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Exilio Del PST en Bogotá PDF
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Introducción
* UNGS/UBA/CIC. florenciaosuna@gmail.com
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El Partido Socialista de los Trabajadores/Movimiento al Socialismo (PST-MAS) fue un
partido trotskista argentino dirigido por Nahuel Moreno, perteneciente al campo de la iz-
quierda no armada, que fue creado en el año 1972 a raíz de la fusión entre el Partido Revo-
lucionario de los Trabajadores (La Verdad) y una corriente del Partido Socialista Argentino
(Secretaría Juan Carlos Coral). En el período 1974-1982, el PST se vio afectado por las diversas
manifestaciones de la represión: sufrió el fusilamiento de 16 militantes por parte de la Triple
A, la desaparición de 80 de sus miembros y la detención a “disposición del Poder Ejecutivo
Nacional” de una treintena de militantes. Sin embargo, la organización continuó activa y en
1983, con el nombre de Movimiento al Socialismo y un programa político renovado, participó
de las elecciones nacionales con Luis Zamora como candidato a presidente.
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Para los vínculos internacionales del comunismo, véase el capítulo de Natalia Casola
en este libro.
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En las investigaciones de Emmanuel Kahan (2008) y María Eugenia Marengo (2012) es
posible encontrar una reconstrucción de la historia de la DIPBA y, también, a través del aná-
lisis de casos particulares, una aproximación rigurosa tanto al trabajo de espionaje policial,
como a las representaciones de la inteligencia policial sobre grupos étnicos (la colectividad
judía) y políticos (el comunismo) determinados.
Una ex militante del PST que formó parte del grupo que se estableció en
Bogotá durante la última dictadura argentina, frente a la pregunta por el exilio
del grupo, aclaró que “se fue a hacer una tarea política, no nos fuimos deses-
perados […] el trabajo internacional estuvo proyectado desde siempre” (Entre-
vista a Amelia, ex militante del PST, mayo de 2008). La voz de la entrevistada
es un puntapié inicial para indagar en la significación de esta emigración, pero
también nos permite habilitar el interrogante acerca de los sentidos del “exilio”
para otros grupos de la izquierda partidaria.
En relación con esto, la pregunta que guía este trabajo es a partir de qué
prácticas y discursos políticos se desarrolló y representó la emigración política
de la dirigencia partidaria del PST en Bogotá. Es decir, cómo insertamos la ex-
periencia de los militantes del PST en el marco de la heterogeneidad de causas,
objetivos, motivaciones y conflictos que nos permite explicar la salida al exilio
de los diversos grupos políticos, sociales, culturales y religiosos en la década
del setenta en Argentina.
Consideramos que es importante pensar la salida al exilio de este partido
teniendo en cuenta las particularidades de las prácticas políticas organizativas
más generales desarrolladas por el PST en el período 1976-1983. De esta ma-
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Sobre la estrategia partidaria del PCA también puede consultarse el capítulo de Natalia
Casola en este libro.
El 25 de marzo de 1976, el PST se había visto afectado por la ley 21.269 que
prohibía las actividades de los partidos considerados de extrema izquierda.6
Esto coincidió con una ola de secuestros y detenciones que tuvo consecuen-
cias directas sobre la organización. En el mes de junio, se sumaron las leyes
21.322 y 21.325 que disolvieron y declararon ilegales a la mayor parte de las
organizaciones políticas, sociales y estudiantiles de la izquierda marxista y pe-
ronista, entre ellas, el PST.
A pesar de verse duramente afectado por la legislación y las acciones re-
presivas del régimen entrante, el Partido realizó una particular lectura sobre
el carácter del gobierno de Jorge Rafael Videla. En este sentido, al igual que el
PCA, consideró que el presidente de facto representaba el ala “blanda” y “aper-
turista” del gobierno, diferenciándolo de los sectores “pinochetistas” (Campio-
ne, 2007:103). El PST afirmó en un periódico partidario que “el gobierno actual,
a juzgar por sus declaraciones hasta el momento, tampoco se inclina por la
política de sangre y fuego que preconizan los regímenes más duros del conti-
nente” (Cambio, 1/5/1976).
Al menos hasta junio de 1976, la organización confió en las promesas de
“democracia” y “libertad de prensa” anunciadas por el gobierno. Asimismo,
hasta mediados del año 1977, consideró, en consonancia con la lectura del
PCA, que los agentes de la represión y la violencia estaban encarnados en los
“terrorismos” de derecha y de izquierda. En relación con esto, el partido criti-
caba al gobierno de Videla por permitir “que actúen impunemente las bandas
asesinas de extrema derecha que han convertido a nuestro país en una zona
de horror” (Unidad Socialista, agosto de 1977).7
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El artículo 1 prohibía todas las actividades de las siguientes organizaciones: Partido
Comunista Revolucionario, Partido Socialista de los Trabajadores, Política Obrera, Partido
Obrero Trotskista y Partido Comunista Marxista Leninista. Los demás artículos implicaron la
clausura de sus locales y el bloqueo de los bienes patrimoniales y cuentas bancarias (Clarín,
26/3/1976).
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La DIPBA llamó la atención sobre esta lectura del PST: “se refieren en el caso de críme-
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A partir de 1977, se profundizaron las campañas financieras (Boletín Interno, PST, lla-
mado “El renacimiento español”, año 1977). La totalidad de los militantes se dedicó durante
largos meses a pedir aportes económicos para el Partido. Todos los boletines internos del
período dan cuenta de la evolución de estas campañas financieras, estableciendo cifras
en relación al dinero juntado en cada sector y sobre las posibilidades de captación de los
“cotizantes”.
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Durante la dictadura desaparecieron 80 militantes del partido, la mayoría de ellos fue
víctima de los dispositivos del terror estatal en el período 1976-1979. No es el objetivo de
nuestra investigación establecer una correlación directa entre las decisiones partidarias y la
represión sufrida; pero es llamativo observar que, a pesar de estos hechos, se seguía soste-
niendo este tipo de actividades.
“Realizar una investigación sobre: a) Renta que reciven [sic] los dirigentes
y miembros de la FB [Fracción Bolchevique] y su comparación con las de
los rentados nacionales. b) Régimen de vida de los rentados de la FB. c)
calorías, tipo de alimentación. e) diversiones, esparcimientos, deportes.
Preguntas a responder: ¿Es una burocracia la dirección de la FB? ¿Si es
así cuales son las prevendas [sic] económicas que reciven [sic]?” (Carta de
“Pestaña”, “Para la discucion [sic] con la delegacion [sic] argentina”, 1980).
Más allá de las condiciones materiales de vida de los dirigentes del PST
que se encontraban en Bogotá, es importante tener en cuenta que este tipo
de acusaciones se formularon en un contexto muy adverso para los militantes
que permanecieron en Argentina, realizando actividades riesgosas con la fi-
nalidad de juntar dinero para enviar a Colombia. El distanciamiento entre los
militantes y la dirigencia era amplio: por las condiciones represivas que debían
padecer en el marco del terrorismo de Estado argentino, pero también por el
tipo de actividades rutinarias que realizaban. Estas diferencias entre unos y
otros aparecen también representadas en las percepciones policiales. Un in-
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Aunque no existen trabajos sobre las representaciones de las Fuerzas Armadas sobre
los diferentes partidos políticos, hay algunos indicios que nos hablan de la diferenciación
realizada entre unos y otros. Como decíamos, el PCA fue suspendido, mientras que otros Par-
tidos de izquierda fueron disueltos y prohibidos. En relación con este tema, nos interesa traer
a colación las entrevistas que Isidoro Gilbert ha realizado a Carlos Dalla Tea quien “encabezó
la Comisión del Comando en Jefe que debía determinar qué agrupaciones políticas serían
reconocidas por el futuro gobierno militar y cuáles serían ilegalizadas” y a Roberto Mario Vio-
la. El PCA, según los militares entrevistados, no fue prohibido por ser considerado como “no
subversivo” y “poco importante”, y afirman que hubo consenso entre las tres fuerzas para con-
siderar al PCA como al resto de los partidos tradicionales (Partido Justicialista, Unión Cívica
Radical). Dalla Tea también argumentó que el PCA podría servir para que “la juventud que
estuviera insatisfecha se canalizara a partir de este partido de izquierda y no fuera a la acción
violenta” (Gilbert, 1994: 314). Son pistas que quizás nos puedan ayudar a pensar las represen-
taciones diferenciales de algunos miembros de las fuerzas de seguridad sobre los partidos
armados y no armados.
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Por ejemplo, en el trabajo de Martin Mangiantini (2012:2) se afirma: “la presente pro-
puesta consiste en reflexionar sobre cómo el PST, al finalizar el golpe de Estado y al produ-
cirse el retorno a la Argentina de la militancia exiliada, no salió mayormente dañado como
estructura política más allá del exilio y de la represión sufrida, e incluso, reapareció como
alternativa política de cierta relevancia ante la apertura democrática, aspecto que conlleva
una diferencia con otras organizaciones revolucionarias para las cuales la conjunción de re-
presión y exilio significaron (de hecho) su extinción”. Si bien es cierto que el Partido conservó
la “estructura”, es necesario reflexionar críticamente sobre ciertos presupuestos que suelen
aparecer en los trabajos sobre la izquierda durante la dictadura. Creemos que no es conve-
niente establecer relaciones directas entre las decisiones político-partidarias y la represión
sufrida. Por un lado, porque es también importante considerar los objetivos del accionar de
las fuerzas represivas y el tratamiento otorgado a cada organización en particular. Por otro
lado, porque, como hemos argumentado en el apartado anterior, no es posible afirmar que
las prácticas organizativas del PST hayan partido de una política estricta de preservación de
los militantes. Los propios informes policiales son una prueba de la infiltración policial en el
partido y del conocimiento detallado de las acciones del PST en el período 1976-1983. Aun-
que tampoco resulta atinado suponer que existieron diseños organizativos infalibles frente
al accionar del terrorismo de Estado. Por último, la cifra de militantes del PST fusilados por la
Triple A y desaparecidos durante la última dictadura es muy alta teniendo en cuenta que era
un partido pequeño. En conclusión, es necesario considerar todas estas variables a la hora de
evaluar las prácticas políticas de este partido en el período estudiado y, sobre todo, al compa-
rarlo con el derrotero de otras organizaciones de izquierda.
Como explican los informes policiales, entre los exiliados se encontraba “el
viejo equipo de diagramadores y técnicos en general” que “se trasladó a Bogotá
(y de allí a otros lugares) en la época del cambio de gobierno” (Archivo DIPBA,
Mesa “A”, Factor Partidos Políticos, Carpeta Nº 37, Legajo Nº 245, caratulado “Par-
tido Socialista Argentino ‘Sector Coral’, p. 24). Este grupo era importante a los
fines de llevar a cabo el funcionamiento de la editorial que previamente había
funcionado en Argentina. La DIPBA señalaba que el PST fue capaz de generar
“dos eficientes equipos técnicos” en el plano editorial: un equipo técnico joven
que es el que permanecía en Argentina; y el equipo de “veteranos” que trabajaba
en el exilio. Esto, al mismo tiempo, era considerado una “gran debilidad”, ya que
Reflexiones finales
Bibliografía
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Buenos Aires: CeDinCI. En CD Rom.
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