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DEPARTAMENTO DE LINGÜÍSTICA

FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS

LITERATURAS LATINOAMERICANAS DEL SIGLO XIX

SAB

Sab, publicada en 1841 por la escritora cubana Gertrudiz Gómez de Avellaneda y Arteaga,

es considerada como la primera novela antiesclavista de Hispanoamérica. En 1836, con tan

sólo veintidós años, Avellaneda emigró junto con su familia a España, lugar donde

desarrollaría toda su producción literaria y en dónde se consagraría, gracias al éxito de sus

obras, como una de las mujeres más importantes de la sociedad española de la época.

Encontramos un amplio bagaje en cuanto a su obra refiere: novelas, poemas y obras de

teatro que son consideradas obras maestras dentro del teatro romántico.

Pese a que Sab fue su primera novela y fue escrita en su juventud bajo una corta trayectoria

literaria, es una muestra de la destreza de la autora en el uso de la palabra para plasmar su

visión sobre la esclavitud y el papel de las mujeres en el siglo XIX. Sab, personaje principal

de la novela, es un mulato esclavo en el ingenio azucarero del empoderado Carlos

Bellavista. La historia gira en torno a la desenfrenada pasión que siente Sab por la hija

mayor de su patrón: Carlota, quien está prometida a Enrique Otway, un hombre de origen

inglés quien, junto a su padre, sólo ve en ella una fuente de dinero que aseguraría el futuro

de su compañía.

Los elementos estéticos de la obra, abundantes a lo largo de la misma, brindan una

agradable experiencia al lector. La descripción de los paisajes cubanos embarga el ambiente


con una atmósfera tropical que, unido al bello estilo de escritura que maneja Avellaneda,

hacen que la lectura sea fluida y muy amena. La descripción de los espacios cerrados es, en

ocasiones, bastante tediosa, pero en contraposición a la de los ambientes naturales, pierde

importancia. Estas bellas imágenes no sólo están en la descripción de los espacios, sino

también en la de los personajes y objetos, expresadas muchas veces con metáforas que

evocan con mayor fuerza la belleza del ambiente.

Además de sus méritos estéticos, Sab es una protesta social muy diciente. Revela la

posición crítica sociocultural que la autora expresó, no solo en esta novela, sino el múltiples

de sus ensayos. En Sab se desarrolla una analogía, no sin antes pedir unas expresas

disculpas al lector por estos pensamientos “juveniles”, entre la esclavitud del hombre negro

y la esclavitud de la mujer criolla. La inflexibilidad de la vida matrimonial podría verse en

paralelo a la inflexibilidad de las reglas bajo las que vivían los esclavos diariamente, así

como el trato subyagador del marido es de igual forma el trato subyagador que ejerce el

amo sobre sus inferiores.

De este trato subyagador del marido, obtenemos información sólo al final de la novela,

cuando, en el último capítulo, se nos revela la desdichada vida que lleva Carlota al lado del

que algún día fuese su más preciado amor. El trato deshumanizante de Enrique, hace que

Carlota se convierta en uno más de sus cuantiosos bienes; en un objeto que no tiene valor

por su condición de ser humano, sino por su mera posesión. La autora en algún punto de la

novela también reflexiona en que el destino de la mujer es aún más triste que el del esclavo,

puesto que el esclavo puede reunir dinero y cambiar de amo, en cambio la mujer está de por

vida atada a un solo hombre.


La autora hace uso de una ficción y pone en la boca del esclavo, el personaje con menos

derecho a la palabra y a expresar sus opiniones a través de ella, sus opiniones con respecto

a lo que se ha mencionado anteriormente, tal vez con el propósito de que, por esto mismo,

dichas opiniones fuesen más toleradas por el público en general. También es interesante ver

el rumbo que toma la vida de los dos personajes más pasionales de la obra: Sab y Carlota.

A causa de la marcada sensibilidad y pasionalidad de su espíritu, Sab termina muerto y

Carlota, por el contrario, vive, pero desdichadamente. Parece ser que el hecho de tener estas

cualidades en el carácter, tiene irrevocablemente asignados dos destinos: la muerte o la

desdicha; las pasiones o matan, o esclavizan.

Avellaneda fue una de las pocas escritoras decimonónicas que logró entrar en el canon

literario, conformado evidentemente sólo por hombres, llevando un mensaje distinto del

que proponían los autores canónicos de esta centuria. Esta forma de transgresión, se revela

ante un discurso hegemónico como un alegato en contra del panorama social de la época y

en defensa de la mujer y sus derechos. La importancia de esta clase de textos, más allá de

su rico valor literario, es que su crítica al sistema patriarcal ha trascendido en el tiempo y se

ha traducido en muchas de las consignas del movimiento feminista moderno. Sin duda

alguna, esta escritora, que más allá de serlo también fue mujer y sintió en carne propia

muchas de las situaciones que critica, encontró en la escritura un medio de liberación: una

liberación ante su época, ante su círculo social, ante los condicionamientos y limitaciones

que tenía por ser mujer; una liberación que sería uno de los primeros pasos para revindicar

nuestro género en una sociedad estrictamente diseñada para los hombres.

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