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Es así que, en el presente trabajo, se pretende mostrar a uno de los más grandes
santos de América, nos referimos, a Santo Toribio de Mogrovejo, calificado como
uno de los más grandes pastores de su tiempo. Algunos afirman que si la Europa
cristiana del siglo XVI tuvo al gran reformador y pastor Carlos Borromeo,
América, tuvo a Santo Toribio1. Sin embargo, su obra pastoral es inmensa y ha
sido estudiada por algunos historiadores alcanzando grandes conclusiones de lo
que significó esta figura no sólo para el espacio y tiempo en que vivió, sino para
la historia del Perú, aunque claro está, estudios aún sin acabar por la gran
variedad y riqueza que nos ha heredado la vida de este santo pastor. Por este
motivo, el presente estudio intentará enfocarse sobre todo en investigar las
relaciones que Santo Toribio de Mogrovejo sostuvo con los virreyes, autoridades
civiles o políticos de su época, durante su gobierno episcopal con el fin de extraer
algunas luces que guíen nuestras conductas como cristianos y a quienes en un
futuro asumirán una responsabilidad como autoridades de la Iglesia, respecto a
2 VARGAS, Ugarte: Historia General del Perú: Virreinato (1551 - 1596), Tomo II, 3a ed., Lima,
Editor: Carlos Milla Batres, 1981, p. 271.
3 VARGAS, Ugarte: Historia General del Perú: Virreinato (1551 - 1596), Tomo II, pp. 271-289.
se urgía la convocatoria de un nuevo Concilio, pues se había aplazado su
convocatoria demasiado tiempo, para ser exactos unos quince años desde el II
Concilio Limense, tanto el nuevo virrey y arzobispo no tardaron en realizar los
preparativos correspondientes para la convocatoria y posterior realización del
Concilio, de tal modo que a los tres meses de la llegada de ambas autoridades,
exactamente el 15 de agosto de 1581 se expedían las convocatorias a los
sufragáneos citándolos para la misma fecha del siguiente año4. Esto nos
demuestra, la buena disposición de ambos para emprender y llevar a cabo el
oficio encomendado.
Este celo y buen ánimo del virrey se concretizó en su asidua asistencia a las
sesiones del Concilio8 y su perenne respaldo a Santo Toribio con respecto a la
dirección de estas sesiones, ante las constantes discusiones entre los asistentes
y temas tangenciales al Concilio planteados por los mismos. El caso del obispo
4 VARGAS, Ugarte: Historia General del Perú: Virreinato (1551 - 1596), Tomo II, p. 284
5 RODRIGUEZ, Vicente: Santo Toribio de Mogrovejo: Organizador y Apóstol de Sur-América,
Tomo II; Madrid, EDICIONES JURA SAN LORENZO, 1956, p. 428
6 RODRIGUEZ, Vicente: Santo Toribio de Mogrovejo: Organizador y Apóstol de Sur-América,
Tomo I; Madrid, EDICIONES JURA SAN LORENZO, 1956, p. 199
7 RODRIGUEZ, Vicente: Santo Toribio de Mogrovejo: Organizador y Apóstol de Sur-América,
Tomo I; p. 207
8 VARGAS, Ugarte: Historia de la Iglesia en el Perú, Tomo II; Burgos, Imprenta de Aldecoa,
1959, p. 50
Don Sebastián Lartaún, que había recibido una gran cantidad de denuncias por
parte de sus fieles tanto clérigos como autoridades civiles, fue un verdadero dolor
de cabeza para el santo arzobispo pues se negaba rotundamente al envío de
Don Antonio Valcázar a investigar su administración pastoral y la veracidad de
las denuncias. La intervención del virrey fue necesaria e hizo retroceder al obispo
cusqueño de su negativa. Además, suministró a Don Antonio con los bienes
necesarios para que pueda llevar a buen término las tareas de investigación
encomendadas9. Las ausencias del virrey y su posterior muerte supuso para
Santo Toribio la pérdida de una valioso aliado durante la dirección de las
sesiones conciliares y la concretización de los asuntos principales, a tal punto
que pensó que la siguiente sesión tras la muerte del virrey sería para dar por
terminado el Concilio10. En definitiva, fue una pieza clave para la buena dirección
del Concilio, pues fue quien de forma desinteresada allanó muchas dificultades
que se iban presentando durante su desarrollo11.
Hasta este punto, hemos visto que la relación de Santo Toribio con el virrey
Enríquez fue cordial y de mutuo apoyo desinteresado, especialmente, en lo que
respecta al desarrollo del III Concilio Limense. Sin embargo, ambos personajes
tuvieron ciertas discrepancias que no menguaron su relación cordial y de mutuo
apoyo. Por un lado, tras ver observar las constantes discusiones de los
sufragáneos especialmente enfrascados en temas tangenciales y estériles para
el Concilio, el virrey Enríquez escribió una carta al rey Felipe II transmitiendo su
desaliento respecto a la ineficacia de los sufragáneos (incluyendo a Santo
Toribio) para la resolución de los problemas urgentes a resolver, proponiendo
que sean encargados a visitadores y que el Concilio se disuelva. Una percepción
que en cierta medida es justificada dadas las circunstancias que el virrey hasta
Tuvo el santo que soportar diversas dificultades para llevar a cabo los planes del
concilio, especialmente, las ocasionadas por el oidor decano D. Cristóbal
Ramírez Cartagena, quien por complacer a sus paisanos vizcaínos, apoyó la
causa del obispo Lartaún y en colaboración con los obispos de Tucumán y La
Plata, secuestraron los autos y libros de acuerdos que Santo Toribio había
dispuesto sean enviados a la Santa Sede y al Consejo de Indias, para que se
encargaran de impartir justicia en lo concerniente a los excesos cometidos por el
16 VARGAS, Ugarte: Historia General del Perú: Virreinato (1551 - 1596), Tomo II, pp. 292-293
17 VARGAS, Ugarte: Historia General del Perú: Virreinato (1551 - 1596), Tomo II, pp. 210- 230
principalmente: por un lado, en la manera de conseguir financiamiento
económico para poder enviarlo a la corona y, por otro lado, la preparación de
armamento militar y milicia capaz de hacer de defensa frente a algún ataque
pirata18. Aunque estas fueron una de sus primeras y principales actividades en
el corto tiempo de gobierno, hizo mucho más por el virreinato peruano guiado
por un deseo firme de servir a la corona española.
Muchas de las disputas entre el conde del Villar fueron a causa de este celo
patronal llevado en ciertas ocasiones al extremo. Existen varios ejemplos. Dentro
de los más resaltantes tenemos la objeción que presentó el Conde al arzobispo
sobre los sacerdotes provisionales que colocó al mando de algunas grandes
A pesar de los diversos conflictos que surgieron durante el gobierno del Conde
de Villa y en los que Santo Toribio se vio involucrado en defensa de la Iglesia y
de los indios, el virrey siempre intentó actuar de buena fe, evitando el escándalo
a causa de las medidas que algunos funcionarios quisieron tomar en contra del
arzobispo como el secuestro de sus bienes con el fin de presionarlo para hacerlo
desistir respecto al conflicto con los corregidores y la administración de los
bienes de las cajas de comunidad26. Así mismo, Santo Toribio vio en el virrey un
hombre con recta intención, aunque blando ante las demandas de algunas
autoridades civiles, y con un deseo profundo por cumplir su función lo mejor
posible.
Don García Hurtado de Mendoza, es uno de los virreyes más famosos del siglo
XVI durante el virreinato peruano. Fue nombrado virrey de la ciudad de los Reyes
el año 1589, tras dejar el cargo el Conde de Villa debido a su edad avanzada y
las pocas fuerzas para dar solución a los conflictos nacientes durante esos años,
especialmente, los conflictos bélicos. Ingresó a Lima el 6 de enero de 1590,
siendo acogido por la ciudadanía con gran solemnidad, como nunca antes se
había visto en la ciudad de los Reyes27. Dentro de las variadas obras que realizó
podemos destacar el esfuerzo y trabajo que realizó para incrementar los ingresos
económicos para la corona española por medio de diferentes obras, entre ellas
destacando las que tuvieron mayor éxito la colecta “graciosa” 28 y la imposición
del impuesto de la “alcabala” (que ciertamente terminó en un motín en Quito y
Una de las principales quejas que sostenía el virrey contra el arzobispo era su
constante ausencia de su sede episcopal33, aunque el Santo era muy consciente
de lo que hacía y de lo que conllevaba su prolongada ausencia de su sede, lo
hizo siempre en vistas de un bien mayor34. Cabe mencionar que, para su llegada
a la ciudad de los Reyes, el santo obispo no lo recibió pues se encontraba en
visita pastoral, encontrándose el virrey con un Concilio convocado, pero sin la
autoridad eclesiástica que le recibiese y rinda cuentas. Ante estos primeros
sucesos Don García tomó drásticas medidas y despachó a los obispos
29 VARGAS, Ugarte: Historia General del Perú: Virreinato (1551 - 1596), Tomo II, p. 319 - 325
30 VARGAS, Ugarte: Historia General del Perú: Virreinato (1551 - 1596), Tomo II, p. 329 - 335
31 VARGAS, Ugarte: Historia General del Perú: Virreinato (1551 - 1596), Tomo II, p. 338 - 344
32 VARGAS, Ugarte: Historia General del Perú: Virreinato (1551 - 1596), Tomo II, p. 354
33 RODRIGUEZ, Vicente: Santo Toribio de Mogrovejo: Organizador y Apóstol de Sur-América,
Tomo I; p. 467
34 RODRIGUEZ, Vicente: Santo Toribio de Mogrovejo: Organizador y Apóstol de Sur-América,
Tomo I; p. 471
sufragáneos que había llegado a la ciudad de los Reyes convocados por Santo
Toribio para dar inicio al IV Concilio Limense, afirmándoles que no se celebraría
concilio alguno. Enterado de los hechos tras su llegada a Lima, Santo Toribio
decidió aplazar la apertura del Concilio, quedando sólo el obispo del cuzco. Dio
apertura el 17 de enero de 1591 al concilio, terminando en marzo del mismo año,
siendo considerado un fracaso35.
La valoración que realiza Don García de Mendoza sobre estos constantes viajes
podemos verla con mayor detalle en el informe que envía a las autoridades en
España, acusándolo de que estos viajes son un pretexto para huir de sus
responsabilidades y dejar los problemas sin resolver, en especial a lo que se
refiere a los malos curas de doctrinas. Así mismo, acusó al obispo de vivir a
expensas de los indios, prácticamente robando lo poco que tenían para el
prejuicio de ellos36. Graves acusaciones que le valieron al arzobispo un largo y
Otro asunto que conllevó disputas entre el arzobispo y el virrey fue el tema de
las doctrinas. En la carta en que se dirige al Felipe II valora el trabajo pastoral y
servicio a la corona por parte de los obispos y prelados. Sin mellas en la lengua
afirmará que el amor y servicio que muestran a la corona es sólo de palabras,
pues con sus obras hacen todo lo contrario, en especial, el arzobispo de Lima,
pues según su percepción e ideas se entromete en todos los asuntos del
patronato regio38. Si ciertamente, las acusaciones que realiza contra el clero
tiene su asiento en la realidad, pues existían algunos clérigos doctrineros que
realizaban mal sus funciones y vivían a expensas de los indios, el virrey
generalizó su acusación a todos los curas doctrineros, pero que especialmente
eran colocados por Santo Toribio y eran fieles a él.39. En este contexto de disputa
sobre las doctrinas también se sumó la difamación contra el arzobispo de haber
introducido la costumbre de cobrar derechos parroquiales a los indios, acusación
que no fue nada gratuita, sino con la intención difamar al arzobispo y mellar su
trabajo pastoral sobre las doctrinas40.
Los conflictos respecto a las doctrinas tuvo su punto más crítico y problemático
respecto al asunto del llamado conflicto de Cercado muy conocido y comentado
por varios historiadores tanto civiles como religiosos, dando cada uno un aporte
especial para comprender la gravedad de este conflicto41. En resumidas cuentas,
desde la perspectiva del P. Vicente Rodríguez fue el virrey García de Mendoza
quien inició todo este problema de la doctrina de Cercado. Apoyando a los
Otro suceso que puso en confrontación a estas dos autoridades fue la creación
del Seminario de Santo Toribio (en referencia al santo de Astorga). Una vez
terminado el primer seminario tridentino y más antiguo de Hispanoamérica, el
arzobispo mandó que se labrase el escudo de armas episcopales en la fachada.
Esto bastó para que el virrey se viera agredido respecto a su autoridad y como
un acto contrario al patronato regio. Dispuso el virrey que se quitara el escudo
causando gran escándalo en la ciudad, mandó a los seminaristas a sus casas y
cerró el seminario. Santo Toribio, excomulgó a los que habían realizado
directamente este agravio, reclamó sus derechos ante la audiencia y al no tener
justicia por tal agravio, colmado en su paciencia, decidió clausurar el seminario
y escribir una extensa carta al rey Felipe II de lo sucedido. En 1592 el rey
respondió y reconoció que la actuación del virrey había sido un agravio y ordenó
se dejase al arzobispo regir en todo lo respecta al seminario. La respuesta del
virrey fue una negativa pasiva, pues si ciertamente no se opuso a lo ordenado
por el rey, nunca llevó a cabo lo que se le pedía44.
Todas estas disputas y las diversas correspondencias tanto del arzobispo como
del virrey, sea al rey Felipe II o al consejo de las Indias, nos muestran que en
definitiva la relación entre ambos personajes nunca fue cercana ni en armonía.
Por el contrario, observamos a un virrey de carácter colérico arremeter con todas
42 NIETO, Armando: “La Iglesia católica en el Perú”, en Historia del Perú, Juan Mejía Baca
Editor, Lima 1980, tomo XI, pp. 419 – 601
43 RODRIGUEZ, Vicente: Santo Toribio de Mogrovejo: Organizador y Apóstol de Sur-América,
Tomo II; p. 287 - 330
44 NIETO, Armando: “La Iglesia católica en el Perú”, en Historia del Perú, Juan Mejía Baca
Editor, Lima 1980, tomo XI, p. 471 - 472
sus fuerzas en contra de Santo Toribio, usando en muchas ocasiones la fuerza
militar para coaccionarlo y obligarlo a ceder en las órdenes que había
dictaminado según su autoridad episcopal. Y a un arzobispo, con un celo
profundo por cumplir la voluntad de Dios plasmado siempre en esa atención al
bien común que siempre procuró aún a costa de humillaciones y
desautorizaciones, un santo arzobispo que muestra la debilidad humana en la
perdida de la paciencia, en el sufrimiento silencioso. La cruz de Santo Toribio
acabó en el año 1596, año en que el virrey Hurtado Garcia de Mendoza fue
retirado de su cargo y vuelto a España.
Fue nombrado virrey del Perú el 6 de junio de 1595 por Felipe II. Arribó en Paita
el 13 de marzo de 1596 e ingresó a lima en junio del mismo año con la misma
solemnidad con que acostumbraba a recibir a sus autoridades los ciudadanos de
los Reyes. Fue un hombre que destacó por su fidelidad a la corona española. Su
gobierno duró alrededor de ocho años y dentro de las obras que más se destacan
de su gestión: las gestiones de gobierno durante las guerras en chile por parte
de los indios araucanos, el envío de grandes sumas de dinero a la corona
española a pesar de las bajas que experimentaron algunas minas principales de
plata como la de potosí, la construcción de diversas obras públicas que facilitaron
la vida en la ciudad de los Reyes como la construcción de puentes, la erección
de nuevos monasterios para la vida religiosa y algunos centros educativos para
los menos afortunados, mejoró la condición laboral de los indígenas en particular
de aquellos que trabajaban en las minas y fundó diversas ciudades. Así mismo,
tuvo que vivir la muerte del rey Felipe II, suceso que conmocionó al mundo
hispano45.
45 VARGAS, Ugarte: Historia de la Iglesia en el Perú, Tomo III; Burgos, Imprenta de Aldecoa,
1959, p. 11- 56
propuestas del arzobispo, más por el contrario, se esforzó por mantener el
equilibrio entre lo que venía de Madrid y las buenas y saludables intenciones del
arzobispo46.
Uno de los acontecimientos que quizá pudo poner en riesgo la buena relación
que mantuvieron estas dos autoridades fue la conversación que mantuvieron en
España don Luis de Velasco y don García de Mendoza, argumentado este último
sin ningún tapujo, su propia percepción del santo arzobispo, generando en el
virrey Velasco ciertos prejuicios hacia Santo Toribio que trajo a la ciudad de los
Reyes. Estos prejuicios se desvanecieron tras conocer él mismo al propio Toribio
El conde de Monterrey fue el último virrey con quien Santo Toribio se relacionó
durante su vida en esta tierra. Al igual que don Luis de Velasco, fue un virrey de
buen trato en sus relaciones y abierto al diálogo51.
Fue Nombrado virrey del Perú en el año 1603 por Felipe III, tras haber ejercido
el mismo oficio por un largo periodo en el virreinato de Nueva España (México),
pero las circunstancias hicieron que parta había Lima un año después. A causa
de mala salud, el viaje a la ciudad de los Reyes fue a paso lento. Como es de
Respecto a la relación que entabló con Santo Toribio con el Conde de Monterrey
podemos mencionar que fue cordial y abierta a la mutua colaboración. Este
mutuo apoyo lo vemos concertado antes de la partida del arzobispo a su tercera
Visita General. El santo busco el diálogo con el virrey para dar solución a los
problemas en que se encontraban algunas doctrinas de indios, donde
prácticamente muchos de ellos habían sido reducidos a la servidumbre de los
corregidores, habiéndose vulnerado sus derechos más básicos. Las soluciones
consistían en la concertación de visitas que pusieran en orden las doctrinas de
indios donde había irregularidades por parte del corregidor. Aunque las formas
concretas para solucionar estos problemas no llegaron a consolidarse del todo,
pues el arzobispo emprendió su Visita General, el espíritu de estas reuniones
mostró la buena actitud del virrey para colaborar en empresas por el bien de los
indios, tanto a nivel terreno como espiritual52.
Conclusiones
Del presente estudio sobre las relaciones de Santo Toribio con las autoridades
civiles durante su gobierno episcopal podemos extraer las siguientes
conclusiones: