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Mujeres valientes, semilla, fruto de la tierra, flor, camino. Mujeres que tenemos acceso,
derecho y libertad de disfrutar una sexualidad plena. No es un mito, no es enigmático, no
es ominoso, no es terrorífico el placer sexual en la mujer. No basta con ser y representar
un papel secundario en las posiciones y roles sociales. El valor, la importancia y el papel
de las mujeres en el mundo no lo determinan un órgano sexual por mucho menospreciado
por los hombres y por las propias mujeres también en una sociedad machista, egoísta,
falocentrica en donde impera el poder de los hombres sobre las mujeres, la posesión de
éstas y su posición a merced de satisfacer sus deseos y necesidades.
En un sueño trabajado en análisis recuerdo como estaba en mi casa en la planta baja con
mi madre y mi abuela (ésta última ya fallecida hace 6 años). Estábamos viendo un
programa de televisión cuando mi abuela me recuerda que mi novio se encontraba en la
parte de “arriba” esperando por mí. Me decía mi abuela: Oye niña bájalo, que grosera y
desatenta eres, ¿Qué no le piensas dar de comer?
En eso recordé que efectivamente me estaba esperando “arriba”, fui por él y le dije que
bajara conmigo y lo senté en la sala. Mi madre y mi abuela ya estaban en la cocina
haciendo algo de comer. Entré a la cocina para ayudarles pero ellas se veían tan
apuradas, concentradas y sincronizadas en cocinar que yo sentía angustia de no saber
qué hacer (porque en la realidad no sé cocinar). Iba de nuevo con mi novio a la sala y me
decía: Ya vas a venir conmigo? Me has dejado ya mucho tiempo solo. Acaba de entrar tu
abuelo (hace 9 años ya fallecido también) y no me dirigió la palabra ni el saludo. Se
“subió” inmediatamente a su cuarto.
Yo no sabía qué hacer, si quedarme a hacerle compañía o ayudar a las mujeres a hacer
la comida. Entré a la cocina y mi abuela enojada me decía que la ayudara a cocinar y yo
le respondía ¡Es que no sé! Ella a su vez me contestó como era de costumbre lo hiciera
respecto a labores domésticas: ¡Eso sí no sabes verdad!
El lugar del hombre y de la mujer. Ellos se encuentran “arriba” y tienen que “bajar” para
que se “relacionen” con nosotras: las mujeres. Tres generaciones que hemos tenido
introyectado en nuestro inconsciente esa posición del hombre y de la mujer, nuestro
“papel” en el hogar. En eso pensaba, es que no sé qué hacer, ¿qué debe hacer una
mujer, como debe ser una mujer? Entre compañía para el hombre, cocinar y labores
domésticas o si tal vez yo quería hacer algo completamente diferente al contexto del
sueño y a la presión social por parte de la familia.