Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
SEPTIEMBRE-OCTUBRE 2018
Ante alguna situación que nos inquieta, podemos reaccionar positiva
o negativamente; hacer acciones que nos ayuden a recuperar la calma, nos permite
reconocer y expresar adecuadamente nuestras emociones y nos dispone
a reaccionar más positivamente. En ocasiones nos esforzamos demasiado
por alejar los sentimientos de tristeza, enojo, frustración, etc. Sin embargo,
entre más naturalmente se expresen y acepten estos sentimientos, más sencillo
resulta deshacerse de ellos o al menos disminuirlos.
Recuerda que cada persona es distinta, por lo que la forma en la que una persona se siente ante un hecho puede ser
muy diferente. Por ejemplo, subirse a una montaña rusa.
Cuando tu hijo esté muy alterado, trata de mantener la calma y ayúdalo a bajar la intensidad de sus emociones. Con un
tono tranquilo, recuérdale respirar y motívalo a hacer algo que le ayude a calmarse (dibujar, caminar, platicar, etc.). Sé
paciente y demuéstrale que estás con él. Que descubra que nunca pierde tu cariño, sin importar cómo se sienta.
Pregunta a tu hijo, “¿qué ha pasado?”, escucha con atención, esto le alentará a seguir hablando de lo que le altera y le
molesta, y por lo tanto se sentirá más capaz de enfrentarse a sus sentimientos y problemas.
Resiste la tentación de negar los sentimientos, aconsejar o mejorar las cosas al instante. Permite a tu hijo expresarse,
no interrumpas, puedes decirle frases como: “oh”, “mmm”, “ya veo”.
Ten una actitud compasiva y empática que muestre un genuino interés en lo que están experimentando, aunque a tus
ojos sean cosas de niños o de poca importancia. Recuerda que tu hijo es distinto a ti y su mundo y sus preocupaciones
son distintas.
Acepta todos los sentimientos, sin embargo si es necesario restringe las acciones.
“Veo que estás muy enojado, puedes hablar con tu hermano y decirle que eso no te ha gustado, pero no golpear”.