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Reglamento de Edificación

INTRODUCCION

En 2008 fue modificado e implementado el Nuevo Código urbano. En un artículo anterior,


hemos analizado los resultados parciales que el mismo ha tenido en este lapso de tiempo
sobre la realidad de la ciudad construida. Pretendemos avanzar aquí sobre algunas
cuestiones que atañen a la otra pata del binomio normativo que determina lo posible en
términos de construcción de ciudad; nos referimos puntualmente al Reglamento de
Edificación de la ciudad de Rosario, en adelante RE.
Creemos oportuna esta reflexión en la medida en que consideramos inevitable también en
este caso una impostergable revisión integral y reescritura del mismo, a fin de salvar y
corregir lo que consideramos sus defectos más significativos en tanto impiden
explícitamente dotar a una ciudad como Rosario de una serie de normas que regulen la
producción de ciudad en el ámbito de la escala edilicia acorde al tiempo y lugar
coyunturales como así también al futuro por venir. Así mismo, la convivencia de un Código
Urbano actualizado y un reglamente de Edificación vetusto, no hacen más que complicar
el panorama a la hora de accionar sobre la ciudad por parte de los distintos actores
involucrados, cuando no representa meramente, una anacrónia difícil de sostener.
Al igual que en la oportunidad anterior, creemos que en la medida en que más voces se
sumen a la discusión en estadios tempranos del proceso de revisión, mayores
posibilidades tendremos de sumar ideas, voluntades y acciones. Al mismo tiempo, se
garantizaría un proceso de transformación mucho más democrático, abierto y plural que el
que guió la modificación del CU.

SITUACION ACTUAL. DIAGNOSTICO

Luego de una lectura crítica del RE, resultan evidentes algunas características que
conviene enumerar y destacar a fin de abordar la discusión sobre su modificación. Su
enumeración es parcial y el listado puede ampliarse con el tiempo.

1. Explicitación de Fundamentos, Principios y Objetivos

Básicamente un Reglamento de Edificación existe para garantizar y proteger las


condiciones del medio-ambiente y la seguridad y el bienestar de los ciudadanos en todo lo
inherente a las condiciones de habitabilidad de los espacios público y privado
contemporáneo, mediante el establecimiento de normas mínimas para la regulación del
diseño, construcción, ocupación y uso de edificios.
Para ello establece requisitos y estándares mínimos razonables, basados en los
conocimientos, técnicas y experiencias actualizadas de la ciencia, la arquitectura, la
ingeniería y saberes afines, como de la utilización de las maquinarias, equipos, materiales
y métodos modernos de diseño y producción necesarios.

Resulta para nosotros entonces sintomático de la inadecuación del actual RE a la realidad


y de su obsolescencia instrumental, el que carezca de la explicitación inicial de cualquier
tipo de fundamentos, razones o motivos legales y disciplinares -teóricos y prácticos- que
originen ya su existencia cuando no su mera redacción o mecanismos de modificación y
actualización.

La ausencia de estas nociones deslegitima notoriamente su capacidad de cohesión sobre


aquellos a los que está destinado, tornándolo un cuerpo legal sospechoso frente al cual
se desconfía y duda en vez de considerarlo la herramienta posibilitante fundamental y
primera, aliada de todo aquel con intereses en producir espacios habitables seguros y de
calidad.
Creemos por tanto que es necesario dotar al RE de un apartado inicial en el que se den
cuenta de las razones que lo motivan, de los principios que lo guían y mediante los cuales
toma forma, como también de los mecanismos a través de los cuales será aplicado,
revisado y actualizado en el tiempo.
Como complemento, es necesario incorporar un glosario de términos que dé cuenta de la
definición lo más precisa posible de los términos y conceptos involucrados más
significativos e importantes a fin de evitar y prever malas interpretaciones.

2. ¿Quiénes piensan y proyectan la ciudad?


Marginación de la mayoría implicada en la norma en el ámbito de las decisiones

Es generalmente reconocida en el ámbito de la planificación, la necesidad de optar por el


desarrollo de mecanismos de incentivo, promoción y consenso, valores propios de los
sistemas democráticos, por sobre la prohibición, la obligación y la unilateralidad,
cualidades propias de los mecanismos de planificación y gestión asociados a sistemas
totalitarios.
Indudablemente esta última alternativa a demostrado ser eficiente en tanto permite un
manejo centralizado de las acciones en pos de ciertos objetivos dados, pero no es menos
cierto que estos “objetivos” terminan siendo definidos por una minoría que asume la
responsabilidad por las decisiones planteadas a nombre de una mayoría marginada, que
más tarde, deberá hacerse cargo de la realidad consecuente. Indudablemente, en los
sistemas democráticos todo proceso de decisión es arduo, complejo y sujeto a
multiplicidad de críticas y demoras, pero a cambio el resultado de la aplicación de normas
es menos traumático y en general aceptado, ya que de alguna manera, surge de la misma
mayoría que pretende auto-ordenarse.
El RE vigente es el resultado de una serie de operaciones en el proceso de su redacción y
puesta en vigencia, que han involucrado principalmente a los cuerpos técnicos
municipales y políticos-legislativos en su confección. Prácticamente no existen
mecanismos participativos que hayan logrado incorporar de manera efectiva y concreta la
opinión y las demandas de la ciudadanía en general -las cámaras de comercio, el ámbito
académico o los profesionales de las varias disciplinas intervinientes en el diseño y
construcción de la ciudad- en suma, productores y usuarios de la misma.

Actualmente existe la Subcomisión de morfología urbana y régimen edilicio, de


funcionamiento parcial y transistorio, que tiene la potestad de “solicitar la
colaboración ad-honorem de instituciones, personas, o funcionarios públicos cuyos
conocimientos y versación se consideren útiles”, a los cuales significativamente les
otorga voz pero no voto en las reuniones de la Comisión.
Proponemos que para que un RE satisfaga las necesidades diversas de los que
quedan bajo su guarda, debe lograrse un consenso amplio mediante el cual,
aun generando niveles variados de entusiasmo y apoyo, exista un equilibrio
aceptable de las variables puestas en juego que cada parte involucrada pueda
llegar a aceptar.
Para ello es prioritario elaborar mecanismos de participación amplia tanto en las
instancias primeras de recolección de las demandas como en el estudio de las mismas y
la redacción final que las incorporaran al cuerpo de la ley bajo la forma de normativas
reguladoras.

La ley no se expresa en espíritu -la explicitación de necesidades a resolver- sino


mediante prescripciones de forma -como se debe resolver. Se configura así, una
reglamentación taxativa que obliga a implementar soluciones apriorísticas.
Ante la posibilidad de generar -por parte de profesionales habilitados a tal fin- pautas para
resolver ciertas problemáticas particulares mediante la acción reflexiva propia del proceso
de diseño, la normativa del RE establece casi exclusivamente la obligación de atenerse a
soluciones de carácter taxativo, previstas fuera del contexto particular por personal
técnico difícilmente consustanciado con todos los aspectos particulares que cada obra en
sí misma plantea.
Para la ciudad construida, la doble consecuencia inmediata es que los espacios
habitables terminan uniformándose todos entre si adelgazando sus cualidades espaciales
al tiempo que pierden calidad arquitectónica en torno a unos parámetros de mínima que
se vuelven dominantes.
Para la planta profesional, esto redunda no solo en una merma de su capacidad de
producción de soluciones particulares frente a problemas específicos, sino en el
vaciamiento de “sentido disciplinar” como aportación cultural colectiva heredable,
provocado precisamente en la mera recursividad a soluciones conocidas y en la ausencia
de innovaciones coherentes y consistentes que estén a la altura o incluso superen, las
demandas particulares de la coyuntura histórica.
La falta de incentivos para superar estas condiciones de mínima -con cuyo cumplimiento
basta para aprobar un permiso de edificación- impiden la aparición y proliferación de otras
instancias superadoras originadas en la inventiva, el compromiso o los desafíos
profesionales propios de las disciplinas intervinientes.
Proponemos que una instancia superadora implicaría llegar a un consenso lo más amplio
posible sobre las “condiciones ambientales y vivenciales” -parametrizables,
cuantificables, mensurables y por tanto verificables- en las que se desea y pretende
deberían realizarse las actividades humanas que incumben al RE, permitiendo una mayor
libertad en los modos y maneras de alcanzar las instancias espaciales y formales
respectivas que materialicen y posibiliten dichas condiciones.

3. Determinación y conformación de parámetros. Inorganicidad del cuerpo


normativo.

4. Caducidad temporal y actualización.

Muchos de las cuestiones abarcadas por el RE han originado especificaciones normativas


no consultadas, votadas sin mayor consenso social que el del cuerpo legislativo
responsable de su implementación, arbitrarias respecto de saberes profesionales
largamente probados y prácticas humanas recurrentes o cambiantes; muchas veces
coyunturales como respuesta político-partidista a demandas sectoriales casi nunca
abordadas en relación al conjunto.
Así mismo, los reclamos de modificaciones que permitieron su adecuación a realidades
cambiantes desde su implementación en 1967, han generado una sumatoria inorgánica
de enmiendas, correcciones, agregados y sustracciones nunca estudiadas integralmente.
Como resultado, el RE presenta una falta de coherencia general e inconsistencias
particulares que creemos, lo vuelven un instrumento obsoleto.
Proponemos que un RE debe necesariamente responder a un tiempo y a un lugar
determinado al tiempo que debe permanecer “abierto” para adecuarse a los cambios. Al
igual que una planta de arquitectura, de la que se espera que en un futuro desconocido
pueda adecuarse a demandas funcionales sino imprevisibles, al menos no lo
suficientemente explicitables como para fraguar en una forma determinada y definitiva, es
necesario dotar al RE de cierta “flexibilidad” para evitar su pronta obsolescencia y la
recurrencia a modificaciones esporádicas y fragmentarias que no suelen estar en sintonía
y el debido grado de coherencia con el cuerpo global de la norma, por obedecer
mayoritariamente a coyunturas que en buena medida poco tiene que ver con las
cuestiones específicas que el mismo legisla.

Garantizar que los castigos sean equitativos e iguales para todos los que deben cumplir
ese reglamento. Se cumple Principio de proporcionalidad?

Iluminación y ventilación, ahorro energético, (aleros y galerías) independencia de las


orientaciones parámetros obsoletos (1930).

Obligación de cocheras, el lote, dimensiones y distribución, la cuestión estructural


constructiva, la cuestión urbana (frentes de ingresos vehiculares)
Estacionamiento sin tener en cuenta la tipología, ni la inversión. La cuadra como una
sucesión de ingresos vehiculares. Falta un escalafón y porque no un incentivo en vez de
obligación.
El caso de la obligación de cocheras, en el cual la decisión de construir viviendas implica
financiar la construcción de espacios que no estaban previstos en la intención original
(hay que ver como se arma, relacionar con los cambios de los modos de vida que en
realidad los define la sociedad desde la iniacitiva individual y no , un ideal a priori
planteado por ciertos iluminados, ESTO ES CASI CIAM, UN SIGLO ATRAS

Circulaciones verticales definición de escaleras?

La ordenanza incorpora cambios que resultan del concepto de hábitat y de


espacio público y privado contemporáneo, con la definición sustantiva de
propender a la sostenibilidad del desarrollo edilicio, a la sustentabilidad del
desarrollo urbano / ambiental y a la accesibilidad universal de las personas.
Establece un marco departamental que igualmente reconoce las singularidades
del territorio, sin perjuicio de que a través de los instrumentos de ordenamiento
territorial se definan los aspectos específicos del mismo. Incorporar el uso de las
nuevas tecnologías.

El texto resultante pretende, establecer un marco actualizado y ordenado, que


ayude al quehacer de los diferentes actores involucrados en el proceso de la
edificación y que conforme un cuerpo de información clara y accesible.

Ante todo necesitamos identificar los elementos que caracterizan la situación


actual, los problemas que se presentan y, en consecuencia, los objetivos que
debemos proponernos. El proceso que podemos seguir para ello puede ser muy
diferente, dependiendo de las circunstancias de la población, de su entidad, etc.
En todo caso como esquema de trabajo puede ser útil establecer los siguientes
pasos: Información. Recogida de los datos necesarios para conocer el estado
actual Análisis. Examen y valoración de estos datos, explicitando lo que estaba
implícito: se trata de identificar lo que en medicina se denominaría la
sintomatología Diagnóstico. Del análisis se han de inferir los problemas existentes,
es decir, de nuevo con terminología médica, la etiología del estado actual
Objetivos. Conocido el origen del problema podremos fijar la terapéutica
adecuada, lo que supone identificar los objetivos.

CASO PRÁCTICO
Se pretende en este apartado poner en consideración la posibilidad de un estudio de la interacción
de alguno de los artículos del RE en relación a un caso concreto de diseño arquitectónico y una
contrapropuesta a partir de la cual mejorar el mismo. En concreto, se intentará mostrar los
resultados de la aplicación de los artículos 3.3.2.2 (cerramiento de balcones)

3.3.2.2. Salientes en balcones abiertos y cerramientos de balcones

1. No se permitirá la colocación de ningún cerramiento o protección solar sobre el perímetro


de la baranda de los balcones abiertos fuera de la línea municipal, autorizándose
únicamente la colocación de toldos o cortinas de lona o plástico totalmente desplazables,
y siempre que sean uniformes en todo el edificio.
2. Se autorizará - con carácter de no conforme - la permanencia de todos los cerramientos
que hasta la fecha 13/1/77 se han colocado como protección solar sobre la baranda de los
balcones fuera de la línea municipal, siempre y cuando cumplan los siguientes requisitos:
3. Que los cerramientos sean exclusivamente para protección contra los rayos solares (que
no tengan vidrios)

Este es un caso típico de pretensión de forma por sobre la regulación de condiciones de


habitabilidad, cometido a todas luces ilógico e innecesario por inabordable, que revela a su vez, un
amplio desconocimiento sobre las posibilidades resolutivas que brindan las disciplinas de diseño al
momento de encontrar la solución a un problema determinado.
En primer lugar, no quedan explícitas ni las razones ni los fines de la imposición, presentando todo
el artículo, una fuerte carga de arbitrariedad ¿Se busca o no proteger los balcones del sol y la
lluvia? ¿Porque no pueden protegerse los balcones con cerramientos que sean removibles pero no
sean ni toldos ni cortinas? ¿Con que criterios y fines se ponderan unos materiales por sobre
otros? ¿Porque no pueden usarse cortinas de listones de madera o algún otro material natural
como esteras o mimbre?
Se incurre además en una incorrección por falta de especificaciones o fallas en la redacción (¿Que
ocurre por debajo del nivel de las barandas? ¿Qué ocurre por delante o por detrás del plano de
baranda?) Finalmente, se presupone la existencia de otra clase de balcones, los “cerrados” cuya
existencia entraría en contradicción con la misma razón de ser de la norma.

Puntualmente se decide y obliga una determinada forma y un material específico –lo que debiera
ser patrimonio decisional del proyectista- cuando en realidad lo que se pretende es la instalación
de una condición verificable del límite de los balcones; cerrar los mismos con los fines de
protección climática y privacidad.

PROPUESTA

Se propone la reescritura del apartado 3.3.2.2 con un criterio amplio en torno a las soluciones
arquitectónicas posibles, regulando solamente determinadas condiciones de existencia que se
consideran indispensables. Cabe aclarar que es solo a modo de ejemplo.
Los balcones por fuera de la línea municipal podrán contar con cerramientos de protección solar
siempre que cumplieren conjuntamente con:
a) resulten uniformes en materiales y medidas en toda la superficie de fachada del edificio donde
se encuentren
b) no abarquen más del X% de la superficie comprendida por la medida del frente del balcón y su
altura desde piso a cielorraso
c) puedan desplazarse totalmente con cualquier tipo de mecanismo dentro de la superficie de suelo
del propio balcón.
d) no presenten una superficie continua ni tengan una permeabilidad visual y de aire inferior a x%
en la totalidad de su superficie.

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