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Testimoniar Bajo La Venda
Testimoniar Bajo La Venda
América Latina atravesó por un periodo políticamente crítico en el que gran parte de los
países, incluyendo Chile, sufrieron la experiencia de la dictadura militar. Bajo dichos
regímenes, muchas personas fueron perseguidas, encarceladas y torturadas en centros de
detención clandestinos. La violación sistemática de los DDHH en nuestro hemisferio
propició desde las década de 1960, una proliferación de distintos registros testimoniales de
las experiencias en la tortura, como una denuncia de la violencia estatal. En el caso
particular de nuestro país, el testimonio tiene un auge mucho mayor a partir del año 1973,
luego del golpe de Estado. En todos estos testimonios, se describen situaciones e
impresiones diversas de la vivencia de la tortura o la prisión y es gracias a ello, que hasta
hoy podemos recabar ciertos datos de la violencia que ayudan a la construcción de un
pensamiento crítico que corrija la historia oficial, entre otros efectos. Podemos decir,
entonces, que la crisis política de América Latina en sus distintas formas y años, constituyó
las precondiciones necesarias para el uso del testimonio.
Es así como en Chile existe una vasta y lamentable biblioteca de relatos testimoniales a
partir de la experiencia de la dictadura militar, y es a través de ellos que logramos
aproximarnos a una experiencia otra. En esta investigación, en particular, me interesa
visibilizar los métodos de tortura usando el testimonio político de Marcia Merimo, alias La
Flaca Alejandra, en cuyo relato podemos descubrir detalles de las distintas formas de
tortura física y psicológica narrados en primera persona. En efecto, han de existir múltiples
tácticas y dispositivos de flagelo, sin embargo analizaremos en especial, el uso de la venda
constante sobre los ojos como uno de los artefactos de tortura psicológica utilizados
tácticamente para producir dos posibles efectos que relacionaré: en primer lugar, el quiebre
de mundo que puede propiciar la imposibilidad de orientarse en el espacio y al mismo
tiempo, la incertidumbre angustiosa de no identificar al verdugo. En segundo lugar,
conviene analizar cómo es que dicha desorientación en el espacio se expresa en los
testimonios de las víctimas como aquel dato faltante en el recuerdo de la tortura.
La violencia ejercida que coarta la posibilidad de conectarse con el mundo exterior está
contemplada y regulada tácticamente en este manual, sólo por contar con un solo ejemplo
1
Merino, M. (1993) Santiago, p. 23
2
A lo largo del testimonio de Marcia Merino, alias la Flaca Alejandra, se encuentran aproximadamente doce
fragmentos en los que hace alusión a haber estado vendada en situación de extrema tensión, donde el no
poder ver intensificaba las sensaciones de desesperación, y que por supuesto, hacían disolverse los patrones
de tiempo y espacio.
3
CIA. (1983) p. 90
de instrucción de tortura organizada. Según el fragmento escogido, la privación de
estímulos de todo tipo son reducidos al máximo para que el/la prisionera se vuelva más
vulnerable y propensa a hacer lo que a los verdugos les satisfaga. En el caso del testimonio
electo acá, es Marcia Merino la víctima de estas manipulaciones, que la llevaron a estar
angustiada y sumisa, según ella misma relata a partir de uno solo de tantos recuerdos,
cuando fue trasladada junto con otros prisioneros, a Colonia Dignidad:
“En ese vehículo nos llevaron al norte y pasado Chaimávida, aproximadamente unos
20 kilómetros al norte de Concepción, me pusieron algodón, scocht y venda en los
ojos, y algodón en los oídos, situación que me aterró (…) El vehículo se detuvo
frente a lo que me pareció un portón de entrada donde había un foco muy potente
que nos alumbraba, pues me traspasó la venda”4
Penetran a través de la venda las luces y reflejos más potentes. Es así como Marcia Merino
reconstruye muchas veces su relato testimonial, tal como si estuviera hilando
cuidadosamente disgregados trozos de tela. Muchos de sus recuerdos también son
completados por aquello que le han comunicado otros/as sobrevivientes de la dictadura
militar chilena. La construcción de la memoria, y la actualización del recuerdo representan
una tarea compleja cuando se trata de una experiencia en la que las facultades sensoriales
están obstaculizadas por dispositivos como la venda. En efecto, ¿Cómo conectarse con el
mundo exterior cuando, forzosamente, interceptan los sentidos?
4
Merino, M. (1993), Santiago. p. 75. La cursiva es mía.
indica: “Ser cuerpo es estar anudado a un cierto mundo, vimos nosotros, y nuestro cuerpo
no está, ante todo, en el espacio: es del espacio”5. Según esto, el espacio que circunda al
cuerpo es el despliegue de ser del mismo. Cada vez que percibe un objeto del mundo, se
percibe a sí mismo en virtud de la implicancia recíproca con el espacio donde sitúa la
experiencia. La percepción del sujeto respecto de los objetos y del campo perceptivo, tiene
de esta forma, muchos modos de acceder, por lo que en esta ocasión escogí particularmente
indagar sobre el fenómeno de la mirada y el campo visual coartado por dispositivos de
tortura. En efecto, para quien puede ver sin dificultad, el mundo se le ha de revelar
directamente a través del campo visual a su disposición; la venda como utensilio encargado
de impedir la visión del mundo exterior, clausura la posibilidad de fijar cualquier objeto
circundante. ¿Qué significa esto? Que la mirada es una forma de percibir y habitar el
mundo de forma efectiva, “ver es entrar en un universo de seres que se muestran”6
Si por un lado sostenemos que la experiencia del campo perceptor está en perpetuo
enraizamiento con él, no quiero decir que el uso de la venda rompa definitivamente este
5
Merleau-Ponty, M. (2000). Barcelona, p. 165
6
Íbid. p. 88
7
Íbid. p. 87
8
Íbid. p. 223
entrelazamiento. Este dispositivo más bien impide asignarle sentido a ciertas experiencias
ya sea por la angustia que genera la oscuridad y la violencia, que generan un quiebre en el
mundo percibido, debido a la anomalía de no reconocer el lugar donde el cuerpo está
situado. En este sentido cabe preguntarse si es realmente la venda lo que disminuye al
sujeto/a perceptor.
En efecto, a partir del relato, podemos evidenciar que no tan sólo la venda opera en la
situación de la tortura, sin embargo es un artefacto aliado del verdugo, y un dispositivo de
uso constante, que encubre su imagen e imposibilita a la víctima para conocer su ubicación,
el camino entre un centro de detención y otro; además de la distinción clara del tiempo. La
prohibición de estos datos básicos que pueden reportarse a través de la mirada,
desconfiguran el despliegue habitual de un sujeto perceptor del mundo.
“(…) todo el sistema implantado por la DINA en ese y en otros recintos, era para los
detenidos una tortura permanente: el estar vendados día y noche; amarrados, perdida
de la noción del tiempo, sin ninguna condición de higiene, prácticamente sin
alimentación, poco líquido, degradados a una condición casi animal y sometidos a
todo tipo de humillaciones y amedrentamientos”9
Es a esta situación a lo que llamo desconexión del mundo perceptivo, no tener a disposición
los datos del campo visual en el contexto de urgencia, tortura y sobrevivencia, se vuelve en
contra de la víctima para disminuir, en conjunto con otros modos de tortura, las
posibilidades de mantenerse emocionalmente tranquilo/a, para resistir la violencia. Además,
de la debilidad física producto de golpizas y/o inanición. “Un interrogador habilidoso puede
ahorrarse una gran cantidad de tiempo mediante el entendimiento de la necesidades
emocionales del interrogado”10
99
Merino, M. (1993) p. 88
10
CIA (1983), p.11
una facultad que viene de suyo a todos los/las sujetos perceptores. En este sentido es que la
tortura del cuerpo implica una desconexión del mundo por afectar principalmente sus
impresiones proporcionadas por él o la capacidad de percibirlo.
De esta forma, la desconexión con el mundo provocada por las tácticas de tortura,
incluyendo el uso de la venda, transforma la relación del individuo/a con su propia
experiencia, de modo que permite el olvido de la misma. La expresión del olvido en la
reelaboración de la vivencia se vuelve contra sí mismo, como una parte mutilada de la
propia experiencia que, para efectos de esta investigación, se materializa en la dificultad de
testimoniar los hechos acontecidos y protagonizados de manera detallada y congruente,
según los criterios comunes de verdad en la recepción de relatos testimoniales.
11
Íbid. p. 87
12
Íbid. p. 88
El testimonio de la tortura: la venda y la verdad como la forma de un ver
En esta última parte me ocuparé de mostrar cómo la desconexión con algunos datos del
campo perceptivo genera –bajo los criterios jurídicos tradicionales sobre qué es verdadero y
falso- desconfianza en el/la interlocutor/a de quien testimonia. Debemos, en virtud de ello,
revisar cuáles son los métodos de comprobación de un hecho atestiguado, fijando la
atención principalmente en el caso de la contrastación del relato y la inteligencia jurídica
encargada de hacerlo.
“La declaración explícita del testimonio, cuyo perfil evocaremos más tarde, lo
explica perfectamente: Yo estuve allí. El imperfecto gramatical señala el tiempo,
mientras que el adverbio señala el espacio. El aquí y el ahí es vivido de la
percepción y la acción y el antes del tiempo vivido de la memoria se hablan
enmarcados juntos en un sistema de lugares y de fechas del que se elimina la
referencia del aquí y el ahora absoluto de la experiencia viva”14
13
Ricoeur, P. (2008), p. 190
14
Íbid. p. 191
En función de lo anterior es que el testimonio en articulación con las experiencias
pretéritas, vienen a instalar un sentido de la experiencia y no una adecuación precisa a los
hechos, no instala verdades. El testimonio de la experiencia de la tortura se posiciona como
“un ejemplo paradigmático de lo que fue dicha experiencia”15. Existe una disputa constante
con la recepción de los testimonios como constituyentes de una prueba verídica acerca de
un acontecimiento que en sí mismo en controversia, no obstante la idea del testimonio no
radica en la verdad den tanto que ésta es contrastación con los hechos, sino que muestra un
hecho. En este sentido, los testimonios no persiguen la finalidad de establecer una categoría
de verdad inamovible, sino que la importancia radica en la representación de los hechos
vividos. Por esta razón es que el testimonio y su relación con la verdad –según José Santos
Herceg- no es sino un falso dilema.
¿Cómo entonces testimoniar bajo la venda? ¿Hasta qué punto es fiable la verdad de Marcia
Merino bajo su propia venda? Ante el uso jurídico común, siempre habrá motivos de
sospecha acerca de los acontecimientos pasados. Por un lado, porque el testimonio desde
sus condiciones de posibilidad no constituye una imagen exacta; y por otro, porque hay una
asimetría constante entre quien testimonia y quien recepciona el relato. El testimonio
encuentra el núcleo de su sentido ahí entre la confianza y la sospecha; en efecto, “la
15
Herceg, J. (2014), p. 16
16
Íbid. p. 17
desconfianza de los observadores ha revestido una forma científica en el marco de la
psicología judicial en cuanto disciplina experimental. Una de las pruebas básicas consiste
en la tarea impuesta a un grupo de sujetos de producir la restitución verbal de la misma
escena filmada”17.
La realidad probada del hecho atestiguado bajo este experimento se ha de medir bajo
criterios de verdad que tienen que ver más con la repetición detallada de la misma
experiencia ante una vídeo-cámara. En esta operación, es el experimentador el que califica
el estatuto de verdad del testimonio, apoyado en la fiabilidad “indiscutible” del lente de la
cámara. No obstante, los resultados de la experimentación “conciernen a la presencia
flagrante de distorsiones de la realidad conocida por otro camino y de las declaraciones de
los sujetos de laboratorio”18.
La venda, así como otros medio y dispositivos de tortura utilizados en Chile y en gran parte
de América Latina, refuerzan este fenómeno de descrédito del testimonio, creando un
círculo vicioso en el que el testimonio sigue siendo el medio para elaborar la memoria en
torno a una experiencia de horror e injusticia, como la prisión política bajo dictadura, pero
que a la vez se encuentra a sí mismo en un ambiente en el que su fiabilidad está en
constante tela de juicio.
17
Ricoeur, P. (2008), p. 209
18
Íbid. p. 210
Bibliografía