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Carlos Montemayor,

poeta chino de la dinastía


Tang │ El depredador
2010 / I

domingo 21 mayo, 2017

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Como comenté la semana pasada, el 2010 fue un
depredador literario pues se llevó a Carlos
Montemayor, José Saramago, Carlos Monsiváis,
Germán Dehesa y Alí Chumacero. Como me
comprometí entonces, dedicaré una columna a cada
uno de ellos, comienzo con Carlos Montemayor.
Además de narrador, poeta, traductor, ensayista,
novelista, activista político y luchador social, Carlos
Montemayor fue melómano, a los siete años comenzó
a tocar guitarra, después se pasó al piano y finalmente
estudió ópera y tomó clases en la Escuela Superior de
Música y en el Conservatorio de Canto de Madrid.
Escribió libretos para ópera y grabó algunos discos.
Nutrida es su obra literaria, para recordarlo este día he
elegido su último poemario, Los poemas de Tsin Pau,
libro publicado por Alforja en 2007 que comenzó a
gestarse dos décadas atrás. En 1989 hizo un viaje a
China y visitó la inveterada ciudad Xian, capital de la
dinastía Tang, donde descubrió la vigencia que tenían
en pleno siglo XX dos poetas del siglo VIII, Li Bai y
Du Fu. Pese a no le eran desconocidos pues tres años
antes había trabajado con el poeta chino Chen Guang
Fu en la preparación de una antología de poemas de la
dinastía Tang, quedó sorprendido con el hallazgo de
que esos poetas aparecían en las conversaciones
cotidianas, vigencia que, explica en su texto Un poeta
de la dinastía Tang: Du Fu, «me pareció después
explicable por dos razones: primero, por la calidad de
la obra de Li Bai y sobre todo de Du Fu; segundo, por
la singularidad del pueblo chino, acaso poseedor de la
cultura más poderosa y antigua del planeta».
El texto dedicado al poeta que habría de convertirse en
su referente concluye con la afirmación: «Du Fu, poeta
del realismo clásico, dicen las historias de literatura
china. Pero ante obras como la suya, ¿qué significa
realismo? ¿Algo más sugerente o verdadero que la
condición humana? ¿Algo diferente a nosotros
mismos? Quizá nunca la gran poesía ha significado
algo más que nosotros mismos».
Muchos años después, tocado por la sensibilidad de
Du Fu y sus contemporáneos, se construyó a sí mismo
como poeta de la dinastía Tang, personalidad con la
que escribió una serie de poemas en los que aproxima
los paisajes y, en especial, la neblina del país oriental
con los de su natal Chihuahua.
A semejanza de los de los chinos antiguos, los poemas
de Tsin Pau están determinados por la proximidad con
la naturaleza, la contemplación filosófica y la
delicadeza de las imágenes:
El remanso
A este lugar del río los barqueros
le llaman el remanso del ámbar.
Las aguas adquieren aquí un color de nube,
de cristal invadido por el cielo.
No son profundas las aguas,
pero muchas embarcaciones las surcan.
No son violentas, pero pocos valientes
se atreven a sumergirse en ellas.
Dicen los aldeanos de Tian Yu
que ésta es la corriente más vieja.
Que aquí el agua nos mira,
que piensa y permanece,
que pasa una vez y regresa
fingiendo que es desconocida.
No puede ocultar su conciencia.
Por eso le llaman Dai Jupo: el que trae ámbar.
Tsin Pau ya había aparecido como personaje en uno de
los cuentos de su libro Las llaves de Urgell pero en
este poemario se convierte en emisor de su propia voz,
en el poeta del que se vale para homenajear a la poesía
china tradicional a partir de sus propios rasgos.
En una entrevista publicada en la revista Siempre, le
comentó a Gabriel Ríos: «Esta libertad de escribir con
sencillez me ayudó a ser libre y escribir sobre temas
directamente humanos. Como si fuera otra persona me
surgió personificar a Tsin Pau. Confieso que soy yo
mismo, nada más que ubicado en esa tradición china
milenaria, como un breve homenaje».
Sobre su proximidad estilística con Du Fu, respondió
al entrevistador: «Me siento muy identificado con él
por la cercanía con el campo, con los desheredados y
con su crítica objetiva a las injusticias. A mí me
sorprende el realismo de su poesía y que después de
milenios se pueda sentir su presencia física. Lo tomé
de inmediato como un patrimonio personal y ahora
que lo dice es muy posible que me haya sorprendido
anteriormente sin darme cuenta cabal que no sólo me
identificaba con esa poesía directa, sino también con
una posición política. Du Fu es uno de mis colegas del
pasado, maestro literario y ejemplo político».
Las dos versiones del poema la noche, afirmó: «Son
centrales en el libro estos poemas de Tsin Pau. No hay
ninguna mención a ningún nombre chino, y aunque no
existe apoyo en ese sentido, el lector puede sentir que
hay una continuidad. Estos dos poemas tienen una
intención peculiar que tiene que ver con otro poema
mío en el que una de las líneas dice más o menos así:
todo cuerpo recuerda la tierra en que nació. La
sensación de lo ya vivido es lo que pretendo que se
asuma con las dos versiones. Como que algo está
movido o fuera de foco. En ese ligero movimiento es
como decir ya he estado aquí».
Y sobre el poema La espera: «Empezamos en la
bóveda celeste y terminamos en la tumba. Es un ciclo
de lo vivo. Es el caso de los gansos salvajes que se van
y queda desolada la tierra que después reverdecerá. Me
pregunto si tendremos la oportunidad de vivir de
nuevo. Al final de poema retrato la muerte de un niño
que es algo más intenso. Mi hermano murió cuando
era muy pequeño y mi segundo hijo también. Son
referencias íntimas que a partir de la vida y el círculo
familiar aparecen como una cosa natural».
Con esa incertidumbre de no saber si tendría la
oportunidad de vivir de nuevo, Carlos Montemayor
partió el 28 de febrero de 2010. Acaso ha vuelto
transfigurado en noche como conjetura en su poema,
acaso terminó en la tumba y reinició en la bóveda
celeste, acaso desde entonces, noche es.

La noche
(primera versión)
Anocheció hace algunas horas
y he salido al jardín.
Puedo escuchar la corriente del río a lo lejos,
la abundancia de insectos nocturnos,
las hojas de los árboles que se agitan.
En la casa ya no tengo vino.
Hacia la montaña, una parte del cielo
está despejado, con numerosas estrellas.
¿Por qué parece más inmenso el cielo, si no hay luna?
La oscuridad cubre árboles, senderos, colinas.
Pareciera que el mundo está ocupado ahí, en la
oscuridad,
que el mundo ahí prepara algo más.
¿Por qué ahora parece más inmenso el silencio?
Siento que el silencio algo espera.
Hacia el río, la noche es más densa.
En este momento no sé qué pensar.
No sé si la noche es una forma de lo que yo seré.
O si es un aviso de lo que debo ser. –

La noche
(segunda versión)
Ha anochecido y salgo a solas al jardín.
Puedo escuchar la corriente del río a lo lejos.
Oigo la abundancia de insectos nocturnos
y el rumor de las hojas de los árboles, movidas por el
viento.
Hacia la montaña, una parte del cielo
está despejada, sin nubes,
con numerosas estrellas.
¿Por qué parece más inmenso el cielo, si no hay luna?
La oscuridad cubre árboles, senderos, colinas.
Pareciera que el mundo está ocupado ahí, en tanta
oscuridad,
que el mundo ahí prepara algo más.
¿Acaso porque en la casa ya no tengo vino
parece ahora más inmenso el silencio?
Hacia el río, la noche es más densa.
Estoy a solas y no quiero pensar.
Ahora no sé si la noche es una forma de lo que yo seré.
O si es un aviso de lo que empiezo a ser. –
https://formato7.com/2017/05/21/carlos-montemayor-poeta-chino-de-la-dinastia-tang-
%E2%94%82-el-depredador-2010-i/
La noche —primera versión
Anocheció hace algunas horas
y he salido al jardín.
Puedo escuchar la corriente del río
a lo lejos,
la abundancia de insectos
nocturnos,
las hojas de los árboles que se
agitan.
En la casa ya no tengo vino.
Hacia la montaña, una parte del
cielo
está despejado, con numerosas
estrellas.
¿Por qué parece más inmenso el
cielo, si no hay luna?
La oscuridad cubre árboles,
senderos, colinas.
Pareciera que el mundo está
ocupado ahí, en la oscuridad,
que el mundo ahí prepara algo más.
¿Por qué ahora parece más
inmenso el silencio?
Siento que el silencio algo espera.
Hacia el río, la noche es más densa.
En este momento no sé qué pensar.
No sé si la noche es una forma de lo
que yo seré.
O si es un aviso de lo que debo ser.
-

La noche —segunda versión


Ha anochecido y salgo a solas al
jardín.
Puedo escuchar la corriente del río
a lo lejos.
Oigo la abundancia de insectos
nocturnos
y el rumor de las hojas de los
árboles, movidas por el viento.
Hacia la montaña, una parte del
cielo
está despejada, sin nubes,
con numerosas estrellas.
¿Por qué parece más inmenso el
cielo, si no hay luna?
La oscuridad cubre árboles,
senderos, colinas.
Pareciera que el mundo está
ocupado ahí, en tanta oscuridad,
que el mundo ahí prepara algo más.
¿Acaso porque en la casa ya no
tengo vino
parece ahora más inmenso el
silencio?
Hacia el río, la noche es más densa.
Estoy a solas y no quiero pensar.
Ahora no sé si la noche es una
forma de lo que yo seré.
O si es un aviso de lo que empiezo
a ser. –

https://www.letraslibres.com/mexico/un-poema-tsin-pau
“EMPEZAMOS
EN LA
BÓVEDA
CELESTE Y
TERMINAMOS
EN LA
TUMBA”
25 JULIO, 2015| CULTURA EN MÉXICO| VIEWS: 137
José Gabriel Ríos

Dos años y pico antes de su desaparición, Carlos


Montemayor (13 de junio de 1947- 27 de febrero de 2010)
me habló de su cercanía con los poetas chinos, quienes lo
sorprendían por el realismo de su poesía -“…y que después
de milenios se pueda sentir su presencia física…”- y
también del libro Los poemas de Tsin Pau.
Carlos Montemayor comenzó a trabajar los poemas de Tsin
Pau, 17 años después de haber conocido a los poetas chinos
de la dinastía Tang. Del libro titulado Los poemas de Tsin
Pau, conversó el tenor, poeta, traductor, activista y autor
de una extensa obra novelística y periodística.
—En el libro Los poemas de Tsin Pau y en otros tuyos,
parece que la neblina y el paisaje son elementos
imprescindibles.
—Tsin Pau es un personaje de mi libro de cuentos Las
llaves de Urgell (Premio Xavier Villaurrutia, 1972), pero
en esta ocasión lo considero como poeta y no como
estudiante de la capital del imperio que aspiraba a ser
gobernador de una provincia. He tenido la oportunidad de
acercarme a la poesía china de la dinastía Tang por algunos
amigos chinos. Mi estancia en China ya hace algunos años
me envolvió por la presencia de la neblina. A mí, la neblina
me atrae y seduce mucho porque me obliga a concentrarme
de otra manera, en un sentido corporal, espiritual.
En Parral, Chihuahua, los inviernos suelen ser poderosos y
entonces la neblina es permanente. Me he encontrado con
neblinas en otros sitios, y por lo tanto, es uno de los
momentos que, por ejemplo, en China, la neblina me ha
acompañado. Los paisajes que voy describiendo en Los
poemas de Tsin Pau vienen de distintas regiones. Los fui
escribiendo a lo largo de algunos viajes que realicé a Italia,
en las montañas que divide la zona de Bolonia y Toscana,
ahí donde existe una pendiente muy pronunciada y en la
que sentí que no me estaba esforzando en caminar, sino que
estaba cargando mi cuerpo.
Cuando hablo de nogaleras y cerezas, bueno, cerezas no
hay en Chihuahua, pero recuerdo las fiestas de mi padre y
el paisaje de mi infancia. Si escribo de la nieve me estoy
refiriendo a una nevada que me tocó presenciar en el
Museo de Pittsburgh. En el poema “La noche”, que son dos
versiones, me llegó muy cerca de Pisa, Italia. Sentí que
algo me estaba llamando atrás, y no, era muy rulfiano: el
silencio y la noche.

Esta libertad de escribir con sencillez me ayudó a sentirme


libre y abordar temas directamente humanos. Como si fuera
otra persona me surgió personificar a Tsin Pau. Confieso
que soy yo mismo, nada más que ubicado en esa tradición
china milenaria, como un breve homenaje.

—El poeta chino Du Fu mantiene un paso constante en los


personajes de tu obra, en el sentido poético de acercarse
con pasión a la pobreza de los campesinos ¿Es así?
—Me siento muy identificado con él por la cercanía con el
campo, con los desheredados y por su crítica objetiva a las
injusticias. A mí me sorprende el realismo de su poesía y
que después de milenios se pueda sentir su presencia física.
Lo tomé de inmediato como un patrimonio personal, y
ahora que lo dices, es muy posible que me haya
sorprendido anteriormente sin darme cuenta cabal que no
sólo me identificaba con esa poesía directa, sino también
con una posición política. Du Fu es uno de mis colegas del
pasado, maestro literario y ejemplo político.

Son centrales en el libro dos poemas de Tsin Pau. No hay


mención a ningún nombre chino, y aunque no existe apoyo
en ese sentido, el lector puede sentir que hay una
continuidad. Estos poemas tienen una intención peculiar
que tiene que ver con otro poema mío en el que una de las
líneas dice más o menos así: “todo cuerpo recuerda la tierra
en que nació”. La sensación de lo ya vivido es lo que
pretendo que se asuma con las dos versiones. Como que
algo está movido o fuera de foco. En ese ligero movimiento
es como decir: ya he estado aquí.

—En el poema “La ventana” se percibe la concreción del


libro.
—“La ventana” fue uno de los primeros poemas. Ahí trato
de relacionar la luz del día con el despertar súbito e
imprevisto de la mujer.

—¿Cuando estás a solas piensas en Parral, en los ríos,


huertos, bosques, así como lo describes en el poema “La
fiesta”?
—A mí me ha afectado la muerte de mis padres. Mi madre
falleció hace muchos años y con esa pena escribí varios
poemas que llevan por título Memoria; son textos que se
refieren a Parral. Cuando desapareció mi madre escribí un
poema en el que describo una hiedra. En esa misma serie
estoy con mi padre y hablo con él de la plata, cuya veta es
negra; de la oscuridad, de los mineros. Una de mis
hermanas vive fuera del país y cuando llega y nos reunimos
con nuestros hijos, y ahora con mi nieto, hacemos unos
recuerdos formidables, nos reímos mucho y estamos muy
contentos: es un gran festejo. De estas reuniones viene el
recuerdo de mis hermanos, de mi padre, del guitarrista que
en el poema “La fiesta” toca el laúd. Es el aliento de la
dicha de los hermanos y la familia. He tenido siempre una
pasión por mi tierra, árboles, ríos, y también por mis
amigos.
—En el poema “La espera” se conecta el cielo con la
tierra.
—Empezamos en la bóveda celeste y terminamos en la
tumba. Es un ciclo de lo vivo. Es el caso de los gansos
salvajes que se van y queda desolada la tierra, que después
reverdecerá. Me pregunto si tendremos la oportunidad de
vivir de nuevo. Al final del poema retrato la muerte de un
niño, que es algo más intenso. Mi hermano murió cuando
era muy pequeño y mi segundo hijo también. Son
referencias intimas que a partir de la vida y el círculo
familiar aparecen como una cosa natural.

La entrevista que me concedió el escritor y activista social


en defensa de las comunidades indígenas, se incluye en el
libro de reciente aparición El canto del aeda. Testimonio
de Carlos Montemayor, de Pablo Espinosa (Universidad
Autónoma de Nuevo León, 2015).

http://www.siempre.mx/2015/07/empezamos-en-la-boveda-celeste-y-terminamos-en-la-tumba/

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