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LINEAMIENTOS PARA UN CÓDIGO

DEONTOLÓGICO
DE LA ABOGACÍA MEXICANA
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES JURÍDICAS
Serie Estudios Jurídicos, Núm. 222

Coordinadora editorial: Elvia Lucía Flores Ávalos


Cuidado de la edición: Samantha Ocampo González
Formación en computadora: Arturo de Jesús Flores Ávalos
LINEAMIENTOS PARA
UN CÓDIGO DEONTOLÓGICO
DE LA ABOGACÍA MEXICANA

Óscar Cruz Barney


Felipe Ibáñez Mariel
José Antonio Lozano Díez
Cuauhtémoc Reséndiz Núñez

Coordinador: ABA ROLI México

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO


INICIATIVA PARA EL ESTADO DE DERECHO DE LA
ASOCIACIÓN DE LA BARRA AMERICANA DE ABOGADOS
ABA ROLI México
México, 2013
Primera edición: 16 de mayo de 2013

DR © 2013, Universidad Nacional Autónoma de México


Instituto de Investigaciones Jurídicas
Circuito Maestro Mario de la Cueva s/n
Ciudad de la Investigación en Humanidades
Ciudad Universitaria, 04510 México, D. F.

DR © 2013, ABA ROLI A. C.


Hamburgo 206-502
Col. Juárez México, D.F. C.P. 06600
Tel.: +52 (55) 52 07 25 61
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www.abaroli.mx

Impreso y hecho en México

ISBN. En trámite
CONTENIDO

Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . IX
Preámbulo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . XVII

PRIMERA PARTE
DE LAS ORGANIZACIONES

Capítulo primero
De la abogacía y sus organismos rectores

I. Las profesiones jurídicas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3


II. Los colegios de abogados. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4
III. Otras asociaciones de profesionales. . . . . . . . . . . . . . . . 4
IV. De los abogados. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4
V. De la Colegiación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5

Capítulo segundo
Régimen disciplinario

I. Del órgano en materia de ética profesional. . . . . . . . . . . . 7


II. Principios fundamentales del procedimiento. . . . . . . . . . 7
III. De las sanciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8

V
VI CONTENIDO

Capítulo tercero
Del Consejo General de la Abogacía Mexicana

I. Creación del organismo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9


II. Funciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

SEGUNDA PARTE
CÓDIGO DEONTOLÓGICO
DE LA ABOGACÍA MEXICANA

Capítulo primero
Derechos y deberes de los abogados

I. Independencia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
II. Libertad de defensa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 14
III. Deber y honor profesional. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 14
A. Formación de futuros abogados. . . . . . . . . . . . . . . . 14
IV. Honradez. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
V. Confianza e integridad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
VI. Secreto profesional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
A. Excepciones a la regla general del secreto profesional . 17
VII. Incompatibilidades, prohibiciones y otras restricciones . . 18
VIII. De la publicidad. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19
A. Publicidad de litigios pendientes . . . . . . . . . . . . . . 20
B. Empleo de medios publicitarios para la captación y
el desahogo de consultas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20
C. Incitación directa o indirecta a litigar . . . . . . . . . . . 20
CONTENIDO VII

Capítulo segundo
Relaciones con otros abogados, otras profesiones
y con la parte contraria

I. Competencia desleal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
II. Sustitución del abogado. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24
III. Relaciones con la parte contraria . . . . . . . . . . . . . . . . . 24
IV. Separación de abogados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24
V. Relaciones interdisciplinarias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25

Capítulo tercero
Relaciones con el colegio y otras autoridades

I. Relación con el colegio. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27


II. Relación con los Tribunales y otras autoridades. . . . . . . 28
III. Relaciones entre abogados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28
IV. Relaciones con los clientes. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29

Capítulo cuarto
Cobro de honorarios y provisión de fondos

I. Honorarios. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33
A. Las metas de facturación. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 34
II. Cuota Litis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 34
III. Provisión de fondos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35
IV. Impugnación de honorarios. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35
V. Pagos por captación de clientela. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 36
VI. Tratamiento de fondos ajenos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 36
VIII CONTENIDO

Capítulo quinto
Desarrollo profesional y certificación

I. Educación jurídica continua . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39


II. Relaciones con universidades y centros de estudio . . . . . . 39
III. Acceso a la certificación por especialidades . . . . . . . . . 39

Capítulo sexto
Asistencia social profesional

I. Responsabilidad social de la abogacía. . . . . . . . . . . . . . . 41


II. Patrocinio de causas Pro bono . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 42

Capítulo séptimo
Responsabilidad civil

Cobertura de la responsabilidad civil . . . . . . . . . . . . . . . . . 43


PRESENTACIÓN

Entre las profesiones jurídicas, la vertiente del ejercicio como abo-


gado tiene en México particularidades que le dan una especie de
singularidad con respecto del ejercicio de otras áreas del derecho
y, sin duda, del ejercicio de la abogacía en otras latitudes. Si bien
comparte con los demás campos de la acción profesional la mis-
ma base inicial, conformada por el requisito de estudios para la
obtención de un título que ha de otorgar una institución auto-
rizada para ello, seguida del trámite de obtención de la “cédu-
la profesional”, que tiene el carácter de patente para el ejercicio
profesional, aun esta base inicial no comprende la totalidad del
ejercicio profesional del abogado, pues los campos laboral y penal
han estado tradicionalmente separados, al no exigirse en las leyes
título y cédula para su desempeño. Aunque hay cambios recientes
dirigidos a modificar la situación, ésta perdura en la práctica. Por
lo demás, respecto de la totalidad de los campos de intervención
del abogado, su desarrollo adquiere características diferentes a las
de otras profesiones jurídicas.
Mientras que otras profesiones jurídicas, como la judicial, el no-
tariado, la correduría pública, la del Ministerio Público o la defen-
soría proveída por el Estado, y aun la académica, una vez cumplido
el requisito inicial de obtención del título y la cédula profesional,
se sujetan a otros requisitos que permiten el control y vigilancia
del ejercicio correspondiente, la abogacía no pasa por requisito
alguno. No hay órganos o instancias vinculantes de especie alguna
que lleven a cabo dicho control y vigilancia y, consecuentemente,
la calidad del ejercicio profesional y la responsabilidad correspon-
IX
X PRESENTACIÓN

diente son obra de la voluntad individual del abogado. Más aún,


no existe siquiera una matrícula de abogados que permita conocer
cuántos de ellos están efectivamente en ejercicio, en qué campos se
desempeñan y en qué lugares ejercen. Las mayores aproximaciones
al respecto son de carácter estadístico, pero ninguna alcanza un grado
de precisión que pueda estimarse confiable. (Véase, como ejemplo,
el análisis del “Observatorio Laboral” de la Secretaría del Trabajo
y Previsión Social).*
Aunque las recientes reformas constitucionales para instru-
mentar los denominados juicios orales y la reforma legal laboral
buscan ya que en los juicios correspondientes intervengan abo-
gados con título y cédula profesional, el proceso para que ello sea
efectivo tardará algunos años y, de concretarse, constituirá sola-
mente un avance elemental, pues no resolverá la problemática
general del ejercicio profesional de los abogados.
Esa problemática general tiene diversas aristas. Por ejemplo,
es necesario constituir la matrícula correspondiente, para identi-
ficar con precisión a quienes llevan a cabo el ejercicio respectivo.
Con ello se permitiría, además, ofrecer a la sociedad demandan-
te de los servicios profesionales un cierto grado de certeza en
cuanto a las condiciones de prestación de los mismos, pues no so-
lamente identificaría al abogado que presta el servicio, sino que
permitiría asomarse a sus condiciones en cuanto a conocimien-
tos, experiencia y comportamiento. Al día de hoy un profesionista
que haya obtenido el título y la cédula profesional puede apartarse
del ejercicio profesional por varios años y retornar a él sin ajustar-
se a requisito alguno; es decir, puede ofrecer servicios sin contar
con la experiencia o la actualización de conocimientos. Puede,
además, incurrir en errores o faltas, e incluso en conductas irre-
gulares, sin que ello le acarree consecuencia alguna respecto de
su ejercicio.

* Disponible en www.observatoriolaboral.gob.mx, visitada por última oca-

sión el 27/03/2013.
PRESENTACIÓN XI

Para hacer frente a esa problemática es necesaria una reforma


legal. Es necesario que la ley que regula a las profesiones en ge-
neral o, mejor aún, que una ley que regule el ejercicio profesional
de la abogacía, disponga las bases de dicho ejercicio y propicie la
solución de algunos de los problemas. Para ello es de particular
importancia que se abra un debate en el que con una amplia par-
ticipación de los abogados se alcancen acuerdos que permitan
dar cauce a esas soluciones.
Convencidos de que son los propios profesionistas quienes
pueden y deben propiciar las soluciones, se propuso la formu-
lación de este documento en el que, por una parte, se busca dar
bases para la organización de los abogados y, por otra, exponer
los lineamientos para que las organizaciones emitan su respec-
tivo código deontológico. Con ello se aporta una base para la
discusión y se proporcionan elementos para dar pasos hacia la
solución de la problemática.
Las organizaciones actualmente existentes y que son verda-
deros colegios de profesionistas son muy pocas y reúnen a pocos
abogados. No obstante la seriedad de sus esfuerzos, tanto para
propiciar el desarrollo profesional de sus integrantes ofreciendo
variadas actividades para la actualización de sus conocimientos,
como para llevar a cabo el control ético de su actuación, se ob-
tienen resultados escasos, al sustentarse en la decisión voluntaria
de cada miembro. Su actividad es de importancia, pero ante la
magnitud del número de quienes no participan en dichas orga-
nizaciones, su alcance resulta limitado. Ello hace evidente el pro-
blema de la organización y conduce a la necesidad de la obliga-
toriedad de la colegiación.
Sin duda, el establecimiento de la colegiación obligatoria pro-
piciaría el gran cambio que se hace necesario para la modifi-
cación de las condiciones del ejercicio profesional, pues de ese
modo sería la profesión organizada la que podría determinar
cuáles son las mejores prácticas profesionales, la que llevaría a
cabo el control y vigilancia de los profesionistas, la que podría
propiciar los medios de actualización de conocimientos y fomen-
XII PRESENTACIÓN

tar el desarrollo profesional. Tal colegiación obligatoria no ha


de significar, en modo alguno, la constitución de cotos de poder
para algunos grupos, ni mucho menos el control desde órganos
estatales que limite la libertad e independencia de los abogados.
La pluralidad de colegios es indispensable, pero la incorporación
obligatoria de los abogados a alguno de ellos lo es también.
En el documento que se presenta, particularmente respecto
de los lineamientos deontológicos, se ha tratado de recoger todos
aquellos aspectos que desde tiempo atrás le han dado carácter a
la profesión de abogado y constituyen los principios y valores re-
conocidos internacionalmente como los propios de la profesión.
Asimismo, se ha tratado de atender a ciertos problemas específi-
cos del ejercicio profesional en nuestro país y hacer frente a cues-
tiones que en el medio se reconocen como prácticas a corregir.
Tales como las relativas a los pactos de cuota litis, las prácticas de
establecimiento de cuotas de facturación, las prácticas monopó-
licas o las prácticas de obtención de clientela. Los lineamientos
que se exponen buscan conformar un código deontológico, pero
será cada colegio de profesionistas el que, al asumirlo, le de ese
carácter y adopte las reglas que considere pertinentes.
Diversas leyes, particularmente las de carácter procesal, deter-
minan el comportamiento de los abogados. Los códigos penales,
al tipificar ciertas conductas como delitos, influyen también en
dicho comportamiento. No obstante, es el campo deontológico el
que permite el mejoramiento efectivo de la conducta. Por ello, el
establecimiento de las reglas correspondientes y su difusión para
el conocimiento de los destinatarios es una tarea fundamental. El
documento que se presenta pretende contribuir a ello, conside-
rando que si bien es cierto que la Ética encuentra su fundamento
en la acción personal, la asunción de ciertas normas como recto-
ras de la conducta requiere del conocimiento de las mismas por
cada profesionista para expresar la aquiescencia sobre su obli-
gatoriedad. Además, las normas de ética profesional tienen un
indudable matiz social al derivar de la experiencia de la profesión
en su conjunto. La correspondencia entre la existencia de una
PRESENTACIÓN XIII

organización formalmente constituida, en el caso el colegio de


profesionistas, y la puesta en vigor de un código deontológico que
recoja los principios y valores que deben privar en el ejercicio
profesional, es indudable.
En este contexto, el presente documento tiene el propósito de
desvelar con toda claridad el papel fundamental que juegan los
colegios de abogados y el deber de los abogados de incorporarse
a ellos, así como de mostrar los principios y valores más esencia-
les que informan la abogacía y orientan su correcto ejercicio, los
que, una vez asumidos en un código deontológico por cada orga-
nización, habrían de convertirse en reglas de conducta obligato-
rias para el efectivo control de los profesionistas por ellos mismos
mediante la vigilancia de la conducta profesional y, de ser el caso,
la aplicación de sanciones por su transgresión.
Emerge, así, el objetivo superior que de manera subyacente y
transversal explica la publicación de esta obra, y que es el de con-
tribuir al diálogo y la reflexión nacionales tendientes al fortaleci-
miento de los esquemas de ejercicio del Derecho en beneficio no
sólo de los operadores mismos, sino, también, del público usuario
de los servicios jurídicos y, en consecuencia, de la sociedad toda.
Por ello, el público al que este documento está dirigido se compone
tanto de autoridades regulatorias como de abogados individuales
y colegios, barras u asociaciones actualmente existentes y, en ge-
neral, de todo aquel interesado o involucrado en la ardua pero ur-
gente tarea de consolidación ética y técnica de una profesión que,
por la altísima función que está llamada a desempeñar y obligada
a proteger, ha de estar siempre en el centro del interés público.

Estructura interna

Siendo un documento que pretende servir como guía o mode-


lo en la adopción de estructuras normativas de autocontrol por
parte de organizaciones profesionales en lo individual, y también
como marco referencial que sea utilizable por las autoridades en-
cargadas de regular el ejercicio de las profesiones en México en el
XIV PRESENTACIÓN

desempeño de sus funciones, estos Lineamientos Para un Código


Deontológico de la Abogacía Mexicana (en adelante, los Linea-
mientos) se dividen en dos partes.
En la primera de ellas, referida a las organizaciones y a los
abogados, se abordan tres grandes temas que ayudan a delimitar
ciertos conceptos e instituciones fundamentales para la correcta
operación del documento: los abogados y las organizaciones que
deberían agruparlos; la creación de un régimen procesal y orgá-
nico para hacer efectivo el control disciplinario; y, finalmente, la
aconsejable creación de un organismo superior que intervenga
en la supervisión de toda la Abogacía Mexicana.
En la segunda parte, denominada Código Deontológico de la
Abogacía Mexicana, se contienen las normas sustantivas básicas
que deberían normar la conducta profesional de los abogados en
México, organizadas bajo los siguientes rubros: (i) los derechos y
deberes de los abogados; (ii) las relaciones con otros abogados,
otras profesiones y con la parte contraria; (iii) las relaciones con
el colegio y otras autoridades; (iv) el cobro de honorarios y la pro-
visión de fondos; (v) el desarrollo y certificación profesionales; (vi)
la asistencia social profesional; y (vii) la responsabilidad civil de
los abogados.
La razón de seguir una estructura como ésta, radica en la inten-
ción de sus autores de que el documento sea tan versátil como fuere
posible, de modo que se facilite su adopción parcial o total, según
las necesidades y características propias de cada institución pública
o privada que encuentre conveniente ponerla en operación, aun-
que, naturalmente, su materialización completa contribuiría con
mayor solidez a desempeñar los propósitos que persigue.

Comité redactor

La redacción de los Lineamientos estuvo a cargo de un comité


redactor compuesto por los señores abogados Óscar Cruz Bar-
ney, Felipe Ibáñez Mariel, José Antonio Lozano Díez y Cuauhté-
moc Reséndiz Núñez.
PRESENTACIÓN XV

El proceso de redacción del texto que aquí se presenta fue apo-


yado por el equipo de ABA ROLI, A.C. (“ABA ROLI México”)
integrado por Alonso González-Villalobos, David Fernández
Mena, Mireya Moreno Rodas, Gabriela Cruz Ortiz, Sahila Her-
nández Uribe, Alexa Zorrilla Cárdenas, María del Sol Vázquez
Broca y Dayra Vergara Vargas.
ABA ROLI México desea hacer patente su profundo agrade-
cimiento a los señores miembros del Comité Redactor, al recono-
cer públicamente su generoso y recio compromiso con la profe-
sión jurídica y con el país.

Responsabilidad por el Contenido

El presente documento se creó en el contexto del Programa en


México de Apoyo para Facultades de Derecho y Colegios de Abo-
gados ejecutado por la Iniciativa para el Estado de Derecho de
la Asociación de la Barra Americana de Abogados (American Bar
Association Rule of Law Initiative, en adelante, “ABA ROLI”) y su filial
ABA ROLI México. Su contenido, sin embargo, es responsabili-
dad exclusiva de sus autores y no necesariamente representa la
opinión de ABA ROLI. Nada de lo incluido en este documento
deberá interpretarse como asesoría legal para casos específicos.
La realización de estos Lineamientos fue posible gracias al apoyo
de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Interna-
cional (United States Agency for International Development, en adelante,
“USAID”). El texto de este documento no necesariamente refleja
la opinión de USAID o del gobierno de los Estados Unidos de
América.
PREÁMBULO

En el ámbito del derecho existen diversas “profesiones jurídicas”,


que si bien, para su preparación inicial, todas ellas requieren del
estudio del derecho, en su ejercicio se diferencian de manera impor-
tante y en un momento dado los requisitos para su práctica pueden
variar. El título de licenciado en derecho1 faculta a quien lo obtiene
para el ejercicio de las diversas profesiones jurídicas; así, se estudia
derecho pero profesionalmente se ejerce la abogacía, la judicatu-
ra, el notariado, la correduría o la academia en su aspecto tanto
de investigación científica como de docencia jurídica, entre otras.2
Algunas de las profesiones jurídicas son incompatibles entre sí,
como la judicatura y la abogacía. La regulación, por tanto, debe
especializarse dependiendo de la profesión jurídica de que se trate,
siendo recomendable contar con una Ley General de la Abogacía
que hiciera referencia a los aspectos particulares de su ejercicio.
La abogacía es la actividad dirigida a la defensa de los intereses
de otras personas ante autoridades y tribunales. Consiste, funda-
mentalmente, en la presentación y el apoyo de las razones a favor
de una persona ante quien ha de juzgar o decidir sobre ella; asi-
mismo, en la asesoría, consejo jurídico y asistencia que se presta

1 Con esa denominación o las diversas empleadas por las instituciones edu-

cativas que emiten tales títulos.


2 Sobre el tema véase Rodríguez Campos, Ismael, Las profesiones jurídicas,

México, Trillas, 2005 y Rodríguez Campos, Ismael, La abogacía, Guanajua-


to, 2a. ed., Orlando Cárdenas, 2000. Asimismo de Díez-Picazo, Luis María
(coord.), El oficio de jurista, Madrid, Siglo XXI, 2006.

XVII
XVIII PREÁMBULO

a otras personas para el desarrollo de sus relaciones de carácter


social, y la intervención en la prevención y solución de conflictos.
La profesión de abogado, noble y elevada por la importancia
de la misión que le corresponde en la sociedad, es un elemento
indispensable para la adecuada impartición de justicia. Corres-
ponde a los abogados el propiciar o contribuir a restablecer la
igualdad y armonía entre las personas. Su intervención es ne-
cesaria al ser conocedores e intérpretes de los derechos y obli-
gaciones que la sociedad impone a sus integrantes, correspon-
diendo al abogado enseñar a los demás lo que es justo y lo que no
lo es, sirviendo además de dirección y de escudo para la defensa y
reclamo contra la arbitrariedad y la injusticia. Puede decirse que
los abogados desempeñan una función al servicio del derecho de
enorme importancia social, ya que “auxilian en la resolución de los
conflictos sociales, proponiendo al juez las soluciones jurídicamente
posibles —o asesorando a su cliente sobre las mismas— y sobre la
probabilidad de que un juez las respalde”.3 Contribuyen también a
prevenir conflictos.
Por lo anterior es necesario que los colegios profesionales, or-
ganizaciones que deben agrupar a quienes ejercen la profesión,
cuenten con un código deontológico, entendido como un orde-
namiento en el que se identifiquen aquellos deberes, derechos y
obligaciones éticos aplicables al ejercicio profesional del derecho,
que permitan a los practicantes el ejercicio de la profesión con-
forme a las mejores prácticas, así como el correspondiente control
deontológico.
La abogacía somete a crítica permanente a los poderes fácti-
cos y a las entidades públicas mediante el ejercicio del derecho
de defensa, de ahí que una abogacía independiente y organizada
autónomamente a través de la colegiación obligatoria no es nece-
sariamente cómoda al Estado. No obstante, la colegiación obliga-
toria es un claro ejemplo de autorregulación en la sociedad civil

3 Bieger, Pablo, “El Abogado”, en Díez-Picazo, Luis María (coord.), El ofi-


cio de jurista, Madrid, Siglo XXI, 2006, p. 23.
PREÁMBULO XIX

y una auténtica necesidad para el mejoramiento de la actividad


profesional en beneficio de la propia sociedad.
El abogado debe ejercer sus funciones con independencia y li-
bertad (libertad de expresión y libertad de defensa). Ambos va-
lores son inherentes a la actividad profesional. La independencia
es indispensable para el ejercicio de la abogacía y requiere de un
estatuto jurídico privilegiado4 de la confianza en una profesión
normada éticamente y el reconocimiento y respaldo social por la
trascendencia de la función. Si los abogados no pueden expresar
libremente y sin sufrir persecución por ello, ante cualquier foro y
por cualquier medio lícito cuanto estimen oportuno para la defen-
sa del interés que tienen encomendado, resulta imposible alcanzar
la justicia ya que cualquier limitación a la libertad e independencia
del abogado atenta contra el derecho de defensa y tutela judicial
efectiva de los jueces y tribunales.
La misión del abogado no se limita a ejecutar fielmente un man-
dato en el marco del Derecho. En un Estado de Derecho, el abo-
gado es indispensable para lograr el respeto y cumplimiento de la
Justicia y la protección de los justiciables, pues tiene la obligación de
defender sus derechos y libertades; es por lo tanto, el asesor y defen-
sor de su cliente, y en todo momento deberá buscar la prevalencia
de la Justicia, en el marco de un ejercicio ético de la profesión.
La defensa es un derecho reconocido que alcanza y ampara
a todas las partes en un proceso de cualquier naturaleza. Cuan-
do el derecho de defensa se aplica al proceso penal cobra espe-
cial relevancia al ejercerse frente a la acusación formulada, por
la trascendencia de las consecuencias para los involucrados, que
tienen en juego su libertad personal y aun su vida. El derecho a la
defensa se afecta gravemente sin la intervención de los abogados.
Debe tenerse siempre presente que el ejercicio de la abogacía
es incompatible con cualquier actividad que pueda suponer me-
nosprecio de la libertad, la independencia y/o la dignidad que le
4
Rosal, Rafael del, Normas deontológicas de la abogacía española. Una doctrina
construida a partir del ejercicio de la competencia disciplinaria, Madrid, Thomson Civi-
tas, 2002, p. 35.
XX PREÁMBULO

son inherentes. Asimismo, el abogado que realice al mismo tiem-


po cualquier otra actividad deberá abstenerse de realizar aquélla
que resulte incompatible con el correcto ejercicio de la abogacía,
por suponer un conflicto de interés que impida respetar los prin-
cipios del correcto ejercicio profesional.
En todos los ordenamientos jurídicos, tanto de carácter nacio-
nal como internacional, se reconoce que el ejercicio de la abo-
gacía se sustenta en una serie de principios y valores que con-
forman la profesión, dándole sentido a la actividad en beneficio
de la sociedad. Se reconoce, asimismo, que las normas jurídicas
constituyen la base mínima de actuación, pero que es en las nor-
mas éticas donde dichos principios y valores encuentran cauce
para su desarrollo. Por tanto, todo abogado debe tener presente
que el cumplimiento de las normas jurídicas no agota el conteni-
do de sus deberes y que la profesión organizada ha establecido y
puede establecer aquellas normas que contribuyan a impulsar las
mejores prácticas profesionales.
El abogado no debe limitarse a ser un buen ciudadano, sino
que debe tratar de ser una persona de bien, es decir, aquel que
hace suyas las virtudes humanas o cardinales ya que debe pro-
curar que sus actos sean prudentes, justos, fuertes y templados.
1. Prudencia: El actuar del abogado debe guiarse por la ra-
zón, perfeccionada por el conocimiento de la verdad, de tal
forma que su ejercicio profesional consista en un obrar en
ciencia y en conciencia.
1.1 Obrar en ciencia: Significa poseer la formación necesa-
ria para desempeñar su actividad profesional con la mayor
perfección técnica posible, manteniendo esos conocimien-
tos actualizados.
1.2 Obrar en conciencia: Significa actuar fielmente confor-
me a lo que es justo y recto.
2. Justicia: El abogado debe actuar rectamente conforme a de-
recho, buscando lo justo, de tal forma que cada uno tenga
PREÁMBULO XXI

lo que le corresponde, para alcanzar la armonía y el bien


común.
3. Fortaleza: El abogado debe actuar con valor en defensa del
derecho y la justicia, superando las dificultades que entra-
ña su ejercicio profesional, con firmeza y constancia en la
búsqueda del bien.
4. Templanza: El abogado debe ordenarse a sí mismo, mode-
rando sus apetitos y procurando el equilibrio en el uso de
los bienes, desarrollando una conducta honesta.
Los colegios de abogados juegan un papel esencial en la ga-
rantía de libertad e independencia del abogado, pues solamente
la profesión organizada puede contribuir a preservar la dignidad
de la profesión, difundir los principios y valores que la consti-
tuyen, establecer y promover las mejores prácticas profesiona-
les, identificar plenamente a quienes pudieran apartarse de ellas,
aplicar las sanciones que pudieran ser procedentes y responder
ante las presiones indebidas que pudieran impedir el correcto
ejercicio profesional de cualquiera de sus integrantes, lo que lleva
y exige necesariamente la colegiación obligatoria. Si bien las nor-
mas específicas de cada colegio de abogados nacen de su propia
tradición y se identifican por sus propósitos específicos, los fines
esenciales de todos estos deben ser: 1. La ordenación del ejercicio
de la profesión, 2. La representación exclusiva de la profesión, 3.
La defensa de los derechos e intereses profesionales de los cole-
giados, 4. La formación profesional permanente de los abogados,
5. El control deontológico y la aplicación del régimen discipli-
nario en garantía de la sociedad, 6. La defensa del Estado social
y democrático de derecho, así como la defensa de los Derechos
Humanos, 7. La colaboración en el funcionamiento, promoción
y mejora de la administración de justicia, 8. Asegurarse que el
abogado pueda ejercer sus funciones con independencia y liber-
tad, 9. Procurar la armonía y colaboración entre los colegiados,
impidiendo la competencia desleal entre los mismos.
XXII PREÁMBULO

Es necesario que la colegiación de la abogacía sea obligatoria,


no solamente para asegurar el buen funcionamiento de los colegios
en el cumplimiento de sus fines, sino para asegurar a los demandan-
tes de los servicios profesionales de los abogados que tales servicios
sean prestados con mínimos de calidad, de manera responsable
y conforme a los paradigmas éticos correspondientes. La cole-
giación voluntaria, al reducirse a la participación de una muy
exigua minoría de profesionales, ha demostrado ser insuficiente
pues no permite la implantación generalizada de reglas para un
adecuado ejercicio de la profesión, lo que trae consigo la falta de
control ético y profesional, la dificultad para mejorar la calidad
del abogado y los inconvenientes que significa que el control del
cumplimiento de sus obligaciones resulte nulo o quede en manos
de autoridades o tribunales.
Con base en las consideraciones expuestas, con el propósito
de contribuir a consolidar bases para la mejor organización y
desempeño de las agrupaciones de abogados, así como para el
reconocimiento de los principios y valores que conforman a la
profesión, proponemos los siguientes lineamientos.
PRIMERA PARTE

DE LAS ORGANIZACIONES
Capítulo primero
de la abogacía y sus organismos rectores

I. Las profesiones jurídicas

La abogacía es la actividad dirigida a la defensa de los intereses de


otras personas ante autoridades y tribunales. El abogar consiste,
fundamentalmente, en la presentación y el apoyo de las razones a
favor de una persona ante quien ha de juzgar o decidir sobre ellas.
Asimismo, en la asesoría, consejo jurídico y asistencia que se presta
a otras personas para el desarrollo de sus relaciones de carácter
social, y la intervención en la prevención y solución de conflictos.
En el derecho existen diversas “profesiones jurídicas”, que si bien
todas ellas requieren, para su preparación inicial, del estudio del de-
recho, en su ejercicio se diferencian de manera importante y en un
momento dado los requisitos para su práctica pueden variar. El tí-
tulo de licenciado en derecho, cualquiera que sea la denominación
con la que se expida por las instituciones autorizadas, faculta a quien
lo ostenta para el ejercicio de las diversas profesiones jurídicas; así
se estudia derecho, pero profesionalmente se ejerce la abogacía,
la judicatura, el notariado, la correduría, la asesoría o consejo
jurídico, la asistencia, la intervención en la prevención y solución
de conflictos o la academia en su aspecto tanto de investigación
científica como de docencia jurídica. En el ejercicio profesional,
es responsabilidad del ejerciente tener presentes las incompatibi-
lidades que existen entre las diversas profesiones jurídicas.

3
4 CÓDIGO DEONTOLÓGICO DE LA ABOGACÍA MEXICANA

II. Los colegios de abogados

Los colegios de abogados cumplen un papel esencial en la ga-


rantía de libertad e independencia del abogado, lo que lleva y
exige necesariamente la colegiación obligatoria.
Los colegios de abogados, sin perjuicio de lo dispuesto por las
leyes que regulen la profesión, se rigen por sus estatutos y por los
reglamentos de su régimen interior.
Los fines esenciales de los colegios de abogados son: 1. La orde-
nación del ejercicio de la profesión, 2. La representación exclusiva
de la profesión, 3. La defensa de los derechos e intereses profesio-
nales de los colegiados, 4. La formación profesional permanente de
los abogados, 5. El control deontológico y la aplicación del régimen
disciplinario en garantía de la sociedad, 6. La defensa del Estado so-
cial y democrático de derecho, así como la defensa de los Derechos
Humanos, 7. La colaboración en el funcionamiento, promoción y
mejora de la administración de justicia, 8. Asegurarse que el aboga-
do pueda ejercer sus funciones con independencia y libertad.

III. Otras asociaciones de profesionales

En ejercicio de la plena libertad de asociación, los abogados


pueden participar en otras agrupaciones y asociaciones de abo-
gados que consideren adecuadas al mejor desarrollo profesional
y de los fines de la abogacía, sin que por ello queden eximidos del
cumplimiento de sus obligaciones para con el colegio de aboga-
dos al que se encuentren incorporados.

IV. De los abogados

El abogado es el profesional habilitado por el Estado, conforme


a la ley, para el ejercicio del patrocinio, representación y asesora-
miento en materia legal y judicial. La misión del abogado no se
DE LA ABOGACÍA Y SUS ORGANISMOS RECTORES 5

limita a la fiel ejecución de un mandato en el marco de la ley. El


abogado debe garantizar que se respete el Estado de Derecho y los
intereses de aquellos a los que defiende en sus derechos y liberta-
des. El deber del abogado no es únicamente defender un asunto,
sino ser asimismo asesor del cliente. El respeto y la valoración so-
cial de la función del abogado es una condición esencial al Estado
de derecho y a una sociedad democrática.
El abogado está obligado a respetar los principios de conducta
éticos y deontológicos de la profesión establecidos en los presen-
tes lineamientos de ética profesional y en el código de ética profe-
sional del colegio de abogados al que se encuentre incorporado.
Cuando el abogado actúe fuera del ámbito del colegio al que se
encuentre incorporado, deberá respetar, además de las normas
de su colegio, las normas éticas y deontológicas vigentes en el
ámbito del colegio del lugar donde pretenda ejercer la profesión
o en el que desarrolle una determinada actuación profesional.
El abogado debe tener siempre presente la alta función que la
sociedad le confía, que supone nada menos que la defensa efecti-
va de los derechos individuales y colectivos cuyo reconocimiento
y respeto constituye la espina dorsal del propio Estado de De-
recho. Por ello sólo puede encargarse de un asunto cuando esté
capacitado para asesorarlo y defenderlo de una forma real y efec-
tiva, y ello le obliga a adecuar e incrementar constantemente sus
conocimientos jurídicos, y a solicitar el auxilio de los compañeros
más expertos, cuando lo precise.

V. De la colegiación

La incorporación de los abogados a un colegio de abogados es


necesaria para asegurar la independencia y libertad en el ejercicio
profesional. La incorporación a un colegio de abogados y el cum-
plimiento de los deberes estatutarios de los mismos permite y posi-
bilita el alcanzar los fines institucionales de los mismos en beneficio
de la sociedad y del adecuado ejercicio profesional del colegiado.
Capítulo segundo
Régimen disciplinario

I. Del Órgano en Materia de Ética


Profesional

Corresponde al colegio de abogados ejercer la facultad disciplina-


ria sobre los profesionales colegiados en el caso de infracción de
sus deberes profesionales o deontológicos a través del Órgano en
Materia de Ética Profesional que establezca, el cual funcionará
de manera permanente, será conformado de manera colegiada y
renovado periódicamente.
En el ejercicio de la facultad disciplinaria, el Órgano en Materia
de Ética Profesional deberá asegurarse de que el ejercicio profe-
sional se realice dentro de las normas que fijan los presentes Linea-
mientos y aplicar las medidas correctivas que se juzguen pertinentes.
Las sanciones disciplinarias colegiales se harán constar en todo
caso en el expediente personal del colegiado.
Las facultades disciplinarias de la autoridad judicial sobre los abo-
gados se ajustarán a lo dispuesto en las leyes procesales. Las sancio-
nes o correcciones disciplinarias que impongan los tribunales al abo-
gado se harán constar en el expediente personal de éste.

II. Principios fundamentales del procedimiento

El procedimiento disciplinario ante el Órgano en Materia de Éti-


ca Profesional deberá en todo momento respetar los principios de

7
8 CÓDIGO DEONTOLÓGICO DE LA ABOGACÍA MEXICANA

debido proceso y derecho de defensa de las partes involucradas en


el mismo.

III. De las sanciones

En el ejercicio de las facultades disciplinarias, el Órgano en Ma-


teria de Ética Profesional del colegio de abogados podrá im-
poner las siguientes sanciones:
a) Amonestación privada;
b) Apercibimiento por escrito;
c) Recomendación a la Dirección General de Profesiones que
corresponda para la suspensión del ejercicio de la abogacía
por un plazo no superior a dos años;
d) Expulsión del colegio con recomendación de la revocación
de la patente de ejercicio a la autoridad administrativa o
judicial correspondiente;
Capítulo tercero
Del consejo general de la abogacía mexicana

I.Creación del organismo

Es recomendable que los colegios de abogados se agrupen bajo un


Consejo General de la Abogacía Mexicana que tenga la condición
de entidad de derecho público, con personalidad jurídica propia y
plena capacidad.

II. Funciones

Dicho Consejo deberá tener las siguientes funciones:


a) Establecer las reglas generales para el acceso al ejercicio
profesional;
b) Supervisar la correcta elaboración de los estatutos de los
colegios, así como de los suyos propios;
c) Dirimir los conflictos que puedan suscitarse entre los dis-
tintos colegios;
d) Resolver los recursos que se interpongan contra los actos
de los colegios;
e) Adoptar las medidas necesarias para que los colegios
cumplan las resoluciones del propio Consejo dictadas en
materia de su competencia;

9
10 CÓDIGO DEONTOLÓGICO DE LA ABOGACÍA MEXICANA

f) Ejercer las funciones disciplinarias con respecto a los


miembros de las juntas de gobierno de los colegios y del
propio Consejo;
g) Informar preceptivamente todo proyecto de modifica-
ción de la legislación sobre colegios profesionales;
h) Informar los proyectos de disposiciones generales de ca-
rácter fiscal que afecten concreta y directamente a las
profesiones respectivas;
i) Asumir la representación de los profesionales mexicanos
ante las entidades similares en otras naciones.
SEGUNDA PARTE

CÓDIGO DEONTOLÓGICO
DE LA ABOGACÍA MEXICANA
Capítulo primero
Derechos y deberes de los abogados

I. Independencia

La diversidad de obligaciones a las que el abogado se encuentra


sometido exige del mismo una independencia absoluta, exenta
de cualquier presión, principalmente de aquella que surja de sus
propios intereses o de influencias exteriores. El abogado debe ser
independiente de su cliente, puesto que ostenta la confianza de ter-
ceras partes y de los tribunales. Debe ser independiente respecto
de los poderes públicos y, especialmente, de los jueces y magistra-
dos. Esta independencia es también necesaria para mantener la
confianza en la Justicia y en la imparcialidad del juez. Un abogado
debe evitar todo ataque a su independencia y velar por no com-
prometer los valores de la profesión por complacer a su cliente, al
Juez o a terceros.
Esta independencia es necesaria tanto en la actividad judicial
como en la extrajudicial. El asesoramiento dado por un abogado
a su cliente no tendrá ningún valor si ha sido únicamente por au-
tocomplacencia, por interés personal o bajo la influencia de una
presión exterior.
El abogado debe ser independiente del Estado y de otros gru-
pos de poder, y no debe permitir que su independencia se vea
comprometida por las presiones indebidas de intereses económi-
cos o de sus propios socios. En caso de ataque injustificado, que
impida el libre ejercicio profesional, podrá acudir al colegio de
abogados al que pertenezca en demanda de ayuda.
13
14 CÓDIGO DEONTOLÓGICO DE LA ABOGACÍA MEXICANA

II. Libertad de defensa

Los abogados deben poder actuar con total libertad y garan-


tía en la defensa de los intereses de su cliente. Si los abogados
no pueden expresar libremente y sin sufrir persecución por ello,
ante cualquier foro y por cualquier medio lícito cuanto estimen
oportuno para la defensa del interés que tienen encomendado,
resulta imposible alcanzar la justicia ya que cualquier limitación
a la libertad e independencia del abogado atenta contra el dere-
cho de defensa y tutela judicial efectiva de los jueces y tribunales.
El abogado debe ser libre política, económica e intelectual-
mente en el ejercicio de su actividad como asesor y representante
del cliente.

III. Deber y honor profesional

El abogado debe mantener el honor y la dignidad profe-


sionales; no solamente es un derecho, sino un deber, com-
batir por todos los medios lícitos la conducta reprochable de
jueces, funcionarios públicos y compañeros de profesión, y ha-
cerla conocer, sin temor, a las autoridades competentes o a
los colegios de abogados, apartándose de una actitud pasiva.

A. Formación de futuros abogados

La formación de futuros abogados debe hacerse teniendo siem-


pre presente que el abogado es un servidor de la justicia y un cola-
borador de su administración; su conducta ha de estar caracteriza-
da por la probidad y la lealtad, y por el desempeño con dignidad
de su profesión; y que la esencia de su deber profesional es consa-
grarse enteramente a los intereses de su cliente, y poner en la de-
fensa de los derechos del mismo su celo, saber y habilidad, siempre
con estricta sujeción a las normas morales. La conducta profesio-
DERECHOS Y DEBERES DE LOS ABOGADOS 15

nal supone, a la vez, buen concepto público de la vida privada del


abogado, ejemplo que debe transmitirse a las nuevas generaciones.
Los abogados de reciente habilitación han de utilizar en los
primeros tiempos del ejercicio de la profesión, como convenientes
y en algunas circunstancias como necesarios, el consejo y la guía
de abogados antiguos de su colegio, quienes deben prestar esta
ayuda desinteresadamente y del modo más amplio y eficaz.

IV. Honradez

El abogado debe obrar con honradez y buena fe. No ha de acon-


sejar actos fraudulentos, afirmar o negar con falsedad, hacer citas
inexactas o tendenciosas, ni realizar acto alguno que estorbe la bue-
na y expedita administración de justicia. El abogado que en el ejer-
cicio de su profesión cohecha a un empleado o funcionario público,
falta gravemente al honor y a la ética profesionales. El abogado que
se entera de un hecho de esta naturaleza, realizado por un colega,
está facultado para denunciarlo a quien corresponda.

V. Confianza e integridad

Las relaciones de confianza con el cliente dependen directa-


mente de la inexistencia de cualquier duda sobre la probidad, la
honradez, la rectitud o la integridad del abogado. Para el aboga-
do, estas virtudes constituyen obligaciones profesionales.

VI. Secreto profesional

El secreto profesional es tanto una prerrogativa o derecho


como, a su vez, una obligación o deber que tiene el abogado en
la relación con su cliente.
16 CÓDIGO DEONTOLÓGICO DE LA ABOGACÍA MEXICANA

Ligado al derecho de defensa, constituye un deber de sigilo, en


sentido amplio y genérico que se extiende no sólo a las confiden-
cias y propuestas del cliente, sino a las del adversario, las de los
compañeros y a todos los hechos y documentos de que haya tenido
noticia o haya recibido por razón de cualquiera de las modalidades
de su actuación profesional.
La confianza y confidencialidad en las relaciones entre cliente y
abogado, inserta en el derecho de aquel a su intimidad y a no de-
clarar en su contra, así como en derechos fundamentales de terce-
ros, impone al abogado el deber y le confiere el derecho de guardar
secreto respecto de todos los hechos o noticias que conozca por ra-
zón de cualquiera de las modalidades de su actuación profesional,
sin que pueda ser obligado a declarar sobre los mismos.
Corresponde al abogado explicar al cliente el concepto y al-
cances del secreto profesional así como las consecuencias de su
rompimiento.
Es deber del abogado mantener como materia reservada las
conversaciones y correspondencia habidas con él o abogados
contrarios, con prohibición de revelarlos o presentarlos en juicio
sin su previo consentimiento. En este mismo sentido, el abogado
no podrá aportar a los tribunales, ni facilitarle a su cliente las
cartas, comunicaciones o notas que reciba del abogado de la otra
parte, salvo expresa autorización del mismo.
El bien jurídico que subyace en la obligación del abogado de
no aportar al procedimiento judicial las comunicaciones o de no
revelar las conversaciones habidas con el abogado de la parte
contraria, consiste en la confianza de que tales comunicaciones o
conversaciones, producidas en el marco de la negociación extra-
judicial sobre el asunto litigioso de que se trate y con la finalidad
de facilitar dichas negociaciones tendentes a lograr un acuerdo,
no se aportaran al procedimiento que se inicia si dicho acuerdo
no se llega a alcanzar.
Todo abogado debe tener presente que:
DERECHOS Y DEBERES DE LOS ABOGADOS 17

a) Ni siquiera la exoneración por parte del cliente le permi-


te difundir sus confidencias;
b) La obligación de secreto no tiene fecha de caducidad;
c) El abogado no debe declarar como testigo en un procedi-
miento —incluso finalizada la relación profesional— por
hechos conocidos en virtud de dicha relación incluso si es
llamado por el propio juzgado o tribunal (sin perjuicio de
su obligación de atender la llamada judicial), ni puede ser
obligado a ello;
d) La obligación de secreto se extiende a todos los miembros
del despacho del abogado afectado y a cualquier aboga-
do que le sustituya en la defensa por cualquiera de los
mecanismos posibles;
e) La confidencia no puede ser utilizada sea cual sea el me-
dio de comunicación por el que se reciba;
f) No es necesaria la advertencia de “confidencialidad” de la
comunicación, pues se presupone. Es recomendable que
los abogados adquieran la costumbre de insertar en sus
comunicaciones una cláusula tipo, advirtiendo de la pro-
hibición deontológica;
g) La prohibición incluye la grabación de conversaciones de
presencia, telefónicas y telemáticas sin previa advertencia
y conformidad, que quedan dentro del ámbito del secre-
to profesional;
h) La obligación de secreto también se extiende a las pro-
puestas de acuerdo hechas por la propia parte contraria
no sólo por su abogado.

A. Excepciones a la regla general del secreto profesional

La obligación del secreto profesional tiene las siguientes ex-


cepciones:
a) La autorización expresa, por escrito, del abogado emisor;
18 CÓDIGO DEONTOLÓGICO DE LA ABOGACÍA MEXICANA

b) La concurrencia de causa grave, y de ser posible, previa


autorización por el órgano de gobierno del colegio de
abogados en que se encuentre incorporado el abogado;
c) La oportuna rendición de cuentas al cliente. Los documen-
tos o informaciones remitidas por el abogado contrario tie-
ne como fin, en la mayoría de los casos, avanzar soluciones
sobre un futuro litigio. Por dicho motivo deben ser conoci-
dos por el cliente y nada obsta para que el abogado depo-
sitario de la confidencia se la muestre, siempre y cuando
no entregue copia pues, en tal caso, la cadena confidencial
quedaría rota y el cliente podría dar curso a la misma. Los
documentos sí podrán ser entregados y utilizados por las
partes cuando se hayan suscrito transaccionalmente por és-
tas (o por sus abogados si tienen poderes suficientes para
ello), pues en este momento adquieren carácter contractual
y dejan de ser confidenciales pasando a ser, por su propia
naturaleza, disponibles.

VII. Incompatibilidades, prohibiciones


y otras restricciones

El abogado debe respetar escrupulosamente las disposiciones le-


gales que establecen las incompatibilidades de la profesión, abste-
niéndose en absoluto de ejercerla cuando se encuentre en algunos
de los casos previstos. Debe evitar, en lo posible, su acumulación con
cargos o tareas susceptibles de comprometer su independencia, to-
marle demasiado tiempo o resultar irreconciliable con el espíritu de
la profesión.
1. El ejercicio de la abogacía es incompatible con cualquier ac-
tividad que pueda suponer menosprecio de la libertad, la in-
dependencia o la dignidad que le son inherentes. Asimismo,
el abogado que realice al mismo tiempo cualquier otra activi-
dad deberá abstenerse de realizar aquélla que resulte incom-
DERECHOS Y DEBERES DE LOS ABOGADOS 19

patible con el correcto ejercicio de la abogacía, por suponer


un conflicto de interés que impida respetar los principios del
correcto ejercicio contenidos en estos lineamientos.
2. Asimismo el ejercicio de la abogacía será absolutamente in-
compatible con:
a. El desempeño, en cualquier concepto, de cargos, funcio-
nes o empleos públicos en cualquier órgano o función
del poder público cuya propia normativa reguladora así
lo especifique;
b. El ejercicio de las profesiones jurídicas cuya normativa
particular así lo especifique;
c. El mantenimiento de vínculos profesionales con cargos o
profesiones incompatibles con la abogacía que impidan el
correcto ejercicio de la misma.
3. Los abogados tienen las siguientes prohibiciones, cuya in-
fracción se sancionará disciplinariamente:
a. Ejercer la abogacía estando incursos en causa de incom-
patibilidad así como prestar su firma a quienes, por cual-
quier causa, no puedan ejercer como abogados;
b. Compartir locales o servicios con profesionales cuya activi-
dad sea incompatible, si ello afectare a la salvaguarda del
secreto profesional o pudiera dar lugar a incurrir en vio-
lación de alguno otro de los deberes que le corresponden;
c. Mantener vínculos asociativos de carácter profesional
que impidan el correcto ejercicio de la abogacía.

VIII. De la publicidad

Para la formación decorosa de clientela, el abogado debe ci-


mentar una reputación de capacidad profesional y honradez, y
evitará escrupulosamente la solicitación directa o indirecta de la
clientela. Se admite la publicación o el reparto de tarjetas me-
20 CÓDIGO DEONTOLÓGICO DE LA ABOGACÍA MEXICANA

ramente enunciativas del nombre, domicilio y especialidad así


como su publicación en directorios profesionales o en revistas es-
pecializadas.
Toda publicidad provocada directa o indirectamente por el
abogado con fines de lucro en elogio de su propia situación, me-
noscaba la dignidad de la profesión.
A. Publicidad de litigios pendientes
El abogado no podrá dar a conocer por ningún medio de pu-
blicidad escritos o informaciones sobre un litigio subjudice, salvo
para rectificar cuando la justicia o la moral lo demandan. Con-
cluído un proceso, podrá publicar los escritos y constancias de
autos y comentarios en forma respetuosa y ponderada. Lo dicho
no se refiere a las informaciones o comentarios formulados con
fines exclusivamente científicos en revistas profesionales o cientí-
ficas conocidas, los que se regirán por los principios generales de
la moral, se omitirán los nombres si la publicación puede perju-
dicar a una persona, como cuando se tratan cuestiones de estado
civil que afectan a la honra. Lo anterior siempre y cuando no se
viole lo dispuesto sobre el secreto profesional.
B. Empleo de medios publicitarios para la captación y el desahogo de
consultas
Falta a la dignidad profesional el abogado que habitualmente des-
ahogue consultas por radio o cualquier otro medio o emita opiniones
sobre su propia actividad o su firma por conducto de periódicos o
cualquier otro medio de publicidad sobre casos jurídicos concretos
que le sean planteados, sean o no gratuitos sus servicios, salvo cuando
se trate de programas o emisiones con un fin eminentemente social.

C. Incitación directa o indirecta a litigar

No está de acuerdo con la dignidad profesional el que un aboga-


do espontáneamente ofrezca sus servicios o de opinión sobre deter-
minado asunto con el propósito de provocar un jucio o de obtener
DERECHOS Y DEBERES DE LOS ABOGADOS 21

un cliente; salvo cuando lazos de parentesco o íntima amistad lo in-


duzcan a obrar así. El abogado que remunera o gratifica directa o
indirectamente a persona de cualquier clase que esté en condiciones
apropiadas para recomendarlo, obra contra la ética profesional.
Capítulo segundo
Relaciones con otros abogados,
otras profesiones y con la parte contraria

I. Competencia desleal

Uno de los fines de los colegios de abogados es procurar la armo-


nía y colaboración entre los colegiados, impidiendo la competen-
cia desleal entre los mismos.
Se consideran actos de competencia desleal todos aquellos que
contravengan las normas jurídicas vigentes que tutelen la leal com-
petencia, además de:
a) La utilización de procedimientos publicitarios directos e in-
directos contrarios a las disposiciones de estos lineamientos;
b) Toda práctica de captación directa o indirecta de clientes
que atenten a la dignidad de las personas o a la función
social de la abogacía;
c) La utilización de terceros como medio para eludir las
obligaciones deontológicas;
d) La percepción o el pago de contraprestaciones infringien-
do las normas legales sobre competencia y las estableci-
das en estos lineamientos.

23
24 CÓDIGO DEONTOLÓGICO DE LA ABOGACÍA MEXICANA

II. Sustitución del abogado

Para asumir la dirección de un asunto profesional encomenda-


do a otro abogado, deberá, en la medida de lo posible, solicitar
su venia, que no podrá denegarse, si no constare su renuncia; y
en todo caso, comunicárselo con la mayor antelación posible a su
efectiva sustitución.
El abogado sustituido deberá facilitar a quien le continúe toda
la información de la que dispusiere y colaborar en lo necesario
para garantizar el derecho de defensa del cliente.
El abogado que suceda a otro en la defensa de los intereses de
un cliente, deberá colaborar diligentemente para que este atien-
da los honorarios debidos al sustituido, sin perjuicio de las discre-
pancias legítimas entre uno y otro.
La sustitución de un abogado por otro en un acto procesal, sin
previa comunicación al relevado, se considera falta muy grave, por
afectar a la eficacia de la defensa y a la dignidad de la profesión.

III. Relaciones con la parte contraria

Entre los abogados debe haber la fraternidad que enaltezca la


profesión, y cada uno de ellos debe hacer cuanto esté a su alcan-
ce para procurarla. Los sentimientos hostiles que puedan existir
entre los clientes no deben influir en la conducta y disposición de
los abogados entre sí. Deben evitar los personalismos, respetar la
dignidad del colega y hacer que se la respete debidamente, impi-
diendo toda maledicencia del cliente hacia su anterior abogado o
hacia el que patrocina a su adversario.

IV. Separación de abogados

Los abogados pueden asociarse entre sí y aun es recomendable


que lo hagan para asegurar una mejor atención de los asuntos.
RELACIONES CON EL COLEGIO Y OTRAS AUTORIDADES 25

Dado que la habilitación para el ejercicio profesional es persona-


lísima, el nombre de la asociación habrá de ser el de uno o más
de sus componentes, con exclusión de cualquier otra designación.
En caso de fallecer o retirarse un miembro, su nombre podrá
mantenerse si consta claramente esta circunstancia. Cuando uno
de los asociados acepte un puesto oficial incompatible con el ejer-
cicio de la profesión, deberá retirarse de la asociación a que per-
tenezca y su nombre dejará de usarse.
Cuando la sociedad existente entre dos o más abogados sufra
la separación de uno o más de ellos, ambas partes deberán obser-
var en todo momento las disposiciones de estos lineamientos en
materia de competencia desleal y de relaciones entre abogados y
clientes, evitando siempre el denuesto y la captación desleal de
clientes.

V. Relaciones interdisciplinarias

En el caso de que el abogado se asocie con otros profesionistas


que presten servicios distintos a la abogacía, deberá asegurarse
en todo momento que los profesionistas no abogados con los que
se asocie respeten las normas de estos lineamientos y se sujeten a
las aplicables a su profesión, mismas que serán respetadas por el
abogado. En ningún caso deberá iniciar o continuar la asociación
si existe incompatibilidad entre el ejercicio de la abogacía y los
otros servicios prestados por los profesionistas no abogados, por
violación, directa o indirecta, por parte de estos o del abogado,
a alguna de las normas de estos lineamientos, especialmente las
inherentes al secreto profesional.
En el ejercicio de la profesión, el abogado deberá hacer paten-
te que se encuentra asociado con otros profesionistas.
Capítulo tercero
Relaciones con el colegio y otras autoridades

I. Relación con el colegio

El abogado colegiado está obligado a:


a) Cumplir lo establecido en los estatutos de los colegios en
los que ejerza la profesión, así como la demás normativa
profesional y de la abogacía en particular, así como con
lo establecido en los acuerdos y decisiones de los órganos
de gobierno colegiales en el ámbito correspondiente;
b) Respetar a los órganos de gobierno y a los miembros que
los componen, debiendo atender con la máxima diligen-
cia las comunicaciones y citaciones emanadas de tales ór-
ganos o de sus miembros, en el ejercicio de sus funciones;
c) Contribuir al mantenimiento de las cargas colegiales y
económicas del colegio en la forma y tiempo que se ha-
yan establecido;
d) Poner en conocimiento del colegio los agravios de que
tanto él como cualquiera de sus compañeros hubieran
sido objeto con ocasión o como consecuencia del ejerci-
cio profesional.

27
28 CÓDIGO DEONTOLÓGICO DE LA ABOGACÍA MEXICANA

II. Relación con los tribunales y otras autoridades

La actitud del abogado hacia los jueces, magistrados y autorida-


des debe ser de deferente independencia. Es su deber guardarles res-
peto y consideración, así como abstenerse de toda familiaridad fuera
de lugar; aunque mantenga relaciones de amistad con alguno de
ellos, debe cuidarse de no exteriorizarlas en el tribunal o entidad de
gobierno o administración. Debe estar en todo momento dispuesto
a prestar su apoyo a la magistratura, cuya alta función social requie-
re un constante auspicio de la opinión forense. Pero debe mantener
siempre cuidadosamente la más plena autonomía, recordando que
si es auxiliar, no es dependiente de la administración de justicia.
Las normas aplicables a las relaciones de los abogados con los
Tribunales serán igualmente aplicables a sus relaciones con los ár-
bitros y cualquier otra persona que ejerza funciones judiciales o
cuasi judiciales, incluso ocasionalmente.

III. Relaciones entre abogados

El abogado debe hacer cuanto esté a su alcance para que las


relaciones con sus colegas se caractericen por la confraternidad,
fundada en el sentimiento de la solidaridad profesional, de los
deberes que impone y de la confianza mutua que presume. Debe
respetar en todo momento la dignidad del colega, proscribiendo
a su respecto las expresiones hirientes y las insinuaciones malé-
volas. Los abogados deben mantener recíproca lealtad, respeto
mutuo y relaciones de compañerismo.
El abogado de mayor antigüedad en el ejercicio profesional
debe prestar desinteresadamente orientación, guía y consejo de
modo amplio y eficaz a los de reciente incorporación que lo so-
liciten. Recíprocamente, estos tienen el derecho de requerir con-
sejo y orientación a los abogados experimentados, en la medida
que sea necesaria para cumplir cabalmente con sus deberes.
RELACIONES CON EL COLEGIO Y OTRAS AUTORIDADES 29

El abogado debe recibir siempre y con la máxima urgencia al


compañero que le visite en su despacho y con preferencia a cual-
quier otra persona, sea o no cliente, que guarde espera en el des-
pacho. En caso de imposibilidad de inmediata atención, dejará
momentáneamente sus ocupaciones para saludar al compañero y
excusarse por la espera.
Los esfuerzos directos o indirectos, para apoderarse de los
asuntos de otros abogados o captarse sus clientes, son indignos
de quienes se deben lealtad en el foro; pero es deber profesional
dar consejos adecuados a quienes buscan ayuda contra abogados
infieles o negligentes. Es recomendable, como norma general, in-
formar previamente al colega imputado.

IV. Relaciones con los clientes

La relación del abogado con el cliente debe fundarse en la recí-


proca confianza. Dicha relación puede verse facilitada mediante
la firma del contrato de servicios profesionales correspondiente.
1. El abogado sólo podrá encargarse de un asunto, por mandato
de su cliente, encargo de otro abogado que represente al clien-
te, o por designación colegial. El abogado deberá comprobar
la identidad y facultades de quien efectúe el encargo. Es obli-
gación identificarse ante la persona a la que asesora y defiende,
éste incluso cuando lo hiciere por cuenta de un tercero a fin
de asumir las responsabilidades civiles y deontológicas que, en
su caso, correspondan. En el supuesto de consulta telefónica o
por red informática con un despacho o asesoría cuyos aboga-
dos son desconocidos para el comunicante, esta identificación,
así como la del colegio al que pertenece, es la primera e inme-
diata obligación del abogado interlocutor.
2. El abogado tendrá plena libertad para aceptar o rechazar el
asunto en que se solicite su intervención, sin necesidad de
justificar su decisión. Asimismo, el abogado podrá abstenerse
30 CÓDIGO DEONTOLÓGICO DE LA ABOGACÍA MEXICANA

o cesar en la intervención cuando surjan discrepancias con el


cliente. Deberá hacerlo siempre que concurran circunstan-
cias que puedan afectar a su plena libertad e independencia
en la defensa o a la obligación de secreto profesional.
3. El abogado que renuncie a la dirección de un asunto habrá
de realizar los actos necesarios para evitar la indefensión de
su cliente. Cuando se trate de defensa asumida por desig-
nación colegial, la aceptación, rechazo, abstención o cese
habrá de acomodarse a las normas existentes sobre justicia
gratuita y sobre este tipo de designaciones.
4. El abogado no puede aceptar la defensa de intereses contra-
puestos con otros que esté defendiendo, o con los del propio
abogado. En caso de conflicto de intereses entre dos clientes
del mismo abogado, deberá renunciar a la defensa de ambos,
salvo autorización expresa de los dos para intervenir en de-
fensa de uno de ellos.
Sin embargo, el abogado podrá intervenir en interés de to-
das las partes en funciones de mediador o en la preparación
y redacción de documentos de naturaleza contractual, de-
biendo mantener en tal supuesto una estricta objetividad.
5. El abogado no podrá aceptar encargos profesionales que
impliquen actuaciones contra un anterior cliente, cuando
exista riesgo de que el secreto de las informaciones obteni-
das en la relación con el antiguo cliente pueda ser violado, o
que de ellas pudiera resultar beneficio para el nuevo cliente.
6. El abogado deberá, asimismo, abstenerse de ocuparse de los
asuntos de un conjunto de clientes afectados por una misma
situación, cuando surja un conflicto de intereses entre ellos,
exista riesgo de violación del secreto profesional, o pueda
estar afectada su libertad e independencia.
7. Cuando varios abogados formen parte o colaboren en un
mismo despacho, cualquiera que sea la forma asociativa uti-
lizada, las normas expuestas serán aplicables al grupo en su
conjunto, y a todos y cada uno de sus miembros.
RELACIONES CON EL COLEGIO Y OTRAS AUTORIDADES 31

8. El abogado no aceptará ningún asunto si no se considera o


no debiera considerarse competente para dirigirlo, a menos
que colabore con un abogado que lo sea.
9. El abogado tiene la obligación de poner en conocimiento
del cliente, incluso por escrito, cuando éste lo solicite del
mismo modo:
a. Su opinión sobre las posibilidades de sus pretensiones y
resultado previsible del asunto;
b. Importe aproximado, en cuanto sea posible, de los honora-
rios, o de las bases para su determinación;
c. Si por sus circunstancias personales y económicas tiene
la posibilidad de solicitar y obtener los beneficios de la
asesoría jurídica gratuita que ofrezca el colegio de abo-
gados;
d. Todas aquellas situaciones que aparentemente pudieran
afectar a su independencia, como relaciones familiares,
de amistad, económicas o financieras con la parte con-
traria o sus representantes;
e. La evolución del asunto encomendado, resoluciones
transcendentes, recursos contra las mismas; posibilidades
de transacción, conveniencia de acuerdos extrajudiciales
o soluciones alternativas al litigio.
10. El abogado asesorará y defenderá a su cliente con diligen-
cia y dedicación, asumiendo personalmente la responsabi-
lidad del trabajo encargado sin perjuicio de las colabora-
ciones que recabe.
11. El abogado tiene la obligación, mientras esté asumiendo la
defensa, de llevarla a término en su integridad, gozando de
plena libertad a utilizar los medios de defensa, siempre que
sean legítimos y hayan sido obtenidos lícitamente, y no tien-
dan como fin exclusivo a dilatar injustificadamente los pleitos.
12. La documentación recibida del cliente estará siempre a
disposición del mismo, no pudiendo en ningún caso el abo-
gado retenerla, ni siquiera bajo pretexto de tener pendien-
32 CÓDIGO DEONTOLÓGICO DE LA ABOGACÍA MEXICANA

te cobro de honorarios. No obstante podrá conservar co-


pias de la documentación.
Capítulo cuarto
Cobro de honorarios y provision de fondos

I. Honorarios

El abogado tiene derecho a una compensación económica digna


y adecuada por los servicios prestados, así como al reintegro de los
gastos que se le hayan causado. El abogado deberá informar a su
cliente de lo que pide en concepto de honorarios y el importe de los
mismos que deberá ser justo y razonable. La cuantía de los hono-
rarios podrá ser libremente convenida entre el cliente y el abogado,
con respeto a las normas deontológicas y sobre competencia desleal.
A falta de pacto expreso en contrario, para la fijación de los
honorarios se podrán tener en cuenta, como referencia, los facto-
res orientadores del colegio en cuyo ámbito actúe, aplicados con-
forme a las reglas, usos y costumbres del mismo, normas que, en
todo caso, tendrán carácter supletorio de lo convenido y que se
aplicarán en los casos de condena en costas a la parte contraria.
La compensación económica podrá asumir la forma de retri-
bución fija, periódica o por horas. Respecto a las costas recobra-
das de terceros se estará a lo que libremente acuerden las partes,
que a falta de pacto expreso habrán de ser satisfechas efectiva-
mente al abogado.
Para la estimación del monto del honorario, se recomienda la
consideración de los siguientes factores:
a) La importancia de los trabajos y la cuantía del asunto;
b) El éxito obtenido, en toda su trascendencia;

33
34 CÓDIGO DEONTOLÓGICO DE LA ABOGACÍA MEXICANA

c) La novedad y dificultad de las cuestiones jurídicas debatidas;


d) La experiencia y especialidad profesional del abogado;
e) La fortuna o situación pecuniaria del cliente;
f) La práctica o costumbre del foro del lugar;
g) El carácter de la intervención del abogado, esto es, si se
trata de trabajos aislados o de servicios profesionales fijos
y constantes;
h) La responsabilidad que se derive para el abogado de la
atención del asunto;
i) El tiempo tomado por el patrocinio;
j) La forma de actuación del abogado, esto es, si patrocinó
al cliente que actuaba personalmente o mediante pro-
curador, o si actuó en el doble carácter de mandatario y
patrocinante.

A. Las metas de facturación

No es adecuado fijar metas de facturación a los abogados so-


cios o asociados en cualquier forma asociativa por el riesgo que
existe de que, en el afán de cumplir con la meta determinada, se
carguen tiempos no efectivamente devengados a los clientes y con
ello se atente contra la dignidad de la profesión y los principios de
justicia, templanza y honradez que rigen a la misma.

II. Cuota Litis

Solamente es admisible el pacto de Cuota Litis celebrado so-


bre bases equitativas y en aquellos casos en los que el cliente no
pueda cubrir los honorarios del abogado de otra forma, teniendo
en cuenta la posibilidad de no llegar a percibir los honorarios, y
con sujeción a las siguientes reglas:
COBRO DE HONORARIOS Y PROVISION DE FONDOS 35

1. La participación del abogado nunca ha de ser mayor que la


del cliente.
2. El abogado se reservará la facultad de separarse del patroci-
nio o mandato, y del mismo modo se establecerá la facultad
para el cliente de retirar el asunto al abogado y confiarlo a
otro; en estos casos, si el negocio se gana, el abogado tendrá
derecho a cobrar una cantidad proporcional a sus servicios y
a la participación convenida; si el negocio se pierde, el abo-
gado podrá cobrar los honorarios comunes que se estimen
devengados cuando el cliente le haya retirado el asunto sin
causa justificada.
3. Si el asunto se perdiere, el abogado no cobrará, excepto cuan-
do se hubiere estipulado a su favor una suma razonable para
cubrir los gastos.

III. Provisión de fondos

El abogado tiene derecho a solicitar y percibir la entrega de


cantidades en concepto de fondos a cuenta de los gastos suplidos,
o de sus honorarios, tanto con carácter previo como durante la
tramitación del asunto.
Su cuantía deberá ser acorde con las previsiones del asunto y el
importe estimado de los honorarios definitivos. La falta de pago
de la provisión autorizará a renunciar o condicionar el inicio de
las tareas profesionales, o a cesar en ellas.
Deberá rendir cuenta pormenorizada de las cantidades perci-
bidas en concepto de gastos, al término de su participación o en
el momento en que el cliente lo requiera.

IV. Impugnación de honorarios

El abogado debe evitar toda controversia con el cliente acerca


de sus honorarios, hasta donde esto sea compatible con su digni-
36 CÓDIGO DEONTOLÓGICO DE LA ABOGACÍA MEXICANA

dad profesional y con su derecho a una adecuada retribución por


sus servicios. En caso de surgir la controversia, procurará que se
someta al arbitraje de su colegio de abogados. Si se viere obligado
a demandar al cliente, es preferible que se haga representar por
un colega.

V. Pagos por captación de clientela

Es indecoroso todo procedimiento para conseguir clientes me-


diante agentes o corredores, participaciones en los honorarios o
asociaciones de cualquier índole. El abogado no podrá exigir ni
aceptar honorarios comisiones ni otro tipo de compensación de
otro abogado o de cualquier otra persona por haber enviado o
recomendado a un cliente.
El abogado no podrá pagar nunca honorarios, comisión ni
ninguna otra compensación como contrapartida por el hecho de
que le hayan enviado a un cliente.

VI. Tratamiento de fondos ajenos

Es aconsejable regular la tenencia de los fondos de clientes,


manteniéndolos identificados, separados de los propios del bufe-
te, y siempre a su disposición, lo que, contribuye a la transparen-
cia en la actuación del abogado, fortaleciendo la confianza de su
cliente.
1. Cuando el abogado éste en posesión de dinero o valores de
clientes o de terceros, estará obligado a tenerlos depositados
en una o varias cuentas específicas abiertas en un banco o en-
tidad de crédito, con disposición inmediata. Estos depósitos
no podrán ser concertados ni confundidos con ningún otro
depósito del abogado, del bufete, del cliente o de terceros.
COBRO DE HONORARIOS Y PROVISION DE FONDOS 37

2. Salvo disposición legal, mandato judicial o consentimien-


to expreso del cliente o del tercero por cuenta de quien se
haga, queda prohibido cualquier pago efectuado con dichos
fondos. Esta prohibición comprende incluso la detracción
por el abogado de sus propios honorarios, salvo autoriza-
ción escrita para hacerlo del cliente y, naturalmente, sin
perjuicio de las medidas cautelares que puedan solicitarse y
obtenerse de los tribunales de justicia.
3. Los abogados tienen la obligación de comprobar la identi-
dad exacta de quien les entregue los fondos.
4. Cuando el abogado reciba fondos ajenos con finalidades de
mandato, gestión o actuación diferente a la estrictamente
profesional, quedará sometido a la normativa general sobre
tal clase de actuaciones.
Capítulo quinto
Desarrollo profesional y certificación

I. Educación jurídica continua

El abogado tiene el deber de mantener sus conocimientos jurídicos


actualizados, para lo que deberá sujetarse a los reglamentos de actuali-
zación y de certificación, en su caso, que el colegio de abogados al que
pertenezca mantenga en vigor, a fin de cumplir con los puntajes míni-
mos necesarios o con los parámetros existentes para su certificación.

II. Relaciones con universidades y centros de estudio

Los colegios de abogados no constituyen entidades educativas;


sin embargo, sin perjuicio de instrumentar sus propios programas
de actualización para fines estrictamente profesionales, es reco-
mendable que sus actividades académicas y de formación profe-
sional estén vinculadas con universidades y centros de estudio o
bien sean encargadas a éstas, permitiendo vincular a la academia
con el ejercicio profesional.

III. Acceso a la certificación por especialidades

La certificación se podrá realizar respecto de la profesión en


general o respecto de una rama profesional o especialidad. La
certificación profesional deberá ser periódica, otorgada con im-

39
40 CÓDIGO DEONTOLÓGICO DE LA ABOGACÍA MEXICANA

parcialidad, sobre bases objetivas y tener una vigencia mínima y


una máxima contada a partir de su expedición.
Capítulo sexto
asistencia social profesional

I. Responsabilidad social de la abogacía

El abogado, como miembro de una profesión que sirve al interés


público de la justicia, tiene obligaciones no sólo frente al cliente,
sus compañeros y otros profesionales del derecho, jueces y tribuna-
les, poderes públicos y colegios de abogados, sino también frente
a la sociedad.
Para el cumplimiento de tales deberes y, además, como expre-
sión de su compromiso voluntario con la sociedad, los abogados
deben promover y apoyar:
a) El acceso a la justicia de las personas, colectivos o co-
munidades en situación de desventaja o exclusión social,
garantizando la asistencia de un abogado y la indepen-
dencia de éste;
b) Las iniciativas orientadas a la participación de abogados
en tareas de asesoramiento y formación para colectivos o
comunidades con necesidad de recursos para la más ple-
na realización del derecho a la tutela judicial y el Estado
de derecho;
c) La formación de otros abogados, especialmente jóvenes
abogados y quienes se propongan acceder a la profesión;
d) La cooperación con los órganos del poder judicial, repre-
sentantes de la justicia institucional, otros poderes públi-
cos, universidades, escuelas de práctica jurídica, embaja-
41
42 CÓDIGO DEONTOLÓGICO DE LA ABOGACÍA MEXICANA

das y oficinas consulares, y organizaciones de la sociedad


civil;
e) El apoyo a las iniciativas de sus sociedades civiles inspira-
das por los valores de pluralismo político y de participa-
ción ciudadana en los asuntos públicos, en especial las ac-
ciones encaminadas a mejorar la calidad de la legislación,
el buen gobierno, la garantía de la igualdad de acceso e
interlocución con las administraciones públicas y la trans-
parencia de sus instituciones y órganos;
f) En general, cuanto sirva a la tutela de la diversidad y el
derecho a la igualdad, al fortalecimiento del Estado de
derecho, y a la defensa del derecho de defensa y los de-
rechos humanos.

II. Patrocinio de causas Pro bono

La profesión de abogado impone el deber de asesorar y en su


caso defender gratuitamente a los indigentes, así cuando lo solici-
ten, como cuando recaiga nombramiento de oficio; el incumpli-
miento de este deber, si no median causas justificadas y suficientes
de excusa, relacionadas con la actividad profesional que se cultive,
el lugar de prestación de los servicios u otras circunstancias seme-
jantes, es falta grave que desvirtúa la esencia misma de la abogacía.
La asesoría jurídica gratuita y el patrocinio de causas pro bono
se podrán efectuar ya sea directamente por el abogado en su
práctica individual o colectiva, dando cuenta de ello al colegio o
bien mediante el apoyo a las asociaciones y bufetes jurídicos gra-
tuitos del colegio de abogados al que se encuentre incorporado.
Capítulo séptimo
Responsabilidad civil

Cobertura de la responsabilidad civil

Los abogados procurarán tener un seguro de responsabilidad civil


profesional por una cuantía razonable, habida cuenta de la natu-
raleza y del alcance de los riesgos en los que puedan incurrir en el
desempeño de su actividad.

Si el abogado se encontrara en la imposibilidad de contratar


el seguro, deberá informar al cliente de esa situación y de sus
consecuencias.

43
Lineamientos para un código deontológico de
la abogacía mexicana, editado por el Ins-
tituto de Investigaciones Jurídicas de la
UNAM, se terminó de imprimir el 16
de mayo de 2013 en Formación Gráfi-
ca, S. A. de C. V., Matamoros 112, col.
Raúl Romero, Ciudad Nezahualcóyotl,
Estado de México, 57630 Se utilizó tipo
Baskerville de 9, 10 y 11 puntos. En esta
edición se empleó papel cultural 57 x 87
de 37 kilos para los interiores y cartuli-
na couché de 154 kilos para los forros;
consta de 4000 ejemplares (impresión
offset).

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