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ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE EL EQUILIBRIO ECOLOGICO

Manuel Briceño Méndez

El equilibrio ecológico, puede ser considerado desde dos puntos de vista, que
obviamente establecen diferencias notables entre la percepción y la valoración de los
sistemas naturales, conforme a la primacía que se le otorga, bien a la Naturaleza en
sus propias leyes y dinámicas bien a la función social que esa naturaleza
representa para una comunidad humana.
De esta manera podríamos decir que el equilibrio ecológico es una tendencia de los
sistemas naturales, sobre la base del balance que se produce en el flujo de energía,
que mantiene el sistema; el mayor equilibrio podríamos encontrarlo cuando los
sistemas naturales llegan a su climax, es decir cuando se establece una perfecta
armonía entre todos los elementos presentes en el sistema, lo cual hace que el flujo
de energía se cumpla sin ninguna interrupción y sin pérdidas significativas, es decir
con un alto grado de eficiencia donde las interrelaciones entre todos los elementos
del sistema, es decir todas las especies, encuentran su óptimo y se estabilizan sobre
la base de ese optimo de funcionamiento.
Estos equilibrios, sin embargo, pueden ser modificados, como consecuencia de los
cambios que pueden producirse en otros sistemas vecinos, o por cambios de mayor
trascendencia como pudieran ser los cambios climáticos, los movimientos sísmicos,
las erupciones volcánicas, etc.

Pero cuando el equilibrio ecológico se considera desde la perspectiva de la


intervención humana, estaríamos estableciendo el balance entre los impactos que se
derivan de la presencia humana, por la naturaleza productora de los grupos
humanos, lo cual se traduce en alteraciones significativas al medio natural, no
obstante que en muchos casos, las actividades del hombre reproducen de manera
simplificada, los mecanismos de compensación que utiliza la naturaleza.
Los impactos derivados de las actividades productivas de la especie humana, están
en directa relación con los niveles tecnológicos utilizados y con las racionalidades
que privan el uso de los recursos naturales; pero al mismo tiempo están íntimamente
vinculados con la capacidad que tienen los sistemas naturales de responder a las
intervenciones, sin perder su propia capacidad para reproducirse o para mantener su
funcionamiento intrínseco, es decir, el nivel de sensibilidad del sistema a las
intervenciones provocadas por las actividades del hombre.

De esta manera, el equilibrio ecológico es una función de los valores sociales que los
recursos naturales - es decir los territorios con todas sus potencialidades naturales,
económicas, socioculturales y geopolíticas -, tienen en un momento dado, para una
comunidad local, regional, nacional o transnacional específica.
Este equilibrio puede medirse, por tanto, en términos de los impactos ambientales
que las actividades provocan y la sensibilidad ambiental de los sistemas naturales,
generando así un balance negativo o positivo, que puede revertir las tendencias
naturales o por el contrario favorecerlas.

Actualmente, dadas las nuevas opciones de desarrollo que se agrupan en torno a la


Sustentabidad como paradigma para una nueva racionalidad en las actividades
productivas, se trata de establecer normas de mitigación a los impactos que generan
las actividades humanas, tratando de compensar los daños que estos impactos
puedan producir tanto al funcionamiento de los sistemas naturales por su propia
dinámica, como a los cambios que estos impactos significan con relación a las
prácticas de manejo y a las percepciones y valoraciones que de estos sistemas
tienen las comunidades locales.

Manuel Briceño Méndez


Noviembre, 2000

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