Está en la página 1de 6
Aer{uey, Revista de Filosofia, 0° 1997, 167.172 Mujer, sexualidad y mal en la filosofia contempordnea ALICIA H. PULEO™ En una defensa de las mujeres ya muy lejana, el filésofo renacentista Agrippa Von Nettesheim ‘scumulé argumentos frente a la maligna Eva siempre recordada por los tratados mis6ginos de su época: las mujeres son més castas y més benevolentes, los erimenes y las guerras suelen ser propios de los varones, etc.!. Su interés no fue Unicamente teérico. Mago y astrdlogo de los principes ‘curopeos del siglo XV, salvé de la hoguera inquisitorial a una campesina acusada de brujeria. Dos siglos y medio més tarde, apagados ya los fuegos del Santo Oficio, todavia habrfa tenido, sin embargo, que continuar batallando contra una nueva identificacién de Mujer y Mal. A finales del siglo XIX, la misoginia recupera su méxima virulencia pero, esta vez, su discurso ya no es religioso. En una sociedad crecietemente secularizada, Ia ciencia asume el relevo y presta su apoyo al prejuicio sexista. Se produce una vez més, entonces, lo que ya denunciara el cartesiano Poulain de la Barre en el siglo XVI; «Lo que confirma al vulgo en las ideas que tiene sobre las mujeres es que se ve apoyedo por la conviccién de los sabios.(..) Al ver que los Poets, los Oradores, los Historiadores y los Fil6sofos declaran tambin que las mujeres son inferiores a los hombres, menos nobles y menos perfectas, (la gente comtin) se persuade atin mis (de ello) porque ignora que su saber consiste en el mismo prejuicio que el suyo, s6lo que més amplio y distinguido»?, En las tiltimas décadas del siglo XIX y a principios del XX, el arte y la literatura maltiplican las sepresentaciones de la perversidad de la Mujer. Una sexualidad femenina amenazante se insinia en Ja pintura, a escultura, la novela y la poesia. Las flores del mal baudelaireanas se abren y proliferan en la cultura de la época. Las Ménades y Salome pueblan la fantasfa de Ios artistas, los intelectuales ¥y su piblico. La Mujer es representada uma y mil veces como fuerza ciega de la Naturaleza, realidad seductora pero indiferenciada, ninfa insaciable, virgen equivoca, prostituta que vampiriza a los hombres, belleza reptiliana, primitiva y fatal. Hoy, con el predominio de la pintura no figurativa este fenémeno pervive en algunas producciones de ficcién, a menudo destinadas al consumo de ‘masas (a titulo de ejemplo, citaré Instinto bdsico, Atraccién fatal, Acoso...) GA qué se debe esta asombrosa proliferacion de representaciones de la amenazante sexualidad femenina? Distintas respuestas han sido dadas a este interrogante. Bram Dijkstra, en un documentado estudio sobre el arte de fin de siglo’, se muestra convencido de que se trat6 de una «guerra contra Ja mujer, guerra suscitada por la imposibilidad de que ésta se plegara completamente al ideal de ‘«{ngel del hogar» de la primera mitad del XIX. Ademés de constituir una fuente de excitacién y placer masculinos, estas imagenes serfan un aviso de los peligros que, supuestamente, amenazan al Direecién: Universidad de Vallaolid Departamento de Filosofia. Facultad de Filosofia y Letas. 47071 Valladolid on Nettesheim, Agrippa, De I'exceltence ede le supériorté dela ferme, Pars, Chez Louis, Libr, 180, Poulin de la Bare, Sobre la fgualdad de los sexe, en Puleo. Alicia H., Fguras de! Otro en ta lerracién froncesa Diderot y otros autores, Made, Esevlo Libre Eatoral Fundacion Once, 1996, pp. 143-150 {dois de perversidad. La imagen dela mujer en la cultura defn de sgl, ra. Vicente Campos Gonzilez, Masi, ed Debate, 1994 168 Alicia Paleo varén decimondnico occidental: «razas inferiores», clases inferiores» y mujeres son percibidas ‘como naturaleza primitiva capaz. de destruir ia civilizacién. La particular aplicacién de la teorfa de la evolucién al andiisis de fenémenos tales como el colonialismo, el capitalismo y el patriarcado —darwinismo social— conduce @ esta amalgama en la que el oprimido adquiere perfiles bestiales xy demonfacos. Sexismo, clasismo y racismo coinciden en la adjudicacién de los mismos rasgos al individuo sometido: animalidad y sensualidad portadoras del cacs. ara Dijkstra, se trata de un claro mecanismo de dominacin que posee dos funciones: justifica Ia diseriminacién y explotacién practicadas sobre ciertos grupos y canaliza sobre faciles chivos ‘expiatorios la ansiedad y frustracién generadas por las transformaciones capitalistas. La misoginia y €l odio al judio estarén, asi, estrechamente unidos en este periodo que anuncia ei genocidio posterior. ‘Existe otra interpretacién del curioso fenémeno finisecular de representacién obsesiva de un inguietante erotismo femenino. Diego Romero de Solis se inclina por considerar que se tratarfa del descubrimiento fascinado de la sexualidad femenina, unido al ancestral temor que ¢] homabre siente por la Mujer, miedo producido por la estrecha relacién de la mujer con los procesos de Ja vida y la muerte. La Mujer emerge como secreto largamente ocultado, como fuerza dionisiaca deseada y temida al mismo tiempo. De esta forma, «la sexualidad de ta mujer irrumpe en el final de siglo ‘como un proyecto de liberacién>‘, y ahora, en nuestro propio final de siglo, se proclama su triunfo y la promesa de un futuro esencialmente femenino, con una nueva transformacién de los valores, ‘con una nueva utopian. La proliferacién de imagenes de la sexualidad femenina amenazante ‘marcarfa el comienzo del fin de una larga historia de represién del placer sexval y, en especial del ‘goce femenino, Si la hipétesis de B. Dijkstra se enmarca en los anilisis feministasiniciados por Kate Millet con ‘su Politica sexual de 1970, la de D. Romero de Solis puede ser relacionada con las teorfas de Jung, ‘con algunas manifestaciones surrealistas y con la critica @ la Modernidad realizada por la Escucla ‘de Frankfurt. Se perciben filiaciones junguianas en la afirmacién de que el miedo a la mujer latente ‘en el inconsciente colectivo masculino generaria la politica sexista, En cuanto al surrealismo, recordemos que André Breton anunciaba en Arcano 17 el fin del dominio mascutino y el adveni- miento de una sociedad futura encamada, por el momento, en la Femme-enfant y sus poderes intuitives, en el cuerpo sensual que vence al destructor y corrupio racionalismo de la Modernidad. Finalmente, observemos, en lo que se refiere ala filiacin frankfurtiana, que en su célebre Dialéc- fica de la Ilustracién, Horkheimer y Adomo denunciaban el proceso hist6rico de represién de la ‘Naturaleza interna y externa masculina llevada a cabo por la razén occidental junto con la opresién de las mujeres. TInentaré aportar algunas breves consideraciones que me inclinan a no compartir la visiGn optimista de D. Romero de Solis. Lo haré, no ya desde la estética y la Historia del Arte, sino desde el estudio de la conceptualizacién de la mujer y la sextualidad en algunos fildsofos contemporaneos que trataron especialmente el tema, Caracterizacién ontolégica de la sexualidad como el Mal ,Curiosamente?, la sexualidad no ha sido un tema excesivamente transitado por la Filosofia. En la Antigtiedad, podemos citar EI Banquete de Plat6n. Peto, como sefiala Michel Foucault en 4 Romero de Solis, Diego, «Fl miedo la mujer (ane, sexualied y fin 6 siglo, ver supra. pp. 155-166. ‘5. Obraemblemaiica de leur siempce imprescindible y que acabs de ser eedtada por editonal Catedra Majer, serualidad y mat ol flosofa contempordnea 169 Hisuoria de la sexualidad', para los griegos, la sexuslidad era s6lo un aspecto entre otros muchos de la vvida del hombre, Los tratados de Dietética inclufan entre sus consejos para una Vida sana y equilibrada Jos referidos a ta préctica de los afrodisia (actos que procucan el placer sexual). Hasta la legada del cristianismo, la nocidn de pecado es ajena al erotsmo, Sdlo se recomendaba la mesura (sophrosune), tal como se hacia con los placeres de la buena mesa. El deseo sexual no era atin la «verdad del sujeto» Con la filosofia contempordnea, la sexualidad es elevada a fundamento ontol6gico. Los dislo- £205 porno-filoséfico-polfticos del tocador sadiano son el primer signo inequivoco de esta transfor- ‘macin total en la valoracién del deseo erético’. La crisis del optimismo racionalista se halla ligada a este ascenso de la sexualidad en las preocupaciones filosoficas. La razén desespera en su biisqueda de un sentido trascendente. El hombre se descubre abandonado en un mundo caético, sometido a las leyes de la Naturaleza y albergando en el interior de su propio ser un niicleo imeductible de Naturaleza, Con el pesimismo de Schopenhauer y de su discfpulo Edward Von Hartmann, la sexualidad se transforma en revelacidn de la Voluntad de Vivir 6 Uno-Inconsciente. La esencia de la realidad, generalmente oculta tras la apariencia nouménica o velo de Maya, es una fuerza ciega —Volun- tad—. Esta energia constituye la sustancia de todo cuanto existe. Es la esencia del Universo y la descubrimos a través de la introspeccién. Se manifiesta en toda su salvaje obstinacin en el acto sexual. Dado que la vida es concebida como wna tragedia (el final es siempre la muerte y el dolor 1 €1 hastio predominan sobre los breves momentos de placer), el acto sexual es una taicién de los lamantes al hijo que vendrd. Implica la continuidad de la cadena de la vide, es decir, del dolor. Puesto que la Vida es el Mal, la sexualidad es el Mal que impide el final del sufrimiento. En el suplemento a E! Mundo como Voluntad y representacién, ttulado , Shopenhauer afirma que las mujeres son la trampa que Ia especie pone al individuo para reprodu- cirse. Sin menoscabo del gran valor del conjunto de la filosofia schopenhaueriana, puede decirse ue la populacidad que adquiris su obra se debid, en una parte no desdefable, a su conceptualiza- cin de la mujer y 1a sexuclidad. Tras la joven seductora se esconde una madre que, inconsciente- ‘mente, contribuird a la cadena del dolor con nuevas victimas. El acto ético ser4, pues, el ascetismo. ‘A idéntica conclusién lega, a principios del siglo XX, Otto Weininger en su obra Sexo y cardcter (1902). Las mujeres son la sexualidad misma y deben, como el abyecto y femenino judio, desaparecer. Por ellas existe el falo, es decir, el deseo masculino que precipita a los hombres al abismo de la ‘animalidad. Judio él mismo, y coherente con sus teorias —rasgo meritorio y muy dificil de encontrar—, Weininger se suicid6 pocos meses después de la publicacién de este libro tan admirado por la intelectualidad europea y americana (en Austria se han hecho mis de cincuenta ediciones). Pero no siempre la identificacién de sexualidad y Mal conduce a la propuesta de un ascetismo liberador. Uno de los teéricas del erotismo més reconocidos, Georges Bataille, part, justamente, de tuna aceptacisn de la sexualidad como Mal para —en clave nietzscheana— proponer una «transgresion soberana» como superacién de los limites de la sociedad burguesa. Es imposible resumir en estas poces lineas la complejidad del pensamiento de Bataille sobre este tema. Simplemente, me interesa destacar 6 Lusage des plaisir y Le souc de sol, vo. Ly Ul de Histoire de la sexual, Pais, Gallimard, 1984, Hay taduceién

También podría gustarte