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Santo Tomas de Aquino, Doctor de la

Iglesia (+1274)

Nace en el Castillo de Rocaseca, cerca de Nápoles, Italia, en 1225. Es el


último hijo varón de una numerosa familia de doce hijos. Su padre se llamaba
Landulfo de Aquino. Alto, grueso, bien proporcionado, frente despejada, porte
distinguido, una gran amabilidad en el trato, y mucha delicadeza de
sentimientos. Cerca del Castillo donde nació estaba el famoso convento de los
monjes Benedictinos llamado Monte Casino. Allí lo llevaron a hacer sus
primeros años de estudios.
Los monjes le enseñaron a meditar en silencio. Es el más piadoso,
meditabundo y silencioso de todos los alumnos del convento. Lo que lee o
estudia lo aprende de memoria con una facilidad portentosa.
Continúa sus estudios por cinco años en la Universidad de Nápoles. Allí
supera a todos sus compañeros en memoria e inteligencia. Conoce a los
Padres Dominicos y se entusiasma por esa Comunidad. Quiere entrar de
religioso pero su familia se opone. El religiosos huye hacia Alemania, pero por
el camino lo sorprenden sus hermanos que viajan acompañados de un
escuadrón de militares y lo ponen preso. No logran quitarle el hábito de
dominico, pero lo encierran en una prisión del castillo de Rocaseca.
Tomás aprovecha su encierro de dos años en la prisión para aprenderse de
memoria muchísimas frases de la S. Biblia y para estudiar muy a fondo el
mejor tratado de Teología que había en ese tiempo, y que después él explicará
muy bien en la Universidad.
Sus hermanos al ver que por más que le ruegan y lo amenazan no logran
quitarle la idea de seguir de religioso, le envían a una mujer de mala vida para
que lo haga pecar. Tomás toma en sus manos un tizón encendido y se lanza
contra la mala mujer, amenazándola con quemarle el rostro si se atreve a
acercársele. Ella sale huyendo y así al vencer él las pasiones de la carne, logró
la Iglesia Católica conseguir un gran santo. Si este joven no hubiera sabido
vencer la tentación de la impureza, no tendríamos hoy a este gran Doctor de
la Iglesia.
Esa noche contempló en sueños una visión Celestial que venía a felicitarlo y le
traía una estola o banda blanca, en señal de la virtud, de la pureza que le
concedía Nuestro Señor.
Liberado ya de la prisión lo enviaron a Colonia, Alemania, a estudiar con el
más sabio Padre Dominico de ese tiempo: San Alberto Magno. Al principio los
compañeros no imaginaban la inteligencia que tenía Tomás, y al verlo tan
robusto y siempre tan silencioso en las discusiones le pusieron de apodo: "El
buey mudo". Pero un día uno de sus compañeros leyó los apuntes de este
joven estudiante y se los presentó al sabio profesor. San Alberto al leerlos les
dijo a los demás estudiantes: "Ustedes lo llaman el buey mudo. Pero este buey
llenará un día con sus mugidos el mundo entero". Y así sucedió en verdad
después.
Sus compañeros de ese tiempo dejaron este comentario: "La ciencia de Tomás
es muy grande, pero su piedad es más grande todavía. Pasa horas y horas
rezando, y en la Misa, después de la elevación, parece que estuviera en el
Paraíso. Y hasta se le llena el rostro de resplandores de vez en cuando
mientras celebra la Eucaristía.
A los 27 años, en 1252, ya es profesor de la famosísima Universidad de París.
Sus clases de teología y filosofía son las más concurridas de la Universidad. El
rey San Luis lo estima tanto que lo consulta en todos los asuntos de
importancia. Y en la Universidad es tan grande el prestigio que tiene y su
ascendiente sobre los demás, que cuando se traba una enorme discusión
acerca de la Eucaristía y no logran ponerse de acuerdo, al fin los bandos
aceptan que sea Tomás de Aquino el que haga de árbitro y diga la última
palabra, y lo que él dice es aceptado por todos sin excepción.
En 1259 el Sumo Pontífice lo llama a Italia y por siete años recorre el país
predicando y enseñando, y es encargado de dirigir el colegio Pontificio de
Roma para jóvenes que se preparan para puestos de importancia especial.
En 4 años escribe su obra más famosa: Summa Theologiae, obra portentosa en
14 tomos, donde a base de Sagrada Escritura, de filosofía y teología y doctrina
de los santos va explicando todas las enseñanzas católicas. Es lo más profundo
que se haya escrito en la Iglesia Católica.
En Italia la gente se agolpaba para escucharle con gran respeto como a un
enviado de Dios, y lloraban de emoción al oírle predicar acerca de la Pasión de
Cristo, y se emocionaban de alegría cuando les hablaba de la Resurrección de
Jesús y de la Vida Eterna que nos espera.
El Romano Pontífice le encargó que escribiera los himnos para la Fiesta del
Cuerpo y Sangre de Cristo, y compuso entonces el Pangelingua y el
Tantumergo y varios otros bellísimos cantos de la Eucaristía (dicen que el
Santo Padre encargó a Santo Tomás y a San Buenaventura que cada uno
escribiera unos himnos, pero que mientras oía leer los himnos tan bellos que
había compuesto Santo Tomás, San Buenaventura fue rompiendo los que él
mismo había redactado, porque los otros le parecían más hermosos). Después
de haber escrito tratados hermosísimos acerca de Jesús en la Eucaristía, sintió
Tomás que Jesús le decía en una visión: "Tomás, has hablado bien de Mi. ¿Qué
quieres a cambio?". Y el santo le respondió: "Señor: lo único que yo quiero es
amarte, amarte mucho, y agradarte cada vez más".
De tal manera se concentraba en los temas que tenía que tratar, que un día
estando almorzando con el rey, de pronto dio un puñetazo a la mesa y
exclamó: "Ya encontré la respuesta para tal y tal pregunta". Después tuvo que
presentar excusas al rey por estar pensando en otros temas distintos a los que
estaban tratando los demás en la conversación.
Pocos meses antes de morir tuvo una visión acerca de lo sobrenatural y
celestial, y desde entonces dejó de escribir. Preguntado por el Hermano
Reginaldo acerca de la causa por la cual ya no escribía más, exclamó: "Es que,
comparando con lo que vi en aquella visión, lo que he escrito es muy poca
cosa".
Santo Tomás logró que la filosofía de Aristóteles llegara a ser parte de las
enseñanzas de los católicos. Este santo ha sido el más famoso profesor de
filosofía que ha tenido la Iglesia.
Tan importantes son sus escritos que en el Concilio de Trento (o sea la reunión
de los obispos del mundo), los tres libros de consulta que había sobre la mesa
principal eran: la Sagrada Biblia, los Decretos de los Papas, y la Suma
Teológica de Santo Tomás.
Decía nuestro santo que él había aprendido más, arrodillándose delante del
crucifijo, que en la lectura de los libros. Su secretario Reginaldo afirmaba que
la admirable ciencia de Santo Tomás provenía más de sus oraciones que de su
ingenio. Este hombre de Dios rezaba mucho y con gran fervor para que Dios le
iluminara y le hiciera conocer las verdades que debía explicar al pueblo.
Su humildad: Cumplía exactamente aquel consejo de San Pablo: "Consideren
superiores a los demás". Siempre consideraba que los otros eran mejores que
él. Aun en las más acaloradas discusiones exponía sus ideas con total calma;
jamás se dejó llevar por la cólera aunque los adversarios lo ofendieran
fuertemente y nunca se le oyó decir alguna cosa que pudiera ofender a
alguno. Su lema en el trato era aquel mandato de Jesús: "Tratad a los demás
como deseáis que los demás os traten a vosotros".
Su devoción por la Virgen María era muy grande. En el margen de sus
cuadernos escribía: "Dios te salve María". Y compuso un tratado acerca del
Ave María.
Su muerte: El Sumo Pontífice lo envió al Concilio de Lyón, pero por el camino
se sintió mal y fue recibido en el monasterio de los monjes cistercienses de
Fosanova. Cuando le llevaron por última vez la Sagrada Comunión exclamó:
"Ahora te recibo a Ti mi Jesús, que pagaste con tu sangre el precio de la
redención de mi alma. Todas las enseñanzas que escribí manifiestan mi fe en
Jesucristo y mi amor por la Santa Iglesia Católica, de quien me profeso hijo
obediente".
Murió el 7 de marzo de 1274 a la edad de 49 años.
Fue declarado santo en 1323 apenas 50 años después de muerto. Y sus restos
fueron llevados solemnemente a la Catedral de Toulouse un 28 de enero. Por
eso se celebra en este día su fiesta.
Ojalá repitamos frecuentemente aquella oración bíblica que Santo Tomás le
decía al Señor, para pedirle el don de la Sabiduría. Dice así:
"Oh Dios misericordioso: envíame la Sabiduría que asiste junto a Ti. Mira que
soy un ser débil, demasiado pequeño para lograr conocer qué es lo que más te
agrada a Ti. Sin la sabiduría que procede de Ti, no seré estimado en nada.
Contigo está la sabiduría que te asistió cuando creabas el mundo, la sabiduría
que nos enseña qué es lo más grato a tus ojos y lo que más nos conviene
hacer. Envíame tu sabiduría desde el cielo para que me asista en mis trabajos
y me ilumine qué es lo que más te agrada en cada momento. Que ella me guíe
prudentemente en todas mis obras" (Sab. 9, 1-11) Amen.

(1225-1274) Sto. Tomás de Aquino, el Doctor Angélico, es el patrono de los


estudiantes. Nacido en Aquino de noble familia, estudió en Montecasino y en
Nápoles, donde se hizo fraile dominico. Poco después estudia en Colonia y en
París, como discípulo de San Alberto Magno. Fue un alumno modelo.
Embebido en los estudios, no participaba en recreos ni discusiones. Por ello lo
llamaban "el buey mudo". "SÍ -dijo su maestro- PERO SUS MUGIDOS
RESONARÁN EN TODO EL MUNDO".
Tomás era el primero en cumplir los consejos que un día daría a un
estudiante: -"No entres de golpe en el mar, sino vete a el por los ríos, pues a lo
difícil se ha de llegar por lo fácil". - "Sé tardo para hablar". -"Ama la celda".
-"Evita la excesiva familiaridad que distrae del estudio". -"Aclara las dudas".
-"Cultiva la memoria". -"No te metas en asuntos ajenos, no pierdas tiempo".
Tomás enseñaba, predicaba y escribía. Sus Obras principales fueron: Sobre la
verdad, Suma contra gentiles, comentarios al Cantar de los Cantares. Su obra
maestra es la Summa Theologiae, síntesis que recoge todo su pensamiento. Su
vida de oración era profunda. Nunca se entregaba al estudio sino después de
la oración. Sus escritos sobre el Santísimo Sacramento y sus sermones nos
hacen dudar si predominaba en él, el teólogo o el místico. Derramaba muchas
lágrimas en la Misa y caía frecuentemente en éxtasis.
Invitado por el papa Gregorio X, Sto. Tomás se dirigió al Concilio de Lyón. Se
sintió enfermo en el camino. Le acogieron en el monasterio de Bosanova.
Herido en la "visión" parcial, el 7 de marzo marchó a la visión plena. *
Busquemos la Sabiduría por la oración y el estudio de la Doctrina Cristiana.
Tomás nació en medio de una aristócrata familia, alrededor de 1225. A pesar
de la fuerte oposición de su familia, ingresó a la orden de Santo a la edad de
19 años. En 1245, sus superiores lo enviaron a estudiar a París, donde sus
dotes de humildad no le permitieron ser reconocido por su habilidad e
inteligencia como debía ser. A insistencia de San Alberto y del Card.
Saintcher, Tomás –que sólo era bachiller- empezó a enseñar en la Universidad
de París, y obras como sus comentarios sobre el Libro de las Sentencias de
Isaías y el Evangelio de San Mateo fueron escritos. Cuatro años más tarde, se
le confió la cátedra de doctor, encargado de enseñar, discutir y predicar y
hacia finales de ese año, empezó a escribir la Suma contra Gentiles.
De 1259 a 1268, el santo era muy popular en toda Italia, país que enseñó y
predicó en muchas ciudades. Hacia 1266, comenzó a escribir la más famosa
de sus obras: la Summa Theologiae. De vuelta a París, el santo –por revelación
divina- se pronunció sobre si los accidentes permanecían realmente o sólo en
apariencia en el Santísimo Sacramento. Posteriormente, Tomás fue llamado
nuevamente a Italia y ocupó el cargo de rector en la Universidad de Nápoles.
Al año siguiente, por causa de una poderosa visión, Tomás cesó de escribir y
enseñar, sin terminar la Summa Theologiae. Se hallaba muy enfermo cuando
el Papa Gregorio X lo invitó al Concilio de Lyón, pero durante el viaje su
enfermedad se agravó aún más, siendo trasladado a la abadía cistercience de
Fossa Nuova, donde falleció en la madrugada del 7 de marzo de 1274.

Tommaso d'Aquino, (Roccasecca, Frosinone 1225 - Fossanova, Latina 1274),


filosofo, dottore della Chiesa e santo, fu l'esponente più autorevole della
filosofia scolastica e uno dei più grandi teologi del Medioevo. Compiuti i
primi studi nell'abbazia benedettina di Montecassino, si trasferì a Napoli,
dove frequentò l'università fondata da Federico II e nel 1243, nonostante
l'opposizione della famiglia, entrò nell'ordine dei domenicani; in seguito, si
recò dapprima a Parigi e poi a Colonia per proseguire gli studi sotto la guida
di Alberto Magno,
I primi anni
Nel 1252 Tommaso fece ritorno a Parigi, dove intraprese la carriera
universitaria, commentando la Bibbia e le Sentenze di Pietro Lombardo.
Divenuto magister in teologia nel 1256, si dedicò all'insegnamento; nel 1259
venne convocato a Roma dal pontefice, e per quasi un decennio svolse le
funzioni di consigliere e predicatore presso la corte papale. Tornato a Parigi
nel 1269, venne coinvolto in una controversia che lo oppose a Sigieri di
Brabante e ad altri seguaci del filosofo arabo Averroè.
Studi su Aristotele e gli averroisti
Prima di Tommaso, il pensiero cristiano si ispirava alla filosofia di
sant'Agostino, secondo cui la ricerca della verità dipende dall'esperienza
interiore. All'inizio del XIII secolo le opere principali di Aristotele furono
disponibili nella traduzione latina, accompagnata dai commenti di Averroè e
di altri studiosi arabi. Il rigore, la sistematicità e l'autorità degli
insegnamenti aristotelici restituirono fiducia nella conoscenza empirica e
furono rielaborati da una scuola di filosofi che, sotto la guida di Sigieri di
Brabante, affermò l'indipendenza della filosofia dalla rivelazione.
L'averroismo giunse allora a minacciare l'integrità e la supremazia della
dottrina cattolica, allarmando i pensatori fedeli all'ortodossia.
Ragione e fede
Conciliando l'importanza attribuita da Agostino all'interiorità umana come
fonte della conoscenza con la pretesa averroista all'autonomia della
conoscenza sensibile, Tommaso riuscì invece a dimostrare la compatibilità e
la complementarità delle verità di fede e di ragione. Alcune verità, come il
mistero dell'Incarnazione, sono di dominio esclusivo della rivelazione,
mentre altre, come la struttura degli oggetti materiali, sono ricavabili
dall'esperienza; altre ancora, come l'esistenza di Dio, sono dominio sia della
fede sia della ragione.
Filosofia e teologia
Secondo Tommaso la conoscenza deriva dall'esperienza sensibile, ma i dati
empirici possono divenire intellegibili solo grazie all'attività dell'intelletto,
che eleva il pensiero alla conoscenza di realtà immateriali, come l'anima
umana, gli angeli e Dio. Ciò che distingue la concezione filosofica di
Tommaso è la convinzione che la natura, una volta creata da Dio, sia
governata da leggi proprie e non necessiti di un continuo intervento divino.
L'esistenza di Dio è dimostrata razionalmente attraverso cinque "vie", che
dalla considerazione del divenire dell'universo sensibile risalgono a Dio,
inteso come "primo motore" degli enti sensibili in movimento (prima via),
causa efficiente non causata (seconda via), essere necessario e perfettissimo
(terza e quarta via), sommo ordinatore dell'universo (quinta via). Nel loro
complesso, le prove dell'esistenza di Dio elaborate da Tommaso sono dette
dimostrazioni a posteriori, in quanto prendono le mosse dall'esperienza del
mondo sensibile, a differenza della prova a priori elaborata da Anselmo
d'Aosta, che si basava unicamente sulla definizione e sull'analisi interna del
concetto di Dio. Nondimeno, per arrivare a comprendere le verità più alte,
ad esempio il dogma della Trinità, Tommaso ritiene indispensabile l'ausilio
della rivelazione.
Etica e politica
Tommaso teorizza una distinzione tra l'ambito della ragione e l'ambito della
fede anche nei campi dell'etica e della politica. Vi è nell'uomo una
disposizione naturale alla felicità, così come una disposizione a comprendere
i principi pratici e razionali che sono alla base di una retta condotta morale.
A questa disposizione si collegano virtù, come la prudenza, il coraggio, la
temperanza e la giustizia. L'aspirazione umana alla felicità è sovrastata, ma
non annullata, dall'ordine della felicità soprannaturale, al quale si
connettono le virtù teologali: fede, speranza e carità. Allo stesso modo,
Tommaso distingue una legge naturale, che consente di raggiungere la
felicità terrena e alla quale devono rifarsi le leggi positive, stabilite dagli
uomini, e una legge divina, che riguarda invece la beatitudine
soprannaturale dell'uomo. Ciò trova un riflesso politico nella teorizzazione
dell'autonomia e al tempo stesso della subordinazione del potere temporale
rispetto al potere spirituale del papato: il Vicario di Cristo non si sostituisce
ai re o all'imperatore, ma mantiene tuttavia un primato su di essi, perché ha
il compito di indirizzare gli uomini, al di là del bene comune, al fine
soprannaturale della beatitudine eterna.
Fortuna
Tommaso realizzò una sintesi filosofica degli insegnamenti di Aristotele e del
pensiero di altri filosofi dell'antichità, accordandola con la Bibbia e con la
dottrina cattolica. L'opera di Tommaso segna una tappa decisiva nella storia
della filosofia e al suo sistema, detto "tomismo", si rifece per secoli il
pensiero cattolico. In alcune encicliche, papa Leone XIII e papa Pio XII
riconobbero nella filosofia tomista la guida più sicura per la dottrina e
l'istruzione scolastica cattolica, scoraggiando qualunque allontanamento da
essa. In epoca contemporanea, tra i pensatori che si confrontarono con il
pensiero di Tommaso si ricordano in particolare Jacques Maritain ed Etienne
Gilson.
San Tommaso fu un autore assai prolifico. Delle ottanta opere che scrisse, le
due più importanti sono la Summa contra gentiles (1269-1273), una
trattazione minuziosa e dotta che mira a convincere i pensatori musulmani
della verità del cristianesimo; e la Summa theologiae (1269, incompiuta) che
si compone di tre parti (su Dio, la vita morale dell'uomo, e Cristo).

Tommaso D’Acquino

E’ un filosofo medioevale, il più grande tra quelli scolastici. Nasce nel 1221
nel Lazio e muore nel 1274 mentre era in viaggio verso Lione, dove si sarebbe
tenuto il concilio ecumenico contro Federico II. E’ di famigli nobile. Studia a
Monte Cassino e a Napoli. La famiglia non era d’accordo con la sua idea di
diventare un frate domenicano, ma lui riesce lo stesso nel suo intento. E’ un
discepolo di Alberto Magno, lo stesso che gli aprirà le porte dell’Università. Va
a studiare a Parigi. Dal ’52 al ’59 scrive “Ente ed essenza” e “Summa contra
gentiles (infedeli) ”. Affronta il problema dell’essere in modo nuovo. Torna a
Colonia e compie viaggia Roma e Bologna. Sua è la “Summa theologica”. Nel
1900 la filosofia di Tommaso è definita “Filosofia ufficiale della Chiesa
Cattolica”.
Gli arabi avevano tradotto e commentato Aristotele. Il commento di Averroè
(basandosi sul rapporto tra i due intelletti) nega l’esistenza dell’anima
individuale. Sarà compito di Tommaso controbattere a quanto detto dall’arabo,
utilizzando gli strumenti aristotelici.

Rapporto tra fede e ragione: Tommaso si occupa di Dio, dell’uomo e del


mondo. La differenza tra filosofia e teologia sta nella prospettiva e nel metodo
d’indagine dell’oggetto. La teologia parte dalle rivelazioni di Dio. La filosofia
invece cerca di conoscere Lui e il mondo in modo razionale. Secondo Tommaso
la teologia non sostituisce la filosofia per due motivi: l’uomo è dotato di
ragione e la filosofia stessa svolge un ruolo importante nel cristiano. Visto che
la ragione è di tutti gli uomini, è possibile fare a tutti la rivelazione perché
fede e ragione non sono contrari. La filosofia è il preambolo della fede, ha
una sua autonomia rispetto alla teologia perché utilizza strumenti e metodi
propri. Tommaso si serve delle categorie aristoteliche. La filosofia si deve
rendere conto che è limitata: per aprirsi alla verità assoluta deve accettare la
fede. “La grazia non soppianta ma perfeziona la natura (o ragione) ”. La
grazia di Dio perfeziona la natura dell’uomo, che per Tommaso è positiva. Ha
una visione positiva del reale. C’è un accordo tra grazia e natura, fede e
ragione.

Ente ed essenza: ente è il participio di un verbo, è un aggettivo e indica la


partecipazione all’azione del verbo. Quando dico “essente” dico che è, in
quanto partecipa all’azione di essere. Il concetto che l’essere è un’azione è
stato esplicitato proprio da Tommaso. Parla dell’atto di essere.
In questa opera parte con la distinzione tra ente logico (di ragione) ed ente
reale (extramentale). Il primo esiste nella nostra mente, ma ciò non basta per
dire che sia presente anche nella realtà. Questo è facilmente verificabile per le
realtà singole, ma è difficile per i concetti universali tipo “umanità”. “Quei
concetti che hanno un carattere universale sono l’esito di un processo
astrattivo da parte della nostra mente”. L’universale non è reale, perché
reale è solo l’individuo. L’umanità non esiste, esistono i singoli uomini. Questi
concetti hanno qualche fondamento nella realtà ed è questo che ci porta ad
identificare Tommaso come un realista moderato. L’universalità è in parte il
risultato di un processo astrattivo, ma in parte deriva dalla realtà. Sia Dio che
le cose sono enti, ma non allo stesso modo. “Dio è l’essere, le cose hanno
l’essere”. Tommaso usa due categorie per giungere a questo punto: l’essenza
e l’atto di essere. La prima è l’insieme di quelle caratteristiche fondamentali
per cui un ente è quello che è. Il secondo punto è l’atto che realizza il primo.
In Dio essenza e atto di essere coincidono perché Dio esiste necessariamente,
mentre le cose esistono contingentemente. La loro essenza è solo possibilità di
essere. Il mondo e le cose non si sono dati l’essere da soli. Esistono perché
create da altro, ricevono l’essere da Dio; non sono l’essere ma hanno l’essere.
L’essente è ciò che partecipa all’azione del verbo essere. Il mondo e le cose
sono perché partecipano all’essere.
Ogni ente ha delle caratteristiche in comune: unità, verità e bontà. Sono i
predicati che competono all’ente in quanto tale. Per questo sono dette i
trascendentali dell’essere. La loro estensione è uguale a quella dell’ente.
Ciascun trascendentale dice dell’ente qualcosa di particolare. Non tutti gli
enti hanno le tre caratteristiche allo stesso grado.
- L’essere in se stesso, non è contraddittorio. In Dio l’unità è massima
perché non c’è differenza tra essenza ed atto di essere. Nelle creature è
per composizione.
- Quando parliamo di verità intendiamo quella ontologica. Per Aristotele
l’essere come vero è una proprietà che solo l’uomo possiede. Tommaso
dice che la verità ontologica è la costituzione di ogni ente secondo il
progetto di Dio. Ogni ente ha una vocazione a cui deve rispondere.
“L’adeguarsi della cosa all’intelletto” è la verità. Quella logica è quella
fornita dalla conoscenza; è l’“adeguarsi dell’intelletto nostro alla cosa”.
La verità di un ente dipende dal suo grado di essere. Tutti gli enti sono
veri perché parte di un progetto. Alcuni sono fedeli alla vocazione
necessariamente. L’uomo è libero, può tradurre la vocazione.
- Dire che ogni ente è buono deriva dalla rivoluzione biblica. Tutto ciò che
è, è buono perché ha un proprio grado di essere. E’ una perfezione.

Altra dottrina molto importante è quella dell’analogia. Tommaso la usa


diversamente da Aristotele, che definisce il rapporto tra gli enti su di un piano
orizzontale. Tommaso invece lo definisce su di un piano verticale. Per
Aristotele l’essere ha più significati “E’ sia la sostanza sia accidenti”. La prima
è essere in modo privilegiato, i secondi sono collegati alla prima. Sono
analogici (non sono uguali ma nemmeno del tutto diversi). Tommaso afferma
che “Non c’è identità tra Dio e le creature, ma nemmeno equivocità. C’è un
rapporto contemporaneo di somiglianza e dissomiglianza. C’è un rapporto di
analogia”. Ciò che posso dire di una cosa lo posso fare anche per Dio ma con
minore intensità. L’analogia ha un fondamento metafisico. Creando le cose,
Dio comunica se stesso. La loro somiglianza è inerente alla loro stessa natura.
Analizzando le creature si può risalire in qualche modo a Dio. Da qui Tommaso
formula le 5 vie. La creatura più simile a Dio è l’uomo.

Le 5 vie

Dio è il primo nell’ordine ontologico, ma non lo è sul piano conoscitivo. Se nel


primo precede le creature, nel secondo le segue perché l’uomo non ha una
conoscenza diretta di Lui. È più facile dire ciò che Dio non è che ciò che è
(teologia negativa). Dio non si può spiegare con dei concetti. Ma allora come
si arriva a conoscerLo? Lo conosco mediaticamente, risalendo dall’effetto alla
causa. Si raggiunge a partire dal mondo. Tommaso segue due strade: la via
aristotelica del divenire e la via dell’atto di essere. La prima è seguita perché
allora la filosofia aristotelica era la scienza. La seconda è propria di Tommaso.
Dio per lui è atto puro, colui che dà l’essere.
1) La via del mutamento
2) La via della causalità efficiente
3) La via della contingenza
4) La via dei gradi di perfezione
5) La via del finalismo.
Tommaso cerca la ragione ultima del movimento, la ragione dell’esistenza
della causa efficiente del mondo, la ragione della gradazione degli enti, la
ragione della finalità presente in alcuni enti.

1) Tommaso parte dalla constatazione che le cose mutano; i sensi ci attestano


il divenire. Secondo Aristotele il passaggio da potenza ad atto ha una causa,
occorre qualcosa che produca il mutamento. Il passaggio non può essere fatto
da ciò che è mosso in quanto è mosso da altro (in atto). Tommaso afferma che,
in questo modo, nel movimento c’è un processo all’infinito. Questo non
spiega il divenire. Occorre affermare l’esistenza di un primo motore immobile:
è Dio. Questo motore è il Dio cristiano, il Creatore. E’ il primo essere ancora
prima di essere primo motore. Dio muove in quanto è il creatore, è atto
puro.
La prima via è quasi identica a quella di Aristotele, ma considerata assieme
alle altre quattro appare diversa.
2) Nel mondo sensibile c’è l’ordine di cause efficienti. Queste non sono mai
cause di loro stesse. Dovrebbero essere anteriori a loro stesse: ciò è
impossibile, non è mai successo. Ma nella serie di cause non posso andare
all’infinito. Serve una causa efficiente prima incausata che produce ma non
è prodotta: è Dio. E’ la causa dell’essere delle cose.
3) In natura ci sono solo cose contingenti: sono ma potrebbero non essere,
sono ma possono morire. Se tutto fosse contingente, vi dovrebbe essere stato
un tempo in cui non c’era nulla. Ma come sarebbe sorto l’essere dal nulla? Gli
esseri necessari si possono capire solo partendo da un essere eterno che è
sempre stato. Ci si basa sulla distinzione tra essenza e atto di essere. Essi
coincidono con Dio, l’essere necessario ed eterno.
4) Tommaso parte dalla constatazione che le cose non sono uguali. Le cose
hanno un diverso grado di verità, unità e bontà solo in base ad un essere che è
assolutamente buono, vero e uno. Devo fare il paragone perché, se le cose
sono così, è perché non si sono fatte da sole. Il loro essere non deriva da loro
stesse, altrimenti le cose si sarebbero fatte perfette. L’essere le cose l’hanno
ricevuto da un Essere che è la sorgente di tutto ciò che è.
5) Tommaso osserva che nel mondo alcuni enti agiscono come se tendessero
ad un fine. Ci chiede perché. Questa causa non la si può trovare negli stessi
enti, perché privi della conoscenza di questo fine. Per agire verso un fine
bisogna conoscerlo. Ma siccome gli enti non sono consapevoli, occorre risalire
ad un Ordinatore che sia in grado di porre gli enti in essere.

Tommaso formula una nuova ontologia, la metafisica dell’atto di essere. “Le


creature non sono l’essere ma hanno l’essere”. Dio è il suo stesso essere
perché essenza ed atto di essere coincidono. Le creature sono perché
partecipano all’atto di essere create da Dio. Per loro l’essenza è una
potenzialità che va attualizzata. Il puro essere vale sia per Dio sia per le
creature, ma in modo analogico. Il concetto di essere per Tommaso è
analogico. Di Dio “essere” dice l’essenza, per le creature la partecipazione
reale all’essere di Dio. Per questo la metafisica si chiama dell’atto di essere.
Questo è l’atto di essere che consente alle forme di realizzarsi in enti. Per i
greci l’essere è solo il primo intelligibile. Non posso pensare nulla di non
esistente. Per Tommaso l’essere è innanzi tutto atto che esiste come atto puro
in Dio, nell’Essere, come atto partecipativo negli enti. L’atto d’essere è il
fondamento degli enti e non la forma. Questa dottrina dell’atto di essere si
basa su tre formule:
1 – l’essere non è l’essente (o l’ente);
2 – la forma è principio di essere;
3 – L’essere è atto della forma.

1 – C’è una differenza tra essere ed ente. Perché? Perché il primo è


l’originario incondizionato. Non posso pensare nulla che non sia. Posso
pensare l’essere senza pensare ad enti determinati. Per questo l’essere non
coincide con gli enti. Questi devono partecipare all’essere. L’essere non
partecipa a nulla.
2 – Pensare l’essere è un modo molto astratto, indeterminato per pensarlo. Ciò
che lo determina costituendolo in essenze particolari è la forma.
3 – Le forme intelligibili sono tante, una diversa dalle altre. L’essenza delle
cose non prevede per forza la loro esistenza. Cos’è che fa dell’essenza
qualcosa di ente? E’ l’atto di essere.
A questo punto Tommaso tira una conclusione: “L’essere è effetto proprio di
Dio”. L’atto di essere grazie al quale una forma diventa un ente è un effetto
dell’Essere che è Dio. L’atto di essere è qualcosa di reale, ha bisogno di una
causa efficiente (Dio). Ma perché proprio Dio? L’essere appartiene a tutte le
cose che esistono perché esistono. Le cose sono diverse riguardo alla loro
essenza. L’essere grazie al quale le cose esistono non può derivare dalla loro
essenza, ma da una causa esterna unica che a tutte le comunica. La causa
deve essere un ente che non ha solo l’atto di essere, deve essere lei stessa
l’atto.
Tommaso si serve del concetto di causa di Aristotele, ma lo modifica in alcuni
suoi punti: ha come oggetto l’essere. Le prime due prove conducono a Dio che
è innanzi tutto atto puro. Dio è causa efficiente dell’universo perché l’ha
creato. La prova più evidente dell’esistenza di Dio Tommaso la costruisce
dall’intuizione dell’atto di essere. L’essere è atto, è predicato reale; indica
l’esistenza delle cose fuori dal pensiero.

La metafisica di Tommaso è una ripresa dello stupore originario che si ridesta


quando ci fermiamo a riflettere sul dono di quell’atto grazie al quale le cose
sono state tratte dal nulla all’essere. La metafisica di Tommaso è una risposta
davanti allo stupore che lui provava di fronte al miracolo dell’esistenza.

Dire che una cosa è vuol dire aprire uno spiraglio all’essere. E’ come fare un
passo verso l’orizzonte (che è l’essere). Quando dico “è”, dico il fondamento
delle cose, che va oltre esse. Il pensiero vorrebbe capire l’essere, ma
l’orizzonte dell’essere non è mai raggiunto, perché sempre al di là delle cose.
”E’ una presenza che si annuncia, ma quando lo fa sfugge perché rinvia al di
là” (Heidegger).
Secondo Tommaso l’atto di essere è il caposaldo fondamentale di tutto. Poi
viene il modo di essere.

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