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He-Man y los
Masters del Universo
por Michael Halperin
1 de diciembre de 1982
Más allá de las más lejanas galaxias vistas por los más grandes
telescopios de la Tierra. Más allá de los límites de nuestro universo yace otro
lugar: un lugar de magia, misticismo, brujería y ciencia. Entre las nubes
cósmicas gira un Sistema Solar con una estrella de tipo tres que brilla en el éter
del espacio interestelar. En torno a esta estrella giran mundos inconcebibles
por las simples mentes mortales. Ellos están poblados por demonios y
semidioses, hechiceros y sybils, hombres y mujeres imbuidas en las energías
del bien y del mal.
Alrededor de esta estrella gira un planeta de un brillo azulverdoso, con
un manto de aire claro y esponjosas nubes rodeándolo. Un planeta de
extraordinaria belleza y de gran diversidad. Este mundo, ETERNIA, representa
un microcosmos de todos los planetas habitados del universo.
En el sur del LLano de Perpetua, las ARENAS DEL TIEMPO extienden sus
tentáculos de desierto por centenares de millas. Antiguamente, en la confusa
historia de Eternia, el desierto florecía como un extenso jardín.
Tanto los polos norte como sur están cubiertos por grandes masas de
nieve. La vida allí es dura, pero no para las familias de los enanos del hielo y
del gran Mercenario del hielo, criatura con apariencia de oso y de gran
inteligencia y astucia.
Todo esto se sostenía con la fuerza del bien. En Eternia nadie envidia a
nadie, todo el mundo se comunicaba con todo el mundo. Incluso los animales
vivían en paz. Sin embargo, el consejo de los ancianos tenía el conocimiento
de la existencia del mal. Ellos sabían que el mal existía en algún lugar en el
vacío del espacio, más allá de su vista, y podría estar observando con un
amenazante ojo sobre Eternia. Dentro de la discreción, los científicos de
Eternia desarrollaron sofisticadas armas de defensa para el increíble
acontecimiento que se iban a producir. Las ocultaron dentro del Salón de la
Sabiduría para el día en que éstas pudiesen ser necesarias.
Mientras Eternia gira en paz entre el cielo, fuera yace el mal, en otro
planeta pero dentro del mismo Sistema Solar, un planeta desconocido y que no
puede ser visto desde Eternia. Su órbita es exactamanente igual a la de
Eternia, pero en una posición totalmente opuesta y permanentemente oculto
tras el sol de Eternia.
Zodac, el sabio líder del consejo de los ancianos, llamó a las estrellas
para el consejo. En un resplandeciente y destellante rayo, una figura apareció
fuera del cosmos. Era la figura de una elegante y bella mujer con una armadura
adornada con formas de serpiente, portando un báculo con una cabeza de
serpiente enrollada en él.
El consejo escuchó la visión, la cual les prometió que si alguna vez las
fuerzas del mal pretendían conquistar Eternia, un campeón llegaría para
defender el planeta. Un campeón nunca visto en todo el universo. En principio,
tan fuerte y tan lleno de bien que el mal, cual poderoso que fuese, no podría
medirse con él. No obstante, como todas las virtudes de los campeones, él
necesitaba de un elemento más para convertirse en el último gobernante del
universo. Él necesitaba la sabiduría del colectivo de los ancianos, la cual no
tendría hasta que se probase así mismo ante las fuerzas oscuras. Allí yacía el
peligro. Si el poder del mal descubría el secreto (la LLave del Destino) ellos
podrían destruir toda la armonía existente en Eternia. Una vez que esto
ocurriese, la luz saldría del planeta corriendo el mismo destino que Infinita.
Marlena se tambaleó sobre sus pies y dio tumbos hasta la silla del
capitán. Llamó a los otros. Nadie contestó y, cuando echó un vistazo, se dio
cuenta de que allí sólo había los trajes espaciales en silencio, vacíos y
arrugados. Le quedó poco tiempo para dejarse obsesionar con el suceso,
puesto que la lanzadera impactó en la Ionosfera brillando al rojo, al amarillo, y
luego al blanco. Orientó la proa de la nave hacia arriba y liberó una capa de
aire para ralentizar la reentrada. Marlena no pudo divisar ningún lugar
adecuado para aterrizar, de modo que dirigió la lanzadera hacia el único
espacio libre que divisó: un largo prado en un valle exuberante y verde.
-Veo que piensas lo mismo que yo. Os gustaría invadir Eternia y conquistarla.
Mis razones son bastante sencillas. Infinita ya no puede sostener la vida.
Necesitamos el aire y la comida de Eternia, y pretendo tomarlos por la fuerza.
Si estan de mi lado, podremos lograrlo. Pero antes debemos penetrar por el
Portal Espacial, que fue sellado hace siglos para deshacerse de mis ancestros.
En cuanto lo consigamos, acabaremos con esa bobada de la bondad eterna, y
nuestros poderes oscuros reinarán sobre todo Eternia y sobre el universo.
El rey Randor hizo de Marlena su reina, y tres años más tarde ella trajo al
mundo un heredero para el trono de Eternia: el Príncipe Adam. Era bien
parecido, y estaba imbuido por el espíritu aventurero de su madre y el coraje de
su padre. Desde su niñez contó con el favor del palacio, ya que se pasaba el
día haciendo trucos y bromas a sus profesores y a los nobles de la corte.
Había sido escogido para una misión muy especial, a causa de la fe que
su familia había depositado en Eternia. Cuando Zoar abandonó el peñasco,
Man-At-Arms descubrió un nido entre las rocas, en cuyo interior había un niño;
una chica, que era la hija de la Hechicera. El maestro armero debía tomar el
bebé y criarlo como su propio hijo.
– ¡TEELA! –Dijo la Hechicera– ¡Teela! –Dijo de nuevo mientras Zoar abría sus
enormes alas y se alejaba volando.
– Probablemente, Adam está en algún campo jugando con ese tigre con
corazón de gallina, e intentando impresionar a unas cuantas chicas –dijo
irónicamente.
La reina Marlena le pidió a Teela que recordara a Adam que tenía una
celebración, y que tenía que cumplir su deber para con su gente. Teela objetó,
pero la severa mirada de Man-At-Arms la convenció de que debía hacer lo que
se le había encomendado.
Teela casi llevó a rastras a Adam hasta la cámara del festín, donde la
corte entera se levantó y vitoreó al joven príncipe que un día gobernaría
Eternia. Él se sentó entre sus padres y propuso un brindis:
– Amigos... todos los que me han conocido durante estos dieciocho años...
levanto mi copa por aquel que me lo ha enseñado todo, y a quien debo la
fuerza de mis brazos: ¡Salve, Man-At-Arms! - Cuando todos hubieron acabado
con la primera copa, Adam se levantó de nuevo: – Y un brindis para otra
persona con quien he luchado, reído y jugado. Alguien que ha tratado de
mantenerme en el buen camino, aunque desafortunadamente no ha servido de
mucho... ¡A mi mejor amiga, Teela!
Una sombra inmensa les pasó por encima, cuando Zoar el Halcón pasó
rozando las copas de los árboles. Man-At-Arms señaló hacia arriba:
Lejos y al norte, en las Montañas de Hielo, una avalancha cayó por las
pendientes. Donde antes habían estado la nieve, rocas y peñascos, ahora
brillaba un agujero que no era una cueva, ni una caverna; ni tan sólo parte de la
montaña. Se trataba del Portal Espacial, ahora sin sello, que destellaba y
parpadeaba... El portal que había mantenido alejados de Eternia a los tiranos
de Infinita. Skeletor, Beast-Man, Evil-Lyn, Tri-Klops y Mer-Man surgieron a
zancadas del Portal, y el viento rugiente les acompañó al salir. Skeletor estiró
los brazos, sujetó firmemente el báculo de cabeza de carnero, cuyos ojos
emitieron rayos, y se rió al notar las vibraciones que transmitía a sus manos:
Había oído muchas veces las baladas y las narraciones que contaban
que aquél que poseyese Grayskull conseguiría tantas riquezas y poder como
desease. Ahora estaba allí, delante de él, y se sentía cohibido ante tanta
majestuosidad.
Firmemente en pie, y con toda su altura, Adam quiso saber cómo él, un
simple mortal, podría cumplir todo lo que la Hechicera le pedía:
Por ello, He-Man quiso saber cuál era aquel secreto. La Hechicera hizo
señas al guerrero para que la siguiera. Man-At-Arms caminaba tras He-Man,
pero ella lo detuvo. El secreto debía ser compartido sólo con el campeón, pues
el mentor era un simple mortal, y no se podía correr el riesgo de permitir que,
inadvertidamente, revelase el místico poder de Grayskull. Enfundada la Espada
del Poder en el cinturón, He-Man descendió hasta las profundidades más
ignotas del castillo.
– Las explicaciones podían esperar –le dijo. Debían rescatar al rey y a la reina
y liberar el palacio del dominio de Skeletor.
Battle Cat entró en palacio y, tal y como He-Man había predicho, Beast-
Man se lanzó tras él chasqueando su látigo aturdidor, con la esperanza de
poder controlar al gigantesco tigre. Teela salió al encuentro de Tri-Klops, no sin
ser detectada antes de girar la esquina por la gamma-visión del malvado. Su
maza de poder silbó al cortar el aire, pero Teela lo esquivó, extrajo un báculo
de un muro, y Tri-Klops se encontró luchando contra uno de los guerreros más
fuertes, ágiles y astutos de Eternia.
Man-At-Arms tuvo que hacer uso de todas sus habilidades cuando se
halló ante Evil-Lyn y Mer-Man. Su fiera hechicería podía reducir a un hombre a
cenizas humeantes. Desafortunadamente para ella, su naturaleza salvaje y
destemplada evitaba que Evil-Lyn alcanzase su máximo potencial. La armadura
de Man-At-Arms lo protegía de los daños que los dardos de energía, los rayos
y las bolas de fuego le pudieran ocasionar. Y Evil-Lyn no recibió asistencia de
un Mer-Man cobarde, que huyó a la primera oportunidad.
RAM MAN: el mayor poder de este luchador con cabeza de bala y armadura de
metal es su habilidad para chocar y tumbar contra cualquier objeto que se
interpone en su camino o en el de He-Man. Ram Man es un poco desmandado,
y a menudo se tropieza con soluciones sin tener conciencia de ello. Hasta hoy,
ha ayudado a He-Man a desencubrir tramas y a solucionar algunos de los
misterios más enigmáticos de Eternia.
WIND RAIDER: Un poderoso barco propulsado a reacción capaz de volar por los
cielos eternos y de navegar salvajemente por el Mar de la Armonía o el Océano
de Gnarl. Equipado con armas láser y de fotones, el vehículo acomoda a dos
personas, pero sólo la habilidad de He-Man puede someter sus controles,
aunque Teela ha aprendido a manejarlo gracias al campeón.
TALON FIGHTER: Este vehículo volador alado transporta hasta dos personas y
es capaz de ejecutar mortales acrobacias aéreas. Equipado con un pack de
bombas bajo el vientre, He-Man puede llamarlo siempre que lo necesite. Su
lugar de descanso se encuentra en la cima de una lejana montaña llamada
POINT DREAD, que se materializa siempre que el vehículo decide posarse en
él. Sólo He-Man posee la fortaleza física y la voluntad suficiente como para
usar este vehículo. La máquina pierde el control a menos que He-Man esté a
sus mandos.
TRI TRAK: Una motocicleta de tres ruedas que He-Man emplea cuando necesita
un transporte rápido de superficie. Tri-Rodera puede acceder a la mayoría de
los sitios que la Rodera de Ataque, sólo que avanza mucho más rápido. La
moto porta dos mortales ametralladoras de fotones.
TRAP JAW: Mitad hombre, mitad robot, hablamos de un temible criminal que se
quedó atrapado en Infinita y se vio forzado a ponerse a las órdenes de
Skeletor. Tiene un brazo artificial de quita y pon que puede ser reemplazado
por un láser, un gancho, una espada u otras maléficas armas. A veces, no
consigue realizar el cambio lo suficientemente rápido, y los amigos de He-Man
se aprovechan bien de ello. Su mandíbula es una insospechada trampa de
acero que puede masticar casi cualquier cosa y es, además, un villano de pies
a cabeza.
FANG MAN: Un monstruo reptiliano que, cuando quiere dejar indefensos a sus
enemigos, expira gas soporífero para poder capturarlos.
CHOPPER: Posee una enorme mano derecha. Con sólo un potente golpe, este
villano puede trocear ladrillos, árboles o cualquier cosa que se interponga en su
camino. Es formidable en el combate mano a mano.
Éstas son las fuerzas del bien y del mal de un lejano sistema solar
donde guerrean demonios, semidioses, héroes y campeones. Donde He-Man
lucha en una batalla interminable por eliminar la maldad de Eternia y asegurar
que la bondad, la pureza y la virtud reinan supremas en el universo