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Palabras Claves: Ilustración, Educación Popular, Sujeto político popular, Saber Social,
República.
RESUMEN: Hablar del proyecto Bolivariano, es hablar de un proyecto inconcluso, así
mismo, referimos su lucha por la educación desde el mismo carácter, con Simón Rodríguez,
un pedagogo revolucionario, que se pensaba la educación para la emancipación, de carácter
popular. Es por eso que se ahondará sobre la educación en la nueva granada, de allí, el
discurso de Bolívar de Angostura y algunos de sus elementos, para entender qué, son
directamente relacionados a su maestro, Simón Rodríguez. Hablaremos pues, de su ideario,
su sueño y sin duda, un proyecto inconcluso que está al servicio, para quien desee servirse
de él. Éste artículo, deslizándose por la superficie de la historia e ideales de grandes hombres,
es pues, un inicio, un primer momento y acercamiento a ésta extensa apuesta.
Aquel hombre, el más grande de América, con su espada en su funda y su juramento
proclamado tiempo atrás en el monte sacro ya cumplido, recorre las costas de Santa Marta.
La mirada que tiempo en otros tiempos llenó los sueños gloriosos de una utopía en bocanadas
de realidad, se encontraba cabizbaja, taciturno mientras la sombra de lo que fue alguna vez
desaparecía como el viento llevando la arena. Frente a él, el mar Caribe envuelto entre plata
y azul; el Libertador observaba la lontananza agitada por tempestades como en algún
momento fue su corazón, ya marchito por la ignominia mientras que a su espalda se alzaba
imponente el macizo gigantesco de la sierra, la grandeza de quién fuera el hombre, se
extinguía entre susurros de destierro y sueños de muerte. El cielo más hermoso de América,
la más hermosa sinfonía de colores, el más grandioso derroche de luz arropaba el silencio de
su presencia y lo cubrían entre el rojizo crepuscular del sol.
De esta manera, se escucha el réquiem de quién fuera el libertador de nuestra América; un
hombre que, frente a la ciudad eterna junto a su maestro, profetizó su glorioso destino, la
liberación de un nuevo mundo. Así emprendió su cruzada contra el imperialismo, contra la
dominación; luchó sin tregua por la unidad de los pueblos de la Iberoamérica y su
autodeterminación. Levantó alto su estandarte a través del único camino por el que los
pueblos pueden encontrar los sueños aún por labrar, la educación popular, moral y luces fue
su consigna, porque un pueblo además de libre y fuerte, debe desear ser virtuoso.
El nuevo reino de Granada del siglo XVlll, no creía en la renovación de la educación,
su modelo no cambió desde tiempos de la conquista española. Bastaba una educación en
religión, latín y ciertos autores clásicos que asegurara la continuidad de un status quo de
personas educadas en una doctrina cristiana, una preparación para la salvación de las almas.
Durante la mitad del siglo XVlll, comienza a germinar una necesidad lucrativa y ambiciosa
de bienes terrenales. De allí, la iniciativa de una reforma educativa en la educación. Fue así
como el virrey Guirior encomendó al fiscal Francisco Antonio Moreno y Escandon la
elaboración de un proyecto de universidad pública, aprovechando los bienes que fueron
expropiados de la compañía de Jesús. Bajo las ideas ilustradas de los reyes borbones, fue que
el estado colonial logró conocer el concepto de escuela pública, que estuvo a cargo de la
iglesia. Durante los siglos XVl y XVll los indígenas fueron adoctrinados y convertidos hacia
el cristianismo, llevados a recibir el “sacramento” y a “vivir en policía”.
Las primeras escuelas públicas fueron construidas y constituidas bajo el gobierno de los
cabildos de villas y ciudades, estas se sostenían con las rentas de las ciudades, empero, eran
tan reducidas que en muchas ocasiones no había forma de pagar a los educadores.
La ausencia monetaria no era la única que suponía un obstáculo para la educación de la época,
la falta de educadores con la capacidad de enseñar a leer y escribir significaba un
inconveniente para la constitución de un buen modelo educativo que garantizara los saberes
básicos a la población neogranadina. La condición propia del sometimiento ante el dogma,
la falta de educación política y de perspectiva hacia una formación del ciudadano
caracterizaban este tiempo. Este momento histórico permite no sólo generar en Simón
Bolívar una perspectiva sobre la sociedad, sino también, concebir el saber cómo el motor
para el progreso social. Cuando habla en el congreso constitutivo de Angostura respecto a la
educación afirmará:
La educación popular debe ser el cuidado primogénito del amor paternal del congreso
moral y luces son los polos de una república; moral y luces son nuestras primeras
necesidades.
De ésta manera, aparece ante nosotros la educación popular, y el llamado a la moral y a las
luces. A su vez, también expresa su anhelo para éstas nuevas repúblicas, un destino similar a
los momentos más grandes de las distintas civilizaciones, como la Atenas, su areópago, su
gente como guardianes de costumbres y de leyes; de la Roma, sus censores y los tribunales
domésticos, de ambas, como instituciones morales, anhela la virtud para el pueblo. Anhela
la austeridad del estado y su transparencia, erradicando del mismo toda corrupción, egoísmo,
ingratitud, frialdad del amor a la patria, como antídoto, hace el llamado a la cuarta potestad,
encargada del dominio de la infancia y el corazón de los hombres, de las buenas costumbres
y la moral republicana, será, entonces, la educación aquello que traerá todos estos bienestares
a la patria en el discurso del Libertador. Por ello, valdría preguntarnos, ¿A qué refiere
entonces el Libertador con Educación popular, qué educación creía Bolívar para conjurarle
la responsabilidad al naciente congreso, y además, qué es lo especial de su convicción?
Bolívar creía en una educación para el pueblo; buscaba la construcción de una idea
educativa partiendo de lo mejor de occidente. Cosa que no es de extrañar por quien fue
educado por Simón Rodríguez, ilustre venezolano que, inspirado por las ideas de la
ilustración dejó en Bolívar como todo maestro, la semilla del pensador. Es por lo menos la
concepción Kantiana ¡Sapere Aude! la acepción más apropiada para acercarse a su
búsqueda; lejos de la concepción elitista de una inteligencia reservada para los nacidos en
buena cuna, uno de los legados de esta ilustración es concebir una prioridad, que el ciudadano
pueda valer su razón por sí mismo, sin la tutela de otro que le determine, diría Kant ¡Ten el
valor de servirte de tu propia razón!, Rodríguez lleva ésta acepción a los pueblos, a las gentes,
su necesidad, es de hacer sus propios caminos, sus propias metas, el hombre americano
deberá construir el paisaje a través de su propia experiencia. Imaginamos a Rodríguez
recordando a Kant, afirmando: ¡Pueblos, tengan el valor de servirse de sus propios destinos,
de sus experiencias, de sus sentires y pensamientos! Bolívar abraza el legado de su maestro,
porque de la necesidad de un nuevo mundo ¡O inventamos o erramos! En esta frase
reconocemos la apuesta fundamental de un pueblo que se debe educar, pensar por sí mismo,
deshacerse de las cargas de la dominación y la tradición para pensarse un nuevo mañana,
para Nuestra América.
Pero, más allá de esta presentación, ¿quién fue Simón Rodríguez y por qué la
importancia de su legado para Bolívar?, resulta siendo, en éste punto, donde encontremos el
mayor legado del pensamiento Bolivariano respecto a la educación; la puesta en práctica de
la educación popular.
El maestro por excelencia, ese fue Simón Rodríguez, el que, una vez vuelve a América para
encontrarse con un Bolívar como hombre de la Patria, rechaza todo honor más allá de su
vocación de vida, la educación. En un momento donde los profesores eran apenas, quienes
escribiesen y leyeran, con una sociedad de castas y una latente desigualdad social, además,
un estado de guerra por la condición independentista, Rodríguez proponía educación, puesto
que, para él la libertad no la daba sólo la independencia, sino en cambio, la ilustración. En
1795 se aprueba una serie de propuestas revolucionarias para su momento, producto de una
crítica en uno de sus primeros escritos hacía la carencia de escuelas, las condiciones
materiales y salariales docentes y la exclusión de los pardos y morenos en las escuelas de
primeras letras; Consiguiente, logra la concreción, no sin pataleos y señalamientos, de su
escuela, poniendo en marcha un proyecto educador distinto a todos los demás, puesto que en
éste se pone en práctica por vez primera el ideario de la igualdad. Es cierto que se había
considerado la Igualdad1, pero, hasta el momento su imaginario quedaba como un objetivo,
caso contrario a la puesta en práctica de Rodríguez, quien, ejecutaría esta como principio,
como una afirmación rotunda; La escuela popular, que connota necesariamente éste principio
de igualdad, busca preparar a todos los hombres sin distinción para el goce de la ciudadanía
Bibliografía: