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MIGUEL

ÁNGEL MONDRAGÓN JACOBO


BREVIARIO
POÉTICO

BREVIARIO
POÉTICO




BREVIARIO
POÉTICO

MIGUEL ÁNGEL MONDRAGÓN JACOBO





ESTE LIBRO ES ORIGINAL Y CONCEDIDO
COMO COPIA EXCLUSIVA POR EL AUTOR.
MÉXICO, D.F., 2015













“Me dejaste -como ibas de pasada-
lo más inmaterial, que es tu mirada.

Yo te dejé –como iba tan deprisa-
lo más inmaterial, que es mi sonrisa”.

Amado Nervo













ÍNDICE
………………………………… pág. 6
…………………………………………… pág.
………………………………… pág. 7
………………………………… pág. 8
………………………………… pág. 9
………………………………… pág. 10
………………………………… pág. 11
………………………………… pág. 12
………………………………… pág. 13
………………………………… pág. 14
………………………………… pág. 15
………………………………… pág. 16
………………………………… pág. 17
………………………………… pág. 18
………………………………… pág. 19
………………………………… pág. 20
………………………………… pág. 21

Introducción

Ausencia terrenal
Ciudad roja
Confesiones
Delirio inevitable
Del miedo
Del odio
Horas
La suerte
Poesía
Recuerdo y olvido
Sombras de la noche
Tragedia en el paraíso
Viento de plata
Vigía errante
Yo










Introducción

Esta obra es un breviario inédito de mi


pensamiento poético desarrollado durante
distintos lapsos del tiempo, el cual ha recibido su
mayor influencia de algunos grandes escritores y
poetas como Jorge Luis Borges, Rubén Darío,
José Gorostiza, entre otros.
Los quince poemas que he elegido para
presentar, ordenados de manera alfabética,
forman parte del primer acercamiento que tengo a
los ojos y juicios del lector. Además de que los
temas son muy variados, serán fáciles de
comprender al utilizar un lenguaje sencillo para
que el lector distinga pronto la intención del verso.




6 | P á g i n a










“Ausencia terrenal”

De la vida al eterno hueco.
¡Qué vacío se mira cuando el alma llora!
¡Qué hay sin ti ahora
sino llanto, sólo llanto seco!












7 | P á g i n a











“Ciudad roja”

¡Escucha, hermano, los gritos
que salpican a la urbe carmesí,
nombrada ya ”el hogar de los malditos”!












8 | P á g i n a








“Confesiones”
(Confesión primera)

De tus nefandos labios
conocí el calor de un beso inquieto.
Testigo fue el crepúsculo aquél
de tu infame y seductor encanto.
¿Qué conjuro has dejado a la
luna, que desconoce brillar
para tu deseo travieso?
¡Hechizado estoy de ti!, me confieso.









9 | P á g i n a

“Delirio inevitable”
(A Lestat, el vampiro)

Sí, hay sangre maldita
en cada partícula de tu ingrávido ser.
Tú, la obra trágica del viejo
Magnus, lloras y ríes en un delirio inevitable.
Esa imagen tuya frente al espejo
no es sino de algo perverso y deleznable.
Fluye bajo tu mirada púrpura
el color de la muerte y la vida,
y en tus pálidas manos hallas poder
y una riqueza inconcebida.
¡Oh, Lioncourt, volviste a nacer!,
y la noche, al igual que tu, aún perdura.
¡Brinda, Lestat, en nombre de la eternidad!
¡Qué eres ahora sino del mal una servil criatura!

Mientras, en un rincón de la ciudad
un fiero villano camina
con navaja y pistola en mano.
¡Vaga en Paris la sangre asesina!
¡Anda, juez de la maldad,
sacia tu voraz instinto de placer y tortura!



10 | P á g i n a









“Del miedo”

¡Oh, magno desconcierto!,
que brotas en infinitos rincones,
donde interminables eslabones
extienden el propósito de lo incierto.
¡Desdichado aquel que, despierto,
se halle en lo hostil de tus temibles prisiones!











11 | P á g i n a










“Del odio”

¡Qué hay en el odio sino una vasta amargura,
un fuego que persigue mil veces y mil veces tortura;
una gota de aquel vino que a la sangre procura
ardiente y a la razón despoja lento de su cordura!













12 | P á g i n a









“Horas”

Se marchan las horas,
tan pronto se han ido,
devorando cada latido
que marca el ritmo del corazón.
¿Qué destino hay en espera
para ti, para mí, para cualquiera?











13 | P á g i n a










“La suerte”
(Declaración primera)

Lo declaro: no es palabra o escrito;
circunstancia es del afortunado
la suerte. Hay, en lo nunca esperado,
toda verdad y también cualquier mito.











14 | P á g i n a








“Poesía”
(A Jorge Luis Borges)

¡Ah!, la poesía,
ese espejo de la vida
donde tienen cabida
ávidos secretos,
elevadas súplicas, bellos sonetos…
y también el pesar de la agonía.











15 | P á g i n a









“Recuerdo y olvido”

¡Qué eres sino un recuerdo perdido!,
sin palabras ni voces
ni ojos que te miren.
¡Que los astros giren!;
que sus cantos goces;
que sobre ti caiga la pesada losa del olvido!











16 | P á g i n a









“Sombras de la noche”

Heme aquí, entre sombras intranquilas, sin alma,
donde la sed del placer nunca encuentra calma.
Es el valle de la soledad,
donde arden las brasas del fuego,
donde se camina sin rumbo cual ciego
apresado en su profunda oscuridad.












17 | P á g i n a








“Tragedia en el paraíso”

¡Oh, desgracia infame para Abel
haber caído en el agrado divino!,
pues, celoso, un corazón ruin
en plan malvado le dio muerte.

¡Inútil romper el maleficio, Caín,
descargado como señal en tu frente!
¿No es la voz de ti mismo en Lamec, hijo de Metusael,
donde ya corre el soplo asesino?










18 | P á g i n a




“Viento de plata”

Toco tu mano y veo la huella del tiempo.
Te miro, y en tus ojos el brillo de lágrimas vivas.
Escucho tu voz, y en ella la paz que serena.
Me hablas de un sueño, de un largo camino,
llevando sobre tu cabeza la corona de un laurel divino. Un blanco silencio llega sin dolor ni
lamento
mientras la vida arrebata.
Mi vista se nubla, viento de plata,
procurando la nada, lo que no se percibe del exterior.
He visto ángeles abrir la fortaleza celestial
aguardando a tu llegada,
y han dispuesto para tu nueva morada
un valle de rosas con especial atención.
Ahora que libre eres del tiempo, haré preso
tu recuerdo en cada instante
de la armoniosa aurora,
en cada estrella fulgurante
que ilumine mis memorias, mis días, mis escasas horas.





19 | P á g i n a









“Vigía errante”
(A José Gorostiza)

Es la ola desprendida del mar,
que viaja y vigila cada rincón
de los océanos noche y día.
¡Qué incansable, pues, será el ritmo
sin final de su errante travesía!











20 | P á g i n a









“Yo”
(Primer fragmento)

¡Qué soy sino cosa terrenal,
composición de pasiones, deseos…,
arreos que la vida lleva y abandona
en las ruinas de un cuerpo mortal!












21 | P á g i n a














miguelangelmondragonjacobo@gmail.com




























Esta obra se terminó de imprimir en
México, D.F.

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