La prohibición cultural de la contaminación de los
muertos: El hijillo
Jorge Arturo Colorado Berríos
Antropólogo
Departamento de Antropología
Universidad Tecnológica de El Salvador
(503) 2275-8888
Jcolorado@astro.org.sv
RESUMEN
La presente investigación explora una de las principales
prohibiciones relacionadas con los muertos, las cuales son
compartidas en casi la totalidad de comunidades ubicadas
en El Salvador y probablemente en algunos pueblos
centroamericanos. Esta prohibición se le denomina “hijillo”
(1). Esta investigación se llevó a cabo durante los meses de
Septiembre y Noviembre de 2008.
PALABRAS CLAVE
Antropología, Tabú, Prohibiciones, Muertos, Hijillo,
Medicina tradicional, Cultura, El Salvador.
APROXIMACIÓN
Las prohibiciones culturales implican cierto conocimiento
compartido que se inculcan para prevenir catástrofes (2),
enfermedades, o mal agüero; en general, lo anterior se
presentan en un tono conveniente. Por ello, las
prohibiciones tienen un trasfondo pedagógico, educativo y
preventivo. Dicho trasfondo se erige de acuerdo a un
sistema simbólico donde lo impuro, lo profano y lo malo se
constituye de acuerdo a categorías inversas. Algunas
prohibiciones buscan evitar la contaminación, la cual es una
categoría que trata de normar que una persona tenga
contacto físico con objetos, animales o personas los cuales
se consideran impuros, profanos o malos (3) -lo impuro
puede ser pasajero o permanente-, algunos de estos objetos
que tienen prohibiciones pueden ser variados, y pueden
incluir desde la sangre de animales sacrificados, jóvenes en
rituales de pubertad, mujeres menstruando hasta cuerpos de
muertos (ídem).
E.Durkehim (4) define que las prohibiciones son aquellas
que protegen y aíslan los elementos sagrados de la cultura,
contra las cuestiones profanas.
La muerte es un universal humano inevitable, ante ello las
sociedades han elaborado diferentes mitos, ritos y
prohibiciones que tratan de responder ante ese suceso (5) y
tratan de normar las actividades humanas que relacionan al
vivo, entre los maoríes Nueva Zelanda de inicios del siglo
XX a cualquiera que hubiera manejado un cadáver,
ayudado a transportarlo a la tumba o tocado huesos de
muerto, quedaba aislado de todas sus relaciones –sociales-
y de la mayoría de sus comunicaciones con el resto de la
comunidad, no podía entrar a ninguna casa, ni ponerse en
contacto con ninguna persona o cosa sin contaminarla (6),
de la misma forma en Polinesia, los que habían tocado a un
muerto eran alimentados por otras personas a fin de no
tocar la comida que consumían (ídem), estos ejemplos
conocidos en la antropología clásica como enterradores
tabuados, son un buen ejemplo para entender algunas
variantes de cómo las sociedades tratan de normar la
manera en la cual se debe de disponer del cuerpo muerto,
que incluye técnicas -enterramiento, momificación,
cremación, etc.- y que culminan con los rituales del
funeral en donde el color, música, ruidos, comida, y los
ajuares del muerto tienen especial importancia(7).
El cuerpo muerto está rodeado de una gran cantidad de
atributos simbólicos, sin embargo los restos han sido
tratados de diferentes formas por diferentes sociedades (8),
una vez una persona fallece, su cuerpo entra en una
transición, donde se considera una persona liminar (9), en
algunas sociedades los familiares y amigos se reúnen
alrededor del cuerpo para realizar un ritual de transición al
mundo de los muertos y cerrar esa liminaridad, la persona
entra -en muchos casos- a ser partícipe de una vida
sobrenatural, sin embargo, los restos siempre tendrán un
aspecto simbólico para la colectividad, que incluye
prohibiciones de contacto.
Estas prohibiciones hacia una actividad –conducta o
costumbre- se le designa bajo el término de Tabú (10) –por
ello la designación de los enterradores tabuados- estas
prohibiciones tienen sentido de utilidad social, algunos
tabúes implican una prohibición de la comida (11), otros
actividades sociales e incluso el uso de palabras.
En El Salvador existe un tabú que implica la prohibición
del contacto y cercanía con los muertos el cual se le
denomina como “Hijillo”.
METODOLOGÍA Y LIMITACIONES
La investigación se basó en un 50 de entrevistas abiertas,
las cuales se realizaron en el mes de Noviembre de 2008, en
diferentes cementerios de:
1
 1- Cementerio General, San Salvador
2- Cementerio Los Ilustres, San Salvador
3- Cementerio de Antiguo Cuscatlán, La Libertad
4- Cementerio de Ayutuxtepeque, San Salvador
5- Cementerio de Izalco, Sonsonate
6- Cementerio de Panchimalco, San Salvador
7- Cementerio de Ciudad El Triunfo, Usulután
8- Cementerio de Jucuapa, Usulután
9- Cementerio La Resurrección, San Salvador
10- Cementerio de Mexicanos, San Salvador
11- Cementerio de Juayúa, Sonsonate
12- Cementerio El Edén, San Miguel
13- Cementerio de Jocoro, Morazán
Se prefirió una investigación transversal a modo de
recolectar la información en un solo momento, en un mismo
tiempo. La muestra recolectada no es representativa a con
la población entrevistada. El elemento principal de la
investigación es la exploración de la categoría cultural del
hijillo, como una prohibición social pactada.
Con antelación se elaboró una guía-cuestionario que se
utilizó para las entrevistas, en dicho cuestionario se
preguntó a los entrevistados si sabían de la prohibición del
hijillo, como era transmitido y quien era responsable de
ello, si había alguna protección, quienes eran las personas
más propensas a ser contaminadas y quien les había
comunicado de le existencia del hijillo.
Se escogió la fecha del 2 de noviembre debido a que en esa
fecha se celebra la festividad del Día de Muertos o el Día
de los Fieles Difuntos y una gran cantidad de personas se
reúnen en los panteones, también se entrevistó a
trabajadores del lugar (vigilantes y sepultureros), del mismo
modo se realizó un amplio repertorio de imágenes digitales
de los entrevistados y de los arreglos de las tumbas por los
dolientes.
LA PROHIBICIÓN CULTURAL DE LA CONTAMINACION
DE LOS MUERTOS: EL HIJILLO
Como hemos establecido anteriormente, una prohibición
pretende advertir y prevenir un mal, en el caso particular
del tabú del hijillo, la protección pretende la exclusión del
cuerpo de un muerto de la cotidianidad, excepto en ciertos
momentos socialmente aceptados –Día de Muertos-; aun
ahí, la prohibición incluye gente que se encuentre pasando
por una enfermedad. De las cincuenta personas
entrevistadas únicamente una persona no relacionó el hijillo
a los muertos –esta persona consideró que todos éramos
portadores del hijillo- de ahí, la mayoría sostuvo que eran
los cadáveres y los sitios donde los cadáveres permanecen
(cementerios, funerarias). El hijillo puede representarse en
el imaginario de muchas personas como una sustancia que
sale del muerto (“zumo”, sudor, peste, mal olor, liquido,
contaminación, “chuquilla”) del cual todos los cadáveres
tienden a expeler y que según la creencia y lo relatado por
la mayoría de los encuestados se transfiere de alguna
manera a una persona por medio del aire, polvo o tierra.
Como se apuntó anteriormente en opinión de los
entrevistados el hijillo tiene implicaciones negativas para la
salud de las personas, algunos testimonios apuntaron a
problemas durante el embarazo. Una de las entrevistadas,
vecinas de la ciudad de Soyapango, Departamento de San
Salvador, indicó que una mujer embarazada puede tener
problemas con su hijo incluso si esta pasa sobre las tumbas,
debido a que el niño se le “maneya” haciendo alusión a
problemas durante el parto. Una de las entrevistadas
originaria y vecina de Santiago de María, Departamento de
Usulután, indicó que “las mujeres embarazadas deben de
tener cuidado o el niño se les embolsa” indicando de igual
manera problemas en el momento de dar a luz. Un
entrevistado de Zacatecoluca comentó que el principal
peligro es que el niño nazca “tullido” es decir, mal
formaciones congénitas.
Muchos entrevistados estuvieron de acuerdo o habían
escuchado de sus padres o abuelos que el hijillo afectaba
mayormente a personas con gripe que visitaban un
cementerio o hacían presencia en un funeral, lo que
terminaba en una complicación de la enfermedad. Un
entrevistado procedente de Panchimalco, Departamento de
San Salvador, el cual indicó que sufrió del hijillo consideró
que el hijillo “Va al estómago, yo deje de comer, solo hacía
un tiempo de comida en todo el día. Se sentía como una
llenazón del estómago, como empachado”. Otra de las
entrevistadas procedente de Chalatenango indicó que una
mujer podía ser atacada por el hijillo si esta visitaba un
cementerio durante su menstruación.
Sin embargo; según los testimonios, puede existir
protección contra el hijillo, incluso si una persona sana se
hace presente a un funeral o un cementerio, algunos
habitantes de Tonacatepeque recuerdan que hace algunas
décadas durante el día de muertos se hacían sahumerios de
ciprés en la entrada del cementerio de la localidad a fin de
limpiar o desinfectar del hijillo a los visitantes. La
protección contra el hijillo es variada, que incluye lo
siguiente:
1. Colocar en el cuerpo una pastilla de alcanfor
mientras se visita el panteón.
2. Colocar una bolita roja a las mujeres embarazadas
para protección del niño
3. Sahumerio con basura de cementerio
4. Sahumerio con hojas de Ciprés
5. Colocar algo rojo en el sitio donde una persona se
encuentre enferma
6. Sahumerio en un trozo de teja, donde se queme
hojas de limón y naranja agria.
2
 7. Baños de hojas de limón y de naranja
8. Baños con monte “cinco negritos” (planta
empleada como te para el dolor e inflamación
estomacal, vómito, cólicos, un arbusto frondoso de
hasta 2 metros de altura con hojas alargadas y
terminadas en punta)
9. Sahumerios de puro (tabaco)
10. Baños con hoja de limón cocidas con sal
11. Baños con agua y jabón
12. Baños con 6 “puños” de tierra de cementerio con
naranja y limón
13. Sahumerio con hojas de ciprés, flor de muerto,
trenzas de ajo, hojas secas de esquina de una casa,
el humo debe de pasar todo el cuerpo, que se debe
de hacer antes de entrar a casa.
Hay que aclarar que una buena parte de los entrevistados
refirieron no creer en el hijillo, pero todos conocían la
prohibición e hicieron referencia a que los muertos, el
cementerio y las funerarias.
Según las entrevistas se ha demostrado que la prohibición
del hijillo -que implica el tabú del contacto con cuerpos
humanos muertos- es una recomendación cultural
relacionada con la salud; todas las sociedades han
mantenido especial cuidado de esta (12), el actuar
observando las reglas culturales en una sociedad pre
antibiótica son recomendaciones probablemente surgidas
bajo la observación de la naturaleza y las reacciones
humanas a las enfermedades a través de generaciones y
generaciones de personas dedicadas a la salud tradicional
no moderna. Es evidente que las curas o los “contras”
contra el hijillo tienen un enorme agregado simbólico, el
uso del fuego y humo como purificación es extrañamente
sugerente, lo mismo incluye el color rojo y los baños
utilizando cítricos, los cuales son utilizados popularmente
en la cocina para quitar malos olores en las carnes originada
por la descomposición de la sangre (“chuquilla”). Las
relaciones simbólicas de purificación y limpieza pueden
parecer ilógicas para el raciocinio de las normas modernas,
no obstante es el método tradicional para competir y
contrarrestar simbólicamente a la putrefacción.
Es interesante la adaptación en la prohibición del uso de
químicos llegados con la revolución científica (pastilla de
alcanfor)
Hay que recordar que el espíritu de la prohibición es
mantenerse lejos de un cadáver a fin de evitar algún tipo de
contagio de esa sustancia, recordemos que antes de la
modernidad las personas fallecidas frecuentemente no
recibían preparaciones sanitarias como hoy en día,
actualmente se remueven vísceras a fin de higienizar y
preservar con mayor tiempo el cuerpo. En ciertos casos
históricos, en la antigüedad no ocurría lo mismo, por ello
las sociedades se vieron obligadas a codificar en la cultura
prohibiciones para impedir al grueso de la población tocar
cadáveres y protegerse de alguna manera de posibles
epidemias. En Mesoamérica antigua muchas personas eran
sepultadas bajo el suelo de sus casas, ante ello la cultura
tendría que exigir especiales consideraciones ante los
restos, la respuesta al tabú podría ser el “hijillo”.
Posterior a las reformas napoleónicas que exigían a las
comunidades enterrar a sus muertos en sitios reservados
para ellos -panteones o cementerios-, lejos de templos o
iglesias, el tabú de tocar o de relacionarse con muertos
debió de adaptarse y considerar todo el campo de mortuorio
como un sitio vedado.
CONCLUSIONES
La discusión sobre el hijillo implica que la definición de la
salud pública tiene una dimensión más amplia de la habitual
y moderna, la tradición tiene una respuesta simbólica y sus
contras o curas explican mucho de elementos que la
sociedad considera purificadores. El hijillo es una
prohibición que responde al tabú de un cuerpo en
descomposición.
COLABORADORES DE LA INVESTIGACIÓN
La presente investigación fue elaborada dentro de la cátedra
“Sociedad y Cultura Mesoamericana I”, de las carreras
Licenciatura en Antropología y Licenciatura en
Arqueología, del cuarto ciclo del pensum de la Universidad
Tecnológica de El Salvador.
Los estudiantes que estuvieron involucrados en la
investigación son: Astrid Francia, Edgar Antonio Cabrera,
Sergio Gerardo Campos, Rebeca Gámez, Roberto López
Geissman, Héctor Mata, América Melara, Paola Navarrete,
José Alexander Rivas, José Leonardo Salazar, Morena
Nathaly Valdez, Carmen Beatriz Castillo.
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Editorial Delgado, Santa Tecla, La Libertad, 2003, P
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3
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