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Reducir toxicidad

La química verde intenta usar solamente sustancias que no dañen el medio ambiente. En
uno de los peores desastres industriales del mundo, hubo una fuga de un gas utilizado en
la producción de pesticidas, el metil-isocianato (CH3NCO), en una planta de la Union
Carbide India Limited en Bopal, India, en el año 1984. Miles de personas fueron expuestas.
Varios miles murieron y alrededor de medio millón de heridos sufrieron enfermedades
temporales o permanentes.
Además de elegir reactivos menos tóxicos, los químicos verdes también intentan cambiar a
disolventes inorgánicos como el agua y el dióxido de carbono súper crítico. Los disolventes
hidrocarburos usados antes son tóxicos y emiten gases de invernadero, mientras que los
disolventes halogenados son normalmente carcinogénicos y también son gases de
invernadero y fuentes de radicales libres – que destruyen el ozono.

Figura 1b: la síntesis


moderna de ibuprofeno
Imagen cortesía de Nicola Graf

Reducir emisiones
La industria química necesita una cantidad enorme de electricidad; reducirla es importante
económica y ambientalmente. La energía se emplea para calentar y aumentar la presión
de las reacciones y para transportar materiales. Los científicos buscan rutas de reacción
alternativas que trabajen a temperaturas y presión mas bajas, reduciendo la cantidad de
dióxido de carbono producido por los combustibles fósiles.
Encontrar catalizadores más eficientes para las reacciones existentes también disminuiría
los reactivos y el consumo de energía. Idealmente, los catalizadores podrían emplear
metales abundantes como el hierro en lugar de metales exóticos como el platino, que es
escaso y cuya obtención requiere una energía considerable. Algunos catalizadores se
‘envenenan’ durante la reacción, lo que significa que algunas sustancias se unen a los
sitios activos de los catalizadores formando productos en las superficies que pueden ser
tóxicos y difíciles de desechar sin peligro.

Química verde en los combustibles


Los biocombustibles son sustitutos deseables a los combustibles fósiles. El etanol es un
conocido biofuel que se produce en muchos procesos de fermentación. El etanol puede
producirse a partir de vegetales como la hierba y las cáscaras de trigo. Con una
adaptación, los vehículos pueden utilizar etanol puro (E100) o mezclas de etanol-petróleo
como la alconafta (desde E5 a E25). Sin embargo, el etanol no es un buen combustible
porque:

 No evapora tan fácilmente como la gasolina


 Tiene solo el 70% de la densidad energética de la gasolina
 Tiende a atraer el agua
 Es ácido a las temperaturas del motor, pudiendo causar corrosión
 Requiere una adaptación en los motores.

El complejo catalizador de
rutenio empleado para
fabricar butan-1-ol a partir
de etanol
Imagen cortesía de Duncan
Wass/Universidad de Bristol
El butan-1-ol con una densidad energética de 29 MJ/l (la del petróleo es 32 MJ/l) sería
mucho mejor aditivo para combustibles que el etanol (19.6 MJ/l). El butan-1-ol puede
producirse a partir de biomasa (biobutanol) o combustibles fósiles (petrobutanol), aunque
ambos requieren mucha energía y catalizadores biológicos (enzimas) con baja eficiencia.
Separar el butan-1-ol de una mezcla de productos también es costoso energéticamente.
Desde hace mucho, el objetivo de la industria química ha sido producir butan-1-ol
condensando dos moléculas de etanol
CH3CH2OH + HOCH2CH3 → CH3CH2CH2CH2OH + H2O
En el 2013, sin embargo, un gran avance permitió producir butan-1-ol a partir de etanol con
una eficiencia mayor del 95% usando un catalizador de rutenio. El reto ahora es hacer el
proceso a gran escala para la industria.
Los problemas ambientales estarán ahí, por eso la química verde tendrá cada vez más
protagonismo. Gente brillante y joven hará falta para aplicar los principios de la química
verde en las ciencias químicas y la ingeniería.

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