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LA VENTANA EN EL PAISAJE URBANO: BIBLIOGRAFÍA COMENTADA

Por: Juan Fernando Noreña Quesada

En la investigación que he venido realizando sobre el paisaje urbano, y sobre el


cual realicé mi maestría en Brasil, he realizado una bibliografía comentada, en la
cual analizo unos autores que han sido referencia en mi investigación. En esta,
reflexiono sobre el papel preponderante de la ventana en la construcción del
paisaje.

TOPOFILIA O LA DIMENSIÓN POÉTICA DEL HABITAR


Citando a Heidegger, Carlos Mario Yori realiza un análisis de la actual crisis del
ser humano, de su imposibilidad de relacionarse armónicamente con el mundo
que ha construido. El hombre Dasein (Ser-ahí) es el responsable de construirse un
mundo que, en última instancia, lo albergue. Tal construcción se realiza
originamente desde el nombrar: el mundo significa según la manera en que lo
nombro; e igualmente se construye desde el hacer, en cuanto praxis del nous
theoretikós. Pero este mundo se ha tornado hostil, generando desarraigo y lo que
el autor denomina toponegligencia, crisis del habitar. Esta crisis es causada por el
olvido de la esencia de la técnica (téjne), que desde la Modernidad racionalista, ha
sido trasvalorada en un mero hacer técnico-instrumental, llevado a su paroxismo
desde la instauración de la Revolución Industrial, objetualizando al mundo y al
hombre mismo. La falta de curia (Sorge) por el mundo es el resultado del olvido
del ser de lo humano, y esta crisis se refleja en el estado del mundo.
Ante esta situación, Yori propone reorientar el hacer, de modo que éste sea ante
todo poiético, un hacer que exprese la relación del hombre con el mundo; el
mundo como casa del hombre, como huella de su trazo, como tópos de alguien,
que lo habita desde el lenguaje. Entendemos así que dos pulsiones mueven al
hombre a construir el mundo: la necesidad de cobijo y la “mostración del ser del
ente”. Estamos expuestos ante el Otro (E. Levinas) develándonos como signos del
mundo que habitamos.
El mundo es todo aquello con lo que el hombre se hace a sí mismo, aquello que lo
protege de ese mundo exterior: la nada, el sin-sentido, ante el cual sólo queda
construir un mundo con-sentido, bajo la forma de un testimonio que exprese las
formas del habitar.
EL PENSAMIENTO PAISAJERO
En su libro, Augustín Berque
HUNDERTWASSER. EL PINTOR-REY CON SUS CINCO PIELES Y EL PODER
DEL ARTE
La desnudez del hombre evidencia su “ser lanzado”, es decir, su necesidad de
construirse un mundo que en últimas cuentas lo albergue, mundo que es escritura,
tópos del lenguaje, el cual se construye, como en pintura, por capas envoltorias,
sus pieles: epidermis, ropa, casa, entorno social –identidad–, entorno mundial y
ecológico. Estas pieles no sólo tienen la función de protección frente al mundo
exterior, sino también, y considerando la necesidad humana de mostración, de
expresar su Weltaanschaung, su visión del mundo.
El paisaje, entendido, bien como género pictórico o como realidad espacial, es
imagen, mostración de esa dérmica, que como obra, en proceso constante de
construcción y re-significación, da cuenta de las maneras de habitar y de las
visiones de mundo de quienes se con-forman con éste, en un proceso re-creador.
En correlación con lo anterior, para Hundertwasser, el derecho a la ventana
consiste en que cada individuo está facultado para intervenir la externalidad de su
ventana: “El que vive en una casa debe tener derecho a asomarse a su ventana y
a diseñar como le apetezca todo el trozo de muro exterior que pueda alcanzar con
el brazo. Así será evidente para todo el mundo, desde la lejanía, que allí vive una
persona”. Para Hundertwasser, ésta es el potens, la posibilidad de mostración, de
exponerle al Otro parte de su mundo. También para el pintor, el cuadro es
análogo a la ventana, es su ventana por antonomasia.
Todo el pensamiento de Hundertwasser se articula en la pintura; es como pintor
que el artista ve el mundo y comprende el hacer artístico. Para nuestro autor, la
pintura puede mostrar las posibilidades que tiene el mundo, lo que éste puede
llegar a significar, y cómo lo podemos construir, siendo la pintura la que inspire a
los arquitectos y no al revés. “Los arquitectos deben diseñar las casas según la
pintura, porque ya no existen casas bonitas”; si orientamos la frase hacia el tema
de estudio de esta investigación, conviene que miremos el paisaje según la pintura
porque el paisaje ya no es bonito, o como dice Wallace Stevens en uno de sus
dísticos: “El mundo es feo y la gente está triste”. Seguir esta alternativa motivará el
hacer poético en la cotidianidad para la construcción social del territorio.
Es así como en la propuesta artística de Hundertwasser pueden verse las dos
artealizaciones: in-visu e in-situ, transformando así nuestra manera de percibir el
mundo.

BREVE TRATADO DEL PAISAJE


La tesis de Alain Roger es la siguiente: No existe belleza natural, nuestra
percepción de lo bello está mediada por el arte. El arte moldea la mirada mediante
operaciones artísticas (artealizaciones) que permiten inventar el mundo,
mostrándolo por primera vez. Estas operaciones artísticas son de dos clases: in-
visu (representaciones, descripciones) e in-situ (transformaciones en el entorno).
El paisaje es invención del arte, que “artealiza” el país, la patria (Hölderlin), en
paisaje. La percepción de éste ha ido cambiando a medida que las invenciones del
arte nos han permitido ver el mundo de forma nueva.
Así que el paisaje como género pictórico cumple una función educadora,
moldeando nuestra mirada y nuestra percepción, al igual la forma en la que nos
relacionamos con el mundo. Vemos el mundo por primera vez cuando lo lo vemos
a través de los ojos de los artistas. La mirada artística, igualmente humaniza
nuestra mirada

EL PAISAJE, GÉNESIS DE UN CONCEPTO


Los conceptos también son construcción cultural. Se van gestando durante generaciones,
a medida que cambia la percepción del mundo. Para que surja el concepto deben darse
unas circunstancias histórico-colectivas, cambios en la percepción del mundo. Es así
como se construye la realidad.
Javier Maderuelo, mientras realiza un recorrido histórico por la civilización occidental,
expone la historia de cómo nació el concepto de paisaje. Para este análisis cita las cuatro
condiciones que deben cumplirse al hacer referencia a una cultura paisajista según
Augustín Berque:

 Una palabra que denote el término.

 Literatura de paisaje.

 Pintura.

 Jardines cultivados para el placer contemplativo.

El paisaje es una experiencia estética de la contemplación. Por tal motivo, es necesario


que una cultura paisajista tenga tiempo de establecer una relación con la Tierra que no
esté sometida a términos del cálculo productivo.
Después de hacer un recorrido por la historia de la civilización Occidental –y Oriental–,
Maderuelo establece el nacimiento del género pictórico de “paisaje” en Occidente, en la
Holanda del siglo XVII.– El nacimiento del paisaje inaugura una nueva visión del mundo.

ANTROPOLOGÍA SIMBÓLICA DEL PAISAJE


Partiendo de análisis de su trabajo de campo como antropólogo, y por medio de ejemplos,
Fernández de Rota explica lo que significa para él el término "Antropología simbólica del
paisaje", recurriendo a la definición del diccionario de la real academia de la lengua, se
entiende el paisaje como producto del arte, pero también como realidad espacial,
concreta, histórico-colectiva.
El término "Antropología simbólica del paisaje" se refiere a los sentidos que adquiere el
paisaje entendido éste como realidad espacial por la actividad humana sobre el territorio.
En su esfuerzo por construir su hábitat, el hombre le da forma material al paisaje, el cual
es expresión de la cultura. Así, las diversas formas del paisaje: los caminos, las casas,
los cultivos, los campos, los bosques, son referentes de sentido que nos remiten a la
weltaanscaung, cosmovisión (forma de interpretar el mundo y de comprenderse inmersos
en él) de quienes lo constituyen; a sus imaginaros, a su relación con la tierra y la
utilización de los recursos, a su escala de valores.
Son entonces el espacio geográfico y la pertenencia a un grupo social referentes
esenciales de identidad. El espacio geográfico aporta los recursos para suplir las
necesidades, al mismo tiempo que el hombre extrae de su entorno las imágenes con las
cuales se representa el mundo en la búsqueda del sentido de la existencia. Es así como
las formas del paisaje y su intervención humana, están íntimamente relacionados con la
geografía y las representaciones del grupo social.
PAISAJE Y PENSAMIENTO
La mirada paisajista hace al hombre consciente del paso del tiempo. Éste se transforma
como sustrato físico; las actividades sobre el territorio generan transformaciones
culturales de modo que la historia del paisaje es la historia de cómo el hombre ha visto e
interpretado el mundo, estableciendo relaciones con él, con sus correspondientes
connotaciones económicas, sociales, políticas e ideológicas.
Frente a estas transformaciones culturales, queda pensar el paisaje, no para darle mayor
trascendencia que al hacer, sino para que el hacer adquiera sentido, y, a su vez,
enriquezca la meditación acerca del ser, de lo ante los ojos. Pensar acerca del hombre y
lo que le rodea, su circunstancia, estancia que lo circunda, el mundo como mundo de
alguien.
LA ACTUALIDAD DEL PAISAJE
El paisaje es construcción humana en doble sentido: como constructo mental, es decir, en
cuanto imagen que el sujeto se hace del mundo. A esta categoría pertenecen las
representaciones gráficas y pictóricas, abstractas o figurativas.
En cuanto realidad física, consiste en el entorno donde se desenvuelve la vida del
hombre. Así, el paisaje cobra dos sentidos: como soporte físico (hypokeímenon) y en
cuanto forma de ser percibido. En la actualidad, no es posible hablar de paisaje natural,
porque toda la tierra ha sido antropizada: el paisaje es entonces imagen de la acción
humana sobre el territorio.
Las consecuencias del abandono del mundo se ven reflejadas en la fealdad del paisaje,
entendida en términos de posibilidad de supervivencia. Esto supone un cambio de actitud
de la estética a la ética, ya que el actual terror ante el paisaje no procede tanto de los
desastres naturales, como de las consecuencias del obrar humano sobre el territorio, que
desencadena una relación disfuncional generalizada con su hábitat (óikos). La
industrialización del territorio, y las necesidades globales de uniformización consumista,
han generado dinámicas que ocasionan carencias identitarias, desarraigo, pérdida del
vínculo con el país y sus paisajes y un perpetuo nomadismo mutante.

LA EXPERIENCIA ESTÉTICA DE LA NATURALEZA Y LA CONSTRUCCIÓN DEL


PAISAJE
De las ideas que Simón Marchan Fiz desarrolla en este capítulo, por brevedad, unas
veces, otras por no repetir lo ya dicho, sólo quiero tomar dos que son claves: La primera
es la idea paisaje en cuanto una experiencia corporal; la segunda, cómo la velocidad ha
cambiado nuestra percepción del paisaje.
El hecho de que el paisaje sea una experiencia corporal, implica que hay un movimiento
que busca el motivo, que hay un desplazamiento, una búsqueda de horizonte de sentido.
Igualmente, implica que la experiencia del paisaje, aunque es de preferencia visual,
involucra todos los sentidos: los sonidos, los olores, las sensaciones táctiles de frío o
calor, en fin, los sentidos participan en la percepción de lo atmosférico.

BIBLIOGRAFÍA:
FERNÁNDEZ DE ROTA, José A. Antropología simbólica del paisaje. In: GONZÁLEZ
ALCANTUD, José A. ; GONZÁLEZ DE MOLINA, Manuel (eds.). La tierra. Mitos, ritos y
realidades. Barcelona: Antropos, 1992
MADERUELO, Javier. El paisaje. Génesis de un concepto. Madrid: Abada, 2006
–––––(Dir). Paisaje y pensamiento. Madrid: Abada, 2006
MARCHAN FIZ, Simón. La experiencia estética de la naturaleza y la construcción del
paisaje. In: MADERUELO, Javier (Dir). Paisaje y pensamiento. Madrid: Abada, 2006
RESTANY, Piere. Hundertwasser. El pintor-rey con sus cinco pieles y el poder del arte.
ROGER, Alain. Breve tratado del paisaje. Madrid: Biblioteca Nueva, 2007.
YORI, Carlos Mario. Topofilia o la dimensión poética del habitar. Bogotá: Javeriano,
2006.

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