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Fue imponiéndose así la idea de organizar la vida económica por medio de un plan
orientado hacia una rápida industrialización, asumiendo las posiciones de la derrotada
Oposición de Izquierda.
El proceso lanzado por Stalin consistió en la brutal puesta en ejecución de una decisión
adoptada desde las más altas esferas del poder, justificada por una supuesta voluntad
de los campesinos pobres de ocupar la tierra de los propietarios “ricos”. Para impulsar
este proceso de “liquidación de los kulaki como clase” y de colectivización masiva
fueron reclutados miembros de la vanguardia del partido, activistas con experiencia
durante la revolución y l guerra Civil. El objetivo de esta operación fue representar los
intereses del gobierno en un ámbito en el que los funcionarios rurales eran percibidos
como incompetentes o políticamente sospechosos. Los militantes enviados fueron
simultáneamente la avanzada de una “revolución desde arriba” y la última expresión
del fervor revolucionario de la vanguardia obrera que tomó el poder en 1917. Su tarea
principal consistió en administrar las primeras granjas colectivas utilizando su
experiencia como trabajadores fabriles, respondiendo a las instrucciones recibidas
desde el gobierno.
Con mucho cinismo argumentaba que el éxito de la colectivización residía en que era
un proceso voluntario, y en adelante se autorizaba a que los campesinos abandonaran
las granjas colectivas si así lo deseaban. Sin embargo, se trataba solamente de un
respiro destinado a asegurar que se recogiera la cosecha. En los dos años siguientes, se
concretó lo que Conquest ha denominado “el fin del campesinado libre”; la presión
sobre quienes todavía no se habían incorporado a las granjas se tornó insoportable.
Esta política soviética se enfrentó con una vigorosa oposición en varias regiones, con la
participación de más de 2 millones de campesinos; la mayor parte de ellos sostenía
que estaba sufriendo una situación de servidumbre comparable a la que habían
experimentado sus antecesores. Entre 1929 y 1930 el gobierno informó de la
existencia de más de 22.000 actos terroristas. Se trataba, de acuerdo a las
investigaciones actuales, de la continuidad de la resistencia que se había manifestado a
principios de la década de 1920.
Los años de vigencia del Tercer Plan Quinquenal (1938 – 1942), interrumpido por la
invasión alemana, estuvieron caracterizados en el terreno económico por dos
circunstancias extraeconómicas: las “purgas” realizadas proe l régimen en los años
1937 – 38, que incluyeron el arresto masivo de economistas, administradores de
empresas y operarios calificados afectando el desarrollo de la producción, y el
incremento de los gastos de guerra a causa de la creciente tensión internacional
ocasionada por la amenaza nazi. Las consecuencias fueron variadas: un freno en el
crecimiento económico ocasionado por la desorganización del sistema de planificación
frente a las necesidades de desplazar la producción industrial hacia los armamentos;
un reforzamiento de los lazos de sujeción de los trabajadores por medio de una
legislación laboral extremadamente dura; una declinación general en los niveles de
vida, y asimismo la continuidad de una política agraria subordinada a los intereses de
la industria y de los consumidores urbanos de alimentos.
Sin embargo, es fundamental precisar las bases sobre las que se asentó ese éxito de la
planificación “despótica” implementada por Stalin para percibir con claridad las
limitaciones que con tanta fuerza se manifestaron más tarde. Ellas fueron:
El “Gran Terror”
Las interpretaciones de los historiadores del Gran Terror pueden dividirse en dos
grandes corrientes: 1) “intencionalista”/”totalitaria”, que atribuye toda la
responsabilidad a Stalin y su ambición de poder; el objetivo del terror masivo fue
entonces el de generar obediencia en los sobrevivientes y consolidar la posición del
líder en el marco de una dictadura totalitaria. 2) “revisionista”, las purgas fueron una
forma extrema, despiadada, de lucha política; la importancia de Stalin en todo el
proceso es reducida al sostener que fueron los temores obsesivos de todos los líderes
los que generaron el terror. En esa línea, se pone el acento en el hecho de que la
mentalidad revolucionaria se construye a partir de la sospecha de que enemigos
externos e internos están continuamente conspirando, y en este clima particular se
está dispuesto a aceptar la idea de que es preferible matar a diez inocentes antes que
dejar libre a un culpable.
Consenso:
Todos los especialistas coinciden en sostener que la etapa más dura del Gran Terror se
inició a mediados de 1936, cuando Stalin ordenó a la policía soviética al puesta en
marcha de un nuevo juicio político contra el “bloque contrarrevolucionario trotskista-
zinovievista”, un vasto complot supuestamente liderado por Trotsky, que incluía a
estudiantes, dirigentes y viejos bolcheviques (figura destacada Nicolái Yezhov).
Otro objetivo de Stalin fueron las fuerzas armadas: a partir de junio de 1937
numerosos oficiales fueron encarcelados, torturados y ejecutados. La existencia o no
de un complot militar ha sido objeto de largo debate y no hay evidencia definitiva; lo
concreto es que con estas operaciones el dictador previno cualquier posibilidad de
desestabilización por parte de los hombres de armas.
El clímax del Gran Terror se alcanzó a principios de 1938 con el llamado “juicio a los
21”, que incluía a Bujarin, Rykov y un grupo de los que había constituido a fines de la
década de 1920 la oposición de derecha. Para que el primero confesara todos los
crímenes que se le achacaban –desde participar de un complot para matar a Lenin y
Stalin en los primeros tiempos de la revolución hasta asesinar a Kirov- se amenazó a su
mujer y a su hijo. Finalmente, 19 de los 21 acusados fueron ajusticiados, incluyendo a
quien, como Bujarin, había sido unos de los más respetados dirigentes de la
revolución.
En el XVIII Congreso del partido celebrado en marzo de 1939, Stalin anunció el fin de
las purgas, incluso pudo hablar allí de los excesos cometidos por Yezhnov,
reemplazado en diciembre de 1938 por Lavrenti Beria. A pesar de que se conservaban
las formas políticas, el partido era muy diferente respecto del XVII Congreso de 1934:
98 de los 139 dirigentes elegidos en el Congreso de ese año habían sido eliminados; el
60% de los integrantes del partido ya no pertenecían a él, y sólo el 19% había
ingresado al partido antes de 1921. Era el triunfo completo de la nueva generación
creada por Stalin y la desaparición física de la vieja guardia bolchevique.
El Gulag
El objetivo de la creación del Gulag fue la utilización de los prisioneros como mano de
obra sometida a regímenes de trabajo forzado a los efectos de desarrollar grandes
obras y explotación de recursos en zonas retomas de la URSS. La economía basada en
la utilización de mano de obra convicta alcanzó gran impulso a partir de la
construcción del canal que unía el Mar Báltico con el Blanco.
La Constitución de 1936
La nueva constitución establecía que habían dejado de existir, reemplazadas por dos
clases fraternalmente vinculadas, la clase obrera y el campesinado, en coexistencia
armoniosa con la intelligentsia, que constituía un estrato antes que una clase, dado
que carecía de propiedades.
La nueva realidad social dio lugar a lo que algún especialista ha denominado “Big
Deal”, un tácito acuerdo establecido entre el régimen y las nuevas clases medias
emergentes, que implicaba una postergación de los ideales igualitarios del socialismo
en beneficio de los valores materialistas que eran portados por quienes estaban
adquiriendo nuevas posiciones en la estructura social.
Los estudios de historia social realizados en las últimas décadas modificaron la visión
ampliamente difundida de la época stalinista como una sociedad estática, controlada
de forma totalitaria.
Una de las constantes de la vida cotidiana durante el periodo dominado por la figura
de Stalin fue la escasez generalizada. El rápido crecimiento de la población urbana
superó la oferta de alimentos y además generó enormes desajustes en el proceso de
distribución. Esta realidad dio lugar al desarrollo de una economía “sumergida”, que en
cierto modo era una continuación del comercio privado que se desarrolló durante la
NEP. La “segunda economía” abarcaba desde operaciones a gran escala que incluían el
desvío de gran cantidad de bienes a partir de la implicación de responsables de las
unidades de producción, hasta el accionar de individuos que compraban y vendían
distintos productos para obtener un pequeño beneficio.
Otro de los recursos con los que los ciudadanos soviéticos intentaban cubrir carencias
era el uso del sistema conocido en ruso como blat, una red informal de personas que,
a favor de su influencia en determinados ámbitos, intercambiaban favores, lo que
permitía acceder a bienes y servicios –desde alimentos, vestimenta, certificados
médicos, plazas en un hospital- que en condiciones normales hubieran sido casi
inalcanzables.
La vida cotidiana estuvo atravesada por la presencia del Estado, que intentaba
controlar la mayor parte de las actividades de los ciudadanos.
En las artes plásticas y en la música, la actitud del gobierno fue similar. En pintura y
escultura el arte abstracto fue rechazado, y la tarea encomendada a los artistas
consistía en pintar trabajadores mientras realizaban su tarea con esfuerzo y
contribuían así a la consolidación del comunismo, o escenas de la revolución o la
Guerra Civil, de estilo fotográfico.
Fue significativa la evolución del cinematógrafo. Stalin, al igual que Lenin y Trotsky,
consideraba que era probablemente el medio de comunicación más importante, y el
advenimiento del cine sonoro incrementó sus posibilidades. En 1928 el partido exigió a
los cineastas la elaboración de películas que fueran entendidas por las masas,
entretenidas, instructivas y que sirvieran como vehículos de transmisión de los valores
socialistas. Se cerraba así el camino a los filmes de tono político pero experimentales
que se habían rodado en la década del veinte. Además, era objetivo del régimen
incrementar el número de salas de proyección, llegando hasta los más remotos
rincones de la URSS.
En nombre de una “ciencia proletaria” que contó con el apoyo de Stalin y del partido,
se convocó en 1948 a un cónclave científico en Leningrado a los efectos de discutir las
bases de la biología. Allí se delimitaron con claridad dos campos: el de la ciencia
“burguesa”, basada en leyes inmutables que orientan al hombre hacia la resignación, y
el de la ciencia “socialista”, creativa y opuesta a la “falsa” objetividad, que ayudaría a
marcar el camino hacia la liberación de la humanidad. Poco después de la reunión, el
Comité Central declaró ex catedra que Lysenko tenía razón. Su influencia en la ciencia
soviética se extendió hasta que cayó en desgracia en 1965, y sus investigaciones
causaron un enorme daño al desarrollo de la ciencia soviética.
El stalinismo en la histografía
1) LA TESIS DE LA “CONTINUIDAD”
El Gran Terror que estaba empezando a desplegarse en esos momentos era entonces
la culminación de la lucha de la burocracia contra los restos de la dirigencia que
protagonizó la Revolución de Octubre. La figura de Stalin aparece como la
personificación de la burocracia, y el régimen político es denominado “bonapartismo”,
por analogía con el régimen burgués de carácter excepcional que se instala en
momentos de crisis originado por la lucha entre dos adversarios. En su análisis, el
stalinismo es una variante que surge sobre las bases del Estado obrero desgarrado por
el antagonismo entre la burguesía soviética organizada y armada y las masas
laboriosas desarmadas.
Robert Tucker: el stalinismo fue una “revolución desde arriba”, y a pesar de sus
elementos conservadores y reaccionarios, forma parte del proceso revolucionario
ruso.
Esta cuestión se vio también complicada por la necesidad percibida por el partido
hacia 1927 de fomentar la industrialización a cualquier costo. Esta orientación fue
juzgada necesaria por 3 razones:
El Gran Terror, con todos sus horrendos excesos, estaba destinado a transformar un
país atrasado en una potencia industrial, mientras que la violencia nazi no puso en
discusión el poder de las clases tradicionales en Alemania; el Terror se ejercía hacia el
exterior de la sociedad alemana, hacia los “diferentes” –judíos, gitanos, etc.-, o en
perjuicio de los pueblos que iban conquistando.
Hacia fines de la década de 1920 Stalin había sido capaz de consolidarse como líder del
partido.
La derrota sucesiva de los grupos opositores, más la doctrina de “la unidad del
partido”, alteró los métodos de funcionamiento del sistema. Procediendo así se
convirtió a toda oposición en ilegal, y se otorgó al líder un arma importante para
derrotar a quienes podían cuestionar su poder, aplicando métodos que no eran nuevos
pero que nunca habían sido utilizados de manera tan sistemática. Sin embargo, el
sistema tal como existió a partir de mediados de la década de 1930 no habría surgido
de la situación emergente diez años antes si no hubiera sido por las decisiones
adoptadas por los principales actores políticos.
Saborido. “La gran guerra patriótica” (1941-1945)
Esto fue así, en principio, por el hecho de que fue planteada como una “guerra de
exterminio”: para los nazis se trataba de ganar “espacio vital”, por lo que la población
de la Unión Soviética debía disminuir drásticamente. Pero contribuyó también a la
matanza el carácter de los líderes de uno y otro bando: Hitler y Stalin tenían en común
una total indiferencia por la vida de quienes estaban sometidos a su mando.
Por otra parte, es preciso destacar que ya en estos momentos en la Unión Soviética se
dieron los primeros pasos para apelar a la unidad nacional como sistema fundamental
en la lucha contra el invasor; este proceso no se completó hasta fines de 1942 pero ya
en su primer discurso a la nación, el 3 de julio de ese año, Stalin hizo referencia a que
se trataba de una “guerra patriótica”, una guerra en defensa de la supervivencia
nacional amenazada.
2) El año 1942 tuvo alternativas cambiantes. Las tropas alemanas lograron éxitos de
significación durante los primeros meses del año a pesar de los esfuerzos soviéticos,
pero luego la situación se modificó radicalmente, culminado en la decisiva batalla de
Stalingrado.
Entre agosto y diciembre de 1943 fue liberada la mayor parte de Rusia central y de
Ucrania; en el norte se sentaron las bases para levantar el sitio de Leningrado. Hacia fin
de año los nazis habían sido expulsados de casi el 70% del territorio que ocuparon a
partir de junio de 1941.
El 12 de abril murió Roosevelt y su sucesor Harry Truman decidió que el gran sector
militar norteamericano, la bomba atómica, se utilizara para forzar la rendición
japonesa. El 6 de agosto, dos días antes de que expirara el plazo para que la URSS
declarara la guerra, se produjo el bombardeo de Hiroshima, y tres días más tarde el de
Nagasaki. Los japoneses se rindieron el 14 pero cinco días antes Stalin le declaró la
guerra e invadió Manchuria.
El problema de la Unión Soviética era que a diferencia de lo que ocurría con las
economías capitalistas, en las que había una elevada tasa de desocupación, se
caracterizaba por el pleno empleo por lo que al establecerse las prioridades
militares éstas sólo pudieron cumplirse reduciendo la ocupación en las actividades
vinculadas con el abastecimiento de la sociedad civil.
Habría que completar esta síntesis haciendo referencia al trabajo forzado realizado
en el Gulag. La población de los campos decayó sensiblemente en los años de
guerra.
No caben dudas de que la sociedad soviética era la que estaba mejor preparada de
todas las que participaron en la Segunda Guerra Mundial para enfrentar las
calamidades que ésta ocasionó. La mayor parte de la población había vivido las
privaciones de la revolución, La Guerra Civil posterior y los avatares de la
industrialización. Sin embargo, lo ocurrido fue aún mucho más duro: el hambre, el
frío y las enfermedades fueron desafíos casi tan graves como la invasión alemana.
Consecuencias:
Stalin y la guerra
Existen cuatro causas posibles que explican el ascenso del nazismo al poder en alemán
en 1933.
Fue la voluntad de Hitler la que empujó al partido hacia la acción violenta durante la
crisis política de la República en 1923, cuando Francia ocupó el Ruhr y la rebelión
comunista parecía planear sobre Sajonia y Turingia. Su intento de tomar el poder en
Baviera y utilizarlo como trampolín para organizar un golpe nacionalista contra el
gobierno de Berlín fue un fracaso. La policía y el ejército se negaron a apoyar
el putsch y la marcha de Hitler fue dispersada.
Hitler aprendió dos lecciones. En primer lugar, abandonó la idea de un golpe de Estado
directo y violento por considerarlo peligroso y poco práctico. Insistiría en llegar al
poder por medios constitucionales o al menos en aparentar que así era. En segundo
lugar, insistió a partir de 1926 en lo que después se denominó “principio de caudillaje”.
De 1926 a 1928, el partido nazi se dedicó preferentemente a unir los diversos grupos
dispersos de nacionalistas de extrema derecha bajo la jefatura de Hitler y a establecer
una estructura organizativa con secciones especiales para numerosos sectores de la
población que resultaron cruciales a la hora de contribuir a su expansión.
En las elecciones para el Reichstag celebradas en 1930, los nazis consiguieron 6,5
millones de votos y 107 escaños, con lo que se convirtieron en el segundo partido del
país. En julio de 1932, los nazis eran con diferencia el partido político mayor y más
aceptado de Alemania, con el 37% de los votos, 230 escaños en el Reichstag y más de
trece millones de votantes. Esta fuerza electoral constituyó la base fundamental de su
llegada al poder en 1933. Hitler fue fundamental para el triunfo de los nazis por dos
motivos. En primer lugar, su historia y su imagen política ocuparon el lugar más
destacado de la amplia y compleja actividad propagandística que el partido desplegó
en estos años. En segundo lugar, fue Hitler quien insistió en negarse a entrar en un
gobierno de coalición si no era para dirigirlo, por lo que se prolongaron durante varios
meses las negociaciones con otros políticos para formar un gabinete con participación
de los nazis. El 30 de enero de 1933 Hitler fue nombrado canciller de un gobierno en el
que los nacionalistas conservadores disponían de la mayor parte de las carteras
ministeriales.
Hitler utilizó su cargo para desplazar a sus oponentes, consiguió poderes dictatoriales
mediante el decreto presidencial de emergencia la mañana siguiente al incendio del
Reichstag, y selló la implantación de la dictadura con la aprobación de la Ley de Plenos
Poderes por el órgano legislativo, del que habían sido excluidos los comunistas. Todos
los partidos y organizaciones políticas habían sido disueltos, a excepción de los nazis, y
había culminado la creación de un Estado de partido único.
Evans piensa que el triunfo del movimiento nazi fue algo más que un simple fruto del
genio de Hitler. El carisma no puede ejercerse sin una audiencia dispuesta a dejarse
atraer por él. Consiguió apoyo porque parecía la fuerza que contaba con más
probabilidades de terminar con las instituciones políticas de la primera democracia de
Alemania.
Evans piensa que la existencia de cinco partidos importantes reflejaba el hecho de que
la sociedad alemana estaba cuarteada por múltiples fisuras sociales, religiosas,
regionales e ideológicas. Ni fue una consecuencia de la constitución de Weimar ni el
sistema electoral mayoritario habría impedido el ascenso de los nazis.
Los nazis consiguieron credibilidad y respetabilidad gracias a su participación en la
campaña emprendida por la derecha en 1919 en favor del rechazo plebiscitario del
Plan Young, acuerdo internacional negociado para programar los pagos de Alemania
en concepto de reparaciones por los perjuicios causados a los aliados por le I Guerra
Mundial.
3. La crisis de 1929
Al terminar 1932 el 35% de la población activa se encontraba sin empleo. Las quiebras
se multiplicaron y la actividad empresarial se creyó al borde de la ruina. La crisis se
intensificó en el curso de 1932 y constituyó la base del triunfo del nazismo por dos
motivos: en primer lugar, impulsó a la gran empresa a buscar con creciente urgencia
una solución autoritaria para el impasse político de la República, desmantelando el
Estado de bienestar, frenando o suprimiendo los sindicatos, proscribiendo a
comunistas y socialdemócratas y creando una fuerza de trabajo dócil y barata que
permitiese a la industria iniciar el proceso de recuperación.
En segundo lugar, fue sin duda la depresión de 1919-1933 la que sirvió de base al
desplazamiento masivo de las preferencias de los votantes hacia los nazis en esos
años. Lo que los nazis ofrecían era una alternativa que se proponía acabar
principalmente con los partidos “marxistas”, especialmente con los socialdemócratas,
con quienes en gran medida se identificaba la República de Weimar.
Conclusiones
El nazismo surgió como fuerza dominante de la extrema derecha en la segunda mitad
de la década de 1920 porque estaba bien organizado, porque era dinámico y porque
tenía un líder carismático que supo expresar como nadie los temores y ansiedades de
artesanos urbanos, tenderos, campesinos y otros sectores de la pequeña burguesía
protestante. Se convirtió en movimiento de masas porque estas cualidades eran
precisamente las que atraían a millones de personas cuyas vidas se habían visto
convulsionadas por la depresión, personas que por sus calores y convicciones, a
diferencia de la comunidad católica o de la clase obrera organizada, eran receptivas a
la retórica demagógica del nacionalismo extremo.
La idea de totalitarismo ha conocido, a lo largo del siglo XX, un curso sinuoso en el cual
se han alternado épocas distintas.
El comunismo ya no es visto como un prisma con muchas caras sino solamente como
el producto criminal de una ideología mortífera. En resumen, el comunismo es
reducido al stalinismo que aparece como su “verdadero” rostro.
Las principales teorías del totalitarismo subrayan una serie de analogías incontestables
entre nazismo, fascismo y comunismo entendidos como sistemas de poder:
1) su duración: por un lado, un régimen, el nazi, que ha tenido una existencia de sólo
doce años, de 1933 a 1945, conociendo una radicalización acumulativa hasta su caída
casi apocalíptica durante una guerra que él había buscado y provocado, y por el otro,
la Unión Soviética, un régimen que ha durado más de setenta años, que nació de una
revolución y que se perpetuó, después de la muerte de Stalin, durante una larga etapa
postotalitaria. Un régimen, pudiéramos agregar, que se acabó no por causa de un
fracaso durante una guerra contra un enemigo exterior, sino por causa de una crisis
interna, provocada por sus propias contradicciones.
2) Luego su ideología: de una parte, una visión del mundo racista, fundada sobre una
síntesis híbrida de contra-ilustración y de culto a la técnica moderna, de mitología
alemana y de nacionalismo biologizado; de otra, una versión escolástica, dogmática y
“clerical” del marxismo, proclamado y reivindicado como heredero de la “Ilustración”.
3) Y, además, su formación: por una parte, un régimen que se construye, a partir de
1933, después de una alternancia política ciertamente no fácil, pero legal y, por otra,
un régimen que nace en 1917 de una revolución política.
Reymond Aron ha analizado de una manera muy clara la diferencia existente entre
comunismo y nazismo:
3) En la URSS, los deportados eran “usados”, “consumidos” por millones para cortar
bosques, extraer minerales, construir ferrocarriles y líneas eléctricas, en ciertas
ocasiones para crear verdaderos centros urbanos. Las víctimas del estalinismo eran la
con consecuencia de procedimientos “bárbaros” y coercitivos que habían sido
adoptados para modernizar e introducir la civilización industrial en un país retrasado.
En la Alemania nazi, por el contrario, los métodos más avanzados de la ciencia, de la
técnica y de la industria eran usados para destruir vidas humanas.
Sería absurdo e indecente, desde un punto de vista ético, establecer una distinción
entre sus víctimas. Dicho eso, es necesario subrayar que la lógica de esos sistemas era
profundamente diferente. Desde un punto de vista epistemológico, esta diferencia no
es marginal. Y es precisamente esta diferencia la que el concepto de totalitarismo
ignora y oculta, limitándose a tomar en consideración las analogías superficiales entre
los dos sistemas.