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El régimen

de Frondizi

Economía
Argentina

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El régimen de Frondizi: la
estrategia desarrollista
Arturo Frondizi asumió su Gobierno democrático en 1958, con la salvedad
de que se había establecido la proscripción del partido peronista en las
elecciones.

En el ámbito de la política económica, el Gobierno de Frondizi mostró una


línea consistente y decidida que prometía dar solución a dos problemas
acuciantes: la estabilidad y el desarrollo.

Política desarrollista

El Gobierno se basó en la tesis del desarrollismo. Según Gerchunoff y Llach


(2018), esta trata sobre el pesimismo respecto a las exportaciones de
productos primarios, tal como sostenía la tesis de Prebisch. Según esta
óptica, desarrollarse era desarrollar las manufacturas hasta transformarse
en una economía industrializada. En el caso de Argentina, parte del camino
ya estaba recorrido, pero el carácter desbalanceado de su estructura
industrial hacía necesario un impulso que garantizara el paso de una
economía agroexportadora a una industrializada. La clave era la expansión
“vertical”, es decir, el acople de las actividades de producción de insumos y
bienes de capital a las ramas ya expandidas (Gerchunoff y Llach, 2018, pp.
290-291).

Para lograrlo había que tener en cuenta varios elementos:

 En primer lugar, debía aumentar la producción de petróleo y gas,


generando un ahorro de divisas para la inversión en otros rubros. Se
sugería la producción local para sustituir la importación de petróleo. Para
conseguir el capital necesario para instalar las industrias químicas y de
acero, se requería la exportación de carne y la sustitución de
importaciones petroleras.
 En segundo lugar, fomentar la siderurgia, que requería la explotación de
los depósitos de carbón y hierro.
 En tercer lugar, una solución permanente para la provisión de energía
eléctrica.
 Finalmente, también se incluía a las industrias del cemento, del papel y
de maquinaria y equipos industriales. La ausencia de las actividades
agropecuarias en el conjunto de prioridades del Estado se debía a que se
consideraba que estos temas no podían desligarse del problema general
de atraso tecnológico de Argentina.

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Según Gerchunoff y Llach:

Una meta que se ponía en especial énfasis era la construcción


de una amplia red de rutas y autopistas. Al mismo tiempo se
intentaba estimular la producción nacional de autos y
camiones. Se buscaba, por esa vía, integrar económicamente
a las distintas regiones del país y descentralizar las
actividades económicas. (2018, p. 292).

El Estado consideraba que el desarrollo industrial tenía que conseguirse


rápidamente y en todos los frentes, por lo cual se requería un impulso de
inversión decisivo y simultáneo. Así se quebraría la llamada “trampa de la
pobreza”, que se asociaba con la baja capacidad de ahorro e inversión. Se
argumentaba que los países más pobres ahorran una proporción menor de
sus ingresos que las naciones desarrolladas. Como consecuencia, invierten
poco y crecen lentamente.

Aquel intento por atraer inversiones extranjeras de los últimos años del
gobierno de Perón era la base del postulado desarrollista. Esto se
contradecía con la posición que entonces tuvo Frondizi por su pensamiento
económico nacionalista, quien incluso en uno de sus libros afirmaba que YPF
(Yacimientos Petrolíferos Fiscales) podría autoabastecerse. Mediante el
programa de Chascomús de 1960, cambió su posición y propuso que no se
les impidiera, tanto a las empresas nacionales como a las extranjeras, la
posibilidad de promover nuestras fuentes naturales.
Según el Gobierno, la independencia económica del país se lograría
obteniendo inversiones extranjeras.
Este programa tuvo sus críticas, ya que no se asentaba en la teoría de las
ventajas comparativas porque se quería que el país elaborara productos que
se podían conseguir a un costo menor en el extranjero. Además, había
grupos que consideraban a las inversiones extranjeras antieconómicas
debido al egreso de divisas en regalías, intereses y dividendos.

Para poder captar inversiones extranjeras, el Estado sancionó la Ley N.°


147801. También se especulaba con que la mejor relación diplomática entre
Estados Unidos y la Unión Soviética permitiría liberar recursos antes
dedicados a la producción de armamentos. El desarrollismo veía un futuro
de paz y su estrategia se basaba en este supuesto.

1Ley 14780. (1958). Promoción Industrial. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado
de https://goo.gl/XUedVc

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Gerchunoff y Llach indican que, en 1961, Estados Unidos, a través de la
Alianza para el Progreso, un sistema de ayuda técnica y financiera a los
países de América Latina, ampliaba el clima favorable para el desarrollismo,
al igual que los organismos internacionales, como el Banco Internacional de
Reconstrucción y Fomento, que luego fue el Banco Mundial (2018, pp. 295-
296).

En la época en que Frondizi asumía la presidencia, Brasil ya estaba


recibiendo los primeros frutos de su economía desarrollista. A las áreas de
energía, transporte e industrias, Brasil destinaba el 93,6 % de las inversiones
previstas en su Plan de Metas. El financiamiento era mixto, con predominio
estatal en los sectores de transporte y energético, y con mayor peso privado
en la siderurgia, industria automotriz, cemento y mecánica. El crecimiento
del PBI (producto bruto interno) de ese país fue del 8,2 %, más de lo que se
esperaba. Excepto en la extracción de petróleo y carbón, se cumplieron
aceptablemente los objetivos de producción; sin embargo, el aumento de la
inversión pública se financió básicamente con emisión monetaria, lo cual
provocó una inflación del 22 % anual entre 1957 y 1961. En el conflicto entre
desarrollo y estabilidad, Brasil optó por el primero, pero en Argentina se
resolvió de modo diferente.

El bajo nivel de reservas internacionales en el Banco Central de la República


Argentina (BCRA), con perspectivas de un nuevo déficit comercial para ese
año, era uno de los problemas más urgentes que debía encarar el Estado,
pero no era posible hacerlo en esos momentos con la receta tradicional de
reducir el gasto interno, debido a los compromisos asumidos antes de las
elecciones con el justicialismo.

Probablemente en cumplimiento de los acuerdos con Perón,


se revocaron los decretos anti-CGT que había dictado el
Gobierno militar y se sancionó una ley que reconocía
solamente al mayor gremio de cada rama de actividad, lo que
favorecía al sindicato peronista. Además… se decretó un
aumento del 60% de los salarios básicos de convenio, los
cuales estaban congelados desde febrero de 1956. Esta
decisión fue acompañada de una importante expansión
monetaria, que el presidente justificó: “Para que estos
aumentos salariales no dañen la actividad de las empresas, o
limiten su producción, el Estado, usando su autoridad sobre
el crédito, asistirá a quienes lo necesiten”. (Gerchunoff y
Llach, 2018, p. 297).

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El incremento de los salarios y la inversión pública provocaron un déficit que
rozó el 9 % del PBI y fue financiado, en su mayoría, a través de la emisión
monetaria, lo que derivó en inflación.

Una de las primeras medidas del Estado fue la intensificación de los


controles sobre las importaciones. Aun así, la balanza comercial y de pago
fue deficitaria en 1958 y continuó el drenaje de reservas del BCRA. Hacia
fines de 1958, la inflación ya había erosionado el aumento de salarios de
mediados de año, el Estado estaba preparando un serio intento de
estabilización y ya había dado un primer paso en el terreno de la política
petrolera.

El plan de estabilización y el Fondo Monetario


Internacional (FMI)

Fue anunciado el 29 de diciembre de 1958 y consistía en un plan integral de


estabilización. Al realizar el diagnóstico de la situación, se insistía en que el
principal problema era el gran nivel de gasto público que superaba la
producción nacional; esto había llevado a que la economía tuviera déficit
comercial y un bajo nivel de inversión. El país estaba al borde de una
cesación de pagos. A su vez, la administración pública gastaba el doble de lo
que percibía en concepto de tributos y otras contribuciones.

La pobre renovación de capital, por su parte, había generado


un crecimiento de la capacidad productiva del país que no
acompañó al de la población y su nivel social, en tanto se
mantenían los niveles de consumo que excedían la real
capacidad de producción del país.
Pero, si la mala salud de la economía se debía a que el país
estaba gastando por encima de las posibilidades, el
restablecimiento requería una dolorosa contención del
consumo público y privado. Se advertía, entonces, que el
nivel de vida de los argentinos debía descender porque no se
puede consumir más de lo que se produce. (Gerchunoff y
Llach, 2018, pp. 302-303).

Las principales medidas que conformaban el plan fueron:

 Política cambiaria: se estableció un mercado único de cambios y su valor


se definía a través del libre juego de oferta y demanda. Esto llevó a una
maxidevaluación, pero aceleró el proceso inflacionario.

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 Política arancelaria: se eliminaron los controles al comercio exterior,
aboliéndose los controles cuantitativos y los sistemas de permisos a las
importaciones.

 Regulaciones: se eliminaron los controles de precios y se restablecieron


los convenios salariales.

 Política fiscal: se pretendía la reducción del déficit fiscal mediante la


limitación de los gastos y el aumento de las tarifas de los servicios
públicos y combustibles.

 Política monetaria: se incrementaron los encajes y el BCRA se


comprometió a no financiar las operaciones de los bancos hipotecario e
industrial.

El programa contó con un importante apoyo externo, lo cual era necesario


para que el Estado contara con los recursos necesarios para financiar el
déficit y poder contener cualquier incremento innecesario en el tipo de
cambio. Entre los prestamistas se encontraban el FMI, el Tesoro de los
Estados Unidos y el Eximbank, además de instituciones privadas. Pero los
préstamos tenían también otro objetivo: garantizar que el esfuerzo de
estabilización y contención de gastos no condujera a comprometer los
objetivos del plan de desarrollo. En el anuncio final, se proyectó una
reducción del empleo estatal que comenzaría por el congelamiento de
nuevas vacantes. Entretanto, se suspenderían algunas obras públicas y
limitaría el aumento salarial del personal del Estado.

Según señalan Gerchunoff y Llach (2018), los sindicatos no podían aceptar


que un Gobierno que había accedido al poder con sus votos les impusiera un
programa diseñado, según su óptica, por el Fondo Monetario Internacional.
Este caldeado ambiente de 1958 se agravó al año siguiente, durante el cual
se acrecentaron los conflictos laborales, especialmente del sector público.
La resistencia laboral se comprende por el comportamiento del salario real
debido a la combinación de devaluación y contención de sueldos (2018, pp.
305-306).

Resultados de las medidas implementadas

La performance macroeconómica durante la primera mitad de 1959 fue


decepcionante: el dólar, que cotizaba a m$n 65, pasó a rozar los m$n 100 al
finalizar el año. Esta devaluación y los recargos a la importación hicieron que
la industria se enfrentase a costos cada vez mayores.

Las importaciones cayeron abruptamente y el PBI fue de un 6,5 % menor que


el año anterior. El deterioro del salario real debilitó el consumo y las

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exportaciones apenas aumentaban. La inflación minorista triplicó su
anterior récord histórico con un registro del 129,5 %.

Se mantuvo una expansión monetaria como consecuencia de obligaciones


ya contraídas y una prolongada huelga bancaria impidió la implementación
del aumento de los encajes, lo que habría restringido el incremento de la
cantidad de dinero. Además, el público intentó guardar en dinero una menor
proporción de su riqueza para cubrirse de la depreciación, lo cual generó
mayor inflación.

Varios mecanismos se interconectaban para acrecentar las dificultades para


el equilibrio fiscal. Por un lado, el desolado cuadro macroeconómico que
contribuía a aumentar el déficit: la caída en el nivel de actividad reducía la
recaudación impositiva y la inflación deterioraba el valor de los impuestos y
las tarifas públicas. No se hacía demasiado para reducir el empleo público, a
pesar de ser redundante en algunas áreas.

La situación del Estado a mediados de 1959 era desesperante y se


rumoreaba un golpe de Estado que llegó en marzo de 1962 con el
derrocamiento de Frondizi, el cual fue llevado detenido a la isla Martín
García.

Referencias
Gerchunoff, P. y Llach, L. (2018). El impulso desarrollista. En Autores, El ciclo
de la ilusión y el desencanto. Un siglo de políticas económicas argentinas (pp.
283-333). Buenos Aires, AR: Paidós.

Ley 14780. (1958). Promoción Industrial. Honorable Congreso de la Nación


Argentina. Recuperado de
http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/verNorma.do;jsessionid=48B
FB6A362D077BA5E5DA737209F27D6?id=298035

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