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CAPITULO II

EL MODELO ECONOMICO DE LA POSTGUERRA

C a r a c t e r ís t ic a s G e n e r a l e s
D e s d e su aparición, el sistema capitalista ha pasado por diferentes etapas
separadas por intervalos de crisis y reacomodos que expresan las limita­
ciones impuestas por la forma de operación del sistema capitalista en
cada una de sus etapas. La superación de esas limitaciones requiere de
cambios estructurales que estimulen nuevamente el crecimiento económi­
co y conduzcan al establecimiento de un nuevo modelo de acumulación.
Por modelo entendemos las formas como se estructura el sistema
económico en los siguientes aspectos principales:

a) la forma específica en que se realiza el proceso de trabajo in­


cluyendo un determinado desarrollo tecnológico y su correspondiente
nivel de productividad;
b) las formas de organización interna y de articulación de las uni­
dades productivas, ya sea sectorialmente o en términos más globales;
c) la importancia relativa de las distintas capas sociales en fun­
ción de su papel en las condiciones generales de la reproducción
social;
d) el papel que cumple el aparato del Estado [ 1 ] en el marco na­
cional, tanto por su intervención económica (en sus diversas formas)
como por su función política de cohesionamiento de las diversas
capas sociales; y [2 ] en el marcó internacional: sea el caso de un
Estado Nacional que cumple un papel hegemónico en el ámbito de
las relaciones económicas internacionales, o bien el de un Estado
Nacional con escaso poder de maniobra frente a las presiones del
mercado internacional;
e) las formas que adopta la expansión de la producción capitalista
en el ámbito planetario y sus expresiones político-sociales; y
f) la estructura e importancia de las relaciones económicas entre
los países, en particular en lo referente a la organización de un sis­
tema monetario y financiero internacional.

La caracterización de los modelos no queda suficientemente estable­


cida mediante la sola identificación de sus elementos constitutivos. En

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alterando gradualmente la estructura de los mercados nacionales y la or­
ganización sectorial de la economía; la dinámica tecnológica, como ex­
presión del crecimiento de la productividad, que conduce a una integra­
ción de la ciencia al proceso de producción; y el papel del Estado como
orientador directo del desarrollo económico, a través de su política
económica.

EL PROCESO D E CONCENTRACION Y FUSION

Durante el período considerado, las corporaciones gigantes y los conglo­


merados se consolidan como unidades claves de la actividad productiva.
Este proceso se desarrolla fundamentalmente en el ámbito nacional y es
indirectamente auspiciado por el Estado. Por lo tanto, estas empresas tien­
den a identificarse con su Estado Nacional, él cual sigue expresando glo­
balmente sus intereses. La etapa bélica actúa como catalizador de este
proceso, estimulando las inversiones necesarias para que el aparato mili­
tar-industrial alcance un mayor grado de eficiencia y creando la necesidad
de racionalizar la estructura productiva en términos de una mayor con­
centración de la propiedad y mejor organización interna de la empresa.
En los Estados Unidos, por ejemplo, la centralización y concentra­
ción del capital aumentan considerablemente en el período 1947-1967.
En efecto, el cuadro 2.1 muestra cómo las 200 mayores empresas llegan
a producir en 1967 el 42 por ciento del valor agregado nacional, es decír;
poco menos de la mitad de la producción:

c u a d ro 2 . 1.
PARTICIPACION D E LAS MAYORES CORPORACIONES
MANUFACTURERAS EN E L VALOR AGREGADO D E LOS
ESTADO S UNIDO S: 1947-1967
(en porcentaje)

Empresas 1947 1954 1958 1963 1967

Las 50 mayores 17 23 23 25 25
Las 100 mayores 23 30 30 33 33
Las 150 mayores 27 34 35 37 38
Las 200 mayores 30 37 38 41 42

Fuente: US Department of Commerce: Statistical Abstract, Washington, D.C., 1976,


pig. 520, cuadro 852.
Esta monopolización del producto nacional repercute necesariamente
en la estructura del mercado nacional. Las empresas gigantes tienen una
capacidad muy grande para manipular tanto el mercado de sus productos
como el mercado de sus insumos. Además de los proveedores y compra­
dores, también están subordinados a las grandes empresas los competido­
res menores, que al cubrir cuotas marginales del mercado complementan
las funciones de la gran empresa. Los precios determinados por las leyes
endógenas del mercado son desplazados por los precios administrados que
expresan el poder de las empresas monopolistas, mientras que la com­
petencia entre las unidades de capital se traslada preferentemente hacia
otras áreas.
La creciente monopolización de la actividad económica se manifies­
ta también en la concentración de la propiedad. E l cuadro 2.2. indica
que las 200 mayores empresas llegan a controlar más del 60 por ciento
de Jos activos del sector manufacturero.

CUADRO 2 .2 .
CONCENTRACION D E LA PROPIEDAD D E LOS, ACTIVOS EN
LA INDUSTRIA MANUFACTURERA NORTEAM ERICANA *

Empresas 1948 1969

Las 100 mayores 38,6 48,2


Las 200 mayores 46,3 60,1

* En porcentaje del total de activos de la Industria Manufacturera.


Fuente: US Department of Commerce: Statistical Abstract, Washington, D.C., 1974,
cuadro 851.

La concentración de los activos es, en una parte, resultado del au­


mento de la densidad de capital por trabajador y, en otra, producto de la
integración vertical y horizontal. Ambas formas de integración traen como
consecuencia un desbordamiento de la propiedad, más allá de los límites
sectoriales del aparato productivo, que, conjuntamente con la existencia
de precios administrados, contribuyen a generar desajustes inter-secto-
riales permanentes. Estos desajustes, a su vez, serán elementos causales
muy importantes de la inflación estructural que se desarrollará poste­
riormente.
LA ORGANIZACION D E LA PRODUCCION

El estilo tecnológico
E l c o n c e p t o de estilo tecnológico, se refiere al conjunto articulado de
condiciones físicas, conocimientos y modalidades prácticas (know how)
que determina las pautas del proceso de trabajo, a la vez que define el
ámbito de su posible desarrollo; desarrollo cuyos límites sólo podrán su­
perarse a condición de que se modifiquen los elementos y la articulación
del mencionado conjunto. En síntesis, el estilo tecnológico especifica y re­
sume el entorno donde se desarrollan los productos y las formas de
producción.
Sin embargo, una caracterización del estilo tecnológico limitada al
proceso de trabajo sería incompleta. En efecto, al establecerse las formas
de producción no sólo se fija el tipo de producto que resultará de ellas,
sino también se estará generando una determinada estratificación social,
correspondiente a esas formas de producción, y la necesidad social de con­
sumir el nuevo producto. De esta manera, tanto la estructura del mercado
como el perfil de la demanda están determinadas por el proceso de produc­
ción® al cual sirven como instancia de mediación y de cohesión. Por lo
tanto, las características del mercado constituyen la otra cara del estilo
tecnológico.
El condicionamiento de la estructura del mercado por las formas de
organización del proceso productivo no excluye cierto margen de auto­
nomía de la esfera de la circulación en relación con el proceso productivo.
Con frecuencia, los problemas de realización son ocasionados por desa­
justes de los mecanismos de circulación que, dependiendo de su intensidad,
pueden trastornar el propio proceso productivo y de este modo provocar
graves crisis económicas. Los correctivos aplicables en estos casos no
alteran las formas de producción; tan sólo inciden en el volumen de pro­
ducción y, eventualmente, en el valor del stock de capitales.
Diferente es la índole de aquellos problemas que, aunque se mani­
fiestan como problemas de mercado, se derivan en realidad de la rigidez
del proceso productivo. La llamada saturación de los mercados y la esca­
sez de materias primas son ejemplos claros de este tipo de problemas.
En efecto, la saturación del mercado, para un producto determinado,
define en términos cuantitativos el límite superior de la necesidad social

3 Esto es cierto aun para aquellos países subdesarrollados donde la demanda


parece determinar las formas de producción. La incongruencia que puede plantearse
en estos casos entre perfil de la demanda y producción se debe a una incorrecta
definición de lo que se entiende por “ producción nacional” y por “ demanda nacio­
nal” . En efecto, si se observa atentamente, se notará que í’a “ demanda nacional"
determinada por el “ efecto demostración” se sustenta en la existencia de un sector
de exportación vinculado a la producción de aquellos países de donde provienen los
productos importados.

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que hace posible su demanda. Esta barrera al crecimiento se supera me­
diante la creación de un nuevo producto — innovación— * que, al gene­
rar una nueva necesidad social, permite reactivar el proceso productivo
hasta alcanzar un nuevo punto de saturación. Por lo tanto, un sistema
de producción flexible puede, mediante el desarrollo sostenido de inno­
vaciones, desplazar indefinidamente ese punto de saturación.
Un problema análogo al que se acaba de analizar es aquel de la
escasez de materias primas. También en este caso, lo que aparenta ser una
restricción externa del proceso productivo resulta ser, en realidad, una
manifestación de su rigidez interna. Una vez fijadas las pautas de traba­
jo, queda determinada la función de producción que especifica los tipos
de insumos y las proporciones en que deben combinarse para obtener el
producto. En estas condiciones, el volumen máximo de producción técni­
camente posible dependerá de las disponibilidades naturales de los insu­
mos. Pero si el desarrollo tecnológico es lo suficientemente dinámico para
hacer posible una frecuente reformulación de la función de producción en
términos de nuevos insumos, desaparece entonces toda restricción cuan­
titativa y, con ella, la “ escasez” .
Esta categoría de “ problemas de mercado” expresa un impasse del
proceso global de acumulación, más que simples desequilibrios en los
mecanismos de circulación. Su solución, por lo tanto, requiere una reorga­
nización completa del aparato productivo que puede llegar a ser tan pro­
funda y radical como para significar un cambio de estilo tecnológico.
En consecuencia, el concepto de estilo tecnológico expresa las moda­
lidades y condiciones básicas de organización de la producción y sus co­
rrespondientes formas de circulación y distribución de los productos, a
partir de relaciones sociales presupuestas. En otras palabras, el concepto
de estilo tecnológico no engloba toda la organización social pero tam­
poco se reduce a una caracterización “ tecnologicista” de la producción. Se
trata, en síntesis, de una conceptualización ad-koc, para distinguir dife­
rentes “ estilos” en el aparente continuum del desarrollo tecnológico que
acompaña al proceso de acumulación. La importancia de esta última
afirmación puede ser ilustrada haciendo referencia a la problemática de
la crisis.
La crisis económica puede ser de tipo coyuntural o de tipo estructu­
ral B, según se derive de fallas en la esfera de la circulación o se origine

4 Hay que distinguir entre innovaciones secundarias e innovaciones fundamentales.


Las técnicas de ventas dirigidas a aumentar la venta de un producto estimulando
la velocidad de consumo o agudizando la diferenciación de producto, son variaciones
sobre una misma necesidad básica que tarde o temprano ofrece límites insuperable®.
Por su parte, la generación ex-novo de productos es teóricamente ilimitada.
5 Para una diferenciación precisa entre crisis estructural y crisis coyuntural,
véase el capítulo IV.

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en el proceso productivo mismo. A su vez la solución de la crisis estruc­
tural puede implicar una reorganización del aparato productivo sin alte­
raciones básicas en el estilo tecnológico o necesitar del cambio de dicho
estilo.

Características y condicionantes
del estilo tecnológico
de la moderna sociedad industrial

El estilo tecnológico vigente se constituye, en sus elementos esenciales, a


partir de la Revolución Industrial Inglesa y presenta su fase de mayor
desarrollo y expansión durante el período de la postguerra. D e hecho, po­
demos distinguir dos fases en el desarrollo de mismo: la primera, que
va desde la introducción de la máquina en la segunda mitad del siglo
x v m hasta el período entre las dos guerras mundiales; y la segunda,
que se caracteriza por la acentuación y significativa consolidación de la
fusión ciencia-tecnología-industria. El largo proceso de integración de la
ciencia a la producción, que se inicia con la introducción de la máquina,
alcanza en esta última fase una tasa cualitativamente nueva que determi­
na la concentración de la investigación científica y tecnológica bajo
el control directo del capital.
La diferencia esencial, con respecto a la primera de las fases señala­
das, estriba en la aplicación generalizada y sistemática de las formas de
organización y de los métodos capitalistas de producción a la generación
del conocimiento científico y tecnológico, integrándolo al proceso pro­
ductivo y colocándolo al servicio directo de las exigencias del máximo
beneficio. En esencia» el capitalista no sólo decide sobre la aplicación o
no de una invención, sino que orienta, dirige, planifica y programa la
generación del conocimiento científico y tecnológico en aras de la acumu­
lación.
El sometimiento del saber científico al servicio directo de las grandes
empresas tiene varias implicaciones:

* A lo largo de la primera fase, el desarrollo tecnológico fue la de­


terminante fundamental pero indirecta de la competitividad de las
empresas. En una época en que la concurrencia entre los capitales se
expresaba a través de los precios, un nivel tecnológico más avanzado
significaba mayores beneficios y precios más bajos; por lo tanto, ma­
yor capacidad de acumulación y mejor oportunidad de dominar una
cuota más grande del mercado. Ello permitió la rápida concentra­
ción y centralización del capital, que transformó, en la segunda mitad
del siglo pasado, al capitalismo de libre concurrencia en un sistema

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en el cual el oligopolio se convirtió en la organización predominante
del mercado.
La consolidación del oligopolio significa un desplazamiento de la
competencia de precios en favor de la diferenciación del producto,
de las técnicas psicológicas de control del mercado y del estableci­
miento de barreras “ artificiales” a la entrada de nuevos capitales en
la industria. En otras palabras, se trata de la competencia tecnológica
directa, característica resaltante de la segunda fase.
* La concentración de capital, estimulada por el desarrollo tecno­
lógico, se traduce en una concentración de la tecnología que revierte
a su vez en una mayor concentración del capital. El monopolio del
capital deviene monopolio de la tecnología, lo cual permite el con­
trol de las empresas periféricas, tanto de los países desarrollados
como de los países del Tercer Mundo.
* A finales del siglo pasado se realizó la primera racionalización
de las pautas subjetivas del proceso de trabajo a fin de adecuarlas,
de manera sistemática, a las exigencias del sistema coordinado de
máquinas. El taylorismo, nombre con el cual se designó a ese pro­
ceso, representó el necesario complemento de la Revolución Indus­
trial. Al mecanizarse la producción, el comportamiento del trabaja­
dor había quedado subordinado espontáneamente a las necesidades
de la máquina. Pero esta adecuación espontánea, tanto del com­
portamiento individual como del conjunto de los trabajadores, al
mantener ciertos rasgos pre-industriales, no garantizaba el máximo
aprovechamiento del maqumismo. La mecanización del comporta­
miento subjetivo del trabajador permitió optimizar el rendimiento
de la máquina, reduciendo al mínimo las fallas subjetivas del traba­
jador. El taylorismo, como esfuerzo permanente para intensificar
la mecanización del comportamiento subjetivo del trabajo, es un
rasgo permanente del estilo tecnológico vigente. Su desarrollo, re­
zagado respecto de la Revolución Industrial, se explica considerando
que la integración efectiva al proceso de trabajo, de los conocimien­
tos científicos en los que se basa el taylorismo, requiere de una
organización empresarial compleja y técnicamente sofisticada, propia
de la gran empresa monopolista.

El precio de monopolio, instaurado por las grandes empresas mono­


polistas, expresa en parte una renta derivada del control y propiedad de
la tecnología. Las grandes empresas monopolistas se benefician de una
redistribución favorable del excedente económico, posible por su capa­

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cidad de integrar el saber científico al proceso de producción®. En e'
transcurso de los años, el monopolio tecnológico se ha convertido en una
fuente directa de renta, más allá de aquella percibida a través del precio
de monopolio. La venta y alquiler de tecnología se transforma en una
línea autónoma de la actividad comercial. En 1964 los pagos mundiales
por concepto de patentes, licencias y know-how alcanzaron la cifra de
900 millones de dólares, de los cuales el 67 por ciento benefició a los
Estados Unidos, el 15 por ciento a Inglaterra, el 8 por ciento a Alemania
y el 6 por ciento a Francia 7.
Si bien la segunda fase del estilo tecnológico vigente presenta espe­
cificidades muy importantes para la caracterización del modelo económico
global de la postguerra, dicha fase se mantiene, sin embargo, dentro de
las determinaciones generales implantadas con la Revolución Industrial.
Como quiera que la actual crisis estructural afecta no sólo las especifici­
dades de la segunda fase, sino también las determinantes generales, es
necesario señalarlas brevemente, antes de analizar la dinámica tecnológica
específica de la postguerra.
El estilo tecnológico surgido de la Revolución Industrial incide en
el desarrollo de la productividad del trabajo de tres maneras esenciales:

1. Al desplazar la fuerza física del hombre del proceso de trabajo in­


mediato y reemplazando el cuerpo humano y su extensión orgánica (el
instrumento artesanal) por un conjunto coordinado de máquinas, ele­
va vertiginosamente el volumen de producción física por hora-hombre.
Además, al incorporar la habilidad (el arte) subjetiva del artesano
a la máquina, perfecciona la calidad del producto y sobre todo re­
gulariza dicha calidad, disminuyendo el tiempo y la cantidad de in-
sumos perdidos en productos malogrados.
2. Al sustituir el saber artesanal por la aplicación del conocimien­
to físico-matemático de la naturaleza, libera al proceso de trabajo del
estrecho límite de posibilidades fijado por las convenciones sociales
tradicionales. En efecto, el saber artesanal se desarrolla a través de
un lento proceso de acumulación de experiencias sociales que se
transmiten en términos individuales. El artesano emplea gran parte

6 Alrededor del año 1964, en Estados Unidos el 3% de las empresas con pro­
gramas de investigación y desarrollo (I&D) maneja el 87% de los gastos totales
en I&D, En Francia, el 12% maneja el 65%; en Japón el 4% de las empresas
maneja el 65%. SÍ se califican las empresas por la magnitud de sus programas de
I&D, en 1964, las 20 mayores maneja los siguientes porcentajes del gasto indus­
trial total en I&D: Estados Unidos 57%; Inglaterra 47,2% Francia 47,7%; Ita­
lia 70,4% y Suecia 54%. Véase OECD, Gaps in Technology-Analytical Report,
París, 1970, pp. 148 y 153.
7 OECD, Gaps in Technology - Anali/ycal Report, París, 1970, pp. 148 y 153.

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de su vida útil en adquirir un saber (su arte) legado por la tradi­
ción, quedándole muy poco tiempo y posibilidades para adoptar
mejoras que, en todo caso, dependerán de su ingenio y de sus ex­
periencias individuales. Por otra parte, el saber científico, que se
desarrolla a través de experiencias individuales de rápida difusión
social, reduce, al incorporarse a la máquina, el tiempo de aprendizaje
del trabajo simple al mínimo y concentra en pocos individuos el co­
nocimiento más complejo, mediante procesos de aprendizaje intensi­
vos y desvinculados del trabajo manual.

3. El desarrollo del sistema coordinado de máquinas y la sustitu­


ción del saber individual del artesano por un conocimiento social
incorporado a la máquina, crean las condiciones básicas para el
desarrollo de actividades antes irrealizables. La fabricación de la
mayoría de los productos actuales sería imposible, si no se dispusiera
de las máquinas para producirlos; aun en el caso hipotético de que
se tuviese el conocimiento técnico de cómo hacerlo. Para ilustrar este
hecho basta pensar, por ejemplo, en todas aquellas industrias que
requieren insumos, tales como aceros especiales, productos químicos,
plásticos, etc,, que no serían factibles con métodos artesanales.

En síntesis, el estilo tecnológico desarrollado por la Revolución In­


dustrial aumenta la productividad del trabajo revolucionando los proce­
sos conocidos, pero generando sobre todo nuevas formas de utilización del
trabajo humano y ampliando de esta manera las posibilidades de produc­
ción del excedente económico. Sin embargo, estas posibilidades, aunque
considerables, no son ilimitadas. La máxima potencialidad del estilo tec­
nológico está acotada por los límites del sistema coordinado de máquinas
para aumentar la productividad del trabajo y por las modalidades según
las cuales el saber científico se plasma en dicho sistema de máquinas. Estos
elementos definen el paradigma o marco de referencia donde son posibles
las innovaciones. Dichas innovaciones, al superar una determinada cali­
dad y cantidad, empiezan a ser cada vez menos eficaces para sostener
el ritmo de crecimiento de la productividad del trabajo. Cuando ello
ocurre, el estilo tecnológico empieza a agotarse y se plantea la necesidad
de su sustitución.
El estilo tecnológico vigente no ha generado un desarrollo lineal del
flujo de innovaciones, ni ha evitado el surgimiento de crisis de producti­
vidad. En efecto, el desarrollo y la aplicación de las innovaciones depende
del proceso de acumulación de capital, determinado por relaciones sociales.
De ahí que hayan ocurrido crisis de productividad aun antes de que el
estilo tecnológico agotara sus posibilidades. E l estilo tecnológico no es

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sólo un conjunto de formas objetivas del proceso de trabajo, sino que
implica una dada estratificación social, así como condicionamientos espe­
cíficos del comportamiento de los trabajadores. Sin embargo, las relacio­
nes sociales no se agotan en el proceso de trabajo inmediato, aun cuando
resultan básicamente determinadas por su organización. En el marco de
esta determinación fundamental se gestan presiones sociales, para la dis­
tribución del producto generado (a los niveles de productividad alcan­
zados), que pueden afectar la tasa de acumulación. Del punto de vista de
la acumulación de capital, se trata de una crisis de productividad en el
sentido de que los excedentes generados no son suficientes para sostener
la tasa de acumulación. Estas crisis de productividad dependen del estilo
tecnológico sólo en tanto las innovaciones que él hace posibles permiten
superar el desestímulo a la acumulación causado por los conflictos sociales.
Desde la Revolución Industrial se han sucedido muchas crisis de
este tipo, de manera que como caracterización adicional de este estilo
podemos señalar el comportamiento cíclico de la renovación del stock de
capital y los desequilibrios sectoriales. Estos últimos acontecen por cuan­
to el sistema coordinado de máquinas establece rígidas separaciones entre
diferentes líneas de producción y una considerable inflexibilidad de la
planta. Naturalmente, dichos desequilibrios se deben a los factores de
orden más genuinamente económico, pero el estilo tecnológico vigente es­
tablece las condiciones para que ocurran.
Por último, la caracterización general del estilo tecnológico que­
daría inconclusa si no se hiciese referencia a un elemento que, en rigor,
no es constitutivo de dicho estilo, pero ha estado, sin embargo, estre­
chamente asociado a su desarrollo histórico, especialmente en lo que va
de siglo. E l uso del petróleo en sustitución del carbón como fuente de
energía significó un abaratamiento de los costos de energía, o lo que es
lo mismo, un desarrollo tecnológico que permitió aumentar considerable­
mente la productividad del trabajo en la producción de energía. La in­
dustria petrolera es esencialmente una industria intensiva de capital mien­
tras que la del carbón es intensiva en trabajo. Esta diferencia esencial ex­
plica que, siendo incluso el carbón el recurso energético más abundante
(en términos de reserva), haya sido progresivamente desplazado por el
petróleo. Esta sustitución del carbón por petróleo ha sido muy lenta, como
puede verse en el. cuadro 2.3. Aunque el mercado de la energía haya
estado y esté todavía conformado tanto por el carbón como por el pe­
tróleo, la importante participación del carbón en el mercado indica que
el verdadero precio de la energía guarda mayor relación con los costos
de producción del carbón que con los del petróleo. Esto le ha propor­
cionado a la industria petrolera la oportunidad de realizar grandes bene­
ficios debido a sus menores costos de producción y a la vez ofrecer energía
a precios inferiores a los de la industria del carbón.
Esta singular posición del petróleo en el mercado energético explica
las altas tasas de acumulación en esa industria. Además, los precios infe­
riores de la energía petrolera indujeron el desarrollo de nuevas tecnolo­
gías basadas en su uso. A medida que el aparato productivo se diversi­
ficaba con la creación de nuevas actividades productivas, se incrementó
la dependencia con respecto a la energía petrolera hasta llegar a la situa­
ción actual donde el complejo industrial del mundo está fuertemente ses­
gado hacia el petróleo. En conclusión, la mayor productividad histórica
del petróleo ha causado la actual rigidez energética de la industria.

La dinámica tecnológica durante la postguerra


A partir de la postguerra las características generales del estilo tecnoló­
gico se articulan con otros elementos del modelo económico global, dán­
dole a la dinámica tecnológica una nueva especificidad que, como seña­
lamos anteriormente, define el período de máxima expansión y desarrollo
del estilo tecnológico vigente.
Las modificaciones geopolíticas derivadas de la Guerra Mundial, así
como la actividad del Estado para sostener la demanda efectiva, deter­
minaron la formación de un complejo militar industrial en los Estados
Unidos, centro fundamental de avance de la “ frontera” de la ciencia
y la tecnología. La estructuración de un orden político y económico he-
gemonizado por los Estados Unidos facilitó la propagación, con mayor
o menor velocidad, de sus resultados a todo el aparato productivo del
mundo occidental. La tecnología “ americana” y el american way of life
son rasgos resaltantes del capitalismo de la postguerra. Esta preeminen­
cia de los Estados Unidos, aunque declinante, se mantiene hasta el presen­
te. Alrededor del 70 por ciento de los gastos en investigación y desarrollo
del mundo capitalista corresponden a los Estados Unidos. De esta pro­
porción, más del 50 por ciento se dedica a fines militares8.
La expansión de la actividad económica se logró mediante una difu­
sión del consumo de bienes durables estimulada por la actividad del
Estado “ benefactor” y por la intensificación de las técnicas de manipu­
lación del consumidor desarrolladas por la investigación psico-sociológica
de tipo “ motivacional” . Los objetivos se centraron entonces en la dife­
renciación del producto, la obsolescencia planificada y el perfecciona­

8 OECD, Gaps in Technology, op. cit. Según el Departamento de Comercio, en


Estados Unidos, $ 1 de cada $ 10 del PND se destina a gastos militares. Mientras
que $ 1 de cada $ 8 en gastos militares, se dedica a investigación y desarrollo.
U.S. Department of Commerce, Bureau of the Census, Statistical Abstract of the
United States, Washington, D .C ., 1976.
miento de la presentación, publicidad y técnicas de ventas®. Las inno­
vaciones que proporcionaron la posibilidad de actividades productivas to­
talmente nuevas fueron desplazadas por innovaciones secundarias ten­
dentes a ampliar el mercado e incidir directamente en el consumo más
que en la diversificación del aparato productivo. En otras palabras, se trató
de trasladar el límite de saturación mediante estímulos psicológicos que
aumentaran la velocidad del consumo, actuando directamente sobre el
consumidor y/o sofisticando algunas características del producto, que se
mantenía básicamente igual. E l producto y su necesidad social correspon­
diente se convirtieron en una serie de productos y necesidades sociales
sui generis, con otros tantos puntos de saturación cuya suma global resul­
ta cuantitativamente superior al límite inicial. Una diferenciación cualita­
tiva secundaria se traduce, pues, en un aumento cuantitativo absoluto. El
desarrollo de la productividad dependió más de la diversificación del mer­
cado que de la expansión cualitativa de las actividades productivas. El
avance tecnológico se hizo más dinámico que nunca, aproximándose a los
límites estructurales del estilo que lo sustentaba. La competencia por el
control del mercado aceleró, mediante estos mecanismos, la integración
vertical y horizontal, reforzando la estructura oligopólica.
La necesidad de reconstruir el aparato industrial de Europa y Japón
estimuló aún más el desplazamiento del carbón como fuente energética
por el petróleo. En los años 50, Europa sustituyó la energía carboquímica
por la petroquímica (véase Cuadro 2.3).

CUADRO 2 .3 .
VARIACION D E L PO RCEN TA JE D E L CONSUMO EN ERG ETICO
REPRESENTADO POR E L PETRO LEO EN EE.UU. Y LA C.E.E.
(1925-1965)

AÑOS EE.UU. C.E.E.

1925 19,2 2,4


1929 22,7 3,2
1938 31,8 6,6
1950 37,7 12,7
1960 43,7 32,1
1965 42,9 50,0
Fuente: Darmstadter, Energy in the World Economy, John Hopkins Press, Balti­
more, 1971.

9 Para 1966, en Estados Unidos, según una encuesta de McGraw Hill. el


objetivo fundamental de la I&D se distribuía de la siguiente manera: Desarrollo
de nuevos productos, 45% ; Mejoramiento de productos existentes, 41%; Nuevos
procesos de producción, 14%.

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La necesidad de contrarrestar los crecientes logros salariales con tec­
nología ahorradora de mano de obra se apoyó en la disponibilidad de una
fuente energética barata que facilitó la tendencia a la mecanización de los
procesos y propició un aumento constante de la productividad.
Los siguientes datos nos pueden dar una idea de cuán bajo era el
costo relativo de la energía: mientras que el nivel general de precios en
Estados Unidos se elevó en 74 por ciento entre 1948 y 1972, el precio
del petróleo, durante el mismo período, sólo aumentó en un 30 por ciento.
En consecuencia, entre 1958 y 1970, el consumo energético de la indus­
tria norteamericana se incrementó en 66 por ciento, mientras que el em­
pleo creció en sólo 35 por ciento. Pero lo más significativo es que este
aumento de 66 por ciento en volumen se tradujo en apenas un 5 por
ciento de aumento en el costo total (en dólares corrientes) de la energía
consumida por la industria10. Este bajo costo energético permitió simul­
táneamente a la metalurgia y la petroquímica, grandes consumidoras de
energía, descuidar todo esfuerzo tecnológico en dirección de la eficiencia
energética para concentrarse en las características de sus productos.
Por último, el bajo precio relativo de la energía al consumidor sig­
nificó el crecimiento exponencial del mercado de bienes de consumo du­
rable, particularmente el automóvil y los electrodomésticos, con base en
la ya mencionada diferenciación del producto. El sesgo tecnológico que
el petróleo venía imprimiendo al aparato industrial desde principios de
siglo se acentuó con tal intensidad que podemos considerar el bajo pre­
cio relativo del petróleo como condición básica y como modelador de la
expansión del estilo tecnológico de la postguerra. Esto pudo lograrse
gracias al descubrimiento de grandes yacimientos en países del Tercer
Mundo que, por su atraso social, hicieron posible una explotación del pe­
tróleo a bajo costo para el mundo industrializado. De manera que, aun
tomando en cuenta su gran influencia en el desarrollo industrial de la
postguerra, el petróleo sigue siendo un condicionante del estilo tecnológi­
co pero no es un elemento estructural del mismo.
Durante la postguerra, el estilo tecnológico se centró fundamental­
mente en una serie de transformaciones importantes del proceso de tra­
bajo, relacionadas con cambios en las condiciones de existencia y organi­
zación de los trabajadores, todo lo cual confluyó en la formación de una
norma social de consumo obrero. Norma que respondió, además, a las
presiones sociales que en los años cincuenta se manifestaron, como com­
petencia entre sistemas sociales diferentes. Las transformaciones antes
aludidas constituyeron lo que se denominó “ fordismo” , profundización de
los principios tayloristas generalizados inmediatamente después de la Se­

10 Tomado de Fortune, marzo de 1974.

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gunda Gucria Mundial en la mayor parte de las industrias, tanto norte­
americanas como de Europa Occidental y Japón. El proceso de trabajo
que corresponde al fordismo está representado por la cadena de produc­
ción semiautomática. Dicho proceso se implanta en los Estados Unidos,
más que todo, en la producción en serie de los bienes de consumo masivo
y se extiende posteriormente a la producción de componentes intermedios
estandarizados para la producción final de esos bienes.
Con un nuevo impulso, el fordismo desarrolla la mecanización del
trabajo, incrementa su intensidad y profundiza la separación del trabajo
manual y del trabajo intelectual. Ello se efectúa mediante la generaliza­
ción del trabajo en cadena, la introducción de las máquinas-herramientas
multi-operativas capaces de dar mayor flexibilidad a los procesos de
trabajo y modificaciones relativas a la configuración y al encadenamiento
de las operaciones productivas, su segmentación y ubicación para incor­
porar los nuevos medios productivos y utilizar la energía bajo nuevas
formas.
En términos sociales, la incorporación de nuevas técnicas y proce­
sos productivos derivados del desarrollo tecnológico alcanzado, implica
fundamentalmente una mayor diversificación de los agentes que intervie­
nen en la producción, lo cual conduce a nuevos procedimientos y formas
en las modalidades de distribución y circulación del producto. En otras
palabras, procesos técnicos cada vez más complejos requieren un número
creciente de individuos especializados en la supervisión y dirección técnica
y administrativa de la empresa; asimismo la diversificación y el volumen
creciente de bienes de consumo propicia la utilización de sofisticados
mecanismos sociales de circulación, exigiendo una especiaüzación cada vez
mayor de gran parte del personal encargado de las tareas en dicha es­
fera. Paralelamente al desarrollo económico industrial, el crecimiento
del aparato estatal y de los servicios — si bien registra igualmente claras
tendencias hacia una mayor mecanización— origina la incorporación de
grupos cada vez más amplios de trabajadores de oficina y profesionales.
E l análisis anterior intenta detectar lo esencial de la organización
del desarrollo tecnológico en las últimas décadas, para el sistema en su
conjunto. Sin embargo, las diferencias tecnológicas entre los países-centro,
particularmente entre los Estados Unidos, por una parte, y Europa y Japón,
por la otra, deben ser señaladas, pues es probable que algunas de las
características de la crisis actual no sean ajenas a esas diferencias.
Al decir, por ejemplo, que la carrera armamentista ha sido el motor
fundamental del avance tecnológico, se considera al sistema, en general,
y a los Estados Unidos como centro hegemónico, en particular. No obs­
tante, Alemania y Japón, por su peculiar situación desarmada de post­
guerra, no contaron inicialmente con ese tipo de impulso directo. Ello
colocó a los monopolios de estos países en desventaja relativa en aquellas
ramas que se alimentan directamente del aparato armamentista, abriendo
una ventaja relativa en otras que dependen menos de las exigencias mi­
litares.

E l papel del Estado


El papel del Estado en la esfera económica ha variado considerablemente
a lo largo de las diferentes fases de evolución del Sistema Capitalista. Des­
de finales del siglo pasado, el Estado en los países capitalistas se ha visto
en la obligación de cumplir la función de impulsar y proteger, en nombre
del interés nacional, los intereses imperialistas en desarrollo. Esta fun­
ción ha consistido en una intervención en los órdenes militar y jurídico
y en áreas económicas específicas (por ejemplo, comunicaciones). Los
antagonismos inter-imperialistas de las diferentes metrópolis han conducido
a las burguesías nacionales a cerrar filas e identificarse con su Estado
Nacional, adquiriendo éste una importancia determinante en la prepara­
ción y gestión del conflicto de la Primera Guerra Mundial. Surgieron la
llamada economía de guerra y las primeras manifestaciones prácticas y
teóricas del capitalismo de estado. En Europa, el Estado tomó el control
de muchas actividades básicas y de algunas industrias fundamentales para
el esfuerzo militar y aseguró el funcionamiento del conjunto de la sociedad.
Estos rasgos del Estado también aparecieron en Estados Unidos pero en
forma menos acentuada. La crisis del año 29 puso de relieve los límites
inherentes al modelo económico del laissez faire y exigió, ante la ame­
naza de graves convulsiones sociales, que el Estado interviniese en el
ámbito económico con miras a contrarrestar los efectos de la aplicación
mera y simple de las leyes del mercado. En este sentido, se formularon
políticas anticíclicas y, para combatir el desempleo, se subsidiaron fábricas
no rentables y se amplió el gasto en infraestructura vial, aumentando ver­
tiginosamente el gasto público y la respectiva deuda. E l Estado tomó a
su cargo los servicios básicos indispensables para que la vida de l a socie­
dad pudiese continuar independientemente del dictado del mercado. Con­
troló, además, aquellas industrias básicas cuya estructura tecnológica re­
quería inversiones que maduraban sólo en el largo plazo y eran, por lo
tanto, vistas con recelo por los capitales privados.
La Segunda Guerra Mundial acentúa violentamente todas las carac­
terísticas anotadas anteriormente, y a partir de ella se institucionaliza
la intervención del Estado en el orden económico y se consolida el dominio
de la economía mixta.
Se trata, entonces, de un Estado que responde a una necesidad real
y objetiva cuya participación en el movimiento económico no se efectúa

13
como un elemento externo a él sino en calidad de agente objetivo de
esa actividad, formando parte interesante y necesaria del objeto social; en
estos términos el Estado racionaliza la actividad económica y garantiza
una adecuada rentabilidad del capital acumulado en toda la economía
nacional.
Estas nuevas funciones del Estado se manifiestan en diferentes ins­
tancias;

a) En la esfera de la producción a través de empresas estatales.


Esto es particularmente cierto para los países europeos. En el caso
de los Estados Unidos, predominan otras formas de intervención es­
tatal, tales como:
b) El ejercicio de un mayor control de las variables y los meca­
nismos de regulación de la economía, con el fin de suavizar los ciclos
económicos naturales. Para alcanzar este objetivo se aplica la deno­
minada política keynesiana, dentro de la cual destaca el control so­
bre la demanda global, a través del gasto público, especialmente en
obras públicas y en la demanda de equipo militar.
c) La creación y manipulación de los instrumentos financieros y
monetarios que permiten una extensión del crédito, con miras a
lograr el aumento de la velocidad de circulación, tanto de las mercan­
cías como de los factores productivos. De ahí la enorme importancia
de la deuda.

Una consecuencia inmediata de la aplicación de los instrumentos key-


nesianos es la formación de una “ economía de deudas” , que tanto carac­
teriza a los Estados Unidos. En efecto, para 1974, los montos de endeu­
damiento de la economía de ese país alcanzan niveles críticos. La deuda
total acumulada es de 2,5 billones de dólares (el doble del PNB), que se
descomponen en 1 billón, deuda empresarial; 600 mil millones de deuda
hipotecaria; 500 mil millones de deuda pública federal; 200 mil millones
de deudas de los estados y entidades locales y 200 mil millones en
deuda de los consumidores.
De esta manera el Estado se transforma durante esta época en el
pilar fundamental del desarrollo económico, organiza a la economía na­
cional y por ende le confiere rasgos específicos a la economía mundial.

C o n f ig u r a c ió n Es p a c ia l
T oda e s t r u c t u r a económica y social tiene que reflejarse, de alguna mane­
ra, en la forma de ocupación y organización del territorio. También en
este caso, el modelo que estamos analizando tiene su propia expresión

34
espacial, cuyas características más resaltantes son; a) La hegemonía políti­
ca, económica y militar de los Estados Unidos sobre todol el planeta, con
excepción de los llamados países socialistas. La posición de primacía de
los Estados Unidos fue una consecuencia directa de los resultados de la
guerra, que hizo posible la formación de una organización político-militar
sumamente funcional para dinamizar el modelo de acumulación. Las eco­
nomías europea y japonesa pudieron recuperarse y crecer a un ritmo
superior al de la propia economía norteamericana pero dentro del marco
pautado por ésta última, b) La subordinación de Europa y Japón a los
Estados Unidos y el carácter interdependiente de estas economías deter­
minó la necesidad de establecer regulaciones y, sobre todo, instituciones
supranadonales para controlar los flujos monetarios, financieros y comer­
ciales entre estos países y, por extensión, entre todos los países del mun­
do. En consecuencia, por primera vez en la historia, ciertas funciones de
exclusiva competencia de los Estados Nacionales fueron transferidas a or­
ganismos internacionales. E s éste un primer síntoma de la creciente des­
proporción entre organizaciones jurídicas y políticas y el funcionamiento
económico, c) La descolonización de Africa y Asia, resultado de la sub­
ordinación directa de las metrópolis coloniales a los Estados Unidos, se
traduce en el surgimiento de un gran número de Estados Nacionales,
calcados, en la mayoría de los casos, sobre las organizaciones coloniales.
La independencia política de esos nuevos estados no significó un cambio
sustancial en su organización económica, la cual quedó determinada por
la de los antiguos países metropolitanos. A este modelo de interdependencia
política y subordinación económica se convino en llamarlo “ subdesarrollo” ;
experimentado por primera vez en América Latina, el modelo se extiende
ahora al resto del mundo.
Una mirada panorámica a la organización social del espacio planeta­
rio nos muestra una vasta red de Estados Nacionales, integrada por una
mayoría de subdesarrollados, unos pocos desarrollados y algunos socialistas.

La hegemonía de los Estados Unidos


El surgimiento de los Estados Unidos como potencia dominante, a partir
del final de la Segunda Guerra Mundial, se debe a varios factores
históricos.
Los Estados Unidos no tuvieron una estructura social precapitalista
que constituyera una traba a su desarrollo. En Europa, este pasado, si
bien fue responsable de la aparición de la economía de mercado, cons­
tituyó, a través de la supervivencia de ciertas estructuras antiguas, una de
las causas de su pérdida relativa de dinamismo posterior. La introduc­
ción de innovaciones tecnológicas en el aparato productivo en Estados

35
Unidos no se ha visto obstaculizada por viejas estructuras; de ahí que
las formas modernas de producción hayan penetrado con menores resis­
tencias en todos los sectores de la actividad económica.
Además, su creciente desarrollo, relativamente posterior, lo enfrentó
a un mundo que las potencias europeas ya se habían repartido. Las colo­
nias juegan un papel central en la fase mercantil, como señalábamos an­
teriormente. Las limitaciones de esta fase se hacen sentir con tanto más
fuerza en aquellos países capitalistas que no poseen colonias; por ello,
éstos deben reaccionar en forma más activa sobre su aparato productivo
interno, acelerando el desarrollo tecnológico con respecto a los países con
colonias. Este es otro de los varios elementos que se conjugaron para
posibilitar esta supremacía norteamericana.
La guerra misma tuvo una importancia considerable: los Estados
Unidos no sufrieron sus rigores a pesar de haber participado en los
campos de batalla; por el contrario, gran parte del capital alemán y japonés
fue destruido físicamente y la fuerza del capital menguó en otros países
de Europa Occidental. En consecuencia, el proceso bélico consagró definiti­
vamente el período del complejo militar-industrial norteamericano y am­
bos aspectos consolidaron la hegemonía de los Estados Unidos en el mundo
regido por la economía de mercado. La prolongación de la Segunda Guerra
a través de la guerra fría reforzó esta hegemonía y sigue siendo uno de
los motores del avance tecnológico.
Al finalizar la guerra están dadas las condiciones para una acelerada
expansión del capital norteamericano. En efecto, la necesidad de renovar
el parque industrial y el hecho de que el territorio norteamericano no
haya soportado las consecuencias de la destrucción, le otorgaron a los Esta­
dos Unidos una posición favorable evidente. Se observa entonces un am­
plio desarrollo de la economía norteamericana, estimulado fundamental­
mente por el Plan Marshall.
La puesta en funcionamiento del Plan permitió un fuerte estímulo
a la inversión productiva en Estados Unidos con el consecuente aumento
de su capacidad industrial en un 30 por ciento durante el quinquenio
posterior a la guerra, cifra únicamente superada durante la expansión
registrada en el quinquenio 65-69. Además, mediante su papel funda­
mental en la reconstrucción económica-industrial, la economía norteame­
ricana pudo colocar en estado de subordinación a la dinámica económica
europea, integrándola en una totalidad económica mundial bajo su égida.
El auge de las inversiones americanas en el extranjero se manifestó
en todo el mundo, confiriéndole a los Estados Unidos el carácter de ser
el principal inversionista a nivel internacional. El siguiente cuadro mues­
tra bien la evolución de la inversión externa:

36
CUADRO 2.4.
EVO LUCIO N D E LA IN V ERSIO N INTERNA NORTEAM ERICANA
(en miles de millones de dólares)

Años América Latina Canadá Europa Otros Total

1929 3,5 2,0 1,4 0,6 7,5


1950 4,6 3,6 1,7 1,9 11,8
1966 11,4 16,9 16,2 10,2 54,7
1973 . 13,9 25,4 38,2 26,1 103,6

Fuente: Informe del Subcomité del Senado de los Estados Unidos: “ Multinacionales
en Brasil y México” , pág. 34 (mimeografiado).

La hegemonía norteamericana se reflejó adicionalmente en la super­


visión y control del Sistema Económico Mundial a través de un con­
junto de instituciones internacionales tales como las Naciones Unidas, el
Fondo Monetario Internacional, el Grupo del Banco Mundial, el Acuerdo
General sobre Tarifas y Comercio, etc.

Las instituciones supranacionales


El período de la postguerra constituye también el de la prehistoria de la
organización de una red de instituciones y de procesos de toma de decisio­
nes de carácter supranacional. Estas instituciones se fueron configurando
al calor del conflicto bélico, es decir, en el clímax de la crisis de la hege­
monía británica sobre el Sistema Económico Mundial. El Sistema de Na­
ciones Unidas resultó ser el pivote central en torno al cual se fue tejiendo
esta red de organismos con funciones específicas: el Fondo Monetario
Internacional en materia monetario-financiera, el Banco Internacional de
Reconstrucción y Fomento (actualmente el Grupo del Banco Mundial) en
materia de reconstrucción e inversión internacional, el Acuerdo General
sobre Tarifas y Comercio en materia de liberación normada del comercio
internacional, etc.
Si bien la creación de estas instituciones ha implicado una cesión de
soberanía, en diversos grados y cualidades, por parte de los Estados Na­
cionales que las integraron, al mismo tiempo, este sistema ha consagrado
la hegemonía de un Estado Nacional en particular, como es el caso de
los Estados Unidos. Se trata pues de un período de transición hacia la
estructuración de formas jurídico-políticas auténticamente supranacionales.
A continuación analizaremos brevemente la funcionalidad de las
instituciones supranacionales más relevantes desde el punto de vista eco­
nómico y las limitaciones más significativas surgidas de su carácter dual.

37
El Fondo Monetario Internacional

El Fondo Monetario Internacional surge como un producto de la acción


concertada de los principales estados capitalistas industrializados frente a
la crisis del sistema monetario del período de entreguerras, el cual se
caracteriza por la lucha tenaz por la redistribución de los mercados entre
las principales naciones capitalistas. En la esfera de la circulación mone­
taria el conflicto interimperialista conduce al establecimiento de “ zonas
monetarias” exclusivas de algunos estados nacionales (zona dólar, zona
esterlina, zona franco), a la instauración de controles de cambio y a deva­
luaciones competitivas en los mercados nacionales bajo el control de cada
potencia. De un modo general, podríamos decir que estas medidas evi­
dencian las limitaciones de un modelo de acumulación centrado en la
hegemonía del Estado Nacional británico. Las negociaciones que conducen
a la creación del Fondo Monetario Internacional, si bien consagran la hege­
monía de Otro Estado Nacional (como es el caso de los Estados Unidos),
constituyen, sin embargo, un primer paso hacia la conformación de un
sistema monetario, organizado sobre bases supranacionales, al conferirle
al Fondo ciertas atribuciones que anteriormente eran potestad soberana
de los Estados Nacionales.
La base nacional del sistema monetario internacional quedó plasma­
da en el acuerdo de Bretton-Woods, el cual consagró la hegemonía norte­
americana sobre dicho sistema al erigir al dólar como equivalente general
universal. El dólar se convirtió entonces en el principal activo interna­
cional de reserva, en la moneda de intervención en los mercados cam­
biarlos, en el numerario o patrón respecto al cual se fijarían las paridades
de las monedas y en el medio de pago por excelencia para las transaccio­
nes comerciales y financieras entre naciones. Asimismo, se institucionalizó
la hegemonía de los Estados Unidos en el Fondo Monetario Internacio­
nal, al conferirle a dicho país la tercera parte de la capacidad de voto en
el órgano de dirección y un poder de veto ante cualquier decisión que
pudiese alterar la estructura fundamental del Sistema Monetario Interna­
cional.
Sin embargo, la creación de una institución de carácter supranacio-
nal implicó también cierto grado de cesión de soberanía para la toma de
decisiones, que anteriormente se encontraba en manos de los Estados
Nacionales. La calidad de esta cesión estaba determinada por la jerarqui-
zación de dichos Estados en el proceso de acumulación general. Como
consecuencia de ello, algunos mecanismos y correctivos de política se apli­
caban “ asimétricamente” , según el carácter central o periférico de las na­
ciones, por una parte, y de modo desigual entre los Estados Unidos^ y el
resto de las naciones capitalistas avanzadas. No obstante, se crearon cier­

38
tos mecanismos de coordinación y concertación de políticas monetarias
y comerciales, que constituyeron los primeros pasos de un proceso de
toma de decisiones propiamente supranacional. Estos mecanismos se re­
ferían a:

a) La fijación de tipos de cambio para cada moneda nacional con


respecto al oro y al dólar, así como la obligación de intervenir en
el mercado de cambio cuando la cotización de la moneda fluctuara
más del 1 por ciento por encima o por debajo de su paridad oficial.
b) La obligación de consultar al Fondo en caso de operar un cam­
bio de paridad superior al 10 por ciento, salvo que el país en cues­
tión demostrara encontrarse en una situación de “ desequilibrio fun­
damental” de su balanza de pagos.
c) La garantía de convertibilidad externa de la moneda nacional,
sujeta no obstante a un posible régimen de excepción supervisado
por el Fondo.

Todo ello dentro de los propósitos generales del Fondo Monetario


Internacional de “fomentar la cooperación monetaria internacional me­
diante una institución perm anente... facilitar la expansión y el creci­
miento equilibrado del comercio internacional. . . fomentar la estabilidad
de los tipos de cam bio... evitar depreciaciones cambiarías competiti­
vas . .. coadyuvar al establecimiento de un sistema multilateral de pa­
gos. .. eliminar las restricciones cambiarías que entorpezcan la expansión
del comercio m undial... acortar la duración y aminorar el grado de de­
sequilibrio de las balanzas de pagos... poniendo temporalmente a la
disposición (de los países miembros) los recursos del Fondo, bajo las ga­
rantías adecuadas” 11.
La legitimación de una moneda nacional como equivalente general
universal en todas sus funciones introdujo un “sesgo nacional” en la es­
tructura del sistema monetario internacional. En efecto, si bien el eje de
dicho sistema estaba constituido por el oro y el dólar, a falta de circula­
ción real del oro, el eje de facto del sistema fue el dólar. Asimismo la
relación de cambio del dólar con respecto al oro fue congelada desde
1934 12. Por esta vía se impedía la evolución de dicha relación de equiva­
lencia de acuerdo con el precio de mercado del oro y se confería una ven­
taja nacional al dólar sobrevalorizándolo con respecto al oro. Ello fue
posible en virtud de que los Estados Unidos poseían casi la mitad de las

11 Ver Convenio Constitutivo del Fondo Monetario Internacional. Washing­


ton, D.C. 1944. Artículo I, p. 2.
12 En US. $ 35 la onza troy de oro.

39
reservas oficiales de oro del mundo occidental al finalizar la guer/a y, lo
que es más importante, debido a que la economía norteamericana era la
mejor capacitada para suministrar los bienes de producción y el capital
de inversión necesarios para la reconstrucción de los aparatos producti­
vos destruidos en la guerra y para el reestablecimiento de la inversión y
del comercio entre los países desarrollados.
Para ello, si bien la sobrevaloración del dólar respecto al oro operaba
teóricamente como un desincentivo a las exportaciones norteamericanas,
éstas no dejaron de crecer durante el período de la reconstrucción europea.
Más aún, la existencia de un superávit comercial en los Estados Unidos
jugó un papel determinante en el fmandamiento de los programas de recons­
trucción18. Por esa misma razón la sobrevaloración del dólar respecto al
oro no operó como un incentivo a la conversión de dólares en oro por
parte de las naciones europeas que requerían de esas divisas, de aceptación
universal, para financiar su comercio e inversión fuera de sus respectivas
zonas monetarias.
La contrapartida de esta sobrevaloración del dólar consistió en la
acumulación de una enorme deuda en el exterior por parte de los Estados
Unidos bajo la forma de “créditos obligados” en dólares, teóricamente
convertibles. Ello significó una transferencia masiva de costos de los
Estados Unidos hacía Europa, que facilitó la intemacionalización del capital
productivo norteamericano y le otorgó el control efectivo de la expansión
de su masa monetaria.
La paradoja del sistema de Bretton-Woods es la de haber funciona­
do normalmente sólo en la medida en que la única moneda convertible
era el dólar, es decir, en la medida en que no funcionaba.
En efecto, al recuperarse las economías de las principales naciones
de Europa, las contradicciones latentes del sistema monetario internacio­
nal comenzaron a manifestarse abiertamente. Es a partir del desarrollo
de estas contradicciones cuando el proceso de toma de decisiones en el Fon­
do Monetario Internacional comienza a hacerse menos unilateral por parte
de los Estados Unidos, incluyéndose dentro del círculo decisorio a los
aliados preferenciales (Europa, Canadá y Japón). La necesidad de revisar
el carácter asimétrico del proceso de ajuste de los desequilibrios en ba­
lanza de pagos, y el mecanismo de creación de liquidez internacional que
se le asocia, dio origen al llamado “Grupo de los Diez” , en octubre de
1963, como órgano de concentración “extra-oficial” dentro del Fondo.
De esta manera, se tomó un conjunto de decisiones para contrarrestar los
primeros atisbos de crisis. Estas decisiones se referían, por una parte, a

13 Entre 1946 y 1949, el superávit acumulado de los Estados Unidos fue de


US. $ 32.000 millones mientras que los programas de ayuda externa fueron aproxi­
madamente US. $ 26.000 millones.

40
la restricción voluntaria de no convertir en oro los saldos en dólares acu­
mulados por los bancos centrales de estos países y, por otra parte, a la
creación de una variedad de líneas de crédito mutuas entre esos mismos
bancos14.

El Grupo del Banco Mundial


El Grupo del Banco Mundial constituye el otro pivote del sistema mo­
netario-financiero de la postguerra.
Este conjunto de instituciones se convirtieron posteriormente en
canales de financiamiento para la construcción, en los países subdesarro-
Hados, de obras de infraestructura indispensables para un desarrollo indus­
trial limitado. De esta manera, ellas facilitaron la expansión del capital
productivo y desempeñaron una nueva tarea como agentes condicionantes
de la división internacional del trabajo de la postguerra. Para adecuarse
mejor a las necesidades de sus múltiples tareas, el Banco Mundial se fue
" diversificando tanto en su cobertura regional como en los tipos de finan­
ciamiento ofrecidos para atender las necesidades básicas de cada economía
nacional según su grado de desarrollo.
La institución medular del Grupo fue el Banco Internacional de
Reconstrucción y Fomento, creado en 1944. Hasta comienzos de los años
50, la política crediticia del Banco se orientó fundamentalmente a finan­
ciar la reconstrucción de las economías europeas15. A partir de entonces,
el énfasis se puso en el financiamiento hacia las regiones subdesarrolladas,
en obras de infraestructura que focilitaran la valorización de dichas zonas,
tanto por el capital extranjero como por el capital local asociado a éste.
En este sentido, el convenio constitutivo enmendado establece como fines
del Banco18:

a) “ Contribuir a la obra de reconstrucción y fomento en territorio


de países participantes, facilitando la inversión de capital con fines
de producción que incluyan la rehabilitación de las economías des­
truidas o dislocadas por la guerra, la reconversión de los medios
de producción a fin de satisfacer las necesidades de la paz y el es­
tímulo al fomento de los medios y fuentes de producción en los
países en desarrollo” .

14 Entre ellas cabe mencionar las operaciones en reserva ad-hoc, la formación del
“pool del oro*’, la venta de los bonos Roosa, los acuerdos de crédito recíproco a
corto plazo, los acuerdos generales para la obtención de préstamos y los incrementos
de cuotas en el F .M .I.
15 En 1951, el 45% de los créditos se destinó a obras de reconstrucción y el
52,8% de todos los créditos se otorgaron a Europa.
16 Ver I.B.R.D., “Arricies of Agreement”, Washington, D.C., 1965, Article I.

41
b) “Fomentar la inversión privada en el exterior mediante garan­
tías o participaciones en préstamos y en otras inversiones que hicie­
ren instituciones particulares; y, cuando no hubiere capital particular
disponible en condiciones razonables, reforzar la inversión particular
proporcionando de su propio capital, de los fondos que hubiere le­
vantado y de los demás recursos que tuviere, finandamiento en
condiciones satisfactorias para fines productivos” .
c) “Promover un incremento equilibrado de largo alcance en el
comercio internacional y el mantenimiento del equilibrio en las ba­
lanzas de pago a través del estímulo a la inversión internacional para
el desarrollo de los recursos productivos de sus miembros, a fin de
contribuir al aumento de la capacidad productiva, a elevar las normas
de vida y a mejorar las condiciones de trabajo en sus territorios” .
d) “Arreglar los préstamos que haga o garantice ( . . . ) a fin de
que se atiendan primero los proyectos ( . . . ) más útiles y de mayor
urgencia”.
e) “Manejar sus operaciones con atención debida a los efectos
que puedan tener las inversiones internacionales sobre la situación
de los negocios en los territorios de los países participantes ( . . . ) ” .

Hemos querido transcribir estos objetivos para contrastarlos con los


del Fondo Monetario Internacional. Si bien en la estructura política del
Banco Mundial se reproduce la hegemonía norteamericana (a través del
poder de veto, etc.), al igual que en el Fondo, este fenómeno es de ca­
rácter secundario en lo que se refiere a la intencionalidad política de esta
institución. El Fondo Monetario Internacional constituye una forma or­
ganizativa supranacional que proclama en sus objetivos y ejecuta en sus
acciones una política dirigida a privilegiar un Estado-Nación en particu­
lar. El Banco Mundial, por su parte, no proclama en sus intenciones, ni
ejecuta una política que privilegie a Estado-Nación alguno. En este sen­
tido opera como una auténtica corporación transnacional. La composi­
ción de los créditos así como su importancia relativa han variado de país
a país, según el período y el grado de desarrollo de cada uno de ellos en
particular. Hasta comienzos de los años 60, la variedad de créditos abarca­
ba el finandamiento para proyectos de energía eléctrica, transporte, tele­
comunicaciones, agricultura, industria y desarrollo en general. Es decir, el
financiamiento necesario para crear las condiciones generales para un de­
sarrollo industrial en los países subdesarrollados. Es el período de acondi­
cionamiento de las políticas de “sustitución de importadones” . A partir
de entonces, la gama de créditos se fue ampliando para incluir drenajes,
abastecimiento de agua, planificación familiar, formulación y evaluación

42
de proyectos, asistencia técnica, turismo y desarrollo urbano. Esta diver­
sificación no es casual. Es el producto de las necesidades surgidas a partir
de una vía de desarrollo que polariza campo y ciudad.
Como quiera que el propósito del Banco no es sustituir a la inversión
privada sino crear o facilitar las condiciones de su realización, en 1956 se
creó la Corporación Financiera Internacional. El objetivo de la Corpora­
ción es la “promoción del desarrollo económico mediante el estímulo de
empresas privadas productivas... de tal manera que se complementen
las actividades del BIRF mediante la asociación del capital privado local
y extranjero, asociándose a éstos el capital de la Corporación en los casos
en que el capital privado necesario no se encuentre disponible en condi­
ciones razonables” 17. Resulta importante observar el carácter tradicional
del modelo implícito de desarrollo industrial; en efecto, los créditos otor­
gados se destinan principalmente a las industrias de menor rentabilidad
relativa y de carácter subordinado dentro de cadenas inter-industriales
tales como el Hierro y el acero, cemento y materiales de construcción, te­
jidos y fibras, pulpa y papel, minería, productos químicos y petroquími-
cos, vehículos de motor y accesorios, fertilizantes, etc. (véase el Cuadro
2 3 ) ‘
La participación de la Corporación en la inversión privada directa
hacia los países en desarrollo sobrepasa los US. $ 1.700 millones en
proyectos cuyo costo total es de US. $ 9.000 millones, de modo que
“la Corporación y sus inversionistas y asociados externos dan razón
de casi una décima parte del flujo de inversión privada directa extran­
jera (en sectores distintos del petróleo) de los países de la OCDE hacia
el mundo en desarrollo” 18. El papel de? estímulo y orientación del Banco
Mundial y de la Corporación Financiera Internacional ha sido entonces de
vital importancia en el proceso de internacionalización del capital pro­
ductivo, en consonancia con las políticas de “sustitución de importacio­
nes” . Al respecto, resulta particularmente ilustrativo citar el siguiente
párrafo de un Informe Anual de la Corporación: “ El hecho es que los
adelantos logrados por muchos países en desarrollo en materia de infra­
estructura e industrialización han creado un ambiente económicamente
más viable para este tipo de inversión (la inversión privada externa).
Por ejemplo, el crecimiento del tamaño, la productividad y la complejidad
técnica de las fábricas de empresas multinacionales situadas en los países
en desarrollo les permite ahora integrarlas a sus sistemas mundiales de
producción. Este proceso de integración, que se inició con la fabricación
de componentes electrónicos, se extiende ahora a los automóviles, maqui-

17 C.F.I., “Convenio Constitutivo”, Artículo 1?, Washington, D.C., 1957.


18 Declaración de M.A. Qureshi, Vicepresidente de la C.F.I., aparecida en la
revista del F.M.I. y el BJM., “Finanzas y Desarrollo”, Septiembre 1977, p. 2.

43
CUADRO 2.5.
CORPORACION FINANCIERA INTERNACIONAL
MONTO DE LOS CREDITOS POR RAMA DE ACTIVIDAD
(1957/58 - 1974/75)
(en millones de dólares)

Rama Monto

Hierro y Acero 200,4


Cemento y otros materiales de construcción 163,6
Tejidos y fibras 145,7
Pulpa y productos de papel 119,9
Minería 112,1
Compañías Financieras de Desarrollo 107,3
Productos químicos y petroquímicos 78,0
Vehículos de motor y accesorios 63,9
Fertilizantes 60,4
Manufacturas varias 57,1
Turismo 51,6
Alimentos y elaboración de alimentos 31,0
Metales no ferrosos 18,4
Servicios públicos 16,5
Maquinaria 14,8
Mercado Monetario y de Capital 14,7
Otros 7,0

Fuente: Corporación Financiera Internacional, Informe Anual, Washington, D.C.,


1975, p. 26.

naria agrícola y diversos productos de ingeniería. El efecto de estos ade­


lantos es que, en vez de producir solamente para los mercados locales, las
fábricas en los países en desarrollo han comenzado a especializarse en la
manufactura de piezas y modelos que luego son exportados a cambio de
piezas producidas en otros países” 16.
En este sentido, cabe destacar que entre los principales deudores de
la Corporación Financiera Internacional se cuentan precisamente aquellos
países más avanzados en dicho proceso, en otras palabras, los de mayor
desarrollo industrial relativo (véase el cuadro 2.6.).
La tercera institución directamente vinculada al Grupo del Banco
Mundial es la Asociación Internacional de Fomento, creada en 1960. La
función de la Asociación es conceder préstamos, en términos concesiona-

19 Banco Interamericano de Desarrollo, Informe Anual, Washington, D.C., 1974,


p. 21.

44
CUADRO 2 .6 .
PRINCIPALES DEUDORES DE LA
CORPORACION FINANCIERA INTERNACIONAL
al 30 de junio de 1975
(en miles de dólares)

Países deudores Monto de la deuda

Brasil 262.866
Turquía 116.710
Yugoslavia 79.674
Filipinas 76.142
México 69.921
Indonesia 58.408
Argentina 53.210
India 51.803
Corea del Sur 44.085
Irán 42.536

Fuente: Corporación Financiera Internacional, Informe Anual, Anexo E., Washington,


D .C ., 1975.

rios, a aquellos países más pobres del Tercer Mundo cuya situación en
materia de balanza de pagos no les permite la contratación de préstamos
en términos comerciales normales. En estos países es necesario reducir las
tensiones sociales y crear condiciones económicas básicas antes de con­
vertirlos en receptores de inversión extranjera.
Por último, existe un conjunto de Bancos Regionales de Desarrollo
que, si bien son autónomos desde el punto de vista jurídico y organizativo,
complementan a nivel regional las funciones del Banco Mundial. Ellos son
el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Asiático de Desarrollo y
el Banco Africano de Desarrollo. En el caso del Banco Interamericano de
Desarrollo, por ejemplo, el monto de los préstamos concedidos, desde su
fundación en 1960 hasta 1974, es de 7.416 millones de dólares, pero el
costo total de los proyectos financiados alcanza la suma de 25.482,3 mi­
llones de dólares. Estos préstamos se distribuyen en cuatro grandes cate­
gorías: Sectores Productivos (agricultura e industria), Infraestructura
Económica (energía eléctrica, transporte y comunicaciones), Infraestructu­
ra Social (saneamiento, desarrollo urbano, educación) y otros (preinver­
sión, financiamiento de exportaciones y turismo). Individualmente, los
préstamos más importantes se han destinado a la agricultura y a los pro­
yectos de energía eléctrica, pero el costo total de los proyectos involucrados

45
sitúa el rubro de industrias y minería en el primer lugar, con un monto
de más de 8.000 millones de dólares, es decir, casi la tercera parte del
costo total de los proyectos en los que participa el Banco (véase gráfico
2-A).

GRAFICO 2-A
DISTRIBUCION DE LOS PRESTAMOS DEL BID (1961-1974)
EN MILLONES DE DOLARES

Finalmente, cabe mencionar que el Banco Mundial es el promotor


del primer organismo jurídico supranacional. Creado en 1966, el Centro
Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (CIADI),
tiene como objetivo proporcionar ciertas garantías jurídicas y un foro para
el arbitraje en materia de inversiones internacionales, garantizando un mí­
nimo de seguridad jurídica ante las posibles pretensiones de soberanía de
los Estados Nacionales.

El Acuerdo General sobre Tarifas y Comercio


En vigencia desde 1948, este Acuerdo es a la vez una institución. El
Acuerdo se basa en tres principios fundamentales: aplicación del “prin­
cipio de la nación más favorecida” de manera incondicional y recíproca;
reducción de tarifas y eliminación de las restricciones cuantitativas y de
otras distorsiones no tarifarias, con el objetivo general de liberalizar el
comercio internacional. La institución ofrece, además, un foro para consi­
derar los problemas comerciales, resolver las disputas y concluir acuerdos
y programas para liberalizar el comercio. El Acuerdo contempla también
la posibilidad de no cumplimiento de los compromisos escritos, en caso

46
de que los países confronten problemas de balanza de pagos o cuando la
importación de un determinado producto causa o amenaza con provocar
un serio daño a los productores locales; para ello han sido previstas las
cláusulas de escape y de punto de peligro (Artículo 19 del Acuerdo), lo
cual introduce un sesgo proteccionista en dicho Acuerdo.
No obstante, el Acuerdo constituye un mecanismo de concertación
supranacional, en cuyo ámbito los miembros aceptan obligaciones espe­
cíficas sobre una base de reciprocidad. Desde esta perspectiva existe una
diferencia básica entre el tipo de sesgo proteccionista que puede tolerar
el Acuerdo y el proteccionismo de emreguerras. Mientras este último
tenía un carácter unilateral y retaliativo, el proteccionismo tolerado por
el Acuerdo presenta un carácter, concertado y negociado voluntariamente,
que reduce los peligros de una posible “guerra comercial”.
Tanto los logros concretos alcanzados por el Acuerdo como sus li­
mitaciones han ido variando en el transcurso de los años. Inmediatamen­
te después de la postguerra, el propósito fundamental del Acuerdo con­
sistió en restaurar el comercio entre los países desarrollados, cuyo vo­
lumen en 1947 sólo alcanzaba un 60 por ciento del volumen prevale­
ciente durante el período anterior a la guerra. La recuperación fue factible
gracias a que las economías europeas se reconstruían y a que el principal
mercado de productos manufacturados era el de los países desarrollados.
Posteriormente, durante la década de los años 60, concluye un conjunto
de negociaciones entre los países desarrollados conocidas como el Kennedy
Round. Estas negociaciones se traducen en una reducción general de
aranceles para un conjunto de productos manufacturados y semi-manu-
facturados, Al instrumentarse totalmente las medidas acordadas, el aran­
cel promedio para los bienes manufacturados y semi-manufacturados, en
los principales países industrializados, oscilará entre el 8 y fel 11 por
ciento ad-valorem. Sin embargo, si se incluyen las restricciones cuantitati­
vas a las importaciones de carácter voluntario, se observa que el número
de productos manufacturados sujeto a estas restricciones ha aumentado
(véase el cuadro 2.7.), particularmente en el caso de los Estados Unidos,
reflejando en cierto modo la pérdida de dinamismo y competitividad de
ese país en los sectores correspondientes.
Por otra parte, para los productos agrícolas, se ha generalizado U
aplicación de políticas de corte proteccionista, a través de barreras aran­
celarias y no arancelarias, en los principales países industrializados y es­
pecíficamente en aquellos de la Comunidad Económica Europea. La im­
portancia de las barreras no arancelarias se evidencia en el porcentaje del
comercio agrícola sujeto a restricciones cuantitativas (véase cuadro 2.8.)
y en otras medidas con efectos similares, tales como los monopolios de
importaciones por parte de los Gobiernos.

47
2 .7 .CUADRO
PRODUCTOS MANUFACTURADOS SUJETOS A RESTRICCIONES
CUANTITATIVAS EN LOS PRINCIPALES PAISES
INDUSTRIALIZADOS
(1963 - 1970)

Adicionalmente discrimi*
Países 1963 1970 natorios contra Japón

Canadá 2 7 8
Inglaterra 10 28 21
Estados Unidos 7 67 1
C .E .E . 76 65 73
Japón 132 81 —

Fuente: Commission on International Trado and International Policy, “United States


International Economic Policy in an Interdependent World: Report to the
President” Washington, D.C., July 1971, p. 373.

CUADRO 2 .8.
COMERCIO AGRICOLA SUJETO A RESTRICCIONES
CUANTITATIVAS EN LOS PRINCIPALES PAISES
INDUSTRIALIZADOS
(1970)

Importaciones
Países Agrícolas1 Monto *

Estados Unidos 21,6 1,2


Inglaterra 23,9 1,2
Japón 27,9 0,8
Comunidad Económica Europea 33,7 2,6

1 En porcentaje del total de importaciones agrícolas.


* En miles de millones de dólares.
Fuente: Commission on International Trade and International Policy, “United States
International Economic Policy in an Interdependent World: Report to the
President”, Washington, D.C., July 1971, p. 373.

Los acuerdos comerciales preferenciales constituyen otros mecanis­


mos de regulación del comercio internacional. Estos acuerdos» como el
de Lomé, podrían conducir, con nuevas modalidades, a la formación de
zonas comerciales exclusivas en la medida en que ellos privilegien al ca­
pital productivo de un determinado país o región en detrimento de otros.

48
Por último, y a manera de conclusión sobre las instituciones interna­
cionales, resulta pertinente mencionar la siguiente afirmación contenida
en un informe elaborado por representantes de Empresas y Bancos Trans­
nacionales, con el propósito de reformular la política económica interna­
cional de los Estados Unidos, y determinante en buena parte de las
medidas económicas tomadas en agosto de 1971: “Nuestros problemas
actuales en el terreno económico internacional no provienen de una falta
de instituciones o de que éstas sean inadecuadas. Se deben más bien a:
1) un consenso inadecuado entre las principales naciones comerciantes en
relación a lo .que son los principales problemas y cómo tratarlos; 2) una
coordinación inadecuada de medidas en relación con aranceles, distorsiones
no arancelarias, inversión y el mecanismo internacional de pagos que
afecta la posición competitiva de cada nación; y 3) lo que es aún más im­
portante, la falta de un liderazgo centralizado para enfrentar estos pro­
blemas” 20.
En nuestra opinión, la observación en torno a las instituciones es
correcta por cuanto existe una infraestructura organizativa básica de ca­
rácter y proyección supranacional. Sin embargo, la raíz de los problemas
no reside en las dificultades para lograr un consenso o imponer un lide­
razgo centralizado. La situación planteada no es sino la expresión del de­
sarrollo desigual del proceso de internacionalización del capital y de la
existencia de estructuras jurídicas y organizativas concebidas en función
del interés nacional que frenan ese proceso.

Consolidación del sistema centro-periferia


La expansión del sistema económico capitalista fue abarcando, en fases
sucesivas, a todas las regiones del globo, asignándoles papeles específicos
en el seno de la dinámica económica. El colonialismo fue una fase funda*
mental de este proceso. Pero la organización política colonial, muy útil
en las fases iniciales de ocupación y explotación de los territorios extra»
europeos, empezó a resquebrajarse en la inmediata postguerra. Las cau­
sas del colapso político de los imperios coloniales en Africa y Asia difie­
ren de aquellas que produjeron el derrumbe de los imperios coloniales en
América; sin embargo, ambos hechos históricos presentan dos caracte­
rísticas comunes: a) la pérdida de la hegemonía relativa del país me­
tropolitano frente a otros centros desarrollados (es el caso de España
frente a Europa nor-occidental en el siglo pasado, y el de Inglaterra y
Francia frente a Estados Unidos después de Segunda Guerra Mundial);
b) la formación de una estructura social adecuada en las áreas coloniales
para que éstas funcionen como países políticamente independientes pero

20 Commission on International Trade and International Policy, Ibid, pp. 295-296.

49
integrados a la dinámica de la economía mundial, de manera que la
presencia política directa de la metrópolis resulta innecesaria.
El proceso de descolonización condujo a la formación de una multi­
plicidad de Estados Nacionales que se extienden en la actualidad por toda
la superficie del planeta. Por lo tanto, el sistema de Estados Nacionales
es la forma específica como se organizan políticamente todos los territo­
rios integrados, de alguna manera, a la red de relaciones económicas in­
ternacionales. El papel subordinado y dependiente, en términos económi­
cos y políticos, de casi todos los países con pasado colonial, determinó la
configuración jerárquica del sistema vigente de Estados Nacionales; di­
chos Estados, independientemente de su régimen político y económico
interno, pueden clasificarse en desarrollados y subdesarrollados. Este fe­
nómeno se denomina usualmente relación centro-periferia, expresa una
diferenciación cualitativa y es un resultado histórico de la dinámica eco­
nómica. Por tanto, la importancia del Tercer Mundo en la economía
mundial reside en la función que cumple en el contexto de la organización
desigual del espacio económico mundial, más que en la importancia cuan­
titativa de los flujos comerciales y financieros. Después de todo, no debe
olvidarse que esta diferenciación cualitativa es el fundamento de los datos
estadísticos que muestran las relaciones cuantitativas entre el mundo
desarrollado y el Tercer Mundo.
Las modificaciones cualitativas de la relación centro-periferia son pro­
ducto de la dinámica económica internacional. Dicha dinámica generó,
en un período de su evolución, la jerarquización del mundo en centro
y periferia y podrá eventualmente eliminarla o suplantarla por nuevas re­
laciones en un período más avanzado. La más resaltante de las modifica­
ciones del período que analizamos en este capítulo es, sin duda alguna,
la culminación del proceso de sustitución de Importaciones en países
como México, Brasil y Argentina, en los años 50. En esos años, otros paí­
ses latinoamericanos entran en las primeras fases de ese mismo proceso,
consolidándose así un patrón de desarrollo industrial que se extiende,
también, a otras regiones del mundo subdesarrollado.
El llamado “crecimiento hacia adentro” ocasionó que los países de
América Latina se volvieran sobre sí mismos, manteniendo un sector ex­
terno tradicional, que continúa soportando la carga de financiar las nuevas
importaciones requeridas por el proceso de industrialización sustitutiva.
La inserción de la región en el comercio mundial siguió manifestando
una aguda dependencia de las exportaciones tradicionales a la vez que
cambiaba el tipo de productos importados. Esto trajo como consecuencia
otros problemas para los países latinoamericanos y una reducción cuan­
titativa del peso de la región en las transacciones internacionales, como
puede verse en los cuadros siguientes:

50
CUADRO 2 .9 .
PARTICIPACION DE LAS DIFERENTES REGIONES
EN EL COMERCIO MUNDIAL
(en porcentaje)

Regiones 1938* 1948* I960** 1965** 1970** 1974**

Países desarrollados 65 63 67 69 72 66
Países socialistas 10 7 12 12 11 8
Países en desarrollo 25 30 21 19 17 25
América Latina 7 11 7 6 5 5

Fuentes: * Naciones Unidas, CEPAL, Estudio Económico de. América Latina, San
tiago, 1970.
** UNCTAD, Handbook of International Trade and Development Statistics,
New York, 1976.

CUADRO 2.10.
PARTICIPACION DE LOS PAISES SUBDESARROLLADOS
EN LAS IMPORTACIONES TOTALES DE LOS PAISES
DESARROLLADOS
(en porcentaje)

1938 1948 1960 1965 1970

Países subdesarrollados 26 31 24 21 18
América Latina 8 13 8 6 5

Fuente: Naciones Unidas, CEPAL, Estudio Económico de América Latina, Santiago,


1970.

Además, el porcentaje de inversión directa total de los Estados Uni­


dos en los países subdesarrollados se redujo de un 45 a un 28 por ciento
entre los años 1950 y 1968 mientras que en América Latina pasó de un
38 a un 16 por ciento para ese mismo período. Esta reducción muestra
que, efectivamente, el Tercer Mundo ha disminuido su peso en el co­
mercio mundial. El cambio señalado en las relaciones cuantitativas se debe
fundamentalmente al crecimiento acelerado de los flujos comerciales de
los países desarrollados entre sí como consecuencia de la recuperación de
las economías europea y japonesa.
La decreciente participación del Tercer Mundo en las transacciones
internacionales no significa una disminución de su importancia en la
economía internacional desde el punto de vista funcional. En efecto,

51
puede afirmarse que el crecimiento de las transacciones de los países de­
sarrollados entre sí marcha pari passu con la importancia funcional del
Tercer Mundo. Para aclarar este punto es suficiente recordar que el auge
económico de los países desarrollados que sustenta el incremento de sus
transacciones recíprocas, se fundamenta en un modelo de acumulación
que ha tenido como una de sus condicionantes principales la disponibili­
dad de energía barata, imposible sin la explotación del Tercer Mundo.
Además de la energía, el Tercer Mundo ha sido fuente de un conjunto de
materias primas indispensables para el buen funcionamiento del modelo,
como lo prueba la obstinada aversión de los países desarrollados hacia
la nacionalización de los recursos básicos en los países subdesarroHados,
especialmente durante las décadas de los 50 y 60.

52

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