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El Imperialismo 2
El Imperialismo 2
Hubo, con todo, otros móviles, además de los económicos, que contribuyeron
al movimiento imperialista. El impulso de realizar descubrimientos científicos y
de explorar territorios desconocidos ayudó a abrir África. El deseo de los
misioneros cristianos convertir a los paganos les llevó a establecer centros de
influencia europea en partes remotas del mundo.
Al cabo de tres años, Gran Bretaña se vio envuelta en una dura y enconada
guerra en África del Sur contra los boers, los descendientes de los colonos
holandeses en Transvaal y el Estado Libre de Orange. Aunque los británicos
ganaron la guerra y obligaron a las repúblicas boers a integrarse en la Unión de
África del Sur, la contienda fue más larga y dura de lo esperado, y contribuyó
notablemente a cambiar los sentimientos populares en Gran Bretaña. A partir
de los primeros años del siglo XX la época del imperialismo popular más
estridente ya había pasado.
Gran Bretaña, Francia y Rusia poseían, vastos imperios que les reportaban
considerables beneficios económicos. Las otras grandes potencias con
aspiraciones imperialistas, Alemania e Italia, mostraron hasta qué punto la
posesión de colonias se había convertido en un asunto de prestigio nacional
más que de interés nacional o económico. El logro de la unidad nacional hizo
que la generación siguiente se sintiera ansiosa de algo más, de un nuevo
quehacer nacional y de una nueva fuente de orgullo nacional.
Los italianos tenían por lo menos una buena razón para desear colonias. Italia,
especialmente en el sur, estaba superpoblada y cada año eran más los
italianos que se veían obligados a emigrar. La idea de obtener un imperio en
África del Norte (y Túnez estaba a menos de 100; millas de Sicilia) resultaba
muy atractiva, porque proporcionaría territorios donde los europeos pudieran
establecerse, y porque haría realidad el sueño de fundar un nuevo Imperio
Romano en tierras que habían sido una de las más ricas provincias de la
antigua Roma. En 1881, los franceses, animados por Bismarck, establecieron
su protectorado sobre Túnez. Por ello, en los siguientes quince años la política
exterior italiana estuvo en buena medida dictada por los celos de Francia. Los
italianos construyeron una importante marina de guerra y emprendieron una
guerra arancelaria contra Francia. Los italianos no lograron establecerse al otro
lado del Mediterráneo hasta 1911, fecha en que con
siguieron apoderarse de Libia. El primer territorio africano que Italia adquirió fue
en 1882 en la costa del mar Rojo. Los italianos creyeron que
su prestigio estaba en juego, y que una política de «renunciación» sería fatal
para cualquier gobierno que la propusiera. En 1885 ocuparon Massawa. En
1890, los italianos estaban en posesión de la colonia que ellos llamaron
Eritrea y habían establecido un protectorado sobre parte de Somalia. Se vieron
implicados con el antiquísimo y un tanto decrépito imperio cristiano de Etiopía.
E1 emperador Menelik, ansioso de fortalecer su precaria situación en el trono,
estuvo dispuesto a la cooperación e hizo concesiones a los italianos; pero en
1893 denunció el tratadoque había firmado con ellos, y una vez más el
sentimiento nacional italiano pidió avance antes que retirada. El ejército italiano
se comprometió cada vez más y, a principios de 1896, sufrió una inesperada y
humillante derrota a manos de los etíopes en Adua, dejando casi dos mil
prisioneros italianos en poder de Menelik.
El resultado fue una colaboración más estrecha entre Francia y Gran Bretaña,
tanto antes como durante la conferencia ‘ sobre la cuestión marroquí que se
celebró en Algeciras en 1906.
La nueva amistad entre Francia y Gran Bretaña fue puesta a prueba durante
1904 y 1905 por la guerra entre Rusia, aliada de Francia, y Japón, aliado de
Gran Bretaña. Los alemanes aprovecharon la ocasión para adelantar
propuestas para formar una liga continental integrada por Alemania, Francia y
Rusia, y dirigida contra Gran Bretaña.
En 1906, por lo tanto, la Entente entre Gran Bretaña y Francia se vio fortalecida
más que debilitada, básicamente porque después del arreglo de sus principales
disputas coloniales cada uno empezó a preocuparse más por la situación en
Europa.
Las ideas más profundas que inspiraron el concepto de imperialismo fueron las
de aquellos que pueden ser clasificados como «social-darwinistas»,
quienes concebían las relaciones entre Estados como una lucha
perpetua por, la supervivencia en la que algunas razas eran consideradas
como «superiores» a otras, debido a un proceso evolutivo en el Cual los más
fuertes siempre acababan por imponerse.
La creencia de que las razas blancas eran superiores a las negras o amarillas,
aunque no fuera expresada con un ropaje teórico, fue un supuesto básico del
imperialismo. Bajo toda actividad imperialista, independientemente de la forma
concreta que adoptara y cualesquiera que fuesen sus causas inmediatas,
subyacía una-creencia en la inevitabilidad de una lucha por la supervivencia
entre las potencias de un conflicto entre ‘naciones vivas y naciones
moribundas; y en esta lucha el llamamiento á la creencia en la supervivencia
natural de una raza particular a menudo desempeñaba un importante
papel.
Existía una creciente inquietud ante una posible amenaza a la posición de las
razas dominantes.
El temor a que los chinos, que constituían una importante comunidad mercantil
en todo el sudeste asiático pudieran competir con éxito con el comercio
europeo, se unió, tras la resonante derrota de Rusia frente a Japón en la guerra
de 1904-5, a la angustia de pensar en lo que ocurriría si los pueblos de Oriente
llegaban a ser tan eficientes, industrial y militarmente, como las naciones
occidentales.
Solamente en Rusia casi todos los judíos seguían obligados a vivir en ciertos
distritos y estaban sometidos a dificultades administrativas cada vez mayores.
Buena parte del antisemitismo que se desarrolló entre 1880 y 1900 tenía, por lo
tanto, fundamentos económicos. El antisemitismo económico, por erróneo y
lamentable que fuera, tenía al menos una
explicación aparentemente racional. Más difíciles de comprender eran
aquellas formas de odio y temor a los judíos que no surgían del contacto diario,
sino que eran experimentadas por personas que apenas habían visto a un
judío.
Pocos años después, el asunto Dreyfus brindó otra oportunidad para reavivar
los sentimientos antisemitas, ya que la agitación contra Dreyfus y los que
pedían una revisión de su condena por espionaje fue fácilmente convertida en
un ataque contra los orígenes judaicos de Dreyfus (era uno de los pocos judíos
en el estado mayor) y el celo de sus partidarios fue rápidamente atribuido a una
conspiración judía.
En Francia, el ejercicio efectivo de los derechos civiles por parte de los judíos
apenas se vio menoscabado por causa del” antisemitismo En Alemania y
Austria, en cambio, los judíos se desenvolvían constantemente bajo una
sensación de humillación-.y. discriminación.
Sin embargo, en los años anteriores a la Primera Guerra Mundial, fue en Rusia
donde el antisemitismo tomó a veces la.forma de violencia física. Estos ataques
eran a veces organizados deliberadamente por la policía, ansiosa de desviar el
descontento contra el régimen zarista hacia otro blanco, y otras veces por
particulares. Además, fue en Rusia donde se originó la más tosca literatura
antisemita.