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Ministero CRISTIANISMO Y LIBERTAD REPUBLICANA. Un poco de historia sacra y un poco de historia profana Antoni Doménech El 23 de mayo de 1498, en la plaza de la Signoria de Florencia, la hoguera redujo a cenizas el cuerpo, yerto y atin pendido de la horca, de Savonarola, precisamente un afio después de que el Papa Borgia, Alejandro VI, desde Roma, «la Babilonia de todos los vicios», le hubiera excomulgado. Encarcelado por la Santa Inquisicién desde abril y torturado antes de ser librado a la espada secular, un mes des- pués, para su ejecucién, Fray Jeronimo de Savonarola tuvo tiempo sobrado para meditar en la dolorosa soledad de la celda sobre sus pecados y trasladar a papel una reflexién que, lefda hoy, atin resulta conmovedora. El dirigente del partido de los pobres, que no sélo habfa restaurado Ja Republica de Florencia tras la tiranfa de Cosme, Pedro y Lorenzo de Medicis cuatro afios antes, sino que habia contribuido decisivamente a verterla sobre un molde democrético, practicamente inédito en las civitates del occidente latino -y destruido de raiz en las poleis del oriente heleno desde comienzos de la eta ctistiana, milenio y medio atrés-, no acerté sino a resumir sus errores del extraordinario modo que sigue: La balsa de la Medusa, 51-52, 1999. initero de Cultura 2 «Contra Ti sélo he pecado, delante de Tt he hecho el mal, (...) Contra Ti sélo, precisamente porque me has mandado que te ame a Ti por Ti mismo y que refiera a Ti el amor de las criatu- ras, y yo he amado més a la criatura que a Tt, al amarla por st misma. ;Qué es pecar sino amar a la criatura por sf misma. La restaurada Repiiblica de Florencia, purgada, evidentemente de los «excesos» democraticos, contenidos los popolari, y ya bajo la direc- cién de los ortimati, atin le sobreviviria 14 afios, hasta 1512, cuando las tropas espaftolas de Fernando el Catélico, no bien sometida por las armas, reestablecieron en la ciudad el Principado de los Medici. Entre los primeros represaliados se contaba el joven Nicols Maquiavelo, dili- gente funcionario al servicio de la diplomacia de la época postsavonaro- liana de la Republica, a quien el viejo-nuevo régimen privé de cargo y libertad. Salido de prtisién, y acaso decepcionado de su infructuoso intento de ganarse el favor politico de la dinastfa componiendo para Giuliano de Medici (desde 1511, Papa Leén X) su célebre tratado sobre EL Principe, Maquiavelo parece haberse resignado a su condicién de puro hombre de letras. Volvié a sus fueros republicanos y escribié —jiré- nica venganza contra el «sérdido tipo de vida», alejado de la accidn, a que se vela reducido!— uno de los libros més influyentes en la politica practica de las tres centurias siguientes. Directa o indirectamente, la defensa, sobria y vigorosa, que en los Discursos sobre la primera década de Tito Livio se hace de la superioridad de las constituciones republica- nas sobre principados y monarquias, irradi6, en efecto, al republica- nismo teyolucionario moderno, a los hombres de la commonwealth en Ja Inglaterra del xv, a Rousseau y los clubs jacobinos en la Francia die- "J. Savonarola, Ubima meditacién, Patmos (Libros de Espiritualidad), Madrid, Rialp, 1951, versidn castellana de Antonio Fontin, p. 33. (El subrayado es mio, A. D.) * Carta a su valedor en la corte, Vettori: aque me toca continuar en este tipo de vida sérdido, sin hallar un solo hombre que recuerde el servicio que he prestado 0 que crea que soy capaz de hacer algo bueno». Citado por Q. Skinner, Maquiavelo, Madrid, Alianza, 1984 (trad. Manuel Benavides), p. 65. Antoni Domenech, catedrético de la Universidad de Barcelona, ha publicado De la ética a [a politica (Barcelona, Critica, 1989). El texto que presentamos es parte de un libro en preparacién. ciochesca, al republicanismo transatldntico de Jefferson y los padres fundadores de los Estados Unidos de América. 1. Eleristianismo y la pérdida de amor a la libertad Junto a la influyente defensa de la libertad republicana, también pueden hallarse en los Discursos varias consideraciones sobre las causas de «que no haya en el mundo tantas repiiblicas como habfa antigua- mente», y de que «por consiguientey no se vea xen los pueblos el amor a la libertad que antes tenfan», Entre esas causas figura sefialadamente el cristianismo, el cual, en vivo contraste con el paganismo del mundo clisico, ««. ha puesto el mayor bien en la humildad, la abyeccién y el desprecio de las cosas humanas, mientras que [el paganismo] lo ponia en la grandeza de dnimo, en la fortaleza corporal y en todas las cosas adecuadas para hacer fuertes a los hombres. Y cuando nuestra religién te pide que tengas fortaleza, quiere decir que seas capaz de soportar, no de hacer, un acto de fuerza. Este modo de vivir parece que ha debilitado al mundo, convirtiéndolo en presa de los hombres malvados, los cuales lo pueden manejar con plena seguridad, viendo que la totalidad de los hombres, con tal de ir al paraiso, prefiere soportar sus opresiones que vengarse de ellas»’. Y a juzgar por la Ultima meditacién de Fray Savonarola, allanada, volis nolis, a los designios de un hombre malyado donde los haya habido, el Papa Borgia, squién negarfa su grano de verdad a la imputa- cién maquiaveliana de que el cristianismo hab{a hecho a los hombres més prontos a aceptar la servidumbre? ;Quién podria tesistitse de plano a la idea de que el paganismo resultaba més congenial con la libertad republicana? Ello es que, en la elaboracidn de su arrepentimiento, buscando en la misericordia de Dios el refugio que no ha encontrado entre los hom- bres, no sdlo se hace reo el dominico de haber bebido en la fuente de todos los pecados de haber amado a la «criatura por s{ misma», sino que, més especificamente, abjura de lo que parece ser parte inevitable » Diseursos, libro Tl, cap. 2. Cito por la excelente traduccién de Ana Martinez Aran- cén, Madrid, Alianza, 1987, pp. 188-9. (El subrayado es mfo, A. D.)

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