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Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra

de Brasil: 30 años de lucha


Por editor / 18/02/2014 / Sin comentarios

Emir Sader*

Todos presentes en un gimnasio de Brasilia: desde


los sin tierrita hasta un señor de 105 años. Se juntaron en un congreso que celebra los 30 años del
Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra (MST) de Brasil, el movimiento campesino más conocido en
el mundo.
Más conocido por estar en el país que tiene la más grande extensión de tierras cultivables pero, a la vez,
millones de gente sin tierra para trabajar. Por estar en un país que sigue importando alimentos, teniendo,
además de tierras ociosas, trabajadores luchando por trabajar en ellas.

Pero sobre todo por la naturaleza especial de un movimiento que no lucha solo por la tierra, sino por
espacios para construir comunidades de vida solidaria. Tanto es así que, cuando logran obtener un
pedazo de tierra para construir sus asentamientos, lo primero que hacen es definir dónde se va a construir
la escuela.

Escuelas que se orientan por el pensamiento de Paulo Freire – el gran pedagogo brasileño -, cuya obra
plantea que la alfabetización tiene que ser, a la vez, la forma de construir consciencia social. Pero el
MST no se limita a ese trabajo de alfabetización. Ellos han alfabetizado, en el campo de Brasil, mucho
más que cualquier instancia estatal, sea Ministerio de Educación u otra. Y siguen en ese trabajo de luchar
en contra de los 14 millones de analfabetos, incluso en las ciudades, junto a alcaldías progresistas,
buscando crear territorios libres de analfabetismo, apoyados en el método cubano Yo sí puedo.
Pero la naturaleza original del movimiento, la que orienta sus acciones centrales, es la lucha por la
reforma agraria, en un país que nunca la ha realizado. Aun con los extraordinarios avances sociales de
los gobiernos Lula y Dilma, ese tema queda pendiente.

Durante el mismo Congreso, el MST organizó una más de sus lindas marchas, que paseó por el centro de
la capital brasileña, con sus banderas rojas y sus cantos de lucha, pasando al frente de los centros de los
poderes de la República, llamando una vez más la atención sobre sus reivindicaciones. Al día siguiente
fueron recibidos, en el Palacio del Planalto, por la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff.

El MST le ha llevado sus reivindicaciones más urgentes, como la resolución de las demandas por tierra
de alrededor de 100 mil trabajadores, acampados a la espera de que sean desapropiadas tierras, para que
puedan asentarse y crear comunidades de trabajo y de vida. Han logrado que la Presidente se
comprometa a resolver de inmediato el problema de 35 mil de ellos, lo cual es significativo frente a la
pequeña cantidad que han logrado tener acceso a la tierra en los tres años de su gobierno.

Pero el Brasil de hoy no es el mismo que el de hace 30 años, cuando fue fundado el MST. Y no son solo
cambios positivos, como los relacionados con la situación social de la mayoría de la población. Desde
entonces el agronegocio se consolidó en una posición privilegiada en la producción y exportación de
soya (transgénica), mientras las políticas sociales del gobierno han mejorado la situación también de los
trabajadores del campo, aun sin avanzar en la reforma agraria.

En este su VI Congreso, el MST actualiza su visión y sus propuestas, lanzando un Programa Agrario que
incluye una concepción más amplia de la que tenían, la de una Reforma Agraria Popular. “El Programa
de Reforma Agraria Popular no es un programa socialista”, afirma el MST, aun cuando los objetivos
estratégicos de su lucha sigan teniendo como horizonte el socialismo. Hoy luchan “por un nuevo
proyecto de país, que necesita ser construido con todas las fuerzas populares, volcadas a atender a los
intereses del pueblo brasileño”. Buscan acumular fuerzas con otros sectores de la sociedad brasileña para
derrotar a las oligarquías rurales.

El concepto de “popular”, dice el MST, busca identificar la ruptura con una reforma agraria clásica “que
se da en el marco de la lucha de resistencia en contra del avance del modelo de agricultura capitalista y
como forma de reinsertar a la Reforma Agraria en la agenda de lucha de los trabajadores”.

Los nuevos desafíos que se plantea el MST pueden ser resumidos en los siguientes puntos:

 a) La reforma agraria popular debe resolver los problemas concretos de toda la población que vive en
el campo;
 b) La reforma agraria tiene como base la democratización de la tierra, pero busca producir alimentos
saludables para toda la población;
 c) La acumulación de fuerzas para ese tipo de reforma agraria depende ahora de una alianza
consolidada de los campesinos con todos los trabajadores urbanos. Solos, los sin tierra no lograrán la
reforma agraria popular.
 d) Esta última representa una acumulación de fuerzas para los campesinos y toda la clase trabajadora
en la construcción de una nueva sociedad.
*Emir Sader, sociólogo y cientista político brasileño, es coordinador del Laboratório de Políticas
Públicas da Universidade Estadual do Rio de Janeiro (Uerj).

¿Qué es el MST?
¿Qué es el MST?

El Movimiento de los Trabajadores Rurales sin Tierra (MST) es una articulación de campesinos
que luchan por la tierra y por la reforma agraria en Brasil. Es un movimiento de masas
autónomo, al interior del movimiento sindical, sin vinculaciones político-partidarias o religiosas.

Origen del MST


El MST ha nacido como producto de la conjunción de distintos factores socioeconómicos
consecuentes del período 1975-85: el proceso de desarrollo capitalista en la agricultura, lo que
ha fomentado la concentración de la tierra y el consecuente aumento de campesinos sin tierra;
el proceso de transición conservadora que ha aislado la dictadura militar y ha animado a los
campesinos a organizarse; la labor pastoral de la iglesia, en particular de la Comisión Pastoral da
la Tierra, que ha animado a los campesinos a organizarse; y las luchas aisladas por la tierra que
empezaran a ocurrir en distintos estados. En el proceso de articulación de esas luchas masivas y
por la obstinación misma que teníamos por conquistar la tierra hemos fundado el movimiento a
nivel nacional en un histórico congreso celebrado al enero del ano 85, en la ciudad de Curitiba,
estado de Paraná, con la participación de 1.500 delegados de todo el país.
Organización del MST
El MST busca organizarse por comisiones de campesinos, como sean: Comisión de Bases (en las
comunidades rurales), para organizar la lucha por la tierra; Comisiones de municipios;
Comisiones Estatales; Comisión Coordinadora Nacional. Las comisiones son también una forma
de organización al interior de los asentamientos y campamentos.
En el MST no hay funciones de presidente, secretario e tesorero. El órgano máximo es el
Congreso Nacional, celebrado a cada cinco años. A cada año celebran encuentros nacionales y
por estados; hay comisiones ejecutivas nacionales y por estados. En la administración, hay una
secretaría nacional que encamina he deliberaciones a nivel nacional y secretarlas de los estados.
El MST está organizado actualmente en 23 estados del país.
Situación legal
La Constitución en Brasil, aprobada por el Congreso Nacional en año 1988, plantea como
principio que el gobierno ba de realizar una reforma agraria, sin afectar a las propiedades que
sean productivas. Sin embargo, hacen falta las leyes complementarias que definan lo que sea
propiedad productiva. Por otra parte, el MST ha presentado en 1987, conjuntamente con las
demás entidades del movimiento sindical – CONTAG (Confederación Nacional de los
Trabajadores en la Agricultura) e CUT (Central Única de los Trabajadores) -, un proyecto de
reforma agraria firmado por 1,2 millón de electores. El proyecto fue rechazado por el Congreso
Nacional.
* Por esta razón y por entender la reforma agraria como una necesidad social en Brasil,
desencadenamos esta lucha no solo como una lucha legal, sino también legítima de los
trabajadores.
Formas de luchas
El MST utilizase de las más distintas formas de lucha, pero siempre masivas. Los medios más
utilizados son: manifestaciones en las calles, concentraciones regionales, audiencia con los
gobernadores y ministros, huelgas de hambre, campamentos provisorios en las ciudades o a la
orilla de las haciendas por ser desapropiadas, ocupaciones de órganos públicos como sean
INCRA (Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria) y ocupación de las tierras a ser
desapropiadas.
Relacionamiento con otras entidades
El MST apoya e impulsa a todos los campesinos a afiliarse y participar del Sindicato de
Trabajadores Rurales, que es la organización sindical a nivel de cada municipio. A nivel de
central sindical, el MST articulase conla Central Única de los Trabajadores (CUT). El MST apoya,
participa y estimula diversos centros regionales de pesquisa y asistencia técnica alternativa,
como CETAP (RS), ASSESSOAR (PR) y el Proyecto Tecnologías Alternativas dela Fase. En el
específico de la tarea pastoral, el MST mantiene relacionamientos conla Comisión Pastoral dela
Tierra y las pastorales rurales de las diócesis. A nivel internacional, el MST mantiene relaciones
con todas las organizaciones campesinas de América Latina. El MST no está afiliado a
organismos sindicales internacionales. Contamos con el apoyo y solidaridad de las distintas
organizaciones de trabajadores y no gubernamentales de Europa y Canadá.

Perspectivas de nuestra lucha


Lo que estamos haciendo
Nuestro movimiento se propone utilizar tres formas básicas para llevar adelante la lucha por la
reforma agraria:
a) Organizar a los campesinos, que luchan por la tierra en la base, y construir un amplio
movimiento social de masas, que rescate la lucha por nuestros derechos.
b) Conscientizar a la sociedad y los sectores ya urbanizados de que la reforma agraria es una
lucha de todos, y que implica transformaciones económicas, políticas y sociales que beneficiarán
a toda la sociedad. Por eso, no interesa tan solo a los sin tierra.
c) Desarrollar todas las formas de presión popular para garantizar que el gobierno desencadene
el proceso de reforma agraria. Como por ejemplo, manifestaciones, marchas, audiencias
públicas, caminatas, acampamentos y ocupaciones de latifundios.
Los resultados de nuestra lucha
El MST está articulado a nivel nacional desde 1984. Desde su fundación ya alcanzó muchas
victorias y conquistas. Fueron más de 3.900 latifundios ocupados, que ahora se transformaron
en proyectos de asentamiento y atienden a más de 450 mil familias de trabajadores rurales, en
más 22 millones de hectáreas.
El desarrollo de la producción en esos asentamientos es muy diferenciado, en razón del potencial
de las tierras expropiadas, de las oportunidades de mercado, del acceso al crédito
gubernamental (Procera) y de las políticas agrícolas oficiales. En todo caso, las investigaciones y
los informes oficiales concuerdan en señalar que las familias ya no pasan más hambre en los
asentamientos, que todos mejoraron de vida en comparación con su situación anterior al
asentamiento, y que todas las áreas ocupadas producen significativamente más de lo que lo
hacían cuando estaban en manos de los latifundistas.
En términos de política agrícola conquistamos del gobierno la implantación de una línea especial
de crédito rural para los asentamientos, que se llama Procera, y que destina anualmente en
torno a los 100 millones de dólares para las familias asentadas, con intereses subsidiados y
condiciones de pago más adecuadas.
En el MST estamos desarrollando un sector específico para acompañar y organizar la producción
y la comercialización, que lo llamamos el Sector Cooperativista de los Asentados (SCA). Gracias
a este trabajo ya tenemos organizados más de 400 tipos diferenciados de asociaciones. Hay 83
cooperativas de producción colectiva, 8 cooperativas centrales a nivel estadual y una
confederación nacional de las cooperativas de la reforma agraria. En muchos asentamientos se
instalaron pequeñas agroindustrias. Y hay casos ejemplares que se destacan en la producción,
superando a las empresas capitalistas instaladas desde hace años.
Hemos conformado también un sector de educación, con miras a la democratización de la
enseñanza, para todos los niños y adultos de los asentamientos, y por una escuela pública de
calidad. Este sector busca organizar las escuelas de primer nivel en los asentamientos y también
dar capacitación específica al profesorado, con métodos adecuados. Además organiza cursos
especiales de segundo nivel, en los cuales los asentados pueden estudiar y prepararse como
profesores (cursos de magisterio) y como técnicos en administración cooperativista. Por otro
lado, estimulamos para que los alumnos sigan estudiando, y ya tenemos más de 80 de ellos
matriculados en universidades.
En el año de 1992 la FAO (órgano de las Naciones Unidas para la agricultura) hizo una
investigación en todos los asentamientos del Brasil para evaluar su situación real. Y pudo
constatar que, entre otros indicadores socio-económicos, la renta media de una familia asentada
equivale a 3.7 salarios mínimos; muy por encima de la renta media del trabajador rural normal.
Que el paro de la mano de obra es tan solo del 14% en promedio, y que el capital de las familias
se valorizó en una media de 250% después de que fueron asentadas.
Este estudio señala, asimismo, que la mortalidad infantil promedio en los asentamientos
disminuyó a 15 por mil (mientras en el país es próxima a 100 por mil), precisando que en los de
las regiones sur y sudeste ella fue eliminada.
A pesar de todas las dificultades que resultan por la falta de apoyo gubernamental, el nivel de
abandono promedio de las familias de los asentamientos a escala nacional es del 22%. Lo que es
considerado porla FAO como satisfactorio, comparado a otros procesos de asentamiento en todo
el mundo. Sin embargo en Brasil todavía puede ser considerado como elevado en razón de que
hubo muchas deserciones de los proyectos de colonización en las regiones del norte brasileño,
donde persisten las peores condiciones de vida, con presencia de la malaria y sin atención
médica. En la región nordeste el nivel de abandono baja al 15%, y en la región sur y sudeste es
de tan solo el 4%.

Elementos de la historia del MST


Origen

El Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra, nació de las luchas


concretas que los trabajadores rurales fueron desarrollando de forma aislada en la
región Sur del país por la conquista de la tierra, al final de la década de 70. El
Brasil vivía una apertura política, post-régimen militar. El capitalismo nacional
no conseguía aliviar las contradicciones existentes en cuanto a la concentración
de la tierra, la expulsión de los pobres del área rural y la modernización de la
agricultura persistían, en cuanto al éxodo para la ciudad y la política de
colonización entraban en una crisis aguda. En ese contexto, surgen varias luchas
concretas que, se articulaban poco a poco. De esa articulación se delineó y se
estructuró el Movimiento Sin Tierra, teniendo como matriz el campamento de la
Encrucijada Natalino, en Ronda Alta (RS), y el Movimiento de los Agricultores
Sin Tierra del Oeste de Paraná (Mastro).
Objetivos

El MST apunta tres grandes objetivos: la tierra, la reforma agraria y una sociedad más justa.
Quiere una expropiación de las grandes áreas en manos de multinacionales, el fin de los
latifundios improductivos, con la definición de un área máxima de hectáreas para la propiedad
rural. Está en contra de los proyectos de colonización, que resultaron un fracaso en los últimos
treinta años y quiere una política agrícola, en beneficio del pequeño productor. El MST defiende
autonomía para las áreas indígenas y está en contra de la revisión de la tierra de esos pueblos,
amenazados por los latifundistas. Apunta la democratización del agua en las áreas de irrigación
en el Nordeste, asegurando el mantenimiento de los agricultores en la propia región. Entre otras
propuestas, el MST lucha por el castigo de los asesinos de trabajadores rurales y defiende el
cobro del Impuesto Territorial Rural (ITR), con destino de los tributos para la reforma agraria.
Antecedentes históricos

El MST no es algo nuevo en la historia del Brasil. Es una continuidad de las luchas campesinas,
en una nueva fase. Durante la Colonia (hasta finales de 1800), los indios y los negros
protagonizaban esa lucha, defendiendo territorios invadidos por los explotadores de tierras y
colonizadores, o uniendo la lucha por la libertad con la de la tierra propia y construyendo los
quilombos. A fines del siglo XIX e inicio de nuestro siglo, surgieron movimientos campesinos
mesiánicos, que seguían un líder carismático. Son ejemplares los movimientos de Canutos, con
Antônio Conselheiro; del Contestado, con Monje José María; el Cangaço, con Lampião; y
diversas luchas regionalizadas.
En las décadas del 30 y 40 ocurrieron conflictos violentos en diversas regiones con ocupantes de
terrenos abandonados defendiendo sus áreas individualmente con armas en las manos. Entre
1950 y 1964, el movimiento campesino se organizó como clase, surgiendo las Ligas
Campesinas,la Unión de los Labradores y Trabajadores Agrícolas del Brasil (ULTABs) y el
Movimiento de los Agricultores Sin Tierra (Master). Esos movimientos fueron aplastados por la
dictadura militar después 1964 y sus líderes fueron asesinados, presos o exiliados. El latifundio
derrotó la reforma agraria. Pero entre 1979 y 1980, en medio de la lucha por la
redemocratización, surge una nueva forma de presión de los campesinos: las ocupaciones
organizadas por decenas o centenas de familias. Al inicio de 1984, los participantes de esas
ocupaciones realizaron el primer encuentro, dando nombre y articulación propia al Movimiento
de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST).

La lucha por la reforma agraria en Brasil y el MST


La lucha por la reforma agraria en Brasil y el Movimiento de los Trabajadores
Rurales Sin Tierra (MST)

Brasil, el coloso de Sudamérica, que por su dimensión territorial (8´511. 965


km2) y el número de habitantes (160 millones) ocupa el quinto lugar en la escala
mundial, y que por su economía se le asigna el casillero número nueve, tiene la
triste suerte de ser el primero en lo que a mayor concentración de la renta se
refiere. Según datos del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística, los
ingresos del 1% más rico de la población (13.9% del total) superan a los que
corresponden al 50% más pobre (12.0%). El 50% más rico se apropia del 88.0%
del total de los ingresos.
Así, mientras, por un lado, los indicadores hablan de este país como una potencia económica
(para 1993 tenía un PIB de US$ 446 mil millones de dólares); por otro lado, los cálculos oficiales
reconocen que 32 millones de brasileños sobreviven en la pobreza absoluta.
Haciéndose eco de esta realidad, el presidente Fernando Henrique Cardoso señaló durante su
campaña electoral que Brasil no es un país subdesarrollado, sino “un país injusto”. Sin embargo,
desde que asumió el poder a inicios de 1995, desairando olímpicamente a sus electores que
esperaban la adopción de medidas de justicia social, colocó al centro de su gestión la
modernización neoliberal, precisando que estaba “firmemente decidido a adoptar los dictámenes
del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial para ajustar la economía a las normas de
la mundialización”.
Bajo esta perspectiva, Cardoso no dudó en utilizar todos los recursos del poder para desactivar
las protestas sociales que se le fueron presentado en el camino, tal el caso de la huelga de los
trabajadores petroleros en defensa del patrimonio nacional que fue rota sin contemplación
alguna. Cuando parecía que el escenario era todo suyo, el país se vio sacudido por el viejo
problema de la distribución de la tierra. En este hecho gravitaron las movilizaciones
protagonizadas por los trabajadores rurales sin tierra, sobre todo vía ocupación de propiedades
improductivas, y la gran solidaridad ciudadana que ellas generaron.
El impacto fue tal, que el gobierno se vio forzado a incluir el tema de la reforma agraria en la
agenda política y a reconocer al Movimiento Sin Tierra (MST) como un actor clave en la lucha
por esta causa. Esta conquista, con toda la importancia que tiene, resulta parcial hasta que no
se traduzca en resultados concretos. Para que ello ocurra la solidaridad internacional tiene un rol
que cumplir, desarrollando acciones para que el gobierno brasileño entienda que la justa causa
de los sin tierra es una causa de todos los sectores democráticos del mundo.
El problema de la tierra en Brasil
La concentración de la tierra
En Brasil la distribución de la tierra es una de las más dramáticas del mundo, por los contrastes
que registra: cerca del 1% de los propietarios posee cerca del 46% de todas las tierras;
mientras que al 90% de los propietarios le corresponde algo menos del 20% de las propiedades.
Todo esto con el agravante de que tan solo se cultiva un poco más del 50% de las tierras
cultivables y de que en el país existen unos 4.8 millones de familias de trabajadores rurales sin
tierra.
La concentración de la tierra trae aparejada la concentración de la propiedad de los medios de
producción, del poder económico, de la renta y del poder político en el medio rural, lo que
repercute en una sociedad permanentemente conflictiva entre una minoría de propietarios y un
gran sector de la población que, si no está explotado, se ve excluido de las fuentes de trabajo.
Los graves problemas agrarios que existen son resultado de la modalidad del desarrollo
implementado en el país, particularmente en materia agrícola. Pese a la gravedad de tales
problemas, éstos tan solo son reconocidos como tales por los trabajadores y la población en
general, más no por la élite dominante, beneficiaria directa de ese esquema de desarrollo que le
significa mayor oportunidad de lucro y poder.
La utilización de la tierra

La forma como se utiliza la tierra no responde a los intereses de la sociedad como un todo y,
mucho menos, de los trabajadores. No se aprovecha el enorme potencial que los recursos
naturales disponibles representa para el progreso económico y el bienestar de toda la población.
De las aproximadamente 400 millones de hectáreas tituladas como propiedad privada, apenas
60 millones son utilizadas para la labranza. La inmensa mayoría de las tierras están ociosas, son
mal aprovechadas, sub-utilizadas, se destinan a la pecuaria extensiva o, simplemente, a la
especulación o reserva de valor.
Según datos del Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria (INCRA), existen en Brasil
cerca de 100 millones de hectáreas de tierra ociosas, localizadas en las grandes propiedades y
que podrían ser aprovechadas (y de acuerdo a la ley actual, expropiadas).
La utilización de la tierra responde únicamente a la lógica de maximización del lucro y se
transformó en un grave problema para la sociedad. En muchas regiones próximas a las grandes
ciudades, las tierras tan solo han servido como área para los pasatiempos de las clases
dominantes.
Lo que se produce

La producción obtenida en las 60 millones de hectáreas cultivadas, es insuficiente para atender


las necesidades de la población. Es irrisoria, si se tienen en cuenta los avances tecnológicos y la
productividad promedio que registran otros países. Se produce apenas 75 millones de toneladas
de granos. En otros países con similares o peores condiciones climáticas y de suelo, la
producción llega a ser cuatro veces mayor.
Las mejores tierras se destinan a monocultivos para la exportación como: caña, café, algodón,
soya y naranja. En tanto que la producción de alimentos básicos para el mercado interno está
prácticamente represada. En tal medida, existe una mala distribución de la producción
agropecuaria y la mayoría de la población brasileña no logra tener una dieta alimentaria acorde
al menos con las necesidades básicas. Así, existen 32 millones de personas que pasan hambre
todos los días y otras 65 millones que se alimentan por debajo de las necesidades.
Exodo rural y migración

La migración de las poblaciones rurales hacia los conglomerados urbanos es un proceso natural
y constante en todas las sociedades y a lo largo de las civilizaciones. No obstante, en el caso
brasileño, resultan espantosos la velocidad y el volumen de las personas que tuvieron que
migrar de sus comunidades rurales de origen, al ser expulsadas del campo y verse obligadas a
buscar las ciudades como única posibilidad de supervivencia.
Según estadísticas oficiales, en el período de 1970-90, cerca de 30 millones de personas
migraron hacia las ciudades, sobre todo a las grandes ciudades, dando origen a la formación de
nuevas metrópolis. Y esto está generando enormes problemas sociales y económicos para las
personas que migraron y para las ciudades que las recibieron.
Hubo también una intensa migración interna con la cual millares de familias se desplazaron de
una región a otra en busca de trabajo y del sueño de la tierra para trabajar. Asimismo, más de
500 mil personas emigraron a Paraguay, Bolivia y Argentina en busca de trabajo en el campo. Y
hoy la mayoría desea regresar a Brasil.
Las condiciones de trabajo

Las condiciones de trabajo y las relaciones de dominación y explotación prevalecientes, en


especial frente a los asalariados rurales, son una afrenta a la dignidad humana. Muchos
asalariados son tratados como esclavos. Los derechos laborales y sociales establecidos en la
Constitución son completamente irrespetados. Pero además, desconocidos por los propios
trabajadores. Basta decir que, el 65% de los asalariados rurales ni siquiera posee registro de
trabajo firmado. O que tan solo el 40% de los trabajadores asalariados tiene trabajo todo el año.
Los demás viven entre el trabajo temporal y el desempleo.
Los salarios pagados en el medio rural están siempre por debajo de lo requerido para atender las
necesidades mínimas de alimentación.
Las condiciones de trabajo en los establecimientos de producción familiar también son
deshumanas, involucrando a los niños y a toda la familia, por períodos que llegan hasta las 14
horas diarias.
Las condiciones de vida en el campo

Las condiciones de vida de la población del medio rural han mejorado en algunas regiones,
especialmente en el sur y sudeste; pero la inmensa mayoría de los habitantes del campo
continúa al margen de los beneficios del progreso económico y del avance de las fuerzas
productivas.
Los indicadores sociales de las regiones rurales sobre el consumo de luz eléctrica, utilización de
electrodomésticos, niveles de alfabetización, nivel de escolaridad, número de médicos, nivel de
renta per cápita, son alarmantes y se equiparan a las regiones más pobres del mundo. Revelan
el grado de discriminación social, económica y política a que fueron sometidas por las oligarquías
y elites rurales.
En el medio rural existe hambre. De los 32 millones de brasileños que pasan hambre
diariamente y son considerados indigentes, más de la mitad vive en el campo. Además, la
miseria aumenta día a día.
La situación de la mujer en el campo

Entre las personas que viven en el campo las que más sufren las pésimas condiciones de vida
son, sin duda alguna, las mujeres y la niñez. Las mujeres realizan una doble jornada de trabajo,
dedicándose a las actividades domésticas y al trabajo en la producción. La mayoría no recibe
nada por su trabajo. No participa de las decisiones de la economía familiar. Son las mujeres
quienes sufren por la falta de atención de salud para sí y para sus hijos. A ello se agrega la
condición generalizada de prejuicios y discriminaciones por la práctica del machismo en el medio
rural, que somete a la mujer a una condición inferior.
El modelo tecnológico de desarrollo de la agricultura

El modelo de desarrollo adoptado en la producción agrícola brasileña únicamente sigue la lógica


de maximización de las ganancias. Existe una permanente propaganda ideológica que exalta los
avances y la modernidad en el campo, no obstante que son visibles las consecuencias adversas
y la completa inadecuación de la tecnología utilizada en el medio rural a la realidad de los
trabajadores y a los recursos naturales.
El modelo escogido es una mera copia de los países capitalistas centrales y únicamente responde
a la lógica de consumo de los insumos industriales ofertados por las empresas multinacionales.
Ese modelo representa hoy un enorme problema que compromete: el potencial de producción, la
eficiencia y la calidad de los productos, así como la disponibilidad de los recursos naturales para
las generaciones futuras.
Tal concepción de desarrollo agrícola, basada en ese paquete tecnológico, ya ocasionó enormes
perjuicios sociales y al medio ambiente. Entre otros: contaminación de aguas, deforestación,
destrucción de la flora y fauna, degradación de los suelos y uso depredador de todos los
recursos naturales disponibles.
La dominación política e ideológica

El resultado de la concentración de la propiedad de la tierra, de los medios de producción, de la


producción, de la renta y del poder económico por parte de una minoría que domina el medio
rural, se traduce en un régimen político de permanente explotación y dominación de los
trabajadores rurales, en el cual son sometidos a todo tipo de injusticias y discriminaciones. La
democracia, la libertad, los derechos a la ciudadanía son tan solo un sueño. Y, además, son
desconocidos por la inmensa mayoría de los trabajadores del campo.

La propuesta de Reforma Agraria del MST


Objetivos generales

La propuesta de Reforma Agraria defendida por el MST se sustenta en diversas premisas que
buscan reorganizar la agricultura brasileña e impulsar un nuevo modelo de desarrollo rural,
teniendo como norte los siguientes objetivos generales.
- Garantizar trabajo para todos, con justa distribución de la riqueza;
- Producir alimentación abundante, barata y de buena calidad para toda la población brasileña,
generando seguridad alimentaria para toda la sociedad.
- Garantizar el bienestar social y la mejoría permanente de las condiciones de vida de todos los
trabajadores;
- Buscar la justicia social y la igualdad de derechos;
- Difundir la práctica de los valores humanistas;
- Contribuir a crear condiciones objetivas para la eliminación de la discriminación de la mujer;
- Implantar prácticas que garanticen la preservación de los recursos naturales y de un desarrollo
auto-sustentable.
Medidas necesarias
La reforma agraria, como un proceso amplio, permanente y de largo plazo, que el MST defiende,
contempla la necesidad de las siguientes medidas concretas:
a) Democratización de la tierra y de los medios de producción.
La tierra debe ser entendida como un bien de la naturaleza al servicio de toda la sociedad. Un
bien de todos para atender las necesidades de todos. En este sentido, su propiedad debe estar
subordinada al cumplimiento de esa función social. Y por lo mismo será necesario un amplio
programa de expropiación de los latifundios existentes, y su distribución entre quienes quieren
trabajar en esas tierras.
b) Reorganización de la producción agrícola.
Para garantizar el aumento de la producción de alimentos y la seguridad alimentaria de la
sociedad es preciso crear estímulos de política agrícola y mecanismos adecuados, que alienten
además la agricultura familiar y las formas asociativas.
c) Desarrollo de la industria.
La reforma agraria debe incluir un nuevo modelo de desarrollo industrial, que tome en cuenta:
- La instalación de industrias en el interior del país, que generen empleo, creen alternativas y
disminuyan las diferencias regionales existentes;
- La integración e implantación de agroindustrias que atiendan también los intereses de los
agricultores y de los consumidores.
d) Implementación de un programa especial para la región semi-árida del Nordeste del país.
En esta región, además de la tierra, el agua también está privatizada en la actualidad y las
sequías castigan permanentemente a la población local. Por eso serán necesarios programas de
irrigación y de democratización del acceso al agua existente.
e) Un nuevo modelo tecnológico.
El modelo tecnológico adoptado actualmente es depredador de la naturaleza y responde
únicamente al afán de lucro de las empresas fabricantes de insumos. Es necesario desarrollar
investigaciones y técnicas agrícolas adecuadas a la realidad brasileña, que garanticen la
preservación de los recursos naturales, como también un desarrollo auto-sustentable.
f) El desarrollo social.
Defendemos una reforma agraria que represente un proceso de desarrollo social para toda la
población del medio rural y de las pequeñas ciudades que dependen de la agricultura. Que
represente el rescate de la ciudadanía, de los derechos a la educación, a la cultura, a la salud y a
un futuro de bienestar social.

Los desafíos para el nuevo milenio


Joao Pedro Stedile
Los pensadores clásicos han caracterizado la existencia de un problema agrario en las
sociedades capitalistas del siglo pasado, al percibir que la concentración de la propiedad de la
tierra, originaria de los resquicios del feudalismo y de la oligarquía rural, se transformó en
obstáculo al desarrollo de las fuerzas productivas en el campo y en la industria. De esa forma,
las élites burguesa-industriales recién llegadas al poder, a partir de la revolución francesa,
comprendieron la magnitud de este problema agrario, de la concentración de la propiedad como
una traba al desarrollo mismo del capitalismo, y trataron de buscar una solución sencilla.
Propusieron la distribución, la democratización de la propiedad de la tierra, y llamaron a ese
proceso de reforma agraria.
Revisando las experiencias históricas de cómo esa burguesía industrial impuso procesos de
reforma agraria, se podrían enumerar distintas fases progresivas.
1ª Fase: Después de las revoluciones burguesas
En el siglo pasado, después de las revoluciones burguesas, en prácticamente todos los países de
Europa occidental, se llevaron a cabo procesos de reforma agraria. Y se implantó una estructura
de pequeñas y medianas propiedades, que ha perdurado hasta nuestros días.
En los Estados Unidos de América, como parte de la victoria de los norteños, frente al latifundio
esclavista del Sur, se implantó una ley de colonización del oeste, que estableció un tamaño de
propiedad máxima de alrededor de 100 acres (89 hectáreas) por familia, que funcionó como una
especie de reforma agraria, sobre las tierras públicas, garantizando el acceso más democrático a
todos los que quisieran trabajar la tierra, de forma familiar.
2ª Fase: Después de la Primera Guerra Mundial
El estallido de la primera revolución proletaria del mundo, en Rusia, bajo el lema de tierra, pan y
libertad, fue el grito de alerta a otras burguesías europeas que todavía no habían implantado la
reforma agraria. Y con el temor de que se repitiera la revolución rusa en sus países, en el
período de 1917-20, se implantaron leyes de reforma agraria en prácticamente todos los países
de Europa oriental, incluso Yugoslavia.
3ª Fase: Después de la Segunda Guerra Mundial
Con la derrota de Japón en la Segunda Guerra Mundial, y el dominio armado norteamericano en
prácticamente toda Asia, se abrió espacio para que se realizaran en Asia, también reformas
agrarias netamente capitalistas. Bajo la ordenanza de las fuerzas armadas intervencionistas del
Gal. MacArthur, se desarrollaron inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, leyes
de reforma agraria bastante radicales, aplicadas en Japón. Después de la victoria de China
Popular (1949), Estados Unidos implantó sus mismas leyes de reforma agraria en la provincia
autónoma de Taiwan, y posteriormente, después de la guerra de Corea (1953©56), se aplicó la
reforma agraria en Corea del Sur.
De igual forma, en el mismo período, bajo el clima de democratización de la victoria de la
resistencia italiana, el nuevo gobierno de coalición implementó una ley de reforma agraria sobre
los remanentes de latifundios atrasados en el Sur de Italia.
Gracias a esos procesos de reforma agraria se abrió espacio para el desarrollo de las fuerzas
productivas en esos países, se creó un amplio mercado interno, y hubo avances del desarrollo
capitalista, con democratización de la propiedad de la tierra.
En ese mismo período, hubieron otras experiencias de reforma agraria radicales, llamadas
revolucionarias, porque fueron iniciativas de las masas. La más significativa fue la reforma
agraria mexicana, hecha al calor de la revolución de 1910-20 que, aparte de su carácter radical
y violento, no traspasó los límites del capitalismo.
Hubo muchas otras reformas agrarias en los países del hemisferio norte, pero ya en el marco de
la transición del sistema económico capitalista al socialismo. Esas reformas agrarias se
caracterizaron no solamente por la distribución de la tierra entre los campesinos, sino que
también representaron la nacionalización de la propiedad social de los medios de producción
agrícola, y la eliminación de las diferencias sociales en el campo. Así ocurrieron las reformas
agrarias socialistas de Rusia (1918 en adelante), China (1949), Cuba (1960), Europa del Este
(después) de la Segunda Guerra Mundial), Corea del Norte (1956), Vietnam, etc. Pero ello no es
objeto de estos comentarios, y por eso, no nos proponemos profundizar sobre sus logros.
El problema agrario y las élites del Tercer Mundo

Al contrario de los países centrales, donde las burguesías nacionales se obligaron a democratizar
la propiedad de la tierra, como forma para estimular el desarrollo de las fuerzas productivas,
aunque capitalistas, en los países dependientes del hemisferio Sur las élites locales, totalmente
dominadas por el colonialismo y por el imperialismo, adoptaron otras formas de desarrollo
capitalista.
Precisamente el modelo de desarrollo capitalista adoptado por la élites dependientes se basó en
la existencia de la gran propiedad latifundiaria, que pasó a dedicarse a los productos de
exportación que interesaban a los países centrales.
Por eso, en nuestros países se fortaleció la gran propiedad latifundiaria porque al colonialismo,
antes y después del imperialismo, sólo le interesaba la mano de obra y materias primas
agrícolas baratas. Y no se preocuparon en desarrollar el mercado interno y mucho menos las
fuerzas productivas locales. En esos marcos, a parte del desarrollo capitalista dependiente, los
problemas sociales solamente se agravaron en los últimos siglos.
Hoy se puede decir que el problema agrario, como veían los clásicos, desde el nacimiento del
capitalismo, persiste en la mayoría de los países periféricos y aún más en Latinoamérica.
Cómo se caracteriza el problema agrario en nuestras sociedades? Podríamos caracterizar su
existencia, describiendo resumidamente la presencia de los siguientes fenómenos económicos y
sociales:
- Alta concentración de la propiedad de la tierra. El latifundio es la forma predominante y
controla la mayoría de las tierras en nuestros países;
- La mala utilización de la tierra y demás recursos naturales. Como la propiedad está
concentrada en la oligarquía rural, que no necesariamente necesita de toda la tierra para
acumular, gran parte de esas tierras se mantiene improductiva, con muy baja utilización;
- Lo que es producido en la tierra. Las líneas de producción adoptadas en las tierras más fértiles
de nuestros países no se dedican a cultivos destinados a la alimentación de nuestros pueblos,
sino que, más bien, se destinan al monocultivo de exportación, que interesa a los países
centrales, o a la producción de materias primas vinculadas a la gran agroindustria multinacional.
- El resultado de las características anteriores es de que en casi todos los países periféricos el
hambre es común y afecta a un elevado porcentaje de la población. En el caso de Brasil, son 32
millones de personas que pasan hambre todos los días, de un total de 150 millones, y otros 65
millones se alimentan, según la Organización Mundial de Salud, por debajo de las necesidades
mínimas.
- El éxodo rural forzado y la migración a regiones fronterizas con otros países. Los campesinos
ya no tienen futuro en sus lugares de residencia y son obligados a migrar a las ciudades o a
otras regiones lejanas.
- El modelo tecnológico adoptado en las agriculturas periféricas sigue una lógica únicamente
consumista de productos agroindustriales producidos por empresas transnacionales. Y no tienen
ninguna relación con el clima, condiciones de suelo, de nuestros países. Es un modelo
tecnológico trasladado mecánicamente de los países centrales, y están trayendo enormes
consecuencias, incontrolables, tanto para los recursos naturales disponibles, cuanto para la
sobrevivencia del hombre, así como para el aumento permanente de la productividad por
hectárea.
Tenemos también el problema de la concentración del capital industrial y comercial que domina
el comercio e industrialización de los productos agrícolas. Está concentrado geográficamente en
regiones más desarrolladas del país y en manos oligopólicas de empresas transnacionales.
Afectando, por supuesto, al desarrollo agrícola, ya que hoy en día la mayoría de los alimentos
pasa por procesos agroindustriales.
Esas son las características principales de lo que ocurre en el medio rural de nuestros países
periféricos, y que determinan que sí siga existiendo un problema agrario fundamental. Problema
agrario que tiene un carácter de clase. Existe y afecta a la población pobre, a los trabajadores;
pero para las élites colonizadas, para las burguesías locales que solamente piensan en ganancia,
de hecho no hay más problema agrario porque, a parte de todos estos problemas señalados,
ellas todavía logran obtener ganancias con la producción agropecuaria. Y si hay ganancias, no
hay problema agrario.
El agravamiento del problema agrario con las políticas económicas neoliberales
El problema agrario existe y tiene sus raíces en el modelo de desarrollo capitalista adoptado
históricamente por nuestras élites colonizadas y dependientes. Pero, en la última década se
agravó aún más, con la adopción de las políticas económicas llamadas neoliberales.
O qué significan esas políticas para la agricultura y el medio rural? Significan un agravamiento
del problema agrario. Porque la adopción del modelo neoliberal representa la sumisión completa
de las élites nacionales que abandonaron totalmente proyectos de desarrollo nacional y se
sometieron a la voluntad del capital financiero, y del capital extranjero, en nuestros países.
Toda la política económica se basa en la apertura de los mercados para las mercancías
industriales y agrícolas de los países centrales y controladas por empresas transnacionales.
Por otro lado, representa una forma de explotación de nuestra riqueza, ya no más a través de
grandes plantas industriales, o de materias primas baratas, sino que ahora a través de elevados
tipos de interés pagados al capital financiero, que chupa de nuestros países por el pago de
royalties. O disfrazada por tipos de cambio irreales.
La agricultura de nuestros países está siendo destrozada. Y orgullosamente la burguesía
dominada, se ufana al decir que ahora la agricultura pesa muy poco en el PIB nacional, y que la
población rural es minoritaria en el país. Como signos de modernidad. Cuando, en realidad,
representan signos de mayor miseria y pobreza. Y sobre todo de abandono de qualquier
proyecto de desarrollo autónomo, nacional y al servicio de las mayorías.
Pero, si por un lado el neoliberalismo va a destrozar la autonomía de nuestras agriculturas, si
poco le importa el destino de las amplias mayorías de la población rural. Por otro lado, la
propuesta de reforma agraria, de resolución del problema agrario, ahora más que nunca, se ha
vuelto un problema nacional, un problema de clase. Y al contrario de lo que sucedió en Europa y
Estados Unidos, donde fueron las burguesías nacionales quienes resolvieron el problema agrario,
en Latinoamérica y en el Tercer Mundo el problema agrario solamente podría ser resuelto ahora
por las fuerzas populares.
Es más, la implantación de una reforma agraria en la actualidad no se limita a combatir la
concentración de la propiedad, de los “resquicios feudales”, sino que una reforma agraria tendró
que combatir todas las características señaladas arriba, como parte del problema agrario, y en
esa medida, se transforma no en solución del desarrollo capitalista, sino que exige cambios
estructurales profundos de nuestras economías, que la burguesía nacional no quiere y no tiene
ni voluntad ni capacidad de impulsarlos. En esa medida, si por un lado el neoliberalismo agudizó
los problemas económicos y sociales de los países dependientes, por otro lado, profundizó las
contradicciones de clase, que nos llevaron a que la propuesta de reforma agraria sea en realidad
una propuesta de cambios de la economía, de cambio de los lazos de dependencia. Una
propuesta de liberación nacional de nuestros pueblos.
La lucha de los Sin Tierra, la experiencia brasileña del MST

El Movimiento Sin Tierra (MST) existe hace casi 15 años en Brasil. Durante este tiempo siempre
ha luchado intensamente contra el latifundio. Nuestras formas de lucha principales fueron la
toma de tierras, la realización de marchas sobre las capitales, asambleas masivas, caminadas,
manifestaciones, tomas de edificios del gobierno, etc.
Al principio éramos muy combatidos por el gobierno, por los latufindistas y las élites, y la
sociedad nos veía solamente como verdaderos Quijotes, luchando contra los molinos…
Pero de esa lucha sin treguas hemos avanzado. Avanzamos en conquistas reales. Durante estos
años fueron más de 1.200 latifundios conquistados a la burguesía, que permitieron el
asentamiento de más de 140 mil familias. Pero avanzamos también en la construcción de una
nueva propuesta de reforma agraria, vinculada a los intereses de toda la población y no
isolamente de los sin tierras. Una reforma agraria que signifique el quiebre por las raíces del
problema agrario.Una propuesta de reforma agraria que represente igualdad social, justicia en el
campo y desarrollo económico bajo control de los trabajadores.
Sin embargo, el mayor avance que hemos obtenido fue en el proceso de conscientización de
toda la sociedad. En nuestro último congreso nacional realizado en Julio del 1995, levantamos la
bandera “La Reforma Agraria es una Lucha de Todos”. Nuestra estrategia es conscientizar a los
trabajadores de la ciudad, la población en general, los pobres en especial, de que la reforma
agraria no es corporativa, no es de interés solamente de los pobres del campo. Que la reforma
agraria es un medio fundamental para resolver la mayoría de los problemas que los pobres de la
ciudad enfrentan, como el hambre, el desempleo, la violencia, la marginación, la falta de
educación, el transporte y la vivienda.
De a poco, los trabajadores urbanos han comprendido ese carácter. Y hoy podemos avanzar aún
más, y decirles, que la reforma agraria solamente será posible, no por voluntad de un gobierno
presionado, sino que solamente será realidad en el marco de la lucha contra el neoliberalismo,
contra el imperialismo, contra la dependencia del capital financiero, contra la dominación del
capital. Y que solamente es posible desarrollarla con un nuevo modelo de desarrollo, nacional.
Nacional, en el sentido que atienda a todos los brasileños. Popular, en el sentido que atienda a
las necesidades básicas de todo el pueblo, y no solamente de una minoría, como es la propuesta
del neoliberalismo.
Estamos, hoy, en ese esfuerzo. Estamos convencidos de que en Brasil, en Latinoamérica, en los
países del Tercer Mundo, solamente es posible alcanzar la reforma agraria con profundos
cambios económicos y sociales, hechos por todo el pueblo organizado.
Sin embargo, tenemos todavía muchos retos por delante. Las ideas socialistas y revolucionarias
pasan por una crisis.
Los sectores pequeño-burgueses que dominan nuestros partidos de izquierda se perdieron con el
muro que cayó en sus cabezas. Tenemos que recuperar la confianza en nuestros pueblos.
Comprender que solamente organizando las masas y haciendo grandes movilizaciones populares
lograremos cambios.
Tenemos que retomar el trabajo de formación político-ideológica. Recuperar formas creativas de
comunicación con las masas. Recuperar la mística de que es posible los cambios sociales. Que el
futuro pertenece a la clase trabajadora. En fin, recuperar el ánimo de la revolución.
Joao Pedro Stedile es miembro dela Dirección Nacional del Movimiento sin Tierra del Brasil.
Brasil: MST, lucha por la tierra y criminalización de la protesta
Mariátegui
11/10/11

Mariátegui. La revista de las ideas entrevistó a las dirigentes del MST (Movimiento de los
Campesinos Sin Tierra) de Brasil: Micheline Michaelsen, coordinadora estadual de Río Grande Do
Sul, encargada del Frente de Masas y Ana Carolina Mazin del estado de Sao Paulo, coordinadora
de derechos humanos. Conversamos sobre la organización del movimiento, los métodos de la
toma de tierras y de la criminalización de la protesta del que son víctimas por parte del gobierno
nacional y de los gobiernos estaduales.
Micheline Michaelsen: Cada familia tiene derecho por la Constitución a su pedazo de tierra,
conquistamos eso y ahí se renueva la lucha.
- ¿Cuántos años tienes militando en el MST y de donde proviene tu militancia de izquierda?
- Estoy acampada en el Movimiento Sin Tierra hace 6 años y provengo del movimiento
estudiantil y de la radio comunitaria.
- ¿Cuál es el trabajo que haces en el MST?
- En el MST nos dividimos en sectores, para dividir las tareas, entonces hay sectores de salud,
educación, producción, derechos humanos y mi tarea es en el sector del Frente de Masas, que es
el frente que organiza los campamentos y las luchas por la tierra y ahora también la luchas
contra el capital y el agronegocio.
- ¿En qué consiste tu trabajo en los campamentos?
- Los campamentos son los espacios como el corazón del movimiento, porque es el primer
espacio donde la familia que empieza a ser Sin Tierra se va y donde empieza su formación, es
organización para la lucha, nuestros campamentos son una base para la lucha.
Entonces se organiza y se invita a las personas a participar a juntarse a la lucha en comunidades
campesinas, gente que está perdiendo que tiene poca o ninguna tierra. La misma gente de la
ciudad que vino de la tierra con la esperanza de trabajar en la ciudad y ahora está sin empleo y
necesita volver a la tierra.
Se le invita a esas personas a entrar en la lucha y se monta y se organiza un campamento,
normalmente son al costado de las carreteras por la movilidad y la visibilidad o cerca de
latifundios por la fuerza de presión y las familias estando en el campamento se inicia un proceso
de organización, formación y lucha que se da conjuntamente.
Porque la necesidad de organización que nosotros tenemos por nuestros principios de dirección
colectiva, de división de tareas, planeamientos, evaluar. Hay una organicidad, las familias se
organizan por núcleos de base y hay también equipos de seguridad, salud, educación de manera
que cada uno hace una tarea y todos se complementan, eso es un proceso formativo también.
Y por la necesidad, porque no habría como sobrevivir las 400 o 500 familias que somos a un
costado de las carreteras, sin agua con poca comida con amenazas a veces del enemigo externo,
sino hubiese esa organización y esa fuerza.
Entonces, nos organizamos y hacemos formación también de la historia del movimiento, porque
estamos acá, como funciona la sociedad, el modelo económico, los principios y valores de
nuestra organización, las formas de lucha que han hecho ya en la historia de los Sin Tierra,
porque no somos los primeros sino los continuadores de una lucha larga.
Todo eso se aprende en el campamento y cuando se junta ese punto de autoridad con la
necesidad, con la coyuntura política se sale a la lucha y ahí se dan las ocupaciones de tierra,
marchas, actos públicos, ocupaciones de predios públicos hasta la conquista de la tierra.
Y cada familia tiene derecho por la Constitución a su pedazo de tierra, porque tenemos un apoyo
legal que dice que la propiedad, que es improductiva, que no cumple su función social debe ser
dedicada a la Reforma Agraria. Entonces, conquistamos eso y ahí se renueva la lucha.
Somos 150 mil familias del MST en todo Brasil, integrado por 4 o 5 personas cada familia.
Y este año se cumplen 27 años de lucha, entonces muchos hemos intentado y mucho hemos
acumulado también.
- ¿Qué condiciones tiene que existir en el terreno o en el campo para realizar una toma de
tierras?
- Nosotros ocupamos latifundios que no están cumpliendo con su función social.
- ¿Cuál es el porcentaje de gente que trabaja en el campo?
- En Brasil en los últimos 20 años se invirtió la relación, mientras en los años 80 eramos 80% de
la población en el campo y 20% en la ciudad, lo que paso fue la industrialización de la ciudad y
la revolución verde, es decir el agronegocio en el campo, revirtió esto y ahora somos 20% de
personas en el campo y 80% en la ciudad.
Ana Carolina Mazin: En Brasil hay un contexto de criminalización de la pobreza
- ¿Cómo está la situación de derechos humanos para los luchadores del Movimiento de los Sin
Tierra?
- En Brasil enfrentamos una dura criminalización, no sólo es contra los movimientos y las luchas
sociales, decimos inclusive que en este momento en Brasil hay un contexto de criminalización de
la pobreza, todos los pobres han sido criminalizados por su condición, los más conocidos son los
casos del MST.
En algunos estados y territorios de Brasil en que los gobiernos son más reaccionarios y por lo
tanto la policía también es mucho más reaccionaria y Sao Paulo es un ejemplo de eso.
Además desde hace 16 años el que gobierna el estado de Sao Paulo es un partido de derecha
PSDB y ellos nos reprimen todo el tiempo, cualquier manifestación o acto que hacemos en Sao
Paulo siempre tenemos problemas con la policía, enfrentamientos directos.
En el caso de violencia explícita, nosotros decidimos tomar una postura de precaución cuando
vemos que la situación está más tensa entre nosotros y la policía militar de Sao Paulo.
De manera específica, en Sao Paulo tenemos 3 compañeros que están presos y un proceso que
tiene 11 años atrás por invadir una hacienda en el estado de Paraiba, en ese proceso tenemos
11 condenados y 3 que están presos.
Además, tenemos unos 15 compañeros /as que también responden a procesos y sobre todo a
los compañeros que participaron en la invasión de la hacienda Cutrali. Un latifundio grande
ubicado en el centro del estado de Sao Paulo, Cutrali es una empresa de cítricos, que exporta
naranja y jugo de naranja, sobre todo abastece el mercado norteamericano.
Y esta hacienda que ocupamos el 30 de septiembre del 2009, es parte de una gran área pública
y por lo tanto varias empresas de celulosa y de cítricos, se apropiaron de esas tierras hace
muchos años. Aunque el propio gobierno reconoció que se trata de tierra pública, sin embargo
no se la ha pasado a los campesinos.
En septiembre del 2009 hicimos una gran ocupación de esa hacienda, después de la
desocupación terminamos con 20 compañeros respondiendo a un proceso judicial y en enero del
2010 se decretó prisión para estos 20 compañeros, de esos 7 fueron presos, incluída una
compañera. Los tuvieron 15 días presos, después nos conseguimos un habeas corpus y ahora
están respondiendo el proceso en libertad y estamos esperando que se manifieste el Ministerio
Público al respecto.
En el estado de Sao Paulo la situación es bastante complicada, nosotros tenemos muchos otros
procesos en los estados de Pará, Matogroso Do Sul, Río Grande Do Sul, Pernambuco.
- ¿Cuál es el cargo con que el gobierno los acusa generalmente?
- El código penal brasilero estipula el crimen cuando uno entra a una propiedad privada,
entonces toda ocupación que nosotros hacemos es un crimen. Por eso, a partir del momento que
ocupamos respondemos criminalmente por eso. Pero también son varias otras cosas de las que
nos acusan, hurto, daño a la propiedad privada, entonces son varios los delitos que norma la ley
brasilera cuando nosotros ocupamos un área.
- Durante los dos periodos de Lula ¿Cómo ha estado la criminalización?
- La verdad que cuando Lula era Presidente de la República al mismo tiempo tanto en el Senado
como en la Cámara de Diputados la mayoría eran de derecha.
Y la mayoría de los estados brasileños también son gobernados por los partidos de derecha.
Entonces, de cualquier forma algunos estados de Brasil no son tan reaccionarios como otros,
pero de todas formas el Estado nacional brasileño tiene un poder independiente, sigue siendo
reaccionario, burgués, neoliberal pero felizmente tenemos algunas personas en el Ministerio
Público que nos entienden, que nos apoyan.
- En el Brasil los han acusado de terroristas y los han relacionado con las FARC…
- Es que recientemente respondemos a una CPMI (Comisión Parlamentaria Mixta de
Investigación) eso fue un pedido del Senado, los senadores son de derecha en Brasil.
Lo instalaron para investigar los convenios públicos, los proyectos del MST con el gobierno u
otros similares. Entonces, durante el proceso del CPMI nos acusaban de que mediante un
proyecto público, el Estado financiaba la toma de tierras y ahí hacían esa relación, que nosotros
utilizabamos los recursos del Estado con la intención de ocupar áreas, y ahí hacían la relación
directa con el gobierno. De que el Estado financia al MST para cometer crímenes, delitos.
Ahora la CPMI ha investifado en Río de Janeiro y no han encontrado nada que nos comprometa o
que de sustento para que continuen las denuncias.
Cualquier proyecto que estemos desarrollando ahora son proyectos de educación y salud que no
nos comprometen en ninguna forma.
Sin embargo, estos son los medios que la burguesía en Brasil usa para tratar de
comprometernos y descalificar ante la sociedad.

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