín sobre la gracia la predestinación y otros temas propios de la teología

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de su época; resaltando en el cómo mérito propio el sentido práctico del pastor; brillando así por
su apego a la moralidad y a la vida espiritual.
Es por esto que para él la escritura en la principal fuente de la moral y la espiritualidad, es la
fuente inagotable de toda inspiración de la experiencia humana; Gregorio explica con elocuencia
el dinamismo propio de la acción del Espíritu Santo por medio de la escritura, la cual comunica
a los hombres una energía inmensa para la transformación de sus vidas, resalta sin lugar a dudas
la transformación que hace el espíritu en cada hombre creando imágenes poéticas y profundas.
Es por esto que para él, es normal que la caridad sea la fuente de una mejor comprensión de la
escritura, pues la caridad enseña por encima de todo el amor a Dios y al prójimo. Ir contra la
naturaleza la escritura querer comprenderla y exponerla simplemente para satisfacer nuestro
deseo de conocer es el reproche principal hecho por San Gregorio a los herejes de su tiempo; para
él la palabra de Dios es una invitación al amor mutuo y no al orgullo de la inteligencia, al afirmar
esto se demuestra su fidelidad a la escritura, la comprensión espiritual de la misma la cual le
permite dirigirse hacia ella como camino hacia Dios.
No basta con leer y escuchar la escritura, hay que poner en práctica, cuando se trata de la palabra
de Dios comprender no es nada, si la inteligencia no conduce a la acción; el grado superior de
contemplación sólo se alcanza si se empieza observando las reglas de la vida moral.
3. San Gregorio Magno al ser considerado como uno de los maestros de la mística de
Occidente, y sobre todo un moralista exegético de la edad media latina y de todo el
cristianismo occidental ¿Qué caminos nuevos abrió Gregorio a la cultura cristiana?
Rta.
Primero, Gregorio modeló la realidad moral del cristianismo, ya que al meditar sobre el ejemplo
de Job, expuso de un modo libre los deberes y los privilegios de una vida verdaderamente
cristiana; segundo, en medio de un mundo decadente, infértil y amenazado, reanimó la vida de
los cristianos, al contribuir con el nacimiento de un mundo nuevo, en que las costumbres
cristianas definirán el ideal humano; y tercero, dio un impulso determinante a un género literario
que condicionará el desarrollo ulterior de toda la cultura cristiana: el comentario bíblico
concebido no como una exposición científica, construida de modo sistemático, sino como una
reflexión apoyada en la Sagrada Escritura y destinada a ofrecer normas de vida y de acción, a
guiar concretamente a los cristianos en su experiencia y búsqueda de Dios.

4. Cuando se establece la nueva roma en Bizancio, también llamado Constantinopla, se


genera una constante diferencia en lo que corresponde al pensamiento oriental y occidental.
Esta parte de la historia es, con toda seguridad, el culmen y apogeo de la liturgia y
arquitectura bizantina en lo que al mundo cristiano se refiere. No obstante cuando se

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ahonda en el problema de la teología, Vilanova formula unas características de la teología
Bizantina ¿Cuáles son?
Rta.
La teología en Bizancio se dio bajo tres características fundamentales que permiten diferenciarla
de la teología occidental. La primera de ellas, reconoce a la teología como sabiduría, y no una
mera sistematización racional; ya que, según el autor, para Bizancio, la teología no es una ciencia
que pretenda efectuar el inventario y enriquecerlo con la especulación intelectual en una
prolongación racional y sistemática. Esto no quiere decir que sea una deviación del valor
eminentemente intelectual y dogmático del proceso teológico, por el contrario, según Vilanova,
en el pensamiento bizantino, solo hay autentica teología cristiana, cuando se fundamenta en la
ascesis saludable por la que el hombre se va deificando en una interpenetración de la inteligencia
y el corazón. La segunda característica, reconoce una teología mística y existencial, ya que el
pensamiento que la constituye, en nada tiene que ver con lo intelectual, pero a su vez, es todo
inteligencia, ya que es un pensamiento saboreado, vivido e inexpresable, que busca comunicarse
por medio del símbolo, la poesía y el canto. Y la tercera característica postula una teología
apofática, que se celebra en la liturgia, ya que el lenguaje humano no es suficiente para nombrar
y mostrar la majestad y la bondad de Dios; este elemento unido a la liturgia y la actitud orante,
lleva al hombre a la adoración del misterio. Así, como lo presenta evangelista, el mundo bizantino
se esfuerza en pensar litúrgicamente cuando se atreve a hacer teología, y cuando celebra los santos
misterios quiere magnificar la verdadera fe. De esta forma son presentadas las tres características
más relevantes del pensamiento teológico correspondiente al contexto bizantino de la
Constantinopla antigua.

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