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18 de octubre de 2017
Edición 4392. ISSN 1667-8487
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19 de octubre de 2017
Notas de fondo
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ANTECEDENTES
La Corte Suprema de Justicia de la Nación
Por: Diario Judicial reivindicó al débil contractual en el contrato
@diariojudicial de peaje, en un fallo reciente, al reconocerle
notas@diariojudicial.com al usuario su rol de tal, y por ende la
aplicación de la ley de defensa del
consumidor 24.240 y el art 42 de la
Constitución Nacional.
La situación del usuario de rutas y caminos concesionados, venía siendo ubicado
por la anterior integración de la Corte, en el contrato de concesión y/o su
reglamentación, de los que no surgía que el concesionario haya asumido
obligaciones vinculadas con el hecho de la presencia de animales sueltos en la
ruta, y cuyo incumplimiento pueda generar responsabilidad para aquel, por cuanto
si bien el concesionario se encuentra obligado en términos genéricos a la
conservación en condiciones de utilización del camino, debiendo suprimir las
causas que originen molestias, inconvenientes o peligrosidad para los usuarios,
dicha estipulación, se sostuvo, debía ser interpretada en el contexto de las
obligaciones propias del ente concesionario en orden a la remodelación,
conservación y explotación del corredor vial conferido, enderezadas al
mantenimiento y señalización de calzadas y banquinas, y a la oferta de servicios
auxiliares al usuario.
Las causas :¨Colavita Salvador y otro c/ Provincia de Buenos Aires y otros¨ [1], y
¨Bertinat Pablo J.y otros c/ Provincia de Buenos Aires y otro [2] resueltas ambas, en la
misma fecha, por la Corte Suprema de Justicia de la Nación el 3/7/ 2000, en que se
consideró que el Estado provincial de Buenos Aires no resultaba responsable por los
accidentes ocurridos en ruta en virtud de la colisión con animales sueltos en las
mismas, han hecho tabla raza con los derechos del usuario protegidos
constitucionalmente (art.42 C.N. ), lo que significó negar la justicia del reclamo de
los débiles protegidos constitucionalmente, toda vez que ni siquiera hicieron lugar a
la responsabilidad del concesionario. Convirtieron a la inocente victima en
victimario de su propio destino, porque el accidentado, muerto en uno de los casos,
no ha tenido reparación alguna, cuando es evidente que tanto el concesionario
como el Estado son garantes, conforme a los principios actuales de la
responsabilidad, de los daños que se ocasionen en el ámbito de sus actividades.
Parecería poco sensato admitir que el servicio en las rutas, comprometido por el
peaje y en virtud de la concesión, puede desarrollarse regularmente frente a
cualquier obstáculo, porque no está dentro de las obligaciones de la concesión
removerlos, salvo aquellos que fueran específicamente las propias de la concesión
en orden a la remodelación, conservación y explotación del corredor vial, como lo
venía sosteniendo el alto tribunal.
Tanto el usuario como el consumidor son sujetos bien determinados, sobre los
cuales recae una norma Constitucional que consagra en esos roles el derecho
subjetivo fundamental de protección a su salud, seguridad e intereses económicos.
Mal puede entonces soslayarse esos derechos fundamentales en mira a la
prevalencia del Estado, en materia de servicios públicos, cuando que los
destinatarios de esos servicios públicos son los propios usuarios. Siendo la
responsabilidad del Estado directa, esa responsabilidad se funda en la garantía
jurídica que debe el Estado a todas las personas que sufren daños por el ejercicio
irregular de sus funciones, o por su actividad lícita lesiva que desempeñan sus
agentes públicos, a raíz de las necesidades de preservar la igualdad de todos ante
los perjuicios que provoca su accionar en el patrimonio privado (art.16 y 17 de la
Constitución nacional).
La norma constitucional del art.42 designa un acreedor: el usuario, y dos sujetos
deudores solidariamente responsables: el prestador de servicios y el Estado. No
solamente que la norma es operativa, como se sostiene, en cuanto establece
claramente al sujeto acreedor y a los sujetos deudores, sino por la naturaleza del
derecho que protege, que no es otro que un derecho humano especificado cuyo
titular es un colectivo que para poderlo equiparar con otros se le asigna tal
categoría [3].
La norma constitucional (art.42), por ningún motivo puede ser eludida. Los términos
de la misma son suficientemente claros en lo que respecta a la relación de
consumo, acerca de la protección de la salud, seguridad e intereses económicos
del consumidor y usuario. La relación de consumo se asienta en el contrato de
peaje que concierta el usuario con el concesionario vial. No se puede entrar o
utilizar la vía sin pagar el precio por el servicio de circular. Y este servicio, como toda
prestación en la relación de consumo debe asegurar, conforme la norma
constitucional la protección debida al consumidor y usuario.
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19/10/2017 La Corte Suprema reivindica los derechos del usuario
LOS FALLOS INVOLUCRADOS EN EL CASO
Sin dejar de señalar los aspectos coincidentes con la postura asumida por el alto
tribunal, el voto de la Dra.Highton, se centra en especial, en exponer los criterios que
irán a fundamentar el rechazo del recurso extraordinario impetrado. Para ello
consideró que la sentencia apelada contaba con fundamentos suficientes en un
encuadre correcto al afirmar que el vínculo que se establece entre el concesionario
y el usuario de una ruta de peaje es una relación contractual de derecho privado,
que hace nacer una obligación objetiva de seguridad por resultado a cargo del
primero, de manera que enlaza al usuario con el concesionario vial en una típica
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19/10/2017 La Corte Suprema reivindica los derechos del usuario
relación de consumo, por lo cual la responsabilidad del último se encuadra en el
régimen contractual, entendiendo que el caso se encuentra comprendido por las
previsiones de la ley 24.240 de Defensa del Consumidor y hace operativa la
protección otorgada por el art. 42 de la Constitución Nacional, y que la relación de
derecho público que liga a la demandada con el Estado no es oponible al usuario,
lo que por tal razón no incumbe a la Corte Suprema juzgar en la instancia
excepcional del art. 14 de la Ley 48.
Destaca además que la doctrina de la arbitrariedad es de carácter excepcional y
su objeto no es corregir en tercera instancia pronunciamientos equivocados o que
se reputen tales (Fallos: 310:676; 311: 345), sino cubrir los defectos graves de
fundamentación o razonamiento que tornen ilusorio el derecho de defensa y
conduzcan a la frustración del derecho federal invocado (Fallos: 310:234).Por lo
tanto no procede el recurso extraordinario fundado en esta causal.
Señala además que el apartamiento de las sentencias de la Corte Suprema sólo
suscita cuestión federal si se trata de la dictada en la misma causa (Fallos: 302:748),
y la tacha de arbitrariedad no se configura por la circunstancia de haberse
apartado el a quo de la doctrina establecida por la Corte Suprema en otros casos y
por vía distinta a la intentada (Fallos: 306:1452).
Por último señala que el encuadramiento de la relación jurídica que surge entre el
usuario y el concesionario con motivo de la utilización de una vía de comunicación
mediante el pago de peaje, se formuló en una causa donde el Tribunal se
pronunció en ejercicio de su competencia originaria y en una materia no federal,
de modo que la interpretación que allí se consagra no excluye necesariamente -sin
que ello vaya en desmedro de su autoridad- otras exégesis posibles respecto de la
cuestión por parte de los jueces de la causa, quienes no tienen el deber de
conformar sus decisiones con precedentes de esta naturaleza.
Centra luego su razonamiento en explicar que cuando el Estado, dentro del marco
de la concesión, ejerce los derechos fundamentales; la vinculación entre el
concesionario y el usuario resulta ser de naturaleza contractual privada. Señala por
cierto las características de esta vinculación, por la cual el concesionario asume la
explotación y riesgos, recibiendo como contrapartida los beneficios económicos.
Que en consonancia con el riesgo asumido cabe atribuirle la responsabilidad
directa y personal por las consecuencias derivadas del cumplimiento del contrato.
Destaca con gran certeza, que en esta relación contractual de derecho privado
nace una obligación objetiva de seguridad a cargo de la concesionaria. Asienta
esta obligación de seguridad en el principio de buena fe del art.1198 del código civil,
pues el servicio que se presta es de carácter continuado, modalmente reflejado por
el ingreso a las rutas en forma masiva, y de uso simultáneo, sin que pueda existir
una deliberación previa de forma que permita al usuario modificar las condiciones
de la prestación.
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obliga a la sociedad toda a desempeñar conductas encaminadas al cuidado de lo
más valioso que existe en ella: la vida y la salud de sus habitantes. En este sentido-
aclara- no cabe hacer diferencias de ninguna naturaleza entre ricos o pobres,
poderosos o débiles, ancianos o adolescentes, expertos o profanos.
Analiza luego la situación que le cabe al usuario de rutas, frente al concesionario.
Describe y caracteriza al primero como una persona común, que accede a la vía
apoyado en el principio de confianza que se asienta en la seguridad que espera del
servicio que brindará el concesionario. El usuario por este hecho es un débil
contractual, que no puede examinar el cuadro situacional, por varias razones: a) en
primer lugar porque es un servicio masivo, b) en segundo lugar porque no conoce
el funcionamiento del servicio, c) y en tercer lugar porque desconoce las
previsiones y medidas que con respecto al servicio ha adoptado el concesionario.
En este análisis hace jugar el principio de confianza con la apariencia jurídica de la
organización, para decir que ambos criterios son esenciales para la prestación del
servicio, y para apreciar como queda materializada esta relación.
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constatarse fácilmente que es el prestador del servicio quien está en mejor
posición para tomar medidas de prevención genéricas al menor costo. Esto ha
determinado la falta de un adecuado ejercicio del deber de previsión y de disponer
lo necesario para evitar accidentes en los términos y circunstancias indicados, que
comprometieron indudablemente la responsabilidad de la concesionaria.
EPÍLOGO:
Es significativo que tales derechos estén ahora resguardados en fallos del alto
tribunal, porque de esta manera se tiene la certeza que tales derechos no están
sujetos a diversas interpretaciones. El fallo que ahora comentamos es saludable
para sanear situaciones que no estaban suficientemente equilibradas, en razón de
la aplicación de viejos criterios que no resultaban ajustados a las concepciones
nuevas.
[2] ¨Bertinat Pablo J.y otros c/ Provincia de Buenos Aires y otro, del 3/7/2000 , en La ley
10/5/2000 , pg.7.
[4] Rinessi Antonio Juan: “La desprotección de los usuarios viales, en “Revista de
Derecho de Daños” N° 3-Accidentes de tránsito –III; ed. Rubinzal Culzoni 1998-
sspág.117.
[5] Rinessi Antonio J.: “Relación de Consumo y derechos del consumidor”, Astrea
2006, pág.346.
/ dju
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