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La Argentina posee grandes reservas de uranio en relación con otros países del mundo.

Áreas de interés para explotación uranífera suman 400.000 km2 para la actividad inmediata
y 900.000 km2 para la actividad mediata, las reservas totalizan 29.400 toneladas de óxido
de uranio y los recursos adicionales indican 30.000 toneladas, hay importantes reservas
comprobadas de uranio, que totalizan 30 mil toneladas, distribuidas en yacimientos
ubicados en las provincias de Salta, Mendoza, Chubut, La Rioja, San Luis y Córdoba. El
yacimiento más importante es el de Sierra Pintada, en Mendoza, con un potencial de
alrededor de 20 mil toneladas. La República Argentina adoptó, en el momento de decidir el
grado de enriquecimiento para sus reactores de potencia, el uranio natural como
combustible con el objeto de tener autoabastecimiento en el ciclo de combustible nuclear,
ya que en ese momento no se poseía la tecnología de enriquecimiento (obtenida a partir de
1982)
Las tareas de exploración, se iniciaron en la República Argentina en el principio de la era
nuclear (a sólo seis años del descubrimiento de la fisión nuclear, por Otto Hahn, Lise
Meitner y Fritz Strassman, en Alemania). Entre los años 1945 y 1949, se descubrieron
varias manifestaciones y pequeños yacimientos de uranio en la Provincia de La Rioja (San
Santiago, mina de uranio y níquel, Santa Brígida y San Sebastián, minas de uranio y cobre).

La parte superficial de la corteza terrestre no tiene la simplicidad ni la homogeneidad en la


distribución de los elementos que encontramos en las partes más profundas del manto o el
núcleo. Esta heterogeneidad de la corteza terrestre hace que cada manifestación, depósito o
yacimiento sea singular en cuanto a su geología, química, mineralogía, así como también a
sus características radiactivas. Esta particularidad influye en el diseño de la mina, su
explotación, tratamiento químico de la “mena” y, consecuentemente, en las estrategias de
gestión para minimizar su impacto ambiental. La producción histórica en la República
Argentina fue de 2 540 819 kilogramos de uranio como concentrado, de los cuales el
88,7%, corresponde a instalaciones operadas por la Comisión Nacional de Energía Atómica
y el 11,3% a instalaciones operadas por empresas privadas. Los primeros estudios fueron
realizados por la Dirección Nacional de Fabricaciones Militares pero luego la Universidad
Nacional de Cuyo (en Mendoza, San Luis y Córdoba), en colaboración con la entonces
Dirección Nacional de Energía Atómica, se hace cargo de ellos, en el año 1956 se creó la
Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y todas las actividades se centraron en
ella. Durante 1957 y 1958, la CNEA formó el plantel de profesionales y técnicos para llevar
a cabo los trabajos antes mencionados. Ya desde 1952, la Dirección Nacional de Energía
Atómica, había iniciado una serie de etapas evolutivas en las tecnologías aplicadas a la
producción de uranio en el país, obteniendo concentrados, efectuando su purificación
nuclear y produciendo uranio metálico, si bien no en cantidades significativas, lo suficiente
como para sostener las actividades de investigación y desarrollo de la Institución. El paso
fundamental se concretó en 1970, cuando la CNEA, asume el compromiso de abastecer a la
Central Nuclear Atucha I con concentrado de uranio producido en el país
Los resultados obtenidos en esta década pueden sintetizarse consignando que se logró un
elevado nivel en las metodologías de las diferentes etapas, que incluían la prospección,
evaluación, explotación minera, a cielo abierto y subterránea, como así también el
desarrollo de procesos para diferentes menas uraníferas, la ingeniería básica y de detalle, el
control de calidad, los montajes industriales, la gestión de efluentes, el control
radiosanitario de personal y el control ambiental en todas las etapas del ciclo de
combustible. Debe destacarse que todas las instalaciones alcanzaron en la práctica los
objetivos propuestos, obteniéndose productos finales satisfactorios en lo referido a las
especificaciones de calidad, tanto para concentrados de uranio como para elementos
combustibles.
Las dos centrales nucleares consumen 130 toneladas de uranio por año. Expresado en
términos de combustible para la producción de energía eléctrica, esto equivale a 2 600 000
toneladas de buen carbón o a 1 900 000 toneladas de petróleo. La empresa NASA opera las
centrales nucleares de Atucha I y Embalse, y construye la de Atucha II. En los últimos
cinco años ha producido aproximadamente 1/8 de la energía eléctrica generada en el
Sistema Interconectado de la República Argentina. Desde 1997 se suspendieron las
actividades mineras en Sierra Pintada, y las necesidades de la industria nuclear local han
sido satisfechas por el mercado internacional. En los últimos años, las importaciones de
uranio natural provinieron principalmente de Canadá y, en menor medida, de Kazajstán,
con precios promedio que oscilaron entre los 120 y los 170 dólares por kilo. En los últimos
años, hubo una serie de intentos frustrados por avanzar en la "zonificación minera" del
territorio chubutense, una condición establecida por la Ley 5.001 que, a pesar de los años
transcurridos, nunca se implementó. Con la llegada de Mauricio Macri al Gobierno, el
Ministerio de Energía y Minería hizo un avance en este sentido. Entre los principales
impulsores de esta política, se encuentra el subsecretario de Desarrollo Minero de la
Nación, Mario Capello, que, en el pasado, desde su cargo de secretario del Colegio
Argentino de Ingenieros en Minas (CADIM), había calificado la política antiminera de
Chubut como "inconstitucional" y había pedido que se escuchara la opinión de los
habitantes de la Meseta Central, una zona que en los últimos 30 años ha perdido cerca del
40 % de su población. Mientras tanto, y mientras la opinión pública parece decidida a
impedir cualquier avance al respecto, la CNEA sigue desarrollando la cuantificación de los
recursos y la evaluación de nuevas y mejoradas técnicas de explotación, con la expectativa
de poder implementarlas, aunque sea a una escala piloto en el mediano plazo. La minería a
cielo abierto hace un gran socavón, un pozo gigantesco, desde donde se saca a la superficie
toda la roca con el mineral que se esté buscando y libera radón, un gas radioactivo de
origen natural, la segunda causa más importante del cáncer de pulmón después del
tabaco explica la Organización Mundial de la Salud (OMS) también se aplican químicos
para la lixiviación del terreno mediante el uso de cianuro, mercurio y ácido sulfúrico. Estas
sustancias son altamente tóxicas y se encargan de disolver los compuestos indeseados, con
el objetivo de obtener los minerales que se desea extraer de la tierra. Se ejecuta en extensas
áreas de terreno, creándose cráteres de grandes diámetros y profundizando a medida que se
avanza en el proyecto

Consecuencias ambientales de la minería a cielo abierto


El método de minería a cielo abierto genera enormes impactos ambientales en el territorio
sobre el cual se desarrolla, algunos de estos son:

Daños a la superficie de la tierra, destruye y cambia la forma de la corteza terrestre,


formando grandes cantidades de material de desecho, alterando la morfología local.
Contamina el aire, durante esta actividad se generan grandes cantidades de materia fina
“polvillo” tóxico, constituidos por químicos pesados que son absorbidos por animales y
seres humanos.

Contaminación de las aguas superficiales, si los residuos químicos no son debidamente


tratados y almacenados pueden filtrarse hasta los caudales de agua fresca, contaminándolos
y disminuyendo la vida presente en los mismos.

Daños a acuíferos subterráneos, los desechos contaminados suelen ser lavados por el agua
de lluvia, la cual se filtra hacia el subsuelo, ocasionando la contaminación de los
yacimientos de agua subterráneos.

Impactos sobre la flora y fauna, el proceso de excavación elimina todo tipo de flora
existente en la corteza terrestre, además los animales se ahuyentan por el ruido, cambios en
su hábitat y contaminación de fuentes de agua.

Conflictos entre comunidades y empresas de minería, las comunidades aledañas se ven


afectadas y pueden generarse disputas por el uso indebido de las tierras, además de la
posible sobrepoblación debido a la nueva fuente de trabajo.

Cambios visuales, luego de terminada la explotación quedan inmensos cráteres en el área,


disminuyendo el atractivo de la zona, afectando negativamente el turismo.

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