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LA COYUNTURA ELECTORAL.

UN ANÁLISIS ENTORNO AL DISCURSO


PROTESTANTE.

- Jhonatan Jair Herrera Alzate


- Santiago García Morales
- Vanessa Cardona Villa

INTRODUCCIÓN.

En el marco democrático de las elecciones legislativas y ejecutivas que se darán este 11 de


marzo y 27 de mayo del 2018, se observa que la iglesia, en sus diferentes denominaciones, se
ha venido desempeñando como un actor influyente en la escena política colombiana, por lo
tanto, cabe aquí preguntamos por la posible relevancia e influencia de su accionar
sociopolítico en el desarrollo de las próximas elecciones. Partiendo de los resultados del
plebiscito ocurrido en el año 2016, donde diferentes vertientes religiosas tuvieron un papel
importante bajo el contexto de la alta abstención electoral para la implementación de los
acuerdos de paz por parte del Estado colombiano y el grupo armado de las FARC, se puede
inferir una posible reconfiguración de las apuestas políticas de los diferentes grupos
religiosos, expandiendo así su accionar a distintos escenarios de las sociedad colombiana,
poniéndose en interacción con diversos grupos políticos configurados en el país y al mismo
tiempo estableciendo una relación dialéctica con otros, configurando de esta manera
diferentes discursos que buscan plasmar en la política nacional, los cuales también serán
objeto de nuestro interés.

De esta manera, se busca plantear aquí un análisis coyuntural de las elecciones situadas entre
los años 2016 y 2018, en una búsqueda por establecer cuáles han sido las principales formas
y estrategias de acción utilizadas por este sector de la sociedad colombiana, así como también
ver los escenarios en que este se ha desenvuelto, para, de dicha manera, plantear posibles
acontecimientos en los que se pueda plasmar su influencia en las próximas elecciones que
determinarán el rumbo político del país por los próximos 4 años. En cuanto a lo metodológico
se refiere, este informe está compuesto por un sintetizado análisis de prensa publicada entre
finales del año 2016 y principios del 2018 que analizará, discutiera o tratara discursos, papel
e influencia cristiana en la escena política nacional. Teóricamente, se referencia términos
weberianos como racionalidad, acción racional con arreglo a fines y valores y su
planteamiento en torno a los tres tipos de dominación sociológica: tradicional, carismática y
legal-racional.

El trabajo está dividido en cuatro apartados; el primero consta de un intento por sintetizar de
forma histórica el papel y crecimiento de los diferentes grupos protestantes-evangélicos en el
contexto colombiano bajo coyunturas estructurales claves como la modernización,
urbanización y secularización inicial desde mediados del siglo XX, hasta la importancia de la
constitución de 1991 en el país; un segundo apartado busca establecer como punto de
inflexión de los discursos y el accionar político cristiano el plebiscito que buscó refrendar los
acuerdos de paz firmados con las FARC dado en 2016; el tercero, a partir de lo anterior, es un
intento por plantear el papel más inmediato en torno a las elecciones legislativas ya dadas en
marzo de 2018 y las futuras presidenciales en mayo del mismo año; y por último, unas
conclusiones que aproximan respuestas y abren preguntas en torno a lo que se puede
denominar como el desenvolvimiento protestante-evangélico en la coyuntura política
colombiana.

CAPÍTULO 1.
ANTECEDENTES Y CONTEXTO:

No es un hecho oculto que la diversidad evangélica derivada de la reforma protestante llevada


a cabo en la Europa del siglo XVI por personajes como Martín Lutero y Juan Calvino en
contra de la hegemonía católica-romana está viendo luz y presencia política hoy, en pleno
curso del siglo XXI, no solo en Colombia, sino también en toda Latinoamérica. Como lo
anota la Revista Semana, importante medio masivo de información en el país:

“Un poco más del 20 por ciento de los 209 millones de habitantes que tiene Brasil ahora
profesan esas versiones de la fe cristiana (..) El principal templo en São Paulo pertenece a la
Iglesia Universal del Reino de Dios y es tan colosal como un estadio mundialista, tanto, que
su costo se calcula en 320 millones de dólares. Los evangélicos brasileños han desarrollado
empresas de ingeniería (especializadas en construir templos), cuentan con una feria de
negocios llamada ExpoCristo, controlan decenas de medios de comunicación en radio,
televisión y prensa. Incluso la Iglesia Assembleia de Deus, la más grande del país, ofrece dos
tipos de tarjetas de crédito a sus fieles, la misionera y la dorada. Además del gran caso de
Brasil, está Centroamérica con Costa Rica y Guatemala como los países evangélicos con
mayor presencia de Iglesias cristianas, pero también son muy importantes El Salvador y
Honduras” (Revista Semana. 2016, 8 de octubre. “Triunfo del No: el poder de los cristianos”).
Recuperado de: http://www.semana.com/nacion/articulo/cristianos-evangelicos-inclinaron-la-
balanza-con-su-no-en-el-plebiscito/498230)

Esto claramente muestra que la fuerza política, social y cultural de la iglesia católica, a pesar
de mantener la mayor acumulación cuantitativa de fieles, no representa una hegemonía
cualitativa determinante en el plano Latinoamericano hoy por hoy. Pero ¿cómo se puede
entender esta dinámica en un país como Colombia?

Para iniciar, cabe resaltar que Colombia ha sido plenamente marcado por un fuerte,
dominante y hegemónico catolicismo desde la colonización española llevada a cabo por las
encomiendas asignadas a territorios indígenas desde el siglo XVI por parte de la corona de
turno, hasta entrada la independencia y posterior inicio de vida republicana en los inicios del
siglo XIX. En términos del sociólogo Colombiano William Mauricio Beltrán (2013), Su
influencia se hacía sentir en todos los campos sociales, incluidos los campos político, cultural
y educativo. Esta influencia no se limitaba solo a la esfera pública, sino que también se
extendía al espacio propio de la vida privada: orientando y regulando la vida de la mayoría de
los colombianos. Esta situación social quedó reflejada en la Constitución de 1886 que en su
artículo 38 precisaba: “La religión católica, apostólica, romana, es la de la nación; los poderes
públicos la protegerán y harán que sea respetada como esencial elemento del orden social.”
(Beltrán, W.M. 2013, p.59).

Continuando con la tesis de este autor, esta hegemonía tomaría un viraje a partir de dos
coyunturas claves en la histórica socio-política nacional: el periodo de La violencia,
comprendido para expertos en el tema entre los años 1948-1958 y El frente nacional,
transcurrido durante 1958-1974. Ambos eventos coyunturales marcarían tres momentos
claves para entender el protestantismo y su posterior crecimiento en el país: el primero puede
entenderse como un proceso de modernización, acompañado por una creciente
industrialización mediada por el afán nacional de insertarse de manera más fuerte y dinámica
en el mercado internacional, así como también por el surgimiento de medios masivos de
comunicación como la radio y la televisión, propiciando ambos elementos, principalmente el
segundo, la difusión de ideas no necesariamente alineada con la moral y doctrina católica. Un
segundo momento, a partir de la creciente industrialización1, que se puede entender como la
mayor explosión demográfica en la historia de Colombia, llevada a términos de urbanización
acelerada durante los años 50, 60 y 70, siendo este un punto clave, como lo plantea Beltrán,
en la medida en la que propicia migraciones masivas campesinas a los diferentes centros
poblados del país, logrando esto que la iglesia católica perdiera el control poblacional
dominante que había albergado desde la colonia en lo rural, siendo más difícil recuperar esta
hegemonía en el aumento demográfico que se estaba dando en las crecientes ciudades del
país. Así entonces un tercer momento se puede entender cómo, en palabras de Beltrán (2013),
un contexto de urbanización y modernización aceleradas, donde buena parte de la población
colombiana quedó expuesta a una situación de desadaptación y desarraigo, que empujó a
diversos sectores sociales, particularmente a los más excluidos, a buscar espacios sociales que
les permitieran reconstruir su sentido existencial, sus estructuras identitarias y sus redes de
solidaridad. (p.61).

Este último momento puede verse entonces como un momento primario de secularización, en
el que los llamados Nuevos Movimientos Religiosos protestantes y evangélicos como los
Pentecostales, Anglicanos, Bautistas, Luteranos, Calvinistas, Presbiterianos, entre otros y
sectarios como los Testigos de Jehová y Adventistas, trajeron consigo un proceso de apertura
que le permitió a la población entrar en contacto con ideas y actores que la Iglesia Católica no
está en capacidad de regular ni controlar, y que llegan incluso a cuestionar su legitimidad y
liderazgo religioso, esto permitiendo que la modernización, la secularización y la
urbanización de la sociedad colombiana estuvieran acompañadas por la expansión y el
crecimiento de nuevas ofertas religiosas como las mencionadas anteriormente.

Es importante mencionar la diferenciación que hace Beltrán, retomando a Weber, cuando


plantea que hay distinciones internas, principalmente teológicas y teóricas, entre todas estas
denominaciones, pero la más importante de resaltar se puede ubicar entre el protestantismo
histórico, más directamente derivado de “La Reforma” como lo son el Luteranismo,
Calvinismo y posteriormente el Anglicanismo, la iglesia Bautista y la Presbiteriana, que, en
términos Weberianos, corresponden a una denominación más moderna-racional que, a

1
Cabe resaltar que este no es el primer momento de un intento por parte de las dirigencias políticas
y los grandes capitales nacionales por industrializar el país; ya se venían dando desde el “Quinquenio
Reyes”, los años 20 y las reformas liberales de los años 30, pero estas no lograrían el mismo grado
de avance que en La Violencia y El Frente Nacional.
diferencia del Pentecostalismo y diferentes denominaciones evangélicas particulares, que, a
través de una postura mágico-religiosa ofrecida a sus fieles como los denominados dones del
espíritu santo, la capacidad sobrenatural de hablar lenguas (glosolalia) y la imposición de
manos, configuran una dominación de tipo carismática por parte de los pastores a sus
creyentes. La racionalización está relacionada con los procesos de desencantamiento y
burocratización del mundo que explica Weber. Según este autor, las sociedades modernas se
organizan cada vez más alrededor de la razón instrumental –acción racional con arreglo a
fines–, a la vez que se alejan de la magia. (Weber, M. 1985, p.264).

Dejando clara la anterior diferenciación, esta apertura sociocultural inicial de diferentes


denominaciones cristianas desligadas del poderío católico se cristalizaron política y
jurídicamente en otro momento clave del siglo XX colombiano; la constitución de 1991. Esta,
a diferencia de la de 1886– no privilegia ninguna Iglesia ni confesión religiosa, que en sus
artículos 18 y 19 garantiza la libertad de conciencia y de cultos y añade: “Nadie será
molestado por razón de sus convicciones o creencias ni compelido a revelarlas ni obligado a
actuar contra su conciencia.” “Toda persona tiene derecho a profesar libremente su religión y
a difundirla en forma individual o colectiva.” (Beltrán, W.M. 2013, p.62).

Fuentes que abarcan el crecimiento protestante en Colombia como el Cedec2 y Prolades


muestran que el crecimiento de los nuevos movimientos religiosos, particularmente de las
diversas ramas del protestantismo, solo se hizo notorio en las últimas décadas del siglo XX,
lo cual tiene que ver en gran medida con los planteamientos constitucionales y la apertura
jurídica de la constitución del 91 tratada anteriormente (Ver tabla 1).

Tabla 1. Fuente: Programa Latinoamericano de Estudios Socioreligiosos, Prolades

2
Es importante aquí señalar que entidades como el Cedec (Confederación evangélica de Colombia)
argumenta teológicamente que denominaciones como los Testigos de Jehová y los adventistas no
entran dentro de su aglutinamiento por diferenciaciones internas en torno a “La reforma protestante
del siglo XVI” de la que estos no hacen parte.
Para fines más próximos, cabe también retomar una investigación de muestreo aleatorio
realizada en el año 2010 por la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de
Colombia, Bogotá, y Escuela de Política y Relaciones Internacionales, Universidad Sergio
Arboleda, a través de llamadas a 16.000 líneas telefónicas en principales centros poblados del
país como Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla, Maicao, Bucaramanga, Barrancabermeja y
en municipios del Urabá antioqueño como Chigorodó, Apartadó, Turbo, Necoclí, San Pedro
de Urabá, San Juan de Urabá y Carepa, permiten ver también la dinámica cuantitativa del
crecimiento exponencial del protestantismo con respecto a otros credos y confesiones
religiosas en el país. (Ver tabla 2)

Tabla 2. Fuente: “Pluralización religiosa y cambio social en Colombia”. Beltrán, W.M. 2013, P. 70

Es de sustancial importancia preguntarse entonces, más allá del claro incremento numérico de
protestantes e iglesias evangélicas en Colombia, ¿qué factor de relevancia tienen estos en la
escena política y coyuntural del país en estos días? Y ¿cuáles son los discursos que
predominan en las posturas de estos grupos? Lo que se va a trabajar posteriormente es un
intento, que, aunque reducido, es de importancia para hallar cercanas respuestas a estas
preguntas.
CAPÍTULO 2.
PLEBISCITO DE 2016 ¿EL DESPERTAR PROTESTANTE-EVANGÉLICO?:

Este acontecimiento dado el 2 de octubre que supuestamente definiría el rumbo del país en
torno a la terminación oficial del conflicto armado con las FARC, la reforma rural integral, la
sustitución de cultivos ilícitos, la participación política de los excombatientes y la
implementación de la justicia transicional, reunió un amplio amalgama de opiniones
representadas, por un lado, en el gobierno nacional, que claramente incentivó el voto por el
“Sí”, y por el otro lado, a la oposición política representada en El Centro Democrático
liderado por Álvaro Uribe Vélez, el exprocurador Alejandro Ordoñez y la corriente
conservadora y, el actor clave de este análisis coyuntural; la iglesia cristiana representada en
diferentes denominaciones, iglesias y pastores.

Un primer antecedente que permitió aglutinar a los sectores protestantes colombianos, previo
a su papel en el plebiscito, fue la marcha contra la cartilla de ideología de género divulgada
por el ministerio de educación, en cabeza de la entonces ministra de educación: Gina Parody.
La mencionada marcha se realizó el 10 de agosto del 2016 encabezada y dirigida por la
diputada Ángela Hernández, en diferentes capitales y ciudades del país entre las que
sobresalen: Bogotá, Bucaramanga, Barranquilla y Medellín. Según la revista Semana, en su
artículo Triunfo del No: el poder de los cristianos (2016), un segundo momento se dio por la
polémica encuesta del Dane dirigida a escolares, en la que se les indagaba en lenguaje directo
sobre su comportamiento y actitudes sexuales. Y por último la tercera disputa –la más costosa
en términos políticos para el gobierno– se presentó en torno al texto del acuerdo final de La
Habana, concretamente por su perspectiva de género. Las tres disputas pueden verse como
una muestra de poder por parte de estos grupos religiosos: el debate de las cartillas produjo la
salida de la ministra Gina Parody, el director del Dane se vio obligado a revisar y congelar la
encuesta, y, contra todo pronóstico, el plebiscito quedó marcado con el triunfo del “No”.

Para los fines de este análisis lo que interesa es la incidencia del voto cristiano en el
plebiscito y los discursos que permitieron este punto de inflexión en cuanto participación
política por parte de estas diferentes denominaciones protestantes-evangélicas, no los
acuerdos de paz como tal. En términos cuantitativos, como lo muestra el periódico
internacional BBC Mundo en su artículo Colombia: ganó el “No” en el plebiscito por los
acuerdos de paz con las FARC (2016), la importancia de esta participación religiosa se puede
enmarcar en el cerrado escrutinio de la votación, dejando que con un 50,2% contra un 49,7%
el No se imponía ante el Sí por una mínima diferencia de alrededor de 53.000 sufragantes.

Como se mencionó anteriormente, los principales discursos en los que se basaron las
comunidades cristianas para votar por el “No” , en su mayoría estuvieron relacionados,
primero, con lo referente a la Agenda Moral, los cuales son primordialmente: la lucha en
contra de los derechos de la comunidad LGBTI - como la adopción igualitaria y el
matrimonio gay- y la campaña en contra de la legalización del aborto; en segundo lugar,
buscaban cambiar el tema de la justicia restitutiva por una justicia penal, como lo muestra el
columnista Julio González Pico en Las 2 Orillas (2017), argumentando que “en la biblia se
habla de la justicia retributiva como un castigo que se le aplica a alguien que ha infringido la
ley como contraprestación al daño que ha cometido. Es decir, que el castigo es proporcional
al mal que el infractor comete. Teniendo en cuenta este fundamento al malo no se le debe
indultar, ni mucho menos premiar, si no castigar severamente, incluso con la muerte”,
mostrando esto que la justicia restitutiva y transicional fue otra imposibilidad, para ciertos
sectores religiosos, de aceptar los acuerdo, fundamentándose bajo una perspectiva teológica
alejada de un análisis jurídico de la coyuntura.

Se debe hacer un paréntesis para hablar de la comunidad cristiano-católica, la cual a pesar de


tener un líder que apoyaba los diálogos de paz, y el plebiscito, el voto católico fue dividido.
Muchas son las razones que desde las entrañas de esta religión develan la postura dividida; en
un primer momento, las críticas que recibía el papa Francisco I, las cuales se fundan en su
interpretación de la palabras sagradas, llevando las enseñanzas cristianas a las personas que
desde la iglesia se les nombran como las ovejas descarriadas, que en el contexto fueron, su
encuentro con otros líderes religiosos, visitas a cárceles y países socialistas, recibir en el
vaticano una delegación de la población LGTBI, entre otros actos cuestionados. En el marco
colombiano la fuerza de grupos ortodoxos, como: Opus Dei, lazos de amor Mariano y otros
que se oponen a políticas como: la ideología de género, el aborto, la no penalización de los
excombatientes, tuvieron incidencia en esta polarización del voto católico. Como lo explicita
el diario Dinero en su artículo El rol de las iglesias cristianas en la victoria del “No” en el
plebiscito (2016), Aunque al principio la iglesia católica respaldó la solución negociada al
conflicto y el proceso de paz, no promovieron el voto a favor del acuerdo en un país que
sigue siendo mayoritariamente católico. El padre Jorge Enrique Salcedo Martínez, religioso
católico y doctor en historia de la Universidad de Oxford, explicó en una entrevista al diario
que: "La iglesia católica defiende la familia integrada por un varón y por una mujer. Frente a
eso sí hubo un cierto temor, temor a que ese concepto de familia se trasgrediera". Finalmente,
la iglesia católica en Colombia incentivó la participación en el plebiscito, invitó a la lectura
de lo acordado, pero no promovió una u otra postura. Lo anterior dejó entonces como
consecuencia la despolitización cristiano-católica, la cual, a su vez, generó sin duda la
división de su intención de voto y permitió de manera más marcada la visibilización de las
posturas y las prácticas políticas de las comunidades protestantes y evangélicas anteriormente
mencionadas.

Retomando la incidencia evangélica-protestante luego de realizado el plebiscito, es de resaltar


que el presidente Juan Manuel Santos se vio obligado, luego de la fuerte presencia cristiana
en la realización del mecanismo a invitar a asociaciones y pastores claves del creciente
protestantismo en Colombia como el presidente de la Confederación evangélica de Colombia
(Codecol), Edgar Castaño y otros 14 representantes pastores de diferentes denominaciones
entre los que destacan los pastores César Castellanos y su esposa la exsenadora3 Claudia
Rodríguez, los cuales diez días después del plebiscito, el miércoles 12 de octubre de 2016, en
la sede de la iglesia Misión Carismática Internacional en Bogotá, llevaron a cabo la primera
cumbre: Pacto Cristiano por la Paz, “Somos uno por Colombia”, cita a la que llegaron más de
700 pastores de todo el país, quienes respaldaron el voto por el No, firmando allí el
manifiesto que fue entregado a los líderes del No, en cabeza del ex presidente Álvaro Uribe
Vélez. A este evento también acudirían pastores con capital político como Héctor Pardo, de la
iglesia Tabernáculo de la Fe de bogotá, Eduardo Cañas de la iglesia Manantial de vida eterna
y Jhon Milton Rodríguez de la iglesia Misión paz a las naciones, los cuales, como lo subraya
Alfredo Serrano Zabala para el diario El Espectador (2016), afirmaron que “hace 50 años los
evangélicos en el país se habían preparado para el “rapto” y no para vivir los quehaceres de la
tierra”, sentenciando así que “en adelante el pueblo cristiano unido sería vencedor”. Otros
pastores de grandes iglesias cristianas, que no participaron del manifiesto “Somos uno por
Colombia”, pero que aun así tuvieron incidencia en el resultado del plebiscito fueron el pastor
y periodista Darío Silva Silva, líder de la iglesia Casa Sobre la Roca, al igual que el pastor
Ricardo Rodríguez, de la Iglesia Avivamiento, bajo el argumento de que reunir un poderío de

3
Reelegida por Cambio Radical en las elecciones legislativas del año 2018
sufragio cristiano-evangélico en alianzas con personajes acérrimamente católicos no tenía
sentido, ya que era como regresar a la épocas anteriores del “Concilio de Trento”4
Retomando de nuevo a Serrano Zabala (2016) es tal el poderío que representa el fenómeno
cristiano en Colombia, que las iglesias Misión Carismática Internacional, Su Presencia,
Avivamiento, Manantial de Vida, Casa Sobre la Roca y Bethestda, reúnen más de 400 mil
fieles sólo en Bogotá, además de su gran presencia e influencia nacional. Además de esto,
como lo muestra el diario El Espectador, la influencia de estas iglesias y pastores ha tomado
mucha fuerza política, en gran medida, por su incremento de influencia en medios masivos de
comunicación, mostrando que:

“La Iglesia Manantial de Vida Eterna, de Eduardo Cañas, dueña de la Cadena Radial Vida,
con 40 emisoras en el país, es la tercera cadena de radio más importante después de Caracol
Radio y RCN Radio. Al tiempo, la Misión Carismática Internacional, de César Castellanos, es
la iglesia colombiana que más ha impactado la esfera nacional e internacional. Cientos de
iglesias en todo el mundo han implementado su modelo de “los doce”, que como en un
multinivel se reproduce en redes conformando una profusa comunidad, un bocado muy
atractivo para un político con aspiraciones nacionales. La Misión, MCI, o G12 como se le
conoce, ha sido tarima y plataforma del hoy senador Álvaro Uribe Vélez, ex presidente de
Colombia. Esta es la iglesia que lideró junto a Manantial el voto del No” (Serrano, A. (2016,
22 de octubre). El fenómeno cristiano detrás del No. El Espectador. Recuperado de:
https://www.elespectador.com/noticias/politica/el-fenomeno-cristiano-detras-del-no-articulo-
661678)

A las anteriores se suman miles de denominaciones de Asambleas de Dios, Cuadrangulares,


Bautistas, Anglicanas, Pentecostales, Bautistas, Metodistas, Menonitas y Presbiterianas, entre
otras, podrían llegar a aglutinar en el país unos 15 millones de fieles, que aunque no todos
representarían los discursos cristianos en unas votaciones, si vigorizan el fenómeno cristiano
en el panorama político y social de Colombia. Citando a Edgar Castaño, el presidente de
Cedecol, más 10 millones de fieles evangélicos-protestantes calcula este consejo en
Colombia, haciendo alusión que “en Colombia se elige un presidente con 8 o 9 millones de
votos, y nosotros sumamos más que eso”

4
El Concilio de Trento fue un concilio ecuménico de la Iglesia católica desarrollado en periodos
discontinuos durante veinticinco sesiones entre los años 1545 y 1563 que tuvo lugar en Trento, una
ciudad del norte de la Italia actual, en el que se discutieron, entre otras cosas, La escisión de la
Iglesia por la reforma protestante.
Cabe preguntarse entonces, cómo se intentó hacer en este capítulo, si la fuerza protestante-
evangélica en Colombia puede aprovechar su crecimiento cuantitativo para lograr, en
términos Weberianos, una acción racional con arreglo a fines que supere sus diferencias
internas, o si, por el contrario, los arreglos a valores son los que imposibilitan un cohesión
entre iglesias y pastores con miras en las elecciones legislativas del 2018 ya realizadas y las
cercanas presidenciales, para las que la exfiscal y exsenadora Viviane Morales, al parecer,
representará el voto cristiano. ¿Cómo han organizado posturas estos grupos y sus principales
actores en el periodo entre el plebiscito y los sufragios del 2018? ¿Han podido distanciarse de
las élites políticas nacionales, o, por el contrario, estas las han dividido? ¿Qué papel jugaron
en las elecciones por congreso y cámara este 11 de marzo y qué posible papel jugarían en las
presidenciales? Estas preguntas son las que guiarán los próximos párrafos y que darán luces
al poder de los discursos políticos de estas denominaciones cristianas y a su papel coyuntural.

CAPÍTULO 3.
PROTESTANTISMO Y DEMOCRACIA: UN PANORAMA ACTUAL:

Ya se ha venido hablando anteriormente del impacto que ha tenido la comunidad de


cristianos evangélicos en la política nacional, en especial en los resultados del plebiscito 2016
donde ganó el “No” liderado por la oposición; ahora, en este capítulo se tratará de analizar la
influencia de esta comunidad en las elecciones parlamentarias acontecidas el 11 de marzo y
su posible impacto en las elecciones presidenciales de mayo.

Por primera vez en las elecciones parlamentarias dos partidos políticos con clara afinidad
cristiano evangélica como lo son el partido MIRA (Movimiento Independiente de
Renovación Absoluta) y el movimiento Colombia Justa - Libres, logran obtener tantos
curules, siendo un total de 9; estos serían,: Ana Paola Agudelo, Carlos Eduardo Guevara y
Aydee Lizarazo al senado y Diana Bahamon e Irma Luz Herrera a la cámara por el partido
Mira; Jhon Milton Rodríguez, Eduardo Emilio Pacheco y Edgar Enrique Palacio al senado y
Carlos Eduardo Acosta a la cámara por el movimiento Colombia Justa-Libres. Esto sin
contar a otros miembros de esta comunidad como lo son Claudia Rodríguez (líder de la
iglesia Misión Carismática Internacional) y Ángela Patricia Sanchez (pastora de esta misma
iglesia) que se lanzaron por el partido Cambio Radical a el senado y la cámara
respectivamente.
Debido a esto es difícil establecer qué tan grande fue el impacto que tuvo en las elecciones el
voto de los evangélicos, ya que en este caso no se unieron bajo un mismo propósito político,
sino que su apoyo se dividió entre diversos candidatos fuera de los dos partidos claramente
identificables con sus valores cristianos, que, a pesar de que no lograron curules en el
congreso fue suficiente para que se polarizaran en diversos partidos y no lograran más
representantes como quizá los pudieron haber conseguido, como es el caso de Oswaldo Ortiz,
youtuber que se ha autodenominado como “pastor digital” y que señala que es el “defensor de
los principios de la vida y la familia”, por lo cual ha emprendido una lucha directa contra las
personas homosexuales en defensa de sus creencias religiosa y por medio de lo cual ha
logrado un gran número de seguidores. Este candidato se lanzó al senado por medio del
partido Centro Democrático pero no logró un lugar dentro de los 19 escaños que obtuvo este
partido. Otro caso es el de Jimmy Chamorro, a quien ya había sido senador en el periodo
2014-2018, pero esta vez no le alcanzaron los votos para llegar de nuevo al senado. Es un
reconocido líder cristiano y máximo dirigente de la organización religiosa Cruzada
Estudiantil, quien se lanzó por el partido de la U.

Por este motivo, se puede argumentar que a pesar de que por primera vez este grupo obtuvo
tantos escaños en el congreso, representados en sus dos partidos, es difícil establecer
exactamente su influencia o si pudieron haber obtenido más si se hubieran unido bajo un
mismo proyecto político y no se dividieran en torno a otros candidatos, que claramente
también representaba sus valores cristianos, pero a través de diferentes partidos. Por esto,
Oscar Andrés Sánchez en su artículo Los cristianos, una fuerza clave para las presidenciales
2018 de El Colombiano, argumenta que no se puede decir que hay una gran influencia por
parte de los evangélicos en las elecciones por el hecho de que sean disciplinados para votar,
como muchos pastores quieren hacer creer para atraer la atención de los políticos, porque en
realidad ningún estudio ha comprobado esto y cita a Bibiana Ortega cuando ésta expone que
“Es más un mito con el que los pastores negocian con los políticos para conseguir prebendas.
Son disciplinados para hacer protestas y defender la familia, pero la identidad religiosa ya no
determina la identidad política”.

Es paradójico que estos grupos que ahora se jactan de tener una gran relevancia política, antes
de la constitución del 91 eran los que estaban parcialmente invisibilizados por la hegemonía
católica, siendo hoy representantes de discursos excluyentes hacia otras minorías del país,
como lo puede ser la comunidad LGBTI, que, al igual que ellos antes de La constituyente,
hoy buscan representación y defensa de sus derechos. Es decir, la iglesia protestante pasó, en
cuestión de tres décadas, de ser excluidos e invisibilizados por la relación histórica del
catolicismo con la estructura tradicional política a ser estos quienes guiados por una moral
cristiana relegan a otros actores de la escena política que no comparten sus fundamentos
doctrinales y morales. Por esto algunos analistas argumentan que existe un peligro en
combinar política y religión ya que sus argumentos se guían por aspectos más moralizantes
que constitucionales; en este sentido, Ola Política en su artículo Partidos políticos cristianos:
¿riesgo para la democracia? (2017) expone que “existe un serio peligro de la combinación
de política-religión, el riesgo de someter a toda la población a los paradigmas religiosos, la
forma como cuestionan las leyes que promueven la igualdad de muchos niveles de la
sociedad, o movilizan a las personas “contra” minorías, hablando de “proteger” lo que en una
sociedad aconfesional no creen los demás, pero según ellos si predica su Dios”.

A pesar de que se argumente que es riesgoso la combinación de religión y política, es


indispensable aclarar porque en un país democrático como Colombia es necesario permitir
que estos grupos religiosos tengan partidos políticos, ya que, este crecimiento de los grupos
protestantes evangélicos no es una característica única de Colombia, debido a que en países
como Brasil, Honduras, Costa Rica, entre otros, también existe cierto florecimiento de estas
corrientes, sumado a esto, es necesario que todas opiniones tengan cabida en la escena
política, porque, en términos democráticos, no se le puede pedir a un grupo que se supone
que representa a una mayoría relativa que respete las opiniones de una minoría si no se
toleran las posturas o criterios de estos.

Muchos de los pastores de las iglesias argumentan que los evangélicos son disciplinados a la
hora de votar y se jactan de que si quisieran podrían guiar a su rebaño no sólo en los temas
referentes a la fe sino también a la política y así lograr ser una mayoría con un peso electoral;
ya explicamos porque consideramos que esto no es cierto y que no hay estudios que
respalden este argumento. Una de las principales razones por la que se considera que es
difícil que se logre una unidad política dentro de estos grupos, además de que el mismo
candidato no represente los intereses de todos y cada uno, es precisamente el gran número de
iglesias que existen, debido a que una de las principales características de las iglesias
pentecostales es que se dividen rápidamente y a esto se debe en parte que cada vez hayan más
iglesias evangélicas en Colombia; así lo argumenta Natalio Cosoy para la BBC Mundo en su
artículo ¿cuánto poder le han quitado las iglesias cristianas evangélicas a la iglesia católica
en Colombia? (2017) cuando explica que “En el Ministerio de Gobierno hay registradas más
o menos 5.000 iglesias pentecostales, porque una de sus características es que se dividen
rápidamente. Un pastor que está medio formado se abre de la iglesia madre y crea otra con
otro nombre”.

Aun así, lo que sí es innegable es que a pesar de las divisiones dentro de la comunidad, no
sólo en el tema político sino también en lo referente a su unidad como iglesia, es que lograron
crear un movimiento político, Colombia Justa - Libres, en el que se representa alrededor del
75% de las iglesias evangélicas del país en torno a un sólo proyecto político:

“Los postulados en materia política de Colombia Justa-Libres hablan de dos reglas máximas:
justicia y equidad. Es decir, hacer actos en favor de la sociedad y que el bienestar sea para
todos. Y, como se dijo al principio, enarbolar la bandera de defensa del núcleo de la sociedad:
la familia, como base de una nueva Colombia” (García, H. 2017, 28 de octubre. Colombia
Justa-Libres, la apuesta electoral cristiana. El espectador. Recuperado de
https://www.elespectador.com/noticias/politica/colombia-justa-libres-la-apuesta-electoral-
cristiana-articulo-720411.

Sin embargo, es muy difícil que un solo partido político represente a toda la comunidad de
cristianos evangélicos y por lo tanto que se logre crear un partido único cristiano, tal como lo
explica la revista Semana en su artículo Los cristianos, el poder que inclina la balanza
política (2017); en primer lugar, muchos líderes cristianos tienen estrechas relaciones con
otros partidos políticos y no estarían dispuestos a abandonarlos por crear un movimiento
cristiano. En segundo lugar, hay cristianos que consideran que es iluso crear un partido
cristiano independiente y que por ahora la jugada más inteligente es buscar alianzas.

Esta misma división de la que se ha venido hablando a lo largo de todo el texto, es


precisamente la que lleva a preguntarse si los cristianos evangélicos lograrán unirse bajo un
mismo proyecto político y bajo un único candidato presidencial en las próximas elecciones y
qué posible papel jugarán en estas. Al respecto, se trató de construir un análisis de lo que
posiblemente podría suceder con esta comunidad; el argumento que aquí se plantea es que
está muy claro que en materia de las preferencias electorales a la presidencia, esta anhelada
unidad de las iglesias evangélicas bajo un sólo proyecto político es casi un imposible; en este
sentido, García (2017) expone que los mismos evangélicos reconocen que será difícil, por no
decir casi imposible, que todo el pueblo evangélico se una en un sólo partido, pero sí están
convencidos de que esta vez su voto será más decisivo que nunca.

Como se puede inferir de lo anterior, debido a su misma división, en la comunidad evangélica


no hay consenso acerca de a cuál de los candidatos a la presidencia 2018-2022 se debe
apoyar. En tal caso, se considera y se secunda a la revista Semana en su artículo El apetecido
voto de los fieles (2018) cuando argumenta que son tres los candidatos presidenciales que
tienen el mayor apoyo de este grupo. En primer lugar, se encuentra Viviane Morales,
evangélica militante que lideró la consagración legal de la libertad de cultos en el país, ha
encabezado iniciativas como el referendo que buscaba prohibir a personas del mismo sexo
adoptar hijos, su fórmula vicepresidencial es Jorge Leiva Duran: teólogo, docente y católico;
Viviane forma parte de la iglesia Casa Sobre la Roca, dirigida por el pastor Dario Silva, esta
iglesia precisamente apoya al Movimiento Colombia Justa - Libres y a pesar de que Morales
se lanzó con el partido Somos, hace pocos días este movimiento evangélico anunció por
medio de un comunicado su apoyo a la campaña de la exfiscal, así como lo muestra El
Espectador en su artículo Colombia Justa - Libres adhiere a Viviane Morales “El liderazgo
de las iglesias cristianas de todo el país, que acompañan al movimiento cristiano Colombia
Justa Libres, decidió hoy respaldar la aspiración de la exfiscal general Viviane Morales a la
Presidencia de la República”. En segundo lugar, se encuentra Germán Vargas Lleras, se
podría decir que el apoyo que tiene de los cristianos se debe en parte a su imagen de mano
dura. A su partido acaba de entrar la iglesia Misión Carismática, a la cabeza de esta iglesia se
encuentra el pastor César Castellanos y su esposa Claudia Rodríguez. En tercer lugar, se
encuentra Iván Duque, quien está siendo apoyado por un amplio sector evangélico liderado
por el pastor Miguel Arrázola de la iglesia Ríos de Vida, este pastor asumió un papel
significativo en la victoria del “No” y a finales del año pasado convocó a cientos de personas
a un debate entre los precandidatos uribistas.

En conclusión, se tienen dos hipótesis sobre por qué es muy difícil que el grupo de cristianos
evangélicos pueda subir a un candidato presidencial. En primer lugar, se podría afirmar que
las divisiones dentro de la iglesia evangélica limitaran su influencia en las próximas
elecciones presidenciales; en segundo lugar, en estas elecciones la influencia de los
evangélicos no será la misma que en el plebiscito del 2016, donde se cree que representaron
cerca de un millón y medio de votos, debido a que en esta ocasión no hay un discurso único
que aglutine a toda la comunidad como era el caso del “No” que representaba un discurso que
los unificaba; en este ocasión, entrarán en discusión y en competencia por los votos de los
fieles, ya que no hay un elemento común que agrupe a las iglesias debido a que el debate de
las presidenciales del 2018 no gira en torno a la familia sino que se centra en el debate de los
desafíos del posconflicto y en el tema de la corrupción. Si se unen las grandes iglesias quizá
podría inclinarse la balanza.

CONCLUSIONES:

Como se planteó desde un inicio, la secularización en Colombia, posibilitada por importantes


procesos históricos del país como los diversos intentos de modernización, industrialización y
a su vez de urbanización dados previamente pero más fuertemente configurados durante el
periodo de La Violencia y El Frente Nacional, no deben verse como una secularización total
de la vida social colombiana, al contrario; se debe ver, tanto en Colombia como en gran parte
de Latinoamérica, desde una mirada coyuntural de configuración de la hegemonía moral
judeo-cristiana en el continente, donde no se está gestando un debilitamiento del sistema
moral y doctrinal de este sistema religioso, sino un cambio en sus representantes y la fuerza
de estos mismos, donde diversas denominaciones protestantes, principalmente pentecostales,
están jugando un papel fundamental

Entender lo anterior permite precisar dos aspectos importantes que deja este análisis: primero,
que los espacios que están llenando social y políticamente la creciente iglesia protestante es
inversamente proporcional a los que han perdido la iglesia católica, permitiendo esto
configurar hoy por hoy una resaltante tensión entre ambos conjuntos religiosos, que, aunque
pertenecen al mismo sistema religioso, se disputan hoy sus posturas, creencias y discursos en
la escena cultural y política colombiana; y segundo, que hay que establecer claridad cuando
se habla del crecimiento protestante, ya que este tiene sus especificidades internas, siendo
principal la predominancia de iglesias de corriente pentecostal y denominaciones evangélicas
independientes5, lo cual genera cierto distanciamiento con las denominaciones históricas

5
Aquí se hace referencia a lo planteado por Weber cuando se refiere que dentro de las diferentes
derivaciones de la reforma protestante, se pueden encontrar unas que se establecen a partir de una
dominación más legal-racional propia de la modernidad occidental; pero también denominaciones
que se configuran a partir de una oferta mágico-religiosa propia de una interna dominación
carismática propia del auge creciente de las iglesias pentecostales y diferentes derivaciones de esta.
derivadas directamente de La reforma6, asunto que no les ha posibilitado a estas últimas un
aumento cuantitativo sustancial de igual forma que ha reducido el poder hegemónico del
catolicismo.

Es de importancia señalar, cómo se trató de enunciar en los capítulos 2 y 3, que estos grupos
cristianos están moldeando en un vórtice de dos aristas contrapuestas: su influencia
cuantitativa creciente (Ver tablas 1 y 2.) y la polarización interna que se gesta en su accionar
político. Lo anterior se puede evidenciar en que es tanta la diversidad de ofertas protestantes
en la política nacional que el creyente puede llegar a confundirse en el momento de llegar a
las urnas. Por mencionar algunos ejemplos, está el partido político Mira liderado por Carlos
Alberto Baena, Alexandra Moreno Piraquive como brazo político de la iglesia pentecostal
Dios Ministerial de Jesucristo Internacional; por otro lado Los Castellanos (Cesar y su esposa
Claudia) que direccionando la iglesia Misión carismática internacional, tienen hoy
representación política en el seno de un partido no declarado nunca como cristiano como lo
es Cambio Radical; también se encuentra el más reciente movimiento político evangélico
Colombia Justa - Libre, al que pertenecen representantes como Eduardo Cañas, Darío Silva
Silva y John Milton Rodríguez, solo por mencionar algunos, líderes de grandes iglesias del
contexto nacional como lo son Manantial de vida eterna, Casa sobre la roca y Misión paz a
las naciones respectivamente; y como no, Viviane Morales, la que puede verse como la
candidata cristiana a la presidencia con posibilidades de obtener gran parte del voto creyente,
pero que lanzó su candidatura con un partido católico de sospechosa génesis relacionada con
el paramilitarismo en Colombia como lo es el partido Somos; lo anterior sin mencionar
también representaciones en el congreso próximo a salir de representantes cristianos en
partidos como el Centro democrático y la U.

Se puede plantear entonces que debido a este fraccionamiento dentro de la comunidad


cristiana, no se puede hablar de un discurso político que los aglutine a todos, ya que lo
anterior ha conllevado en buena medida a una instrumentalización discursiva por parte de
diversos actores y partidos políticos tradicionales como se demostró en la coyuntura del
plebiscito de 2016, estableciendo esto una hipótesis clave y conclusiva: el futuro del
protestantismo en la política nacional no se encuentra cerca de la casa de Nariño, por lo

6
Principalmente denominaciones como el Luteranismo, Calvinismo, Anglicanismo, Baptismo, entre
otras, siguen siendo una minoría en Colombia respecto a la preponderancia católica y el creciente
pentecostalismo.
menos en lo que respecta a estas elecciones presidenciales, pero su voto será de nuevo clave
para una segunda vuelta, donde el que logre ser el afortunado que reciba de brazos abiertos a
este botín electoral, tendrá una fuerza clave para ser el próximo presidente del país. Aun así,
su influencia y poder independiente es de tener en cuenta para un futuro, sea próximo o
lejano.

BIBLIOGRAFÍA

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octubre 2016). BBC Mundo. Recuperado de: http://www.bbc.com/mundo/noticias-
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FUENTES SECUNDARIAS:

- Beltrán, W.M. (2013). Pluralización religiosa y cambio social en Colombia.


Theologica Xaveriana, 63, 57-85.

- Weber, M. La ética protestante y el espíritu del capitalismo. Barcelona: Orbis, 1985.

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