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Hubaut - Orar Los Sacramentos PDF
Hubaut - Orar Los Sacramentos PDF
ORAR
LOS
SACRAMENTOS
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Los sacramentos 21
Jesús es el sacramento del amor
que toca al hombre hoy 23
Título del original francés Las siete puertas de acceso a la vida 25
Prier les sacrements Los sacramentos, sonrisas de Dios 27
© 1991 by Desclée de Brouwer En las fuentes de la Vida 28
París
Traducción:
María Gómez Muñoz El sacramento del Bautismo 29
Diseño de cubierta: En la ribera del Jordán 31
Eduardo van den Eynde En las fuentes del Agua Viva 33
© 1996 by Editorial Sal Terrae Revélanos el misterio del agua 34
Polígono de Raos, Parcela 14-1 Bautizado y marcado por la Cruz gloriosa de Cristo . . 35
39600 Maliaño (Cantabria)
Fax: (942) 36 92 01
Bendito seas, Señor, por el regalo del agua 36
Tú has escogido a nuestra hermana agua 38
Con las debidas licencias Un nuevo hijo entra en la Familia de Dios 40
Impreso en España. Printed in Spain Bautizado en la Pascua de Cristo 41
ISBN: 84-293-1193-9
Os habéis revestido de Cristo 43
Dep. Legal: BI - 1094 - 96
Consagrado por la unción del Espíritu 45
Fotocomposición: Oración de los padres por su hijo bautizado 46
Textos - Santander Oración por el hijo recién nacido 48
Impresión y encuademación: ¡Hijo de nuestro amor! 49
Grafo, S.A. - Bilbao Carta de los padres a su hijo bautizado 50
—5—
El sacramento de la Confirmación 53 El sacramento de la Reconciliación 111
Ven, Espíritu Santo 55 Yo soy tu hijo pródigo 113
El Espíritu que nos confirma en la fe 57 Como las entrañas de una madre 115
Ven, Hermano Viento, aliento de Dios 59 He venido a llamar a los pecadores 117
Fuerza de amor y de humildad 61 Reconcilíame conmigo mismo 119
Como árbol plantado junto al Agua Viva 63 Haz de mí un hombre de la reconciliación 121
El Espíritu que zarandea la historia 65 Tus pecados quedan perdonados 123
Déjate transfigurar por Aquel a quien contemplas . . . 67 Tú que reconcilias los contrarios 125
¡Dame de beber! 68 Oración para no confundir remordimiento
Dame la sabiduría de tu Espíritu 69 y arrepentimiento 126
¡Espíritu de Alegría! 70 Oración al pequeño Zaqueo 128
Al soplo del Espíritu Creador 72
—6— —7
Introducción general
sobre los sacramentos
Cuando Dios decide
«dar signos» a los hombres
Por muy admirables que hayan sido, a lo largo de la histo-
ria de las religiones, los múltiples intentos de resolver el
enigma del universo y llegar a Dios, siempre han topado
con las limitaciones del ser humano. Sólo Dios podía col-
mar el abismo infranqueable que separa al Ser infinito de
la finitud del hombre. No somos nosotros quienes hemos
inventado los «sacramentos», sino que ha sido el propio
Dios el que ha decidido entrar en diálogo con sus criatu-
ras, comunicarse con los seres humanos, «darnos signos».
La historia entera, y en particular la del pueblo bíblico, es
la del multisecular aprendizaje de ese diálogo entre Dios y
su creación.
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propio Hijo para que podamos ver, oír y tocar al Verbo de Celebrar los sacramentos cristianos significa acoger
la Vida y, de este modo, entrar en comunión con él. en el seno del Pueblo de Dios, en las distintas etapas de
nuestra existencia, la Vida de Jesús vivo, que nos habla,
Jesús reveló, desveló, el misterio y la salvación de nos cura, nos perdona, nos reúne, nos alimenta, nos envía
Dios por medio de «signos» (palabras y gestos) que dejó y nos salva amándonos... hoy.
en herencia a sus apóstoles. Y, una vez resucitado, siguió
manifestándose a ellos mediante «signos» que abrieran sus
ojos a su nueva presencia.
Acciones de Cristo y de la Iglesia
Después de la manifestación del Cristo pascual, ver-
dadera Fuente de Vida, todos nuestros sacramentos serán
la continuación lógica del misterio de la encarnación. «Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo a
Ellos son los nuevos «signos» que significan y actualizan vosotros». A partir de ese momento, todos nuestros sacra-
su nueva Presencia entre nosotros, y a través de ellos reci- mentos son a la vez gestos de Cristo resucitado y de la
ben la Vida quienes los acogen. Iglesia animada por su Espíritu. Como nos lo sugiere el
evangelio de Juan, los sacramentos de la fe cristiana bro-
Si nuestro «credo» no menciona los sacramentos, a tan todos ellos de la Pascua de Cristo, no de ningún decre-
pesar de que éstos forman parte integrante de la vida cris- to que él haya promulgado. Desde el amanecer del día de
tiana desde sus orígenes, es porque están ya incluidos en Pascua, él fue confiando a sus Apóstoles su «autoridad»,
nuestra fe en la encarnación de Jesucristo. El Credo pre- su «poder» espiritual para dar la Vida eterna, para hacer
paraba a los catecúmenos para los sacramentos de la «nacer» al hombre de los tiempos nuevos.
iniciación cristiana —bautismo, confirmación y eucaris-
tía—, que no se consideraban como nociones que hubiera De este modo, confiaba a su Iglesia, investida de esa
que aprender, sino como acontecimientos que se descubrí- energía creadora, la tarea de inventar los medios para
an a medida que eran vividos. transmitir su Vida a los hombres de todos los tiempos y de
todas las culturas. La Iglesia no reproduce unos ritos exte-
Sería, pues, un tanto incoherente contraponer a Cristo riores instituidos por un fundador lejano en el tiempo, sino
y su Evangelio con los sacramentos de la Iglesia. El recha- que es el mismo Cristo, Fuente única y permanente, el que,
zo de los sacramentos suele ir unido al hecho de no haber viviendo en ella hoy, hace de su Iglesia «el sacramento»
comprendido debidamente la realidad central del cristia- privilegiado de su Vida.
nismo: el misterio de la encarnación. Afirmar que los sacramentos son acciones de Cristo
Los sacramentos siguen siendo conocidos como «sig- no significa que éste nos los haya entregado todos tal cual,
nos eficaces de la salvación». Pero ¿de qué eficacia se sino que la Iglesia los ha celebrado siempre en su Nombre,
trata, supuesto que no son ningún tipo de acciones mági- en su Espíritu, en referencia a sus palabras y a sus gestos
cas, fenómenos milagrosos ni artificios técnicos? La efica- de vida.
cia de los sacramentos no depende ante todo del buen fun- Para comprender la eficacia de los sacramentos cris-
cionamiento de sus rituales ni de los méritos del hombre, tianos hay que tener muy presente que en Dios no hay des-
sino del propio Cristo, sacramento vivo del encuentro con fase alguno entre lo que es y lo que hace, entre su Ser y su
Dios. Obrar. «Dios dice, y las cosas existen». En esta misma
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línea, Cristo manifiesta a lo largo de toda su vida que sus mología significa «acción del pueblo») adquiere una
palabras son actos que siempre hacen realidad lo que mayor conciencia y manifiesta que pertenece a ese Pueblo
dicen. «'Quiero, queda curado'; y en aquel instante quedó de Dios, signo social y visible de una Alianza en cuya
curado». Cristo está todo él en la palabra que pronuncia. Tradición viva participa.
Los sacramentos son «acciones» de Cristo vivo en el Los sacramentos, como la misma Iglesia-sacramento,
seno de su Iglesia. Acciones que son siempre, indisocia- son la prolongación de la misión de Jesús, que prosigue a
blemente, gestos y palabras. Gestos que «hablan» y pala- través de la historia. Son acciones simbólicas, celebracio-
bras que no son simples comentarios, sino que forman nes de la Alianza, que van «incorporando» a las genera-
parte integrante de la acción presente de Cristo en el sacra- ciones sucesivas al gran Cuerpo espiritual de Cristo vivo.
mento en cuestión. Cuando él dice: «Esto es mi cuerpo»,
no sólo anuncia simbólicamente su muerte, sino que se da
ya realmente, por anticipado, a sus hermanos. Y cuando el Todo sacramento enraiza en el pasado,
sacerdote repite las palabras de aquella última Cena, no ilumina el presente y orienta hacia el futuro
sólo repite palabras-recuerdo, sino que actualiza la acción
salvadora de Cristo, presente y actuante, hoy y aquí, entre El hombre necesita ritos para vivir. Desde que nacemos
sus hermanos. Cuando el sacerdote dice: «Yo te perdono», hasta que morimos, nuestra vida, privada y pública, está
es Cristo vivo quien confiere en ese momento la plenitud jalonada por una serie de ritos que heredamos de nuestra
de su perdón. cultura, de nuestra tradición familiar o del grupo al que
pertenecemos. Dichos ritos son «tiempos fuertes» que
Gestos y palabras constituyen, juntos, una acción sim- rompen la monotonía de lo cotidiano, le impiden caer en la
bólica, sacramental, que es misterio de relación, de reci- banalidad y le dan un sentido. Una comida festiva en fami-
procidad de una alianza, de intercambio de dos libertades: lia excede la simple necesidad elemental de alimentarse y
la del don de Dios y la del hombre que acoge ese don en se convierte en un rito de convivialidad humana.
la fe. También nuestra fe vivida cotidianamente necesita
Sin los sacramentos, la Iglesia, el pueblo de creyentes, ritos que, a la vez que resumen, imitan y evocan una reali-
no sería más que una asociación entre otras que reuniría de dad que se despliega en el tiempo, nos permitan ver con
vez en cuando a sus adherentes para evocar la memoria de una cierta perspectiva nuestra vida de todos los días.
su fundador. Sin los sacramentos, la Iglesia perdería su Los sacramentos forman parte de esos ritos, que no
identidad propia, recibida del Cristo pascual, y su energía han sido dejados totalmente a la espontaneidad de los cre-
interior, que recibe de su Espíritu. yentes ni se celebran en cualquier lugar, de cualquier
La historia bíblica de la salvación nos muestra que modo ni en cualquier momento. El lugar, el momento,
Dios no hace alianza jamás con individuos aislados, sino los símbolos que se utilizan...: todo ello tiene una
con hombres que forman parte de un Pueblo. La Iglesia es significación.
el Pueblo de la Alianza, la «LLamada» (ecclesia), la Todo sacramento permite al Pueblo de Dios hacer
«Convocada», la «Reunida» por Cristo, su Señor. Por eso memoria de su origen histórico, no con la nostalgia de una
los sacramentos nunca son actos «privados», sino comuni- «edad de oro» ya perimida, sino para dar sentido al pre-
tarios. El creyente que celebra un rito litúrgico (cuya eti- sente y orientarse, en la esperanza, hacia el futuro. Este
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«memorial» se apoya en unos acontecimientos fundantes: enfermos el óleo de la curación; ya desde el principio, la
los de la Nueva Alianza realizada por la Pascua de Cristo. imposición de manos consagra a los sucesores de los após-
Cristo vivo sigue llamándonos, reuniéndonos, alimen- toles, a los responsables de la comunidad y a los diáconos;
tándonos, reconciliándonos, enviándonos... Y en el rito ya desde el principio, los bautizados que se casan son invi-
sacramental, al ritmo del año litúrgico, la comunidad cris- tados a fundamentar su unión en Cristo y a amarse como
tiana acoge y actualiza las acciones sal víricas del Cristo Cristo ama a su Iglesia.
pascual. Sin embargo, habrá que esperar hasta el siglo xvi para
Los sacramentos orientan a los cristianos hacia su que el Concilio de Trento establezca la lista de los siete
futuro, porque no sólo prefiguran el porvenir de la huma- sacramentos que hoy reconocemos como tales. Este «sep-
nidad, sino que lo anticipan al comunicar a los creyentes el tenario» no es fruto de una decisión repentina y arbitraria,
poder liberador del Resucitado, más fuerte que todos los sino la conclusión de un largo proceso de maduración del
fatalismos de la historia y de la muerte. Los discípulos no Pueblo de Dios, que poco a poco, y ante la proliferación de
celebran un mito, sino el triunfo de la vida, la resurrección ritos y devociones diversos, va tomando conciencia de la
de Cristo, vivo en el presente y vencedor de un combate necesidad de precisar lo que es un sacramento y determi-
contra todo lo que aliena al hombre y al que también ellos nar algunos criterios de discernimiento para no poner en el
están asociados. mismo plano, por ejemplo, el uso del agua bendita y el
La celebración de los sacramentos fundamenta espe- bautismo, o la institución de los canónigos y la ordenación
ranza y dinamiza sus energías al servicio del Reino de sacerdotal.
Dios. Y la Iglesia da testimonio de la Presencia de Cristo Y aunque el número «siete» es simbólico, no por ello
tanto mediante el compromiso personal y colectivo de los es artificial, dado que responde a la estructura fundamen-
creyentes como mediante la celebración de los sacramen- tal de la existencia humana. Efectivamente, los sacramen-
tos, que forma parte integrante de su misión. tos se dirigen al hombre, llamado a nacer (bautismo), a
crecer (confirmación) y a alcanzar su plenitud (eucaristía).
Pero para llegar al término de ese crecimiento en la Vida
Las siete puertas de acceso a la Vida de Cristo del Resucitado, el hombre, frágil y pecador, tiene necesi-
dad de perdón (reconciliación) y de curación (unción de
Ha sido la Iglesia la que, al hilo de la historia, con su expe- los enfermos). Y, además, ese mismo hombre pertenece a
riencia humana y espiritual, ha ido progresivamente dis- una comunidad que debe regular sus relaciones humanas
cerniendo y fijando los siete sacramentos, las siete citas para asegurar su futuro (matrimonio) y organizarse para
privilegiadas de amor entre Cristo y los seres humanos, las garantizar su unidad (orden).
siete puertas de acceso a su Vida ofrecida a todos. Así, cuando se estudian un poco más de cerca, ense-
En los Evangelios, indudablemente, sólo el bautismo y guida se percibe que los sacramentos, efectivamente, cons-
la eucaristía son legados de manera explícita por el propio tituyen una unidad orgánica.
Jesús. Pero se puede afirmar que, de una u otra forma, Y aunque es evidente —lo repetimos— que Jesús no
todos los demás sacramentos forman parte integrante de la «instituyó» tal cual nuestros «siete sacramentos», ello no
vida de la Iglesia naciente desde sus orígenes. Ya desde el significa que sean una mera elaboración tardía de la Iglesia
principio, los pecadores pueden recibir el perdón, y los primitiva, porque —y en esto nunca insistiremos lo sufi-
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ciente— el Cristo pascual es la Fuente de la vida, el pri- Jesús vivo, ayer y hoy, sigue haciendo «signos», sigue
mero y único Sacramento, que fundamenta, anima y siendo un acontecimiento en nuestras vidas de creyentes.
fecunda a la Iglesia para hacer de ella, a su vez, un sacra- Todo sacramento es para cada uno de nosotros un encuen-
mento para el mundo. Podemos creer, por tanto, que todos tro personal con Cristo, porque es él quien sigue hoy bau-
los sacramentos que ella ha «instituido» en el pasado o que tizando, confirmando, perdonando y consagrando. Es él
pueda instituir en el futuro son también sacramentos de quien está presente y activo en sus «ministros y servido-
Cristo. res», los obispos, sacerdotes y diáconos «ordenados» por
No es ante todo a una decisión del Jesús histórico, sino el Espíritu para construir, reunir y guiar a su Iglesia. Los
al acontecimiento central de su Pascua, adonde hay que sacramentos son las acciones de la comunidad cristiana
referir los sacramentos. Si bien es cierto que el bautismo y unificada y diversificada por el Espíritu.
la eucaristía se refieren explícitamente al misterio pascual Todos cuantos «administran» los sacramentos actúan
de Cristo, no es menos cierto que todos los demás sacra- siempre «en el Nombre del Señor», al que no hacen más
mentos, por mucho que difieran en relación a sus orígenes que prestar su voz y sus manos para actualizar y visualizar
y a su evolución histórica, son también actualizaciones del su presencia. Como escribía admirablemente san Agustín:
mismo misterio pascual. «Si Pedro bautiza, es Cristo quien bautiza; si Pablo bauti-
za, es Cristo quien bautiza; si Judas bautiza, es Cristo
quien bautiza».
Acoger hoy las acciones salvíficas de Cristo No hay más que una sola Vida manifestada en la única
Pascua de Cristo, en la que Dios se da. Si hay varios sacra-
Pero ese Cristo Señor, cuyo Espíritu sigue animando a la mentos, es porque Dios sale al encuentro de una humani-
Iglesia, es también Jesús de Nazaret. El misterio pascual dad en devenir y quiere alcanzar a cada ser humano en
no invalida en absoluto el itinerario histórico de Jesús. Por cada una de las etapas de su existencia y en la diversidad
eso no se puede comprender debidamente la significación de situaciones en que se juega su salvación.
de los sacramentos si no es a la luz de las acciones salva-
doras de Jesús, que fue «bautizado» por Juan y cuya
misión fue «confirmada» por el Espíritu; que predicó el Encuentro de la libre iniciativa de Dios
Evangelio de la misericordia, «perdonó los pecados» y y la libre respuesta del hombre
«curó» a los enfermos para manifestar que había llegado el
Reinado de Dios; que restituyó al matrimonio su vocación La insistencia en la iniciativa de Dios en los sacramentos
original; que «escogió a sus apóstoles y los envió en no debe significar que se excluya la importancia de la res-
misión» con el poder del Espíritu Santo; que entregó su puesta por parte del hombre. Y es que no puede haber
vida bajo el «signo de la fracción del pan»... alianza ni amor alguno si no hay dos partes (en este caso
San Juan hará de su evangelio una verdadera sinfonía Dios, que toma la iniciativa, y el hombre, que responde y
de «signos» que manifiestan hasta qué punto todos los consiente libremente). Todo sacramento está orientado al
ritos cristianos son prolongación de las acciones del Jesús hombre y solicita su participación. El sacramento no es un
histórico, fuente permanente de vida en la que la Iglesia no rito mágico que funcione a espaldas del ser humano. Es
deja nunca de beber. verdad que la iniciativa es de Dios, pero éste no puede
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hacer nada sin la libre acogida del hombre. La-fecundidad
del sacramento va íntimamente unida a la fe. Los sacramentos
Pero, si es cierto que el sacramento supone la fe, no es
menos cierto que al mismo tiempo la proporciona. Y es Encuentro entre el Dios vivo
que la fe necesita los ritos de la Iglesia para tomar cuerpo y la libertad del hombre
y expresarse. La fe no es exterior al sacramento, por cuan-
to que es ya una respuesta a la llamada de Dios, un acto de
confianza en el amor gratuito de Dios manifestado en
dicho sacramento.
La iniciativa de Dios —significada a través de gestos
y palabras, de ritos y signos— y la acogida por parte del
hombre en la fe son los componentes indisociables del
sacramento, y ambas configuran una sola acción dinámica.
Todo sacramento es, pues, un encuentro con Cristo vivo,
una posibilidad de conversión y de renovación.
* * *
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Jesús es el Sacramento del amor
que toca al hombre hoy
— 23 —
Jesús, ayer pusiste tus manos sobre los niños;
hoy tocas el corazón del hombre sencillo y recto. Las siete puertas de acceso a la Vida
Jesús, ayer atravesaste las tinieblas de Getsemaní;
hoy tocas nuestros sufrimientos y agonías.
Por el sacramento de la Eucaristía, todos somos invitados Si una simple mirada o una sonrisa humana
a anticipar el festín del Reino del amor; cargadas de amor
en el sacramento de la Eucaristía son capaces de transformar nuestra vida,
encuentra la Iglesia su unidad y su acabamiento; ¡cuánto más los sacramentos de Cristo y de la Iglesia,
en él convergen todos los demás sacramentos «sonrisas de Dios», podrán darnos una vida nueva!
como los ríos en el océano;
en él la vida toda del hombre, sus amores y sus luchas Te damos gracias, Señor,
se convierten en acciones sagradas, sacramentales; por los sacramentos de tu Iglesia,
en él los bautizados dan muerte a la muerte celebraciones de tu Alianza Nueva,
y hacen que renazca la vida; citas de amor de tu libertad soberana
y de nuestra libertad de hombres,
en él la humanidad camina hacia su transfiguración. en los que descubrimos asombrados
que nada es más gratuito ni más activo que el amor.
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En las fuentes de la Vida El sacramento del Bautismo
Dios se sumerge en la muerte del hombre
y resucita con él
Bendito seas, Señor,
que por el misterio de tu Encarnación y de tu Pascua
eres para siempre la Fuente permanente de la Vida,
el único Sacramento del encuentro
entre Dios y los hombres.
Bendito seas por ser tú quien tomó la iniciativa
de hacer de tu Iglesia el Sacramento de tu Presencia,
y de sus sacramentos los signos de tu amor desbordante.
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En la ribera del Jordán
— 31 —
6. En la ribera del Jordán, En las fuentes del Agua Viva
todos sus hermanos bautizados
emergen de las aguas
de la muerte y del pecado.
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Revélanos el misterio del agua Bautizado y marcado
por la Cruz gloriosa de Cristo
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Bendito seas, Señor, Bendito seas, Señor,
por las aguas del pozo de Jacob
por el regalo del agua y por todas las aguas que brotan de la roca
en nuestros desiertos;
tu Espíritu, aliento del universo, canta en mí:
«Yo soy el Agua viva que aplaca vuestra sed».
Bendito seas, Señor,
por el agua de la fuente, Bendito seas, Señor,
alegre y humilde canción de tu creación viviente; por las aguas de mi bautismo,
tu Espíritu, agua viva e interior, canta en mí: por las que me sumergiste en las aguas
«Yo soy la Ternura de Dios, que crea al hombre de la muerte de Jesucristo
e inventa el futuro de la tierra». para resucitarme y vivir para siempre con Él;
tu Espíritu, Pentecostés de fuego, canta en mí:
Bendito seas, Señor, «Yo soy la Vida eterna de los hombres
por las aguas del Jordán, que renacen para la nueva Tierra».
que relatan con su rumor el Éxodo, la Alianza
y la entrada de tu pueblo amado en la Tierra prometida;
tu Espíritu, guía de nuestras pascuas, canta en mí:
«Yo soy la Nube de fuego
que ilumina la ruta de los peregrinos».
— 36 — — 37 —
Tú has escogido a nuestra hermana agua Te damos gracias, Señor,
por el agua y la sangre que brotaron
del costado de tu Hijo crucificado:
fuente abundante de tu Vida, de todos tus sacramentos
y de tu Iglesia, a la que dices:
Te damos gracias, Señor, «Id y enseñad a todas las naciones, y bautizadlas
por el invisible poder que manifiestas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo».
en cada uno de tus sacramentos.
Desde que comenzó la Historia de la salvación, Te damos gracias, Señor,
tú has escogido a nuestra hermana agua, tu criatura, por el agua del bautismo que haces brotar en tu Iglesia,
para disponernos a acoger la gracia de nuestro bautismo. símbolo de tu Espíritu, que nos transmite
los dones de Cristo
Te damos gracias, Señor, para que el corazón del hombre,
por las aguas primordiales del alba de tu creación, creado a tu imagen y semejanza,
sobre las que aleteaba tu Espíritu sea purificado y renazca a una vida nueva.
para sembrar en ellas los primeros gérmenes de la vida.
Por la gracia de tu Hijo
Te damos gracias, Señor, y el poder creador de tu Espíritu Santo,
por las aguas del diluvio, tú haces de nuestras aguas bautismales, Padre,
que al retirarse de la tierra anunciaban un mundo nuevo la tumba en la que el hombre viejo
que haría desaparecer el mundo viejo junto con el pecado queda sepultado con Cristo
y la cuna en la que el hombre nuevo
Te damos gracias, Señor, resucita con él para la vida eterna.
por las aguas del mar Rojo, Por esta nueva creación
que hiciste pasar a pie enjuto a los hijos de Abraham te damos gracias, Señor.
para librarlos de la esclavitud,
promesa de la nueva libertad del pueblo de los bautizados
— 38 — — 39 —
Un nuevo hijo Bautizado en la Pascua de Cristo
entra en la Familia de Dios
— 42 — — 43 —
«Vi una muchedumbre inmensa, Consagrado por la unción del Espíritu
que nadie podría contar...,
de pie... y con vestiduras blancas» (Ap 7,9).
Los que hemos sido bautizados en Cristo
nos hemos revestido de Cristo (cfr. Gal 13,26),
nos hemos puesto la vestidura blanca, Espíritu del Señor, abre nuestros corazones
la del hombre nuevo, para que descubran las riquezas del símbolo del óleo.
la de la vida eterna de Cristo vivo. Estos santos óleos de los catecúmenos y los enfermos
nos recuerdan que todo bautizado
ha de ser un luchador, en la fe,
contra las fuerzas del mal y de la enfermedad;
este santo crisma, símbolo de la plenitud de tus dones,
marca para siempre la frente del bautizado
y las manos del sacerdote;
consagra los templos, los altares
y las campanas del mundo entero
para tu gloria y alabanza.
— 44 — — 45 —
Oración de los padres Te confiamos el porvenir de
Que su inteligencia crezca sin cesar
por su hijo bautizado en el descubrimiento de la Verdad.
Que los bienes de este mundo
no cierren jamás su corazón
a la amistad y a la ternura.
Padre bueno, Fuente de la vida
de donde brota toda paternidad y toda maternidad, Que sus manos estén siempre abiertas a toda necesidad
te damos gracias por las maravillas y sirvan para transformar contigo nuestro mundo.
que incesantemente realizas por nosotros. Que sus ojos no se cierren nunca a la miseria,
y que sus oídos permanezcan atentos
a la voz de todos sus hermanos.
Desde el alba de la creación,
nos has dado a nuestra hermana el Agua
para fecundar la vida sobre la tierra Te expresamos nuestra alegría, Señor,
y aplacar nuestra sed de caminantes. porque es para nosotros, sus padres,
Por este agua, símbolo de tu Espíritu creador, el signo vivo de tu amor y del nuestro
concede a nuestro/a hijo/a una vida nueva. y la fuente permanente de nuestra unión.
Suscita en nosotros la fuerza, el valor y la lucidez
para ser a sus ojos, día a día,
Tú le (la) sumerges hoy en tu Amor y en tu Vida, testigos del Evangelio,
en la muerte y la resurrección de tu Hijo Jesucristo. generosos y abiertos a los demás,
Y, puesto que nos das la alegría de poder plenamente conscientes de nuestras responsabilidades.
también nosotros transmitir la vida,
te damos gracias por ,
por su primera mirada y su primera sonrisa.
Cuida de su crecimiento.
Robustécelo/a en su combate contra las fuerzas del mal.
Haz fecunda su vida.
Acoge a nuestro/a hijo/a, que es también tuyo/a.
Guíanos para que sepamos educarlo de forma que
realice su vocación de hombre (mujer) y de cristiano/a.
Haz que sepa llevar a cabo el gran proyecto de amor
que has concebido para él (ella).
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Oración por el hijo recién nacido ¡Hijo de nuestro amor!
— 48 — — 49 —
Carta de unos padres a su hijo bautizado Como María cuando presentó a su Hijo Jesús en el Templo,
hemos querido traerte al umbral de la Casa de Dios,
ponerte en los brazos de su Iglesia
e introducirte en un pueblo de buscadores
que se convierten en hermanos y hermanas.
«Querido hijo: hoy hemos querido bautizarte en Cristo Y cuando, mañana, ya no podamos hacer nada por ti, te
Jesús, sumergirte en la muerte y resurrección del Dios quedará al menos, grabada en tu frente y en tu corazón,
en el que creemos. esta cruz de Cristo vencedor.
Con esta carta, que más adelante serás capaz de leer, que- Porque Él y sólo Él, tu Salvador y Señor, trazará mañana
remos decirte por qué. para ti un camino de paz y libertad.
No te hemos bautizado para imponerte nuestra opción, sino Más allá de tus angustias y tus miserias,
para abrir ante ti un camino de libertad que mañana tú será Él quien abra para ti la Casa de su Padre
podrás elegir y seguir libremente. y de tu muerte haga brotar su eternidad».
Hemos querido darte lo mejor que tenemos.
Creemos que esta pequeña semilla de la fe, sembrada hoy
en el jardín de tu corazón, entre la luz del día y las
tinieblas de la noche, germinará en lo más secreto de
tu vida.
Te hemos sumergido hoy en el océano de amor de
Jesucristo para darte una nueva fuerza, mayor que
nosotros y mayor que tú.
Una fuerza que te dará valor en tus luchas, clarividencia en
tus opciones, luz en tus pasos.
Una fuerza que te dará esperanza y alegría para vencer a las
fuerzas del mal.
Hemos querido bautizarte en Cristo para que seas un hom-
bre (una mujer) libre y en pie, en medio de este mundo
a veces un tanto loco.
Y, sobre todo, para que seas un hermano (una hermana)
que construya con Dios el futuro de nuestra tierra.
Has de saber que, aunque un día llegues a olvidar este don
inmortal, seguirás secretamente marcado por el fuego
de su llamada.
— 50 —
— 51 —
El sacramento de la Confirmación
El Espíritu de Dios inspira y libera
el espíritu del hombre
Ven, Espíritu Santo
— 55 —
Ven, nuestra Memoria interior, El Espíritu que nos confirma en la fe
ayúdanos a leer los «signos de los tiempos»
y haznos recordar,
comprender amar y vivir hoy
las palabras y los gestos de Jesucristo.
Espíritu de Cristo,
Ven, nuestro Guía interior, que hiciste de los apóstoles,
condúcenos por los caminos de nuestro corazón, asustados y temerosos,
de nuestra vida cotidiana, del Reino de Dios, audaces testigos de la Resurrección,
y haz que el río de nuestro destino desemboque, ven a fecundar y «confirmar»
unas veces sereno, otras tumultuoso, las semillas de la fe de nuestro bautismo,
en el Océano de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo para que tengamos el valor
de salir de nuestros pequeños cenáculos,
superar nuestros miedos y cobardías
y poder gritar al mundo: «¡Cristo vive!»
Espíritu Santo,
nuestra fuente y nuestra sed interior,
ahonda nuestro deseo
a la medida del Deseo de Dios,
«confirma» y haz firmes nuestros pasos
tras las huellas de Cristo, el Señor.
Espíritu Santo,
que diste a los pescadores de Galilea,
todavía impresionados
por el escándalo de la Cruz,
fuerza para dar testimonio
de la victoria del Resucitado;
«confirma» nuestro corazón,
nuestra inteligencia
y nuestra voluntad
para que seamos capaces de proseguir su misión.
— 56 — — 57 —
Espíritu de amor, de verdad y libertad, Ven, Hermano Viento, aliento de Dios
que balbuceas en cada uno de nosotros,
que inicias nuestra oración
y habitas nuestros silencios,
que caldeas nuestro corazón con el fuego del amor,
sé tú el aliento de nuestros combates, el sol
que disipe nuestras tinieblas; Envía, Señor, sobre nosotros
sé tú el discernimiento de nuestras opciones el Viento de tu Espíritu,
y el descanso de nuestros trabajos; haz de nuestra tierra y de nuestra historia
sé tú nuestra vigilancia y nuestra seguridad; una parábola con la que nos reveles
ensancha nuestro horizonte y llévanos cada día las dimensiones cósmicas
un poco más lejos, hacia la Tierra de los Vivos; del Pentecostés cristiano,
«confirma» nuestro corazón, nuestra inteligencia desbordamiento de tu Amor creador y liberador,
y nuestra voluntad manifestación de la Vida de Cristo resucitado.
e inspira nuestras palabras y nuestras obras
para que manifiesten la Presencia de Dios. Ven, Espíritu Santo, Viento de Dios,
capaz de derrocar los más elevados diques
y arrancar de raíz los más robustos árboles,
que derribas las estatuas de los ideólogos,
que llenas de pronto las calles y plazas
de multitudes capaces de mirar de frente
a los fusiles y los tanques,
ven y cuéntanos el misterio de Pentecostés.
— 58 — 59 —
Ven, Espíritu Santo, Viento de Dios, Fuerza de amor y de humildad
fuente de tantas gestas de liberación
personales y colectivas,
a derribar las barreras del desprecio,
a franquear las fronteras del racismo,
a tender puentes, a estrechar lazos
y a trazar nuevos caminos de esperanza; Espíritu Santo, fuerza y poder del amor,
ven y cuéntanos el misterio de Pentecostés. humilde como una fuente oculta
de la que sólo se oye el leve murmullo,
tú que revelas al Padre y al Hijo
sin ponerte jamás en primer plano,
tú, el indecible, el discreto,
haz que brote en nuestro corazón
la fuerza de tu humildad.
— 61 —
— 60 —
Espíritu Santo, fuerza y poder del amor, Como árbol plantado junto al Agua Viva
humilde como la savia de los árboles (a propósito del Salmo 1)
que hace florecer los brotes de primavera,
tú, por quien el Hijo se encarnó y resucitó,
y el Padre fue glorificado,
haz que brote en nuestro corazón
la fuerza de tu humildad. Ven, Espíritu Santo,
y enséñame a callar,
Espíritu Santo, fuerza y poder del amor, a hacer del silencio oración,
que iluminas los gestos con que Jesús a dejar que crezcan las raíces de mi corazón,
se hace prójimo del pobre y del excluido, a convertirme en árbol portador de frutos
tú que eres su misericordia y su compasión, para todos cuantos tienen hambre y sed de amor.
su paciencia en la prueba,
su victoria sobre la muerte y su glorificación, Ven, Espíritu Santo,
haz que brote en nuestro corazón y dame fuerza para ser capaz de detenerme
la fuerza de tu humildad. y escuchar el murmullo de la Palabra de Vida,
lejos de la droga del ruido y las palabras;
Espíritu Santo, fuerza y poder del amor, haz de mí un árbol sólidamente plantado
tú que eres el don del Padre que colma al Hijo, junto a una corriente de agua
tú que eres el don del Hijo que regocija al Padre, y que dé fruto abundante.
tú que eres el don de la Iglesia
y el futuro de nuestra tierra, Ven, Espíritu Santo,
haz que brote en nuestro corazón y arráigame en el amor del Dios vivo,
la fuerza de tu humildad. a fin de que en cada una de mis estaciones,
hasta el anochecer de mi vida,
sea un árbol fecundo y florido.
— 62 — — 63 —
Ven, Espíritu Santo, El Espíritu que zarandea la historia
y enséñame a orar, a arraigar profundamente,
a conocer las capaz subterráneas de mi corazón,
a escuchar tu canción secreta que me persigue,
para que aprenda a acoger tu amor,
que mantendrá verdes las hojas de mi vida. Creemos en ti, Espíritu de Dios.
Creemos que,
Ven, Espíritu Santo, en el corazón del hombre y de los pueblos,
y dame valor para ahondar más allá tú eres esa misteriosa energía espiritual,
de los estratos de arcilla, esa fuerza subterránea
para superar mis muchas zonas estériles, que ni las dictaduras
para eludir pacientemente los guijarros y las piedras, ni las estructuras humanas injustas
pues la solidez del árbol depende de su arraigo podrán jamás refrenar del todo.
en el espesor de la tierra.
Creemos que tú eres el aliento inaprehensible de Dios,
Ven, Espíritu Santo, que escapará siempre a los más sutiles argumentos
y haz de mí un árbol sólido y bien aireado imaginados por politólogos o futurólogos.
cuya savia brote de las raíces del corazón,
pues los hombres necesitan la paz y el frescor
Creemos que eres tú quien prepara pacientemente
de árboles bien vivos.
las rebeliones imprevisibles
de las libertades oprimidas,
Ven, Espíritu Santo,
que brotan de las profundidades ocultas de la humanidad
y afianza en mí al hombre interior, y manifiestan que el misterio del hombre
haz que, por la fe, habite Cristo en mi corazón excederá siempre nuestras mezquinas teorías
y arraígame en Dios, día tras día, y todas las planificaciones de la aventura humana.
a fin de que los frutos de mi vida
tengan el gusto de su Amor.
Creemos, Espíritu de Dios, inspirador imprevisible,
que eres tú la grandeza y la dignidad del hombre.
Creemos que, aunque las fuerzas del mal puedan,
cruel y prolongadamente,
amordazar la palabra y encadenar la libertad,
ningún poder humano sofocará jamás
tu aliento de vida que anima al hombre.
— 65 —
— 64 —
Creemos que, aunque nadie sepa Déjate transfigurar
de dónde vienes ni adonde vas,
siempre podremos constatar, asombrados, por Aquel a quien contemplas
las huellas de tu paso por la historia
de nuestra vida y la de los pueblos.
— 66 — — 67 —
¡Dame de beber! Dame la sabiduría de tu Espíritu
¿Qué sabes tú lo que es tener sed? Cuando pierdo el gusto por el silencio y la oración
Si supieras hasta qué punto Dios es Padre, y olvido los caminos que llevan al santuario del corazón,
manantial de un amor que colma, crea y libera, allí donde habitan tu gozo y tu paz,
fuente de tu vida y de la de tus hermanos, dame, Señor, tu Espíritu de adoración.
descubrirías el secreto de la oración.
Cuando elimino de mi vida el sentido de la gratuidad
y todo asomo de disponibilidad para con los demás,
¿Qué sabes tú lo que es tener sed? cuando ya no hago nada de balde,
Si supieras dar con el camino de tu corazón, y todos mis actos responden al cálculo y al interés,
donde el amor de Dios ha excavado un oratorio, concédeme, Señor, tu Espíritu de bondad.
tu oración sería un oasis de silenciosa dicha
y una fuente de Agua Viva a la que acudirías a beber.
Cuando, cansado e indignado por la inercia
y el egoísmo del ser humano,
mis luchas por la justicia y la libertad
corren el peligro de ceder al odio y a la violencia,
concédeme, Señor, tu Espíritu de mansedumbre.
— 68 — — 69 —
¡Espíritu de Alegría! Espíritu de alegría,
tú eres coherencia y armonía; eres sabiduría interior;
«El Reino de Dios es paz y alegría eres Don de Dios, manifestación de su Vida
en el Espíritu Santo» (Rm 14,17) en lo más íntimo de nuestro corazón;
er,es la prueba de que el hombre camina hacia su verdad-
eres superación de nuestros fracasos,
victoria sobre el caos de nuestras pasiones,
pobreza asumida sobre la ruina de nuestras ilusiones;
Espíritu de alegría, eres fruto de la acogida del Totalmente Otro
tú no eres compañero y de todos los otros, sin distinción, en nuestra casa;
del ruido ni de la vanidad; eres todo un estilo de vivir y de amar a los hermanos.
tú eres la flor del amor y la humildad,
creces en la casa del silencio, Espíritu de alegría,
eres libre como el viento, ¡cuántas veces te he encontrado de improviso,
eres la fuente en el corazón del niño cuando creía haberte perdido definitivamente...!
que tararea una canción.
¡Cuántas veces te has mostrado inopinadamente
en el corro de los niños que juegan bajo mi ventana;
Espíritu de alegría, en los enamorados que corretean por el prado
tú nos transportas a veces como mariposas que liban las flores en primavera;
como un torrente tan poderoso en la pareja de ancianos cogidos de la mano
que nos entran ganas de cantar y danzar, y en cuyos rostros se lee una larga historia de amor;
o de callar infinitamente, inundados de paz; en el vagabundo malicioso que observa divertido
pero otras veces tus aguas son tan subterráneas el ajetreo y las prisas de la gente en el metro;
que parecen muertas, agotadas, en el amigo de la naturaleza que acaricia un árbol
y el sufrimiento, la desdicha, o el odio con ojos llenos de ternura; en la monja contemplativa, cuyo
parecen haberte engullido por completo; rostro es como un reflejo de la sonrisa de Dios;
entonces nos entran ganas de maldecir de todo gozo en los jóvenes disminuidos que, en sus sillas de ruedas,
e insultar a quienes todavía se atreven a hablar de ti. gritan jubilosos el placer de superarse
mientras disputan un partido de baloncesto...!
Nos vemos obligados entonces a errar en la noche, ¡Si, al repasar la jornada por la noche, descubriéramos
a buscar y excavar un pozo en el desierto un signo tuyo, Espíritu de alegría, mi hermana alegría,
para escuchar de nuevo la canción de tu fuente, LA ALEGRÍA DE DlOS...!
aún más pura y más bella,
pero absolutamente distinta.
— 70 —
— 71 —
Al soplo del Espíritu creador Mira ese inmenso y fabuloso alumbramiento
en que la savia de la Vida irriga la materia;
la creación entera es lento ascenso,
misterioso perfeccionamiento.
Desde el hombre que al fin consigue erguirse
hasta Cristo en oración ante su Padre;
Si buscas un camino de luz, hermano mío, desde el nacimiento del más hermoso
que conduzca a la tierra de los vivos, de los hijos de los hombres
escucha, hermano mío, en la humildad de la gruta original,
el soplo del Espíritu y del Viento, matriz secreta de una tierra nueva,
y canta noche y día mientras caminas, hasta su Venida triunfal,
porque el Señor va delante de ti. escucha, hermano mío,
el canto del Espíritu,
Mira, hermano mío, que inventa cada día el Reino de Dios.
cómo del fuego de la danza cósmica
surgen esos millones de galaxias
y esta tierra nuestra;
mira cómo de esos millones de moléculas orgánicas
brota la vida que, poco a poco,
conquista el universo;
escucha el canto del Espíritu
en el nacimiento del animal más primitivo
y en el de los primeros hombres
que poblarán la tierra.
— 72 — — 73 —
El sacramento de la Eucaristía
Dios prepara la mesa de la vida
para servir y alimentar al hombre
Yo soy el Pan
de cada una de vuestras estaciones
— 77 —
Pan duro de nuestros inviernos, Haced esto en memoria mía
el tiempo se acelera de repente;
los visillos levantados en la ventana
para ver pasar la vida y a los seres;
la memoria ya nos traiciona,
nuestros amigos ya se han ido;
estación de las horas crepusculares, ¡Cuánto he deseado
duro pan de nuestros inviernos. compartir esta Comida con vosotros
y, en la intimidad de esta Hora,
Yo soy el pan de vuestras primaveras, comer esta Pascua juntos...!
la realidad de vuestros sueños de antaño;
yo soy el pan de vuestros veranos, Madres que dais carne a la vida,
el camino de vuestra humanidad; padres y educadores que enseñáis a los niños
yo soy el pan de vuestros otoños, a andar, a crecer y a amar;
la vida de cada hora que pasa; jóvenes que tenéis hambre de felicidad
yo soy el pan de vuestros inviernos, en esta tierra nuestra,
la resurrección de vuestra tierra; una tierra que gime con dolores de parto;
yo hago de cada estación de vuestra vida hombres y mujeres llenos de dudas
una inmensa eucaristía, y eternamente balbucientes...:
una Pascua de libertad, haced esto en memoria mía.
una ruta de eternidad.
Jefes de los pueblos que rechazáis
cualquier justificación de la guerra;
esposos que hacéis cada día más honda
y acogedora vuestra intimidad;
hermanos y hermanas de cualquier comunidad,
siempre dispuestos a perdonar;
todos cuantos lucháis por hacer triunfar
la justicia y la paz;
labradores que sembráis y trabajáis
esta tierra nuestra,
una tierra que gime con dolores de parto;
hombres y mujeres en constante superación...:
haced esto en memoria mía.
— 78 — — 79 —
Minusválidos, divorciados, ex-presidiarios, ¡Cómo me gustaba
humillados por el fracaso, enfermos, ancianos,
todos cuantos habéis sido heridos
sentarme a la mesa de los hombres...!
en vuestro cuerpo o en vuestro corazón
y, sin embargo, conserváis la esperanza;
médicos que combatís a diario la enfermedad,
técnicos que tratáis servir y no de someter
a esta tierra nuestra, Ya en la casa de José y de María
me encantaba el olor de ese pan sin levadura
una tierra que gime con dolores de parto;
que cocía mi madre para, llegada la Pascua,
hombres y mujeres que no os cansáis de recomenzar...:
comerlo con el cordero
haced esto en memoria mía.
en compañía de los vecinos.
¡Cuánto he deseado
compartir esta Comida con vosotros Me encantaban las comidas en casa de Pedro y Andrés,
y, en la intimidad de esta Hora, como el día en que Simón me pidió que curara
comer esta Pascua juntos...! a su suegra, aquejada de fiebre y en la cama,
y ella, apenas levantada,
se puso a servirnos.
— 80 — 81
Y aquella comida pascual, la víspera de mi muerte, Creo en la Eucaristía
en la que, después de lavar los pies a mis amigos,
quise repartirles mi cuerpo y mi sangre
para expresarles mi amor y darles mi vida.
Creo en la Eucaristía,
sacramento de la liberación de la esclavitud del pecado,
fuente de la nueva libertad del hombre,
alimento de un pueblo que construye
un mundo de justicia,
fuerza de los testigos que rechazan toda alienación
que hiera el corazón de Dios y la dignidad del hombre.
Creo en la Eucaristía,
sacramento de la reconciliación,
fuente de la paz,
alimento de un pueblo que prefiere el diálogo a la guerra,
fuerza de los testigos que inventan
las parábolas vivas del perdón.
— 82 — — 83 —
Creo en la Eucaristía, Peregrinos del Infinito
sacramento de la verdad,
fuente de purificación,
alimento de un pueblo que trata de vivir sin trampear,
fuerza de los testigos que rechazan
toda complicidad con la mentira.
Venid, compartamos la Mesa de Cristo el Señor,
Creo en la Eucaristía, franqueemos el umbral de lo invisible,
sacramento que hace a la Iglesia, abramos las fronteras de lo imposible;
fuente de una nueva comunión, venid, peregrinos de lo infinito,
alimento de un pueblo sin fronteras, compartamos la Mesa de Cristo el Señor.
fuerza de los testigos de la universalidad
de Cristo, el Señor. Venid, compartamos la Mesa de Cristo el Señor,
franqueemos el umbral de su Casa,
Creo en la Eucaristía, entremos en la sala de la adoración
sacramento del futuro de la humanidad, donde el Incognoscible
fuente de la divinización del hombre, nos revela su Nombre;
alimento de un pueblo de vigías, venid, compartamos la Mesa de Cristo el Señor.
fuerza de los testigos de la resurrección.
Venid, compartamos la Mesa de Cristo el Señor,
Creo en la Eucaristía, franqueemos el umbral de la noche,
sacramento de la unidad, guardemos silencio
fuente de la fraternidad universal, y penetremos en la cripta interior
alimento de un pueblo unido en la diversidad, de nuestro corazón,
fuerza de los testigos de una Iglesia fraterna. donde el Espíritu de Dios, suave brisa,
se hace murmullo de luz;
Creo en la Eucaristía, venid, compartamos la Mesa de Cristo el Señor.
sacramento del pobre,
fuente de las riquezas del Reino de Dios,
Venid, compartamos la Mesa de Cristo el Señor,
alimento de un pueblo que lucha contra la miseria,
franqueemos el umbral de las apariencias,
fuerza de los testigos que encarnan
descubramos la cara oculta
las bienaventuranzas día a día.
de los seres y las cosas
y el suave ardor de su Presencia;
venid, compartamos la Mesa de Cristo el Señor.
— 84 — — 85
Venid, compartamos la Mesa de Cristo el Señor,
franqueemos el umbral del tiempo, Un día, el Amor llegó tan lejos...
presintamos el amor
que teje nuestra eternidad
con la trama de nuestros días;
venid, compartamos la Mesa de Cristo el Señor.
Un día, el Amor llegó tan lejos
que se entregó a sí mismo hasta morir,
Venid, compartamos la Mesa de Cristo el Señor,
derramando su sangre en un madero;
franqueemos el umbral de nuestras eficacias
cada día, el Amor llega tan lejos
para acoger los tesoros de su gratuidad;
que se entrega a sí mismo
franqueemos el umbral de nuestras intolerancias,
para saciar nuestra hambre de amor
de nuestras ideas y de nuestra ciencia,
en el pan compartido en una Cena.
de nuestra muerte y de nuestra vida;
venid, peregrinos de lo infinito,
Sacramento de un Dios encarnado
a la Mesa de Jesucristo.
que no ha venido más que a amar y a servir;
memorial de un Dios que se dejó despojar
para abrir en el fondo de nuestro atolladero
una brecha nueva, pero tan estrecha
que sólo el pobre puede pasar por ella,
y sólo el amor descentrado de sí puede atravesar.
— 86 — — 87 —
Dios se invita a la mesa de los hombres Por el don de nuestras comidas
que tu amor inventa,
bendito seas, Señor,
que habitas tan simples momentos de dicha.
Mesa de la solidaridad,
Mesa de bodas, en la que, entre vecinos y amigos,
el mantel blanco, la vajilla de las grandes ocasiones; sentados en una pobre chabola
los recién casados comparten la suculenta comida, sobre esteras trenzadas,
y todos, sin cumplidos, todos comparten la única hogaza
cuentan su historia y cantan su canción. que la amistad transforma en comida de fiesta...
La abuela sopla sus ochenta velitas,
entonada por la copa de champán, Por el don de TU COMIDA,
y olvida por unos momentos su nostalgia en la que se nos reparte tu Vida
de los buenos tiempos que se han ido... y todas nuestras comidas adquieren
Por el don de nuestras comidas
una hondura de eternidad,
que tu amor inventa,
bendito seas, Señor,
bendito seas, Señor,
que habitas tan simples momentos de dicha.
que habitas tan simples momentos de dicha.
— 88 —
— 89 —
En él todo queda divinizado en ella, la vida y la sangre del hombre
que lucha contra la injusticia y la mentira;
en ella, la vida y la sangre del pecador
que lucha contra la alienación del pecado;
en ella, la vida y la sangre del enfermo
que vela en el huerto de los Olivos;
La Eucaristía es la cita del amor permanente en ella, la vida y la sangre del hombre que agoniza
de Cristo, nuestro hermano y Señor de los vivos, y del hombre que renace...
cuyo cuerpo transfigurado conserva aún se convierten en el Cuerpo y la Sangre
los estigmas gloriosos de su muerte. de Jesucristo, muerto y resucitado.
La Eucaristía,
donde el tiempo se une con la eternidad,
es la nueva piedra angular
del universo y de la historia:
en ella, la vida y la sangre de los pueblos
que han llenado los siglos con su esfuerzo;
en ella, la vida y la sangre del inocente
que muere sin saber por qué;
— 90 —
— 91 —
Cuerpo del hombre transfigurado ¡Deteneos un instante!
(a propósito de Le 14,18-24)
Cristo resucitado,
tú, cuyo cuerpo conoció los tormentos de la angustia, ¡Deteneos un instante! ¡Escuchad!
transfigura el cuerpo ¡Venid! ¡Todo está dispuesto!
de los viejos, de los enfermos, de los moribundos, El Amor ha inventado un gran banquete.
sé tú nuestra Pascua, transfigúranos de vida. Su Mesa está dispuesta para la Fiesta de la gratuidad.
Cristo resucitado, Trenes de cercanías. Vagones del metro.
tú, cuyo cuerpo fue revestido con el manto del escarnio, Sirenas de las fábricas. Apertura de oficinas.
transfigura el cuerpo Multitudes anónimas. Robots. Números...
de quienes se ven reducidos u obligados
a la prostitución, menospreciados, ¡Deteneos un instante! ¡Escuchad!
se tú nuestra Pascua, transfigúranos de vida. ¡Venid! ¡Todo está dispuesto!
El Amor ha inventado...
Cristo resucitado,
tú, cuyo cuerpo cedió bajo el peso de la cruz, ¡Ya basta! ¿No ves que estamos ocupados?
transfigura el cuerpo Tengo que probar un coche nuevo...
de los hombres aplastados por el peso de su trabajo, Tengo que mantener una familia...
se tú nuestra Pascua, transfigúranos de vida. Tengo que mudarme de piso...
Tengo que velar por mis intereses...
Cristo resucitado, Tengo que ir al supermercado...
tú, cuyo cuerpo fue crucificado, Tengo que pagar los plazos...
transfigura el cuerpo de los inocentes torturados, Tengo que atender mi negocio...
se tú nuestra Pascua, transfigúranos de vida.
Me da la impresión, Señor,
Cristo, nuestra Pascua, de que tu Fiesta va a ser un fracaso...
Pan partido y Sangre derramada, No hay nadie en tu Casa,
por el misterio de nuestras eucaristías tu invitación no ha tenido eco.
transfigura la materia, nuestro cuerpo y toda tu creación El amor se ha enfriado,
para que te glorifiquen, en tu eternidad. y tu pan se ha endurecido.
— 92 — — 93 —
Deja, pues, que los satisfechos ¿De qué tienes hambre?
se alimenten de su suficiencia;
olvídate de los que están ahitos
y adormecidos en su abundancia.
Sal a los caminos, al azar,
e invita a los mendigos y a los vagabundos, Cristo resucitado,
a los lisiados y a los borrachos, Pan de Vida, que dijiste:
a los tontos y a los granujas...; «Quien venga a mí ya no tendrá hambre,
a todos los marginados, quien crea en mí ya no tendrá sed»,
a los que carecen de todo..., haznos descubrir,
excepto de hambre. a través de nuestras múltiples hambres,
¡Dichosos todos aquellos que Tú eres el único Pan capaz de saciar
que quieran tener parte en mi Reino! nuestra hambre de amar y ser amados.
— 94 — — 95 —
Danos a cada uno de nosotros un «pan de vida» Reunión de la Iglesia
capaz de saciar las múltiples hambres en torno a la Mesa de Dios
de los seres humanos:
el pan de la ternura,
el pan de la perseverancia,
el pan del coraje,
el pan del combate, Mira, Señor, a tu Iglesia,
el pan de la alegría, que tu Palabra no ha dejado de reunir
el pan de la sonrisa, desde Abraham y Moisés,
el pan de la escucha, inmensa gavilla de trigo.
el pan del discernimiento, Mira, Señor,
el pan del humor, a esta multitud de hombres, mujeres y niños
el pan de la paciencia, llegados de todos los continentes,
el pan del perdón... de grandes y de pequeñas comunidades...
Inmenso pueblo de peregrinos,
nuestros hermanos y hermanas vienen de lejos.
— 96 — — 97 —
en las capillas de los hospitales Bajo la Nube luminosa
y en las de las prisiones; (para una vigilia de adoración
con música de órgano, de guitarra o de charango, de Cristo en la Eucaristía)
con vaqueros, con poncho o con traje y corbata,
con kimono, con sari o con unos simples andrajos...
Inmenso pueblo de peregrinos,
nuestros hermanos y hermanas vienen de lejos.
Cristo Señor, Cabeza del Cuerpo,
Mira, señor, a tu Iglesia, en constante crecimiento,
reunida por tu Palabra; de tu Iglesia y de todo el universo,
dale el Pan de tu Vida que la transfigura tú nos has prometido estar con nosotros
y el Pan de la unidad que sana sus heridas, todos los días hasta el fin de los tiempos;
pues ella es en esta tierra al contemplar este signo del pan eucarístico,
la imagen viva que tú mismo elegiste
del reino de tu Padre. para manifestarnos tu nueva presencia,
te adoramos en la plenitud de tu Misterio.
— 98 — — 99 —
no como amos y señores del universo,
sino como servidores y sacerdotes de tu creación, El sacramento del Matrimonio
de la que tú harás que broten
la tierra nueva y los cielos nuevos. Dios ama
en el corazón mismo del amor humano
Te adoramos a ti, que te haces presente
en el pan y el vino, frutos del trabajo del hombre;
en ti descubrimos que nuestra historia humana
es una Historia Santa que tú escribes con nosotros,
esbozo de tu Reino en gestación,
que tu Espíritu habrá de transfigurar un día.
— 100
Señor, Fuente de nuestro amor
— 103 —
Dios es el primer testigo Vuestro Hogar-Iglesia,
de vuestro amor donde crecerán vuestros hijos,
será la más bella revelación del Dios de vuestra fe,
ese Dios trinitario, comunión de personas,
donde el Padre se da al Hijo
y donde el Hijo se abandona al Padre
en el abrazo eterno del Espíritu.
De pie, y cogidos de la mano,
Sólo Él podrá dar a vuestro amor
habéis querido hacer de Dios,
para hoy y para siempre, su plenitud y su eternidad.
el primer testigo de vuestro amor.
— 104 — — 105 —
El amor humano expresa a Dios ¿Quién nos separará del amor de Cristo?
(a propósito de Rom 8,35-37)
— 106 — — 107 —
Tejer el amor hilo a hilo Celebrar 20, 30, 40, 50 años...
de matrimonio
— 108 — — 109 —
es haber sabido encontrar juntos un nuevo acuerdo,
una secreta complicidad, un ritmo común,
El sacramento de la Reconciliación
y presentir que ese amor no morirá jamás,
El corazón de Dios es vulnerable
porque desafía los límites del tiempo, pues tiene
como el de una madre
vocación de eternidad.
— 110 —
Yo soy tu hijo pródigo
(a propósito de Le 15,11-24)
— 113 —
Tú me divisas de lejos, pues llevas mucho tiempo Como las entrañas de una madre
esperando mi regreso en todas mis encrucijadas.
Corres hacia mí
y me rodeas con tus brazos:
estás más emocionado que yo mismo.
No me preguntas por mi pasado:
Tu amor, Señor, es vulnerable
sabes de sobra que tu hijo está muy mal,
como el de una madre;
sabes cuan amarga experiencia acabo de tener...
se te conmueven las entrañas,
Me das un traje nuevo y unas nuevas sandalias,
y desbordas de compasión
ordenas que pongan otro cubierto en la mesa familiar
cuando uno de tus hijos
y dices, simplemente:
regresa a ti destrozado
«¡Comamos y hagamos fiesta: ha regresado mi hijo!»
y te confiesa simplemente su miseria.
Gracias, Señor,
mi Padre, mi Hogar, mi Amor, mi Vida... Heme ante ti como un niño herido
Jamás podré olvidar que no quisiste que no intenta ocultar sus heridas a su madre,
la humillación de tu hijo, porque sabe que, haciendo ver a ésta
porque tan sólo quieres que viva. su mal y su dolor
va a reavivar su inmensa ternura maternal.
Soy tu hijo,
que intenta aprender a andar,
que cae, titubea y vuelve a caer,
que se golpea con el borde de la mesa,
que se abre una brecha en los labios o en la ceja...
¡Qué largo es, Señor, el aprendizaje de la libertad...!
Tengo la frente, las rodillas, el cuerpo entero,
llenos de moratones y de heridas.
— 114 — — 115 —
Tú también, Señor, He venido a llamar a los pecadores
te interesas más por mi futuro (a propósito de Me 2,15-17)
que por mis pecados de juventud;
tú miras siempre adelante, y nunca atrás.
Por supuesto que llegaré a tu cielo
con esparadrapos por todas partes
y con el corazón lleno de cicatrices...,
pero ¿qué importa, Señor? Algunas tardes,
¿No es caminar y llegar hasta ti estoy tan cansado de mí mismo, Señor,
lo verdaderamente importante? que ni siquiera tengo valor para volverme a Ti.
Todo me pesa,
todo me parece vacío...
Creo, Señor, que tú me amas, Entonces cierro los ojos por un instante...
y sé muy bien que confesar el propio pecado ¡y te veo a ti, sentado a la mesa de Leví!
a alguien que nos ama
no es vergonzoso ni humillante,
sino fuente de nueva libertad. Su casa es un hervidero:
¡Qué asombroso es, Señor, tu perdón...! colaboracionistas, pequeños truhanes y bribones,
prostitutas, usureros, vagabundos,
gentes que han roto con la sociedad y con la religión..:
todos esos excluidos y menospreciados
se han juntado en casa de Leví,
que da un banquete.
Y allí estás tú en medio de ellos,
hablando y comiendo distendidamente con todos,
que te escuchan sorprendidos, felices y contentos.
— 116 — 117 —
«Decidme, amigos, Reconcilíame conmigo mismo
¿quién tiene más necesidad de un médico compasivo:
los enfermos o los sanos?
¡No comprendéis ni su felicidad ni mi alegría!
He venido a llamar y sanar a los pecadores,
a devolver la esperanza a todos cuantos desconfían
Tú conoces, Señor,
de sí mismos lo bastante como para atreverse a creer ese triste cansancio
que aún hay alguien que les ama. que a veces me corroe el corazón...
¡No habéis comprendido que sólo la ternura ¡Reconcíliame conmigo mismo!
devuelve al hombre a la vida! Que tu ternura
Con los que se creen ser gente de bien me devuelva la confianza en mí
no puedo, evidentemente, hacer nada, y me haga existir a mis propios ojos.
porque, diga yo lo que diga y haga lo que haga, ¿Cómo puedo encontrar y querer a los demás
ellos se bastan a sí mismos...» si ni siquiera me encuentro
y me quiero a mí mismo?
Entonces, abriéndome paso a codazos,
me cuelo yo también, Señor, en la casa de Leví
Querría tener el valor de descorrer el cerrojo
y me siento en un taburete que ha quedado libre. de la puerta cuya llave sólo yo tengo.
Prefiero, como ellos, callar y mirarte,
¡Dame fuerzas para salir de mí mismo!
un tanto avergonzado, pero encantado de acercarme a ti. Dime que aún puedo sanar
Tu palabra y tu mirada me reaniman y enardecen;
bajo la luz de tu Mirada y tu Palabra.
al verte tan cerca, ya me siento mejor.
¡Piedad de mí, Señor,
que soy un pobre pecador! Tú que me amas tal como soy
y no tal como me sueño,
ayúdame a aceptar, Señor,
mi inevitable pobreza,
mi condición de hombre limitado
y, sin embargo, llamado a superarse.
— 118 — — 119 —
Haz que aprenda a acogerme como tú me acoges, Haz de mí un hombre de la reconciliación
a quererme como tú me quieres.
Líbrame de la perfección que yo pretendo alcanzar
y ábreme a la santidad que tú me ofreces.
Líbrame del remordimiento de Judas,
que, tras entrar en sí mismo, no supo ya salir, Señor, tú que dijiste:
espantado y desesperado por la inmensidad de su pecado. «Si tu hermano tiene algo contra ti,
Concédeme el arrepentimiento de Pedro, no esperes a que dé él el primer paso,
que supo reencontrar tu mirada, sino adelántate tú a reconciliarte con él»,
llamada silenciosa cargada de ternura... escucha mi oración:
Y si tengo que llorar como él,
que no sea por mi orgullo humillado, Cuando me escandalizo por la división de los cristianos,
sino por tu amor herido y ofendido. haz que tenga la honradez de saber informarme
de la riqueza de las tradiciones
de nuestros hermanos separados.
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Cuando sufro por las calumnias que se vierten Tus pecados quedan perdonados
contra los sacerdotes que se casan,
por la situación de los hermanos y hermanas divorciados, (a propósito de Mt 9,1-8)
haz que jamás me atreva a juzgarlos, que les respete
y les abra mi puerta y la de mi comunidad.
«¡Somos la fe de la Iglesia!
Somos quienes transportamos las camillas
de los lisiados y paralíticos.
¿Quieres que te bajemos a ti?»
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Confío en ellos y les dejo hacer..., Tú que reconcilias los contrarios
y ellos, con enorme delicadeza,
me ponen, Señor, a tus pies.
Tú, que no dejas de admirar su fe,
te inclinas entonces hacia mí:
«¡Ten confianza, hijo mío, ¡ Señor, tú que reconcilias los contrarios
tus pecados quedan perdonados!» —lo eterno y lo temporal, lo real y lo imaginario,
De entre los asistentes, brota la voz airada la acción y el reposo, la fuerza y la humildad,
de los escribas: lo particular y lo universal,
¡Blasfemo, sacrilego, profanador! el movimiento y la estabilidad,
la palabra y el silencio,
Sabiéndome responsable del incidente, la eficacia y la gratuidad, la noche y el día...—,
y preocupado por ti, busco, Señor, tu mirada. ven a reconciliar mis contradicciones!
Tú sonríes. «¿Por qué sois tan duros de corazón?
¿Qué es más fácil decir: Tantas componendas y tantas pasiones estériles,
'Tus pecados quedan perdonados' tantas cobardías y tantos sueños abortados,
o 'Levántate y anda' ? me han roto, desarticulado, dividido y dispersado...
Pues para que veáis que tengo el poder
de perdonar los pecados... Ya no sé recoger las perlas de felicidad
—y vuelves hacia mí tu tierna mirada, que el rocío de tu amor deposita cada mañana
que me hace sentirme mejor—, en las palmas de mis manos...
¡Levántate, toma tu camilla y vuelve a tu casa!» Todas esas pequeñas alegrías cotidianas:
el aroma del café, la calle que despierta,
Salto de un brinco de mi cama, me pongo el abrigo, la canción que tarareo, el olor del pan reciente,
salgo a toda prisa de mi habitación, la sonrisa de la quiosquera,
corro hasta la iglesia más próxima los primeros brotes y la ropa nueva de la primavera,
y caigo de rodillas a los píes de un testigo de tu perdón la paloma que corretea y echa a volar,
para que escuche mi confesión. las risas de los niños que van a la escuela...
Mi rostro está inundado de luz ¡Reconcilíame, Señor, contigo
y mi corazón danza de alegría, y con tu sueño de amor sobre mí!
y escucho cómo una inmensa muchedumbre canta: ¡Libera mi corazón de su grisalla interior
«¡Gloria a Dios, que ha dado tal poder a los hombres!» para que pueda recoger esas pequeñas gotas de felicidad!
¡Devuélveme la alegría de darte las gracias
por cada migaja de vida!
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Convierte mi corazón a las fuentes de tu perdón:
Oración para no confundir que pase de la ridicula suficiencia
remordimiento y arrepentimiento a la dependencia del amor,
de la sombría desesperanza a la luz de la fe,
de la cerrazón del corazón a la acogida de tu Presencia,
de la vieja amargura al nuevo nacimiento,
del juicio sobre los demás a la fraternal benevolencia.
Escúchame, Zaqueo:
Yo soy un pecador como tú, pero también
soy, como tú, hijo de Abraham;
ayúdame a dejar mis negocios urgentes,
y a distanciarme de las cosas que creo importantes
y que, sin embargo, no lo son en comparación
con la verdadera Vida que Dios quiere darnos.
Escúchame, Zaqueo:
Yo también quiero ver y conocer a Jesús que pasa...
Quizá le oiga cómo me dice:
«¡Baja inmediatamente a la casa de tu corazón,
porque quiero quedarme hoy contigo!»
Ayúdame para que de verdad suceda hoy tal cosa
y pueda acogerlo con inmensa alegría.
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El sacramento del Orden
Dios suscita para su pueblo
pastores a su imagen
Soy yo quien te ha elegido
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No te asuste el sentir los aguijones en tu carne,
porque ellos testimoniarán ante los hombres, Sacerdotes de Jesucristo
que mi gracia basta
y que mi llamada es amor gratuito.
Hombre frágil y de poca fe,
llevarás mi poder de resurrección,
de liberación y de reconciliación ¡Tremenda grandeza la de tu vocación:
en una pobre vasija de barro. la de un hombre que debe atreverse
a hablar en nombre de Dios,
A veces tendrás que asumir el fracaso, a decir una Palabra que hiere y que sana,
descargarte del peso de tus proyectos, que juzga a la tierra y le devuelve la vida,
para franquear más ligero el muro de un atolladero, que ilumina y libera al hombre...,
al otro lado del cual la luz de mi llamada y todo ello sin juzgar a nadie;
te iluminará de nuevo. a decir la verdad sin desanimar
y a ser bueno sin cobardía!
Arraigado en la tierra de los hombres,
seducido por el designio de amor de mi Padre, Extraña misión,
animado por el poder del Espíritu Santo, que te invita a ti, hombre formado
has sido asociado a mi único sacerdocio. a partir de la tierra,
Soy yo quien te ha elegido de en medio de mi pueblo a vivir en el brillo de la Luz de Dios,
para que des fruto, que hace de ti un hombre público
y un fruto que permanezca. y un hombre de adoración,
un hombre de soledad y un hombre de comunión...
Hermano mío, sacerdote de Jesucristo, La llamada de tu Amor viene de lejos, de muy lejos.
todo cuanto hayas sembrado con dolor y con lágrimas, Atravesó los sueños de mi infancia,
casi siempre será otro quien lo recoja. los senderos imprevistos, las encrucijadas
Tu fecundidad nunca será tuya, de mi azarosa adolescencia.
sino de Aquel que te envió. Atravesó las encrucijadas de mi vida,
«Esto es mi Cuerpo. Yo te bautizo. Yo te perdono...»: mis tristes desilusiones y mis cobardías,
todas estas palabras de hombre mis ídolos de barro, mis miedos, mis conflictos
serán siempre el eco de las de Jesucristo, y los lentos titubeos de mi libertad.
único Sacramento de la Vida.
La llamada de tu Amor viene de lejos, de muy lejos.
Pasó a través de innumerables testigos conocidos,
de multitud de rostros amigos, próximos y lejanos:
Juan y Felipe, Natanael y Andrés.
La llamada de tu Amor viene de lejos, de muy lejos.
Juan Bautista fijó sus ojos en Jesús,
que pasaba por las verdes riberas del Jordán,
y dijo a sus discípulos: «Es El».
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La llamada de tu Amor viene de lejos, de muy lejos.
Jesús miró a Simón y le dijo. «Tú eres Pedro»; Acción de gracias
desde entonces, tu llamada ha tomado un rostro humano por la diversidad de los ministerios
para venir al encuentro de nuestra tierra.
Señor Jesús,
ya que has querido asociarme
a tu acción misericordiosa,
haz que no deje de asombrarme
de la gratuidad de tal regalo.
Concédeme el valor de ir trazando día a día,
en el corazón de mi comunidad y en este mundo,
caminos nuevos de reconciliación y de esperanza.
— 140 — — 141 —
Enséñame, sobre todo, a escuchar El sacramento de los enfermos
para poder invitar a todo ser humano a existir
manifestándole tu ternura. Dios acompaña al hombre en la prueba
y hasta el umbral de su nuevo nacimiento
Que cada una de mis palabras, Señor,
exprese tu Nombre;
que cada uno de mis gestos
exprese tu llamada evangélica.
Haz de toda mi vida sacerdotal y apostólica
una celebración de tu misericordia y tu perdón
— 142 —
Oración al final de la noche
No me abandones
ni me dejes caer en la desesperanza;
mi corazón se turba y se rebela,
día y noche me corroe la angustia.
No tengo fuerzas ni para llorar,
y ya ni siquiera sé cómo rezar,
pues las palabras han abandonado mi mente,
y las frases de los demás me fatigan.
No soy más que un cuerpo malherido,
un pobre animalillo harto de sufrir
y con un miedo espantoso a la muerte.
¡Es demasiado largo, Señor, es demasiado...!
— 145 —
En medio del espesor de este silencio,
abre mi corazón a tu discreta y fiel Presencia. Oración del hombre enfermo
Sosiégame. Fortaléceme.
Dame valor para luchar contigo
y abandonarme, día tras día, a tu Amor.
Que tu luz ilumine mi noche
como el sol que acaricia el borde de mi cama. Tú sabes, Señor, que cuando uno está enfermo
Vuelve hacia mí tu Rostro. ya no tiene ganas de jugar con las palabras
Yo sé que me amas. ni de ocultarse tras una máscara social;
En tus manos pongo mi espíritu. despojado de todas sus frágiles seguridades,
Creo, Señor, que estás Vivo ya no puede trampear con la verdad.
y que tu Amor es más fuerte
que el dolor y que la muerte. Zarandeado por las olas de los acontecimientos,
me siento, Señor, como una pobre concha vacía,
arrojada a la orilla del mar.
En el silencio de la noche,
temida noche sin luz y sin estrellas,
se rebela y se estremece en mí, incrédulo,
el hijo de Adán;
pero tu Espíritu también susurra: «¡Creo en Jesucristo!»
A ti grito, Señor, Camino, Verdad y Vida;
a ti, el Sacramento de los enfermos; a ti, el Viviente;
a ti, que sonríes desde la otra orilla.
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No te pido, Señor, que reemplaces a los médicos, Como un sarmiento injertado en ti
que utilizan la ciencia que tú les has dado;
pero ven tú a sanar lo que ellos no pueden curar:
esta profunda herida de mi alma,
en la que tú aún puedes hacer el milagro de la esperanza
A ti grito, Señor... Cuando cae la noche,
que hace crecer en mí un cierto desasosiego interior,
Esta muerte que se alzó ante ti, Señor, porque ya nada parece vincularme al mundo de los vivos,
en el año treinta y cuatro de tu vida, en plena juventud, sé tú, Señor, mi dispensador de savia.
¡cuántas lágrimas debió de costarte...! Haz de mi pobre y doliente cuerpo un sarmiento
Por eso no me avergüenza decirte de esa Viña cuya Cepa viva eres tú.
que esta noche tengo miedo;
concédeme creer de verdad que tú eres el Viviente, Injértame firmemente en ti, Señor;
que estás realmente presente junto a mí, injértame en tu gran Cuerpo espiritual,
tú, que has querido compartir mi angustia que desborda los límites del mundo visible
para ayudarme a volverme confiadamente al Padre. y de la Iglesia
y que respira al ritmo de lo invisible.
Por este sacramento que recibo de tu Iglesia, Tú sabes hasta qué punto mi espíritu sigue siendo carnal
ayúdame a combatir esta enfermedad contigo si no lo irrigas tú con tu vida divina;
y haz lo que sea mejor para mí. hasta qué punto mi corazón sigue estando frío
Perdóname todo el tiempo que he malgastado si no lo caldea tu amor,
cuando no he sabido amar. hasta qué punto mi alma sigue siendo torpe y pesada
Permite que llene de amor los días que aún me queden. si no la levantas tú.
Lléname de tu Luz: que ella ilumine mi noche
y sostenga mi debilidad; Que tu Espíritu, Señor, amor creador, vida fecunda,
y que mi sonrisa y mi paciencia circule en mí y habite mi sufrimiento y mi oración.
puedan seguir revelando tu Presencia. Entonces estaré en comunión con toda la tierra,
como la sangre riega la menor célula del cuerpo,
A ti grito, Camino, Verdad y Vida, como la savia irriga la más insignificante hoja del árbol.
a ti, el Sacramento de los enfermos; a ti, el Viviente;
a ti, que sonríes desde la otra orilla. Creo, Señor, que en ti, el Viviente,
los hombres ya no somos tan sólo individuos yuxtapuestos
y aislados, sino un solo y verdadero Cuerpo
que reúne a los vivos y los muertos.
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¡Conéctame, Señor, a tu Vida!
Cuanto más íntimamente injertado esté en ti, Dame fuerzas para amar hasta el final
tanto más próximo estaré a todo hombre
y tanto más fácilmente entraré
en ese inmenso y misterioso circuito del amor creador.
— 155 —
Y si la duda me asalta, Ante la muerte tengo miedo...,
ilumíname, Señor.
Si la proximidad de la muerte me angustia, pero creo
apacigúame, Señor.
Si la enfermedad pone a prueba mi cuerpo,
fortaléceme, Señor.
Si la soledad entristece mi corazón,
visítame, Señor. El torrente ininterrumpido de los noticiarios,
Si la muerte me sorprende de repente, como el flujo y reflujo de cada marea,
o se acerca poco a poco en lenta agonía, arroja, como si fueran conchas marinas,
no me dejes, Señor. miles y miles de muertos
sobre las playas de nuestros apacibles días.
Acepta la ofrenda de los años
que aún me quedan por vivir. La muerte parece algo banal...
Transfórmalos en un último canto de amor... hasta el día en que se lleva a un ser querido
y en humilde oración. arrancándonoslo como un trozo de nuestra propia carne;
Y que la luminosa Esperanza de la resurrección o hasta el día en que,
ilumine hasta mi último aliento este pobre corazón íntimamente pegada a nuestra piel,
que tú creaste para tu Eternidad, Señor. sentimos cómo, de pronto, nos ronda de cerca.
— 156 — — 157 —
Concédeme esa firme y tranquila seguridad
de que ni la angustia ni la duda ni el miedo
ni cosa alguna podrá separarme de tu Presencia,
manifestada en Cristo Jesús, Señor nuestro.
— 158 —