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Berman, M. (2002). Aventuras marxistas. Madrid. España: siglo XXI de España editores, S.A.

Capitulo: Todo lo solido se desvanece en el aire: Marx, la modernidad y la modernización.


“todo lo solido se desvanece en el aire; todo lo sagrado es profanado, y los hombres, al fin, se
ven forzados a considerar serenamente sus condiciones de existencia y sus relaciones
reciprocas” (84)
Todo lo que era sólido y estable es destruido; todo lo que era sagrado es profanado, y los
hombres se ven forzados a considerar sus condiciones de existencia y sus relaciones recíprocas
con desilusión. Manifiesto comunista. 31

Las sólidas
Formaciones sociales que nos rodean se han desvanecido. 86
Para Lear, la verdad desnuda es lo que el hombre se ve obligado a afrontar cuando ha perdido
todo lo que otros hombres pueden quitarle, excepto la vida misma. Vemos cómo su voraz
familia, ayudada por su ciega vanidad, desgarra el velo del sentimentalismo. Despojado no sólo
del poder político, sino hasta de los últimos restos de la dignidad humana, es arrojado a la
intemperie en medio de la noche, en lo más recio de una tormenta torrencial y aterradora. A
esto dice, es a lo que se reduce la vida humana: los solitarios y los pobres son abandonados al
frio, en tanto que los perversos y brutales disfrutan de todo el calor que puede ofrecer el poder.
103
Mientras viaja sin rumbo con su bufón real […] se encuentra con Edgar que se ha disfrazo de un
mendigo loco, totalmente desnudo y aparentemente aún más miserable que él. “el hombre ¿no
es más que esto?”, pregunta Lear. Sois precisamente eso: un hombres desguarnecido…”.
Entonces, en el clímax de la obra, desgarra sus vestiduras reales: “-fuera, fuera prestamos-”. Y
se une l “pobre Tom” en la autenticidad desnuda. Este acto, con el que Lear cree haberse
colocado en el nadir mismo de la existencia –“un animal pobre, desnudo, atenazado”-, resulta
ser, irónicamente, su primer paso hacia una plena humanidad, porque, por primera vez,
reconoce la relación entre él y otro ser humano. Este reconocimiento le permite aumentar su
sensibilidad y discernimiento […] 103
Edmund Burke

Para Burke, la única esperanza de los hombres reside en las mentiras: en su capacidad para
fabricar envoltorios míticos lo suficientemente pesados como para sofocar su terrible
conocimiento de quienes son. 105

Las revoluciones burguesas, al desgarrar los velos de las “ilusiones religiosas y políticas”, han
dejado al desnudo el poder y la explotación, la crueldad y la miseria, expuestos como heridas
abiertas; al mismo tiempo han descubierto y expuesto nuevas opciones y esperanzas. Al
contrario que las gentes corrientes de todas las épocas, traicionada y destrozada
incesantemente por su devoción a sus “superiores naturales”, los hombres modernos, bañados
en las heladas aguas del “frio interés”, quedan liberados de toda referencia hacia unos amos
que la destruyen, y el frio, más que aturdirlos los ánima. Puesto que saben cómo pensar en, por
y para sí mismos […] 106
Marx cree que el capitalismo tiende a destruir para todos esa forma de experiencia: “todo lo
sagrado es profanado”; nada es sagrado, nadie es intocable, la vida se mueve totalmente
desacralizada […] bien podría ser que hombres y mujeres modernos, sin ningún miedo que los
contuviera, no se detuvieran ante nada; libres de temores y temblores, también serán libres
para pisotear a todo el que encuentren a su paso, si su propio interés lo lleva a ello […] 112
Experiencia característicamente moderna la sensación de estar atrapado en una vorágine en
que todos los hechos y valores e arremolinan, explotan, se descomponen, se recombinan; la
incertidumbre la incertidumbre sobre lo que es fundamental, lo que es valioso, hasta lo que es
real; el estallido de las esperanzas más radicales en medio de sus radicales negociaciones.118
Sabía que debemos comenzar donde estamos; psíquicamente desnudos, despojados de toda
aureola religiosa, estética, moral y de todo velo sentimental, devueltos a nuestra y energía
individual, obligados a explotar a los demás y a nosotros mismos en fin e sobrevivir; y, sin
embargo, a pesar de todo, agrupados por las misma fuerzas que nos separan, vagamente
consientes de todo lo que podríamos ser unidos, dispuestos a dar el máximo para alcanzar las
nuevas posibilidades humanas, para desarrollar identidades y vínculos mutuos que puedan
ayudarnos a seguir juntos, mientas el feroz aire moderno arroja sobre todos nosotros sus ráfagas
frías y calientes. […] 127
7. los signos de la calle
“ser moderno” como lo defino al principio y al final del libro, “es experimentar la vida personal
y social como como una vorágine, encontrarte y encontrar a tu mundo en perpetua
desintegración y renovación, conflictos y angustias, ambigüedad y contradicción: formar parte
de un universo en que todo lo sólido se desvanece en el aire. Ser moderno es, de alguna manera,
sentirte cómodo en la vorágine […], comprender y confrontar el mundo que crea la
modernización y luchar para hacerlo nuestro”. La modernidad apunta a dar “a los hombres y
mujeres modernas el poder de cambiar el mundo que los está cambiando” […] 132-133
La muerte de la luz .135
Algunas de estas personas, en mis libros y en los ejemplos que he descrito, son artistas. Están
atrapados en el mismo caos que el resto de nosotros; son especiales en su habilidad de dar
forma expresiva, iluminar, ayudarnos a navegar, en recogernos para encontrarnos unos a otros,
para sobrevivir y a veces incluso prosperar en medio de la vorágine.142
Para los artistas y escritores actuales, al igual que para Baudelaire la pérdida de la aureola puede
ser un paso hacia la liberación del arte; la reducción del artista moderno a simple mortal puede
abrir nuevos campos de fuerza y crear nuevos salvavidas a través de los cuales tanto el artista
como su público pueden crecer. 142

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