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Samuel Hahnemann
Samuel Hahnemann
En 1790, mientras traducía un Tratado de Materia Médica del Dr. William Cullen, Hahnemann
leyó un fragmento acerca de la quina, o cinchona, que le llamó poderosamente la atención. En
su libro, Cullen afirmaba que la Quina o Cinchona era un excelente tratamiento para la malaria
debido a sus propiedades astringentes. Hahnemann pensó que esto no tenía sentido ya que,
como químico, era consciente de que existían otros astringentes mucho más poderosos que no
producían absolutamente ningún efecto en la malaria. Decidió seguir investigando. Durante
varios días tomó dracmas de buena cinchona y tomó nota detallada de todo lo ocurrido en su
organismo. Para su sorpresa ,presentó uno a uno los síntomas de la malaria, a pesar del hecho
de que no padecía realmente la enfermedad. Los síntomas se repetían cada vez que tomaba
una dosis de quinina, y se prolongaban durante varias horas. Si no la ingería, no presentaba
síntomas. Se preguntó si sería ese el motivo por el cual la malaria también se curaba con
quinina. Para comprobar su teoría, repitió las dosis de quinina - que llamó pruebas - en personas
a las que conocía bien, y volvió a anotar las reacciones detalladamente. Luego repitió el proceso
utilizando otras sustancias que se utilizaban como medicamentos, como el arsénico y la
belladona. Las pruebas se llevaron a cabo en condiciones estrictas y a quienes se sometían a
ellas no se les permitía comer ni beber nada que pudiera confundir los resultados, como el
alcohol, el té, el café y alimentos salados o condimentados.
"Ha llegado mi fin. Mi alma subirá hasta Dios. Os dejo la doctrina homeopática. Debes
defenderla contra todos los ataques, hacer que fructifique después de mi muerte, teniendo
cuidado de que los amigos no le hagan más perjuicio que sus enemigos. Tengo confianza en el
futuro. Si sabes mantener el principio de esta verdad, ella misma te ayudará al triunfo. Tengo
confianza, repito, porque yo no he sido en la Tierra más que un vil instrumento. La doctrina
homeopática no es mía. La verdad no ha nacido en mí. No me pertenece el hallazgo. Si ella
viniera de mí, desaparecería conmigo. Ahora bien, me sobrevivirá porque es la quinta esencia de
la naturaleza y procede de la reacción natural y viene de Dios.
¡La pequeña dosis!. Su empleo es de sentido común. Ella también viene de la naturaleza. Nada
es suficiente para abatirnos, nada es bastante para curarnos. Yo sólo he recogido una pizca del
oro de la verdad que Dios ha extendido por la Tierra. Es Él quien me ha llevado de la mano, pues
yo estaba ciego, ciego por mi orgullo. Me he limitado su voluntad de obedecerle."
A las cinco de la madrugada, pronunció dos veces "Confianza y paz... confianza y paz".