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Dios te ama.

Todos hemos escuchado esta frase, ya sea por una predicación en la calle, por medio de la entrega
de un tratado o en una iglesia, ¿pero que significa que Dios me ame?

El amor se encuentra en todos los ámbitos de nuestra vida, amamos a nuestros hijos, a nuestros
padres, hermanos, amigos, amamos nuestros pasatiempos, amamos a nuestras parejas, el amor es
algo esencial del ser humano y va ligado a una relación o conexión con la persona o el objeto al cual
genera el sentimiento de amor, Aquí surge una nueva pregunta ¿Qué relación existe con Dios que
permite que nos ame?

Para entender esta relación, tenemos que entender que es Dios, esto podemos verlo solo a través de
la Biblia, que es La Palabra de Dios, aunque la inmensidad de Dios no lo podemos entender, sabemos
por su palabra, que Dios es Espíritu, infinito, eterno e inmutable en su ser, sabiduría, poder,
santidad, bondad, justicia y verdad.

La Santidad de Dios significa que Él es tres veces Santo, un Dios Perfecto, Puro, que está totalmente
apartado de cualquier impureza y nada puede cambiar esta pureza y perfección. En el libro de Isaías
capítulo 6, versículos del 1 a 3, podemos ver una pequeña demostración de la Santidad de Dios “vi
yo (Isaias) al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas henchían el templo. Y
encima de él estaban serafines: cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, y con dos
cubrían sus pies, y con dos volaban. Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo,
Jehová de los ejércitos: toda la tierra está llena de su gloria.” Tal es la pureza y santidad de Dios
que los mismos serafines (que son ángeles que adoran continuamente a Dios) cubren sus rostros y
sus pies mostrando reverencia por la presencia de Dios.

Ahora, si buscamos en la Biblia que es el ser humano encontramos que:

“Estando atestados de toda iniquidad, de fornicación, de malicia, de avaricia, de maldad; llenos de


envidia, de homicidios, de contiendas, de engaños, de malignidades; Murmuradores, detractores,
aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes á los
padres, Necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia: Que, habiendo
entendido el juicio de Dios que los que hacen tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen,
mas aun consienten á los que las hacen” Romanos 1:29-32

“… así como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, y la muerte
así pasó á todos los hombres, pues todos pecaron.” Romanos 5:12

El pecado entra en los seres humanos producto del pecado original, la desobediencia a Dios por
parte de Adán y Eva en el Edén, traspasando este pecado a todos los seres humanos. La Biblia nos
indica que “todos pecaron”, pero ¿qué es pecado?

El pecado es la trasgresión de la Ley de Dios y la rebelión contra Dios, explicado de forma más
sencilla es todo aquello que hacemos, decimos y pensamos que no agrada a Dios.

Todos cometemos pecados todo el tiempo, todos mentimos, robamos, deseamos mal, fornicamos,
somos avaros, murmuradores, envidiosos, entre tantos pecados. “Ciertamente no hay hombre justo
en la tierra, que haga bien y nunca peque” Eclesiastés 7:20. Esta naturaleza la tenemos todos, es
algo propio del ser humano, a los niños hay que enseñarles a que no mientan, no peleen, no hagan
las cosas mal porque nuestra naturaleza es hacer lo malo

Este pecado tiene una consecuencia, “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de
Dios” (Romanos 3:23), “Porque la paga del pecado es muerte…” (Romanos 6:23), “...que estabais
muertos en vuestros delitos y pecados” (Efesios 2:1).

La consecuencia del pecado es la inevitable muerte, pero no hablamos de la muerte del cuerpo que
se presenta en todas las personas, sino que se habla de una muerte espiritual, esta muerte es la
separación del hombre de Dios, que Dios siendo Santo y Puro no puede estar junto a lo que es
inmundo y pecaminoso como es el hombre.

“Más vuestras iniquidades (maldad, pecados) han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y
vuestros pecados han hecho ocultar su rostro de vosotros, para no oír.” Isaías 59:2

Nuestros pecados nos hacen enemigos de Dios, “Entre los cuales todos nosotros también vivimos
en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los
pensamientos; y éramos por naturaleza hijos de ira…” Efesios 2:3, y por lo tanto merecedores de la
muerte eterna.

Esta separación concluye en que el ser humano pecador es condenado al infierno, un lugar de fuego
eterno, que nunca se apagará, un lugar de vergüenza, confusión perpetua y eterna perdición donde
serán atormentados día y noche para siempre jamás. (Mateo 3:12, Mateo 25:41, 2 Tesalonicenses
1:9, Daniel 12:2, Apocalipsis 20:10).

¿Qué podrá hacer el hombre para liberarse de esta consecuencia de su pecado? Lamentablemente
no podemos hacer algo por nuestros medios que sea capaz de pagar las consecuencias de nuestro
pecado, esto se debe a que lo que nosotros creemos como bueno y justo, no lo es para Dios: “Si bien
todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia…”
Isaías 64:6

No existe acción que podamos realizar por nuestros medios o acciones que nos permitan salir de
nuestra condición pecaminosa, ¿entonces como Dios me ama?

Dios al conocer la situación de condenación del hombre demuestra su amor de forma sublime en
que aun siendo condenados por nuestros pecados a la muerte eterna, Dios vio nuestro problema y
nos da una solución.

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado á su Hijo unigénito, para que todo aquel
que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” Juan 3:16

“Porque la paga del pecado es muerte: mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor
nuestro.” Romanos 6:23
Dios, conociendo nuestra situación, envío a su propio Hijo Jesús a morir en la cruz por nosotros,
llevando nuestros pecados y el castigo de ellos, para que por su sangre pudiésemos ser salvados de
la condenación, y además nos da el privilegio de ser llamados hijos de Dios, y por medio de su
resurrección estamos confiados que un día regresará.

Hoy le invito a reflexionar sobre su situación de pecado y la condenación que trae este, Dios quiere
librarlo de su situación y le ofrece vida eterna en el cielo, un lugar donde no habrá más llanto, ni
clamor ni dolor, un lugar donde podremos encontrar la paz eterna junto a Jesús.

Dios te ama y no hace diferencia de personas, a Él no le interesa cuan pecador y malo usted crea
ser, no importan sus vicios ni sus enfermedades, no importa la situación en la que se encuentre, Dios
le ama y quiere salvarlo, usted solo debe acercarse a Él, reconocer que usted es pecador, debe
arrepentirse de sus pecados y pedir perdón por estos a Dios por medio del sacrificio de su Hijo Jesús.
De esta forma usted pasará de condenación eterna a vida eterna.

“Dícele Jesús: Yo soy la resurrección y la vida: él que creen mí, aunque esté muerto, vivirá” (Lucas
11:25)

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