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Las fronteras del Imperio: Mal y bien en la administración de justicia en la Real

Audiencia de Canarias

Javier Chimondeguy

CESAL-UNICEN/CONICET

Administración de la Justicia en el Imperio Hispánico

Esta ponencia forma parte de una investigación en curso más amplia que busca
estudiar las representaciones del mal en el lenguaje y el discurso político y jurídico en el
Imperio Español en la primera mitad del siglo XVI, estudiando los escritos de los
intelectuales de la Escuela de Salamanca como un caso de producción global de
conocimiento (Duve, 2018).

En este caso presentaremos un estudio de caso al analizar la administración de


justicia en Canarias, la Real Audiencia y los motivos de su creación y sus homónimas a la
largo del territorio imperial.

La justicia en la temprana modernidad era básicamente la solución a pleitos entre


particulares. La monarquía buscaba por este motivo controlar la forma de administrar
justicia como la manera más acabada de dominación y de pacificación de los territorios.

Por este motivo buscó en primer lugar que las formas de administrar justicia fueran
cercanas a los intereses de la Corona, y fue desde el reinado de Alfonzo X, que buscó
centralizar la justicia con la creación de tribunales, más adelante las Chancillerías
ambulantes, las Chancillerías y la Audiencia.

Finalmente, a partir del siglo XVI comenzó a crear Audiencias Reales en los
distintos territorios de la monarquía y esta sería la principal institución de justicia hasta el
siglo XVIII.

En primer lugar se creó la Real Audiencia de Sevilla, más adelante la Real


Audiencia de Granada. En América se crearon las Reales de Audiencias de Nueva España y
la de Lima. En el siglo XVII se creó la Real Audiencia de Charcas.

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Las fronteras del Imperio: Mal y bien en la administración de justicia en la Real Audiencia
de Canarias

Sin embargo, la sola creación de distintas instituciones judiciales no bastaban para


que la dominación fuese efectiva por que los jueces y los miembros de estas instituciones
podían verse relacionados rápidamente con la realidad local y básicamente con los
particulares más poderosos y sus redes productivas y sociales.

Es entre otros, esto lo que motivó la creación de la figura del Visitador. El visitador
era un juez comisionado especialmente para llevar a cabo la tarea de recoger el testimonio
de vecinos acerca de los oficiales de justicia para controlar cómo se estaban desempañando
en el cargo y reportar directamente a la Corona (Carzolio, Pereyra, Bubello, 2017). Durante
la visita del mismo se podía suspender a algún oficial, imponerle multas u ordenar
restituciones financieras.

Junto a este y de forma análoga, se creó el cargo de juez pesquisidor, quien era el
encargado de llevar a cabo los juicios de residencia junto al nuevo juez corregidor cuando
un oficial dejaba su cargo.

La principal herramienta jurídica para controlar a los oficiales de la Corona eran los
juicios de residencia. Estos eran eventos en los que se ponía en tela de juicio la función que
había tenido un juez, corregidor o alcalde mediante pesquisas, informas de las visitas y de
su actuación en su función.

El mismo fue definido como “la cuenta que se toma a un juez o persona de cargo
público de la administración de su oficio en todo aquel tiempo que estuvo a su cuidado (...)
para averiguar la conducta de los que administran la justicia, y contener y remediar los
daños que durante el ejercicio de sus oficios haya ocasionado a los vasallos de Su
Majestad”, por Escolano de Arrieta en el siglo XVIII.

Entonces se trataba de un control de cómo habían actuado aquellos que tenían un


cargo pública y en especial los relacionados a la administración de justicia al terminar sus
funciones.

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Esta figura era central en especial para la relación de la Corona con los territorios
americanos, continente al cual ningún rey de la modernidad conoció en persona. El primer
rey que cruzó el océano para visitar el continente americano fue Juan Carlos I en 1976,
cuando ni siquiera existían territorios españoles en América, y la Corona había dejado de
ser un Imperio hacía algún tiempo considerable.

Con todo, era necesario volver primordial la figura del juez, sus atributos y su
formación para poder de esa forma garantizar una justicia que no fuera esquiva a los
intereses de la monarquía, razón era posible, con los escasos recursos de la Corona,
controlar los cuerpos que habitaban los vastos territorios donde alcanzaba su dominación.

En especial, aquellos territorios donde existían comunidades, ya que el resto eran


considerados desiertos sin embargo, cada comunidad tenía su propio tribunal o debía
responder ante el tribunal del cual formaba parte su jurisdicción, pero no existía ninguna
comunidad dentro del Imperio, que quedara por fuera de la jurisdicción de al menos una
Real Audiencia (Herzog, 2006).1

En la formación de los jueces entraban en consideración dos aspectos separados o


que pueden ser vistas como dos enfoques distintos a un mismo problema. En primer lugar
su formación en Ius Commune o derecho común, lo estudiado por las escuelas de Derecho.
Su conocimiento de los tratados de justicia, la historia del derecho y sus fundamentos.

En este punto, la Escuela de Salamanca, buscaba consolidarse elaborando una


producción global de conocimiento, que sirviera de base para la formación de todos los
jueces, juristas y teólogos del Imperio, logrando de esa manera establecer una unidad de
acción y de reflexión (Carabias Torres, 2015).

En un segundo lugar, existía también su formación teológica, que puede ser


entendida como complementaria o muchas veces incluso superior a la formación en
derecho. Valorando además la idea de rectitud y de conciencia presente en los jueces.

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de Canarias

Estas dos caras de la formación de los jueces pueden ser entendidas también como
que el derecho y la administración de justicia se basaban en reflexiones racionales a la luz
del derecho fundadas teológicamente (Duve, 2018).

Además de la formación de los jueces la administración de justicia se encontraba


condicionada por la realidad local en la que buscaba imponerse y sobre la que debía
resolver ante cada pleito. Las alianzas, los bandos en pugna, la realidad socio-productiva.

Es por esto que aunque sin lograrlo a cabalidad, la monarquía promueve el ideal de
juez, el modelo del iudex perfectus (Barriera, 2013). Esta figura está asociada a la imagen
de perfección que todo juez debía aspirar. El magistrado perfecto era aquel que podía tomar
distancia de aquello que estaba juzgando, ya que cuanto más alejado se encontrara de la red
en la que estaba inmerso y debía juzgar, mayor sería su imparcialidad.

En síntesis, en la administración de la justicia podemos encontrar dentro de otros


múltiples factores, tres que particularmente nos interesan: la formación jurídica y teológica
de los jueces por un lado, la búsqueda de ordenamiento por parte de la Corona y en tercer
lugar, la realidad socio-productiva local en la que se imparte justicia.

Todas estas cuestiones pueden formar parte de lo que se considera cultura jurídica, y
entendemos que es posible hacer referencia a una cultura jurídica local que dé cuenta de
todas estas trayectorias, formaciones y realidades relacionadas.

Con todo, sin dudas tampoco se trata simplemente de comprender como entienden
los jueces el derecho y la teología sino que ambas forman parte de una cosmovisión más
amplia, de su propia capacidad limitada de actuación y de los modelos que busca imponer
la Corona.

Como hemos señalado, las reales audiencias fueron una institución vinculada
profundamente con el avance de las fronteras imperiales. Ya que, si bien eran una
institución castellana, sus principales características fueron desarrolladas primero en
Sevilla, Granada, luego en Canarias y por último en Indias.

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Las fronteras del Imperio: Mal y bien en la administración de justicia en la Real Audiencia
de Canarias

Es decir, existe un desarrollo mucho mayor de las Reales Audiencias en los espacios
fronterizos, y en las sociedades de frontera que en aquellos territorios peninsulares de vieja
data.

La administración de justicia en las sociedades de antiguo régimen es equiparable al


gobierno, vale decir que gobernar es entre otros aspectos pero principalmente, administrar
justicia.

En este sentido, para el caso de Indias, la principal figura de autoridad era el Rey,
debajo de quien estaban todos los súbditos, pero entre el Rey y los mismos mediaban dos
instituciones: El Consejo de Indias en primer lugar y por debajo del mismo, las Reales
Audiencias, que fueron creadas en 1494 las de Valladolid y Ciudad Real, Santo Domingo
en 1511, Los Grados de Sevilla en 1525, Canarias en 1526, Zaragoza en 1528, Nueva
Granada en 1548 y Charcas en 1559 entre otras más tardías y en otras regiones del Imperio.

La administración de justicia y la creación de la Real Audiencia de Canarias

En esta ocasión, nos enfocaremos en la administración de justicia en Canarias,


presentando la historicidad de la misma y algunas líneas de análisis para estudiar los
lenguajes y discursos del mal en la aplicación efectiva de la misma.

En nuestra investigación más amplia nos centramos en la primera mitad del siglo
XVI, ya que es el período en que se consolida la Escuela de Salamanca, y comienza a
influir en la Corona en lo referido a la administración de justicia y a la práctica política.

Para el caso de Canarias, la realidad varía notablemente a lo largo de esta media


centuria, ya que en 1526 se crea la Real Audiencia de Canarias centralizando la autoridad
regia en esta institución y se puede ver como un punto de inflexión en el proceso de pérdida
de la relativa independencia que tenían algunas de las islas del archipiélago.

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de Canarias

Para ello debemos recordar el proceso de conquista que durante el siglo XV


permitió el asentamiento castellano en las Islas.

La conformación de la sociedad canaria fue directamente vinculada a la forma de


colonización que vivió y a su relación con la conquista de Indias.

En primer lugar, la población originaria fue sometida a un control señorial, ya que la


primera conquista se dio bajo la forma de tierras de señorío. En especial esto se dio en las
primeras tres cuartas partes del siglo XV (Aznar, 1992). Las consecuencias centrales de
esta distinción concernían básicamente al campo fiscal. La presión fiscal establecida en las
islas realengas era menor.

En el último cuarto de siglo, la conquista fue de realengo, controlada directamente


por la Corona. De tal manera, las islas realengas eran: Gran Canaria, La Palma y Tenerife,
conquistadas directamente por la Corona y por ende, por ella administradas a través de sus
funcionarios y por medio de los Concejos. Las señoriales eran: Lanzarote, Fuerteventura,
La Gomera y El Hierro, que fueron conquistadas en la primera mitad del siglo XV y
administradas por los señores particulares, con un poder jurisdiccional (Pereyra, 2017).

Esta sociedad conquistada entre las décadas de 1400 y 1490, donde la población
originaria fue borrada completamente y asimilada a la población castellana que se asentó en
las islas (Aznar, Cuscoy, Ladero, 1985).

En este asentamiento el control se dio de manera laxa, tanto por el sistema


establecido como por la lejanía de los poderes encargados de controlar en un principio. Esta
benignidad es explicada por la reciente incorporación de las islas, que necesitaban un
régimen poco oneroso para su poblamiento y despegue económico (Aznar, Cuscoy, Ladero,
1985).

Más allá de esta dualidad entre las islas de señorío y las islas de realengo, la
administración de justicia a nivel local era similar. Si bien la conquista había hecho que
algunas regiones fueran dominadas de distinta manera, en lo local estaba basado en
concejos o cabildos. Los mismos, al igual que en el caso castellano, tenían competencias en
lo económico, judicial y militar.

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Los concejos presentaban relativa autonomía unos de otros, ya que estaban


presididos por sus representantes ya sean reales o señoriales y se relación con otros ámbitos
de la administración era escaso. Sin embargo, para apelar los casos, dependían del Consejo
de Castilla y de la Audiencia al sur del Tajo, creada como señalamos en 1504, hasta la
creación en 1526 de la Real Audiencia de Canarias.

Las islas dominadas bajo un señorío estaban bajo el mando del señor, quien en lo
nominal representaba al monarca, pero era quien controlaba su territorio a una gran
distancia de Castilla y por ende, se volvían prácticamente independientes. Los señores
nombraban diversos oficiales que actuaban bajo su control directo y los oficiales reales
raramente intervenían, excepto en supuestos muy especiales (Gambín García, 2004).

Con todo, dentro del proceso de centralización monárquica y de una búsqueda de


mayor control político y jurídico, y en especial un ordenamiento territorial, se creó la Real
Audiencia de Canarias

Estando el Rey Carlos en Granada en el invierno de 1526 estableció la creación de


la Real Audiencia en las islas. Los principales motivos esbozados por el monarca fueron
asentados en su carta de creación: "residan en la isla de Gran Canaria tres juezes, tales
quales por Nos sean nonbrados para que todos tres juntamente conozcan de los pleitos e
causas que ante ellos vinieren de los vecinos de las dichas islas en grado de apelación o
suplicación, hasta en la quantía e según que en esta nuestra carta será declarado e no de
otra manera". La misma está fechada en la nombrada ciudad, el 7 de diciembre de 1526
(De la Rosa, 1957).

Las autoridades reales delegadas del monarca en las islas fueron paulatinamente
avanzando sobre los cabildos y concejos que se habían consolidado en el primer siglo de
dominación castellana. Los capitanes generales y la Audiencia fueron los beneficiarios de
este proceso que comenzó en el siglo XVI y tuvo su corolario en el siglo XVIII.

En primer lugar, la Real Audiencia buscó unificar esta diversidad entre las islas de
señorío y las islas de realengo. Esta fue la principal finalidad de su creación.

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de Canarias

Sumado a esto la realidad socio-productiva de la isla, las tensiones entre los


señoríos de realengo y los de particulares, y la economía de las islas, nos llevan a repensar
la cultura jurídica en la región.

Ya que, como ha señalado Jesus Zaraitegui en sus estudios, la idea de propiedad


presente en la Escuela de Salamanca y en la legislación castellana del siglo XVI, hacen que
economía y derecho comiencen a vincularse más estrechamente.

En este sentido, la cultura jurídica se verá más afectada o condicionada por la


economía canaria, ya que sobre todo cuando la Corona comience a tener mayores intereses
económicos mayor será su necesidad de ordenamiento tanto jurídico como económico.

Los delitos más recurrentes en la Real Audiencia de Canarias a lo largo del siglo
XVI son aquellos de hurto, robo, tal como en el resto de las sociedades fronterizas
imperiales.

Lo más llamativo y señalado por diversos autores es la cantidad de mujeres en los


pleitos y viviendo en las islas. Aparecen en los expedientes tanto como acusadas como
víctimas de los delitos. Sin dudas esta característica particular de la sociedad canaria llevó a
que en la aplicación de justicia los magistrados debieran adaptarse, entendiendo por
ejemplo que en muchos pleitos la mujer debía ocupar un lugar distinto de mayor
preponderancia que aquella que su formación y experiencia previa les permitía.

En futuros trabajos se abordarán diversas fuentes que nos permitan analizar el


lenguaje del mal y los discursos para poder abordar la cultura jurídica en su aplicación
formal.

En primer lugar, abordaremos las trayectorias, recorridos y formación de los


magistrados, para poder descubrir sus redes, su cercanía o no con la realidad Canaria sobre
la que les tocaba incidir, para poder descubrir si actuaban efectivamente como iudex
perfectus según el modelo establecido en el período.

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de Canarias

En segundo lugar, analizaremos los juicios de residencia para descubrir bajo que
parámetros eran analizadas y juzgadas sus trayectorias y sus usos y abusos en su cargo
como oficiales.

Asimismo, los juicios de residencia plantean una continuidad entre el período


anterior a la creación de la Real Audiencia y el período posterior al mismo. Ya que la
Corona comienza a controlar a los oficiales reales antes de la creación de la Real
Audiencia, a partir de que comienzan a establecerse los señoríos de realengo, empiezan los
juicios de residencia a los oficiales regios.

Como hemos señalado, los Capítulos para Corregidores y Jueces de Residencia


fueron otorgados por los Reyes Católicos mediante una Pragmática dada en Sevilla el 9 de
Junio de 1500 y en ella conceden a esta institución la estructura esencial que conservó en
algunos rasgos generales durante más de tres siglos.

La ventaja para la administración monárquica era que permitía dar cuenta de que
oficiales eran dignos de la confianza del Rey para permanecer en la administración y recibir
un nuevo cargo y a la vez repara los daños que pudieron haber realizado estando en
funciones, juzgando no solo a los particulares sino a todo el sistema administrativo
relacionado a él, desde sus dependientes, familias o cualquier persona que formara parte de
su red.

En suma, tal como se advierte, esta institución data del mismo decenio de creación
de algunas Reales Audiencias, es decir, un período anterior a la creación de la Real
Audiencia de Canarias, pero que está inmerso en el mismo proceso de una administración
regia de la justicia en todas las fronteras imperiales, pero que en el caso canario debía antes
saldar el problema de las islas controladas por señores particulares.

Por último, Los libros de Acuerdos muestran los delitos juzgados, los pleitos en los
que interviene la Real Audiencia de Canarias y como los resuelve. En esta documentación
podremos encontrar asimismo los lenguajes y discursos del mal.

Esta es una primera aproximación al basto problema de la cultura jurídica, y en ella


buscamos desde el enfoque del lenguaje y discursos del mal vincular la producción global

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de conocimiento de la Escuela de Salamanca, con la administración de justicia en este


territorio isleño de las fronteras imperiales.

Nos interesa particularmente ya que el poder jurisdiccional en el Antiguo Régimen


no se trata de otra cosa que de decir justicia (jurisdictio), de tal manera que comprender
como se entiende el mal y quienes son los sujetos del mal es indispensable para entender la
red de significados desde la que se juzga y se busca controlar a las poblaciones que
formaron parte de las fronteras imperiales.

En futuras investigaciones profundizaremos en la documentación para seguir


descubriendo acerca de la administración de justicia y los discursos políticos en la temprana
modernidad de los imperios ibéricos atlánticos.

Bibliografía

 Aznar Vallejo, Eduardo, La integración de las Islas Canarias en la Corona de


Castilla (1478-1526), Cabildo Insular, Las Palmas, 1992.
 Aznar, Eduardo, Cuscoy, Luis Diego y Ladero, Ángel, Cuadernos Historia 16, La
Conquista de Canarias, Lectulandia, 1985.
 Barriera, Darío, “Entre el retrato jurídico y la experiencia en el territorio” en
Caravelle. Sociabilités d'Amérique latine 101, París, 2013.
 Carabias Torres, Ana María, “La Escuela de Salamanca. Perspectivas de
investigación” en The School of Salamanca A Digital Collection of Sources and a
Dictionary of its Juridical-Political Language, Working Paper Series No. 2015-03,
Frankfurt, 2015.
 Carzolio, María Inés Pereyra, Osvaldo Víctor y Bubello, Juan Pablo
(coordinadores), El Antiguo Régimen Sociedad, política, religión y cultura en la
Edad Moderna, La Plata, Edulp, 2017.
 De la Rosa Olivera, Leopoldo, La Real Audiencia de Canarias: notas para su
historia, 1957
 Duve, Thomas, “La Escuela de Salamanca: ¿un caso de producción global de
conocimiento? Consideraciones introductorias desde una perspectiva
históricojurídica y de la historia del conocimiento”, en The School of Salamanca
Working Paper Series 2018-02, Max Planck Institute for European Legal Studies,
Frankfurt, 2018.
 Gambín García, Mariano, La Vara y la Espada. control y descontrol de los oficiales
reales de Canarias después de la conquista (1480-1526), Instituto de Estudios
Canarios, Tenerife, 2004
 Herzog, Tamar, Vecinos y extranjeros. Hacerse español en la Edad Moderna,
Madrid, Alianza Editorial, 2006.

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