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Ya se ha dicho que tales mecanismos fueron caracterizados por los pactos, acuerdos,
negociaciones y alianzas, las cuales lograron la acumulación de fuerzas mediante la
neutralización, la tregua y el control de las fuerzas restantes del diagrama político que se había
generado. El estudio del sistema político venezolano de los últimos treinta anos ha mostrado,
para muchos autores, la existencia de este particular mecanismo social sobre el cual descansa el
modelo político vigente. Aníbal Romero, por ejemplo, ha dicho que "El S.RV (Sistema Político
Venezolano) es esencialmente el producto de una serie de pactos constitutivos formulados en el
periodo inicial de su establecimiento..." (Romero, 1989: 118). Por su parte, Margarita López
Maya y Luís Gómez Calcaño, han señalado (1989: 98):
A partir del ano 58 fue pautándose un conjunto de formulas que viabilizaron el proyecto de
democracia representativa, cuyo modelo hegemónico esta constituido por una alianza entre los
cinco autores sociales de mayor peso al inicio del proceso: partidos políticos, grupos
empresariales, sector militar, movimiento sindical e Iglesia. Los pactos constitutivos acordados
entre ellos dirigieron los asuntos claves para la continuidad del modelo de desarrollo que venia
desenvolviéndose en los años anteriores y establecieron las reglas del juego en el sistema
político.
Tanto mas se constata que estos mecanismos han estado en la base del diagrama de fuerza del
modelo político venezolano, cuanto que los mismos han acompañado al sistema político desde
sus inicios. Los pactos, ha dicho el mismo Aníbal Romero (cfr. 1989: 124):
...han funcionado aceptablemente por anos; no cabe duda que hasta fines de la década de1 70 y
principios de los 80 se mantuvo del espíritu de los pactos, aunque la dinámica política y social
conllevó a constantes modificaciones y negociaciones complementarias, orientadas a dar
renovados bríos a los equilibrios inestables entre elites....
Conviene por tanto hacer el inventario de los mismos a fin de describir los procesos estratégicos
sobre los cuales se funda la hegemonía partidista del modelo político vigente. Uno de los
primeros pactos que aparecen en los registros es el que comúnmente se ha denominado el
PACTO DE NUEVA YORK. Efectivamente, por razones de sobrevivencia, los lideres Rómulo
Betancourt, Jóvito Villalba y Rafael Caldera, estando acosados por la dictadura, que no cesaba
en su afán de hacer desaparecer a la institución partidista, convienen en el cese de las pugnas
interpartidistas que se habían generado por la actuación del partido Acción Democrática durante
el gobierno del 45... La pretensión hegemónica y sectaria de AD -como ya he dicho- había
delibitado a la institución partidista al proporcionar los enfrentamientos interpartidistas que
minaron el poder y abonaron el golpe del 48. "La experiencia acumulada -ha dicho López Maya
(1989: ó4ss) desde el fracaso de la opc1ón partidana ensayada durante el trienio 1945-1948, y las
dificultades que afrontaron en el decenio dictatorial, habían propiciado en el interior de estos
organismos una formula de acción partidista conjunta o unitaria que permitiese derrocar al
Gobierno del General Pérez Jiménez".
De tal suerte que, mas que una salida lógica, lo que se le presentó a aquellos lideres fue una
estrategia forzada que estaba al margen de sus voluntades, se trataba de una acción obligada por
la necesidad de sobrevivir frente al acoso de la institución militar. Y es, justo en este marco de
necesidades, donde emerge el Pacto de Nueva York y en el que quedan articulados los acuerdos
ulteriores. Eduardo C. Schaposnik ha dicho al respecto (1985: 210) que.. "la tregua en la lucha
interpartidista... en verdad traducía los acuerdos logrados en Nueva York por Rómulo Betan-
court, Jóv1to Villalba y Rafael Caldera".
Margarita López Maya ha sostenido además (1986: 65 que..."las conversaciones sostenidas en
Nueva York por Rómulo Betancourt (AD), Jóvito Villalba (URD) y Rafael Caldera (COPEI)
como algunos representantes del sector empresarial (Eugenio Mendoza), terminaron
dinamizando la propuesta unánime excluyente del PCV". Y prosigue diciendo:.. "El peso de las
conversaciones de Nueva York se hizo sentir desde los primeros meses en la Junta de Gobierno,
que si bien no hizo pública su adhesión, a esta, la legitimó llamando para consultas só1o a estos
tres partidos políticos".
Hay que decir en este punto, que tal pacto ha sido desmentido por Jóvito Villalba. Aunque
admite que tan só1o hubo "acuerdo en evitar la repetición de errores que habían facilitado el
golpe del 48" (Schoposmk, 1985: 245).
El pacto de Nueva York, en consecuencia, fue una estrategia forzada por la pugnacidad con la
institución militar y cuyo fin estaba orientado al cese de los enfrentamientos interpartidistas.
Se trataba por tanto del primer paso importante en la consolidación de los partidos, otrora
enfrentados, como institución sólida capaz de disputarle el poder a la institución militar, la cual a
pesar de ser hegemónica en aquel entonces, atravesaba momentos de debilitamiento, producidos
por las divisiones que sostenidamente le minaban coherencia institucional.
Con el pacto de Nueva York, los partidos cobran el sentido de institución y despliegan una
estrategia unitaria de negociaciones que terminan traduciéndose en una visión homogénea de sus
responsabilidades históricas, objetivadas en una serie de negociaciones políticas ulteriores que
completan el inventario de los pactos, acuerdos, negociaciones y alianzas que hemos llamado
aquí los MECANISMOS EXTERNOS DE CONTROL SOCIAL de la institución partidista
venezolana, tales como el PACTO DE AVENIMIENTO que estudiaremos de seguido.
Quizás este pacto sea lo que el Dr. Jóvito Villalba haya considerado propiamente un pacto, a
juzgar por la calificación que el Dr. Villalba hace del pacto de Nueva York. Sin embargo, la
diferencia entre aquel y éste só1o se haya en el carácter publico que este ultimo se le dio. Este
pacto de avenimiento fue fechado el 24-04-58, justo en los tiempos de alta confiabilidad social.
Se trataba, precisamente, de una estrategia de control social que le permitiera a la institución
partidista garantizarse una acumulación de fuerzas favorables que le facilitaran el sometimiento
de las instituciones políticas restantes y del espacio económico, que era un territorio sensible en
la pugnacidad.
En este punto los investigadores coinciden. El objetivo clave, han dicho, era comprometer mas a
fondo a los sectores económicamente dominantes de la sociedad venezolana con el nuevo orden
democrático a cambio de un freno a las aspiraciones salariales de los obreros" (Romero, 1989:
119). Lo cual revela, cómo mediante esta estrategia de control social, la institución partidista se
garantizaba no só1o una tregua en el espacio de los conflictos laborales, sino que ponía de
manifiesto el grado de poder que había ya alcanzado frente al movimiento sindical, y advertía, de
ese modo, su fuerza frente a los sectores económicamente influyentes, vale decir, frente a la
Federación de Cámaras y Asociaciones de Comercio y Producción (FEDECAMARAS), que se
había constituido desde mediados de los años 40 y que mantenía un rol político en el diagrama
de fuerzas vigentes para entonces.
A decir verdad, el Pacto de Avenimiento Obrero Patronal vino a culminar de manera explicita un
proceso soterrado de control que los partidos venían ejerciendo sobre los sindicatos. "Poco antes
del 23 de enero como ha dicho López Maya (1989: 66) - en el seno de la Junta patriótica se
impulsó la creación del Comité Sindical Unificado (CSU), como técnica de los partidos políticos
para mantener unificados los recursos a favor de la conspiración y viabilizar una
democratización posterior". Todo lo cual viene a confirmar lo que, por lo demás no ha permane-
cido en secreto, que los sindicatos "desde los anos cuarenta han estado progresivamente
sometidos" a las pautas organizativas e ideológicas de los partidos (López, Maya 1989: 66).
Esta estrategia de control le permitió a la institución partidista lograr, mediante el sometimiento
del Comité Sindical Unificado, confiscar las fuerzas del movimiento sindical y empresarial
organizado. El dispositivo de poder usado para esa transferencia de fuerzas hacia la institución
partidista fueron las Comisiones de Avenimiento, creadas por el documento del Pacto y
constituidas por representantes patronales y sindicales, mediante las cuales se neutralizaba toda
resistencia y se transfería todo el protagonismo político a la institución partidista, quien de este
modo confiscaba y acumulaba fuerzas, convirtiéndose en un poderoso centro receptor en el
diagrama vigente.
Caso similar va a suceder con el pacto que firmó la institución partidista con la militar.
Una de las instituciones mas pugnases a lo largo del proceso histórico venezolano de los últimos
dos siglos ha sido, como hemos dicho ya, la institución militar. De modo que la institución
militar no era una institución cualquiera en aquel diagrama de fuerzas; por lo contrario ha sido,
en el proceso político moderno, la mas importante y por tanto lo que ha tenido mayor capacidad
de revalizar con la institución partidista. Este proceso, que he mostrado profusamente hace
detenernos en el tratamiento que la institución partidista va a dar a la institución militar a partir
de 1958.
Comprender la relevancia de esta institución y la necesidad de someterla es, en cierto modo,
comprender el tejido de desarrollo sociopolítico de Venezuela del ultimo siglo.
Este acuerdo suscrito por la institución militar, se expresó en los acuerdos sucesivos. En el
programa Mínimo de Gobierno suscrito dote meses después del golpe del 58, se puede leer que
"Las Fuerzas Armadas son un cuerpo apolítico, obediente y no deliberante" (MONETA,
1990:90). Pero también en la Constitución de 1961, Articulo 132, donde la institución militar
queda definida como "apolítica, obediente y no deliberante".
Lo que la institución militar solicito a cambio de su subordinación pareciera muy poco: "garantía
del mejoramiento de las condiciones socioeconómicas de los miembros de las Fuerzas Armadas
y participación directa y autonomía de acción en el aparato del Estado en todo lo referente a los
asuntos que atañen directamente a sus intereses" (López Maya y Gómez Calcaño. 1989:74). No
obstante, como ya se ha dicho, su debilitamiento le imponía limites objetivos en sus
negociaciones, aunque la autonomía lograda no dejaba de ser una amenaza para la institución
partidista.
Conviene destacar que, a pesar de que efectivamente, estas estrategias de debilitamiento, control
y confiscación de fuerzas que la Institución partidista le impuso a la militar, logro su cometido, la
pugna no ceso. El orden partidista se ha convulsionado al débil ritmo de los sucesivos
levantamientos militares: los intentos de golpes del 22 de Julio de 1958, los del 07 de Septiembre
de 1.960 y los cuatro golpes de 1.962, confirman la reactivación de la disputa institucional,
aunque con una institución militar debilitada y distraída por la amenaza común de la lucha
armada; también lo confirman los intentos del 02 de Febrero de 1.992 del Movimiento
Bolivariano y los golpes sucesivos ahogados en sangre, que recién conmovieran al país. Todo lo
cual revela la efectividad de la estrategia de control social que la institución partidista use para
someter a la institución militar.
Esta "autonomía" que la institución partidista se vio obligada a otorgarle a la institución militar,
constituía una verdadera amenaza en lo sucesivo, razón por la cual justo el mismo día que la
Junta Provisional anunciaba el pacto (27/07/58), anunciaba también, mediante el decreto 288, la
creación del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas; con lo que quedaba
automáticamente eliminado el Estado Mayor General. Lo cual significaba una clara estrategia de
debilitamiento de la unidad de mando, con el deliberado propósito, como lo establece el primer
considerando de dicho decreto (Schaposnik, 1989: 238), de evitar todo intento de golpe por parte
de las fuerzas armadas. Esta estrategia puede entenderse en la medida en que se entienda que el
Estado Mayor General concentraba el poder de las cuatro fuerzas, mientras que el Estado Mayor
Conjunto, es una suerte de órganos superior colegiado donde cada fuerza (Ejercito, Marina,
Aviación y Fuerzas Armadas de Cooperación) tendrá su respectiva comandancia general. Vale
decir, lo que se pretendió evitar fue que una Bola persona, el Estado Mayor General, tuviera la
capacidad de decisión sobretodo el cuerpo militar. Mientras que mediante el decreto la marina
atendería a solo las ordenes del Comandante General de la Marina, la Aviación al Comandante
General de la Aviación y así sucesivamente.
Pero también en estos imperativos estratégicos donde deben entenderse el Pacto de Punto Fijo,
uno de los acuerdos mas importantes. Este acuerdo, suscrito por los mismos signatarios de
acuerdo de Nueva York, fue realizado el 31 de Octubre de 1958. De la lectura del texto puede
deducirse que las motivaciones del Pacto eran consolidar la hegemonía de la institución
partidista en el poder, comprometiendo a los partidos y al resto de los actores sociales a prever y
a enfrentar toda invención golpista, valga decir para enfrentar todo intento de la institución
militar por retomar el poder. Para decirlo en los términos del texto se perseguía lograr la
institucionalidad partidista con base en el procedimiento eleccionario y una tregua política que
evitara todo enfrentamiento interpartidista. Pero sobre todo, cerrar filas frente a una posible «
intervención de la fuerza contra las autoridades surgidas de la votación». Es decir, mantener una
unidad orgánica e institucional frente a cualquier intento pugnas por parte de la institución
militar.
"El Pacto de Punto Fijo permitió el primer paso en la formalización de la opción partidaria del
sistema político venezolano al explicar los compromisos a que habían arribado las copulas
dirigenciales de tres partidos políticos: Acción Democrática (AD), COPEI y Unión Republicana
Democrática (URD). (López y Calcaño, 1989: 71) O como ha dicho Elsa Cardozo de Da Silva
(Moneta, 1990: 80): "El acuerdo político interpartidista conocido como el Pacto de Punto Fijo
resume la fortaleza y la debilidad del organismo: es un acuerdo que se propone evitar el conflicto
generalizado, garantizando representatividad a los principales adores políticos, pero, a la vez,
consagra a los partidos políticos (excluido el Partido Comunista) como canalizadores
fundamentales de la participación política...." O el mismo Romero quien considera que: "El
Pacto reconoc1ó que la existencia de diversos partidos y las naturales divergencias entre estos
podía ser canalizadas dentro de pautas de convivencia, y, lo que es mas importante, que existían
intereses comunes en la supervivencia del sistema que todos los sectores en el mismo debían
defenderse". (1989: 119 ss).
A juzgar por los autores citados, este Pacto perseguía un objetivo similar a las demás estrategias
de control que hemos citado: potenciar las fuerzas de la institución partidista por la vía de una
tregua en la lucha interpartidista, consolidando así un frente único contra todo intento de
insurgencia de la institución militar.
La Comisión Interpartidista de Unidad y el Programa Mínimo fueron los dos dispositivos de
poder mediante los cuales la institución partidista se garantizo el control sobre los acuerdos
suscritos en el programa. No obstante, el primero de los dos opero también garantizando los
votos partidistas en los procesos electorales. A este respecto se ha señalado (López M. y otros,
1989: 72) que... "La salvaguarda de este acuerdo - refiriéndose al Pacto de Punto Fijo - se dejo a
cargo de una Comisión Interpartidista de Unidad y se considero que el conjunto de votos que
obtuvieron estas tres agrupaciones en los comicios de diciembre se considerarían votos unitarios
en pro de la consolidación del Estado de Derecho, ya se vera posteriormente, como este acuerdo
de defensa electoral aunado al tipo de sistema electoral será uno de los mecanismos básicos que
explican el control de los organismos y de los procesos electorales en Venezuela durante los
últimos 30 anos".
De modo que suscrito el pacto y creados estos dispositivos de poder, la institución partidista
sienta las bases para suprimir sus luchas internas y fortalecerse. Así mismo, al capitalizar
fuerzas, subordinando los intereses particulares de los dirigentes al interés supremo de los par-
tidos, confisca el protagonismo social y emerge como sujeto político. Al tiempo que unifica en
un programa común los objetivos institucionales que debían sostener su propio orden de poder y
canaliza todas las fuerzas sociales y políticas en la dirección mas conveniente a sus intereses
institucionales, sentando el marco donde se debatirán las nuevas performatividades sociales.
Con el programa mínimo ocurrirá lo mismo que con los acuerdos anteriores, por eso diez meses
mas tarde de la firma del Pacto de Punto Fijo, el 07 de Diciembre de 1958, la institución
partidista acuerda suscribir el programa mínimo a fin de darle concreción a otro de los
dispositivos de poder que se habían establecido en el citado Pacto de Punto Fijo. Es en este
dispositivo de control donde se hallan expresado los elementos básicos sobre los cuales la
institución partidista desplegara su activismo político. Efectivamente, este programa mínimo,
firmado ante el Consejo Supremo Electoral, se constituirá en la plataforma programática que
definía las líneas estratégicas comunes que los diversos partidos debían desplegar, en el esfuerzo
común de hacer de los intereses partidistas los imperativos del orden: hacer de la institución
partidista la institución hegemónica y marco de las perfomatividades sociales.
En este sentido las fuerzas signatarias del pacto se comprometieron, entre otras colas, a fijar de
manera explicita, en una constitución Nacional, las reglas del juego político que privilegiara una
sociedad de partidos; un plan de desarrollo nacional, al cual quedarían subordinados los planes
de desarrollo regionales, administrados políticamente mediante las corporaciones regionales de
desarrollo y apoyados por el Banco Industrial, el Banco Agrícola y Pecuario y la Corporación
Venezolana de Fomento, a objeto de lograr un desarrollo controlado por los dispositivos
partidistas; una empresa nacional de petróleo, que controlaría los voluminosos ingresos
provenientes de la renta petrolera; y una disposición explicita de control y subordinac1ón de las
Fuerzas Armadas, al asignarle formalmente una posición no deliberante.
Cualquier tipo de análisis que se le haga al Programa Mínimo, revela que el mismo paso a ser
uno de los dispositivos de poder que, en el marco de los mecanismos externos que describimos,
permitió la confiscación del poder social y el fortalecimiento de la institución partidista.
Lo mismo ocurrió con el Pacto con la Santa Sede. Como se sabe, la Iglesia fue otra de las
instituciones pugnases que constituyeron el diagrama de fuerzas del 58. La Iglesia que había
tenido enfrentamiento con la institución militar desde el Siglo XVIR, luego con el régimen
partidista del 45 y posteriormente con el régimen dictatorial perejimenista, sumó su pugnacidad y
su fuerza al derrocamiento de la institución militar en 1958.
A la caída del dictador, la institución eclesiástica constituía una fuerza real que, incluso, en
diversas oportunidades protegió a los lideres partidistas perseguidos, en la etapa de dispersión y
debilitamiento de los partidos que se organizaban en la clandestinidad. Esta fuerza de la
institución eclesiástica fue, progresivamente, confiscada por la institución partidista; para lo cual
se valió del CONVENIO ENTRE VENEZUELA Y LA SANTA SEDE, firmado el 6 de Marzo
de 1.964 por su Excelencia Reverendisimo Monseñor Luigi Dadalgio, nuncio apostólico en
Venezuela, y el doctor Marco Falcón Brazono, Ministro de Relaciones Exteriores, facultados, el
primero por su Santidad el Sumo Pontífice Paulo VI y el segundo el Presidente de aquel entonces
Sr. Rómulo Betancourt. Entre otras cosa este MODUS-VIVENDI (MONETA, 1990:80) que la
Iglesia firmara con el liderazgo de la institución partidista, le garantizaba a la Iglesia, según el
articulo 11 del convenio, la llamada Asociación Eclesiástica, que no era otra cosa que una
obligación presupuestaria "...para el decoroso sostenimiento de los Obispos, Vicarios Generales
y Cabildos Eclesiásticos" (LOPEZ, MAYA y otros, 1989: 122): así como también presupuesto
para edificaciones y conservac1ón de templos. Mientras que, a cambio, la institución partidista,
entre las cosas mas importantes, se reservaría según el articulo ó del convenio, la potestad de
objetar al nombramiento de cualquier "Arzobispo u Obispo diocesano, o de un Prelado Nullius, o
de sus Coautores con derecho a suces1ón..."
Con lo cual la institución partidista se garantizaría que las autoridades eclesiásticas renunciaran a
toda pugnacidad y que la institución eclesiástica le transfiera su fuerza social. De este modo, la
institución partidista le confisca el poder social que había exhibido la Iglesia y la suma al numero
de instituciones bajo su control, logrando así incrementarse sus fuerzas políticas en el marco de
la correlación de fuerzas que prevalecería desde entonces. Por esta vía la Iglesia junto con los
miembros del poder legislativo (Senadores, Diputados al Congreso de la República, Diputados a
las Asambleas Legislativas, Concejales, etc.), y el poder ejecutivo (Presidente de la Republica,
Gobernadores, Miembros de la Administración Central, Miembros de la Administración
Descentralizada) pasaron a ser fichas controladas por la institución partidista. Control este que se
extenderá a los miembros del poder judicial, al Procurador General de la Republica, y el
Contralor General, etc.
Pero en todo los acuerdos que suscribieron los partidos de aquel entonces, el acuerdo sobre el
modelo electoral resultaría ser uno de los mas importantes y uno de los que menos se ha
estudiado. Quizás haya contribuido a ello el hecho de que este acuerdo no se llego a expresar en
ningún documento público y de que fue necesario mucho tiempo para evidenciar que la
naturaleza misma del proceso ha sido ventajosa a los modelos de los partidos que lo idearon.
Rafael de La Cruz ha dicho al respecto que el modelo es "...un sistema electoral en el que salvo
para elegir al Presidente de la Republica, se votaba por listas de partidos en las que ni siquiera se
especificaban los nombres de los candidatos a concejales, diputados y senadores". (1992: 21).
Mientras que el escritor Juan Liscano (1992: 106) ha visto en e1, un modelo de elección"...
mediante la practica cuantitativa de planchas representadas por un color... (que)... convierte a las
diputaciones legislativas, en representación no de la colectividad, sino de los intereses del
cenáculo que manera a su discreción la existencia partidista. Pero, en cualquier caso, lo que
habría que subrayar es que, la institución partidista, que para 1959 había logrado ya ser una
maquinaria nacional de militantes activistas (LOPEZ MAYA y otros 1989: 64) logra acordar un
modelo de elección diseñado bajo el imperativo de los modelos de partidos que lo creaban. Un
sistema de elección nacional, simultaneo, manual, por colores, por planchas cerradas y sobre
todo por mesas y urnas electorales, ha requerido para su operatividad de unos partidos tipo
maquinarias nacionales de militantes activistas, adiestrados en el arte de atender " 6.917 mesas
electorales" (CSE, 1993), lo cual suma un ejercito de, aproximadamente, 70.000 militantes-
activistas (entre testigos, logística, etc.) movilizándose simultáneamente por los 255 municipios
del país. Y este ejercito de activistas, profesionales en el acto de manipulación y en muchos
casos de falsificación de tarjetas y actas de votación son las estructuras que garantiza no solo que
el proceso se realice, sino que pueda ganar solo aquellos partidos de estructura leninista.
Mauricio Duverger (1990:448) ha dicho, sobre el análisis de estos tipos de fenómenos que "...el
sistema de partidos no es solo el reflejo de la opinión publica, sino la consecuencia de elementos
exteriores y técnicos (como la forma de escrutinio) que se impone a ella". Y ello sin duda en
Venezuela ha resultado muy cierto. De allí que como se ha repetido tantas veces: "las elecciones
se ganan o se pierden en las mesas electorales".
Una consecuencia ulterior de estos sistemas electorales, pero que ha estado en la naturaleza de su
diseño, ha sido entonces lo que se ha conocido como la delincuencia electoral, que como se
desprende de lo expuesto no es, una aberración del modelo sino el modelo mismo. En este
sentido, este modelo electoral garantizó que los únicos partidos capaces de ganar elecciones
fueran aquellos que tuvieran capacidad de defender cada boleta y cada acta en las 6.917 mesas
electorales. Y estos no eran otros que las maquinarias políticas nacionales, suscriptores del pacto
y "comprometidos" a respetarse sus respectivas votaciones.
Bajo este sistema de votación, ningún partido pequeño y menos aun ningún grupo de electores
podían salir vencedores en estas contiendas, dado que el carácter de sus respectivos
representantes de mesas no tenían forma posible de evitar que sus votos se los repartieran las
maquinarias del pacto. De tal suerte que la opinión electoral nacional ha vivido la ficción de
creer que los candidatos ganadores han sido el resultado de la voluntad libre del elector. Aquí se
cumple lo que ha dicho Duverger (1990:448): "El sistema de partido es menos una fotografía de
la opinión, que la opinión una proyección del sistema de partidos". De manera que en el caso
venezolano, este acuerdo sobre el modelo electoral, ha operado con un alto grado de
performatividad, ha operado eficientemente como un dispositivo de poder mediante el cual se ha
controlado la opinión electoral y ha hecho de ella "una proyección del sistema de partidos", con
lo cual la institución partidista logró legitimarse: máxime si se tiene en cuenta que el poder del
elector no se ha delegado voluntariamente sino que se ha confiscado evidentemente mediante
estos procedimientos de control que se le han impuesto.
Finalmente, en cuanto a los mecanismos externos se refiere otros de los dispositivos que ha
operado con mocha eficiencia ha sido el acuerdo logrado, por los anos de 1970 entre los
signatarios de Punto Fijo. Se trata de lo que en la clase política se ha denominado: el Pacto
Institucional.
Visto desde un marco genealógico el Pacto Institucional ha sido un mecanismo mas de control
social mediante el cual la Institución partidista abolió la división de los poderes y concentró las
fuerzas sociales. La institución partidista, mediante estos mecanismos, se reservó el control de
las directivas tanto de la Cámara del Senado como de la Cámara del Congreso. Así como
también, de los miembros del Poder Judicial (los magistrados de la Corte Suprema de Justicia y
los miembros de la Judicatura), del Fiscal del Ministerio Publico, del Contralor General de la
Nación y del Procurador General de la Nación.
El Pacto institucional opero entonces como un mecanismo de control social, mediante el cual la
institución partidista, en la medida en que subordino al poder Legislativo, al poder Ejecutivo y al
poder Judicial, abolió la división de los poderes y suplanto al llamado Estado de Derecho.
Emergiendo, de ese modo, el partido como el instrumento real de decisión; donde las fuerzas
sociales, confiscadas, fueron a concretarse. De tal suerte que con base en estos mecanismos, la
institución partidista suplanto al Estado y diseño el tejido social bajo su imperativo.
No obstante, el modo especifico de como la estructura orgánica de la institución partidista
suplantaría al Estado y sometería bajo su control, solo puede entenderse si revisamos lo que en
paginas anteriores se ha llamado mecanismos internos de control.
Otro de los mecanismos de control social que la institución partidista desarrollo, fueron aquellos
que hemos denominado los mecanismos internos. Efectivamente, tales mecanismos de control
tienen que ver con la estructura organizativa misma de los tipos de partidos que organizaron el
tejido social a partir de 1.958.
Estos mecanismos, consisten realmente en las diversas instancias orgánicas. Llamadas por
algunos, los órganos ejecutivos de los partidos. Y por otros, los organismos funcionales.
Los partidos, se fueron organizando como unas maquinarias nacionales. Estructuradas a partir de
diversas instancias organizativas (órganos ejecutivos o funcionales), de carácter jerárquicos: En
Acción Democrática hallamos, por ejemplo, en orden de jerarquía, al Comité Ejecutivo Nacional
(C.N.E.), como órgano supremo, quien traza las directrices nacionales. Luego se hallan,
supeditadas al CEN, las diversas secretarias nacionales, que vuelven operativas las directrices del
CEN y, además definir las directrices de las Secretarias Seccionales (de Educación, Deporte,
Asuntos Municipales, Salud, Cultura, etc.). Y así de este modo, esta estructura organizativa
atraviesa verticalmente al país desde el nivel Nacional hasta el nivel Municipal, pasando por el
Estadal y el Distrital. Y horizontalmente, se desplegara un tejido político que permeará todo el
territorio del país.
En el partido Social Cristiano (COPEI) encontramos las mismas instancias. El Comité Político
Nacional (C.P.N.), organismo ejecutivo supremo al cual se hallan subordinados, en sentido
jerárquico, los Comité Político Distritales (C.P.D.) y os Comité Políticos Municipales (C.P.M.),
asi como las diversas secretarias nacionales (de Educación, Deporte, Cultura, Asuntos
Municipales, Salud, Profesionales y Técnicos). En este orden, los Comités Políticos Distritales,
son los órganos ejecutivos de mas alta jerarquía a nivel de cada estado y a el se hallan
subordinadas las diversas secretarias. Y así sucesivamente, hasta llegar a los municipios. Con lo
cual reproducen, tanto vertical como horizontalmente, las mismas características de A.D., que
son como hemos dicho características militares.
En la medida en que se fueron desplegando estos mecanismos de control social (los externos y
los internos), la institución partidista venezolana fue fabricando un tipo particular de modelo
político, donde cada punto del tejido social se hallara controlado. Un tipo de modelo político
donde cada institución, cada dependencia y cada funcionario como una fabricación de ese orden
se hallaran subordinados a la institución partidista.
Con los mecanismos externos de control social, la institución partidista logro:
Con los mecanismos internas, la institución partidista logro hacer de sus instancias organizativas
internas, es decir, de sus organismos ejecutivos o funcionales, los lugares reales del ejercicio del
poder; los organismos nacionales (CEN, CPN, ETC.) pasaron a controlar los entes nacionales del
Estado (Presidencia de la Republica, Senado, Congreso de la Republica, Fiscalía General,
Contraloría General, Corte Suprema, Consejo Supremo Electoral, etc). Los organismos
ejecutivos estatales (C.E.S.), (C.RD., etc) pasaron a controlar los entes estatales (Gobernaciones,
Asambleas Legislativas, Contralorías, Tribunales, etc.). Los distritales y los municipales hicieron
otro tanto. Manteniendo, estos organismos funcionales o ejecutivos, una estructura vertical y
jerarquía y una unidad de mando que le ha permitido a las directrices nacionales (a los cogollos)
el control de sus instancias orgánicas estatales, distritales y municipales.
Así mismo, las diversas secretarias, se estructuraron de manera vertical y adquirieron las
funciones de control de los organismos del estado. La Secretaria Nacional de Educación, paso a
ejercer el control sobre el Ministerio de Educación; la Secretaria Seccional, sobre las zonas
educativas; y así sucesivamente. La Secretaría Nacional de Salud, paso a ejercer el control sobre
el Ministerio de la Salud; la Secretaria Seccional sobre las Comisionadurías de Salud. Y así, este
esquema se extendió a todos los órganos sociales. Cada órgano del Estado paso a ser controlado
por la respectiva secretaria, que en razón de su estructura vertical y jerárquica, transferían poder
a los organismos nacionales y por tanto a los respectivos cogollos.
A este respecto ha dicho Simón Saez Mérida que ..."El Estado, como estructura institucional, son
los partidos del bipartidismo (quienes) hall anulado el juego institucional, hall estrangulado el
funcionamiento del Estado, hall envilecido la realidad jurídico-política y administrativa"
(1987:85). Y termina señalando que... "las instituciones no funcionan sin el partido". Y
efectivamente, las instituciones del Estado fueron vaciados de toda utilidad, de todo valor y de
todo poder. Por ello, ha sido asunto de sentido común del venezolano, dirigirse primero a los
órganos funcionales o ejecutivos de los partidos si necesitan resolver problemas en algunas
instancias de la administración pública. Por ejemplo, aquel que requiera de un permiso del
Concejo Municipal debía dirigirse primero a la Secretaria de Asuntos Municipales del Partido, la
cual, cumpliendo, por los canales regulares de mando, los tramites de consulta a sus, organismos
superiores, impartía las ordenes disciplinadamente, procediendo conforme a las ordenes del
partido. Así mismo, quien necesitara ingresar como medico a un hospital publico o quien deseara
ingresar como estudiante, maestro, o profesor de educación primaria, media o superior, debía
disciplinadamente hacer lo propio, es decir dirigirse primero a la secretaria correspondiente.
A este tejido, creado por la institución partidista a partir del 58, es a lo que Záez Mérida ha
llamado..." Una democracia sin estado y sin institucionalidad, una democracia, degradada,
partidocracia, una democracia donde la institucionalidad, es sustituida por el carnet, por la tarjeta
de recomendación, por el soborno y la cuota de corrupción". (1987: 106).
De este modo, los mecanismos de control social de la institución partidista se reforzaron
recíprocamente. Mientras que los mecanismos externos de control confiscaban todas las fuerzas
potenciales de las demás instituciones sociales, los mecanismos internos se desplegaban
confiscando funciones, utilidad, valor y poder a los organismos institucionales públicos.
Mientras los mecanismos externos de control se expresaban como un "pacto por arriba", como un
acuerdo entre e1ites (Moneta, 1990) los mecanismos internos se manifestaban como un tej1do
estructural de funciones sustitutivas de las funciones del Estado.
Ha sido, en suma, este proceso de disputa el que ha permitido que la institución partidista pasara
a ser, a partir del 58, el control de la Vida social del modelo político venezolano.
Tal es el papel de la disputa institucional en la Constitución del modelo político venezolano. Por
ello me he persuadido de que solo la comprensión profunda de la disputa histórica que ha
registrado, a lo largo de los dos (2) últimos siglos en Venezuela entre la institución militar y la
institución partidista, puede permitirnos entender el modelo político.
BIBLIOGRAFIA