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Daniel Goleman es el autor del libro “Inteligencia Emocional”. Un libro que debería ser leído y
estudiado no sólo por estudiantes y profesionales de la Psicología, Neurología, Fisiología,
Neuropsicología, sino también por los profesionales de la docencia, médicos, pediatras,
psiquiatras y todos aquellos que tratan el comportamiento de los seres humanos. Es más,
debería ser conocido por todas las personas que tratamos con personas, porque todos los seres
humanos somos seres sociales que necesitamos coexistir con otros humanos, y para que esta
convivencia fuera más completa necesitamos conocer la teoría de este autor porque todos
tenemos cerebro, todos somos inteligentes y seres racionales que tenemos emociones, y, hasta
que Daniel Goleman no te enseña que lo racional no es lo más importante para conseguir la
superación personal y tu crecimiento psicológico, no tendremos éxito en nuestras vidas.
Tras realizar un breve resumen de contenido de sus capítulos concluiré este trabajo con una
reflexión personal de lo que me ha aportado personalmente.
PARTE I
EL CEREBRO EMOCIONAL
Por ejemplo, Goleman, habla de las emociones más básicas y cómo el cuerpo reacciona tanto
físico como fisiológicamente:
Ante la ira: la sangre fluye a las manos, aumenta la adrenalina, el ritmo cardiaco y
nuestro cuerpo se prepara para reaccionar fuertemente.
Ante el miedo: la sangre llega con fuerza a los músculos grandes de las piernas, el cuerpo
se pone frío y las hormonas nos alertan para reaccionar.
Ante la felicidad: el centro nervioso produce energía que hace desaparecer los
sentimientos negativo, sentimos tranquilidad, disposición y entusiasmo para conseguir las
metas.
Ante el amor: el cuerpo siente calma y satisfacción, facilita la cooperación, sentimos
ternura. “Respuesta de relajación”.
En conclusión, las respuestas emocionales nos ayudan a adaptarnos a las diferentes situaciones
de entorno.
El autor trata la evolución del cerebro a través del tiempo, primero fue el cerebro emocional y
éste evolucionó al cerebro pensante o “neo corteza”, lugar donde se almacenan los
pensamientos pero que tiene conexiones con circuitos emocionales de tal manera que nuestro
cerebro pensante también está influido por el cerebro emocional.
Goleman denomina secuestro emocional a los estallidos emocionales los cuales se producen
directamente por la activación del centro límbico (precisamente en la amígdala) sin pasar por la
neo corteza, es decir, no le ha dado tiempo al cerebro racional filtrar si la reacción es adecuada
o no.
El hipocampo es otra estructura fundamental del centro límbico y está encargado de recordar
el contexto y los datos simples (como, por ejemplo, el reconocimiento de caras) pero es la
amígdala la que decide si la percepción de ese contexto o dato simple es agradable o
desagradable, bueno o malo. Por ello, la coordinación entre la amígdala y el lóbulo prefrontal-
zona límbica es fundamental para la salud de nuestra mente y para guiarnos en nuestras
decisiones, es decir, para coordinar emoción y pensamiento, de tal manera que si un niño, por
ejemplo, está desajustado emocionalmente tendrá dificultades importantes del aprendizaje.
PARTE II
Goleman afirma con claridad: “Las emociones descontroladas pueden hacer a personas
inteligentes unas estúpidas”. “Para tomar una buena decisión tenemos que aplicar sentimientos
a los pensamientos” (Goleman, 1996). De ello se deduce que para tomar decisiones acertadas
hay que dejar tomar parte a la emoción, por muy simple que nos parezca una decisión. La clave
está en el “autocontrol emocional” de tal manera que, si logramos reprimir la impulsividad y
retrasar la gratificación, estar preparados para la frustración, asimilar derrotas y pérdidas,
decepciones, regular el humor, mostrar empatía y somos capaces de motivarnos, llegaremos a
vivir plenamente. Desde aquí enlazamos con una de las inteligencias de Gardner, la inteligencia
social, que es aquella capacidad de comprender a los demás y actuar prudentemente en las
relaciones humanas.
En este capítulo, Goleman nos explica cómo reaccionar y controlar tres emociones comunes en
nuestra vida como son: la ira, la ansiedad y la melancolía. En cuanto a la ira, ésta puede ser
controlada a través de mirar las cosas de una manera diferente y positiva o al encontrarnos con
un peligro que nos amenace., e incluso, se puede controlar enfriando nuestro cuerpo para hacer
descender los niveles de adrenalina. Respecto a la ansiedad se explica que la preocupación es el
origen de dicha emoción y que es incontrolable. La ansiedad puede aparecer de dos maneras:
ansiedad cognitiva (del pensamiento) y ansiedad somática (con síntomas en nuestro organismo
como son: sudoración, aumento del ritmo cardíaco o tensión muscular). La melancolía es muy
peligrosa porque puede acabar en depresión si no se controla y la manera más efectiva de
controlarla es por medio del contacto con otros, es decir, de la socialización.
Según este maestro de la Psicología, el optimismo es la clave para controlar nuestras emociones,
para autorregularnos y motivarnos para seguir insistiendo ante las dificultades a la hora de
conseguir nuestros objetivos. En este capítulo nos nombra a Walter Mischel, gran psicólogo
austriaco, el cual nos enseña la gratificación autoimpuesta como la mejor forma de regularnos
emocionalmente.
En este capítulo descubrimos dónde nace la empatía, dónde está su origen. Goleman nos dice
que se encuentra en la conciencia de cada uno, que cuanto mejor identifiquemos nuestras
emociones seremos más capaces de identificar los sentimientos. Cuanto más empáticos seamos
mejor podremos interpretar el lenguaje no verbal en nuestras interacciones con los demás. Se
nombra en este espacio del psiquiatra Daniel Stern en cuanto a la empatía recíproca la cual se
da en la relación madre-hijo cuando ambos saben lo que se sienten y actúan en consecuencia
en esa relación. La consecuencia de no tener una buena sintonía emocional es una relación
perturbadora y sin sentido.
Otra psiquiatra, Leslie Brothers nos informa que el circuito cerebral clave de la empatía está en
la zona comprendida entre la amígdala y la corteza visual, y también recoge que las personas
con lesiones en el hemisferio derecho del cerebro no pueden expresar sus emociones con el
tono de voz o con los gestos que las identifican ante los demás (en este punto recordamos el
caso de Phineas Gage). En relación con estos conocimientos se pone como ejemplo el
comportamiento de un psicópata o el sociópata. La diferencia entre ambos está en que el
sociópata es muy amable externamente, en cambio, el psicópata no tiene conexión entre su
sistema límbico, encargado de los sentimientos, y corteza cerebral, encargada del pensamiento
y la razón, de tal manera que el psicópata al escuchar la palabra “matar” siente lo mismo que si
escuchara “silla”.
El título que Goleman nos presenta en este capítulo tiene que ver con las relaciones sociales,
con las claves para manejar las emociones del otro, es decir, de las habilidades sociales. Una
persona, afirma Goleman, es brillante en lo emocional si es capaz de leer las emociones del otro
a través del lenguaje no verbal, si es capaz de calmar a un interlocutor alterado, si es capaz de
detectar el estado anímico de quien tiene en frente y después utiliza herramientas para influir
en su estado de ánimo y cambiarlo. Por el contrario, el incompetente social es aquel que no sabe
entender las emociones que fluyen en la relación directa con su interlocutor.
Expone el autor las reglas de demostración ( minimizar, exagerar y reemplazar) de Paul Ekman
que tratan de cómo nuestras demostraciones emocionales tienen un impacto en las personas.
PARTE III
9. ENEMIGOS ÍNTIMOS
En este capítulo se habla de las relaciones de pareja. Diferencia entre el hombre y la mujer en la
expresión de emociones. El hombre verbaliza las emociones de forma menos enfatizada y no se
preocupa tanto de los estados emocionales, ni de los suyos ni los de los demás, en cambio, la
mujer verbaliza mucho más el estado emocional en el que se encuentra, se la nota más, y detecta
mejor el estado de los otros. Afirma que las mujeres son más emocionales. Goleman se atreve
a exponer algunas circunstancias que pueden terminar con una pareja por no saber dominar las
emociones personales. Por ejemplo, cuando se realiza una crítica destructiva la otra persona se
siente atacada y herida, cuando se habla con desdén se hacen juicios poco sanos, cuando se
tienen pensamientos tóxicos se descubren en nuestro lenguaje y se pueden traducir en
expresiones emocionales que hacen daño al otro. Habla de las parejas pesimistas que son más
propensas a tener asaltos emocionales que perjudican la relación.
Este es el capítulo de las emociones en el ambiente de trabajo. Goleman nos habla del líder
perfecto como una persona capaz de persuadir y motivar a los demás para trabajar en una
dirección siempre teniendo en cuenta la retroalimentación. Para el autor la retroalimentación
es fundamental para seguir hacia adelante con los esfuerzos. Habla de la crítica ingeniosa y
nombra a Levinson en cuanto a el arte de la crítica que consiste en ser concreto, específico y a
la vez que se critica dar alternativas para encontrar una solución. El consejo de Goleman es
siempre hacer crítica y elogio cara a cara y en privado. Trata también de compartir talentos, del
trabajo en grupo, colaborativo, cooperativo como clave del éxito de buen funcionamiento de
una corporación, es decir, de una inteligencia emocional colectiva.
La emoción y la salud van unidas según Goleman. En este artículo nos expone cómo influyen
nuestras emociones en nuestra salud. Habla del pesimismo, de la ansiedad, del estrés… todos
ellos pueden desencadenar enfermedades, como la depresión o desequilibrar nuestro
organismo de manera grave. Los pensamientos negativos paralizan nuestro cuerpo y provocan
cambios en nuestro organismos, como, por ejemplo, pueden hacer que los tratamientos
médicos sean menos efectivos.
PARTE IV
Los acontecimientos que son traumatizantes se fijan en la amígdala y dejan una huella o
“recuerdo gatillo” en nuestra memoria emocional que nos puede durar toda la vida. Para poder
borrar esa huella hay que reeducar el circuito emocional compuesto por el tálamo, la amígdala
y el lóbulo frontal. Esos traumas pueden curarse a través del aprendizaje.
El temperamento se puede cambiar. Goleman anuncia que con las experiencias adecuadas la
amígdala puede modificarse, por eso, en la infancia es el periodo perfecto para que los niños
aprendan a tener respuestas emocionales adecuadas. Por ejemplo, si un niño es tímido, es muy
importante la manera en que sus padres lo tratan y cómo se refuerzan en la timidez o le enseñan
a vencerla.
PARTE V
LA ALFABETIZACIÓN EMOCIONAL
La enfermedad mental que más afecta a los jóvenes es la depresión además de los trastornos
en la alimentación, el alcoholismo y la drogadicción. El origen de estos problemas en la juventud
está en una deficiente educación emocional. Una buena educación en las emociones en la
infancia e incluso en las universidades favorecerían el control de sus emociones y su salud
mental.
CONCLUSIÓN PERSONAL
¡Qué importantes son las emociones! Son tan importantes que son imprescindibles para nuestra
supervivencia. En primer lugar, las necesitamos para motivarnos, para realizar todas las acciones
cotidianas, desde la más simple como puede ser levantarnos de la cama como la más compleja.
También las necesitamos para relacionarnos con los demás, somos seres sociales que
necesitamos vivir con otros y si no sabemos interactuar con los demás expresando y controlando
correctamente nuestras emociones y tampoco somos capaces de entender los sentimientos de
los demás, entonces estamos destinados a vivir en soledad, y eso nos conduciría a anularnos
como personas. Por último, necesitamos las emociones para adaptarnos al medio en el que
vivimos y tomar decisiones y cambiarlas en función de todas las circunstancias que el entorno
nos ofrece.
Por todo esto, en mi opinión, deben las leyes educativas deberían incluir la asignatura obligatoria
de Educación Emocional para que, desde los niños más pequeños hasta los universitarios, nos
enseñen a identificar las emociones, a conocer nuestro carácter para poder entender al mundo
y solucionar nuestros problemas con el fin de llegar a ser unas personas emocionalmente
inteligentes y unos adultos sanos.
BIBLIOGRAFÍA: