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MARINO PÉREZ HABLA SOBRE “LA INVENCIÓN DE LOS TRASTORNOS MENTALES”

Marina Díaz Toca

PSICOPATOLOGÍA

2PSP1

2018/2019

Marino Pérez Álvarez, doctor en Psicología, especializado en Psicología Clínica, catedrático de Psicología

de la Personalidad, evaluación y trastornos psicológicos de la Universidad de Oviedo, y Héctor González

Pardos, doctor en Biología, especializado en Neurociencia conductual y profesor titular de Psicobiología

del Departamento de Psicología de la Universidad de Oviedo, publican en el 2007 el libro “La invención

de los trastornos mentales” y suscitan una gran polémica y enfrentamiento entre las prácticas clínicas tanto

de la Psicología como de la Psiquiatría, afirmando que ambas se inventan los trastornos mentales. La

Sociedad Asturiana de Psiquiatría los ha tachado de frívolos e inmorales por dicha afirmación. A partir de

esta situación evaluaremos los argumentos que Marino Pérez, uno de los autores, vierte sobre esta polémica.

Es obligado analizar el contenido del libro publicado por dichos autores para desgranar los argumentos

mantenidos por ellos para decidir desarrollar este título tan provocador para los profesionales de la

Psicología y la Psiquiatría. El libro se presenta dividido en grandes partes: la primera se titula “El

desenmascaramiento de la Psiquiatría y de la Psicología Clínica”; el segundo “Psicofarmacología: estado

de la cuestión” y el tercer bloque “Tratamientos Psicológicos: estado de la cuestión”. El primer capítulo

toca el tema del “Efecto Charcot” como ejemplo de cómo, el director del primer laboratorio psicológico,

conseguía encontrar en sus pacientes lo que él mismo propagaba. En el segundo capítulo se trata el

marketing sobre cómo fomenta la venta de medicamentos para curar los trastornos. En el tercero se exponen

ejemplos de trastornos mentales inventados: estrés postraumático, la depresión-epidemia, la fobia social…

De los capítulos cuarto al octavo se habla de la Psicofarmacología, de su historia, de su funcionamiento y

sus efectos secundarios, de la investigación psicofarmacológica y de la verdad sobre la neuro-imagen. Por


último, en la tercera parte, los autores definen tratamiento psicológico, quién lo hace y qué eficacia de

curación tiene, exponen diferentes tratamientos y terapias y, en el capítulo quince, se expone la eficacia de

combinar la terapia y el medicamento. Por último, en las conclusiones del libro, se afirma que el probable

origen de los trastornos mentales hoy en día está en el modelo contextual en donde se desarrollan dichos

problemas.

Según el laboratorio Adamedtv, en la publicación en 2014 del artículo “Tres de cada cuatro trastornos

mentales están provocados por problemas en el desarrollo del cerebro” se pone de manifiesto que hay

trastornos mentales que tienen su origen en el embarazo (si la madre consume tabaco, alcohol o drogas, es

maltratada o sufre depresión), en el parto si el bebé sufre falta de oxígeno, o incluso, en el bajo peso del

recién nacido, como probables causas de que al no estar desarrollado el cerebro en unas condiciones

óptimas, hay riesgo de desarrollar enfermedades mentales durante el desarrollo del niño. Pero, también se

afirma en el citado artículo que hay otros trastornos mentales que no tienen un origen biológico, sino que

se han desarrollado en sociedad, lo que Marino Pérez denomina el modelo contextual, es decir, que se

pueden prevenir precozmente, porque dichos trastornos por ejemplo, desde el ambiente escolar en niños

que sufren “Bullying”, o desde una política sanitaria preventiva para evitar el desarrollo de la esquizofrenia,

o la ansiedad, la depresión o las adicciones que surgen en períodos de crisis económica (Adamedtv, 2014).

Es decir, todos estos trastornos prevenibles son “inventados”. Al hilo con los contextos donde se dan los

trastornos mentales, los autores de dicho libro diferencian entre el contexto clínico (paciente-profesional)

y contexto extra clínico (marketing, farmacéutica, investigación, política sanitaria, medios de

comunicación). Por lo tanto, aquellos trastornos que no tienen un origen biológico o de formación cerebral,

se dan en el contexto extra clínico y se pueden tratar precozmente.

Por otra parte, ¿es posible que los autores de este libro piensen que los pacientes se inventan sus trastornos

y se inventan su sufrimiento? No es así, es más, afirman que los pacientes sufren y como no quieren sufrir,

sufren más, y echan la culpa de su sufrimiento a la cultura clínica actual. Hoy en día estamos sobre

informados de todos los trastornos mentales que podríamos llegar a tener, así como de los medicamentos

adecuados para curarlos, o incluso de las terapias más adecuadas para tratarlos. Esto tiene que ver con el

contexto extra clínico, anteriormente nombrado, que da lugar a la cultura clínica. En mi opinión, el inventar
los trastornos está íntimamente relacionado con la información no profesional que manejamos la gente de

la calle, saltándonos la evaluación y valoración clínica de un psicólogo o de un psiquiatra, y auto

diagnosticándonos y auto medicándonos a pie de tertulia de cafetería. Entonces sí nos estamos inventando

nuestro trastorno. Comparto la afirmación de los doctores respecto a que estamos convirtiendo problemas

psicológicos cotidianos como: conflictos, fracasos, pérdidas, agobios, dificultades laborales o personales…,

en enfermedades, y, además, nos atrevemos a solucionarlos. ¿Quién se ha “inventado” entonces la depresión

post-vacacional? ¿Los psicólogos? ¿Los psiquiatras? ¿O nosotros mismos para intentar justificar un agobio

personal, o un miedo a enfrentarnos al trabajo y verlo como un castigo en vez de verlo como un privilegio?

En una publicación del año 2007 de la revista Infocop Online se trata el asunto de la influencia

farmacológica en los trastornos mentales. El propio Marino Pérez afirma en dicho medio que gran parte de

los trastornos que sufren las personas hoy en día han sido provocados por la industria farmacéutica,

ayudándose del enorme poder que ejerce la publicidad y el marketing en general, nos ha convencido de que

ciertos problemas cotidianos, de la vida diaria, pueden convertirse en enfermedades muy serias si no son

combatidos con ciertos productos. Es decir, se “inventan” trastornos mentales que no son tales para vender

sus medicamentos preventivos e incluso curativos. ¿Somos conscientes del poder de la publicidad en

nuestra vida diaria? En mi opinión, no tenemos ni idea de en qué medida estamos influenciados por dichos

instrumentos de influencia. Nos bombardean continuamente sobre qué es la felicidad y qué debemos hacer

para sentirnos felices. Estamos manipulados por la imagen de un estado de bienestar al que todos tender de

una u otra manera. Nos hacen sentir infelices para tener el deseo constante de ser felices, bien sea teniendo

un cuerpo ideal, siendo unos estudiantes perfectos, teniendo un montón de cosas materiales, viajando a los

lugares más exóticos, etc… Es decir, nos hacen “inventarnos” sensaciones de inferioridad, de ser

rechazados y marginados si no seguimos sus consejos, o también, se sentirnos deprimidos por no poder

alcanzar esos ideales. Entonces, nos venden productos, terapias o tratamientos para intentar vivir con las

frustraciones que ellos mismos nos han provocado. El autor de este libro también incluye a los psicólogos

y a los psiquiatras como parte en esta manipulación, afirman “serían entidades construidas de carácter

histórico-social, más sujetas a los vaivenes de la vida que a los desequilibrios de la neuroquímica. Su

carácter real sería de otro orden, más del orden de los problemas de la vida que de la biología y de la persona

que del cerebro” (González Pardo, H. y Pérez Álvarez, M., 2007).


¿Se escucha más al paciente o al fármaco? Esta es la continuación al título del libro que nos ocupa este

ensayo, y leído en forma de interrogación los autores muestran una crítica muy directa a la forma de actuar

normalmente por los profesionales de la Psiquiatría. Escuchar al paciente es el primer paso de la evaluación,

en eso estamos de acuerdo, pero lanzarse a la psicofarmacia partiendo de la escucha de una serie de síntomas

es de lo más arriesgado y eso lo que se critica directamente en la segunda parte de este libro. Los autores

nos definen al psiquiatra como en aquel clínico que hace coincidir unos cuantos síntomas con los

componentes de un compuesto químico que los anularían. Entonces en vez de escuchar al paciente se está

escuchando al fármaco. Claro está que en una entrevista no se puede apreciar qué áreas de su cerebro están

alteradas, o qué niveles químicos están alterados. “El médico psiquiatra escucha al paciente y, sobre la base

de la historia que éste relata y la respuesta intuitiva que aquella evoca –curiosa investigación biológica, tan

cualitativamente diferente de los corrientes tests de orina, sangre, líquido cefalorraquídeo, neuro imagen…-

intenta efectuar una valoración de las neuronas del paciente” (Kramer, 1993). Afirma el mismo autor “Se

piensa que nos encontramos en la era de la medicalización de la gran mayoría de los trastornos mentales y

peor aún, de las situaciones cotidianas. No está de más recordar y conviene mencionar que en parte son los

psiquiatras responsables” (Kramer, 1993). Esta afirmación la comparten los autores de nuestro libro y de

aquí que la Asociación de Psiquiatría de Asturias los haya mostrado como profesionales ignorantes, frívolos

e inmorales.

¿Qué aporta, entonces, este libro cuando se enfrentan sus autores con la Psiquiatría y la Psicología como

ciencias clínicas? Ofrecen a los psiquiatras la posibilidad de volver a su tradición clínica, es decir, a intentar

saber más de los pacientes y no tanto de los compuestos químicos, a avanzar más en la investigación sobre

el cerebro y no tanto en los nuevos medicamentos que tratan síntomas, es decir, a intentar saber más de los

trastornos mentales. En cuanto a la Psicología clínica afirman que siempre ha intentado medirse con la

Psiquiatría pero se ha olvidado de ofrecer terapias contextuales dirigidas a la persona y a sus relaciones con

el entorno para hacer personas responsables en los problemas de la vida cotidiana y no tratarlo como un

víctima de ellos.

En conclusión, este libro me ha aportado una visión muy crítica pero muy práctica sobre el objeto principal

de la profesión de psicólogo en el tratamiento de las psicopatologías. “Cuando actuamos de manera

desafortunada, cosechamos dificultades que pueden derivar en problemas psicológicos del

comportamiento, pero considerarlos como enfermedades es una invención” López, E. y Costa, M. (2015).

El psicólogo clínico tiene una función muy importante en nuestra sociedad actual porque, en primer lugar,
necesita conocer con profundidad a la persona y todos los contextos en los que se desenvuelve. Necesita

estar conectado con la evolución de la sociedad actual y de todos aquellos cambios que se producen

continuamente en las relaciones humanas. Necesita identificar todas las carencias que presenta el ser

humano de hoy. Necesita preparar, predecir, orientar y acompañar a las personas en la gestión de todos los

problemas psicológicos que les surjan, propios de la vida cotidiana de las relaciones con otros (problemas

sentimentales, sociales, económicos, familiares, educativos, laborales y de comportamiento). Es obligación

del psicólogo enseñar a gestionar la frustración, el fracaso y no justificar la depresión “inventada” por estos

motivos. Debe enseñar a las familias a educar en la frustración y en la gestión de las emociones y en la

convivencia con otros. Un buen psicólogo necesita ser lo suficientemente humilde para reconocer que él no

es el profesional adecuado para ayudarte porque necesitas un psiquiatra. Como dijo Viktor Emil Frankl

“vienen buscando una respuesta a sus interrogantes y una salida para su sufrimiento”. Por todo ello, no hay

que inventar trastornos mentales como la salida más rápida, un psicólogo auténtico te escucha para

averiguar tu problema y te lo repite con sus palabras para que tú mismo encuentres la solución. “El propósito

primordial del tratamiento de la salud mental debe ser el cuidado terapéutico y el tratamiento de individuos

que sufren disturbios emocionales. Nunca deben ser las ganancias financieras o personales del facultativo.

Las personas que los padecen son inevitablemente vulnerables y sensibles. Por lo tanto, el tratamiento exige

el más alto nivel de honradez e integridad en el facultativo”. (T. Ruiz, 2018)

BIBLIOGRAFÍA

. Adamed TV. (2014). Tres de cada cuatro trastornos mentales están provocados por problemas en el

desarrollo del cerebro (2014). Recuperado de https://www.adamedtv.com/salud-mental/tres-de-cada-

cuatro-trastornos-mentales-estan-provocados-por-problemas-en-el-desarrollo-del-cerebro/

. González Pardo, H., & Pérez Alvarez, M. La invención de los trastornos mentales (1st ed.) Madrid,

Alianza Editorial, 2007.

Infocop Online."LA INVENCIÓN DE LOS TRASTORNOS MENTALES" SIEMBRA LA POLÉMICA.

(2014). Recuperado de http://www.infocop.es/view_article.asp?id=1673

. Kramer, P. Escuchando al Prozac. Barcelona. Seix Barral. 2007.

. López, E. y Costa, M. “Los problemas psicológicos no son enfermedades mentales” 2015.(Ed. Pirámide).

Recuperado de https://www.efesalud.com
.T. Ruiz, Franc. “El negocio de inventar enfermedades” 2018. Recuperado de

https://www.saludterapia.com/articulos/a/1870-psiquiatria-el-negocio-de-inventar-enfermedades.html

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