Está en la página 1de 2

Relatos para bárbaros

Relatos Salvajes, es la película argentina que recientemente ha causado olas, consiguiendo


una buena recepción por parte de la crítica y de su público. Se dice que es el filme
argentino más visto en todos los tiempos. También fue nominada para el Oscar a mejor
película de habla no inglesa.

Dirigida y escrita por el bonaerense Damián Szifron, Relatos Salvajes reúne una serie de
largometrajes, en torno a una hipótesis común a cualquiera: ¿qué pasa cuando nos
sometemos a una situación de mucho estrés, y de repente, nos estalla la cabeza?

Las historias de Relatos Salvajes, nos acercan a un tema muy común, muy dirigido a
nosotros, pobladores de la selva latinoamericana. El asunto de la corrupción y del “no pasa
nada”, más allá de que te mueras —o se muera alguien inocente—, en caso dado de que
infrinjas la ley.

Gran parte de los personajes, aparte de perder el control a causa del estrés cotidiano,
pierden los estribos porque el sistema en el que viven, hundido en la vulnerabilidad social y
la corrupción, no les inspira a llevar una rutina pacífica y venturosa.

Dentro de esta caída en la abismal oruga de la impunidad, somos espectadores de la


cocinera que prefiere y aprovecha la ocasión para cometer un crimen y regresar a la cárcel,
porque ahí parece tener mejor calidad de vida. Pero también tenemos al ingeniero a quien le
explota la cabeza —y otras cosas más— cuando la burocracia, que implica pagar una multa
para que le devuelvan su vehículo que ha sido remolcado, supera su paciencia.

La historia que se lleva la cereza del pastel con el tema de la ilegalidad, es la del típico
mirrey, que tras ser victimario en un accidente de tránsito, la familia lo arropa para que
alguien más asuma la responsabilidad de su crimen, a cambio de una millonaria suma de
dinero. La corrupción complica la situación. Desde el abogado que engaña al padre para
sacarle más capital, hasta el soborno pedido por el fiscal y por quien asumirá la
culpabilidad del accidente. Un delito solapado por la familia, pero consentido por las
autoridades, hacen del final de esta historia, un desenlace abrumador.

Relatos Salvajes, también exhibe las formas convencionales de relacionarnos los unos con
los otros. Lo importante que sigue siendo para los latinoamericanos la familia en su sentido
tradicional. El rito del matrimonio como legitimador del amor que va en serio, y de la casi
forzada monogamia que acarrea. El papel del hombre como lo invencible, este macho alfa
que siempre compite por ser el mejor, a costa de lo que sea.

Pero sobre todo nos deja la imagen tragicómica de la doble moral. Esa de lo que muchos
abusamos. Desde que nos levantamos en la mañana y besamos a una sola persona,
prometiéndole amor eterno. Hasta cuando no asumimos nuestra responsabilidad por una
falla, y en cambio deseamos comprar a la justicia con una “mordida”.

Relatos Salvajes podría parecernos empática. Da en el clavo. En ciertos minutos se vuelve


cómica. Pero de un segundo a otro, cuando se torna lo suficientemente proyectiva de lo que
sucede en nuestra sociedad, deja de dar risa. Para restregarnos en la cara la pregunta:
¿Somos tan brutales?

Al salir de la película, seguramente muchos querrán huir del país, pero inmediatamente se
darán cuenta, que están enredados una vez más en un tipo de realismo mágico que sólo los
noticieros superan.

También podría gustarte