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FACULTAD DE TEOLOGÍA

PONTIFICIA Y CIVIL DE LIMA

CÁTEDRA DE SANTO TORIBIO


La relación de Santo Toribio de Mogrovejo con las autoridades
civiles durante su gobierno episcopal en el Virreinato del Perú

Profesor : José Antonio Benito

Alumno : Juan Arturo Machuca Ampuero

Año : Segundo de Teología

Lima 08 de mayo de 2019


La coyuntura actual del Perú muestra que el país atraviesa por una serie de
dificultades de suma relevancia y resonancia en diversas esferas de la sociedad
peruana. Sin embargo, el tema de la corrupción ha acaparado la atención de la
mayoría de peruanos, especialmente los que viven en zonas urbanas. Además,
se ha vuelto casi imposible hablar de corrupción sin que esta palabra esté
íntimamente asociada a la comunidad política.

Ante estos acontecimientos, la Iglesia en el Perú no es ajena, pues como madre


y maestra, comprende que la solución a este y otros problemas que afecta no
sólo al Perú, sino a muchos otros países, se encuentra en Dios y en poner por
obra las enseñanzas que brotan de una reflexión profunda y concienzuda de la
Revelación. Los santos son aquellas personas que, acogiendo la Palabra de
Dios, han brindado a la humanidad los caminos que se han de seguir para
alcanzar una sociedad más justa y solidaria, no sin pasar los sacrificios y dolores
necesarios para alcanzar la gloria. De esta forma, han sido como una
encarnación de la Palabra de Dios para los tiempos en que vivieron.

Es así que, en el presente trabajo, se pretende mostrar a uno de los más grandes
santos de América, nos referimos, a Santo Toribio de Mogrovejo, calificado como
uno de los más grandes pastores de su tiempo. Algunos afirman que si la Europa
cristiana del siglo XVI tuvo al gran reformador y pastor Carlos Borromeo,
América, tuvo a Santo Toribio1. Sin embargo, su obra pastoral es inmensa y ha
sido estudiada por algunos historiadores alcanzando grandes conclusiones de lo
que significó esta figura no sólo para el espacio y tiempo en que vivió, sino para
la historia del Perú, aunque claro está, estudios aún sin acabar por la gran
variedad y riqueza que nos ha heredado la vida de este santo pastor. Por este
motivo, el presente estudio intentará enfocarse sobre todo en investigar las
relaciones que Santo Toribio de Mogrovejo sostuvo con los virreyes, autoridades
civiles o políticos de su época, durante su gobierno episcopal con el fin de extraer
algunas luces que guíen nuestras conductas como cristianos y a quienes en un
futuro asumirán una responsabilidad como autoridades de la Iglesia, respecto a

1 SANCHEZ-CONCHA, Rafael: Santos y Santidad en el Perú Virreinal; Lima, VIDA Y


ESPIRITUALIDAD, 2003, pp. 69 - 82
las autoridades políticas con quienes convivimos hoy y en un futuro no muy
lejano.

Martín Enríquez de Almanza y Santo Toribio de Mogrovejo

Tras el proceso de organización del virreinato del Perú que afrontaron e


intentaron llevar a cabo los virreyes precedentes, llegando a su culmen con el
virrey Toledo, se inicia el proceso de consolidación como llaman algunos
historiadores al periodo que sigue desde el virrey Martín Enríquez hasta
aproximadamente la mitad del siglo XVII, pues no se realizaron cambios
sustanciales en la organización virreinal. La tarea de los virreyes fue sobretodo
seguir las líneas establecidas y consolidarlas2.

Fijando nuestra atención en D. Martín Enríquez de Almansa tenemos que antes


de ser virrey en el Perú, lo fue del virreinato de Nueva España. Fue recibido en
la ciudad de los reyes con gran júbilo el 15 de mayo 1581. Algunas de sus obras
más relevantes fueron la apertura del Colegio de San Martín a cargo de los
Jesuitas cerrado por su antecesor el virrey Toledo, la creación del corregimiento
de Huancavelica, la restauración de los chasquis como sistema de mensajería
alternativo, la creación de la cátedra de lengua indígena en la Universidad de
Lima y en todas las ciudades donde hubiese Audiencia Real, la promulgación de
ordenanzas a arzobispos y obispos para que no ordenasen presbíteros sin saber
la lengua indígena y la convocación y preparación del III Concilio Limense 3. Su
periodo de gobierno fue corto pues murió a los dos años de haber tomado
posesión en pleno desarrollo del Concilio el 9 de marzo de 1583.

Ambos ilustres personajes coincidieron en su ingreso a la ciudad de los reyes el


mismo mes del mismo año, pero en días distintos. Así mismo, fueron recibidos
con el mismo entusiasmo, gozo y solemnidad tras su llegada a Lima. Habiéndose
despachado antes de la partida de ambas autoridades las Reales Cédulas donde

2 VARGAS, Ugarte: Historia General del Perú: Virreinato (1551 - 1596), Tomo II, 3a ed., Lima,
Editor: Carlos Milla Batres, 1981, p. 271.
3 VARGAS, Ugarte: Historia General del Perú: Virreinato (1551 - 1596), Tomo II, pp. 271-289.
se urgía la convocatoria de un nuevo Concilio, pues se había aplazado su
convocatoria demasiado tiempo, para ser exactos unos quince años desde el II
Concilio Limense, tanto el nuevo virrey y arzobispo no tardaron en realizar los
preparativos correspondientes para la convocatoria y posterior realización del
Concilio, de tal modo que a los tres meses de la llegada de ambas autoridades,
exactamente el 15 de agosto de 1581 se expedían las convocatorias a los
sufragáneos citándolos para la misma fecha del siguiente año4. Esto nos
demuestra, la buena disposición de ambos para emprender y llevar a cabo el
oficio encomendado.

Las entrevistas preparatorias para el Concilio acordadas mutuamente entre


ambas autoridades nos muestran la relación cordial que sostuvieron, es más, de
la cordialidad se pasó a la amistad y el buen virrey prácticamente se volvió
defensor y colaborador de las empresas del santo arzobispo5. No fueron pocas
las entrevistas antes de convocar el Concilio y estas fueron de mucha utilidad
para compartir puntos en común y concretar acuerdos6. Así mismo, fueron
suficientes para que Santo Toribio vea en él un ferviente y celoso cristiano,
deseoso de cumplir la voluntad de Dios. Es más, ambos coincidieron en que este
Concilio era lo más adecuado y santo para la evangelización y ayuda de los
naturales o indios.7

Este celo y buen ánimo del virrey se concretizó en su asidua asistencia a las
sesiones del Concilio8 y su perenne respaldo a Santo Toribio con respecto a la
dirección de estas sesiones, ante las constantes discusiones entre los asistentes
y temas tangenciales al Concilio planteados por los mismos. El caso del obispo

4 VARGAS, Ugarte: Historia General del Perú: Virreinato (1551 - 1596), Tomo II, p. 284
5 RODRIGUEZ, Vicente: Santo Toribio de Mogrovejo: Organizador y Apóstol de Sur-América,
Tomo II; Madrid, EDICIONES JURA SAN LORENZO, 1956, p. 428
6 RODRIGUEZ, Vicente: Santo Toribio de Mogrovejo: Organizador y Apóstol de Sur-América,
Tomo I; Madrid, EDICIONES JURA SAN LORENZO, 1956, p. 199
7 RODRIGUEZ, Vicente: Santo Toribio de Mogrovejo: Organizador y Apóstol de Sur-América,
Tomo I; p. 207
8 VARGAS, Ugarte: Historia de la Iglesia en el Perú, Tomo II; Burgos, Imprenta de Aldecoa,
1959, p. 50
Don Sebastián Lartaún, que había recibido una gran cantidad de denuncias por
parte de sus fieles tanto clérigos como autoridades civiles, fue un verdadero dolor
de cabeza para el santo arzobispo pues se negaba rotundamente al envío de
Don Antonio Valcázar a investigar su administración pastoral y la veracidad de
las denuncias. La intervención del virrey fue necesaria e hizo retroceder al obispo
cusqueño de su negativa. Además, suministró a Don Antonio con los bienes
necesarios para que pueda llevar a buen término las tareas de investigación
encomendadas9. Las ausencias del virrey y su posterior muerte supuso para
Santo Toribio la pérdida de una valioso aliado durante la dirección de las
sesiones conciliares y la concretización de los asuntos principales, a tal punto
que pensó que la siguiente sesión tras la muerte del virrey sería para dar por
terminado el Concilio10. En definitiva, fue una pieza clave para la buena dirección
del Concilio, pues fue quien de forma desinteresada allanó muchas dificultades
que se iban presentando durante su desarrollo11.

Hasta este punto, hemos visto que la relación de Santo Toribio con el virrey
Enríquez fue cordial y de mutuo apoyo desinteresado, especialmente, en lo que
respecta al desarrollo del III Concilio Limense. Sin embargo, ambos personajes
tuvieron ciertas discrepancias que no menguaron su relación cordial y de mutuo
apoyo. Por un lado, tras ver observar las constantes discusiones de los
sufragáneos especialmente enfrascados en temas tangenciales y estériles para
el Concilio, el virrey Enríquez escribió una carta al rey Felipe II transmitiendo su
desaliento respecto a la ineficacia de los sufragáneos (incluyendo a Santo
Toribio) para la resolución de los problemas urgentes a resolver, proponiendo
que sean encargados a visitadores y que el Concilio se disuelva. Una percepción
que en cierta medida es justificada dadas las circunstancias que el virrey hasta

9 RODRIGUEZ, Vicente: Santo Toribio de Mogrovejo: Organizador y Apóstol de Sur-América,


Tomo I; p. 212
10 RODRIGUEZ, Vicente: Santo Toribio de Mogrovejo: Organizador y Apóstol de Sur-América,
Tomo I; p. 207
11 RODRIGUEZ, Vicente: Santo Toribio de Mogrovejo: Organizador y Apóstol de Sur-América,
Tomo I; p. 225
antes de su muerte observó.12 Por otro lado, respecto a la apertura del Colegio
Real de San Martín, Santo Toribio no compartían el mismo entusiasmo con su
apertura. El rey Felipe II antes de destinar un monto económico para el
sostenimiento del Colegio, pide su opinión y es en esta donde manifiesta su poco
entusiasmo.13 Finalmente, el virrey mostraba disgusto respecto a su amigo y
protegido Santo Toribio cuando, ante los problemas surgidos en el III Concilio,
desea comunicarse directamente con el sumo pontífice sin mediar en primer
lugar un primer contacto con el Real Consejo. Este disgusto se plasmó en una
carta donde se queja ante el rey Felipe II, mostrando cierto resentimiento hacia
su estimado amigo y colaborador en el gobierno del pueblo de Dios14.

Fernando Torres y Portugal (Conde del Villar) y Santo Toribio de Mogrovejo

Antes de iniciar el estudio de las relaciones entre el Conde de Villar y Santo


Toribio, conviene traer a cuenta un breve periodo de gobierno transitorio asumido
por la Audiencia de los Reyes en virtud de lo dispuesto por la Real Cédula de
155015. Resaltamos de este periodo transitorio, entre los años 1583 al 1585, las
grandes dificultades que Santo Toribio atravesó durante las celebraciones aún
no concluidas del III Concilio Limense.

Tuvo el santo que soportar diversas dificultades para llevar a cabo los planes del
concilio, especialmente, las ocasionadas por el oidor decano D. Cristóbal
Ramírez Cartagena, quien por complacer a sus paisanos vizcaínos, apoyó la
causa del obispo Lartaún y en colaboración con los obispos de Tucumán y La
Plata, secuestraron los autos y libros de acuerdos que Santo Toribio había
dispuesto sean enviados a la Santa Sede y al Consejo de Indias, para que se
encargaran de impartir justicia en lo concerniente a los excesos cometidos por el

12 RODRIGUEZ, Vicente: Santo Toribio de Mogrovejo: Organizador y Apóstol de Sur-América,


Tomo I; p. 207
13 VARGAS, Ugarte: Historia General del Perú: Virreinato (1551 - 1596), Tomo II, pp. 275
14 RODRIGUEZ, Vicente: Santo Toribio de Mogrovejo: Organizador y Apóstol de Sur-América,
Tomo II; p. 428
15 VARGAS, Ugarte: Historia General del Perú: Virreinato (1551 - 1596), Tomo II, p. 291
obispo cuzqueño16. Las continuas solicitudes y las censuras del arzobispo
Toribio a quienes había secuestrado estos importantísimos documentos fueron
inútiles, pues los obispos partidarios de Lartaún y él mismo, envalentonados, les
daban la contra a todas sus solicitudes, ya que gozaban del respaldo de algunos
oidores de la Audiencia.

Dentro de sus largos momentos de oración y reflexión, Santo Toribio encontró


dos salidas ante este problema tan grave para la continuidad del Concilio. Por
un lado, meditó en cancelar el Concilio, haciendo prevalecer su autoridad sobre
los demás obispos y no acatar sus condicionamientos. Por otro, continuar con el
Concilio, perdiendo dignidad y autoridad frente a la asamblea de obispos y
autoridades civiles con gran humillación y derrota. La grandeza de este santo, lo
llevó a escoger la humillación, pues prefirió sacrificar su autoridad y dignidad,
para que el Concilio siguiera en pie y diera sus frutos que ciertamente, por las
grandes dificultades acontecidas, no se vieron al instante, sino con el transcurso
del tiempo. La historia ha puesto en evidencia cuán fundamental fue este Concilio
para la organización de la Iglesia en el Perú y la evangelización de los indios17.

Una vez transcurrido estos acontecimientos, la urgencia de un virrey se hacía


notar en la Ciudad de Lima y luego de un largo discernimiento, Felipe II decide
elegir a Don Fernando Torres y Portugal, conde del Villardompardo, como el
séptimo virrey de Lima. A pesar de su precaria salud, realizó ciertas actividades
organizativas en algunos lugares del Perú que por salud o por obligado camino
de tránsito tuvo que residir por cierto espacio de tiempo durante su viaje con
destino a Lima. Llegó a Lima el día 21 de noviembre de 1584 y fue recibido con
gran solemnidad, incluso tan igual como se le había recibido al virrey Toledo.
Santo Toribio se encontraba en un viaje de visita general, por lo que no pudo
acoger personalmente al nuevo virrey. La autoridad eclesiástica encargada de
recibirle fue el gobernador del Arzobispado, Don Antonio de Valcázar. A pesar
de su avanzada edad y su salud bastante delicada, mostró gran vitalidad y
compromiso con la función recibida, siendo acreditado por sus obras como gran
servidor de la corona. Durante su gobierno, se enfocó en dos cosas

16 VARGAS, Ugarte: Historia General del Perú: Virreinato (1551 - 1596), Tomo II, pp. 292-293
17 VARGAS, Ugarte: Historia General del Perú: Virreinato (1551 - 1596), Tomo II, pp. 210- 230
principalmente: por un lado, en la manera de conseguir financiamiento
económico para poder enviarlo a la corona y, por otro lado, la preparación de
armamento militar y milicia capaz de hacer de defensa frente a algún ataque
pirata18. Aunque estas fueron una de sus primeras y principales actividades en
el corto tiempo de gobierno, hizo mucho más por el virreinato peruano guiado
por un deseo firme de servir a la corona española.

Como ya se mencionó, Santo Toribio no estuvo cuando el virrey Fernando llegó


a Lima, pues se encontraba de viaje por motivo de la visita general, sólo pudo
encontrarse con él cuando por motivos de la colecta para el erario Real, hizo una
pausa a su viaje y regresó a su sede por dos semanas19 pues debía cumplir su
obligación como arzobispo de Lima20. La relación entre ambos ilustres
personajes fue formal y cortés, donde ambos, movidos por el celo de cumplir lo
mejor posible con la voluntad de Dios, tomaron decisiones con el fin de hacer el
mayor bien posible a quienes servían. Sin embargo, no pocas tensiones
surgieron entre conde del Villar ante el celoso apostolado de Santo Toribio. Su
celo patronal se hizo sentir en varias ocasiones con actitudes rígidas que
extrañan la buena actitud que siempre presentó ante el arzobispo de Lima. Esto
se explica por un nombre: el oidor Ramírez de Cartagena, quien contribuyó en
diversas ocasiones a polucionar las relaciones entre el arzobispo Toribio y el
Conde del Villar. Sus intenciones las desconocemos, pero lo que sí sabemos es
que trabajó arduo para contraponer a ambos ilustres personajes21.

Muchas de las disputas entre el conde del Villar fueron a causa de este celo
patronal llevado en ciertas ocasiones al extremo. Existen varios ejemplos. Dentro
de los más resaltantes tenemos la objeción que presentó el Conde al arzobispo
sobre los sacerdotes provisionales que colocó al mando de algunas grandes

18 RODRIGUEZ, Vicente: Santo Toribio de Mogrovejo: Organizador y Apóstol de Sur-América


Tomo I; pp. 295-296
19 RODRIGUEZ, Vicente: Santo Toribio de Mogrovejo: Organizador y Apóstol de Sur-América,
Tomo I; p. 469
20 VARGAS, Ugarte: Santo Toribio: Segundo Arzobispo de Lima; Lima, EDICIONES
PAULINAS, 1989, p. 46
21 RODRIGUEZ, Vicente: Santo Toribio de Mogrovejo: Organizador y Apóstol de Sur-América,
Tomo I; p. 397
parroquias de ciudades de población española, pues exigía que hasta en este
asunto se le debía pedir el permiso correspondiente por el patronazgo del cual
gozaba. La idea que el Conde del Villar poseía sobre el patronazgo lo llevó a
actuar de esta manera, una idea en que prácticamente no habría nada que
pudiera hacer el arzobispo sin que le pidiera permiso como autoridad real22.

Por mencionar otro conflicto, no de menor gravedad, que atenuó la cordial


relación entre ambos fue respecto a la administración de los bienes que
ingresaban a las Iglesias por parte de los sacerdotes encargados de alguna
doctrina o parroquia. Nos referimos al conflicto conocido como el de las cajas de
comunidad23, el cual consistía en las irregularidades en la administración del
dinero por parte de los corregidores reservado para gastos en beneficio de los
indios a nivel corporal y espiritual. Según el Virrey asesorado por sus oidores,
esos ingresos eran bienes legos, es decir, de patronato y la Iglesia no tiene
ningún poder administrativo sobre ellos. Según Santo Toribio, si ciertamente
estos ingresos eran patronales, era bienes de la Iglesia, y a quienes les competía
su administración era a los sacerdotes encargados y no a los encomenderos.
Estos bienes que ingresaban a las Iglesias Patronadas, debía ser administrados
por los prelados. Este pleito ya tenía solución años anteriores por un edicto del
Rey; sin embargo, pasar de la ley a la práctica era la constante lucha y solicitud
del arzobispo Toribio respecto a estos problemas de administración de bienes
eclesiásticos. Toribio gozaba con el apoyo del Rey y estos asuntos se
resolvieron, no sin dar batalla sus opositores24. Lo que más indignó al santo
respecto a la conducta del virrey en relación a este conflicto que sostuvo con los
corregidores y que además apoyaba, fueron sus ingenuos reportes respecto a la
administración de los bienes de las cajas. Ingenuos, pues el virrey nunca visitó
en persona un corregimiento para adquirir una impresión de la realidad y la

22 RODRIGUEZ, Vicente: Santo Toribio de Mogrovejo: Organizador y Apóstol de Sur-América,


Tomo I; p. 398 - 399
23 BENITO, José: Crisol de lazos solidarios, Toribio de Mogrovejo (edición virtual); Lima,
Universidad Sedes Sapientiae - Perú, 2001, p. 123
24 RODRIGUEZ, Vicente: Santo Toribio de Mogrovejo: Organizador y Apóstol de Sur-América,
Tomo I; p. 420 - 422
magnitud del problema administrativo que se vivía allí, así como la precariedad
e injusticia en que vivían los indios, a diferencia de arzobispo Toribio25.

A pesar de los diversos conflictos que surgieron durante el gobierno del Conde
de Villa y en los que Santo Toribio se vio involucrado en defensa de la Iglesia y
de los indios, el virrey siempre intentó actuar de buena fe, evitando el escándalo
a causa de las medidas que algunos funcionarios quisieron tomar en contra del
arzobispo como el secuestro de sus bienes con el fin de presionarlo para hacerlo
desistir respecto al conflicto con los corregidores y la administración de los
bienes de las cajas de comunidad26. Así mismo, Santo Toribio vio en el virrey un
hombre con recta intención, aunque blando ante las demandas de algunas
autoridades civiles, y con un deseo profundo por cumplir su función lo mejor
posible.

Garcia Hurtado de Mendoza (Marqués de Cañete) y Santo Toribio de


Mogrovejo

Don García Hurtado de Mendoza, es uno de los virreyes más famosos del siglo
XVI durante el virreinato peruano. Fue nombrado virrey de la ciudad de los Reyes
el año 1589, tras dejar el cargo el Conde de Villa debido a su edad avanzada y
las pocas fuerzas para dar solución a los conflictos nacientes durante esos años,
especialmente, los conflictos bélicos. Ingresó a Lima el 6 de enero de 1590,
siendo acogido por la ciudadanía con gran solemnidad, como nunca antes se
había visto en la ciudad de los Reyes27. Dentro de las variadas obras que realizó
podemos destacar el esfuerzo y trabajo que realizó para incrementar los ingresos
económicos para la corona española por medio de diferentes obras, entre ellas
destacando las que tuvieron mayor éxito la colecta “graciosa” 28 y la imposición
del impuesto de la “alcabala” (que ciertamente terminó en un motín en Quito y

25 RODRIGUEZ, Vicente: Santo Toribio de Mogrovejo: Organizador y Apóstol de Sur-América,


Tomo II; p. 46
26 VARGAS, Ugarte: Santo Toribio: Segundo Arzobispo de Lima; p. 65
27 VARGAS, Ugarte: Historia General del Perú: Virreinato (1551 - 1596), Tomo II, p. 314
28 VARGAS, Ugarte: Historia General del Perú: Virreinato (1551 - 1596), Tomo II, p. 318 - 319
que conmocionó a todo el virreinato peruano, pero que pudo solucionarse, no sin
dejar este impuesto un malestar general en todo el virreinato del Perú ) 29,
contribuyó a la mejor organización y explotación de las minas30 y al
embellecimiento y progreso de la capital del Virreinato emprendiendo muchas
obras de reconstrucción tras el terremoto que asoló Lima durante el gobierno del
Conde del Villar31.

Respecto la relación que mantuvieron ambos ilustres personajes, la


historiografía nos señala que, si ciertamente los conflictos entre Iglesia y Estado
eran comunes durante la etapa virreinal por la situación de dependencia en que
se encontraba la Iglesia por la medida del patronato regio, el virrey García de
Mendoza y Santo Toribio no se entendieron nunca el uno al otro; es más, si
quisiéramos, por poner un ejemplo, conocer la figura del santo arzobispo
Limense a la luz de las cartas del virrey García, en definitiva nos llevaríamos una
mala imagen del arzobispo32. En suma, Don García de Mendoza fue quien le dio
la mayor cantidad de problemas durante los cinco años que duró su gobierno
como virrey del Perú al Santo Arzobispo.

Una de las principales quejas que sostenía el virrey contra el arzobispo era su
constante ausencia de su sede episcopal33, aunque el Santo era muy consciente
de lo que hacía y de lo que conllevaba su prolongada ausencia de su sede, lo
hizo siempre en vistas de un bien mayor34. Cabe mencionar que, para su llegada
a la ciudad de los Reyes, el santo obispo no lo recibió pues se encontraba en
visita pastoral, encontrándose el virrey con un Concilio convocado, pero sin la
autoridad eclesiástica que le recibiese y rinda cuentas. Ante estos primeros
sucesos Don García tomó drásticas medidas y despachó a los obispos

29 VARGAS, Ugarte: Historia General del Perú: Virreinato (1551 - 1596), Tomo II, p. 319 - 325
30 VARGAS, Ugarte: Historia General del Perú: Virreinato (1551 - 1596), Tomo II, p. 329 - 335
31 VARGAS, Ugarte: Historia General del Perú: Virreinato (1551 - 1596), Tomo II, p. 338 - 344
32 VARGAS, Ugarte: Historia General del Perú: Virreinato (1551 - 1596), Tomo II, p. 354
33 RODRIGUEZ, Vicente: Santo Toribio de Mogrovejo: Organizador y Apóstol de Sur-América,
Tomo I; p. 467
34 RODRIGUEZ, Vicente: Santo Toribio de Mogrovejo: Organizador y Apóstol de Sur-América,
Tomo I; p. 471
sufragáneos que había llegado a la ciudad de los Reyes convocados por Santo
Toribio para dar inicio al IV Concilio Limense, afirmándoles que no se celebraría
concilio alguno. Enterado de los hechos tras su llegada a Lima, Santo Toribio
decidió aplazar la apertura del Concilio, quedando sólo el obispo del cuzco. Dio
apertura el 17 de enero de 1591 al concilio, terminando en marzo del mismo año,
siendo considerado un fracaso35.

Respecto al fracaso de este IV Concilio y la imagen que tenía el Don Garcia de


Mendoza respecto de Santo Toribio, hubo un personaje que volvió a aparecer en
la historia de estos dos grandes personajes. Nos referimos al oidor Don Ramírez
de Cartagena, quien volvió a aparecer en escena tras realizar un “buen trabajo”
durante el gobierno del Conde del Villar, trabajo que sabemos fue sobretodo
crear una mala imagen del arzobispo frente a las autoridades civiles. Don
Ramírez se encargó de inspirar o escribir, no se tiene claro el asunto, un extenso
memorial donde contraría la labor del arzobispo y la poca conveniencia del
Concilio IV Limense, además de haber sido convocado, según él, sin permiso de
la autoridad patronal. Este memorial contribuyó a que el virrey tomara medidas
drásticas que ya mencionamos y empiece a generar ese rechazo tan latente
hacia el arzobispo. Así mismo, fue enviado hacia las autoridades en España
metiendo en graves problemas al santo prelado frente al rey Felipe II y al Consejo
de las Indias.

La valoración que realiza Don García de Mendoza sobre estos constantes viajes
podemos verla con mayor detalle en el informe que envía a las autoridades en
España, acusándolo de que estos viajes son un pretexto para huir de sus
responsabilidades y dejar los problemas sin resolver, en especial a lo que se
refiere a los malos curas de doctrinas. Así mismo, acusó al obispo de vivir a
expensas de los indios, prácticamente robando lo poco que tenían para el
prejuicio de ellos36. Graves acusaciones que le valieron al arzobispo un largo y

35 RODRIGUEZ, Vicente: Santo Toribio de Mogrovejo: Organizador y Apóstol de Sur-América,


Tomo I; p. 287
36 RODRIGUEZ, Vicente: Santo Toribio de Mogrovejo: Organizador y Apóstol de Sur-América,
Tomo I; p. 469 - 470
doloroso proceso de investigación sobre sus visitas, siendo visto con malos ojos
por las autoridades españolas encargada de los asuntos de los indios37.

Otro asunto que conllevó disputas entre el arzobispo y el virrey fue el tema de
las doctrinas. En la carta en que se dirige al Felipe II valora el trabajo pastoral y
servicio a la corona por parte de los obispos y prelados. Sin mellas en la lengua
afirmará que el amor y servicio que muestran a la corona es sólo de palabras,
pues con sus obras hacen todo lo contrario, en especial, el arzobispo de Lima,
pues según su percepción e ideas se entromete en todos los asuntos del
patronato regio38. Si ciertamente, las acusaciones que realiza contra el clero
tiene su asiento en la realidad, pues existían algunos clérigos doctrineros que
realizaban mal sus funciones y vivían a expensas de los indios, el virrey
generalizó su acusación a todos los curas doctrineros, pero que especialmente
eran colocados por Santo Toribio y eran fieles a él.39. En este contexto de disputa
sobre las doctrinas también se sumó la difamación contra el arzobispo de haber
introducido la costumbre de cobrar derechos parroquiales a los indios, acusación
que no fue nada gratuita, sino con la intención difamar al arzobispo y mellar su
trabajo pastoral sobre las doctrinas40.

Los conflictos respecto a las doctrinas tuvo su punto más crítico y problemático
respecto al asunto del llamado conflicto de Cercado muy conocido y comentado
por varios historiadores tanto civiles como religiosos, dando cada uno un aporte
especial para comprender la gravedad de este conflicto41. En resumidas cuentas,
desde la perspectiva del P. Vicente Rodríguez fue el virrey García de Mendoza
quien inició todo este problema de la doctrina de Cercado. Apoyando a los

37 RODRIGUEZ, Vicente: Santo Toribio de Mogrovejo: Organizador y Apóstol de Sur-América,


Tomo I; p. 400
38 RODRIGUEZ, Vicente: Santo Toribio de Mogrovejo: Organizador y Apóstol de Sur-América,
Tomo I; p. 399
39 RODRIGUEZ, Vicente: Santo Toribio de Mogrovejo: Organizador y Apóstol de Sur-América,
Tomo I; pp. 404 - 406
40 RODRIGUEZ, Vicente: Santo Toribio de Mogrovejo: Organizador y Apóstol de Sur-América,
Tomo I; p. 413
41 RODRIGUEZ, Vicente: Santo Toribio de Mogrovejo: Organizador y Apóstol de Sur-América,
Tomo II; pp. 285 - 286
jesuitas en este conflicto con el arzobispo, pues él había puesto para los indios
un cura diocesano, medida que no les pareció la más adecuada. El conflicto se
agravó y fue llevado a Madrid donde se dio la razón a los padres Jesuitas y el
arzobispo quedó desautorizado y seriamente sentido42. Durante este conflicto
santo Toribio tuvo muestras grandes de virtud respecto a los constantes asedios
por parte del virrey, sobre todo de paciencia y prudencia, pues pudiendo ejercer
su autoridad ante las injusticias y amedrentamientos que recibía no lo hizo para
guardar la paz y concordia entre las personas involucradas en este problema43.

Otro suceso que puso en confrontación a estas dos autoridades fue la creación
del Seminario de Santo Toribio (en referencia al santo de Astorga). Una vez
terminado el primer seminario tridentino y más antiguo de Hispanoamérica, el
arzobispo mandó que se labrase el escudo de armas episcopales en la fachada.
Esto bastó para que el virrey se viera agredido respecto a su autoridad y como
un acto contrario al patronato regio. Dispuso el virrey que se quitara el escudo
causando gran escándalo en la ciudad, mandó a los seminaristas a sus casas y
cerró el seminario. Santo Toribio, excomulgó a los que habían realizado
directamente este agravio, reclamó sus derechos ante la audiencia y al no tener
justicia por tal agravio, colmado en su paciencia, decidió clausurar el seminario
y escribir una extensa carta al rey Felipe II de lo sucedido. En 1592 el rey
respondió y reconoció que la actuación del virrey había sido un agravio y ordenó
se dejase al arzobispo regir en todo lo respecta al seminario. La respuesta del
virrey fue una negativa pasiva, pues si ciertamente no se opuso a lo ordenado
por el rey, nunca llevó a cabo lo que se le pedía44.

Todas estas disputas y las diversas correspondencias tanto del arzobispo como
del virrey, sea al rey Felipe II o al consejo de las Indias, nos muestran que en
definitiva la relación entre ambos personajes nunca fue cercana ni en armonía.
Por el contrario, observamos a un virrey de carácter colérico arremeter con todas

42 NIETO, Armando: “La Iglesia católica en el Perú”, en Historia del Perú, Juan Mejía Baca
Editor, Lima 1980, tomo XI, pp. 419 – 601
43 RODRIGUEZ, Vicente: Santo Toribio de Mogrovejo: Organizador y Apóstol de Sur-América,
Tomo II; p. 287 - 330
44 NIETO, Armando: “La Iglesia católica en el Perú”, en Historia del Perú, Juan Mejía Baca
Editor, Lima 1980, tomo XI, p. 471 - 472
sus fuerzas en contra de Santo Toribio, usando en muchas ocasiones la fuerza
militar para coaccionarlo y obligarlo a ceder en las órdenes que había
dictaminado según su autoridad episcopal. Y a un arzobispo, con un celo
profundo por cumplir la voluntad de Dios plasmado siempre en esa atención al
bien común que siempre procuró aún a costa de humillaciones y
desautorizaciones, un santo arzobispo que muestra la debilidad humana en la
perdida de la paciencia, en el sufrimiento silencioso. La cruz de Santo Toribio
acabó en el año 1596, año en que el virrey Hurtado Garcia de Mendoza fue
retirado de su cargo y vuelto a España.

Luis Velasco y Castilla y Santo Toribio de Mogrovejo

Fue nombrado virrey del Perú el 6 de junio de 1595 por Felipe II. Arribó en Paita
el 13 de marzo de 1596 e ingresó a lima en junio del mismo año con la misma
solemnidad con que acostumbraba a recibir a sus autoridades los ciudadanos de
los Reyes. Fue un hombre que destacó por su fidelidad a la corona española. Su
gobierno duró alrededor de ocho años y dentro de las obras que más se destacan
de su gestión: las gestiones de gobierno durante las guerras en chile por parte
de los indios araucanos, el envío de grandes sumas de dinero a la corona
española a pesar de las bajas que experimentaron algunas minas principales de
plata como la de potosí, la construcción de diversas obras públicas que facilitaron
la vida en la ciudad de los Reyes como la construcción de puentes, la erección
de nuevos monasterios para la vida religiosa y algunos centros educativos para
los menos afortunados, mejoró la condición laboral de los indígenas en particular
de aquellos que trabajaban en las minas y fundó diversas ciudades. Así mismo,
tuvo que vivir la muerte del rey Felipe II, suceso que conmocionó al mundo
hispano45.

Respecto a su persona, el virrey Luis Velasco fue un hombre prudente, suave en


sus relaciones y recto en sus intenciones. Fue un hombre muy diferente al virrey
García de Mendoza, pues no optó en combatir directamente todas las obras y

45 VARGAS, Ugarte: Historia de la Iglesia en el Perú, Tomo III; Burgos, Imprenta de Aldecoa,
1959, p. 11- 56
propuestas del arzobispo, más por el contrario, se esforzó por mantener el
equilibrio entre lo que venía de Madrid y las buenas y saludables intenciones del
arzobispo46.

Uno de los acontecimientos que nos brinda la oportunidad de entrever las


relaciones entre el arzobispo y el virrey y el cambio radical de ambiente, es la
inminente celebración del V Concilio Limense. Santo Toribio entre ve que se
avecinan los mismos problemas que con el anterior Concilio, pero en un
ambiente diferente al propiciado por el virrey Humberto Garcia. Los extensos
diálogos que buscó el arzobispo mantener con el virrey fueron fructíferos para
ambos darse cuenta del mutuo deseo por realizar las obras conforme a la
voluntad de Dios y por el bien común. Si ciertamente, hubo algunos reparos para
que el virrey realizará la convocatoria para la celebración del concilio ya que no
tenía órdenes directas de Madrid para que se dieran a cabo, el entorno fue
totalmente diferente al anterior concilio, pues consideraba los buenos
razonamientos del arzobispo quien le argumentaba con diversos fundamentos
que la intención del rey Felipe II era que se celebrasen estos concilios según lo
establecido por Papa Pío V47. A pesar de no contar con el respaldo total del virrey
Velasco, Santo Toribio se embarca en la convocatoria del V Concilio, no por vano
capricho, sino en firme deseo de obrar rectamente y según lo establecido por la
ley. Esta decisión le llevará a tener ciertas discrepancias con el virrey que se
darán en un clima de diálogo y cortesía48.

Uno de los acontecimientos que quizá pudo poner en riesgo la buena relación
que mantuvieron estas dos autoridades fue la conversación que mantuvieron en
España don Luis de Velasco y don García de Mendoza, argumentado este último
sin ningún tapujo, su propia percepción del santo arzobispo, generando en el
virrey Velasco ciertos prejuicios hacia Santo Toribio que trajo a la ciudad de los
Reyes. Estos prejuicios se desvanecieron tras conocer él mismo al propio Toribio

46 RODRIGUEZ, Vicente: Santo Toribio de Mogrovejo: Organizador y Apóstol de Sur-América,


Tomo I; p. 296
47 RODRIGUEZ, Vicente: Santo Toribio de Mogrovejo: Organizador y Apóstol de Sur-América,
Tomo I; p. 297
48 RODRIGUEZ, Vicente: Santo Toribio de Mogrovejo: Organizador y Apóstol de Sur-América,
Tomo I; p. 308
de Mogrovejo, viendo en él un hombre deseoso de actuar rectamente, celoso de
acertar en lo que respecta a la toma de decisiones y de vida coherente y
ejemplar49.

Estos lazos cordiales, inclusive en las ocasiones en que no estaban de acuerdo


uno del otro, llevaron a que ambos pudieran trabajar en conjunto para el
ordenamiento y buena dirección de la ciudad de los Reyes tanto a nivel civil como
a nivel eclesial. Un ejemplo de este trabajo en concordia fue la expulsión de
algunos malos curas de doctrinas que no realizaban adecuadamente sus
funciones. Siendo denunciados por el virrey ante el arzobispo, ambos resolvieron
tomar cartas en el asunto y removerlos de sus respectivos cargos. Por otro lado,
estos lazos de cordialidad también se vieron manifestados por parte del virrey
hacia el santo, pues don Luis Velasco no sólo admiraba su gran celo pastoral,
sino también su rica vida espiritual y sabiendo de su estricta vida penitente en
vez de importunarlo invitándolo a comer a su casa le obsequió cinco bandejas
llenas de comida que aceptó presionado por sus familiares y amigos cercanos
de los cuales no probó bocado alguno50.

Gaspar de Zúñiga Acevedo y Velasco (Conde de Monterrey) y Santo Toribio

El conde de Monterrey fue el último virrey con quien Santo Toribio se relacionó
durante su vida en esta tierra. Al igual que don Luis de Velasco, fue un virrey de
buen trato en sus relaciones y abierto al diálogo51.

Fue Nombrado virrey del Perú en el año 1603 por Felipe III, tras haber ejercido
el mismo oficio por un largo periodo en el virreinato de Nueva España (México),
pero las circunstancias hicieron que parta había Lima un año después. A causa
de mala salud, el viaje a la ciudad de los Reyes fue a paso lento. Como es de

49 RODRIGUEZ, Vicente: Santo Toribio de Mogrovejo: Organizador y Apóstol de Sur-América,


Tomo I; p. 298
50 RODRIGUEZ, Vicente: Santo Toribio de Mogrovejo: Organizador y Apóstol de Sur-América,
Tomo II; p. 452
51VARGAS, Ugarte: Historia de la Iglesia en el Perú, Tomo III; Burgos, Imprenta de Aldecoa,
1959, p. 75 - 99
costumbre en los ciudadanos, se hicieron los preparativos solemnes y tras un
largo viaje ingresó el Conde de Monterrey a la ciudad el 8 de diciembre de 1604.

Respecto a la relación que entabló con Santo Toribio con el Conde de Monterrey
podemos mencionar que fue cordial y abierta a la mutua colaboración. Este
mutuo apoyo lo vemos concertado antes de la partida del arzobispo a su tercera
Visita General. El santo busco el diálogo con el virrey para dar solución a los
problemas en que se encontraban algunas doctrinas de indios, donde
prácticamente muchos de ellos habían sido reducidos a la servidumbre de los
corregidores, habiéndose vulnerado sus derechos más básicos. Las soluciones
consistían en la concertación de visitas que pusieran en orden las doctrinas de
indios donde había irregularidades por parte del corregidor. Aunque las formas
concretas para solucionar estos problemas no llegaron a consolidarse del todo,
pues el arzobispo emprendió su Visita General, el espíritu de estas reuniones
mostró la buena actitud del virrey para colaborar en empresas por el bien de los
indios, tanto a nivel terreno como espiritual52.

En el transcurso de su Visita General, el santo arzobispo encontró grupos


dispersos de indios con riesgo de perderse la fe inicial que se había sembrado
por ser zonas de difícil acceso y de poquísima visita de sacerdote y por tanto de
formación y orientación en la práctica de la vida cristiana. Ante estos sucesos, el
arzobispo escribió al virrey pidiéndole se establezcan algunas doctrinas en estos
lugares para reunir a los indios y sean adoctrinados en la fe cristiana para la
salvación de sus almas, a lo que el virrey lo tomó con interés, teniendo como
fruto la doctrina de Huancabamba teniendo al frente de esta doctrina un
sacerdote secular con permisos del virrey para establecerse en esta nueva
doctrina. Esta actitud de ayuda inmediata animó al arzobispo a solicitarle se
establezcan nuevas doctrinas cuando en futuro se hagan necesarias y lo pidan
los obispos53.

52 RODRIGUEZ, Vicente: Santo Toribio de Mogrovejo: Organizador y Apóstol de Sur-América,


Tomo II; p. 246
53 RODRIGUEZ, Vicente: Santo Toribio de Mogrovejo: Organizador y Apóstol de Sur-América,
Tomo II; p. 379 - 380
Esta buena voluntad del virrey para con el arzobispo se manifestó también para
con otras personas. Según los cronistas de la época era considerado un virrey
piadoso que repartía muchas limosnas a los pobres, realizaba actos de caridad
con sus rentas, castigaba a los corregidores que cometían abusos en contra de
los indios e inclusive ayuda a pagar la deuda estatal con su propio patrimonio.
Su auténtica piedad le llevó a obrar con rectitud ante autoridades eclesiásticas
como es el caso de arzobispo Toribio, así como pobres e indigentes
desconocidos.

Conclusiones

Del presente estudio sobre las relaciones de Santo Toribio con las autoridades
civiles durante su gobierno episcopal podemos extraer las siguientes
conclusiones:

1. La vida de los santos pastores, especialmente la de Santo Toribio, nos


muestran una actualización y prolongación de la vida de nuestro Señor
Jesús en un espacio y tiempo determinados, siendo la humildad, las
humillaciones y sufrimientos, el celo por la salvación de las personas, las
contrariedades con las autoridades civiles e incomprensiones algunas
constantes en ministerio pastoral de estos santos.
2. La voz de las autoridades de la Iglesia se han de pronunciar sobre todo
cuando se ven vulnerados los derechos fundamentales de las personas,
especialmente, sobre aquellas que se encuentran en un estado de
vulnerabilidad y desventaja respecto de las demás.
3. Las buenas relaciones interpersonales con las autoridades civiles agilizan
los recursos necesarios para la evangelización, en especial de aquellos
con menos oportunidades de recibir una sana enseñanza de la doctrina
cristiana.
4. La autoridad cristiana al momento de gobernar una porción del pueblo de
Dios se obtiene por llamado divino y se trasluce por la coherencia de vida
que tiene como meta la salvación de las personas a costa aún de padecer
injusticias y sufrimientos, pues son los medios más eficaces para producir
fruto abundante.
Bibliografía

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Lima, VIDA Y ESPIRITUALIDAD, 2003
2. VARGAS, Ugarte: Historia General del Perú: Virreinato (1551 - 1596),
Tomo II, 3a ed., Lima, Editor: Carlos Milla Batres, 1981
3. VARGAS, Ugarte: Historia General del Perú: Virreinato (1551 - 1596),
Tomo III, 3a ed., Lima, Editor: Carlos Milla Batres, 1981
4. RODRIGUEZ, Vicente: Santo Toribio de Mogrovejo: Organizador y
Apóstol de Sur-América, Tomo I; Madrid, EDICIONES JURA SAN
LORENZO, 1956
5. RODRIGUEZ, Vicente: Santo Toribio de Mogrovejo: Organizador y
Apóstol de Sur-América, Tomo II; Madrid, EDICIONES JURA SAN
LORENZO, 1956
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7. VARGAS, Ugarte: Santo Toribio: Segundo Arzobispo de Lima; Lima,
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virtual); Lima, Universidad Sedes Sapientiae - Perú, 2001
9. NIETO, Armando: “La Iglesia católica en el Perú”, en Historia del Perú,
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10. IRABURU, José: Hechos de los apóstoles de América, 3a ed., Pamplona,
Fundación GRATIS DATE, 2003.

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