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Hace mucho mucho tiempo, un niño paseaba por un prado en cuyo centro
encontró un árbol con un cartel que decía: soy un árbol encantado, si dices
las palabras mágicas, lo verás.
El niño pudo llevar a todos sus amigos a aquel árbol y tener la mejor fiesta del mundo, y por eso se dice siempre que
"por favor" y "gracias", son las palabras mágicas
EL COHETE DE PAPEL
Había una vez un niño cuya mayor ilusión era tener un cohete y dispararlo
hacia la luna, pero tenía tan poco dinero que no podía comprar ninguno.
Un día, junto a la acera descubrió la caja de uno de sus cohetes favoritos,
pero al abrirla descubrió que sólo contenía un pequeño cohete de papel
averiado, resultado de un error en la fábrica.
El niño se apenó mucho, pero pensando que por fin tenía un cohete,
comenzó a preparar un escenario para lanzarlo. Durante muchos días
recogió papeles de todas las formas y colores, y se dedicó con toda su
alma a dibujar, recortar, pegar y colorear todas las estrellas y planetas para crear un espacio de papel. Fue un trabajo
dificilísimo, pero el resultado final fue tan magnífico que la pared de su habitación parecía una ventana abierta al
espacio sideral.
Desde entonces el niño disfrutaba cada día jugando con su cohete de papel, hasta que un compañero visitó su
habitación y al ver aquel espectacular escenario, le propuso cambiárselo por un cohete auténtico que tenía en casa.
Aquello casi le volvió loco de alegría, y aceptó el cambio encantado.
Desde entonces, cada día, al jugar con su cohete nuevo, el niño echaba de menos su cohete de papel, con su
escenario y sus planetas, porque realmente disfrutaba mucho más jugando con su viejo cohete. Entonces se dio
cuenta de que se sentía mucho mejor cuando jugaba con aquellos juguetes que él mismo había construido con
esfuerzo e ilusión.
Y así, aquel niño empezó a construir él mismo todos sus juguetes, y cuando creció, se convirtió en el mejor juguetero
del mundo.
Tiempo después, Melusina conoció al conde de Poitiers, Raimondín. Enamorados como estaban, no tardaron en
casarse, pero ella le hizo jurar que no estarían juntos los sábados; pues tenía que mantener en secreto su maldición.
Por muchos años él pudo cumplir con su juramento y tuvieron varios hijos, que no obstante siempre nacían con algún
defecto: una mancha en la nariz, orejas grandes, un diente enorme…
Creyendo que Melusina le estaba siendo infiel, Raimondín decidió espiarla un sábado. Hizo un hoyo en la puerta de su
habitación y al acercarse a observar, grande fue su sorpresa. Ella se estaba bañando en una tina hecha con mármol y
su parte inferior, tenía la forma de una serpiente.
Cuando Melusina se dio cuenta de que había sido descubierta, se alejó para siempre de su esposo, pues nunca más
pudo recuperar su forma humana.
Desde entonces, se dice que ella se aparecía en distintos castillos de Francia cuando alguien estaba a punto de morir
y que escuchar su llanto, era un presagio de que se avecinaban las peores desgracias.
LEYENDAS - LAS HIERBAS MAGICAS
Esta leyenda corta proviene de China, en donde es muy popular. Cuenta
la historia que una joven contrajó matrimonio y se fue a vivir a casa de su
esposo, en donde aún habitaba la madre de este. Es tradición en la
cultura de aquel país, que las nueras cuiden de sus suegras como si
fueran sus propias madres y así mismo, tienen la obligación de obedecer
en todo lo que ellas les indiquen.
Dicho y hecho, la muchacha comenzó a preparar un té especial para la madre de su marido, al tiempo que
comenzaba a comportarse de manera diferente con ella, escuchándola y atendiéndola en todo cuanto necesitaba.
Con el tiempo, ambas se volvieron grandes amigas y las discusiones cesaron. Ahora se trataban con cordialidad y
llevaban una relación de madre e hija, por lo que la joven esposa empezó a sentir arrepentimiento de sus propósitos
iniciales. Y fue así como nuevamente acudió a hablar con el hombre que le había dado las mágicas hierbas.
Fue así como Hunor y Magor se casaron con ellas, pues habían quedado prendados con su belleza.
De Hunor y su esposa, nació una larga estirpe de hombres que más tarde se convirtieron en los hunos. Magor y su
mujer por otro lado, engendraron a la gente magiar, que muy pronto se convertiría en la población de Hungría.
Pero las familias fueron creciendo y fue entonces que se dieron cuenta, que debían comenzar a desplazarse para
encontrar nuevos territorios, pues no había suficiente espacio para todos. Fue así como decidieron que los hunos
emigraron a Oriente y los magor hacia Occidente. En el último momento sin embargo, al lanzar una espada al viento
que les indicara la dirección correcta, esta fue atrapada por el viento y todos se asentaron en Occidente, en el
territorio que actualmente se conoce como Hungría.