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su más tierna infancia, como sujeto de sí mismo , en la línea del psicoanálisis, que
considera al paciente como el sujeto de sus deseos inconscientes. Decía que "
el
papel del psicoanalista no es desear algo para alguien sino lograr que pueda
alcanzar su deseo ".
Era médica, había llevado a cabo una cura psicoanalítica y escuchaba a verdaderos
sujetos, ya que consideraba que los niños de un año entienden, a su manera,
perfectamente las cosas. Así, les sacaba de su estatuto social del infans
,
etimológicamente el que no tiene derecho a la palabra. También decía que "para el
adulto, es un escándalo que el ser humano durante la infancia sea su igual".Para
Freud, el sueño, pero también cualquier síntoma patológico, es un lenguaje difícil de
descifrar. Para Françoise Dolto, el ser humano es un ser de lenguaje, incluso antes
de saber hablar. En el vientre de su madre, el feto desarrolla ya la función simbólica.
Esa certeza le permitió escuchar y comprender, a través del cuerpo del bebé, lo que
tiene sentido para él. Descubrió con gran sorpresa que una palabra dirigida a un
bebé que aún no hablaba podía tener efectos terapéuticos. Por ello, siempre
propuso a los padres que dijeran al niño todo lo que le concierne, que "dijeran la
verdad" , desde el nacimiento. Ya que lo peor para un ser humano es lo que
permanece sin sentido: lo que no pasa al lenguaje
Para Françoise Dolto, la concepción es un encuentro de tres y no sólo de dos: "un
niño únicamente se da a la vida por su deseo de vivir". El hecho de que el embrión
viva y de que la madre no aborte de forma natural corrobora la existencia de un
deseo compartido de vida. Por lo tanto, ya desde la concepción, el feto es un ser
humano en potencia. Se comunica inconscientemente con la madre. Los estados
emocionales de esta última, así como todo lo que le sucede, marcan su vida
psíquica. Una madre que"olvida" que está embarazada puede dar a luz a un niño
que será psicótico.
Ayudar al niño a crecer
Françoise Dolto describía el desarrollo del niño como una serie de "castraciones":
umbilical al nacer, oral al destetarlo, anal al aprender a andar y a no usar pañales.
Cada vez, el niño debe abandonar un mundo para abrirse a uno nuevo. Cada una
de estas castraciones es una especie de prueba tras la cual el niño crece y se
humaniza. La responsabilidad de los padres es ayudarlos a atravesar las con
éxito.Al romperse el cordón umbilical, el bebé renuncia al estado de fusión con la
madre y penetra en el mundo aéreo. La lactancia o el biberón no representan tan
sólo la satisfacción de una necesidad alimenticia ya que se trata de un momento de
contacto corporal y de comunicación, y el bebé es también un ser de deseos.Por
ello, "hay que castrar la lengua del pezón para que el niño pueda hablar", declaraba
Françoise Dolto. Renunciando al pecho y a la leche, el bebé vuelve a renunciar a un
estado de fusión con su madre. Al distanciarse y liberar la boca, adquiere la
posibilidad de hablar. En esta época, más que en cualquier otra, la madre debe
aportar al niño una inmersión en el lenguaje. Al andar, el niño se aleja de su madre
para descubrir el espacio. Es necesario no refrenarlo en esta primera autonomía. Se
deben quitar los pañales cuando el niño ha adquirido el control muscular necesario y
no a una edad preestablecida ni a la fuerza. En esta época, los padres empiezan a
establecer prohibiciones para proteger al niño y la primera ley: la de no hacer daño a
nadie ni matar. Si lo hacen de forma sádica, es decir, sólo opresiva, no enseñan al
niño a transformar sus impulsos agresivos en deseos socializados. A lo largo de su
vida, esos impulsos, tan sólo inhibidos, surgirán a la menor ocasión, con una
crueldad que seguirá siendo infantil.